Ginny va a encontrar la verdad tras su obsesión con los ojos verdes…

P. G. – 1. 3.

"Harry y todo lo relacionado le pertenece a Super-Rowling, qué lastima ¿No?"


Red de Memorias

Nueve: La distracción (O lo que pasa cuando uno decide hacerle favores a los amigos…)


I'm lost in the shadows of my own…

Estoy perdido en mis propias sombras…

"Away from me—Evanescence"


Harry estaba serio, mortalmente serio. Ron y Hermione discutían acaloradamente en una esquina, mientras Molly Weasley (con las manos sumamente temblorosas) trataba de hacer té. Saskia estaba aplastada en la silla, frente a la mesa, haciendo las conexiones que nunca se había atrevido; todo resultaba tan obvio si se analizaba a detalle…

Pero en la cocina de La Antigua Casa Black había otros ocupantes; Tonks charlaba con Remus como si nada estuviese pasando, mientras éste la escuchaba amablemente y esbozando una de sus afables sonrisas cada cuando. Bill Weasley estaba sentado a la mesa, casi tan serio como Harry.

Pero nadie reparaba en el estado nervioso de la matriarca Weasley, hasta que Harry pegó un salto y le quitó la tetera de las manos, por temor a que se la fuese a volcar encima.

El pelinegro se ocupó de servir el agitado té, mientras Hermione empujaba a Molly para que tomara asiento. La pelea había quedado relegada a segundo plano, por ahora.

El móvil de Saskia comenzó a pegar sendos alaridos, también conocidos como timbre, que sobresaltaron a todos. La rubia suspiró y leyó el mensaje que su cariñoso primo le acababa de dejar.

¡¿Dónde demonios te metiste?! Te necesitamos pero YA, juro que si no apareces te voy a cortar la cabeza, a lo bestia. Seth.

— Bueno—murmuró Saskia— al menos sabe tratar a las mujeres—

— ¿Sas?

— Oh—se sonrosó al verse observada por todos— Seth está histérico porque no he llegado a su casa, habíamos quedado de reunirnos ahí para irnos… vaya, lo había olvidado…

— ¿Qué cosa?

— Que ahora es el concierto. Es la primera vez que tocamos fuera de California, por eso habíamos estado ensayando tanto hasta anoche, pero tuvimos una pelea y yo…—Aquí dirigió una mirada discreta a Harry, quien se hacía el desentendido— me fui, algo enojada. Supongo que cree que pienso plantarlo, como una Donna cualquiera… en fin. Me gustaría que dejáramos de imaginar lo peor de ella, pero parece que es mucho pedir ¿Ah? Es algo curioso, me atrevería a decir, Amy lo llama "El síndrome de la ausencia prolongada". Muy común en personas que por trabajo, u otros motivos, viajan en exceso y por lo tanto se mantienen separados de sus familias… es algo peculiar, el ausente regresa y la familia se encuentra con que no lo conoce, es decir, que ha cambiado mucho; cuando todos sabemos que, a pesar de la apariencia o la superficie, la esencia misma de las personas siempre permanecerá ahí, íntegra, incluso antes de que el propio individuo sea consciente de ella. Pero, que sepan, yo no estoy para sermonearlos ni ustedes para escucharme… su hija no es una traidora, señora Weasley— Saskia se paró ante el asombro de la mayoría, pues no la creían capaz de tal discurso.

La rubia enfiló sus pesadas botas negras hacia la salida, tenía la ligera impresión de que no iba a tener tiempo ni para cambiarse, por lo que agradeció mentalmente el apropiado conjunto que había escondido bajo la gabardina rosa.

Para completar la escena (fuera de precedente), a la cocina arribó un muy agitado Severus Snape, que apuntó a Harry y a Saskia con sus dedos pálidos.

— Ustedes dos vengan acá, tienen que saber algo

Saskia miró a Harry y Harry miró a Saskia… era obvio que ninguno comprendía lo que estaba sucediendo. Ambos, en una extraña (pero no por ello menos perfecta) sincronía, se encogieron de hombros y siguieron al emulador de vampiro hacia una esquina.

— Tú—se dirigió a Saskia, por desconocidas y misteriosas razones— ¿Sabes de ese hotel que inaugura hoy? El… Paradiso Perduto o algo así… donde van a hacer el concierto

— No es un concierto—gruñó Saskia, muy a su pesar un poco indignada por el tono despectivo con el que hablaba su antiguo mentor— Es una guerra de bandas—al notar que no se explicaba, comenzó— Una guerra de bandas es una com…—Snape la cortó con un gesto de la mano.

— No importa. Lo que importa es que van para allá…

Harry frunció el ceño— Sólo Saskia, ella toca en una de las bandas que compiten; vamos a apoyarla, pero nosotros llegamos más tarde

Snape, ahora totalmente convencido de que la estupidez era un requisito para formar parte de la casa de los Leones, contuvo el impulso de darle un zape a su antiguo alumno.

— No ustedes, Potter…—En ese momento cayó en cuenta de algo, que bien podría haber sido la causa de que fuera aquel lugar en particular… por que si ellos sabían que Potter y comitiva iban a estar ahí, sería una muy buena oportunidad. Pero si sabían, entonces, tenían que poseer algún contacto que les informara de esos detallitos, algún elemento que conociese bien las costumbres del ala "joven" del Fénix.

— ¿Profesor?—tanteó Saskia, al ver que el hombre se había enfrascado en sus pensamientos.

— No se qué planes tengan, pero todos (o casi todos) los que pudieron haber sido sus condiscípulos se dirigen a ese concierto—La mirada de Saskia le hizo rectificar— Guerra de Bandas—Y sin más, se fue.

— ¿Qué fue lo que dijo, Sas?

— Que va a haber Morti-Party en la noche, vete preparando

Saskia suspiró e imitó al profesor de Pociones, tratando de pensar en algo concreto pues su mente estaba hecha una maraña de sinsentidos.


—Vamos, cálmate

— ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Sas debía haber llegado aquí hace siglos!

— NO ME HABLES ASÍ—puntualizó— Hermanito mío, a menos de que quieras que te arranque la cabeza de una mordida

— Amy

— ¿Si?

— Regresa al mundo real, tenemos una gran oportunidad frente a nosotros y si Saskia Shizuko Mihara Gaarder no se aparece, vamos a perderla

— Relájate—Amy pasó los brazos alrededor del cuello de su hermano, recostándolo contra su pecho— Saskia vendrá… lo más probable es que esté haciendo algo para la Orden, deberías ser más comprensivo, están en guerra

— Eso es un soberana tontería—suspiró— Sufren porque quieren… y Saskia no hace más que perder su tiempo, aún no entiendo cómo fue posible que dejara ese puesto en el Gobierno para acabar aquí

Amy se rió suavemente— Vamos, Seth, es obvio—ambos, e idénticos, ojos azules se encontraron: unos confusos y otros divertidos— ¿Quién hubiera querido quedarse metida en unas oficinitas de 3x4 (metros), con todo el mundo viéndote como si fueras alguna especie de adorador de Mulder y Scully sólo porque tu puerta reza "Unidad especial: Detectives Paranormales"? Es obvio que al menos aquí sí la toman en serio

— Es una tapadera, Amy, la fama de la Unidad Especial se la crean ellos para no tener que estar lidiando con los muggles… es mucho mejor que desmemorizarlos a cada rato, como dicta la tradición británica

— Eres un nacionalista perdido, Sethie

— Oh, cállate

— Yo también te quiero—contestó su gemela, recargando la cabeza contra la suya y depositando un beso en los rubios cabellos.

Tan Gaarder los dos.

"Esto es demasiado cruel" pensó Seth.

Como siempre que le pasaban esas cosas, soltó un suspiro de resignación y dejó que su hermana hiciese y deshiciese con él, era su debilidad. Porque Amy Gaarder siempre había tenido un no-se-qué que qué-se-yo que lograba hacer papalotes de él.

Cerró los ojos dispuesto a relajare con una pequeña siesta, pero recordándose mentalmente que Annika, su cantante, llegaba en el vuelo de las 8 y tenía que recogerla.


Aquel se había convertido en su mundo. Luces, maquillaje, el fru-fru de las telas contra los esbeltísimos cuerpos que tantas deseaban tener y que otras solían criticar.

Modelos.

Ginny se encontraba trepada en un tocador, desde donde una asistente le daba los últimos retoques a su vestuario. La idea de la "caracterización" (como ella le había llamado, en un intento de salvar su pellejo) había fascinado a Catherine, quien, por sobre todo el mal humor, era buenísima en su trabajo.

Tanto era su alivio que hasta ganas le daban de besar a Dimitri.

— Lo que yo quisiera saber—Deborah le miraba detrás de un biombo, al tiempo en que se cambiaba de traje— es cómo le hicieron para ponerte esas… cosas

— Y quién te las puso—añadió Kara, enfundando las estilizadas piernas en unos pantalones de chándal gris.

— Huh… bueno, tengo una amiga que es… ya saben, algo, esto, aficionada a ese tipo de cosas—sonrió, tratando de hacer que su vacilación sonara como preocupación por la forma en que se expresaba de su "amiga"— ya se imaginarán, del tipo de gente que va disfrazada a las convenciones sobre historietas y esas cosas… pues por eso tiene algo de práctica. Y me parece que es un gel o algo así, la verdad no me dejó ver mientras me lo ponía

Mientes. Con todos los dientes.

— Vaya, pues lucen como si fueran todas tuyas

Kara sonrió. Al igual que Deb.

