Ginny encontró la verdad tras su obsesión con los ojos verdes, sólo nos falta que la autora se digne a dar una buena explicación, por primera vez en su vida '

E, increíble o no, el último capítulo no pasó de PG-13. Qué felicidad.

"Aquí va el disclaimer ingenioso que no se me ha ocurrido aún; ya saben, esto es de Rowling y yo nomás soy una persona demasiado rollera."


Red de Memorias

Diez (Epílogo): El cálculo imperfecto (O el desliz en los planes maquiavélicos)


We were meant to be, supposed to be, but we lost it…

Fuimos destinados a ser, supuestos a estar, pero lo perdimos…

"My Happy Ending—Avril Lavigne"


Draco se encontraba recostado en el alféizar de una enorme ventana tapiada con la madera más corriente que había visto en toda su existencia.

¿Cuál era el propósito de tener una ventana tan magníficamente construida si la iban a cegar de una manera tan burda?

Jamás había comprendido a los niños buenos, ni hablar.

Era obvio que se encontraba en una habitación que algún día debía de haber sido un dormitorio, aunque ahora le habían arrancado la cama y la mayoría de los muebles. Porque claro, no podían darle tantas comodidades.

Llevaba más de una maldita semana durmiendo en el suelo con el único abrigo de las prendas que llevaba puestas. Si sus cálculos no le fallaban, estaba a 3 de Enero. Miércoles.

Y eso si no se equivocaba, porque esa ausencia total de luz solar a la que estaba sometido lo obligaba a sólo guiarse por esos instintos semianimales que le indicaban cuándo había anochecido y cuándo amanecido. Orientación creía que se llamaba, sólo que él la había desarrollado bastante. Casi demasiado.

Claro que de nada servía cuando se estaba capturado. Porque aunque no se encontrara en una celda o mazmorra (como hubiera sucedido de tratarse del lado oscuro. Y como casi hubiese preferido que fuera), estaba aprisionado. Atrapado.

Como cucaracha.

Y tenía ese maldito presentimiento de que habían perdido. Lo tenía. Casi lo sabía, sólo no quería creerlo.

Se levantó, para hacer lo único que podía hacer estando encerrado. Caminar, como león enjaulado. Pateó el plato de plástico que le habían llevado con algo que supuso él trataba de ser sopa. Daba igual lo que fuera, ya que jamás la probaba. Sólo la dejaba ahí un rato y al final terminaba arrojándola por los aires en una rabieta. Quizás por eso el plato era de plástico.

Otra diferencia con el lado oscuro. Allí no le habrían alimentado ni aunque fuese el hijo del ministro (hizo una mueca ante tal pensamiento). Quizá le estaba comenzando a afectar la falta de comida. Después de todo, una semana era demasiado incluso para su magia.

Aunque en aquellas excursiones que solía emprender para aterrorizar a la plebe no llevaba más que lo esencial (y muchas veces ni eso), por lo que esa resistencia a la inanición era cosa desarrollada. En fin, que no creía que eso lo estuviera salvando. O tal vez sí.

La verdad, no importaba.


La medimaga caminó con el expediente de su paciente favorito en mano. Porque claro, no todos los días se tenía a un paciente que estaba completamente acostumbrado a los tratamientos más despiadados. Eso ahorraba mucho esfuerzo, a decir verdad.

Aunque le daba un poco de lástima, ese chico. Debía ser horrible no tener una vida más que para servir de guerrero.

— Buenos días, Harry, me alegra que por fin hayas despertado—comentó, haciendo referencia a la semana que llevaba inconsciente—… ¿Cómo te sientes?

— Buenos días, Gretchen—contestó el joven tendido en la cama de hospital al leer la placa con su nombre en el uniforme— Pues me siento drogado, entumecido, adolorido y mareado, pero en comparación a los otros días… casi estoy como nuevo.

La mujer rió de buena gana. Había tanto por celebrar, incluso con el panorama que había dejado la destrucción, era como cuando sale el sol al final de la tormenta.

— Entonces no me hubiera gustado ver al viejo tú

Harry también rió, pero de inmediato se llevó una mano a las costillas vendadas.

— Eso fue muy poco considerado de tu parte, doc

La medimaga procedió a la revisión de rutina. Ahora, estando ya el paciente sólo en la etapa de recuperación, era lo único que debía hacer para prevenir complicaciones.

— Esas costillas estarán bien, Harry. Y no me llames "doc", no me agrada que me llamen cosas cuyo significado desconozco

— Doctora, eso significa. ¿Jamás lo había oído?

— Sí, pero para el caso es lo mismo. Ignoro lo que significa el término

— Los doctores son el equivalente muggle de los medimagos—Harry rió— Gretchen, ¿Qué creías que te estaba llamando?

— No tengo manera de saberlo, aunque viniendo de ti… una no puede esperar nada—le tendió un frasco— toma, bebe…

Harry miró la poción con asco— ¿Tengo que hacerlo?

— A menos de que quieras el dolor que tu recién expandida magia producirá al ajustarse a tu cuerpo

El chico suspiró y se tragó de golpe el contenido del frasco.

— Buen chico, ¿Sabes que eres el mejor bebedor de pociones que he tenido? Consciente e inconsciente, no recuerdo haberle metido tantas pociones a otra persona antes…

Harry hizo una mueca— Cuando estaba en Hogwarts llegué a creer que las probaría todas algún día… y, si así seguimos, puede ser posible

Gretchen sonrió— Puede ser que las curativas sí, pero hay mucho tipos de pociones… más si te llegas a meter con la magia negra—acomodó los almohadones del chico— además, la complicación está en prepararlas, la ingestión sólo requiere mucho estómago

— ¿Y me lo dices a mí?

La mujer sonrió y siguió comprobando el estado de su paciente. Tenía cuarenta años trabajando como medimaga y jamás, en toda su vida, se había encontrado con algo semejante a lo que era Harry Potter.

A simple vista parecía un muchacho joven medio escuálido, con esas facciones angulosas y la maraña de cabello negro. Sin embargo era injusto juzgar su aspecto estando el pobre convaleciente por haber derrotado al mago oscuro más poderoso del siglo; y aún así, haciendo tan injusto juicio, esos ojos verdes le daban tanta vida al conjunto que incluso hasta podría comenzar a creerse que ese chico era el mago más poderoso que existía.

— Bueno Harry, espero que estés listo para cumplir tu compromiso con la comunidad local, porque la hora de visita casi empieza.

— Ay no—se cubrió con la sábana hasta la punta de la nariz, causando una carcajada en la mujer— diles que estoy en coma.

Eso era algo que encontraba muy peculiar (además de que no tenía ni idea de lo que significaba la palabra "coma"), no todos los días se encuentra uno con una figura famosa a la que no le gusta la atención.

— Vamos, hoy sólo vinieron tus amigos… por cierto que debo revisar la muñeca de tu amiga, esa chica de cabello castaño…

— ¿Hermione?

— Granger, sí. Tus amigos son algo escurridizos, debo decirte… esas rubias casi se me escapan, ¡Ah! Por cierto… a la más chaparra le tengo que volver a hacer un estudio, los resultados que me dio son algo extraños… Mihara creo que se llama… ¿Cuándo las veas puedes hablarme?

