Ya desde el capítulo anterior tenemos, gracias al querido Dim, un nuevo rating (PG); se pretende conservarlo.
"Ok, lo confieso, no soy Rowling y los personajes no me pertenecen ¿Contentos?"
[ Red de Memorias ]
Cinco: No se asusten (O la historia de Dimitri entreverada con algunos otros objetos de estudio)
Lo que importaba, realmente, no era el color de la blusa que llevara, o el largo de la falda que se pusiera, ni siquiera importaba si llevaba falda o pantalón; si se ponía chaqueta o se iba en blusa de tirantes (a excepción de que sin chaqueta se congelaría).
Lo que importaba, como iba pensando, era que fuera. Y que fuera ya; eso lo sabía pero no podía evitar titubear ante el guardarropa, aunque la ropa no fuese el problema precisamente.
Se dejó caer en la cama con un suspiro atorado, no iba a suspirar de nuevo porque ya lo había hecho demasiado en los últimos días y ella no era del tipo de personas que caen en ese tipo de melancólicos hábitos. O al menos no iba a permitirse serlo.
En un súbito ataque de valor Gryffindor, se metió lo primero que agarró (que resultaron ser unos jeans color camello, una blusa café con chaqueta, accesorios y botas a juego, no olvidar que después de tanto tiempo simulando ser una socialit se terminaba por adquirir ciertos hábitos) y salió corriendo de la habitación 305 del hotel.
Hizo todo el camino a través de la ciudad con un creciente nerviosismo, mientras cruzaba un parque estuvo a punto de regresar sobre sus pasos, arrepentida, pero al final se convenció a si misma de continuar el camino. Y cuando casi alcanzaba Grimmauld Place (la lógica le indicaba que ahí encontraría suficiente familia para rato, además de que no tenía tiempo de hacer una visita a la Madriguera) también estuvo a punto de regresarse, pero por el miedo que le daba el barrio; después de todo, seguía siendo una mujer joven con ningún arma más que una varita profundamente perdida en los interiores de su bolso, y que para colmo hacía años que no usaba, ni para convocar objetos siquiera.
Pero llegó.
Y le sorprendió lo cambiado que estaba el lugar; tuvo que tocar el timbre (o más bien lo hizo sin detenerse a recordar el retrato de la señora Black), pero ningún horrible chillido escuchó cuando le abrieron.
Tan sólo la imagen de una simpática rubia, más o menos de su edad, mirándola en una ligera confusión.
— Erhm... Hola— le dijo la rubia. Ginny supuso que la causa de su confusión era que no la reconocía; y nadie podía alcanzar ese lugar, debido al hechizo Fidelius, a menos de que Dumbledore mismo les revelara la ubicación.
— Hola—saludó, tratando de lucir calmada y segura de si misma— Estoy buscando a Harry— Se suponía que iba a ver a su familia, pero ese era el nombre que le había saltado a la cabeza cuando hablaba, mejor no pensar en la razón.
— Ah, sí, pasa— la chica abrió completamente la puerta, dejando entrar a Ginny— Creo que está en la cocina con Sas, Hermione y los Weasley—
Genial, reunión para recibirla. Ginny sintió ganas de darse media vuelta y salir corriendo, aún no era muy tarde.
O al menos no lo había sido hasta que la rubia cerró la puerta.
— Y dime, ¿Eres amiga de Harry?— Obviamente, la chica trataba de hacer conversación mientras la guiaba a través de la casa, tan cambiada; mucho más habitable y con algo menos de esa aura "oscura" que solía rodearla. Aunque también le parecía que trataba de cotillear un poco.
— Algo así, muchas gracias por el paseo, eh...—
— Hannah— Ginny dio un pequeño asentimiento con la cabeza al escucharla.
— Gracias, Hannah, no es que quiera ser grosera pero creo que puedo llegar yo sola a la cocina—
— Ah, sí, claro. Nos vemos—
— Adiós—
Ginny se paró en el marco de la cocina, unos momentos después de haber dejado a Hannah; tenía la sensación de que, pasase lo que pasase, aquel encuentro sería un parte aguas en... en lo que fuera que estuviese sucediendo, o apunto de suceder.