— ¿Y te digo algo? No se cómo te lo vayas a tomar, pero, no te lucen mal. O sea, no sabría explicarme bien… pero es como si te quedaran, como si fuera de ti tenerlas— Deb sonreía incómoda— oh, olvídame, creo que mi subconsciente adorador de Tolkien está luchando por regresar

Ginny sonrió nerviosamente— ¿Me estás diciendo que parezco elfo? No, espera, ¿Qué luzco mejor como elfa?

— Eh… sí— Deb salió corriendo.

Kara soltó una carcajada de esas tan flojas que la caracterizaban, mientras Ginny se encorvaba desanimada.

— ¿Ocurre algo?—Kara la miraba raro.

— Bueno, es deprimente que ella también piense eso—contestó sin pensarlo mucho.

— Vaya, chica, ¿Quién más te dijo que te veías mejor como ser sobrenatural?

— Dimitri

— Mmm… ¿El chico de tu habitación?

Ginny le dedicó una sonrisa ausente. Dimitri era el chico de su habitación, qué risa.

— Hola por aquí

La rubia cabeza de Imogen Gaarder se abría paso, altiva, en el vestidor de sus modelos.

— Oh, gusto de verla, señora Gaarder—saludó Kara— pero ya me toca, bye

Y sin más, salió del lugar.

— Vaya, ¿Soy yo o es que en verdad se tenía que ir?

— Creo que se tenía que ir—Ginny sonrió.

— Menos mal. Dime Ginny, ¿Cómo te quedó mi bebé?

Ginny se rió, tras despedir a la asistente. Y se puso de pie, para que Imogen contemplara a su "bebé" completamente pegado al cuerpo de la Weasley menor.

El bebé de Imogen era blanco, un traje blanco. De cuello levantado, abierto y en pico, mangas con el mismo corte entre futurista y de hada de cuento; le llegaba hasta medio muslo, donde la falda se iba degradando hasta quedar en una simple red traslúcida a la altura de sus tobillos. Medias blancas y botines tacón de aguja, con unas extrañas y complicadísimas cuerdas (que Dimitri, haciendo gala de sus dotes vampíricas, le tuvo que abrochar), del mismo color. Los guantes con el mismo corte y accesorios a juego.

Agrégale las orejas picudas y Ginny se sentía como una versión porno del hada de los dientes.

O como una princesa élfica, según Dimitri.

— Dulce Merlín, Ginny, te quedó de maravilla

Ginny estaba a punto de hablar cuando su móvil comenzó a pitar, histérico. Imogen se sobresaltó con el sonido y le miró incrédula cuando la ex pelirroja se levantó la falda y se sacó el diminuto aparatejo del liguero de las medias.

— ¿Diga?

Hola, Gin—El rubio se encontraba en un amplio pasillo, decorado elegantemente, pero lucía bastante desesperado. Y Ginny captó la urgencia en su voz.

— ¿Ocurre algo?—Imogen la miraba con cortés curiosidad.

Pues sí, cielos, ¿Estás ocupada?—

— Esto… sí. Estoy trabajando—Contestó, viendo de reojo a Imogen (cuyo interés iba en aumento).

Seth maldijo— ¿Justo ahora? ¿En serio?—volvió a maldecir.

— Qué humor, pues verás que justo ahora tu tía está parada junto a mí y si oyera cómo hablas te mandaba a lavarte la boca con jabón, Sía querido—

— ¡Hey!—protestó Imagen— Pásame a mi sobrino

—Ya decía yo—sonrió Ginny— saluda a tu tiíta—y sin esperar respuesta, le tendió el teléfono a Imogen.

— ¿Seth?

¡Tía Im!

Ginny observó extrañada como Imagen se cubría la boca y comenzaba a hablar en voz baja, con tono de conspiradora, excesivamente rápido y con ese acento americano que sabían le dificultaba entender lo que decían.

Obviamente no querían que se enterara de la conversación. Tras algunos minutos, Imogen le devolvió el teléfono.

— Gracias por el voto de confianza—le gruñó a Seth.

No digas eso Gin… ni te imaginas lo que me pasó—suspiró, preocupado

— ¿Qué tienes?—Ginny captaba toda la gama de emociones que cubrían a Seth.

Annika tuvo un accidente… bueno, no un accidente precisamente. Sasha está en el hospital…

— ¿Sasha?

Su hijo

— ¿Annika?

La cantante de mi grupo

— Ah—Ginny ya captaba la razón del casi-colapso nervioso que le daba a Seth— ¿Y están bien?

Oh sí. No es de cuidado. Pero Annika no pudo tomar el avión y ahora no tengo cantante… He hablado con la tía Im y está de acuerdo conmigo en que sólo una persona puede hacer el favor de reemplazar a Annika…

— Vaya, no sabía que Imogen cantara

No, Ginny, no quiero que ella lo haga. Quiero que tú tomes el lugar de Annika.

— ¿¡QUE QUÉ!? NOO… estás loco si crees que voy a pararme frente a decenas de personas…

Vamos, Ginny, no me vengas con el cuento del pánico escénico. Eres una modelo, no puedes tenerle miedo al escenario…

— Pero no soy cantante…

Yo sé que puedes hacerlo

— ¿Y por qué no mejor lo hace Amy? Ella tiene una voz preciosa… O Saskia, tampoco desafina…

¿Y perder a mi mano derecha o a la batería? Gin, ¿Quieres ser la culpable de que nuestra primera presentación en Europa fracase?… Sabes lo importante que es esta fecha para el futuro de la banda y francamente no creí que fueras del tipo que aleja la mano cuando los amigos la necesitan…

— ¡Ya! De acuerdo, eres un maldito chantajista, pero lo haré—gimió

¡Excelente! Sabía que no me defraudarías

— Sí, claro… pero no se me las canciones

No te preocupes, eso ya lo tengo cubierto…—Seth colgó.

Y Ginny deseó que alguna de las estructuras metálicas del escenario le cayera encima y acabase con su tortura.


Ciertamente, los mortales hacían cosas que encontraba sumamente aburridas. Mostrar una infinidad de trajes extravagantes en cuerpos de mujeres aún más extravagantes era una de ellas.

Quizá tuviese que ver con el hecho de que era inmortal; y para él toda clase de accesorios le eran por completo inútiles… que los pocos remanentes de sus años vivos le hicieran sentirse atraído hacia un cierto tipo de piezas no tenía nada que ver.

Desvió la atención de la simpática castaña que se contoneaba en el escenario para posarla en la chica que lo miraba, no muy disimuladamente, desde una de las primeras filas. Debía ser de la prensa, por la zona en la que estaba; y sí. Un rápido vistazo, con aquellos ojos sobrenaturales suyos, a la credencial que colgaba del abultado pecho no hizo sino confirmárselo.

Daphne Dellepiane.

No le gustaba la resonancia del nombre, pero aún así le dedicó una breve sonrisa (que la puso como tomate) y se dedicó a divertirse con la vista tras de sus lentes oscuros, de color verde metalizado para ser más precisos.

No podía dejar que en un lugar repleto de luces y mortales alguien llegase a notar cualquier cosa extraña en él. Y era por eso que también llevaba guantes (de un verde oscuro que rayaba en la negrura) a pesar de que arruinaban por completo el aspecto de dandy que tanto le gustaba llevar, confiriéndole en cambio un aire de rockero elegante, pero se sentía bastante cómodo con los pantalones de cuero ligeramente ajustados (de un verde oscuro que comenzaba a gustarle realmente) y camisa con motivos chinos e hilos plateados a juego; sin faltar su larga gabardina negra, por supuesto.

Dimitri reconoció a la otra amiga de Ginny en el escenario. Una chica negra muy sexy, pero no de su tipo. Según lo que le había dicho Ginny, la participación de la "pelirroja" sería el cierre de la pasarela… y seguía después de esa tal Kara.

Pero en lugar de su heroína de cuento, apareció una rubia estándar (y no tenía ningún prejuicio contra las rubias, sólo que esa era el típico prototipo de la modelo) que enseñaba un traje bastante raro; con montones de pieles que semejaban un animal muerto sobre ella (o eso fue lo que le pareció a él). Así que prefirió dedicar su mente a otras cuestiones… como los pergaminos que se encontraban en el bolsillo de su gabardina.

El diario de un tal Aerandil, que había sido el acompañante de Isil; la princesa de los elfos.

Curiosas las cosas que uno llegaba a encontrar en los archivos de los museos.


— ¡Saskia!

Amy le dio un abrazo tan fuerte que creyó la iba a dejar sin aire.

— ¡Seth! Saskia está aquí—gritó la chica.

— Vaya, al menos recordaste que tenías un compromiso…—gruñó el rubio.

— Oh, vamos, Seth… ya estoy aquí y no empieces porque me largo

Seth Gaarder asintió con la cabeza, sin dejar de mandarle miradas molestas a su prima.

— Pudiste haber avisado que ibas a venirte directo para acá, en lugar de habernos tenido esperándote como idiotas en mi casa

Saskia no pudo evitar una sonrisa— Cada quien espera como quiere, Sethie… Y si no avisé fue porque no lo tenía planeado, ya sabes, cosas de la Orden.

— Sí—gruñó el rubio—la Orden

— Cosas que pudiste haber evitado de no evadirme sobre lo que te comentaba el otro día, pero no "Eso no tiene nada que ver con tu Guerra, Sas" "No puedo decírtelo y deja ya esa manía de reportera"—imitó la voz de su primo— Pues bien, necesitamos averiguar de quién se trataba y yo tuve que exponer mis conclusiones sobre las similitudes entre tu técnica y la suya… pero Gin salió a defenderte, ni te imaginas con lo que se puso a argumentar…

De repente el pasillo del elegante hotel se quedó en silencio. Amy miraba de Saskia a Seth y de Seth a Saskia sin entender exactamente qué sucedía; sólo captaba la expresión de suma molestia en Saskia y la de incredulidad en Seth.

