Agente de negro: confiesa sabandija - apuntandole con una linterna
Circe: ToT ¡No! ¡NO! ¡Yo no cobró nada! ¡NADA ES MÍO! ¡NADA!
Agente de negro: eso ya lo escuche ¡confiesa de quienes son!
Circe: ¡No son míos! ¡No lo son! ¡Son de ROWLING y de TOLKIEN! ¡bua!
Agente de negro: esta bien, te creo - le regresá su bolsa de chocolates - pero recuerda que - pausa para meterle drama - te estaremos vigilando - sale de la habitación de Circe

Allison Black: ¿Qué onda? 'che niña tu vas a poder ir a la premier de Harry Potter 3 mientras yo me aburró al por mayor ... ya que UU es mi destino ser desdichada XDD pero bueno, dejando de la lado temas tristes ;-) ahí luego me cuentas que tal estuvo la película, y dime ¿qué tal con tu fic? ¿ya lo publicaste? ¿o tadavía sigue en pie que yo lo ponga en mi perfil? :-P OK Gracias por el review y, ejem, no te preocupes creo que lo que menos queremos (todas) es que Legolas se quedé con un enano Oo ¡imagínate! Nos vemos. Te cuida, te bañas y me extrañas pedaza XDDD
Lily Potter: Er, lo siento señora Potter, pero no me llego la indirecta [QUIERO MAS!! QUIERO MAS!! QUIERO MAS!! QUIERO MAS!!] XDDD Me alegra que te haya gustado el final, se me ocurrió un día y ya no lo podía soltar XDDD Er, no, no estoy muerta, o al menos eso creo . ;-) Espero que te guste el capítulo y el final de este. Nos vemos.
Lucumbus: HI!! ¿Estresante? . ¿Tu crees? Pues no se si alegrarme o no por eso . pero bueno :-P ¡Exacto! Sin Gandalf que le este protegiendo la mente Voldemort a echo de las suyas muajajaja aunque no se podría decir que tiene mucho protagonismo en esto Oo Pobre, espero que no venga y me aviente la maldición. Bueno, bueno, ya basta de eso, mejor te dejo para que vayas y te leas el capi y me digas que tal estuvo ;-P nos vemos.
KAMI: Hello XDDD Si, ya creo que casi lloras en esa parte, fue un momento enternecedor y nos esperan más cuando llegue Sirius – que no falta mucho – y pues, no lo se, a lo mejor pongo alguna escenita cof cof cof atsui cof cof para que las niñas se deleiten la pupila XDDD Nos vemos y sigue leyendo XD
Dorian-Crow: ¿Qué tal? XDDD En este capitulo se ve con quien se queda Harry. Me obstine en no publicarlo hasta terminar el primer libro Oo lo que me costo mucho, este capitulo ha sido uno de los más difíciles de redactar... yyy ¡por que tu lo pediste! :P Aquí Gollum hace su aparición, bueno, no mucha, pero ya Harry se entera de que la criatura vive y respira el mismo aire que él XDD Te agradezco mucho el review y las palabras de apoyo :P Nos vemos y te cuidas
lily evans 1: XDDD ¿No crees que estoy muy grande para esto? Me alegra que opines Oo mi madre me lo dice tres veces por día XDDD U Pues ni tan lucha épica, ya verás, espero que te guste el capi .. una pesadilla escribirlo ¡¡Estaba bloqueda!! XDD Gracias por las palabras de apoyo. Nos vemos :P
Akirah, la nieta de Vegeta: Er.... ¡¡POR FAVOR!! ¡NO DESTRUYAS EL PLANETA! U Luego ¿dónde voy a vivir? ¿Qué pasará con Harry? Y, er, recuerda que tu querido abuelo se murió un par de veces protegiéndolo U Er, aquí le traigo el capítulo, recién salido del horno y espero que le gusten los merodeadores por que agregué un poco :P. See ya.
Nita: ... er, er, creo que me atrase – Circe checa reloj – tres semanas desde la última vez que publique, er, U sorry, espero no te moleste, ok? Nos vemos y gracias por el review
CERES: GRACIAS :P Espero que también te guste este capitulo Oo que me costo un ojo de la cara XDDD no me quería salir como yo quería y era borra que borra que borra, pero al fin esta aquí. Nos vemos y espero que te guste :P

Nelly Esp: WAW Que bien me alegra mucho, muchisimo que te haya gustado [Aoi: yo se que le dices que te gusta por lastima] y si, las habilidades de Harry irán aumentando, pero eso será poco a poco, y bueno, jejeje, en este capítulo hay varias sorpresas Espero que te guste el capitulo :P Nos vemos y gracias por el review
TT ¡BUUUUUU! ¡Me ataco un caballo de Troya! [Circe: U hablando de la película] snif snif TT un virús se había metido en mi computadora y temía por mis archivos, mi música y... ¡lo que llevaba del capítulo 11! TT Fue un suplicio, pero ya estoy aquí, una vez más entre ustedes TT Espero que les haya gustado el capítulo 10 y como se dieron cuenta estaba bastante más largo algo de lo que me siento orgullosa Por cierto, les debo mencionar algo que debí haber puesto en el otro capítulo y eso es el hecho de que ahora subiré los capítulos cada dos semanas [Aoi: no se para que te molestas en decirles - pintando sus cortas uñas con esmalte con ajo... - de todas formas terminas publicando cada dos MESES Circe: ¬¬ tu callate]. Pero bueno, dejando de lado las noticias, er ¿tristes? Oo Vayamos al capitulo Oo uno que me ha costado un INMENSO trabajo escribir por lo anteriormente dicho y Oo por que tenía muchas dudas en varias partes, pero - suspiro - lo termine [Circe: espero que decentemente Kami: lo hiciste bien ] y aquí esta
Tiempo: Al final del capítulo: Tierra Media 150 días Inglaterra 10 días
Harry Potter en la Tierra Media

Capítulo 11
Lothlórien de las Ilusiones
¿Qué ha pasado?

¿Dónde estaba?

Una gran oscuridad invadía el lugar. Una dolorosa y terrible oscuridad que parecía querer consumirlo todo, destruyendo la efímera cantidad de luz que tuviese el descaro de atravesarla, de retarla.

El dolor era amenazador, devorando lentamente cada nervio que poblaba su cuerpo. Cada parte de él gritaba, contrayéndose, buscando la manera de escapar del sufrimiento. La cicatriz le ardía como si se la hubiesen abierto una vez más, partiéndolo en dos el cráneo de un hachazo y después de retirar el arma agresora le hubiesen rociado ácido y éste se carcomiera lentamente la rozada carne, llegando a su cerebro, quemándolo remisamente, fundiendo cada nervio que se encontraba en su cabeza y haciéndolos temblar de dolor.

Pero de su boca no salía grito alguno, gemido alguno. Su cuerpo se encontraba en estado de sopor, demasiado cansado para si quiere responder a esa lenta y angustiante tortura. Dentro de un letargo que hacía imposible el mínimo movimiento.

Sentía, a pesar de la fatiga que invadía su cuerpo, la presión que era ejercida sobre éste, como si algo le envolviera, como un puño cerrándose fuertemente en él, presionando, sofocando. Podía sentir la textura de ese algo que le presionaba, que recorría de extremo a extremo su organismo, moviéndose suavemente, respirando. La humedad de esa piel, fría, lisa, cubierta de una especie de líquido viscoso que se adhería a sus brazos, a su cara, a su ropa.

Comenzó a abrir lenta, lánguidamente los verdes ojos, tratando de enfocarlos, pues a pesar de la oscuridad podía ver a través de ella; atravesar como dos dagas de jade la negrura del escenario.

