Sumario: Ginny va a encontrar la verdad tras su obsesión con los ojos verdes…

Clasificado "G" por lo pronto, es posible que cambie con el tiempo.

"Ginny y sus personajes de cuento son de Rowling. Dimitri, Saskia y las carcajadas sangrantes son mías ¿Alguna duda?"

Red de Memorias

Dos: Apaga la luz (O más sobre ella)

Aquél había sido uno de esos días pesados para Ginny; no había dormido bien, había tenido una pasarela en la tarde y encima una "recepción privada" a la cual acudir por la noche. Compromisos.

Bostezó descaradamente mientras se colgaba de la puerta para entrar a su apartamento, sólo añoraba su cama y dormir hasta que se acabase el mundo. Pero, como solía sucederle con las cosas que añoraba, no pudo.

¿La razón? Un hombre de ojos verdes sentado tranquilamente en la terraza de SU hogar… otra vez.

- ¿Conoces el teléfono?- le soltó enojada, mientras se deshacía de esos zapatos de tacón que la estaban matando.

- Desde que Alex() lo presentó a la comunidad científica- contestó él despreocupadamente- pero presentí que sería más fácil si venía en persona… ¿No te alegras de verme?-

- Tanto que me siento tentada a empujarte por la baranda, pero conociéndote eres capaz de regresar a fastidiarme-

- Ay, pero si estamos de mal humor esta noche-

- No sé tú, pero yo sí-

- Yo me encuentro muy bien, gracias por preguntar. Estaba cenando en la avenida Madison cuando recordé que tenemos una historia pendiente-

- ¿Cuándo te vas a cansar de esto?- suspiró- ¿No tienes nada que hacer, aparte de hostigarme?- entonces se quedó pensando por un momento- pero… no hay ningún restaurante en la avenida Madison-

Él esbozó una sonrisa maliciosa- Ya sé, y tengo toda la eternidad para oír tu relato, así que no te libras de mí hasta que termines-

Ginny gimió- Merlín, ¿Por qué a mí?- ésto pareció descolocar al joven, porque se le quedó viendo un tanto confuso.

- Pensé que ya lo sabías- Ginny se volteó, y tras un suspiro de resignación, se sentó en el borde de su cama.

- Eres la criatura más maldita sobre la faz del planeta- comentó.

- Podría decirse- murmuró él. Ginny negó con la cabeza, mientras se recostaba completamente en el mullido lecho, no pudo reprimir un gemido de satisfacción. Necesitaba dormir.

- Aunque- continuó él, mirándola un poco avergonzado. A veces olvidaba esos pequeños detalles- puedo esperar hasta mañana en la noche-

Ni bien había alcanzado a escuchar las últimas palabras, cuando la pelirroja se quedó dormida, dejando a su huésped con una sonrisita burlona en la cara.

- Lo que hay que ver- le comentó a la pared, mientras salía del apartamento. Tenía ganas de cazar esa noche. Y cerró la puerta con un suave 'click' para dejar a la pelirroja atrapada en su propia vida.


Era un bonito día, el sol brillando con intensidad desde el cielo, los pájaros trinando, la hermosa esencia de las flores silvestres colándose por su nariz.

Bailoteó un poco por el pasillo que daba a los jardines, aquel día haría collares de flores para su familia. Pero no de esas flores, que ya las había utilizado, quería hacer algo nuevo. Así que la chica de ojos color chocolate se alejó de casa, internándose cada vez más en los bosques que circundaban las tierras de sus ancestros.

Se detuvo en un prado cubierto por unas hermosas florecillas de muchos colores, pequeñas, sencillas y sin embargo mucho más bellas que las exóticas plantas que los jóvenes solían obsequiarle.

Se sentó en el piso, dejando que el pasto acariciase su blanco vestido, tarareaba una canción de cuna que no recordaba haber aprendido antes, por cierto.

Entonces ocurrió. Había unas 10 criaturas, asquerosas, horripilantes, con rasgos humanoides, pero que a leguas se veía eran malignas. Gritó.

Y entonces la escena cambió. Ya no estaba en el prado; tampoco estaban las criaturas. Ahora estaba en una celda, encerrada en lo que parecía ser una fortaleza antigua.