— ¿Lo dijo?—la pregunta fue poco más que un movimiento de labios, pero Saskia la entendió.

— ¿Qué cosa, Seth? Sigues ocultándome la información, como siempre

— Deberías dejar de ser paranoica, yo no voy revelando los secretos de mis amigos por ahí… y si vas a contarme, dilo todo por favor

— Uy, ya cásate a ver si se te calma el carácter— a pesar del patente enojo en su voz, Saskia era incapaz de romper ese círculo de te-lastimo-me-lastimas-pero-nos-seguimos-llevando— Ginny fue y dijo que Malfoy, el hijo, era nuestro sujeto "S"

— ¿Sujeto "S"?

— El Supermortífago—Amy soltó una risita y su prima se dirigió a ella— Bueno, es que nadie le pone nombre por lo que me toca a mí darle los apodos

— Sí, no me sorprende. ¿Y bajo qué pruebas dijo Ginny que era Draco? Porque conociéndote, no creo que la hayas dejado decirlo como mandamiento y nada más… ¿Qué hacía Ginny en una reunión de la Orden?

— Ah, no lo sé. Me la encontré en la entrada… huh, creo que dijo algo sobre hablar con Harry—se encogió de hombros— pero al final no hablaron ni nada… porque todos veían a Ginny como si no la conocieran, nada más porque dijo que había conocido a tu "Draco"—refirió en burla a como el rubio lo había llamado— y que así luchaba, que nadie le había prestado atención como para darse cuenta de la amenaza que podía llegar a ser y que cuando ella se había dado cuenta lo dejó

— ¿Lo dejó? ¿Así como en "Mi novia me dejó"?

— Eso dio a entender, aunque no dijo nada concreto… Molly Weasley le miraba como si no fuera su hija, fue horrible.

Seth se guardó los comentarios, como siempre. Y a Saskia, como siempre, le dio la impresión de que sabía algo más que no quería decirle.

— Yo los ví—murmuró Amy— una vez, cuando fuimos a cubrir los interinatos en Hogwarts, ¿Te acuerdas, Sía?. Algo después de San Valentín, si mal no recuerdo, estaban en un pasillo echándose miradas intensas… creí que eran las hormonas y los dejé estar; no hicieron nada. Ni siquiera se besaron, aunque parece que si tuvieron algo que ver por lo que dices tú, Saskia

— Tuvieran o no—Seth intervino— no tenemos nada que hacer al respecto, y ni siquiera nos atañe. Así que háganme el favor de evitar los chismes y concentrarse en lo de hoy…

— Señor, sí señor—Saskia hizo un saludo a lo militar, para gracia de Amy— ¿Y dónde esta Annie?

— Annika está en el Chicago Hope…

— ¿Qué le pasó?

— A ella, nada. Pero Sasha está internado, nada grave, sólo tendrá que quedarse y nos dejará sin cantante.

— ¿Y tú estás tan tranquilo? ¿Qué hiciste?

— Conseguí un excelente reemplazo—Seth sonrió extrañamente— Por cierto chicas, ¿No les molestará tocar esas canciones viejas que componíamos antes? Quizás podríamos sacar algunas de ese viejo cuadernillo rosa que tenías, ¿Recuerdas, Saskia?…

Saskia frunció el ceño. Sabía a qué "cuadernillo rosa" en particular se refería y no le agradaba mucho el asunto.

— Ya se cuál

— Me parece que lo llevaste por algún tiempo, o algo así

— Sí, sí, lo tuve por mucho tiempo…—evitó la mirada de Seth— aunque no veo a caso de qué viene ahorita

— Pues que he pensado en utilizar nuestros talentos reprimidos—el rubio sonrió— y mostrar que no nada más estamos para enseñar rostros y cuerpos bonitos

Tras esas palabras, se alejó de ellas casi a saltos, como si fuera un niño pequeño.

— Amy, ¿Qué rayos está sucediendo aquí?

Su prima sonrió y le pasó un brazo por los hombros.

— Sethie está feliz, hace tiempo que no lo veía así

Si la gemela había creído que eso contestaba a su pregunta, estaba muy equivocada. Y, para colmo, con las prisas había olvidado decirle lo que Snape les había advertido.


Estaba mal. No podía hacerlo. Tenía que llamarle y negarse, nunca debió haber aceptado en primer lugar.

Era imposible que lo lograra, para cantar frente a una razonable cantidad de personas (y en los periódicos había leído que sería una MUY razonable cantidad la que estaría presente) se necesitaba mucho ensayo previo. Se necesitaba estar en sintonía con los demás miembros de la banda.

Es más, se necesitaba saber la letra de las canciones.

Y ella ni una ni otra (ni otra, ni otra, ni otra…) cosa.

"¿Nerviosa?" La voz se escuchó como si le hubiesen hablado al oído, como si Dimitri le hubiese hablado al oído, pero era Violet quien pasaba a su lado. Y definitivamente no le había dirigido la palabra.

Lo cual le recordaba que ya debía pasar al escenario… y así lo hizo. Muchísimo más temblorosa que de costumbre (no que acostumbrara casi tropezar con sus propios pies por el temblor de sus rodillas, cielos, si hasta le recordaba sus años de Harritis)

"Parece que hubieras visto un fantasma" De nuevo la voz… lo único que le faltaba era que ahora estuviese desarrollando esquizofrenia.

Pero entonces lo vio. Parado entre la gente, notablemente cubierto y disfrazado (en cuanto pudiera, se iba a conseguir unos lentes de ese color, estaban preciosos), estaba Dimitri… sonriéndole maliciosamente.

'Ahora no sólo te dedicas a leer mentes, sino a interrumpir su tranquilidad'

"Venga, que tranquila tu mente no es. Y sólo quería decirte que pareces un french poodle asustado"

'Gracias, eres la luz de mi existencia'

"Tampoco hay necesidad de sacar el lado demoníaco. A ver, ¿Qué te pasó?"

'No mucho, me dijeron que debería quedarme con estas malditas orejas, me chantajearon para que vaya y haga el ridículo frente a un montón de gente… lo de siempre, ya sabes'

"Vaya, contigo eso de 'lo de siempre' toma nuevos matices"

'Ayuda o no estorbes, Dimitri, escoge'

"Ya, mi lady"

Cuando Ginny se parapetó tras las cortinas, después de haber recorrido el escenario y haber soportado los cientos de flashes y exclamaciones sobre ella, Dimitri estaba parado ahí. Mejor ni pensar en cómo había llegado primero.

— Ayudo, mi lady

— No me llames así—gimió, mucho más patéticamente de lo que estaba dispuesta a admitir.

Por respuesta, el vampiro la rodeó con sus brazos. Ginny suspiró, le parecía imposible que una cosa oscura pudiese ser tan hermosa. Pero así era. Y el que oliera a colonia y bosque no hacía sino aumentar la sensación.

El ojiverde bajó la cabeza y depositó un beso sobre el ilusorio peinado que le habían hecho, de seguro estaba leyendo sus pensamientos de nuevo.

Y se sorprendió al notar que ya no le molestaba.

En cambio, enredó la mano derecha en su cabello. Cómo le habría gustado a ella haber tenido un cabello así: perfectamente rizado, castaño rojizo, del color del otoño. Y no aquella melena color sangre que tanto la había marcado…

— No era sólo eso, Ginevra, ¿Cómo dicen por ahí? Ah sí… el destino. Eso era

Levantó la cabeza para observar como los bucles, de nuevo cortados, le enmarcaban el rostro; los más largos suplantando al flequillo.

— Sí… a ti te da ese pelo y ese cuerpo mientras que a mi me convierte en un maldito duende… ¿A quién tengo que demandar?

Un sonoro carraspeo los interrumpió. Imogen le hacía señas raras a Ginny.

— ¿Disculpa?

— Ya es hora—señaló la rubia.

— Ah, pero ¿Y el resto? ¿La presentación después de la pasarela? ¿Y la recepción?

— Yo me encargo de eso, tú derechita al hotel. Lo bueno es que está cerquita, ni siquiera vas a tener que pedir un taxi, así caminando te vas bien

Ginny la miró como si acabara de decirle que tendría que salir a cenar con un basilisco.

— Oh… ok

— Bien guapa, nos vemos, suerte— y le dirigió una última mirada de curiosidad (y por qué no, aprobación) a Dimitri, pero no dijo nada antes de irse.

Ginny estaba como congelada, al final dijo lo que Dimitri menos se esperaba.

— No quiero salir a la calle con esto encima para que todos me vean

El vampiro ladeó la cabeza y sonrió tratando de darle ánimo.

— No te preocupes, Ginevra, yo me encargo de eso


— Tu brillante plan es algo estúpido, Malfoy—gruñó la rubia, oculta bajo los kilos de maquillaje y la ropa muggle que tanto le desagradaba.

— Mis planes nunca son estúpidos, Michelle, mucho menos los brillantes

En eso un grupo de muggles, adolescentes casi todos, pasaron por un lado de la pareja. Michelle pegó un bote cuando su hombro rozó el de una chica, se parapetó tras su acompañante y empezó a lamentar su suerte.

Draco se rió — Vamos, Michelle, no te pongas melindrosa. Son muggles, son feos, son asquerosos… pero son de lo más útiles para estos casos—El rubio se puso los lentes oscuros (negros, con una pequeña orilla plateada) y se acomodó la chamarra de piel (que más parecía de zippers que de piel).