Pronto se dio cuenta de su situación. Intento gritar, demostrar de alguna manera que seguía vivo, que su cuerpo no era carroña para que esos dos animales saciarán su apetito, pero... estaba demasiado, letalmente cansado para hacerlo y no le importaba que dos serpientes gigantes, viscosas, se envolvieran entorno a él, rodeándolo con su frío y liso cuerpo. Ni que sus ásperas y húmedas lenguas le acariciasen el rostro, manteniéndolo despierto pero en un estado de somnolencia.

Bienvenido, Harry siseó una voz dentro de su cabeza veo que al fin el bello durmiente ha despertado por el beso de sus dos princesas una suave y fría risa, desprovista de vida, de esperanza imagino que ya haz de saber que esta pasando hubo un silencio, durante el cual el Lord Oscuro espero la respuesta del joven, pero él estaba demasiado cansado como para pensar, dejándose llevar por ese abrazo mortal posesión, Harry, he posesionado tu cuerpo, y ahora camino detrás de tus nuevos amigos a la pronunciación de estas palabras, el joven Potter dio un respingo, como si le hubiesen inyectado energía, agitándose, tratando de salir de su prisión no te preocupes, no te haz perdido de mucho, digamos que solo he decido ver el nuevo mundo, conocerlo y observar a tus compañeros de viaje

- ¡Alejate de ellos! – logró, al fin, exclamar, y con esto avivar el dolor, como un fuego que se apaga al cual le han echado unos cuantos leños para que ardiese más profusamente, arrancando un grito de dolor de los labios del joven prisionero

No, no lo creo siseó Voldemort, riendo por el placer de escuchar y sentir como el joven se retorcía del dolor Este cuerpo me gusta, este joven cuerpo y el poder que hay dentro de él me gusta rió una vez más, los gemidos de dolor del joven eran música para sus oídos ha aguantado una batalla, una huida, y una larga caminata y aún no me ha pedido descanso. Puedo sentir los músculos de las piernas, de los brazos, el peso de tu espada golpeando tus caderas hizo una pausa, saboreando el momento la textura de tu varita Harry se agitó, removiéndose sin importarle el dolor que esto le trajera a su agotado cuerpo, tratando de arañar a las serpientes que ahora comenzaban a amenazarle con largos colmillos de los cuales goteaba un líquido cristalino, incoloro, pero tan mortal como cualquier veneno.

Necesitaba buscar ayuda ¡Necesitaba prevenir a la comunidad!

En un desesperado intento el niño-que-vivió se concentró, enfocándose en su enemigo, y de esta manera logro una milagrosa unión con Voldemort, viendo lo que él, sintiendo lo que él.

Sus verdes ojos buscaron, moviéndose velozmente, su mente estaba confundida, no sabía donde se encontraba; de algo estaba seguro, las minas se encontraban muy por detrás de ellos. Busco desesperado, pues Voldemort comenzaba a ganar el dominio completo del cuerpo, en una pelea de voluntades donde él las llevaba todas de perder pues no tenía suficiente control sobre su agotada mente. Justo en el momento que perdía el control, sus ojos se depositaron sobre la figura de Aragorn, que caminaba a la cabeza de la compañía, guiándolos.

Grave error.

¡Ah! exclamó la sombra de Tom Riddle con que ese es Aragorn, tu segundo, o debería decir, tu tercer padre

- ¡No le toques! ¡No te atrevas a dañarle! ¡¡Voldemort!! – gritó con todas sus fuerzas, desgarrándose la garganta, soportando el dolor que le atacaba

No te preocupes, Harry, muy pronto no sentirás su perdida, pues te reunirás con él... en el otro mundo Avada

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

- Tardare mínimo un día en repararlo – dijo un hombre con unos cabellos semejantes a la plata y una arrugada cara sobre la cual descansaban un par de perspicaces y cansados ojos verde agua – es un espejo mágico y repararlo será un dolor en el...

- No importa – le interrumpió un sonriente Remus – no esperaba que se reparará rápidamente ¿cuándo me dijo que podría pasar a recogerlo?

- Esperó que mañana – dijo observando un viejo reloj de bolsillo – a las 3 de la tarde ya se lo pueda tener listo

- Esta bien, vendré de todas maneras. Muchas gracias – dijo mientras tomaba el picaporte y abría la puerta, haciendo sonar una campanilla que colgaba arriba de ella

Cuando salió, una brisa otoñal le pego en la cara, despeinándole los cabellos, jugando con ellos. Posó los dorados ojos en el nublado cielo. Estaba seguro que no tardaría mucho en llover, el cielo se lo decía, el viento corría cargando el olor del agua.

- ¡Quien-no-debe-ser-nombrado irrumpe Azkaban! ¡Extra! ¡Extra! ¡Mortífagos escapan de sus celdas! ¡El Ministro enfrenta juicio por ineptitud! – gritaba un muchacho que cargaba una pila del diario mágico

- ¡Eh! ¡Muchacho! – gritó Remus ganando de esta manera la atención del jovenzuelo – dame uno – dijo mientras le entregaba siete knuts [Circe: ya se que el diario cuesta 5 knuts, pero incluso Remus puede darse el lujo de dar un pequeña propina]

- Gracias, señor – dijo antes de retirarse y continuar con su cantaleta que se escuchaba por todo el callejón Diagon

Remus lo vio alejarse y después dirigió sus ojos a la página principal del diario, donde se encontraba una enorme fotografía de la prisión de Azkaban y se podía ver a Kingsley ordenando a otros aurores.

Quien-No-Debe-Ser-Nombrado irrumpe Azkaban

En la madrugada del día de hoy Quien-Ustedes-Saben irrumpió personalmente en Azkaban, liberando de esta manera a los mortífagos que habían sido apresados el día en que el ministro Cornelius Fudge había informado al mundo mágico del regresó de Quien-Ustedes-Saben.

"No nos explicamos por que lo ha hecho, después de fallar su atentado contra el ministerio debería estar furioso con ellos" informó el auror Kingsley que se encuentra en la prisión mágica junto con un grupo de aurores. Se cree que el ministerio...

¡¿Cuando tenía pensado Snape informarles de este nuevo acontecimiento?! Remus, molesto de que los lame-botas de Voldemort hayan sido liberados maldijo, ganándose la desaprobadora mirada de una anciana que vendía flores en un puesto al lado del licántropo. Remus le dirigió una sonrisa nerviosa y deteniendo la lectura de ese artículo, pasó al siguiente, donde se mencionaba la situación del ministro de magia.

Cornelius Fudge ¿Culpable o Inocente?

Horas después de ocurrido el incidente en la prisión de Azkaban la Confederación Internacional de Magos informó que el ministro ingles Cornelius Fudge será juzgado por la ineptitud que ha demostrado en el desempeño de su cargo, enfrentando sanción y una posible suspensión permanente del cargo. Los miembros de la CIM informaron a este reportero del Profeta que ya tienen en mente unos posibles candidatos que desempeñaran el papel de ministro con mayor orgullo y dignidad, actuando conforme la situación presente lo amerita.

De momento, El Profeta no ha podido conseguir una entrevista con el señor Fudge, actual ministro, pues se ha negado rotundamente en dar su versión de los hechos y ha prohibido la entrada de los periodistas a las oficinas del Ministerio de Magia. Mientras tanto, Albus Dumbledore, Director del Colegio de Magia y Hechicería, miembro de la Confederación Internacional de Magos y Jefe de Magos del Wizengamot ha...

El hombre lobo cortó en ese momento su lectura. Sabía que cualquier cosa que Albus hubiese dicho a los medios se los diría, aumentado, en la junta de mañana. Además de que no se sentía con ganas de continuar leyendo. Estaba demasiado cansado. Era 28 de Agosto y esa noche había luna llena. Personalmente no hubiese salido, pero necesitaba llevar a reparar ese espejo, Harry podría volver en cualquier momento y deseaba darle esa sorpresa.