Abrió la puerta con un conjuro, (¿Y la varita dónde había quedado?) y se deslizó silenciosamente entre los estrechos pasillos. No sabía dónde estaba, pero era lo suficientemente sigilosa como para pasar inadvertida, de no ser porque su ropa parecía refulgir en tonos plateados con la oscuridad del lugar.

Y estaba asomándose por una esquina cuando sintió un helado objeto puntiagudo contra su costado derecho. Había alguien mucho más alto que ella presionando una daga contra su cintura.

- Ni siquiera lo intentes- escuchó. Y la voz era calmada, desprovista de sentimiento alguno.

Se volteó para encarar a su agresor, pero antes de que pudiera verlo todo se disolvió en una densa neblina.

Ginny se levantó de un salto, respirando entrecortadamente. Todavía sentía el frío de la daga contra su cuerpo.

Se dejó caer en el piso, al borde de la histeria.

Era increíble que en cuatro años no hiciera más que soñar con eso. Maldijo a cada ser viviente que recordó en aquel momento, y a los no vivientes también.

Mientras hacía su camino hacia el baño, pues necesitaba tomarse algún calmante, recordó que era sábado y tenía el día libre. O lo que quedaba de él, puesto que el cielo tenía ya una tonalidad naranja a lo lejos.

Las 5:30 le confirmó el reloj colgado sobre el espejo. Y como era invierno, no faltaba mucho para que anocheciese…

Tomó los calmantes, a pesar de que ya sentía más lejana la crisis, pero necesitaba esas pequeñas píldoras para recuperar sus nervios. Decidió que tomaría un relajante baño con burbujas, casi nunca tenía tiempo de cosas así y realmente se lo merecía.

Tras quedarse más de una hora sumergida en el agua, se vistió y tenía intención de maquillarse un poco. Pero al verse en el espejo, cambió de opinión; porque suficiente disfraz tenía ya encima como para agregarle pintura.

Salió del baño, pensando en una y mil cosas; como ya se lo sospechaba, Dimitri estaba de nuevo en el apartamento, pero sentado en uno de los banquitos que tenía en la cocina.

- Pensé que no podías entrar a ninguna parte sin invitación- comentó- o al menos eso fue lo que me enseñaron- Dijo, en un fingido tono de casualidad.

- Mitos, como eso de que ustedes se derriten con el agua- respondió, sonriendo.

Y Ginny correspondió la sonrisa, porque a pesar de todo lo molesto, persistente y peligroso que pudiera ser, Dimitri era su único.

Así, su único (por más ilógico que sonara); de ella y único en su clase, aunque no quisiera definir cuál era su clase en ese momento. Lo más cercano que alcanzaría por alguien de su tipo.

- Dime, Ginevra, ¿A qué dedicas tu vida?- La deliciosa manera que tenía de pronunciar su nombre la sacó de las divagaciones mentales.

Quizá no lo había mencionado antes, pero Dimitri tenía un ligero acento cuando hablaba, realmente era difícil de localizar puesto que se perdía entre la hipnótica voz, pero era como ruso o alemán, algo así (se inclinaba a pensar que ruso, por el nombrecito que se cargaba).

Pero la pregunta seguía en el aire; y Ginny no pudo más que fruncir el ceño confundida, cuando vio que el chico tenía entre sus manos la revista para la que había sido portada hacía unos días.

- Quizá no lo planteé de la forma adecuada- murmuró, viéndola intensamente- ¿Era ésto lo que soñabas?- ahora se había puesto de pie, levantando la revista con ambas manos- Portadas, anuncios en la calle, pasarelas con diseñadores exclusivos, ropa costosa, lugares lujosos que compensaran todo lo material que te faltó cuando niña…- hizo una pausa, como para calar la reacción de ella- ¿Nunca tuviste un sueño, Ginevra, uno de verdad?-

- Tengo lo que quiero, exactamente- contestó un poco enojada- Dinero, tiempo para dedicarme a ver cosas interesantes, lugares donde refugiarme de…- lo encaró con la mirada, pues no era una de esas personas que se acobardaban fácilmente- donde refugiarme de todo. Si lo que quieres saber es si quería una profesión que requiriera de estudios especializados, pues la respuesta es sí. Pero en estos tiempos, cualquier cosa hubiese resultado inútil, a no ser claro, que me hubiera convertido en auror para patearle el trasero a los perros de Tom junto con Harry. Y no soy la heroína de nadie, no nací para proteger a nadie, y no quiero nada con el bando "de la luz"- formó las comillas con sus dedos- ni con el "de la oscuridad"- Tomó aire, pues comenzaba a jadear- Lo único que quiero es ser libre, de ellos, de mí, de todo-

Para el final de su monólogo, Dimitri la miraba con un extraño brillo en los ojos mientras asentía.