Su chica (porque era suya en la mayoría de los aspectos) le miró con cierta desconfianza, pero, por orgullo y dignidad más que nada, se recobró. Salió de su improvisado escondite, sacudió una imaginaria basura de su diminuta blusa de cuero, acomodó la larguísima (pero desgarrada hasta la parte superior de los muslos) falda negra y ajustó las cintas de las toscas botas, todo en un precioso negro mate; al igual que su maquillaje.

— Exactamente, ¿Qué se supone que estamos haciendo?

— Infiltrándonos, cielo, todo un mundo de posibilidades se abren cuando estás dentro. Y vamos a llegar hasta el mismo centro del asunto

Michelle arqueó una de sus aristocráticas (y rubias) cejas.

— Gracias por la confianza, cielo, sabes lo mucho que adoro a los muggles, sobre todo cuando se juntan y hacen "música"

El joven le pasó un brazo por la cintura y la atrajo hasta él con una sonrisa maquiavélica. Eran el cuadro perfecto.

— De nada, ahora vamos a asustar los niños—le plantó un sonoro beso en la pintarrajeada mejilla.


Ginny clavaba las uñas en el cuerpo del ojiverde con tanta fuerza que a cualquiera le hubiese resultado doloroso, pero no a Dimitri, por supuesto.

Y es que al vampiro se le había ocurrido llevarla cargando, mientras brincaba de techo en techo hasta llegar al tejado del bendito hotel.

— ¿Ya? ¿Llegamos? ¡Por fin!—la chica pegó un salto para bajarse del trigueño y regresar de nuevo a la seguridad del concreto.

Bajaron las escaleras de servicio, con Dimitri bromeando sobre si le tenía miedo a las alturas o era nada mas que quería estar cerca de él (lo que le valió varios golpes y dos que tres empujones por parte de la ofendida fémina). De tal suerte que cuando llegaron al salón de "eventos" ya todo el teatro había empezado.

Luces de los colores más estrambóticos, chicos y chicas en decadentes atuendos contoneándose en la pista, mientras que en el escenario un grupillo de 5 o 6 chicas demostraban que podían emitir sonidos mientras bailaban.

Ah sí, es que "La Guerra de Bandas" rezaba el acercamiento y convivencia entre los mejores exponentes de todos los géneros.

De cualquier forma, Ginny se alegró de que ya hubiesen empezado porque así nadie le prestaba atención. Se despidió brevemente de Dimitri (quien le pegó un jalón en el brazo para hacerla regresar y plantarle un intoxicante beso en la boca al último minuto) y trastabilló hasta llegar tras bambalinas.

Se internó en todo un universo paralelo, donde montones de chicos y chicas se acomodaban para salir al escenario. Instrumentos por aquí, instrumentos por allá… dos chicas se maquillaban la una a la otra (a falta de espejos), otra le ponía rímel a un chico de increíbles pestañas y rostro árabe.

— ¡Ay! ¡Ay! ¡Es Ginny!

No. No era Ginny. Pero nadie le había informado de eso a Amy, así que se giró para encarar a la rubia que la miraba por demás complacida.

Amy Gaarder vestía una falda asimétrica (a media pantorrilla por la derecha y a medio muslo por la izquierda) de un rojo oscurísimo que sin la luz se veía negro, con una blusa sin mangas y de cuello tortuga, además de unas toscas botas, en el mismo color; que sin duda habría elegido junto con las mechas rojas que adornaban la, por primera vez en mucho tiempo, rubia cabellera tan característica en la familia.

— Hola Amy

La chica le miró con los ojos desorbitados. De arriba a abajo, deteniéndose en las cuerdas de los botines y en las orejas puntiagudas.

— Esto, no tuve tiempo de cambiarme—comentó la ahora pelinegra.

Amy lanzó un silbido— Créeme, no hacía falta. Ven para que te vean los demás—

Ginny gimió interiormente mientras Saskia y Seth demostraban idénticas reacciones de asombro, combinándolas con algunas fases de incredulidad y un que otro toque de burla.

Saskia luchaba con el zipper de una bolsa lateral en el holgado pantalón azul-casi-negro que, a juego con las mechas azules en su corto y rubio cabello, llevaba acompañado de un pequeño top de gimnasia en el mismo color.

Seth lucía cuan imponente era enfundado en unos pantalones negros (mate, para variar) y una camisa elegantísima (de no ser por el dibujo de dragón dorado que tenía en el pecho) del mismo tono. Ginny pareció captar cierto acuerdo entre ellos: el rojo casi negro, azul casi negro y negro casi… negro.

Y ahí iba ella a desentonar con su conjunto blanco-plateado.

— Es lindo—comentó Seth con una sonrisa pronunciada— ahora tenemos nuestro propio cuento de hadas


— ¿Y estos son los lugares que frecuenta Saskia?—Hermione miraba a todas partes, con cierto aire de terror— pensé que se había calmado cuando salimos de la escuela

— Estén atentos—indicó Harry— Ya saben, por cualquier cosa rara o sospechosa que pudiese suceder

— A mí me sigue pareciendo demasiado inverosímil que exista un complot para sabotear este "selecto" evento—murmuró Hermione.

— Ya, sólo hay que prestar oídos— Tonks, con su cabello verde fosforescente, parecía de lo más encantada en el aquelarre.

— Seguro—murmuró Ron, analizando el lugar como quien descubre un nuevo mundo.


— Puaj… esto es demasiado, Malfoy… si no creyera que es imposible, diría que estás encantado de encontrarte en el medio de todos estos… muggles—Michelle tenía un gesto de asco completamente pegado en la cara.

— Es trabajo, Michelle… a diferencia de ti, algunos sí hacemos nuestro trabajo ¿Cómo dicen? Ah si… a fondo—contestó Draco con la mayor indiferencia.

— A fondo… a fondo—se burló Michelle, pero un par de chicas la empujaron al pasar por su costado izquierdo (haciéndola respingar)— aquí apesta—gimió.

Draco la miró con una ceja arqueada, pero no dijo nada. Eran todo un cuadro, ellos dos tan elegantes y sofisticados, en su disfraz de muggles comunes y corrientes.

Se separaron, dirigiéndose cada uno al encuentro de los demás elementos que se camuflajeaban entre el extraño público. Draco tomó su lugar como líder del grupo A y Michelle hizo lo propio con el grupo B; uno de cada extremo en el recinto, la suya era una estrategia muy bien planeada.

— Por lo pronto sólo manténganse alerta—indicó el rubio con la frialdad que tanto le caracterizaba, al notar la presencia de los 'chicos buenos' en el lugar— que no les noten los idiotas.

Lástima que no podía acercarse a Potty-Potty. Había cosas más importantes de las cuales ocuparse en ese momento.

Le placía, enormemente, estar tan cerca del poder. Tan arriba en la jerarquía. Ser tan grande.

Y, realmente, no lo sentía como algo presuntuoso o petulante. Simplemente le gustaba el poder. Tenía unas ansias irrefrenables de ser conocido.

Porque él sabía lo mucho que valía, no por ser un Malfoy o por tener los contactos ni las influencias. Sino por el hecho de que su persona, Draco, era lo suficientemente astuta por si misma como para conseguir todo lo que quería, de una manera u otra.

Y ya comenzaba el tiempo en que todo el mundo lo sabría.

"No existe el bien ni el mal, sólo existe el poder… y los que son demasiado débiles para alcanzarlo"

Por supuesto que él no era de esos. Nunca lo había sido y nunca lo sería.

Ni siquiera había permitido que ella se interpusiera entre él y la gloria, lo más valioso que tenía era su poder y su posición… resultaba obvio que no los perdería. No por ella, no por nadie.


Harry esbozó una media sonrisa al observar a Saskia aparecer de la nada, con ese aire de gran conspiradora que le gustaba tomar cuando las cosas se ponían raras.

— ¡Buh!—El pelinegro dio un salto que en muchas partes era clasificado de acrobático.

Pero odiaba que se confabulara con su prima para pegarle esos sustos.

— Hola Amy, Hola Sas

— Hola Harry— corearon las primas.

— ¿Adivina qué, Harry?—Amy hablaba.

—¿Qué cosa, Amy?

— Seguimos nosotros

— ¿Y qué demonios hacen ustedes dos aquí?

—Preguntarte si no tenemos que cuidarnos de los ataques terroristas de nuestros amigos de negro

— La sutileza es lo suyo, ¿ah?

— Podría decirse… ¿Nos respondes?

— No por lo pronto

— Qué grosero, mira que Sas decía que eras un chico muy agradable e incluso te estaba considerando yo para mi lista pero qué…

— No… no… me entendiste mal, Amy. La respuesta a la pregunta era eso "No por lo pronto"

La rubia se dio un golpecito en la frente con la palma de la mano.

— Ay Amy, para tontas tú

— Cállate Saskia

— Cállame. Mira Harry—se dirigió al pelinegro, ignorando olímpicamente a su prima— ahora sí nos vamos… cualquier cosa, contenlos hasta que acabe nuestro numerito y luego te ayudamos a hacer puré de mortífago… ¿De acuerdo?

Harry les miró sin creerse mucho lo serio del ofrecimiento. Cosa bastante razonable cuando se tenía en cuenta que quienes le hablaban eran dos cantantes de rock.

— De acuerdo—convino.

Las primas se despidieron con una seña muy extraña que él hubiese podido clasificar de obscena, si se hubiera puesto a pensar en ello. Pero había cosas más importantes en las cuales ocupar la mente.

— Y miren nada más el pedazo de banda que nos llegó desde el otro lado del charco—Una de las múltiples chicas que fungían de presentadoras se hacía oír sobre el alboroto de la gente— es tiempo de mostrar a estos californianos cómo se hacen las cosas aquí, ah… ¡Los Gaar!— la chica corrió para salir del escenario.