Remus Lupin comenzó a caminar a través del bullicioso callejón Diagon, dándose cuenta de que a pesar de la amenaza de Voldemort se podían ver corriendo a jóvenes estudiantes de Hogwarts, tratando de hacer sus compras de último minuto. Sonrió recordando su tiempo de estudiante y cuando los merodeadores se reunían para suplirse con las nuevas invenciones en bromas, er, con los libros de la escuela.

Justo en ese momento pasaba al lado de Scribbulus Everchanging Inks [Circe: un lugar donde venden plumas, tinta, rollos... U no sé como se escribe en español, es que me he leído los libros en ingles] de donde salía un grupo de amigos, jugando. Rió al recordar una situación parecida pero donde los merodeadores eran los protagonistas. Esa vez Wormtail no había podido ir con ellos, pues él y su familia se encontraban en España. Los merodeadores ya habían terminado todas sus compras, solo les faltaba suplirse de pergaminos y de botes de tinta. Los chicos iban saliendo de esa misma tienda cuando Sirius tropezó, llevándose en el progreso a James quien había derramado, accidentalmente, su pomo de tinta sobre el cabello de Padfoot ¡Sirius se había vengado bañándolo con una malteada de chocolate! Y James no había parado de perseguirlo por todo el callejón tratando de vengarse por ello. Mientras que él, Remus, había tenido que cargar con todos los paquetes y bolsas de las compras, tratando de alcanzar a sus amigos, que corrían haciendo medio desbarajuste en el callejón, y él teniendo que regalar sonrisas nerviosas a todos los que sufrían por la diversión de sus amigos, quienes solo pensaban en disfrutar de la vida, sin importar a quienes se llevaban por delante. Recordó, con pesar fingido, que los había alcanzado en un pequeño callejoncito, llegando con todos los paquetes y sin poder ver bien por donde iba por que le cubrían toda la cara.

- Moony, Moony, Moony – dijo en una cantaleta la voz de Sirius – ¿Qué vamos a hacer contigo?

- Mi muy estimado señor Padfoot, tiene usted toda la razón – exclamó James – nosotros, llenos de tinta y de chocolate, hemos arruinada nuestra galanura. Sería tan amable de explicarnos, doctor Moony ¿Cómo hemos de impresionar a las féminas que se crucen por nuestro camino el día de hoy?

- Claro, no que estemos total y completamente arruinados – dijo Sirius – pero se me hace de mal gusto que usted continué inmaculado

Un joven Remus asomaba la cabeza por entre la pila de paquetes que amenazaba con desparramarse por todo el suelo. Y con miedo se dio cuenta que sus dos amigos tenían una sonrisa traviesa en los labios, la sonrisa que se los curveaba cada vez que cometerían alguna diablura en contra de los inocentes estudiantes de Hogwarts.

- Er ¿chicos? – susurró el joven Lupin, regalándoles su tímida sonrisa que traía a gran parte de la población femenina de Hogwarts a sus pies – ¿Padfoot? ¿Prongs? – vio con cierto recelo como comenzaban a acercársele, ambos con las manos escondidas en sus espaldas – ¿Qué están tramando?

- Es por soliradi, soridadi – trataba de decir Padfoot

- ¿Solidaridad? – preguntó inocentemente Remus mientras caminaba hacia atrás, alejándose de sus dos peligrosos amigos

- ¡Eso! – exclamó Sirius - ¡Solidaridad!

- Te aseguramos que no dolerá nada, nadita – dijo James, quien se había colado detrás del pobre licántropo, elevando algo justo arriba de la cabeza de Lupin

- ¡Wow! ¿No es esa Lily Evans? – gritó Remus mientras hacia un gesto con la cabeza

- ¿Dónde? ¿Dónde? – preguntó un apurado James, olvidando lo que tenía que hacer y tratando de limpiar un poco su rostro

Remus tomo esta oportunidad y lanzó la pila de paquetes a Sirius, para después echarse a correr por el callejón, tratando de salvarse de las travesuras de sus amigos.

- ¡James! – gritó un exasperado Sirius mientras se levantaba – ¡Eres un tonto! Te ha engañado con ese truco como si fueras un bebé

- Pero, pero... – Prongs hizo un pucherito, como si alguien le acabará de quitar su golosina favorita

Remus mientras tanto se había escondido detrás de un puesto donde vendían flores, y soltó un gran suspiro, pues acababa de escapar de esos dos lunáticos que tenía por amigos. O eso creyó.

- Ou, Moony – dijo la voz de James – me has herido en lo más profundo – exclamó llevándose una mano al corazón en un gesto de dolor totalmente fingido

Antes de que Remus pudiera reanudar su alocada carrera, se encontró atado de piernas y manos.

- Es por solidaridad, mi estimado doctor Moony – un asustado Remus vio como sus dos amigos se acercaban a él, y hubiese jurado que les podía ver un par de cuernos a cada uno y una colilla arrastrándose por detrás

Minutos después, tres jóvenes caminaban por el callejón Diagon, cargando paquetes y bolsas, dos de ellos portando enormes sonrisas en los labios, pasando sus brazos por los hombros de uno de cabellos claros y extraños ojos dorados que se encontraba en medio de los dos. James bañado en chocolate, Sirius con tinta roja sobre su cabello y el pobre de Remus con los cabellos claros bañados en tinta negra y la siempre inmaculado túnica llena de chocolate. Sonrió. Al menos era su sabor favorito.

Tomo, maquinalmente, un pergamino que le había dado un joven auror. Lo elevo a la altura de sus ojos, sin detener ni un solo momento su caminar. Defiéndase y defienda su casa de los atacantes. Desde que se había hecho publico el regreso de Voldemort, se podía ver a jóvenes aurores entregando pergaminos donde venía como se podía defender uno de los mortífagos. También, desde el ataque al callejón Diagon, la seguridad se había incrementado, y ahora mismo se podían ver aurores patrullándolo.

- ¡Eh! ¡Profesor Lupin! – gritó una joven voz

El licántropo se giró hacia la fuente de esa voz y pudo ver a Hermione, Ron, Neville, Ginny y Luna sentados en una mesa de afuera de la heladería Florean Fortescue, todos y cada uno de ellos devorando un delicioso helado de ese lugar.

- ¿Cómo se encuentran? – dijo acercándose a ellos

- Muy bien profesor – respondió Neville, quien se encontraba muy feliz de ver otra vez al amable profesor Lupi, sin importarle en lo mínimo que fuera un hombre lobo. Si su abuela confiaba en él quería decir que era de fiar.

- Sí – dijo Luna Lovegood – tan solo divirtiéndonos con Ron y Hermione – Remus la miro confundido, pero una risa pícara capto su atención

- Nos hemos enterado que a mi hermano ya la echaron el lazo – logró decir Ginny entre sus risas juguetonas

- ¿En serio? – exclamó el licántropo – ¡Felicidades por eso! – dijo a una turbada Hermione y aun sonrojado, hasta las orejas, Ron – Seguro que Harry se alegrará mucho cuando se enter

- ¿Harry? ¿Quiere decir que no sabe? – preguntó tímidamente Neville, y entonces el hombre lobo se dio cuenta de su error al mencionar al joven Potter ¡Se suponía que ellos no estaban enterados de su desaparición! Ahora que pensaba en eso ¿Cómo le haría Albus? ¿Qué le diría a la comunidad mágica? "Siento informarles que Harry Potter el niño-que-vivió esta desaparecido ¡se ha esfumado justo delante de mis ojos!" Si claro, como no ¡El mundo mágico entraría en caos! Harry, el héroe que había logrado derrotar al Lord Oscuro, desaparecido, mientras este se encontraba vivito y creando terror

- Profesor – habló Luna, sacándolo de sus pensamientos – ¿Dónde está Harry? ¿Por qué no ha venido también al callejón Diagon?