No era más de medio día, o eso supuso, no había ni comida sobre la mesa ni preparándose en la estufa; justo en la mesa estaban Saskia, Hermione, Ron y Harry, en alguna especie de reunión para charlar, o algo así, porque platicaban a gusto de cosas como el último juego de la selección nacional, el último ejemplar de Corazón de Bruja y puras de esas.
— ¿Alguien ordenó...— habló fuerte, captando inmediatamente la atención de todos. Levantó su bolso (lo único que llevaba consigo)— ...un Gucci color camello?— Sonrió tímidamente.
Todos estaban en silencio, Hermione fruncía el ceño y nadie daba muestras de reacción. Ginny comenzó a sentirse enferma.
'Hey ¡Estoy aquí! Soy yo, su amiga/hermana perdida favorita ¡Ginny!' pensó, un poco cerca de la neurosis.
Entonces pasó lo que menos se esperaba, Harry se levantó de la mesa y le obsequió un abrazo 'rómpeme las costillas' junto con algunos besos en la mejilla, peligrosamente cerca de la boca.
— No sé que puedo decirte— le dijo cuando se separó de ella, aún agarrándola por los hombros— Salvo, no sé, hola, ¿Cómo has estado?— Ginevra se largó a reír, ese era el Harry que ella recordaba, bajo toda la apariencia de 'lindo chico rico que vale el esfuerzo' que ahora tenía.
— Bastante bien, no como tú por lo que veo— contestó juguetonamente. Entonces se dirigió a los otros— Y ¿No hay ni siquiera un saludo para su pobre y explotada Ginevra?—
— Tan explotada que Marissa y mi madre debieron empeñar sus joyas para poder pagarte el contratito que te dieron— comentó Saskia sarcásticamente, mientras la abrazaba con gran efusividad.
— Ah, bueno, ya sabes lo que dicen: La Muerte, Hacienda y Las Modelos— le sonrió mientras destrozaba el dicho muggle.
— Por Merlín, Ginny, lo que acabas de decir no tiene sentido alguno— la regañó Hermione, aún así abrazándola y dándole la bienvenida.
Ginny sonrió mientras abrazaba a su hermano y quedaba en paz con su conciencia, al menos por el momento.
Llantos. Súplicas. Rezos. Gritos. Felicitaciones. Incluso suspiros.
Dimitri había aprendido a cerrar su mente, hacía mucho tiempo ya, ante esas voces que alcanzaban sus oídos. Mortales o inmortales, siempre había una curiosa conexión que le permitía escuchar sus pensamientos, sus anhelos, sus deseos.
Pero si no quería perder la cabeza, figurativamente hablando, tenía que cerrar sus fronteras al masivo avance de las voces. Aunque en ocasiones eran útiles, cuando quería saber de algo, o de alguien.
Era, como una vez le hubiesen dicho, un arma de dos filos; aprende a escuchar una sola y tendrás el mundo a tus pies, trata de oírlas todas y caerás en la locura.
Así, como ya había aprendido a prestar atención a una y callar a las demás, se concentró en aquella a la que deseaba escuchar; se concentró en aquella joven mente que había experimentado mucho más de lo que algunos llegan a ver en su existencia.
Se concentró en Ginevra.
Ginevra Molly Weasley... séptima, y única mujer, en su familia. La primera chica nacida en el clan Weasley por muchas generaciones.
Los traidores a la sangre de los Weasley, pensó, recordando las palabras de alguien más muchos años atrás.
Lo cierto era que había engañado a Ginevra, inevitablemente, el mezclar la verdad con las mentiras en una atrayente fantasía era su gran talento. Siempre lo había sido, incluso cuando era un hombre joven (o un niño viejo, pues en aquel entonces los adolescentes propiamente no existían, todo dependía del punto de vista).
Aunque, volviendo a su objetivo principal, en esta ocasión no había resultado nada atrayente para la pobre chica, pensó un poco burlonamente, pero en esta ocasión no había tenido los mismos motivos, ni la misma libertad a la hora de seducir a la presa.
En esta ocasión se trataba, simplemente, de una verdad que yacía ante sus ojos, invisible para los demás y que él quería explorar, porque era bella, o diferente de lo que había conocido hasta entonces, o quizá ambas cosas.
Ese pequeño fragmento de información que había revelado a Ginevra, sobre lo de su cambio, era en realidad la verdad mezclada con sus propios artificios y trucos para atraerla; porque la información completa pertenecía a él y a nadie más que a él.