Saskia estaba sentada tras la batería, con sólo la agitada respiración para dar testimonio de la carrera que se había echado para llegar. Amy hacía lo propio con su guitarra, pero había un teclado frente a ella por alguna razón. Seth estaba a la cabeza, con otra guitarra y mirando todo como si le hubieran adelantado tres navidades juntas; pero el micrófono principal estaba vacío y sólo cuando una figura cubierta de los pies a la cabeza con una enorme capucha negra el chico comenzó a hablar.

— Permitan a los californianos sorprenderles un poco—Seth sonrió, ganándose a más de una en el proceso y acentuando su pronunciación americana— "Incluso en la muerte"

Amy encendió el teclado, pulsando los pequeños botones por aquí y por allá. Una especie de rasgueo comenzó a oírse y la rubia se alejó, satisfecha.

La figura de negro tomó el micrófono, tirando la capucha a un lado para dejar a la vista lo que parecía un hada de tamaño humano.

— Dame una razón para creer que te has ido… Veo tu sombra y se que todos se equivocan— Comenzó a cantar el hada, en una especie de lamento que helaba la sangre.

— La luz de luna sobre la suave tierra café, me lleva a donde yaces— La música comenzó a tomar un giro y la chica cambió su tono a uno más lastimero.

— Ellos te alejaron de mí, pero ahora te estoy regresando a casa—la voz de Amy se unió al canto.

— Me quedaré por siempre aquí contigo, amor. Las palabras lentamente susurradas que me has dado. Incluso en la muerte nuestro amor continúa—

— Algunos dicen que estoy loca por mi amor, pero ninguna cadena puede alejarme de tu lado… mi amor. Ellos no saben que no puedes dejarme, ellos no te escuchan cantándome.

Me quedaré por siempre aquí contigo, amor. Las palabras lentamente susurradas que me has dado. Incluso en la muerte nuestro amor continúa… y no puedo amarte, más de lo que ya lo hago…

La chica calló para que Seth se luciera con su guitarra eléctrica. Y sólo entonces, observándole detenidamente desde el cabello negro y las orejas puntiagudas hasta el atuendo (híbrido entre traje de hada y de chica futurista), cayó en cuenta de algo.

Amy y el hada repitieron el último trozo, incluso Saskia les secundaba con su voz.

Hubo un pequeño descenso en el ruido de la "música" y el hada susurró unas palabras bastante peculiares…

— La gente muere, pero el amor verdadero es para siempre

El hada era Ginny.

El público rompió en aplausos, silbidos y demás finezas. Seth miraba de hito en hito a sus compañeras. Estaba hinchado de orgullo. Y el grito de "Otra" "Otra" no hacía sino pronunciar su sonrisa.

— De acuerdo, de acuerdo… aprovechando que Gin aquí presente entona como nadie todo cuanto hable de amores fallidos—recibió una mirada glacial por parte del hada— hemos de lucirnos con otra pieza… "¿Dónde irás?"

Amy comenzó a tocar el teclado mientras Seth hacía lo propio con la guitarra.

— Eres demasiado importante para todos—ahora el tono de Ginny era más de un suave desdén; ese tipo de desdén producido cuando uno se harta de las cosas— Juegas el papel de todo lo que quieres ser…

— Pero yo—Amy repitió la frase en un perfecto eco— Yo sé quien eres tú realmente. Eres aquel que llora cuando se queda solo

— ¿Pero dónde irás, cuándo no quede nadie para salvarte de ti mismo?—La guitarra de Seth proporcionaba los acordes tétricos a la canción.

— No puedes escapar… no puedes escapar… Piensas que no puedo ver a través de tus ojos, mortalmente espantados de encarar la realidad.

Nadie parece oír tus llantos ocultos, te dejaron para enfrentarte a ti mismo tú solo.

— ¿Pero dónde irás, cuando no quede nadie para salvarte de ti mismo?—Saskia repitió lo último— No puedes escapar de la verdad.

Sé que estás asustado, pero no puedes abandonar a todos… No puedes escapar. No quieres escapar.

La música paró, para dar paso a unas notas en el teclado de Amy.

— Estoy tan cansada de decir palabras que nadie entiende. Está suficientemente claro que no puedes vivir toda tu vida solo. Puedo oírte cuando susurras, pero tú ni puedes oírme gritar— La guitarra y la batería reanudaron su ruido, junto con la voz de Ginny.

— ¿Dónde irás, cuando no quede nadie para salvarte de ti mismo? No puedes escapar de la verdad. Sé que estás asustado, pero no puedes rechazar a todo el mundo… No puedes escapar. No vas a escapar. No puedes escapar. No quieres escapar—

Fue entonces cuando Seth y Ginny comenzaron a hacer ruiditos con cierto ritmo, nada más que "Ohh…" y "Yeeee".

El grupo finalizó y se retiró con una sonrisa en los labios. Todos menos Ginny, que parecía estar de luto por la expresión descolorida en su cara.


Por Eru, no creía lo que acababa de hacer. Se sentía como si fuera de gelatina. Se sentía como si cada paso le costara lo que un alumbramiento… aunque técnicamente no sabía lo que costaba un alumbramiento ya que nunca había tenido alguno pero…

— ¡Gin! ¡Fue genial! ¡Lo hicimos!—Amy se lanzó a sus brazos, mientras Ginny se quedaba estática.

¿Por Eru? ¿Había ella pensado eso?

— Ginevra…—escuchó la aterciopelada voz extranjera detrás suyo y no supo más.

Cuando despertó estaba en brazos de Dimitri. El vampiro le miraba preocupado desde detrás de sus gafas coloreadas.

— Dios Dim…—No tenía planeado acortar el nombre, ni nada por el estilo, pero la voz se le apagó a media frase. Apretó una de las enguantadas manos del no-vivo.

— Sí así lo quieres, Ginevra, soy lo que desees pero no vuelvas a asustarme así. A veces me olvido que aunque no lo parezcas, sigues siendo mortal y, por tanto, enormemente frágil.

Ginny trató de incorporarse completamente asustada, no podía creer que el idiota de Dimitri había soltado tamaña declaración en voz alta para que todos la oyeran. Pero Amy y Saskia les miraban con cara de acertijo y Seth sólo fruncía el ceño en un típicamente americano gesto de incomprensión.

Fue entonces cuando Dimitri le besó el pelo, abrazándola fuertemente. Y las caras de las féminas se tornaron toda dulzura y amistosa burla.

— Gin, cielito, ¿Cuándo tenías pensado presentarnos a tu novio alemán?—Amy sonreía cálidamente— ¿O es ruso eso que hablaste?—se dirigió a Dimitri.

— Ruso—concedió el ojiverde.

— ¿Y de cuándo a acá entiendes el ruso, Gin?—la mirada de Seth era toda sospecha.

— Yo… realmente…

— Realmente no lo entiende del todo—Intervino Dimitri, exagerando su pronunciación— pero es mi lengua nativa y suelo hablarla sin pensarlo, mi chérie es una mujer comprensiva—acabó con una sonrisa, que Ginny no supo definir muy bien si era maliciosa o sincera.

Seth sólo arqueó una ceja. ¿Chérie?. Ginny casi podía leer en su expresión.

— Claro, claro—comentó Amy, como siempre la conciliadora— yo tuve un novio árabe una vez y, aunque no entendía ni la mitad de lo que decía cuando hacíamos el amor, me parecía un cielo con todo y estrellas

— Ugh… yo conocí a ese tipo—dijo Saskia arrugando la nariz— Y ese comentario fue demasiado gráfico para mí.

Dimitri les miró un momento antes de romper en carcajadas, con Ginny aún sujeta entre sus brazos.

Ginny negó con la cabeza y se incorporó totalmente, maldiciendo mentalmente su suerte y a cada objeto viviente en millas a la redonda.

— Dimitri Kourchenko—Extendió la mano enguantada el vampiro, siempre la perfecta imitación de un caballero.

— Seth Gaarder

— Amy Gaarder

— Saskia Mihara

— Todo un gusto. Ginevra, querida, ¿Te encuentras mejor?

— Ah sí. Sólo fue pánico escénico de acción retardada… o eso creo.

— Qué bueno—exclamó Amy, sin poder contenerse— porque con la de Mortífagos que hay allí afuera no podemos darnos el lujo de no contar con un solo miembro

Saskia le pegó una patada en la espinilla a su prima, mientras le señalaba con la mirada a Dimitri, quien (vale decir) les miraba de lo más entretenidos.

— ¿Mortífagos aquí?—preguntó, fingiendo una inocencia que Ginny sabía no poseía.

— ¿No eres muggle tú?—contestó Saskia, asombrada.

— ¿Siempre contestas con otra pregunta?—Dimitri se divertía en grande.

— ¿Cómo sabes de los Mortífagos?—Esta vez era Amy la que preguntaba.

— ¡Ya basta!—gritó Ginny, harta— Sí, Dimitri, hay Mortífagos aquí. No, no es un muggle, Saskia. Tú ya deja de estar tomándole el pelo a mi amiga, so tonto. Y sabe porque yo le he contado, Amy. ¿Alguien más?

Todos negaron con la cabeza.


Michelle sorteó a los grupos de muggles que se interponían en su camino, con mucho cuidado de no tocarlos, hasta que llegó con Draco.