Remus observó con gravedad a Neville y Luna, intercambiando preocupadas miradas con Ron y Hermione. Después de un rato los dos mejores amigos del joven Potter asintieron con la cabeza. Neville y Luna merecían saber, habían estado con ellos en la pelea del departamento de los misterios, deberían decirles a estos dos, parecía que eran del círculo más cercano a Harry, y... tarde o temprano la noticia ocuparía los diarios mágicos del mundo entero.

- Chicos, tenemos que hablar – dijo regalándoles una seria mirada – pero no aqu

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

Aragorn caminaba al frente de la compañía, guiándolos a paso vivo al bosque que se extendía a unos cuantos kilómetros lejos de ellos, guiándolos al dorado bosque de Lothlórien.

Los miembros de la comunidad avanzaban justo detrás del montaraz, ansiosos por alejarse de Khazad-Dûm, cuya salida era como un enorme agujero que respiraba oscuridad, terror... muerte... amenazando con tragarlos si tenían la osadía de acercarse a él. Justo detrás de la compañía brillaban tres picos nevados, imponentes, arrogantes. Los picos de las montañas de Moria: Celebdil, Fanuidhol, Caradhras, tres enormes montañas por cuyas entrañas corría la interminable red de pasillos que conformaban el maravilloso y antiguo reino de los enanos.

Los nueve compañeros avanzaban, siguiendo el Cauce de Plata, un maravilloso rápido que se alimentaba de varias corrientes que bajaban de las montañas. Centelleaba a la pálida luz del sol, sorteando las verdes piedras, creando una espumosa blancura al caer de cortos saltos, gorgoteando por un canal abrupto abierto en la piedra. Alrededor se elevaban unos abetos, bajos y torcidos, con las ramas desnudas esperando a reverdecer cuando llegara la primavera.

Aragorn marchaba a la cabeza, con Boromir y Legolas pisándole los talones. Gimli iba un poco más atrás, cargando la pesada hacha entre las manos, seguido por Merry y Pippin, quienes de vez en cuando se volvían para mirar a un agotado Frodo que era ayudado por su fiel sirviente Sam. A la cola, totalmente rezagado, más no por cansancio físico sino por gusto, avanzaba el joven Potter, quien observaba calculadoramente a sus compañeros y los alrededores.

Ezellahen se detuvo inesperadamente, como si algo novedoso hubiese ocurrido en el silencioso paisaje. Bienvenido Harry siseó. Una sonrisa torcida se formó en los delgados y rozados labios, virando su cabeza hacia el cielo, haciendo refulgir un par de rubís en el moreno rostro, olvidando por completo las esmeraldas fulgurantes que deberían estar en su lugar... después de un momento, en el cual parecía pensar, reanudo su marcha, calando la resistencia del cuerpo, avanzando rápidamente pisando fuertemente el verde pasto, con la espada golpeándole la cadera cada vez que sus pies tocaban la hierba. Una suave corriente acariciaba su larga gabardina de piel, ondeándola, jugueteando con su largo cabello azabache. Se detuvo una vez más, desenfundando la vara, acariciándola como si de un hermoso tesoro se tratará.

Una mueca de odio se dibujo en el joven rostro de Potter, los ojos rojos brillaron intensamente para después darle paso a unos opacos ojos verdes. Se movían rápidamente, confundidos. Giraba la cabeza a sus lados, tratando de ubicar en donde se encontraba. Una mueca de dolor curveaba los labios, los ojos comenzaban a brillar una vez más en rojo, pero antes de que estos se tiñeran por completo con el color de la sangre se posaron sobre el nuevo guía de la compañía. Aragorn, dijo en un susurró perdido, dolido, olvidado por el viento.

Por un breve momento el cuerpo pareció inerte, los ojos no sostenían color alguno, solo la blancura de la nieve. Por un breve momento parecía que el cuerpo caería, precipitándose a una velocidad vertiginosa hacia la hierba, hacia la tierra, donde quedaría en un eterno descanso, donde la vida abandonaría la carne, dejándola para convertirse en el alimento de cuervos, de gusanos. Pero antes de que todo eso pudiera pasar, antes de que el cuerpo golpeará el suelo a sus pies, los brazos recobraron la movilidad, apoyando rápidamente las manos en las piernas, aferrándose a las rodillas. Respiraba agitadamente, como alguien que acaba de correr miles de kilómetros para salvar su vida y al fin puede detenerse. La cabeza caía hacia delante, cubriendo el moreno rostro, con el cabello colgándole. Lentamente elevo el perfil, mirando hacia adelante, unos ojos rojos atravesando las cortinas de cabello negro.

¡Maldito mocoso! ¡¿Cómo se atrevía a retarlo?! ¡¿Cómo se atrevía a quitarle el control de ese cuerpo?! Pagaría. Lo haría pagar. Retorcerse ya no solo de dolor físico sino también que le destrozaría el alma, el corazón. ¡Ah! – exclamó mentalmente – Con que ese es Aragorn, tu segundo, o debería decir, tu tercer padre. Una sonrisa torcida se formo en sus labios mientras con placer escuchaba las desesperadas palabras del niño. No te preocupes, Harry dijo apuntando hacia el montaraz con la vara de madera muy pronto no sentirás su perdida, pues te reunirás con él... en el otro mundo.

- Avada

Silencio.

Un rictus de dolor contorsiono el joven rostro, distorsionándolo. La vara resbaló de sus dedos, y se llevó esa mano al corazón, presionándolo. Cerrándose en un puño. Comenzó a respirar agitadamente, tratando de jalar aire a sus pulmones, llenarlos de oxígeno, pero... no se podía. No importaba cuantas veces lo jalará, lo succionará, simplemente parecía que no le llegaba, que no le bastaba, dejándolo con una sensación de ahogo, de asfixia. Cayo sobre sus rodillas, apoyándose en una mano, mientras la otra seguía presionando su corazón. Tosió un poco, expulsando un hilillo de sangre que bajo hasta la barbilla para después caer en la verde hierba en forma de delicadas y pequeñas gotas carmines. Con una última inhalación, se desplomo sobre la verde alfombra, agotado, la mano no dejo en ningún momento el corazón.

- ¡¡Harry!! ¡¡Harry!! – una desesperada voz le llamaba, zarandeando el adolorido cuerpo – ¡Por Ilúvatar abre los ojos! ¡Ábrelos Harry!

Aragorn sacudía el cuerpo de su pupilo, asustado, temeroso de que algo grave le haya pasado, temeroso de que alguna flecha envenenada de los orcos le hubiese rozado y él no hubiera hecho nada para sanarle ¡Para notarle herido! Una tos seca salió de la boca del joven entre sus brazos, una tos que indicaba que no estaba muerto. Gracias a los Valar que seguía vivo.

Unos confundidos y cansados ojos verdes se revelaron ante los asustados miembros de la compañía, observándolo todo como si fuera la primera vez. Los pequeños hobbits soltaron el aire que habían retenido, tan aliviados se sentían que Merry y Pippin comenzaron a danzar, sujetándose de ambos brazos. Legolas sonrió abiertamente, dejando al viento acariciar sus rubios cabellos. Boromir suspiro, mirando hacia el cielo que se extendía sobre ellos. Gimli dio un golpe con el hacha a la hierba, soltando una lagrimilla.