— Sí, claro. A Hermione y a Sas, no se me olvida.

—Bien, te dejo que todavía me faltan la mitad de mis pacientes… y eso que ya no hago guardias—fingió un escalofrío— es horripilante este trabajo a veces. Nos vemos, Harry

— Ajá, adiós Gretchen.

Unos diez o quince minutos más tarde la puerta se abrió de golpe para revelar a una sollozante Hermione que se abalanzó sobre la cama de Harry.

— Nos dijo la doctora, digo, sanadora Lenox que por fin habías despertado…—las lágrimas se le escapaban a mares— Dios, Harry… ¡Al fin!—Se le echó encima para abrazarlo.

— Agh… Her…mio…ne… me as… fixias—logró articular.

— ¡Ay! Lo siento—se levanto rápidamente. Ron estaba en una esquina, riendo disimuladamente— ¡Ron! No te rías—le reprochó la castaña.

El pelirrojó obedeció, pero sin perder la sonrisa mientras se acercaba— Hey, compañero… Ya era hora de que dieras señales de vida… ya sabes, te abrazaría pero no quiero romperte otra costilla… con las que te destrozó 'Mione es suficiente…

La chica le dio un pisotón. Harry se rió.

— ¿Y ustedes dos ni siquiera pueden respetar mi convalecencia?

— Esta chica es imposible, ya la conoces—contestó Ron. Hermione frunció el ceño— pero aún así quisiera preguntarle eso que te dije que le iba a preguntar cuando estuviéramos juntos después de que acabara toda esta mierda de guerra…

— Sí, ya recuerdo… y creo que ese momento es ahora—le contestó Harry

— Eso me estoy temiendo—murmuró Ron— ya sabes cómo me pongo

Harry asintió con una media sonrisa.

— ¿De qué demonios están hablando?—saltó Hermione, con la histeria de las lágrimas encima— ¡Odio que hablen en clave y no me incluyan!

— Pero si esto te incluye a ti, Hermione—comentó Harry, viendo de reojo a todos los Weasleys que esperaban afuera con unas enormes sonrisas. Los tres rubios Gaarder entre ellos.

— ¿Cómo? ¿Qué? ¿Exactamente qué me incluye a mi, Harry?

— Ron puede contestarte mejor a eso…

— Ronald, no estoy para juegos en este momento, así que me dices o…—gruñó la castaña.

— No es un juego—el pelirrojo carraspeó— es una pregunta que quería hacerte… sólo que no vengo preparado porque ya ves que creíamos que Harry aún no despertaba y…

— Ronald, no me importa si te preparaste o no… lo cual es ridículo por cierto, ¡Sólo hazme la maldita pregunta!

Harry arqueó las cejas, con una sonrisita medio sospechosa. Hermione frunció el ceño.

— Bueno, como quieras… Lo que quería preguntarte, Hermione, es ¿Quieres casarte conmigo?

— Claro que quiero—manoteó al aire— pero no puedo creer que ustedes dos hayan…—Hermione paró en seco al caer en cuenta de lo que le habían dicho. Entonces comenzó a perder el color del rostro y a retroceder impactada.

— Creo que se va a desmayar—le dijo al pelirrojo, quien estuvo junto a ella en el acto para sostenerla.

— Al menos me dijo que sí—contestó Ron con una sonrisa en los labios y su prometida en los brazos, mientras los Weasleys y compañía entraban como tropa.

— ¿Qué pasó, cielo?—Molly miraba preocupada a la que siempre había considerado su nuera favorita.

— Dijo que sí—contestó Ron— pero se desmayó

El grupo se deshizo en vítores.

— ¿Qué rayos pasa aquí? ¡Esto es un hospital, por Merlín!—Gretchen llego atraída por el ruido.

— Oh, sanadora Lenox, lo sentimos—se excusó Bill— es que mi hermanito se le acaba de declarar a su novia y creo que es la primera buena noticia que tenemos en estos tiempos tan difíciles…

Gretchen sonrió— Y supongo que la novia es la chica desmayada… a la cual por cierto tengo que revisarle la muñeca—apareció una camilla— hágame el favor de recostarla aquí—se dirigió a Ron— y aún así esto es un hospital… ése es mi paciente—señaló a Harry—y no me importa si se desata la tercera guerra mundial, un escándalo como ese de nuevo y yo misma me encargo de que no vuelvan a poner un pie en esta institución ¿Entendido?

— Sí, claro, disculpe—contestó Ron después de haber dejado a Hermione en la camilla.

— Perfecto—Gretchen sacó un pequeño frasquito con un polvo azul. Lo destapó y lo puso frente a la nariz de Hermione hasta que la chica se despertó.

— ¿Qué pasó?—preguntó la castaña, totalmente desorientada.

— Te vas a casar y yo te voy a revisar la muñeca—se giró a los Weasleys— por favor atrapen a la rubia de cabello corto, Mihara, también tengo que revisarla—volvió a concentrarse en Hermione, flexionándole la muñeca derecha para revisarla.

Harry aprovechó que todos miraban a Saskia (a quien Seth tenía atrapada por los hombros) para sentarse en la cama.

Después de unos momentos, Gretchen dejó a Hermione informándole que estaba completamente repuesta de la muñeca.

— Ahora, señorita Mihara… no se asuste. No entiendo ese miedo irracional que tiene a los sanadores, sólo quiero volver a realizar la lectura de energía que le hice el otro día… porque hay algo muy extraño en los resultados… una especie de variación que podría significar la presencia de…—la mujer calló súbitamente— ¿Podrían dejarnos a solas?

Todos (bastante intrigados) comenzaron a salir, pero cuando Harry hizo ademán de levantarse Gretchen lo detuvo.

— Ah no, tu de ahí no te mueves—se dirigió a Saskia— Podemos ir a la habitación de enseguida, si gustas… sólo quería que dejaran solo a mi paciente—susurró.

Saskia le miró nerviosa— ¿Usted cree que deberíamos?

— Sin duda

— Entonces vamos

Harry miró con curiosidad cómo Gretchen y Saskia marchaban hacia una habitación contigua (que se encontraba desocupada), casi con la misma curiosidad con las que los observaban los Weasleys, parados fuera de la habitación de Harry.

Seth, sin embargo, se fue a parar junto a Harry. El pelinegro seguía mirando hacia la puerta por la que la sanadora y la rubia habían desaparecido; podían apreciar cómo ambas féminas discutían a través de la ventana de cristal, pero no podían escuchar el qué.

— ¿Qué crees que le esté diciendo?

— No lo sé, pero Saskia estaba bien ¿O no?—murmuró Seth

Amy se paró junto a su gemelo, con la vista fija en su prima.

— La verdad, no lo creo. Yo pensaba que era el exceso de trabajo… pero puede ser otra cosa—La chica hablaba consigo misma— Dios… yo estaba con ella cuando casi se desmaya y sólo le dije que tenía que descansar… ahora, puede que sea demasiado tarde y todo va a ser mi culpa porque yo debí de haberle dicho…

— Amy, cielo, no seas fatalista—Seth la abrazó— de seguro no es nada—el rubio volteó a ver a Harry.