El joven miraba distraídamente hacia el escenario. Aunque resultaba obvio para cualquiera que estaba enfrascado en sus propios pensamientos, Michelle no quiso otorgarle el beneficio de la duda, después de todo era él quien se dedicaba a asesinar a los niños muggles cuando dormían. Y en su cerrada mentalidad, eso no le daba el derecho de ensimismarse al contemplar a un remedo muggle de hada.

— ¿Malfoy?

Cuando el rubio por fin volteó a verla se quedó congelada, se esperaba una ligera irritación, desprecio o burla, incluso podría haberse manejado con la indiferencia patentada Malfoy; pero definitivamente no se esperaba ese brillo de… de… ¿Pérdida?.

Parpadeó un par de veces, confundida. Y cuando volvió a enfocar la mirada sobre su "rubio adorado", éste la miraba con la inexpresividad propia de una piedra.

— ¿Vas a quedarte todo el día admirando mi belleza o vas a decirme lo que sea que vinieras a decirme?—inquirió el joven, arqueando una ceja.

La chica frunció el ceño, mientras se mordía el labio inferior. De seguro había imaginado todo en primer lugar, tenía que dejar de ser tan paranoica.

Draco le miraba con una sonrisa burlona.

— ¿Qué tanto me miras?—le dijo, un poco agresiva.

— Que te estás manchando todos los dientes con el labial negro de traes encima—Michelle soltó una palabrota— Uy, ese no es lenguaje para una señorita

— Idiota—bufó la chica— No sé si estás esperando a los tres reyes magos o a que nos salgan canas… pero tenemos a todos los que queríamos juntos… ¡Y aún no veo que empieces la dichosa distracción!

— Mujeres—suspiró Draco— siempre quieren acelerar el curso de las cosas… pero te daré gusto por esta vez, mi naturaleza caritativa me impulsa a compadecerme con tan fallida representante del género…

— Ya cállate y haz algo, pedazo de…

— ¿De qué?

Michelle extendió las manos en un gesto bastante descuidado, pero al final bufó y las plantó en sus caderas mientras golpeaba el suelo con su bota.

— Oh, la vida contigo va a ser de lo más excitante, ¿No?—El rubio rió sin sentimiento— Dile a tu grupo que tenga las varitas listas, pero ocultas… No vamos a permitirnos ninguna baja. Ya sabes, el objetivo sólo es distraer… a los muggles déjalos en paz—esbozó una sonrisa maquiavélica— por ahora.

Michelle sonrió de medio lado. Quizá era un pedante, pero al menos era de su nivel.

— Sí claro, lo que digas…

Draco mantuvo la sonrisa de superioridad hasta que Michelle desapareció de su vista. Entonces removió por completo la expresión de su rostro.

Así, en blanco, se dedicó a cerrar los ojos y maldecir un poco, sólo un poco, a todo lo que era.

— ¿Malfoy?

'Genial, ¿Acaso era el día de "Interrumpan a Draco"?'

Se giró para observar sin interés al mortífago que esperaba sus órdenes. Claro, porque era él quien estaba al mando y era hora de empezar.

— Ya saben lo que hay que hacer, diviértanse un poco… pero no les hagan daño—por enésima vez en el día, se rió sin pizca de humor— Sólo queremos mantener al perro ovejero en casa por un rato…

El mortífago, un joven de cabellos castaños bastante apuesto, sonrió como quien sabe la victoria en sus manos. Asintió levemente y se giró para marchar, sacando una máscara blanca de entre sus ropajes.

LA máscara blanca, para ser más precisos.

Diez mortífagos para mantener a Potter y Compañía lejos de la acción verdadera, qué ironías de la vida…

Fue entonces cuando regresó a la realidad y se colocó, él también, la máscara sobre el rostro. Era hora de salir a jugar…


Harry y Saskia caminaban uno a un lado del otro, envueltos en un incómodo silencio hasta que a Saskia se le ocurrió intervenir.

— Amm… ¿Tú tampoco conocías al novio de Gin?—le preguntó, como quien no quiere la cosa.

Harry la miró extrañado— Difícilmente la reconozco a ella… su vida privada es algo que se me escapa del conocimiento…

— ¿Se te escapa "del conocimiento"?... Vaya, Harry, si no quieres platicar conmigo nomás tenías que decirlo…

Harry suspiró, pero no dijo nada.

— Ya, eso me lo deja todo muy claro—murmuró la rubia, medio herida.

— Oye, en serio—Harry pasó una mano por la alborotada cabellera negra— no es nada personal en tu contra, me agradas… pero estoy un poco tenso… hay algo en todo este asunto que no me da muy buena espina

Saskia frunció el ceño— Sí, a mí tampoco me parece muy recto…

— Al menos no soy el único paranoico—sonrió Harry, lo que le ganó un ligero golpe por parte de Saskia…

— Calma tus ímpetus, Potter, o te expones a un daño mayor

— Uy, ahora sé por qué no tienes novio

La indignada fémina proporcionó una no muy sutil "caricia" al chico y ambos empezaban a reír de lo estúpido del asunto, cuando escucharon algo pesado caer al suelo.

Harry sacó su varita en un acto reflejo.

— Vamos cielo, ten calma. Vamos a ver qué pasó primero

Salieron del "Salón de Conferencias" (que era donde se estaba llevando a cabo todo el escándalo, es decir, la Guerra de Bandas), desorientados porque los ruidos se seguían escuchando, pero con cierta secuencia... como si…

— Tengo un mal presentimiento sobre todo esto—murmuró Harry.

Un grito amortiguado se hizo oír, un grito de mujer… y de pánico. Antes de que pudiesen decir más nada, Harry se echó a correr por un pasillo aparentemente desierto, en dirección a donde provenía el grito.

— ¡Espera, Harry! ¡No puedes ir solo!—Saskia corrió tras él.

"…Como si los estuvieran llamando"

Saskia detuvo sus pasos. No podía dejar solo a Harry, pero tampoco le sería de mucha ayuda si eso era alguna especie de emboscada. Volvió a correr, más que nada porque comenzaba a perder de vista al pelinegro (quien era bastante veloz para esa altura que tenía).

Tenía que pedir ayuda, pero no podía irse. ¿Qué hacer?

La respuesta le llegó cuando, al doblar una esquina en un movimiento demasiado brusco, su móvil salió despedido del bolsillo en que lo cargaba.

El aparatito cayó al suelo en un golpe seco, aplastando algunos botones en el proceso. Saskia se detuvo en seco.

— ¡Bingo!—jadeó, mientras tomaba el celular y buscaba entre sus contactos algún número que le sirviera.

Ginny.

¿Aló?—Tuvo que aceptarlo finalmente, no reconocía la voz de su amiga. Pero eso no importaba ahora.

— Ginny—aún respiraba agitadamente por la carrera, por lo que hablar le costaba bastante— parece que algo está pasando aquí y Harry corrió sin esperarme—eso le recordó que iba a perder al chico si no se apresuraba. Echó a correr de nuevo, esta vez apretando el móvil contra su oreja— hubo un grito, salió corriendo… ya lo conoces…

Calma, Sas, ¿Dónde estás?

— En alguna parte cerca del…—volteó a ver a su alrededor, buscando alguna seña distintiva— huh, cerca del restaurante… el pasillo largo que está enfrente se bifurca un poco más delante de la entrada del restaurante y nos fuimos por la izquierda… ¿Suficiente?

Eso creo, Sas… ¿Por qué te escuchas tan asustada?

— Porque nada bueno puede salir de esto… ¡Ah! ¡Harry se detu…—la frase quedó cortada a medio pronunciar.

¿Sas? ¿Qué ocurre?

— ¡Rápido, Ginny! ¡Trae a todos los que puedas traer…! ¡Son 1…2…3…4…5… como seis o siete mortífagos!

Ginny maldijo— Estamos ahí en un segundo

— Eso espero—cortó la llamada mientras empuñaba su varita.

Estaban en la entrada de las escaleras correspondiente a ese piso, los mortífagos tenían atrapadas a dos chicas. Una, morena, tenía la blusa desgarrada y la ceja izquierda le sangraba profusamente. La otra (negra) no parecía estar lastimada, pero lloraba histéricamente.

El problema era que las cuentas no le habían salido bien. Y no eran seis o siete; eran ocho.

Se colocó a la izquierda de Harry, varita en mano. Ahora era cuando agradecía ser zurda, así al menos podían cubrir diferentes lados.

El chico tomó su diestra con la siniestra propia y Saskia se alegró de estar ahí. No era cosa de todos los días que el Héroe aceptara compartir el crédito.

Aunque, después de que esos dos mortífagos apareciesen de la nada, estar diez contra dos no le resultaba muy divertido.

— Vaya, vaya, qué conmovedora escena—señaló una chica con un ligero acento. La única mujer del grupo.

Todos vestían de manera muggle, pero de negro. Como si acabaran de salir, precisamente, del lugar donde ellos se encontraban. Repasó rápidamente el estilo de todas las prendas… estaba segura.

Allí habían estado. Sólo esas horrendas máscaras blancas eran agregados recientes.

— Pero no lo suficiente, ah—le dijo, sin dejarse amedrentar. Harry se le adelantó, sin embargo.

¡Stupefy!

¡Protego!

La mortífaga bloqueó el ataque de Harry. Pero lo que tenían que hacer era salvar a las chicas muggles…

Apretó la mano de Harry… si podía lograr que él los distrajera, ella podría sacar a esas chicas de ahí y ponerlas a cubierto. El pelinegro volteó a verla por un instante y asintió con la cabeza.

Vaya, si hasta parecía que le estaba leyendo la mente.

¡Tarantellegra!— La mortífaga rubia esquivó el hechizo por los pelos, pero mostrando una agilidad que le sorprendió.