Él que había encarado casi todas la edades del mundo; él, que no se sentía culpable por sus manipulaciones, todo tenía un propósito en su existencia y planeaba que continuara de aquella manera, al menos hasta que consiguiera a aquella que tanto había llegado a desear.
— La familia ha denegado mis peticiones; la princesa será ejecutada al amanecer—
La noticia sorprendió bastante al joven, demonio con aspecto de ángel, pero su rostro, acostumbrado a tales trajines, ocultó todo mientras perfilaba una sonrisa maliciosa. Comenzó a hacer su camino fuera del cuarto, cuando escuchó la voz de su padre llamándolo.
— ¿A dónde vas?—
— A darle las buenas nuevas a Isil, padre—
— De acuerdo— sonrió el señor de lo malo y la codicia— disfrútalo— Él sólo asintió con la cabeza mientras se retiraba.
Disfrutarlo... por supuesto.
Si tan sólo supiera, pensó mordazmente, si tan sólo él mismo se comprendiera. Si tan sólo pudiera pensar con la claridad que siempre había poseído, si tan sólo ella pudiera dejar de verse tan hermosa mientras le sonreía, sosteniendo un amarillento pergamino... un amarillento pergamino que se le hacía muy familiar.
¡El estúpido dibujo de Gondor que había hecho la semana pasada!
Se lo arrebató inmediatamente de las manos.
— ¿Tú lo hiciste?— Ella lo miró con algo de asombro— ¡Sí! ¡Tú lo hiciste! Esa cara lo confiesa todo... pero si está precioso, Gothmog, eres muy buen dibujante... mira nada más las caras de los niños jugando en el pasto, tan reales— Él se quedó mudo por unos momentos, ella nunca se había dirigido hacia él como 'Gothmog', siempre era 'Oye' o 'Demonio'.
Si tan sólo pudiera detenerse a sí mismo de la estupidez que iba a cometer, si tan sólo no fuese tan testarudo con sus propias decisiones, si tan sólo...
— Recibimos negativa de Rivendel, serás ejecutada al amanecer— Habló, la usual frialdad de su voz incrementada al máximo.
Ella pareció un poco sorprendida por el súbito cambio de tema, pero no lo demostró por más de unos segundos, entonces asintió con la cabeza y en su mirada se notaba el orgullo y la determinación que tantas veces había visto en los de su raza.
Si tan sólo no se sintiera tan orgulloso de ella, dispuesta a dar su vida por el pueblo que amaba...
Dejó el pergamino en la mesa y en su lugar tomó un frasco de tinta que allí reposaba.
— Cuando salgas del laberinto vas a encontrar dos corredores, toma el más estrecho y saldrás a los límites norteños de la fortaleza; de ahí sabrás regresar con tu gente, supongo —Le quitó la tapa y vertió unas gotas en la entrada— Es todo lo que puedo hacer por ti—
Ella se le quedó viendo, una explosión de emociones encontradas dentro de su cuerpo mientras comprendía que le estaba salvando la vida.
— Gothmog...—
— Me vas a deber una, Isil— Interrumpió, con una mirada seria para luego comenzar a caminar lejos, dejando a su paso por el intrincado laberinto las pequeñas gotas de tinta que le indicarían a la princesa élfica por dónde escapar— Una muy grande— murmuró para si mismo.
El principio había sido bastante peculiar, la verdadera naturaleza de los de su clase siempre había estado ligada con mitos, leyendas, cultos... así por los siglos de los siglos.
Y él, escogido por su 'maestro' precisamente por su particular manera de creer y no creer a la vez, de siempre luchar contra todo lo que se le imponía, de amar con una pasión que sobrepasaba a sus capacidades, había sido puesto dentro del 'tipo' cuando sólo contaba con 25 años de edad.
Aunque 25 años en aquel tiempo era toda una vida; una vida que había iniciado en una lejana tierra donde había sido capturado por soldados. En su tierra natal había conocido la iglesia, a su madre, sus hermanos y su padre; pero entonces habían llegado aquellos soldados, hombres sin rostro que lo habían alejado de la iglesia, de sus padres, hermanos y todo lo que conocía hasta entonces.
Había viajado durante mucho tiempo, a través de tierras que nunca había soñado ver, pero en contra de su voluntad, no tendría más de 10 años cuando había sido puesto a disposición de un comerciante en Atenas, o en lo que ahora llamamos Atenas.