— Sí, de seguro sólo la está regañando por habérsele estado escondiendo—sonrió débilmente—Gretchen tiene fama en San Mungo de ser muy estricta

— ¿Y tú cómo sabes? Si llevas toda la semana inconsciente

Harry se rió— Pero he pasado más tiempo aquí que en el ministerio… sólo me faltaba la "doctora" Lenox para conocer a toda la plantilla…


Era un día de lo más normal en la vida de Josh Newell, normal pero bonito. La radio tocaba una de esas canciones que tanto amaba su Kaylie; tener una hija adolescente hacía que uno se acostumbrara al ruidajo y las cantantes que, en realidad, no cantaban.

Detuvo su taxi ante la señal de una dama frente al banco. La joven no debía tener más de veinte años y sin duda era una mujer muy hermosa. Llevaba un elegante saco de lana, beige, con cuatro botones en el pecho, botas, bufanda, guantes y un sombrero de esos que usaban las mujeres de la realeza en la tele.

La oyó suspirar mientras se recargaba contra el asiento, dejando el paquete que cargaba a un lado y sintió un poco de lástima por ella, cualquier cosa que apagara una luz como la de aquella belleza debía ser bastante desagradable.

— ¿Señorita?—preguntó, por más lástima que sintiera en su trabajo el tiempo era dinero.

La joven levantó la mirada, sonrojándose un poco por la vergüenza, le miró con unos ojos color chocolate bastante bonitos.

— Ah sí, disculpe… número diez de Grimmauld Place

— ¿Grimmauld Place?—Aquel no era un barrio seguro para una chica como esa.

— Sí, por favor

Pero ese no era su asunto. Se encogió de hombros.

— Claro, como guste


Saskia suspiró. Se rascó la cabeza, se puso de pie, volvió a suspirar y se rascó de nuevo la cabeza para sentarse otra vez junto a Harry en su cama.

El pelinegro la miró confundido.

— ¿Sas?—Amy, aún en los brazos de Seth, le miraba preocupada— ¿Ocurre algo malo?

La rubia oriental negó con la cabeza.

— ¿Entonces?—Era Seth quien ahora hablaba.

Saskia se preguntó vagamente cómo era que la estampa de esos dos abrazados la había lastimado tanto en su adolescencia, después se recordó que eso ya no tenía ningún propósito en su vida.

No ahora. Volvió a suspirar.

— Saskia, me estás asustando—Harry estaba junto a ella, inclinando ligeramente la cabeza para verla a los ojos.

— La señorita Mihara al parecer necesita lidiar con sus pensamientos—Gretchen colocó su diestra en el hombro izquierdo de Saskia— y sólo con eso…

Pero Saskia descuadró los hombros y negó ligeramente con la cabeza. Bajando la mirada y, con el rubio flequillo tapándole los ojos, entrelazó su meñique izquierdo con el homólogo derecho de Harry. Gretchen Lenox miró con algo de suspicacia a la rubia…

Conocía esa reacción, teniendo tanto tiempo como ella trabajando en el campo se acababa por explorar casi todas las ramificaciones de la emoción humana. Y el pánico, la incredulidad, la incapacidad para hilar más de dos palabras juntas era algo de lo más común. Sólo quedaba el misterio de que no quisiera estar a solas para pensar sobre su futuro.

— ¿Qué pasa?—preguntó Harry a Saskia, ahora mucho más consternado por el extraño comportamiento de la rubia.

Pero no obtuvo más respuesta que la intensa mirada que le dirigía la chica. Hasta parecía que estaba tratando de comunicarse sin palabras, esa mirada suplicante inclusive le recordaba aquella noche en su apartamento en la que…

¿Saskia acababa de poner una mano en su vientre? Porque hasta donde él conocía (y eso que su experiencia en lenguaje corporal era bastante amplia), ése era un gesto universal de protección.

De protección hacia un pequeño no nacido.

Se quedó de piedra cuando Sas comenzó a asentir furiosamente con la cabeza, ¿Tan transparente era como para que ella supiera lo que pensaba? De cualquier manera, Saskia asentía.

Y si asentía era porque… ¡Merlín!

— Entonces… la noche… aquella… nosotros—comenzó a balbucear sin saber cómo explicarse— y ahora tú estás…—hizo un ademán que ni él comprendió—y yo estoy… ¿En serio?

— Sí—susurró trémulamente.

Harry la pescó en un abrazo mucho más apretado que el que le había dado Hermione a él. Saskia comenzó a reír nerviosamente.

— Eso sí que no me lo esperaba—Gretchen sonreía disimuladamente.

— ¿Pero qué cosa está pasando aquí?—Amy miraba a Seth buscando una explicación, pero su hermano tampoco parecía entender nada.

— Bien—Gretchen dio un aplauso al aire—ya ha sido demasiada emoción para un día. Mi paciente necesita descansar… de todos—miró a los Gaarder uno por uno— y en este preciso instante—añadió.

Seth empujó a una reticente Amy hasta la salida (¡Pero yo no entiendo qué está pasando!) bajo la mirada severa de Gretchen, quien se tomaba muy en serio su papel.

— Sólo prométeme algo Sas—le dijo Harry, haciendo que la rubia detuviese su salida a medio camino.

— Claro, ¿Qué cosa?

— Nada extraordinario, sólo promete que te casarás conmigo y me darás la familia que nunca tuve—contestó, como quien no quiere la cosa.

Saskia se quedó con la boca abierta, pasmada. Y Gretchen comenzaba a sentirse dentro de una novela rosa.

— B…bueno, está bien. Nos vemos luego—dijo y salió corriendo.

— En mis tiempos—comentó Gretchen casualmente, mientras cerraba las cortinas y pensaba en cancelarle las visitas al chico, porque a ese ritmo acabarían cambiando el giro de San Mungo… de Hospital a Estudio de Telenovela— cuando un chico quería proponerte matrimonio te invitaba a cenar y te daba un bonito anillo… Me he casado tres veces y en todas ha habido cena, declaración, prometido hincado, anillo costoso y aplauso del público, ¿Qué ha pasado con las nuevas generaciones?


Ginny pagó al taxi y observó como se alejaba mientras fingía acercarse al número diez de Grimmauld Place, que no era más que un edificio abandonado a decir verdad. Pero en cuanto el auto se hubo marchado corrió hacia el 12.

Aquel doce que nadie podía ver.

Apretó su sombrero mientras Tonks le abría la puerta, sabía que era descortés no quitárselo dentro de la casa… pero aún tenía esas orejas. Y si le pedían que lo hiciera, que se lo quitara, ya tenía su historia prefabricada.

"Tardarán un tiempo que caerse, ¿Notas cómo ya están más mustias?" Aunque la verdad era que no. Estaban igual que el primer día y así seguirían por tiempo indefinido.

Suerte que nadie le dijo nada.

Saludó al profesor Lupin en la cocina. Siempre tan afable.