Los demás mortífagos sólo miraban, como si estuvieran esperando una señal para intervenir. Quizá la chica fuera su superior.

¡Rictusempra!— Harry era bueno para distraer. Corrió notando que nadie le miraba y llegó hasta las pobres chicas que le miraban como si fuera un alien. Y muy probablemente lo fuera para ellas, con su varita y su magia.

— No se preocupen—susurró, mientras deshacía los amarres mágicos con las que las tenían maniatadas— Él y yo somos los buenos—les dijo, refiriéndose a Harry.

La morena le miró con algo de agradecimiento y mucha preocupación.

— Pero son dos… y ellos diez

Saskia liberó a la otra chica y se le quedó viendo a la morena.

— Cuatro con ustedes

— ¡Idiotas! ¡La rubia tiene a las muggles!—resonó una voz masculina de algún lado.

— Demonios—Saskia se giró para hacerla de escudo, pero en lugar de eso se encontró con que Harry corría a toda velocidad en dirección hacia ellas, con una multitud de rayos volando tras él.

La rubia miró todo como si sucediera en cámara lenta. En tres segundos (o menos), Harry llegó hasta donde estaban, las empujó al suelo y creó una especie de campo de fuerza (un muro color ambarino de magia pura) que repelió todos los hechizos que venían tras él.

El pelinegro respiraba entrecortadamente, pero no por nada era el Chico-Que-Vivió (pensó Saskia). Esa era la demostración de magia bruta más espectacular que había visto.

Las muggles estaban aterrorizadas.

— Harry—tanteó Saskia— ¿Cuánto puede aguantar eso?—señaló el muro.

Harry sostenía una mano en el aire, como si de ella dependiese la existencia de la (aparentemente) sólida pared.

— Esperemos que lo suficiente

— ¿Pueden atravesarla los hechizos?

— Creo que eso resulta un poco obvio, ¿No?—comentó medio irritado el pelinegro, mientras un potente rayo rebotaba contra la pared.

Saskia resopló— Entonces, ¿Cómo voy a atacarlos?

Harry sonrió de medio lado— Me temo que eso tendrá que esperar

— ¿Y no puedo al menos ayudarte a mantenerlo? No me gusta el color que está tomando tu rostro

En efecto, la cara de Harry estaba cada vez más pálida. Cuando la lluvia de hechizos arreció, el chico convirtió la pared en una burbuja que los aislaba completamente y Saskia llegó a la conclusión de que el esfuerzo lo estaba drenando.

— ¿Harry?

— De acuerdo, podemos intentarlo. Ponte de pie y dame tu mano

La chica se paró como si se hubiese quemado y colgó la mano derecha en la izquierda de Harry. Estaba fría.

— Ahora, Sas, concéntrate en todos los hechizos de protección que conozcas…

— De acuerdo…

Inmediatamente comenzó a sentir cómo la magia fluía de su cuerpo hacia Harry y unos segundos después la burbuja adquirió unas ligeras tonalidades azulosas.

La morena se puso de pie— ¿No hay algo que podamos hacer?

Saskia miró a Harry con algo de duda y el chico correspondió su mirada, al final se encogió de hombros.

— No perdemos nada con intentarlo… toma la mano de Saskia y piensa en la cubierta que necesitamos, en la protección que queremos… reza si gustas…

La chica asintió y se fue a colocar junto a Sas, tomando su mano entre las suyas propias que temblaban furiosamente. Cerró los ojos y un momento después Saskia sintió un extraño escalofrío atravesarla toda.

Harry miró a la muggle, asombrado, cuando sintió el mismo escalofrío y, más que nada, cuando unos ligeros destellos violáceos se incorporaron a la burbuja.

— Mi hermana menor levita las cosas cuando se enfada, me figuré yo que algo podría hacer para ayudarles—dijo la chica, a modo de explicación.

—Muy lógico—respondió Saskia.

Y así, agarrados los tres de las manos para mantener el escudo, fue como los encontraron sus refuerzos. Ginny, Seth, Amy, Hermione, Tonks, Ron y el novio de Ginny (¿Para qué lo habrían traído? Sólo lo estaban exponiendo), Dimitri si mal no recordaba.

Saskia dio un suspiro de alivio— 11 contra diez—le susurró a la morena, quien sonrió nerviosamente.

— No creo que Melanie o yo podamos ayudar mucho

— ¿Cuál es tu nombre?—Harry intervenía en la conversación.

— Samara… Samara Lemus

— Bien Samara, aunque no pudieses hacer nada más por nosotros en esta noche, con lo que has logrado ahora, créeme, se hace la diferencia

— Pero yo sólo…

— Aportaste tu energía al escudo, evitando que nosotros—Ahora era Saskia quien hablaba— y en especial él—señaló a Harry— gastáramos nuestra magia… y, como todo mundo sabe, Harry es la llave para sobrevivir una batalla…

El chico negó con la cabeza, pero sonrió.

­— Sólo porque he estado un poco más cerca de la muerte que todos ustedes y no me ha pasado nada… eso no significa que…

— No le hagas caso, le gusta hacerse el modesto

El grupo que llegaba al auxilio del cuarteto comenzaba a abrirse paso entre los mortífagos a base de hechizos y maldiciones, haciendo que se olvidaran de ellos por un momento.

Harry dejó caer el escudo, aunque no sin haberles dado instrucciones a las chicas de que se mantuvieran tras ellos.

— ¡Sas! ¡Harry! ¿Están bien?—Amy les gritaba.

— ¡Sí! ¡Tenemos que sacar a estas chicas de aquí!

El grupo se reunió en el centro, espalda contra espalda formando un círculo en cuyo centro se encontraban Samara y Melanie.

— ¿Algún plan?—preguntó Ginny, apretada contra Dimitri.

— ¿Sacar a las chicas de aquí sin resultar heridos en el proceso?

— Genial, simplemente genial—murmuró la modelo-cantante.

— No creo que sea hora para el sarcasmo, querida—comentó Dimitri— quizás sea bueno que noten a aquel sujeto que no participa en la pelea—señaló una esquina donde, efectivamente, había un mortífago recargado en la pared y que se había mantenido al margen— es mucho más poderoso que todos estos juntos…

Saskia les miró con la boca abierta— El sujeto "S"

— ¿Sujeto "S"?—preguntó Dimitri.

— El Supermortífago—dijo Amy, como si eso lo explicara todo.

Pero no por nada Dimitri era tan bueno con los pensamientos mortales, con lo que sólo eso le bastó para llegar a la conclusión correcta.

— Supongo yo que eso significa problemas

— Muchos—corroboró Tonks— ¿Tienes acaso tú una varita?

— Oh, puedo prescindir perfectamente de ella, gentil dama

Tonks frunció el ceño.

— Ignóralo, Tonks, sabe cuidarse solo—apuntó Ginny, nerviosa porque se dieran cuenta de la naturaleza de su compañero.

— Sí, Tonks, sabe cuidarse solo—le dijo Dimitri, sonriendo como sólo él sabía hacerlo.

— Tenemos que salir de aquí—señaló Ron

— Obviamente—contestó Hermione, exasperada— y para ello tendremos que pasar sobre ese gru…

— ¿'Mione?

— Es que… ¿No les parece extraño que…?—La chica sacudió la cabeza— olvídenlo, no es nada.

— Entonces—Harry era el obvio (y natural) líder del equipo— esto será lo que haremos—volteó a ver la muggle morena— Samara, tú te quedas tras de mi todo el tiempo. Saskia y yo vamos ser tu seguro de escape

— Encantada—murmuró la chica. Saskia se abstuvo de hacer algún comentario.

— Melanie—continuó Harry. La muggle sólo le miró con una callada expresión de terror— tú…

— Ginevra y yo nos podemos encargar de ella—habló Dimitri.

Harry asintió— Sí, tú quédate con Ginny y el tipo del acento raro—Melanie asintió y dio unos pasos hasta quedar tras la pareja— a mi señal nos moveremos en bloque sencillo. Ginny, el ruso, Saskia y yo al frente; Hermione, Ron, Seth, Amy y Tonks se encargarán de la retaguardia… ¿Entendido?

— Sí—contestaron a coro.

— Bien… ¡Ahora!—Sacudió una mano violentamente. Todo el grupo se dispersó como había indicado.

— Tú amigo tiene el don de mando, ah—murmuró Dimitri, asegurándose de que la chica negra los siguiese.

— Tú preocúpate de las maldiciones que nos están lanzando—Ginny invocó un hechizo aturdidor— justo ahora la prioridad es esa, sobrevivir

Dimitri se rió— ¿Notaste lo que acabas de decir?

— ¡Argh! ¡Haz algo útil en lugar de estar burlándote!

— Ya, ya…—estiró el brazo para alcanzar a Melanie y pegarla a su costado— Te veo en la salida, cariño

Ginny estaba muy ocupada bloqueando las maldiciones que le lanzaban al grupo como para oírlo, así que el vampiro desistió y, arrastrando a Melanie consigo, se adelantó al grupo.

— ¿Pero que dem…?—Harry calló su enunciado cuando el vampiro derribó a tres mortífagos que lo atacaban con un simple golpe del puño izquierdo.

Ginny corrió hasta posicionarse frente a Melanie.

¡Protego!—El hechizo repelió dos ataques— ¡Idiota! ¿Cómo se supone que vas a cuidarla? Quizás a ti no te afecten los hechizos, pero a ella sí

— ¿Y acaso no estás tú para eso?

— ¡Argh! Se suponía que saldríamos en formación

— Querías que hiciera algo útil

— A ver si me haces tanto caso cuando te diga que salgas al sol—gruñó la chica.