- Por Elendil, Harry ¡no vuelvas a darme esos sustos! – lo estrecho Aragorn con fuerza contra su pecho

- Gané – dijo en un débil susurró el joven Potter – lo expulsé – suspiró mientras se apegaba más al cuerpo del heredero de Isildur, buscando la calidez de ese abrazo, la calidez y el cariño que se le habían negado cuando tan solo era un niño

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

El mago blanco. El traidor. Saruman. Uno de los sirvientes más poderosos de Sauron. Tantos nombres se le podrían dar a ese anciano que se encontraba frente a una piedra negra, una de las siete perdidas palantíri.

Hacia unos momentos que había estado hablando con su señor cuando una sombra en forma de serpiente se había interpuesto entre su amo y el mago blanco, una sombra que surco su palantir con un grito de dolor. Él sabia de quien se trataba. Ese tal Voldemort debió haber estado haciendo otra vez de las suyas con ese mago que él ni siquiera conocía ¿Sería un punto importante en esta guerra?

Deslizo una suave tela sobre la piedra. Y después comenzó a bajar los incontables escalones de su blanca torre. Recorriendo pensativamente aquellos parajes hasta llegar al fondo de ellos.

Sonrío malévolamente, dejando a su mente fantasear con lo que estaba próximo. Los orcos trabajaban duramente. Era cierto que no eran unas criaturas muy bonitas. Bajos, cuadrados y patizambos, con brazos largos, caras oscuras, bizcos y de largos colmillos. Vestían ropas sucias y toscas y zapatos pesados. Pero eran diestros en la excavación de túneles, en la fabricación de armas y en otras habilidades prácticas. Odiaban las cosas bellas y les encantaba matar y destruir. Su perfecto ejercito, los soldados más aguerridos, pero sabia que le faltaba algo más.

Bajo hasta el fondo de ese agujero, y vio, con el placer dibujado en cada una de las facciones de su rostro, como nacían. Sus Uruk-hai aquellos que superarían a los orcos. La misma forma de vida, pero... perfeccionada. No había otra forma de decirlo.

Miles de aves negras entraron en ese agujero, hiendo hacia el mago, el punto que más resaltaba en todo eso gracias a sus ropas y cabellos blancos.

- Lothlórien – dijo con una sonrisa torcida – así que se han escondido en el bosque de Oro, bajo la protección de esa bruja elfa, Galadriel – giró sus ojos una vez más a los capullos que descansaban sobre la tierra, entre el lodo – pronto estarán listos – poso una mano sobre el más cercano – y le demostrarán su fidelidad a Saruman cazándolos

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

Después del pequeño incidente con Harry, Aragorn había decidido reanudar la marcha lo más pronto posible, pues era su deseo alcanzar el bosque de Lothlórien antes del anochecer. Ahí estarían a salvo de los orcos de Moria, ya que él sabia muy bien, por experiencia propia, que saldrían a cazarlos en cuanto la oscuridad de la noche llegará para protegerlos ¿Por qué hasta la noche? ¿Por qué no ahora? Los orcos no soportaban la luz del sol, los debilitaba y por lo tanto preferían la oscuridad. Había sido una suerte que al salir de la penumbra de Khazad-dûm el sol les saludará, protegiéndolos, dándoles tiempo de escapar y esconderse antes de que esos demonios salieran a rastrearlos, a cazarlos, a matarlos, a comerlos, pues los orcos gustaban de la sangre y la carne cruda, comían hombres, ponéis, incluso a los de su propia especie. Eran una desagradable forma de vida, una forma de vida arruinada. Los orcos habían sido concebidos como burla de los elfos, creados a partir de los primeros hijos de Ilúvatar. Elfos mutilados, corrompidos en la hondonada oscuridad de las mazmorras. Enemigos que no debían de tomarse a la ligera, pues al igual que los elfos eran feroces guerreros, y lo mas leales sirvientes del mal.

Harry caminaba al lado de Frodo y de Sam, recibiendo preocupadas miradas por parte de los dos hobbits. Ninguno de los miembros sabía que le había sucedido a Harry. Después de que Ezellahen despertará en los brazos de su mentor, se habían detenido justo en ese punto, Harry necesitaba recuperar sus fuerzas para seguir adelante, además de que Frodo necesitaba ser tratado por la herida que le había causado el enorme troll. Era cierto que su cota de mithrill le había protegido de la muerte, pero un golpe como ese había dejado alguna marca en el delicado cuerpo del portador del anillo. Sobre el costado derecho y el pecho se extendía una mancha morada, un moretón ennegrecido; parte de la espalda también presentaba una herida contusa, aquella que había golpeado la pared cuando el troll le había atacado con la larga estaca.

Después de que las heridas habían sido tratadas y de que la compañía había tomado sus alimentos, se preparó para partir, apagando el fuego y borrando todas las huellas.

Con la comunidad descansada, Aragorn los guío durante tres horas más. El crepúsculo se extendía sobre sus cabezas y una suave neblina blanca comenzó a brotar de la tierra, cubriéndoles los pies.

Había oscurecido. Miles de estrellas se alzaban sobre ellos, brillando en la extensa negrura del cielo. Harry y Frodo marchaban a la retaguardia, sin hablar, prestando atención a cualquier sonido que pudiera oírse detrás del camino.

El joven Potter se detuvo un momento, girando un poco la cabeza hacia atrás, escuchando con detenida atención. Frodo también lo hizo, expectante a lo que tuviera que decir el joven montaraz.

- ¿Escuchas eso? – preguntó el joven mago de ojos verdes

- ¿El qué? – preguntó suavemente el pequeño hobbit

- Cómo el rumor de unas pisadas... no – dijo sacudiendo un poco la cabeza – debe ser mi imaginación – el joven Baggins le miró durante un breve momento, para después continuar la marcha, pero una vez más Harry se detuvo - ¡ahí están de nuevo! – exclamó – ¿seguro que no las escuchas?

Frodo dudo un momento y después, con los ojos perdidos en la inmensidad que se extendía ante ellos, agregó:

- Una suaves pisadas, que después de que nosotros nos hemos detenido se detienen – no era una pregunta, era un hecho – es Gollum – dijo girándose a Harry

- ¿Gollum? – dijo, escuchando como las pisadas volvían a detenerse

- El antiguo portador del anillo, eso es antes de pertenecer a Bilbo – y luego agregó en un suave murmullo – Smeagol... Gandalf me habló un poco de él, cuando estábamos en Moria – explicó con un tono triste

Hubo un silencio durante el cual ninguno supo que decir. Todavía estaba demasiado cerca la perdida del peregrino gris, de Mithrandir. Se sentían perdidos sin su guía, pues el mago había sido una especie de mentor para ambos, ayudándoles. Escuchando y aconsejándoles.

- Vamos – habló Harry, con una cálida sonrisa en los labios a la cual Frodo respondió con otra – Démonos prisa. Los otros ya no se ven

El frío viento sopló suavemente, haciendo un suave rumor sobre las hojas de los árboles que se extendían sobre ellos.

- ¡Oh! ¡Lothlórien! – exclamó Legolas – ¡Lothlórien! Hemos llegado al pórtico del Bosque de Oro ¡Lástima que sea invierno!

Harry observó maravillado el bosque. Podía sentir la magia que irradiaba. El tiempo no caminaba sobre la tierra de esos árboles. Todo se mantenía igual, eterno. Un vórtice en el tiempo, un oasis en el desierto en el cual se mantenía la antigüedad de todo lo que se adentrase a sus profundidades.