— Buenas tardes, Ginny, qué sorpresa verte por aquí—El hombre aún portaba varias cortadas que nada tenían que ver con su licantropía, sino con la batalla de hacía una semana.

Sonrió lo mejor que pudo— Oh sí, vine a darle una sorpresa a mi hermano—levantó el paquete que traía. Lupin frunció el ceño, mientras Tonks (que estaba a un lado de ella) sonreía abiertamente.

— ¿Una sorpresa?

Fingió una risa despreocupada, mientras sentía que el corazón le iba a brotar por la garganta.

— Sí, supongo que ya Tonks, o mi mamá o cualquiera que se pase por aquí, le habrá contado… ¡Por fin se le va a declarar a Hermione!...—El hombre sonrió mientras Tonks le daba un codazo— Y como ya no falta mucho para que haya boda, yo vine a traerle un pequeño regalito

— ¿Aquí? ¿Por qué no mejor se lo llevaste a su casa?

Justo como lo había ensayado frente al espejo esa mañana, sonrió pícaramente e hizo un gesto de complicidad para con el licántropo.

— Es que me enteré que hoy le toca la guardia para cuidar a Malfoy y quiero que vea mi regalo cuando esté solito…. Y no pueda desquitarse con nadie—acabó, poniendo cara de niña buena.

Lupin rió de buena gana y se levantó.

— De acuerdo, Ginny, lo bueno es que Tonks y yo ya nos íbamos… así que te dejamos sola para que erhm… sorprendas a Ron

— ¿Ya nos íbamos?—Preguntó Tonks, con toda la inocencia del mundo.

— Sí, Nymphadora, ya nos íbamos

Y caminaron hacia la salida, con los gritos de Tonks (¡NO ME LLAMES NYMPHADORA NUNCA MÁS EN TU VIDA! ¡¿ENTENDIDO?!) anunciándole a Ginny cuando se hubieron ido.

— Bien—suspiró, hablándole al viento— tengo diez minutos, cuando mucho, antes de que llegue Ron…

Subió las escaleras hasta llegar a la habitación que siempre había ocupado el pelirrojo en esa casa, a veces compartida, a veces para él solo. Pero siempre la misma. Se preguntó vagamente la razón, aunque no por mucho.

Tenía cosas más importantes que hacer.

Sobre el pequeño buró junto a la cama había una botella con colonia. La tomó y la olisqueó un poco. Muggle, de seguro Hermione se la habría regalado. Y, tentando un poco a los dioses, vendría por ella.

La dejó sobre la mullida cama, junto con su paquete. Sacó un pequeño rotulador y, esforzándose mucho para que la caligrafía quedase inmaculada, escribió:

"¡Sorpresa! El contenido puede resultarte apabullante. Hermione"

No sentía que quedase muy creíble, pero era lo mejor que podía lograr con los nervios desbocados y con esa culpabilidad por lo que le iba a hacer a su hermano. En cuanto abriera el paquete, una (cuidadosamente calculada) cantidad de polvo adormecedor, cortesía de Dimitri, saltaría sobre él dejándolo fuera de servicio las próximas dos horas.

Suspiró. Eso y una nota (en la que ponía: "lo siento") era todo lo que había en la caja.

Salió del cuarto con la culpa atormentando su conciencia, justo a tiempo para escuchar unos pasos en la escalera y una cabellera roja comenzando a asomarse por la misma. Corrió en dirección contraria y se escondió tras la pared.

Ron la pasó de largo sin percatarse de su presencia siquiera. Buena señal, o eso creía. Escuchó un golpe, una risita y luego, el inconfundible sonido de un cuerpo cayendo al piso. Sólo entonces se aventuró a salir de su escondite y fue a ver, como esperaba, a su hermano medio inconsciente en el suelo. Volvió a suspirar.

Corrió hasta aquella habitación que se reservaba para los prisioneros, por Sas lo había averiguado bien. Puso la mano en la perilla, sintiendo todos los hechizos de candado que tenía el cuarto.

Se concentró y, poco a poco, los fue rompiendo uno por uno. Al final, cuando pudo girar la perilla, se dio cuenta.

Ya no había vuelta atrás.


— Espera, espera… ¿Me estás tratando de decir que vas a tener un hijo?

— Eso o tengo un tumor del tamaño de un feto en el útero

—…¿Y que Harry Potter es el padre?

— Así es

— ¿Te acostaste con Harry Potter?

­— ¿Acaso a ti no te dieron la charla de las flores y las abejas?

— Sí, sí… pero existen otros métodos… ¿Nunca has oído hablar de la inseminación artificial?

— ¡Por Merlín, Amy! Sabes que eso es tan absurdo como tu idea de poner un salón de belleza en Los Ángeles

— Lo sé—murmuró— Es que me cuesta creer que tú te hayas involucrado con alguien tan… tan…

— Oh, era eso… sé que Harry es demasiado erhm… ¿Heroico?

— Yo iba a decir idealista, pero eso también vale

Saskia rió— De acuerdo, es demasiado idealista para alguien como yo… pero—se encogió de hombros— no sé, dudo que vuelva a encontrar a alguien que tenga tanto dinero en el banco y unos ojos tan verdes—dijo a modo de broma.

Ahora fue Amy quien se rió— Ese es lado bueno del asunto, mira, con que el niño saque nuestro cabello y sus ojos…—juntó su pulgar y su índice derechos y se los llevó a la boca para fingir besarlos.

— En serio, Amy… tengo miedo, siempre creí que iba a pasar mis años con un vibrador y ahora resulta que voy a tener un hijo y un esposo

Amy no pudo evitar una sonrisa burlona— ¿Un vibrador?

— Desde que los hombres siempre me han repudiado—se encogió de hombros.

— Tonta, los hombres no te repudian, si eres una chica muy hermosa—la abrazó cariñosamente— ese Potter se lleva más de lo que merece al amarrar una Gaarder

— La verdad, Amy, es que no se realmente quién sale perdiendo en todo este asunto

Porque ella nunca planeó buscar a otro hombre. Ya había tenido más que suficiente con el primero…

— Así es la vida, Saskia, las apariencias engañan hasta a la mejor detective en fenómenos paranormales y ni qué decir del héroe del mundo mágico


Draco se sobresaltó cuando sintió que estaban abriendo la puerta, no era la hora usual en que le traían la comida. Ni la hora usual en que lo interrogaban. Ni la hora usual en que lo atormentaban sus pesadillas.

Recién había comenzado a oscurecer. Por lo que no se explicaba quién podría venir a verlo.

Se cayó del alféizar, literalmente, cuando vio que era ella quien entraba.

— Hola, Draco

El rubio se levantó como pudo, tratando de recuperar su famosa compostura. La estampa era lo único que le quedaba, después de todo. Incluso con esa ropa muggle que no había visto el jabón en una semana y con ese cabello que debía lucir como un nido (no tenía espejo para comprobarlo), su compostura era lo único que le quedaba.

— Hola

Ella sonrió débilmente mientras se mordía el labio. Draco ladeó la cabeza, conocía ese gesto. Nerviosismo, algo con lo que no estaba familiarizado siendo él mismo.