- Eres la cosa más extraña que he jamás he visto en mis años de existencia, Ginevra…- había más en esa declaración, pero prefirió dejarlo en las sombras.

Ginny tuvo que reconocerlo. Dimitri era atrayente, en más de una forma.

- Y por eso decidiste ser modelo, ¿no?, para alejarte- Ginny asintió.

- No fue muy difícil la verdad. Imogen Gaarder movió contactos para ponerme en los lugares adecuados al principio, y luego lo demás se dio solo-

- Todo se reduce a la guerra - comentó él, pasándole una mano por detrás de la nuca. Ginny cerró los ojos y cuando sintió un sobrecogedor frío dentro de ella, estuvo segura.

Dimitri la estaba besando.

"Conforme el tiempo fue pasando, Seth y Amy se hicieron con la rutina de Hogwarts. Seth aprendió a mantenerse en el más completo misterio y profesionalidad, aunque sólo para lograr que las chicas lo desearan más.

Amy, a parte de hacer lo mismo, siendo la sustituta de Madame Hooch, era la encargada de organizar la temporada de quidditch. Y lo hizo muy en serio.

Para la rifa que determinaría los primeros encuentros, se reunió con los capitanes de equipo y lo hizo a la manera más muggle, con papelitos en una caja.

Slytherin y Gryffindor en el primer partido de la temporada, Ravenclaw y Hufflepuff en el segundo. Los ganadores se enfrentarían por el primer y segundo lugar (además de la copa, por supuesto) y los perdedores lo harían por el tercer y cuarto lugares; todos daban puntos a la casa.

Entrenamos duro, durísimo, porque Harry era muy exigente como capitán. Pero lo comprendo, porque después de que perdiéramos como a la mitad del equipo el año antepasado (eran todos del último grado) teníamos que hacernos de nuevo y acoplarnos los unos a los otros. Estuvo bien, la verdad; Ron era buen guardián, de las habilidades de Harry como buscador ni se diga (con gafas y todo tenía vista de águila el niño), teníamos al par más extraño como golpeadoras, Felicia y Adrienne de tercer grado, pero sabían lo suyo, Kay, Matt y yo sabíamos trabajar en equipo. Así que sólo era necesario aprender a medirnos y anticiparnos entre nosotros.

La mañana antes del partido contra Slytherin, casi me ahogo con la avena por la emoción. Como regalo de cumpleaños, Sas, los Gaarder y Elena, (una amiga de ellos muy simpática) me mandaron una Black StarMaker, escoba de colección.

Porque, lo que pasa es que Prue y Elena, como proyecto conjunto para final de semestre en su escuela o algo así, hicieron una escoba voladora, a la que llamaron StarMaker. Y les salió tan bien que un amigo de su maestra (la que evaluaba el proyecto) les pidió que le hicieran una (a la que llamaron Golden StarMaker) y ahora habían hecho la Black para mí. Estaba preciosa, con el mango de un negro reluciente y los adornos en forma de estrellas cinceladas en plata; decía Nía's wings con una letra bastante gótica (obra de Amy, estoy casi segura) en plateado.

El hecho de que las StarMaker hubieran ganado un lugar como "pieza única de coleccionista" y por tanto un valor estratosférico, dado a que Prue y Elena no las fabricaban más, que sólo hubiera 3 en el mundo (según la revista Qué Escoba, como Ron se encargaba de recordar a todo el que estuviera dispuesto a escuchar) no hacía más que elevarme más y más en las nubes. Cuando salimos al campo, el ánimo del equipo estaba junto conmigo, en las nubes.