Durante muchos años había sido un esclavo, un precioso esclavo con sus rizos castaños rojizos y sus ojos color esmeralda, tan raros entre los de su tipo; poseer algo así siempre era motivo de orgullo entre los grandes señores de su época. Y sin embargo había pasado de mano en mano porque era rebelde, desobedecía las órdenes y se rehusaba a aprender (o al menos mostrar que aprendía) el lenguaje de ese lugar, llamando "terribles" cosas en su lengua natal, tan fuerte y resonante que parecía un insulto, a aquellos quienes lo poseían, en todo el sentido de la palabra.
Hasta que había llegado a manos de su maestro, aquel bello ser con infinita paciencia que lo había visto pelear en la plaza con otros sirvientes, gritarles todas las maldiciones que conocía en lo que ahora llamaríamos ruso para después correr sin rumbo alguno, sólo deseando huir como tantas veces lo había intentado antes.
Y su maestro había ido tras él, lo había confortado con dulces palabras, que aunque no entendía, lo hicieron sentir mejor. Entonces él se había enamorado de aquel ser que lo había tratado como nadie en su vida (que recordara), con gentileza y dulzura.
No tendría más de 17 años por aquel entonces.
Cuando su maestro había perseguido hasta el cansancio a su dueño para que lo vendiera, la exorbitante suma que había dado por él y la felicidad que parecía inundarlo por el sólo hecho de que él caminase a su lado, no detrás como debían hacerlo los esclavos; cuando él había comenzado a vivir, realmente.
Pronto había aprendido a disfrutar su exuberancia, las mujeres adoraban sus ojos, su cabello, su cuerpo... y él disfrutaba de tal tratamiento. En manos de su maestro había aprendido fácilmente el idioma común, pero seguía disfrutando de su propia lengua que tantas miradas de interés levantaba, a pesar de la notoria marca en la base de su cuello, la marca de los esclavos.
Porque oficialmente él seguía siendo un esclavo, aunque en la práctica resultase todo lo contrario. Era un joven caprichoso, rebelde, apuesto y respaldado por el, aparentemente infinito, poder de su 'amo'; todo un cambio para el pequeño niño que vivía en pena y agonía por la vida en la que lo habían obligado a pertenecer.
— Te juro que cuando Amy te vio en la revista esa, casi se va para atrás— Saskia Mihara comentaba en tono confidente— Dice que si no le pasas la dieta te va a perseguir por el resto de tu vida—
Ginny se soltó riendo — Pero si tu prima no necesita dietas, ella ya tiene un cuerpo de muerte—
— Ah sí, pero nosotras, pobres mortales, moriremos un poco cada vez que comamos chocolate— replicó Sas — Vamos, 'Mione, tú sí necesitas apoyarme—
— ¿Me estás diciendo gorda?— Hermione entrecerró los ojos.
— Yo sería incapaz, 'Mione de mi alma, pero ambas sabemos que somos del club de las que guardan todo en las caderas—
— Demasiada información para mí, gracias— Carraspeó Harry para luego levantar las manos— Esto ya se está poniendo feo— hizo ademán de marcharse, pero la voz de Ginny lo detuvo.
— Huye, cobarde, huye— Saskia, además, le propinó un sendo golpe en el hombro.
— Tú nada más pásate de la raya, Harry, tengo ganas de desquitar mis frustraciones con alguien—
— Me maltratan— dijo en un falso tono compungido.
— Sí— Ginny puso los ojos en blanco— Llamen a la sociedad protectora de animales—
— ¡Hey!—
— No te hagas, si sabes que me adoras— Ginny le pasó los brazos por el cuello.
— Soy tan fácil— suspiró Harry
— Por eso le gustas— comentó Saskia, sonriendo burlonamente.
— Bueno chicos, yo me voy que algunos debemos trabajar para sobrevivir— Saskia le dio un ligero golpe en la cabeza— ouch, vas a ver— sacó un papel y anotó un número en él— Éste es mi celular, siempre lo llevo conmigo. Llamen si necesitan algo y...—
— ¿No vas a ver a papá y mamá?— Era la primera vez que Ron abría la boca en todo el rato.