Los árboles se alzaban sobre ellos. A la pálida luz de las estrellas los troncos eran grises, y las temblorosas hojas estaban teñidas de un débil resplandor amarillo rojizo. Árboles únicos en toda la Tierra Media. Árboles que cuyas hojas en primavera, techaban y tapizaban el bosque de oro, pues en invierno las hojas no caían, se mantenían en las ramas de los árboles, amarillas, esperando a la primavera que llegaría con nuevos brotes y entonces caerían, dando paso a las nuevas hojas, que formarían el dorado techo, mientras ellas, las viejas, cubrirían la tierra de dorado. Estas maravillas, estos árboles de flores amarillas, eran llamados Mellyrn.

- ¡Lothlórien! – dijo Aragorn mientras tocaba la corteza del árbol más cercano, acariciándolo, y suspiro como recordando algo – ¡Que felicidad oír de nuevo el viento en los árboles! Nos encontramos aún lejos de las puertas, pero esta noche no podremos alcanzarlas. Esperemos que la virtud de los elfos nos proteja de los peligros que vienen detrás – y agregó encarando a toda la compañía – Vamos. Iremos un poco más allá, donde los árboles nos rodeen y luego de dejar la senda buscaremos donde dormir – los miembros asintieron, deseosos de poder hundirse en un profundo sueño

Se internaron en el bosque, siguiendo a Aragorn, quien parecía conocer el laberinto de este enorme y maravilloso bosque, que parecía estar techado de oro. El Nimrodel corría a través del bosque, atravesándolo con el murmullo de sus aguas y sus cascadas, corriendo con la trágica leyenda de Nimrodel la bella y de su amante Amroth.

Los hobbits y Harry caminaban juntos, cerca de Gimli, quien estaba muy alerta con el hacha entre las manos.

- ¡Quédense cerca, jóvenes amigos! – les dijo a los cinco, mientras se giraba y les esperaba – Dicen que una gran hechicera vive en estos bosques – dijo caminando cautelosamente mientras tomaba su arma con las dos manos, siendo seguido por los cinco curiosos jóvenes – una bruja-elfa de terrible poder. Todos los que la ven, caen en su hechizo... y nunca son vueltos a ver

Harry observo como Frodo se detuvo sin previo aviso, girando su rostro, como buscando algo.

- ¿Frodo? – Ezellahen le tomo la mano, preocupado por el bienestar del pequeño hobbit, y entonces, escucho una voz Tu venida a nosotros son como las pisadas del destino. Traes contigo una enorme maldad, portador del anillo Frodo jaló su brazo, liberándose del agarre de Harry como si este le quemase. Se miraron un momento, confundidos, Frodo tenía una mirada asustada, y negó con la cabeza ¡¿Qué había pasado?! ¡¿Qué fue eso?! ¡¿Se metió en la mente de Frodo?!

- Bueno – continuo Gimli – aquí hay un enano que no atrapará fácilmente. Tengo los ojos de un halcón y los oídos de un zorro.

Súbitamente se vieron en la mira de cientos de flechas, listas para ser disparadas. Había sido tan rápido que Harry no tuvo tiempo de desenfundar su varita, ni siquiera con los reflejos que el Quidditch le daba había notado la presencia de esos elfos. Aunque era cierto que aún estaba atontado por lo que acababa de pasar con el joven portador del anillo ¿Se habrá metido en su mente? Pero ¿y esa voz?

- El enano respira tan fuerte que podríamos atravesarlo con una flecha en la oscuridad – habló un elfo rubio y de ojos cobrizos, parecía el jefe de ese grupo

Harry trepó ágilmente el árbol, ayudado por una delgada cuerda de un color gris plata que brillaba en la oscuridad del bosque. Las ramas del mallorn eran casi horizontales al principio, y luego se curveaban hacia arriba; pero cerca de la copa del tronco se dividía en una corona de ramas, y vio que entre esas ramas los elfos habían construido una plataforma de madera, flet como se le conocían comúnmente, o talan como los elfos le llamaban, según le había informado Aragorn. Un agujero redondo en el centro permitía el acceso a la plataforma, y por allí pasaba la delgada, pero resistente, cuerda plateada.

Al llegar al flet, encontró a sus compañeros de viaje sentados, y observó, con pesar, que los elfos que se encontraban sobre ese talan no dejaban de observar a Gimli y que tenían entre sus manos los arcos, preparados para dispararle antes de que pudiese hacer cualquier cosa que se trajera entre manos. Sacudió la cabeza y se quitó rápidamente de la entrada pues todavía faltaba que Aragorn subiera.

Harry se acercó al enano y se sentó al lado suyo, posando su mano en el hombro de este.

- No te preocupes, joven Ezellahen – le dijo mirándolo – la cortesía de los elfos hacia los enanos ha sido así desde antes de mi padre – y agregó en un murmullo, con una sonrisa traviesa en los labios – aunque los enanos nos la hemos cobrado

El joven Potter sonrió. Si no fuera por la alegre personalidad de Merry y Pippin, y por los comentarios de Gimli seguro que este viaje sería de todo menos alegre.

Harry sintió un fuerte y paternal apretón en el hombro, y fue así como se dio cuenta que Aragorn ya había subido, quien ahora se encontraba frente a Haldir, el líder del grupo de elfos. El niño-que-vivió los observó discutir. Era cierto que habían aceptado darles alojamiento en su acogedor flet, pero se rehusaban a llevarlos a Caras Galadon, la ciudad de los galadrim – que era la manera como llamaban a los elfos que habitaban el bosque de Lothlórien –, por dos razones: la primera, Gimli, al parecer desde los Días Oscuros – Harry no tenia la nimia idea de hace cuanto había sido – ningún enano había puesto pie en esa ciudad; y dos, algo relacionado con Frodo y el anillo, la verdad Harry no alcanzaba a comprender el qué, Traes gran maldad contigo le había dicho Haldir a Frodo.

- Esta bien – dijo al fin Haldir – Pero se quedaran aquí esta noche. En cuanto al enano, esto es lo que haremos. Si Aragorn y Legolas lo vigilan, y responden por él, lo dejaremos pasar; pero tendrá que cruzar Lothlórien con los ojos vendados – después de que Aragorn asintiera la compañía se dispuso a dormir, separada en dos flets, pues no eran muy grandes para que nueve durmiera cómodamente en ellos. Los hobbits se quedaron en uno junto con Haldir y dos elfos que resultaron ser sus hermanos – los otros elfos habían regresado a sus puestos de vigilancia, pues un grupo de Yrch, orcos, se habían internado en el bosque. Los elfos les darían caza antes de que llegarán a su ciudad –, mientras los demás dormían en el talan del próximo árbol.

Harry se quedó despierto un tiempo, mirando las estrellas que relucían a través del pálido techo de hojas temblorosas. Gimli roncaba a su izquierda, y podía escuchar la acompasada respiración de Aragorn a su derecha. Legolas y Boromir también ya deberían estar dormidos, pues a sus oídos llegaba el sonido de respiraciones constantes. Al fin, mecido allí arriba por el viento en las ramas, y abajo por el dulce murmullo de las cascadas del Nimrodel, Harry se durmió, con el recuerdo de haber vencido a Voldemort sobre el poder de su cuerpo.

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

Harry

Un suave murmullo llegaba a los oídos del mago de ojos verdes. Harry. Abrió lentamente los ojos, enfocándolos. Harry. Se puso de pie, cuidando no despertar a los demás ¿Quién le llamaba? Harry. Ahí estaba otra vez. Esa voz. Ese murmullo.

Asomó la cabeza por uno de los bordes del talan, buscando a quien le llamaba. Pero no vio nada. Harry. Decidido, tomo la plateada soga y la dejo caer por el agujero, la entrada del flet, y se deslizo suavemente por ella.