Fue un juego rápido. Felicia y Adrienne casi le rompen la nariz a varios slytherins en los primeros diez minutos, Matt y Kay tenían un estilo muy agresivo para volar; se hacían de la quaffle con bastante facilidad y luego me la daban a mí, para que yo la pasara por los aros. Pero el equipo de Slytherin también tenía buenos elementos, así que como siempre, todo se reducía a la captura de la snitch.

Harry la vio, o eso nos pareció porque de pronto se tiró a matar en su Saeta de Fuego, y Malfoy iba tras él. Como siempre, todo se reducía la rivalidad Harry-Malfoy; y cuando parecía que Harry iba a agarrar la escurridiza pelotita (indiscutible la superioridad del pelinegro sobre la escoba) un golpeador de Slytherin le echó la bludger encima y Harry cayó de la escoba.

Creo que no lo pensé más de un segundo y me lancé en picado por él. Era increíble la velocidad que la escoba esa podía tomar, toda la escuela estaba en silencio (o eso creí porque yo sólo oía el rugir del viento contra mis oídos). Sentía como si el corazón se me fuera a salir, pero alcancé a tomar a Harry de la muñeca izquierda, lo apreté con todas mis fuerzas mientras hacía que la escoba se dirigiera de nuevo hacia arriba y lo subí detrás de mí (él ayudó bastante). Creo que apenas estaba soltando el aire que había contenido sin darme cuenta cuando Harry levantó su mano derecha (que yo aún le tenía cogido por la izquierda) y, ¿Puedes creerlo?, la snitch batía sus alas cautiva en el puño del chico. La multitud rugió de la emoción, ni siquiera recuerdo todo lo que dijeron los de mi equipo mientras aterrizábamos, sólo era consciente de que Malfoy lo había ordenado todo. Yo lo había visto hacer señas al idiota de Crabbe.

Y mezclado con el enojo, la emoción de haber ganado el partido, de haber trapeado el suelo con los slytherins y el alivio de que él estaba bien, nii siquiera había notado que todavía le tenía agarrada la muñeca hasta que Hermione nos mandó a la enfermería; yo tenía un corte en la mejilla (aún no tengo ni la más remota idea de cómo me lo hice) y el labio reventado por la presión con la que me lo había mordido (de eso tampoco me había dado cuenta), además de que la muñeca de Harry sangraba pues le había hecho un corte largo y profundo con mis uñas (que por aquel tiempo llevaba casi tan largas como las tengo ahora).

Madame Pomfrey tardó más en buscar el ungüento que quería ponernos, que lo que tardaron las heridas en curarse. Pero de cualquier forma tuvimos que estarnos ahí como tres horas, en lo que hacía "efecto" la medicina.

No habíamos cruzado palabra desde que estábamos en los vestidores antes del juego y yo comenzaba a estar aburrida, parecía que el chico no se iba dignar a dirigirme siquiera la mirada. Y Madame Pomfrey estaba atrás haciendo no-sé-qué, así que el silencio era absoluto.

Después de lo que pareció una eternidad, tuve que hablar yo. Me disculpé por haberle cortado las venas, le dije que ahora podría atraer a las chicas diciendo que había tratado de suicidarse, pero nada, parecía que no me oía. Al final volteó a verme y tenía una mirada extraña. Podía ver que mi comentario lo había divertido, pero no sonreía, en lugar de eso alargó la mano y tocó el arete que yo tenía en la ceja, con una expresión de suma concentración.

Comenzaba a asustarme, realmente, nunca me había parecido una persona muy normal que digamos, pero eso ya se salía de mis expectativas. Entonces se sacó los lentes y por Merlín, ¡Qué ojos! Creo que, muy en el fondo, una parte de mí ya sabía lo que iba a pasar, pero no pude evitar la cara de idiota (por la sorpresa) cuando me besó.

Despacito, un roce apenas, con dulzura y, tengo que decirlo, algo de torpeza. Pero yo casi había dejado de respirar de la emoción.

- Gracias- dijo y se fue.

Y yo me quedé ahí, sentada en la cama como idiota, con el ungüento horroroso sobre mi mejilla y con el sabor a menta de Harry en los labios."


Notas:

() Alex, (Alexander) Graham Bell fue el inventor del teléfono, ¿Aún no adivinan sobre Dimitri?

¿H/G? ¿Qué opinan? XD [Meimi huye antes de que la linchen]