— Sí, pero estoy algo ocupada y este es el primer respiro que tengo, de hecho esperaba encontrarlos aquí, pero parece que no se me hizo—
— Ya casi no vienen, sino es para las reuniones de la Orden, tus padres están en La Madriguera— Hermione la miraba perspicazmente, maldito cerebro anormal que tenía.
Ginny asintió — Voy a ir en cuanto pueda, de cualquier forma. Nos vemos—
Se marchó un poco aliviada, pero había algo que no le gustaba en todo el asunto...
Estaba en el apogeo de su vida mortal; flirteando con las mujeres de día, atrayéndolas y engañándolas, para luego pasar las noches a los pies de su maestro, maravillado ante las habilidades que demostraba aquel hombre, maravillado ante la fortaleza de sus miembros, la palidez de su piel, lo brillante y azul de sus ojos, la extraña y sobrenatural forma de moverse, irremediablemente atraído. Pasaba de predador a presa con el crepúsculo y regresaba para el amanecer a su anterior estado. Día y noche, todo un ciclo por siete u ocho años antes de recibir el 'don'.
Siete u ocho años antes de que su mentor apareciese, tan sólo un par de horas después de la caída del sol, en su habitación. Hablando en suaves murmullos, alejándolo de la paz de su cama y del calor que emanaba la mujer en ella, llevándolo hacia los niveles subterráneos de la casa, hasta los mismísimos aposentos suyos; el único lugar donde él jamás había puesto un pie.
— Es tiempo, mi belleza salvaje, ha llegado la hora— Ah, pero qué manera tenía de pronunciar las palabras, ni siquiera lo molestaba con esos ridículos apelativos que le daba.
Entonces lo había sabido. Interiormente había batallado su lucha contra el conocimiento de que dejaría de ser una persona normal para convertirse en sólo-Dios-sabe-qué. Pero también estaba el hecho de que era su maestro quien lo guiaba, y con él a donde fuera, no importaban las consecuencias.
— Seguro, amo— Desde el principio se le había enseñado a llamar así a su propietario, pero nunca había obedecido hasta entonces, haciendo sonreír a su maestro.
— Lelio, mi pequeño, seremos iguales después de esta noche—
Y Dimitri no supo ni qué lo había golpeado... sólo supo que estaba en brazos de su maestro, que había algo perforando, dolorosamente, la piel de su cuello y que sentía cómo le succionaban la sangre lentamente.
Pero era delicioso, mezcla de placer y dolor que jamás había experimentado. Escuchaba los latidos de su corazón como si fuesen tambores en su cabeza, los labios de Lelio se apretaban en torno a su cuello, el cabello rubio de su amo le caía sobre la cara y antes de cerrar los ojos captó el brillo de cariño en las orbes amatistas que tenía por ojos su dueño.
Era como viajar al cielo, dos vueltas y de regreso, en segundos. Era vértigo y excitación, era dolor y placer, miedo y alegría, confianza y peligrosidad... era morir lentamente.
Entonces Lelio se había alejado de él, para rasgar con su mano la pálida piel que le cubría el cuello; y, para sorpresa de Dimitri, le había ofrecido la herida sangrante, acercándole la cabeza a su cuello.
— Bebe— Había sido uno de los pocos comandos que había recibido de su amo.
Y Dimitri había obedecido, succionando débilmente al principio...
Pero el torrente de imágenes y sensaciones que lo invadieron fue demasiado para seguir tan sumiso. Si antes había sido delicioso, ahora era el paraíso. Ahora era acabar con su dolor, reemplazar todo por un indescifrable placer, un éxtasis que nunca antes había experimentado, toda una noche les tomó el intercambio de sangre... era demasiado como para ponerlo en palabras.
— Es suficiente, pequeño— susurró él mientras lo alejaba de su cuello —Ahora acompáñame, debo mostrarte dónde descansarás a partir de ahora—
Dimitri lo había seguido, sintiéndose tan extraño, tan indefinible, como si se estuviera secando, pero no era doloroso, casi no... su cuerpo estaba muriendo, o eso le había dicho Lelio, solamente para dar paso a ese nuevo ser que ahora iba a profesar.
Y tendría un sarcófago para él solito, pensó riéndose, aunque no sabía de qué.