En cuanto sus pies tocaron la tierra firme, saco su varita, empuñándola frente a él pero sin conjurar ningún hechizo. Caminó sobre la alfombra de hojas secas, pisando con cuidado, avanzando lentamente. Atrás de él, la cuerda brillaba como un hilillo de plata sobre la corteza gris del mellyrn.

Pronto se alejo del talan donde descansaban cuatro de sus compañeros. El brillo de la cuerda era ya un débil murmullo de plata en el fondo.

Harry. El istar giró rápidamente sobre sus talones. El murmullo se había escuchado a su espalda, pero... no vio nada... no había nadie, solo veía el débil brillo de la cuerda contra el árbol. Rápidos pasos detrás de él, una sombra fugaz se pierde entre los árboles. Harry se giró rápidamente, pero no vio nada... otra vez.

Pasos alrededor de él. El crujir de ramas y hojas secas.

El corazón le comenzó a bombear más rápidamente. La sangre corría por todo su ser, cargando la adrenalina, agudizando sus sentidos. Cualquier otro ya se abría orinado en sus pantalones, pero este era Harry Potter, aquél que había sobrevivido cuatro encuentro físicos con el mago más terrible de su época, y otros tantos dentro de su cabeza.

El crujir de hojas secas frente a él. Fuertes pisadas.

- ¿Quién? Daro! – dijo en tono perentorio en ambas lenguas

Los pasos se acercaban cada vez más. Los podía escuchar más claramente. Pronto estaría cara a cara con el intruso. Pasos. Una figura comenzó a visualizarse frente a él, avanzando rápidamente, sin detenerse.

- ¡Lumos Maxima! – la blanca luz irradio con fuerza, segando incluso al conjurador

Harry tuvo que cerrar los ojos para protegerlos de la intensidad. Pero... antes de que pudiera abrirlos, unas manos se cerraron fuertemente sobre sus brazos.

Estaba atrapado. [Circe: a que les encantaría que lo hubiera dejado ahí]

Ojos azul cobalto se encontraron con los verdes almendrados de Harry. El joven Potter palideció con la rapidez de una tormenta.

- ¿Si... Sirius? – un murmullo casi imperceptible – Sirius – repitió al borde las lagrimas

- Oh Harry – dijo el animago, abrazando al hijo de su mejor amigo – Harry ¿cómo estas? ¿te encuentras bien? – preguntó separándose de él y tomando su rostro entre sus manos – Por Merlín – exclamó observándolo con atención – si que haz crecido cachorro. Cada día que pasa te pareces más a tu padre – y luego, dándose cuenta de que no llevaba sus anteojos, se puso a buscarlos por el lugar – lo siento Harry, no quería asustarte

- Esta bien – dijo el mago de ojos verdes, limpiándose unas lagrimas que brotaron de sus ojos – puedo ver sin ellos – Sirius se irguió, y antes de que pudiera hacer cualquier cosa, Harry se abrazo fuertemente a su padrino – te extrañe, te extrañe tanto, pensé que habías muerto, que no te volvería a ver, pero ¿qué paso? ¿cómo llegaste aquí? – Sirius iba a responder a sus preguntas, pero Harry habló antes de que este lo hiciera – No importa, luego me lo dirás – y después, girándose y comenzando a jalarlo por la túnica, le dijo – debes de estar cansado, ven, quiero presentarte a unos amigos. Tienes que conocer a Aragorn, y... – Harry se detuvo, pues Sirius no estaba avanzando, y cuando se giro hacia él, lo encontró arrodillado, abrazando su estomago, con una mueca de dolor en los labios – ¿Sirius? ¡Sirius!

El animago descansó la cabeza en el árbol más cercano. Un sudor frío comenzó a bajar por sus sienes. La mueca de dolor se intensificó y Sirius Black cerró fuertemente los ojos, soportando, aguantando el dolor que le atacaba. Cayo de bruces sobre la tierra tosiendo fuertemente. Cuando logró controlarse y respirar, se llevó una mano al dolido pecho, un hilillo de sangre se escurrió de su boca hasta el mentón.

- Sirius – Harry se hincó al lado de su padrino, la preocupación visible en su rostro – iré a buscar ayuda, quédate aquí, no te muevas, regresaré – dijo con la voz temblando. No podía perder de nuevo a su padrino ¡No! ¡No quería! ¡No podía dejarle ahora que lo había recuperado! ¡No lo soportaría!

Harry se levantó rápidamente, y estaba a punto de echar a correr en busca de Aragorn cuando sintió que Sirius le tomaba la mano. El joven Potter se giró y se encontró con los ojos de Sirius. Tenían una mirada derrotada, de alguien que esta condenado, de alguien que solo espera la muerte.

- Sirius – un suave murmullo

- Harry – dijo con una triste sonrisa – Cuando naciste fuiste el orgullo de James, el de Lily, y el mío también. Recuerdo la primera vez que te abrace, eras un bebe hermoso – jalo aire, y tosió un poco más – Harry – habló con dificultad – siem-pre t-e que-querré – la mano de Sirius cayó pesadamente sobre la tierra, sin vida, muerta. Los orbes azules se perdieron, los ojos ya no mostraban vida. La cabeza había caído sobre el pecho, muerta, solo carne que estaba pronta a pudrirse, a convertirse en polvo

- ¿Sirius? – el chico de ojos verdes se hincó junto al cuerpo de su padrino – Sirius – Harry agito el cuerpo extinto, las lagrimas resbalando por sus mejillas – ¡Sirus! ¡¡Sirius!! Por favor – dijo con la voz quebrada – Sirius, abre los ojos ¡Sirius! ¡¡Sirius!!

El joven mago de ojos verdes se dejo caer sobre el cuerpo de su padrino, llorando, dejando salir todo el sufrimiento ¡Maldita sea la vida! ¡Maldita injusticia! Deseo con todas sus fuerzas morir, morir y reunirse con Sirius, donde nadie pudiera separarlos jamás, donde estarían juntos, con su padre y su madre, y tendría la familia que se le había negado desde el año de edad.

- ¡Bu! – Harry se alejo rápidamente del cuerpo de Black. La sorpresa se había apoderado de los ojos verdes – Ay, pobrecito bebe Potter ¿te asustaste? ¿te dolió? A que sí – una fría risa gutural salió de los labios de Voldemort

¿Un sueño? ¡¿Todo había sido un maldito sueño?! Harry cerró fuertemente sus puños, enterrándose las uñas en la blanca piel de sus manos. Era cierto que seguía soñando, pero el dolor que él mismo se estaba causando le ayudaba un poco sino terminaría explotando ¡Demonios! ¡Se había mostrado vulnerable ante esa serpiente! Voldemort se había cobrado muy bien la última jugada de Harry. Le había dado un golpe bajo, donde sabía más le dolería. Aun podía sentir el inmenso dolor de haber perdido a Sirius por segunda vez, la debilidad que le había drenado de todas sus fuerzas cuando vio el cuerpo de su padrino aun no abandonaba su cuerpo. Sabia que si Voldemort le atacaba ahora, peleando por el dominio de su cuerpo, le ganaría y él no podría hacer nada para detenerlo.

Voldemort comenzó a acercarse al joven mago, empuñando su varita, la hermana de la de Harry, la primera que había caído en sus manos cuando supo que era un mago. Esta vez obtendría el completo control de ese cuerpo y el anillo del poder sería suyo.

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

- Despierta Harry – dijo suavemente Aragorn, sacudiendo el cuerpo de su pupilo. Eran las cinco de la mañana, pero Haldir había dicho que entre más pronto comenzaran el viaje sería mejor.

Los ojos verdes de Harry se descubrieron ante su mentor, quien le sonrió fraternalmente.