Y no lo recordaba, ese gesto, en aquella apariencia. La princesa de cabellos negros y ojos cafés jamás había mostrado nerviosismo, pero esa Weasley (aunque no pareciese una) sí lo mostraba.

— No te ves muy bien que digamos

— Nadie se vería bien después de pasar una semana encerrado aquí

— Amm… sí. Quizá.

— ¿Sólo viniste a decirme lo mal que luzco o tienes algo que aportar a la trama de mi vida?

Ginny frunció el ceño. No iba soportar esos desplantes de Malfoy.

— ¿Te dijeron que Harry acabó con Tom?

Ella era la única persona que conocía (exceptuando, quizá, a Dumbledore) que llamaba de esa manera al "Lord".

— No, pero ya me lo suponía.

Ginny dio unos pasos hasta recargarse en la pared y cruzar los brazos.

— Todo acabó, sólo quedan algunos mortífagos por atrapar pero tú, Draco, sin pena ni gloria—Ella le miró seriamente— bueno, quizá con algo de pena… pero sin nada de gloria, que es lo que siempre te importó. Nada de gloria, ni siquiera serás recordado, se acabó.

— Sí, sí—contestó Draco, destilando amargura— acabado, solo, sin importancia, despeinado, en ropa muggle y con este estúpido verde Potter en los ojos que no le sienta nada bien a mi cabello.

Ginny no pudo evitarlo, soltó una carcajada ante el diálogo.

— ¿Verde Potter?—volvió a reír— Bueno, si te sirve de consuelo… no es un verde Potter—se paró y caminó hasta donde estaba él, observándolo con ojo crítico— No, de hecho no se parece en nada. Los ojos de Harry son como esmeraldas… un verde cautivador e impactante que tiene demasiada fuerza como para ser ordinario. El tuyo es sólo un verde pasto, que ni siquiera es tuyo. Pero qué le vamos a hacer—acabó con la sonrisa más cruel que tenía.

Eso tampoco se parecía a la dulzura de la princesa rebelde.

— Gracias, cuando quiera que vengas a echarle agua al Titanic te llamaré. Mientras tanto, sabes dónde está la puerta

— ¿Acabas de usar un dicho muggle?—Ginny le miró con los ojos como platos. Draco suspiró y se llevó una mano a la frente.

— Eso creo… no es fácil sobrellevar la transformación, ¿Sabes? Me cuesta demasiado mantenerme a flote… y no estás ayudando

— ¡Claro que no ayudo! Pedazo de idiota, ¿Cuánto crees que me cuesta a mí?... Quizá tú tengas que amarrarte las manos para no hacer el bien… pero yo tengo que esconderme de una anormalidad que ni siquiera me corresponde…

Draco arqueó una ceja— Claro, qué sacrificio tener que dejar de ser la rechoncha comadreja para convertirte en… bueno, en algo mucho más atractivo para la vista

Ginny se sacó el sombrero y puso las manos en jarras, con la izquierda sosteniendo el aparatoso adorno. Draco alzó ambas cejas al ver las orejas pero por lo demás permaneció inmutable.

— ¡Eres insoportable! ¡Por eso te odio! Por esa arrogancia, esa petulancia… no puede ser posible que exista una persona tan satisfecha de si misma—gruñó— Porque ¿Sabes qué? ¡Te tengo un notición! ¡No eres perfecto! ¡Ni siquiera eres atractivo como ser humano! ¿Quién, en este mundo, querría estar con alguien cuyo mayor anhelo es ser el centro de atención del mundo?

— Tú—contestó suavemente el rubio.

Como respuesta, ella se rió sin pizca de humor— No Malfoy, dije "querer estar", no "estar atada"… son conceptos muy diferentes.

— ¿Estamos "atados", Weasley?

— Sí, Malfoy. Atados como los peces cuando se atoran en los orificios de las redes de plástico, esas para mantener juntas las latas de cerveza en los six packs, que la gente tira al mar…

— Bonita analogía—le dijo con el sarcasmo que siempre había poseído.

— Es así como lo siento, aunque sigo creyendo que eres demasiado sucio para ser comparado con un pez… quizá con un molusco, aunque los pobres moluscos no tienen la culpa.

— Adoro el concepto tan elevado que tienes de mí—de nuevo su sarcasmo.

­— Una vez fuiste un demonio con corazón humano, entonces te amé… ahora no eres más que un humano con corazón de demonio…

Cataplúm. Al fin llegaban al punto que tanto había temido. El punto en que no tenía nada con qué defenderse, más que su boqueo de pez sin agua.

— Nuestro problema—continuó la chica, haciendo caso omiso a sus intentos por articular palabra tan poco dignos de él— más bien dicho, mi problema. Mi problema es que aún así, estúpido remedo de persona, ahora que no eres más que un humano con el corazón podrido… te sigo amando—suspiró— es tan deprimente no poder salir del círculo vicioso

Draco suspiró— ¿Y me lo dices a mí, comadreja? Mira que tú no eres mi sueño de pareja ideal… yo lo que necesitaba era una bonita sangrelimpia rubia con la cual tener pequeños Malfoys perfectos. Créeme que me pegó duro todo lo que nos pasa… y eso que yo ya estoy acostumbrado a que tengan mi futuro decidido—se rascó la cabeza— pero esto se pasa de cualquier límite, ¿No crees?—se rió tristemente.

Ella rió de la misma forma— Claro que lo creo… somos patéticos. ¿Qué vas a hacer ahora que tu conquista ha terminado?—se dejó caer en el suelo, sentándose al estilo indio.

Él la imitó— ¿Qué si qué voy a hacer? Linda, tú no vives en el mismo mundo que el resto de nosotros, ¿Es que acaso no te has dado cuenta de que estoy preso? Mi destino no depende de mí, para variar un poquito

— Ya venía siendo tiempo de que pagaras por todo el mal que has hecho—murmuró, más para si misma.

— Probablemente… pero, ¿Esta es la nueva forma de manipulación psicológica que van a usar? Huh, me parece bastante extraño que te manden para que hablemos de nuestras patéticas existencias

— De hecho, no me mandaron. Vine aquí por mi cuenta…

— Pero ¿Y los hechizos de la puerta, cómo entraste?

— Vamos, no es por presumir, pero si desde antes ya era buenísima con los encantamientos…

— Ah sí, lo recuerdo—gruñó, con cierto incidente bastante desagradable de su quinto año en mente.

Ella le captó la expresión y sonrió a modo de disculpa.

— Lo siento, pero te lo merecías.

— Claro, siempre soy yo el que termina hechizado, encerrado y decapitado por tu culpa

— ¿El destino?—sugirió, con una media sonrisa.

— La fatalidad, más bien. ¿Me decías que viniste por tu cuenta?

— Erhh… sí. De hecho, tu guardia está noqueado en una habitación

— ¿Noqueado?—se sentía algo estúpido repitiendo lo que ella decía.

— Ajá, con un polvo medio extraño que me dio Dimitri para poner en…

— El vampiro—la interrumpió— No sé si eres demasiado valiente o demasiado estúpida, de cualquier forma asociarse con un vampiro es demasiado peligroso. Son como las veelas, una vez que te hechizan hay poco que puedas hacer para librarte de la muerte.