Cuando despertó a la noche siguiente, todo se sentía tan extraño y diferente que se quedó medio paralizado, hasta que Lelio llegó por él, diciéndole que no se preocupara si sentía cosas raras. Al contrario, que tuviese cuidado de no enamorarse del brillo de la luna cuando salieran...
Cuán tontas le habían parecido sus palabras, hasta que habían salido por su primera víctima, y había visto el mundo con sus nuevos ojos. Había algo, tan indefinible, que hacía parecer todo como una belleza.
Ciertamente pasó más de media hora paralizado por el hermoso brillo de la luna, atraído, casi enamorado. Justo como le volvía a pasar ahora, tantos cientos de miles de años después... pero ahora se trataba de una luna con cabellos de fuego.
Vagamente notó sus colmillos, demasiado pequeños para ser vistos a simple vista pero suficientemente afilados como para convertirse en cosa de cuidado; su primera víctima lo supo bastante bien.
Todo un nuevo mundo ante sus ojos, junto con la guía de Lelio para enfrentarlo. Inmortalidad.
Era un vampiro y viviría por siempre.
— Hay algo...— susurró Ron, rompiendo el extraño silencio en que habían quedado luego de que Ginny se marchara.
Saskia se le quedó viendo, era cierto que Ginny era su mejor amiga, la hermana que nunca había tenido, pero también llevaba mucho tiempo conviviendo con el Trío Fantástico y les había tomado cierto aprecio; en especial a Ron, era un buen tipo y le preocupaba que hubiese adoptado esa postura tan extraña.
Él no era de los que se quedaban en una esquina oscura, mirando todo al estilo Snape y soltando comentarios que no hacían más que cortar la amena conversación de los demás.
— Muy extraño en ella— completó Hermione, haciendo que el pelirrojo asintiera.
Tenía que reconocer que era cierto, había un algo en Ginny que definitivamente no cuadraba con la imagen que tenía de su querida pelirroja. Pero no quería que comenzaran el juicio, ya que todos estaban medio paranoicos con todo el asunto de los Mortífagos y la guerra, así que le tocaba (como siempre) hacer el papel del distractor.
— Se tiñó el cabello de negro para una campaña publicitaria, cosa que ninguna modelo hace, qué raro ¿no?— '¡Hola sarcasmo!'
— No es nada más eso, Sas— 'Ay no, Harry ya agarró su voz de auror'— es también su cuerpo, su cara, la forma en que se mueve, como viste. Casi no la reconozco—
— Bueno, bueno, para empezar es modelo y obviamente debe cuidar su forma de vestir siendo un ícono de la moda y todo eso, corrigió su postura al caminar ¿Y qué? ¿Acaso es un crimen?, ustedes no la vieron, pero cuando estábamos en séptimo comenzó a adelgazar como no tienen idea, supongo que se ha mantenido con ejercicio y dieta rigurosa; se los digo de nuevo: es modelo. No vamos a llamar a la Inquisición y acusarla de hereje nomás porque ahora no se le ven las pecas, está flaca y se puso altísima, no sé porqué la miran como si fuera un alienígena, después de todo en tu familia— Obvio que se dirigía a Ron— la mayoría son delgados y altos—
Ron sonrió — Me alegra estar en tu equipo, Sas—
— Y no has visto nada, tonto— lo empujó del hombro.
— No, si Sassie espanta a los Mortífagos con las regañadas que les pone— comentó Harry, haciendo reír a Ron y Hermione
— Ja, ja. Mira cómo me río, Potter— comentó sarcástica y en su mejor tono de Snape.
Pero ninguna de sus infantiles discusiones, toda una tradición por ese entonces, distrajo a Hermione del asunto, porque ella ya conocía las tácticas de la rubia.
Y si había algo escondido en todo eso, ella lo averiguaría.
Pero 'por siempre' no era tan sencillo de llevar a cuestas.
Su propia naturaleza lo había llevado a batallar demasiado con la muerte, y no que la muerte pudiera afectarlo de la misma manera que a los demás, sino que tenía problemas a la hora de otorgarla a aquellos de quienes debía alimentarse.
Era un vampiro joven, y por lo tanto necesitaba beber diariamente. Así con el tiempo fue ganando fuerza (como sucedía con todos los vampiros) y dejó de necesitar tan constantemente la sangre; además de que la abstinencia incrementaba considerablemente los poderes sobrenaturales que poseía. Y dejó de tener tantos problemas con la muerte.