— ¡Miren!—gritó Melanie, señalando delante de Ginny. Un mortífago con la varita en alto estaba a unos pasos de ella.

— Por Eru que no tengo tiempo para esto—gruñó Ginny, mientras le daba una patada en la cara al mortífago en cuestión.

Dimitri sacó una preciosa daga plateada de entre sus ropas.

— Quizá quieras esto, ahora que has vuelto a las andadas—Le extendió el arma y Ginny la tomó sin pensarlo, ignorando el comentario podía resultar muy útil.

El grupo se las ingenió, como dicen por ahí, para salir sin un rasguño y con el cabello bien peinado. Habían alcanzado las escaleras.

— ¡Rápido! Bajen por aquí—señaló Amy a las chicas. Los once jóvenes se internaron en las escaleras, con los mortífagos tras ellos.

El de cabellos rubios se enderezó, sacando su varita con aire aburrido.

— Aún no es suficiente—murmuró al viento, antes de seguir tras sus compañeros.


Draco comenzó a bajar los escalones con una velocidad que rayaba en lo anormal, pronto se encontró en medio de sus subordinados.

— ¿A qué esperan?—gruñó— Tú, tú, tú, tú y tú—señaló con el índice— al final. Se supone que nosotros sí tenemos cerebro.

Los mortífagos desaparecieron en el familiar ¡Plop!, justo para aparecer en el pie de las escaleras… que, cómo no, estaba tan lejano aún que no se podía ver.

En cuanto los niños buenos de Dumbledore se dieron cuenta de que estaban rodeados se pararon en seco, con las maldiciones rozándoles los cabellos.

— ¡Michelle!—gritó Draco, a la rubia que se encontraba al pie de la escalera— Ahora, cielo, pequeño cambio de planes… la morena no nos sirve…

La rubia se sorprendió un poco por el apelativo, pero asintió (haciendo el ademán de lanzarle un beso al chico). Empuñó su varita con fuerza, tenía una puntería mortalmente certera y eso Draco lo sabía muy bien.

Ginny estaba que echaba humo. Miró a la chica, luego al rubio y puso una mirada que podría haber matado a muchos.

— Ginevra, no…—pero era demasiado tarde. La chica había arrojado la daga que él mismo le acababa de dar.

Como en la mejor función de circo, cuando los sucedáneos esos de artistas lanzan cuchillos a las bellas asistentes sacándolas ilesas. Con esa precisión Ginny fue a encajar la daga en el pecho de la rubia.

— ¡Michelle!—gritó Draco.

Dimitri se lanzó escaleras abajo, sin preocuparse de moderar su velocidad para el ojo de los mortales presentes, recuperó la daga de la forma más delicada que pudo (sobre todo teniendo en cuenta que la chica se desangraba en el piso) y degolló con ella al resto de los mortífagos que miraban atónitos como una chica en traje de hada había eliminado a su comandante.

— ¡Tú!—gritó Draco y, mordiendo el resto de las palabras que pugnaban por salir de su boca, se limitó a mirar a Ginny con una intensidad que bien pudo haberla desaparecido— ¡Tráiganmela!—se dirigió a sus mortífagos.

— Ah no, Malfoy, eso sí que no—gruñó Ginny, dispuesta a machacar a quien se le acercara. Pero Dimitri fue más rápido y, dejando la daga en manos de la chica cuando pasó a su lado, tomó al primer mortífago del cuello.

Un desagradable crujir se escuchó cuando el cuerpo inerte cayó al piso.

Sólo quedaban cuatro, contando a Draco.

— Nadie le va a poner una mano encima a ella—comentó Dimitri tranquilamente, mientras se sacaba los lentes para dejarles ver su amenazadora, pero sobrenatural, mirada.

— Un maldito vampiro—murmuró Draco para sí mismo.

Dimitri sonrió.

— ¿No es acaso irónico, chico? Digo, que me escogiera a mí en lugar de a ti…

— ¡Cállate!

— Uy, tenemos el ego algo alterado, eh…

Draco se dirigió a los otros tres mortífagos— ¿Ustedes no han entendido mis órdenes?… ¡Quiero que me la traigan ahora!

El trío se miró, temeroso. Pero tenían que obedecer.

Y se lanzaron hacia la chica. Harry aturdió a uno (¡No nos rebajaremos a ser simples asesinos!) pero Dimitri alcanzó al segundo antes que el hechizo del pelinegro y le rompió el cuello como si de un palillo se tratase.

El tercero, para sorpresa de todos, fue noqueado por un puñetazo de Ginny. La Weasley se había adelantado a ellos mientras bobeaban y ahora se encontraba frente al mortífago.

Harry corrió a su encuentro, siendo detenido a unos escalones por Dimitri.

— Ironía de las ironías—murmuró Ginny, viéndose reflejada en esos ojos verdes que le miraban impasibles tras la nívea máscara.

Draco negó con la cabeza y tiró la varita. Ginny le imitó segundos después.

El primer puñetazo vino del rubio, pero sólo porque ella así lo quiso. En menos de lo que se esperaban, todo el equipo de chicos buenos y vampiro acompañante se encontraban observando con atención la increíble batalla.

"Ella era la única que podía derrotarme en combate"

"Él era el único que sabía hacerme frente"

— Me la debes—susurró Ginny mientras torcía el brazo del rubio tras de su espalda— por tu culpa jamás pude convertirme en auror

— Entonces—dijo él, dando una impresionante vuelta a su cuerpo (y el de Ginny con él)— te hice un gran favor…

Un objeto salió despedido hacia donde se encontraban Harry y Dimitri. Una taparrosca de soda muggle.

Harry lo miró con incomprensión, estaba seguro que se le había caído al mortífago… ¿Pero qué diablos significaba?

Dimitri, sin embargo, conectó respuestas más rápido y sólo tuvo que revisar la mente del chico que se revolvía con Ginevra en el piso para darse cuenta de toda la verdad.

Era una trampa. Los tenían ahí entretenidos para que el mago oscuro pudiera llevar a cabo su plan sin ninguna molestia. Y, lo más importante… ¡Esa cosa era un traslador!

— Harry, tómalo—le dijo al pelinegro que aún miraba la taparrosca.

— ¿Qué cosa?

— ¡Que lo agarres!—le dijo, poniendo toda su energía en el hechizo que logró nublar la mente del mortal y hacerlo caer a sus demandas.

Harry se inclinó y Dimitri lo soltó. Entonces tomó la taparrosca y despareció.

Efectivamente. Un traslador.

— ¡Harry!— Era Saskia quien había gritado tan desgarradoramente.

— ¡La casa del ministro!—les gritó a los sorprendidos aurores. Hermione fue la que reaccionó primero.

— Voy a avisar al cuartel—dijo y desapareció.

Tonk conjuró unos amarres para el mortífago. Le parecía tan inverosímil que lo hubiesen atrapado (a ese que tantas muertes había causado) de una manera tan sencilla.

Bajo las garras de una modelo.

— Lo siento—murmuró Ginny a Draco.

— No tienes que hacerlo


Isil lloraba sobre mi hombro izquierdo. Me dolía su pena. Pero no podía hacer nada.

Lo habían atrapado. Gothmog había sido capturado y, naturalmente, sentenciado a muerte al amanecer.

El sol ya comenzaba a mostrar su cándido esplendor, como desafiando el horrible día que se prometía.

— Lo siento—murmuré a mi princesa, sabía que nada podía hacer.

— No tienes que hacerlo—me contestó entre sus lágrimas, con la cabeza enterrada en mi hombro. Acaricié su negra cabellera. Unos momentos después la multitud congregada en la plaza frente al castillo lanzaba vítores al saber muerto al hijo de Sauron.

Las lágrimas cesaron.

Parecía estar dormida, sus hermanos llamaron a un médico pero no era necesario. Yo sabía lo que sucedía.

Isil había dejado de existir en el momento en que la cabeza de Gothmog fue cercenada.


Notas:

Primero que todo, para complacer más que nada mis ansias de purista bilingüe, las letras

de las canciones; la adaptación es mía así que cualquier reclamo viene para mí. Lo demás sale sobrando.

Incluso en la muerte. Even in death (Evanescence):

Give me a reason to believe that you're gone
I see your shadow so I know they're all wrong
Moonlight on the soft brown earth
It leads me to where you lay
They took you away from me but now I'm taking you home

I will stay forever here with you my love
The softly spoken words you gave me
Even in death our love goes on

Some say I'm crazy for my love oh my love my love
But no bonds can hold me from your side hmm my love
They don't know you can't leave me
They don't hear you singing to me

I will stay forever here with you my love
The softly spoken words you gave me
Even in death our love goes on
And I can't love you any more than I do

I will stay forever here with you my love
The softly spoken words you gave me
Even in death our love goes on
And I can't love you any more than I do

...people die but real love is forever.

¿Dónde irás?. Where will you go? (Evanescence):

You're too important for anyone
You play the role of all you want to be
But I, I know who you really are
You're the one who cries when you're alone

But where will you go
With no one left to save you from yourself
You can't escape
You can't escape

You think that I can't see right through your eyes
Scared to death to face reality
No one seems to hear your hidden cries
You'll have to face yourself alone

But where will you go
With no one left to save you from yourself
You can't escape the truth
I realize you're afraid
But you can't abandon everyone
You can't escape
You don't want to escape

I'm so sick of speaking words that no one understands
Is it clear enough that you can't live your whole life all alone
I can hear you when you whisper, but you can't even hear me screaming

Where will you go
With no one left to save you from yourself
You can't escape the truth
I realize you're afraid
But you can't reject the whole world
You can't escape
You won't escape
You can't escape
You don't want to escape