— Tú y tu maldita manía de estarme interrumpiendo a cada rato—gruñó— No es como con las veelas… los vampiros se enamoran de sus víctimas y las veelas son más como tú, demasiado concentradas en su propia belleza y en la admiración que pueden recibir por parte de los demás.

— Claro—decidió ignorar el ataque— se enamoran de ti y lo siguiente que sabes es que te están succionando la sangre… y la vida.

— Hay peores cosas que la muerte

— Tengo bastante experiencia en infiernos personales, gracias. Y si lo que vas a hacer es estar defendiendo a tu amante vampiro mejor vete con él…

— ¡Draco!—exclamó la chica asombrada.

— ¡¿Qué?!—ladró él.

— Estás celoso—declaró con una sonrisa circunspecta.

— ¡Yo no…! Oh… Dulce Merlín…—se llevó una mano a la frente— Es cierto—inhaló y exhaló profundamente— Bueno, solía ser muy celoso, no tiene por que extrañarte

— Dimitri es… bueno, es difícil definirlo. Pero como ya dijiste, es un vampiro. No puedo tener un romance con un vampiro—se rió.

— Ya los has tenido con un demonio, ¿Por qué no con un vampiro?

— Porque no sería justo con él. Y, además, ya lo sabe.

— ¿Qué sabe?

— Todo… no le puedes esconder mucho a alguien que lee tu mente a pesar de la oclumancia.

— Todo… ¿Y sigue contigo?

Ella se encogió de hombros— Soy su rata de laboratorio favorita

Draco asintió, repasando su encuentro con el no-vivo.

— Y él te ayudó a llegar aquí…

— Ajá

— …Para que pudieras hablar conmigo…

— Así es

— …Y, exactamente, ¿De qué?

Cataplúm. Ahora estaban en el punto que ella no quería alcanzar. El punto en que ya no tenía defensa.

— De nosotros. Hay algo que hice y de lo cual seguramente me voy a arrepentir… pero igual y somos parte de un enorme ciclo, ya sabes, sin poder luchar contra ello...

— ¿Quieres hablarme claro?

No tenía defensa ni perdón de los dioses, seguramente.

— Vengo a sacarte de aquí, idiota. Por eso noqueé a tu guardia… y Dimitri me ayudó, por si sigues pensando en ello.

Draco sonrió de medio lado— ¿Esta vez no habrá ejecución?

— Aunque me pudra en el infierno, contigo ya que lo mencionas, no voy a arriesgarme a morir tan estúpidamente, como antes, nomás por ti…

— ¿Cómo se supone que vamos a sobrevivir en el mundo muggle? Porque en el mágico nos van a cazar como animales

— Tengo todo el dinero que he hecho modelando en centenares de cuentas diseminadas por toda Europa y Estados Unidos. Además acabo de mover hacia unos bancos suizos todo lo que me pagaron por el trabajo que hice en Navidad… también tengo unos pasajes hacia algún país caribeño cuyo nombre no recuerdo de momento y la bendición de uno de los vampiros más poderosos del mundo...

— Vaya que lo tenías planeado

— Un poco, sí. La gente olvidará lo que ha pasado, serán felices con sus nuevas vidas libres de la amenaza que representaban Tom y tú, claro está, y nosotros tendremos nuestro juicio final algún día. Pero por ahora lo que quiero es largarme de aquí…

El rubió acentuó su sonrisa— Te vas a arrepentir de esto

— Sí. Y tú vas a desear haberte quedado en este cuartucho

— Tienes razón. ¿Nos vamos?

Ella volteó a ver su reloj— Ajá, y justo a tiempo… sólo espero que Dimitri pueda entregarle mi carta a los chicos…

Draco puso los ojos en blanco, pero que constara que no estaba celoso. Él nunca.

Oh, bueno. Quizá sí, pero sólo un poco.

— Es que me preocupa porque la última vez que lo vi lucía muy decaído el pobre, como aquella ocasión en que se quemó y lo tuve que esconder en mi habitación como un mes, con mis compañeras de casa muggles creyendo que tenía a un cuerazo en la cama para hacerme compañía todas las noches…

Ok, de acuerdo. Sí estaba celoso.

—… Y bueno, no las culpo porque, la verdad fue algo gracioso. Es que Deb entró un día sin tocar y, esto, Dimitri estaba sentado en mi cama… ya sabes, con nada más que una sábana y eso… ah pues, y la pobre creyó que estaba interrumpiendo algo y se fue toda apenada…

Corrección. Muy celoso.

— Oye, no es que te presione ni nada, pero ¿Podrías dejar de hablar de eso?

Ginny sonrió inocentemente. Como cuando ella salía con Harry y él se pudría por dentro.


Ron despertó con un sobresalto, ¿Qué demonios había sido esa carta?... Y, más importante aún… ¿Por qué rayos se había quedado dormido?

Miró su reloj de muñeca… ¡Habían pasado dos horas!...

¡Malfoy!

Corrió hasta la habitación en la que lo habían metido. La puerta estaba abierta y no había nadie.

— ¡Maldita sea!


— ¿Y tú vives aquí? ¿Con otras dos chicas?

— Así es

— ¿Y aún así me dices que tienes una fortuna en el extranjero?

— No me gusta estar sola y ellas son mis amigas—Ginny se giró, olvidando la llave en la cerradura de la puerta del departamento por un segundo— así que mucho cuidado con tu lengua, Draco, en todos los sentidos.

El rubio se encogió de hombros.

— Como gustes

— Ojalá—le dio un giro final a la llave y la puerta se abrió— ¡Al fin! Ven, pasa… parece que no hay nadie… sígueme.

La chica lo guió hasta una de las habitaciones, al baño de la misma para ser más precisos.

— Ahora vas a tomar una ducha y nos largamos. Puedes buscar ropa en la puerta izquierda del clóset, no tardes

Sinceramente él no recordaba que fuera tan mandona.

Ginny se fue a desparramar sobre el sofá, sólo para enterarse que su primera suposición había sido errónea. Se dio cuenta que no estaban solos cuando Kara apareció de la habitación de Deb, cargando una bandeja con restos de palomitas de maíz.

— ¡Gin! Qué bueno que llegaste, ¿No quieres venir a ver películas con nosotras?—la chica se sentó a su lado.

— ¿Películas? ¿Por qué están viendo películas en una noche de miércoles?

— Es que estábamos celebrando que acabamos con el contrato, vamos a comer palomitas de maíz hasta que se nos salgan por los oídos.

— ¿En serio?—Se rió— ¿Tan pronto abandonaron los antros?

— ¡Por Dios! ¡Claro que no! Pero se supone que es una celebración, o sea, algo que no hacemos de común… comer palomitas. Y ya que estamos a eso, decidimos ver algunas películas de esos lindos actores de Hollywood para pasar el rato… es como un regreso a la adolescencia—acabó sonriendo.