Principalmente porque siempre había sido un luchador, no se dejaba de nada ni de nadie, por eso ni siquiera se permitía a él mismo convertirse en una de esas masas llenas de pena que tarde o temprano acababan por volverse locas e ir bajo la tierra; la peor cosa que le podía pasar a un vampiro, significaba la pérdida de conciencia, del mundo que los rodea, era la total abstracción hasta el punto de perder la fuerza necesaria para levantarse, convirtiéndose en una especie de círculo.
Y el tiempo había pasado, llevándose consigo las reticencias que tenía él a la hora de matar humanos. Había aprendido a tomar lo que quería, cuando lo quería y como lo quería; así sin más.
Ahora era uno de los más viejos y poderosos sobre la faz de la tierra, civilizaciones y religiones se habían alzado y sucumbido ante sus ojos, inevitablemente el curso de la humanidad había continuado, alejándolo del mundo al que una vez había pertenecido.
La soledad parecía sinónimo de ser vampiro, aún más para él que nunca había encontrado entretenida la compañía de los inmortales, incluso se había cansado de su querido Lelio después de un tiempo.
Las cofradías tenían demasiadas reglas y tradiciones que no le apetecía obedecer, siempre había hecho lo que quería y eso era parte de su naturaleza.
Era un cazador solitario, prefería ocupar su tiempo en investigar cosas y emprender aventuras. La selva del Amazonas, el Anapurna, el Desierto de Gobi, el Everest... estuvo en cada uno de los lugares con los cuales los hombres tan sólo soñaban.
Pero sin compañía, y solo había llegado a descubrir los más íntimos secretos de su especie, gran cosa. Mejor voltear los ojos hacia el mundo mortal, que comenzaba a tener sus grandes avances.
Era verdad que los mortales resultaban mucho más entretenidos, le gustaba observar cómo abandonaban ese fervor religioso para pasar en una, increíble, era de la razón; donde las únicas doctrinas eran las morales, filosofía basada en la condición humana.
Y es que por fin parecía que iban a entender, los humanos son un milagro, figurativamente hablando, son la unión de espiritual y material en un solo ser. Tan frágiles como una hoja de papel, pero capaces de soportar muchas cosas.
Dimitri había sufrido lo que sufren todos los vampiros: soledad. Pero se había prometido a si mismo nunca crear a otro para que le hiciese compañía, ser vampiro no valía tanta pérdida, para nada. Sin embargo, tampoco podía imaginarse, por ejemplo, en una envoltura tan débil como lo era un cuerpo humano, destinado a perecer en unos 70 u 80 años; para él era como un parpadeo tal cantidad de tiempo. No podía imaginarse incapaz de marchar a donde le apeteciese, no podía imaginarse lejos de la sangre, y sabía que si existía un infierno, se iba a pudrir en él por ello.
Y, a pesar de todo, había encontrado a Ginevra.
Presentía que, después de que pasara lo que debía suceder, ya no iba a tener que encarar las edades del mundo solo, no más.
Notas:
Eh, sin notas. Trabajé lo más rápido que pude y ahora contesto reviews:
Monyk: Si Ginny es uno de mis personajes favoritos, también, pero aciertas en que de pareja con Harry no me pone demasiado. Aunque el 'algo' con ellos ya se inmiscuyó en la historia, así que a ver qué pasa, en fin.
Francamente no me había parado a pensar en Dimitri como un Malfoy malévolo, no sé, no me pega... pero el hecho de que se convierta en mentor de Ginevra no significa nada en cuanto a que ella no pueda enamorarse de él (créeme que muchas veces existe la tendencia a la relación extraña, sobre todo cuando hablamos de fanfiction), bueno, a mi también me gustaría hacer sufrir a Harry X'D pero y tal, no sé, tengo q ver si decido bien mis planes con él :P
Gracias por el review, linda, nos leemos y voy a tomar en cuenta tu opinión
Ayumi Weasley: Gusto leerte de nuevo, pues los motivos de todo se irán sabiendo poco a poco, sobre lo del reencuentro pues aquí te enteras ;) y bueno, nos leemos luego.