Ginny acompañó el gesto— Gracias, pero no…

— Vamos Gin, no me digas que te vas a quedar sentada en el sofá en medio de la oscuridad como una ex esposa amargada…

— Gracias por la comparación, pero no. Estoy esperando a alguien

— ¿A quién?.... ah, y Gin, ¿De casualidad olvidaste maquillarte hoy? Es que tienes un montón de pecas en la cara que jamás te había visto…

La chica se pasó una mano por la mejilla con una sonrisa ausente. Al fin.

— Creo que sí me olvidé… y lo espero a él—señaló a Draco que acababa de aparecer con el cabello en su viejo estilo lamido de vaca, sólo que con la ropa de Dimitri (la única en todo su guardarropa que le entraría) parecía una especie de gángster ruso chaparro.

Kara se giró, observando a Draco con algo de confusión.

— ¿Por qué se peinó así? Digo, con el cabello mojado… en cuanto se le seque va a perder la forma… ¿Es alguna nueva tendencia o algo?

Ginny disimuló la risa que le entraba, mientras Draco parpadeaba desconcertado. Muggles, jamás los iba a entender.

— No lo creo, es sólo que Weasley no tiene gel en su tocador—La aludida cruzó las piernas, Kara iba a pelear ese argumento por ella, se notaba a leguas.

— ¡Claro que no tiene! Sería como suicidio de moda o algo así si tuviera… o sea, esta temporada los peinados son libres y voluminosos… no lamidos… como sea, es por eso que sólo tenemos mousse. El gel ha pasado a la historia.

Draco puso una mueca de horror.

— Kara—intervino Ginny, antes de que alguien saliera lastimado— te presento a Malfoy. Malfoy, esta es Kara

— Qué gusto—murmuró Kara— ¿Quieres que le llame a Deborah? La pobre está ahogada en un mar de babas desde que comenzamos a ver "La caída del halcón negro"

— No, no… déjala. Malfoy y yo ya nos íbamos, sólo que él necesitaba una ducha… arhm, y ropa. Por cierto—se giró hacia el chico— ¿Te quedó bien? Es que como tú eres mucho más delgado que…

— Adivino—interrumpió— que Dimitri—dijo con un tono enojado.

— ¡Sí!—Ginny sonrió falsamente— Ahora deja de interrumpirme si no quieres que haga de tu vida un infierno, bueno, otro infierno…

Draco resopló pero no dijo nada.

— Eh… ¿Gin? ¿Es tu pariente o algo así?

— Huh, no, Malfoy es… ah, pues… es mi ¿Novio de la escuela?—se dirigió al rubio.

— Ese es Potter—contestó el otro con total apatía.

— ¿Tu hermano postizo?—intervino Kara.

— No, ése también es Potter…—sonrió, aunque no había entendido muy bien a Kara— Malfoy yo sólo vamos a… pues a…

— ¿Fugarnos juntos?—sugirió el rubio.

­— Sí, a fugarnos juntos. Aunque sin el borde romántico que generalmente tienen las fugadas…

Kara puso una expresión de incomprensión total.

— Pero ¿Y el chico de tu habitación? A mí me agradaba más el chico de tu habitación… y apenas anoche estabas muy bien con él, ¿Qué pasó?

— Ah pues—Ginny decidió acelerar la no tan graciosa huída al ver la cara que estaba poniendo Draco— Dimitri y yo descubrimos que no éramos el uno para el otro… seguimos siendo amigos, no te preocupes… ahora si nos disculpas, tenemos que irnos… me despides de Deb

— Ajá, como quieras. Oye Gin, ya que no vas a estar saliendo con él ¿Podría yo…?

— ¡NO!—se dio cuenta de que había gritado y se sonrojó— disculpa, es que no es buena idea que te le acerques… sabes que nunca he tenido buen gusto. Es una persona peligrosa, realmente peligrosa… un condenado…

— ¿Condenado? ¿Cómo a ir a la cárcel?

— Entre otras cosas, sí. No te le acerques… Y, Kara, probablemente venga mucha gente a buscarme… bueno, a buscarlo a él—señaló a Draco— que no te asusten, es que acabo de sacarlo de erhm… de la cárcel.

Kara arqueó una ceja.

— Gin, ¿Siempre escoges a los hombres convictos y ojiverdes?

Ginny suspiró— Siempre, es como un fetiche… ahora sí nos vamos, adiós—Empujó a Draco hasta la puerta y salieron apresuradamente.

— Adiós—le dijo Kara a la puerta cerrada.


— Dios, ¿Qué es lo que vamos a hacer?—Hermione miraba de Ron al profesor Lupin y de Lupin a Ron.

— Es bastante obvio: averiguar cómo fue que sucedió esto…—contestó Severus Snape, sin inmutarse como era su costumbre.

Tonks miró a Remus con la misma sospecha grabada en la mirada. Molly Weasley notó el intercambio y los observó dubitativamente.

— ¿Ustedes saben algo?—preguntó, mientras el par se miraba con pánico.

— Bueno… puede no significar nada, claro… pero es que… nosotros… Remus y yo…—Tonks se giró hacia Lupin— Mejor explícales tú, Remus

— ¿Y por qué yo?... esto, digo—carraspeó— Ginny vino unos momentos antes de que nos fuéramos, dijo que le traía un presente a Ron, era una caja rosada con un moño…

— Púrpura en el frente—interrumpió el pelirrojo.

— Así es—concedió el licántropo.

Ron suspiró— Ese fue el paquete que encontré en la cama, con una nota de Hermione

— Pero yo no le escribí ninguna nota a ningún paquete—murmuró la castaña.

— Eso ya lo sabemos—murmuró Seth, sin animarse a completar la idea y sintiéndose fuera de lugar en el cuartel de la Orden.

— Entonces fue Gin—Amy miró a Saskia como tratando de encontrar la respuesta en ella.

— Eso, señorita, también es bastante obvio—intervino Snape con una mueca burlona— no necesitábamos una reunión para llegar a tal conclusión.

Molly Weasley se apretujó las manos.

Saskia suspiró— Jamás nos permitió averiguar sus motivos y un "lo siento" no dice mucho tampoco—miró a sus primos— Creo que deberían iniciar por buscarla en su casa…

— ¿Sería mucho pedir que ustedes se encargaran de eso?—preguntó Remus.

— No, de hecho yo misma iba a sugerirlo—contestó Saskia— hay otras dos muggles viviendo ahí y tenemos que ser discretos… Seth, Amy ¿Vienen conmigo?

— Claro—contestaron los gemelos al unísono.

Las tres cabelleras rubias desaparecieron de escena sin alterar en lo más mínimo la atmósfera de tensión.

— Lo que yo quisiera saber es ¿Por qué vino ella a liberarlo?—murmuró Tonks.

— Redención, absolución… todo depende del punto de vista—contestó una voz masculina desde la entrada.

— ¿Y usted quién es?—masculló Molly.

El hombre sonrió galantamente mientras se retiraba la gabardina (que colocó sobre el respaldo de una silla, a falta de perchero). Los Gaarders se encontraban tras él.

— Dimitri ¿Kourchenko?—Saskia miró al ojiverde, quien llevaba unas de sus usuales gafas.