Sara Fénix Black: Hey! Hola tú de nuevo XD (no me hagas caso, ando medio mal por la fiesta de anoche :P) Jeje, ¿Te gustó el cartel? (ya se, de seguro fue por lo de Black... wep, nomás me acuerdo de lo que le hizo Rowling y me quiere dar, maldita británica millonaria ¬¬) Bueno, lo del club no sé si podría hacerlo XD, no tengo mucho tiempo libre... pero veremos qué tanta es la demanda y partiremos de ahí ..
¿Tu Cole? Mmm, ¿Cuántas veces habré escuchado eso? ... y sí, las escenas son del estilo ESDLA, nos vemos!
Khya: -Meimi retrocede ante la risa- Cof, cof... Bueno, si te digo cómo se relaciona Ginny con todo el rollo de los quendy pues te estaría arruinando el final, cosa que no pienso hacer. Sobre Gothmog (y para esto conté con la cooperación de Natalie, la autora), literalmente:
"Gothmog era hijo de Sauron y Agarwaen (manchado de sangre en élfico). Había sido escogido como heredero puesto que era el más poderoso y el único que había logrado controlar el anillo de poder. Aún así, debido a que aún era muy joven, seguía las órdenes del Rey Brujo (Capitán de los jinetes negros) y quedaba en segundo al mando de los Nazgul. Era de cabellos claros y ojos verdes (esto yo lo modifiqué), pero fríos. Recordaba más a un elfo que a un Balrog. A pesar de ser muy hábil con la espada y con la magia, no solía participar en las batallas propiamente dichas.
La función de Gothmog era más bien de estratega. Solía planear los ataques. Había sido criado para eso, sin ningún tipo de diversión. Sus actos eran precisos y correctos, sin errores, y su mirada era el terror de sus soldados y sus enemigos. Sin embargo nunca actuaba bajo cólera o con ira. Siempre estaba calmado, lo cual lo hacía parecer más horrible."
¿Suficiente? X'D (psst, el de los ojos cafés era el Xiao Lang [No pienses en la Lana, por favor]) Y no me influencio mucho que digamos, aixh, es que nadie entiende mi punto con ese cuento, hmmpphh, tendré q buscar otra forma de contarlo...
¿Tú también quieres el club? XD ustedes me van a obligar a hacerlo :P (la sacrificada me dicen) mmm, respecto a lo de tu amigo, me parece q el otro día vi un experimento fallido suyo... (larga historia, luego te cuento) jue horrible X.X
Pérate, pérate q Harry no es sexy, ni despreocupado, ni como Clark (ewwck) O.o ya no le puede hacer uno el favor al mocoso de darle un poco de crédito y pensamientos comunes sin que le saboteen al Tom Welling XP
Adiós ..
P.D. No entendí lo del muso XD
Ludix (total, no me hallo con tu nombre XD): Ya decía yo q de algo iba a servir el beso en la enfermería :P Bueno, pues aquí están las respuestas a tus profundos cuestionamientos (la fiesta de anoche, todo es culpa de la fiesta XD) y, pues, nos leemos.
P.D. Me alegra q sigas con tu inocencia XD
Shumara: Aix, chica, ¿Por qué habría de enfadarme? Con el simple hecho de q me leas me doy por bien servida (aunque claro q los reviews me fascinan también ).
Y, ahora q me has preguntado sobre vampiros, vas a tener q aguantarme la diatriba sobre el tema (me fascinan, aunq claro, ¿a quién no le gustarían después de ver 'entrevista con el vampiro'? [Brad Pitt, Tom Cruise, Antonio Banderas y Kirsten Dunst en los protagónicos])
Me temo que sí mató a Sherryl (es lo q suele suceder cuando le chupan la sangre a alguien XD), y para convertirla en vampiro hubiese sido necesario q le diera a beber de su sangre después de que ella estuviera al borde de la muerte (si te interesa el asunto, me dices para divagar en serio :P). Entonces, dependiendo de la edad del vampiro es la necesidad q tiene de beber, a más viejo, menos necesita la sangre, pero a esto hay q sumarle el hecho de que les encanta. Así, si el vampiro es tan viejo como Dimitri, realmente no tiene necesidad de alimentarse diariamente (ni semanal, mensual incluso hasta anualmente), pero la sangre contrarresta el aspecto sobrenatural en ellos, y si quieren pasar por mortales, pues deben beber más seguido para poder recobrar algo del color humano. ¿Alguna duda?
Nos vemos!