— Así es, ¿Saskia?—La rubia asintió mientras Dimitri llevaba su vista al vientre de la chica— y James—agregó.

Saskia desvió la mirada asustada, mientras Amy la estrechaba contra sí y veía a Dimitri como si fuera una aparición.

— Ginevra quería que le entregara esto, señora Weasley—le tendió una carta que la mujer tomó con manos temblorosas.

— Pero eso no contesta mi pregunta, joven. ¿Quién es usted?

Dimitri profirió una carcajada al saberse llamado "joven".

— De hecho, soy mayor que ustedes—comentó sonriendo— y si lo que pregunta es qué me une a su hija… digamos que sólo una serie de eventos infortunados, manipulaciones del destino

— Yo creía que eras su novio—dijo Amy, aún aferrando los hombros de su prima.

Seth negó con la cabeza, mientras se paraba frente al hombre.

— Un vampiro—sentenció.

— Un humano, mago—contestó Dimitri imitando el tono para referise a Seth. Y, al sonreír, los extraordinarios colmillos quedaron expuestos ante la comitiva por deseo de él.

Molly abrió la carta desesperadamente, mientras leía el contenido su cara cambió a una de confusión total.

— Aquí dice que hay algo para leer antes de que entendamos lo que hizo—murmuró— ¿A qué se refiere?

— ¡Oh sí!—saltó Dimitri, rebuscando entre su gabardina hasta sacar un fajo de papeles muy antiguos— mi descuido, disculpe. Esto es lo que quería que leyeran—se los pasó.

— Pero… esto está en otro idioma… en runas o algo así

— La traducción está al reverso… y, señora Weasley, no había nada que pudieran hacer para cambiar el desenlace—tomó su gabardina y se la volvió a poner.

Antes de que cualquiera parpadeara, el vampiro ya no estaba entre ellos.

— ¿Qué demonios fue eso?—preguntó Tonks, sorprendida.

— Un vampiro—contestó Remus, olisqueando el aire.

Amy corrió a la salida.


­— ¿Un fetiche?

— ¿Qué querías que le dijera? ¿Que es una especie de obsesión inconsciente porque el primer hombre en mi primer vida tenía los ojos verdes y era un maldito asesino?

— Hubiera sido más sincero

— Y más traumatizante para ella. Con lo que le van a hacer cuando vengan a buscarte, y a buscarme, va a tener más que suficiente la pobre…

— ¿Quieres que le haga el obliviate?

— No, ya vámonos—sonrió—además ni siquiera tienes tu varita, so tonto

Él suspiró— Solías ser más linda cuando estabas secuestrada

— Tú también solías ser más lindo cuando yo estaba secuestrada

Touché—murmuró— ¿Nos vamos ya? Tenemos toda la eternidad para pelearnos, no sé por qué tanta prisa—le extendió un brazo.

— Es tú culpa—le contestó ella tomando el brazo en la antigua estampa de una pareja.

— ¿Aún insistes?—Comenzaron a caminar, con ella sonriendo porque acababa de atisbar unas ligeras trazas de gris en los ojos de él.

— Igual que tú

— Sabes que me gusta tener la última palabra, Weasley

— Lo sé, pero a mí también…

— Creo que me va a dar migraña—murmuró sin perder el paso.

— Tengo pastillas para eso—le sonrió mientras acomodaba la cabeza en su hombro.


Los tacones de la chica resonaban por el pavimento de la desolada calle. Tenía que alcanzar a ese sujeto, no era posible que ya se hubiera marchado.

Se paró a media calle, bafeada por la carrera.

— ¡Demonios!—y siguió con una sarta de maldiciones, cada una peor que la anterior.

— Ese no es lenguaje para una señorita—murmuró una voz acentuada en su izquierda.

¡Bingo! Ahí estaba Dimitri.

— ¡Tú! ¿Cómo… cómo…?

— Soy un vampiro… tu hermano lo dijo ¿No?... y él nunca se equivoca—Dimitri se sacó los lentes, para mirarla con un deje de burla.

— No, nunca

El vampiro negó suavemente con la cabeza— No deberías temerlo… él destino es extraño y tu lugar está a su lado

Amy frunció el ceño— ¿De qué demonios estás hablando?

— Olvídalo, por lo pronto… cuando llegue el momento me entenderás—y para sorpresa de la rubia, el tipo pegó un brinco hasta el techo de la construcción contigua.

Dimitri se alejó lo más rápido que su sobrenatural velocidad le podía permitir, si hasta sentía que no tocaba el piso (lo cual no era por completo descartable, a decir verdad). Se detuvo en el tejado de un enorme edificio de oficinas.

De nuevo solo. Se llevó las manos a la cara.

— Pero así tenía que ser—susurró una suave voz femenina a su lado.

Volteó para encontrarse a una bella mujer de ojos verdosos oscuros almendrados y cabello color caoba. Unas curiosas orejas puntiagudas sobresalían entre la cascada de pelo.

— Ah, eres tú de nuevo, hace rato que no te veía… desde que estaba en Nueva York… me manipulaste lindo y bonito, cielo

La mujer le sonrió culpablemente, sin el calor de la sangre robada en su cuerpo se parecía más a un cadáver que a una chica.

Igual que él cuando no bebía.

— Lo siento, pero una vez le fallé a mi hermana y no iba a hacerlo de nuevo…—comenzó ella, pero Dimitri la cortó.

— Sólo que no podías aparecerte tú misma y me usaste para llevarla a tu plan

— Se merecían la felicidad…

— Sin importar a quién te llevaras en el proceso, ah…

— ¡Oh, vamos! Tenemos tiempo de sobra para hacer lo que se nos antoje, ¡Somos inmortales!—gruñó al ver el resentimiento en los ojos verdes— pero sí, te usé. Y realmente no fue mi intención.

— Sí, claro—hizo un ademán al viento— ¿Y ahora cómo comprarás mi perdón, oh princesa de los elfos y reina de los hombres?

La chica se sentó junto a él, acurrucándose en su regazo en una posición muy provocadora.

— No sé, no sé… podríamos ver qué resulta…


Notas:

¡Se acabó! ¡Duh!.... XD

Traté de atar todos los cabos que quedaban sueltos, y en mi mente todo funciona muy muy bien… pero como son las dos de la mañana y he estado en pie desde las seis (de la madrugada del día anterior), andando de punta a punta de la ciudad, francamente, estoy muerta. Así que si escribo esto es sólo por el compromiso que sentía de acabar el fic antes de regresar a clases. En fin, que en estos momentos mis neuronas no realizan muy bien la comunicación sináptica…. Tengo demasiado tiempo sin beta y por lo mismo los horrores pasan directo a su lectura. Disfrútenlos y perdónenmelos, por favor.

"Mis agradecimientos a Khya, por seguirme incluso en este disparate. A Luadica, por hacerme campaña publicitaria y robo de las frases. A Lunaticaarwen, por dejarme destrozar el trabajo de su vida XD y a todas las personas que se tomaron el tiempo y molestia de leer ésta pieza de desvarío adolescente, ¡Son lo máximo!."