- Valina arin, Ezellahen [Buenos días, Harry] – el joven le observo confundido, no identificando donde se encontraba y que estaba pasando

De pronto, Harry se sentó rápidamente ¿Y Voldemort? Suspiro aliviado, Aragorn le había despertado justo a tiempo, antes de que el señor oscuro pudiera apoderarse de su cuerpo.

- Maar ta le [¿Estas bien?] – le preguntó su mentor

- Maar. Maar, hannon le [Bien. Bien, gracias] – respondió con una sonrisa en los labios, que luego se torno en una triste al recordar lo vivido en el mundo de Morfeo. Por un breve momento había tenido de vuelta a Sirius, por un breve momento su más anhelado deseo se había vuelto realidad.

- Harry ¿Te encuentras bien? – volvió a preguntar el montaraz. Había visto la rapidez con la que los ojos de Harry se habían opacado, cómo el brillo que habían ganado durante el viaje se había perdido en un parpadeo

- Maar [Bien] – repitió como si de una mantra se tratase. Su mantra

Aragorn le observó un momento, y después sacudió la cabeza. Sabia que no era bueno presionar a Harry para que te dijera que pasaba por su cabeza, esperaría a que el chico se lo dijera y si no esa sombra no dejaba sus ojos, él se encargaría de sacarle lo que ocultaba.

- Como habíamos convenido, ahora le vendaré los ojos a Gimli el enano – dijo Haldir, sacando un pañuelo de una suave tela gris

- El arreglo se hizo sin mi consentimiento – dijo Gimli con desagrado – No caminaré con los ojos vendados como un mendigo o un prisionera. Y no soy un espía. Mi gente nunca ha tenido tratos con los sirvientes del enemigo. Tampoco causamos daño a los elfos. Si creen que yo llegaría a traicionarlos, lo mismo podrías esperar de Legolas, o de cualquier otro de mis amigos

- Tienes razón – dijo Haldir – Pero es la ley. Ya he hecho mucho dejándote cruzar las fronteras de mi país y ayudándote a cruzar por estas tierras

Gimli era obstinado. Se plantó firmemente en el suelo, y apoyó la mano derecha en el mango de su hacha.

- ¡Malditos enanos! ¡Qué testarudos son! – exclamó Legolas

- ¡Un momento! – dijo Aragorn – Si he de continuar guiándolos, harán lo que yo ordene. Es duro para Gimli que lo pongan así a aparte. Iremos todos vendados aún Legolas. Será lo mejor, aunque el viaje parecerá lento y aburrido.

Gimli rió de pronto.

- ¡Que tropilla de tontos pareceremos! Haldir nos llevará atados a una cuerda, como mendigos ciegos guiados por un perro. Pero si Legolas comparte mi ceguera, me declaro satisfecho.

- Soy un elfo, y un hermano aquí – dijo Legolas, ahora también enojado

- Y ahora gritemos: ¡Malditos elfos! ¡Qué testarudos son! – exclamó Harry, sintiendo que recuperaba las ganas de reír al ver la cara de sus compañeros, sobre todo de los elfos

- Toda la compañía compartirá la suerte del enano Gimli. Vamos Haldir, véndanos los ojos – exclamó Aragorn

- Exigiré plena reparación por cada caída y lastimadura en los pies – dijo Gimli mientras le tapaban los ojos con una tela, ocasionando la risa de Harry que en vano había tratado de disimularla con un ataque de tos

- No será necesario – dijo Haldir, observando con curiosidad al mago – Te conduciré bien, y las sendas son llanas y rectas

- Esperemos que sea cierto – suspiro Pippin mientras veía por ultima vez sus piecitos

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

La puerta de Grimmauld Place se abrió, dejando entrar a Hermione y Ron, junto con el ex profesor Remus Lupin. El licántropo les dejo solos, pues se sentía muy cansado y quería ir a su habitación a dormir un poco antes de la luna llena.

Ron y Hermione se sentaron sobre los cómodos sillones de la solitaria sala.

Los ojos de la chica de cabello castaño se posaron sobre una carta que descansaba sobre la mesita al lado del sillón donde se encontraba. Era la carta que había recibido Harry del Ministerio de Magia que contenía sus Timos. La carta seguía intacta, con el sello sin romper. El padre de Ron las había traído poco después de la llegada del niño-que-vivió. Los resultados debieron de haber sido enviados en el mes de Julio pero desde la aparición pública de Voldemort, el ministerio había tenido problemas en todos los departamentos.

Hermione recordó el incidente por el cual la carta había terminado en esa mesita, abandonada en la sala. Ella había estado presionando, lo admitía, a Harry para que le mostrará los resultados que había obtenido, él, con muchas cosas en la cabeza, había explotado. Ella había sido el cataclismo que había desatado los sentimientos que Harry ya venía guardando desde hace tiempo y como resultado, Harry había golpeado esa misma mesa, con la carta entre las manos, diciéndole que si tanto le interesaba que la abriera ella misma. Después de eso había subido a su habitación, azotando la puerta detrás de él. Olvidando la carta.

Los ojos de Hermione se llenaron de lagrimas, y estas comenzaron a deslizarse por sus sonrosadas mejillas.

- Mione – la suave voz de su novio la saco de sus pensamientos – ¿Qué te ocurre? – le dijo mientras le limpiaba con delicadeza las lagrimas, usando ambas manos

- Nada – dijo con una sonrisa – ocurre que soy una llorona – una triste risa salió de sus labios – creo que últimamente lloró demasiado ¿no crees?

Ron le deposito un suave beso sobre la nariz y después poso su frente sobre la de ella.

- Esta bien, Mione, no te preocupes – le dijo suavemente – supongo que esta bien llorar, claro – agregó con una sonrisa – mientras no sea por que McGonagall se aparezca y te diga que has sacado una P [Circe: P de Poor, de Pobre, la calificación más baja, no se si sea así en los Timos en español] en todos tus Timos

Hermione se separó y le dio un pequeño pellizco en el brazo, sonriendo feliz de que Ron estuviera ahí para hacerla sonreír.

- Ow – exclamó Ron fingiéndose profundamente herido – ¿por qué fue eso?

- Tonto – dijo con una sonrisa

El joven Weasley sonrió rascándose la cabeza. Sus ojos viajaron un momento por la sala, buscando que había puesto triste a su chiquilla, hasta que se posaron en la carta que estaba sobre la mesita, con el sello del ministerio.

- ¿Por qué no la abres? – le dijo a Hermione – seguro que a Harry no le molesta

- No lo se

- Vamos, yo lo haré – y con eso tomo la carta y rompió el sello del ministerio y después de leer el papel que venía dentro soltó un silbido – vaya, creo que Harry se merece una buena felicitación después de esto

Hermione, picada por la curiosidad, le arrebató la carta de las manos.

- Relajate, Mione – dijo riendo por el comportamiento de la castaña

- No puedo creerlo – dijo con sorpresa – Transformaciones EE (Supera las Expectativas) Encantamientos EE (Supera las Expectativas) Pociones EE (Supera las Expectativas) Herbología EE (Supera las Expectativas) Defensa contra las Artes Oscuras O (Sobresaliente) Adivinación P (Pobre) Astronomía A (Aceptable) Historia de la Magia A (Aceptable) Cuidado de Criaturas Mágicas O (Sobresaliente) – y luego, con una gran sonrisa, encaró a Ron – ¡seguro que si entra a todos los ÉXTASIS necesarios para ser Auror!

- Si, pero recuerda lo que dijo McGonagall, que Snape no acepta menos de Sobresaliente en su clase de ÉXTASIS

- Tonterías, ya verás como se las arregla McGonagalla con el profesor Snape – dijo con toda seguridad

Ron no sabia si alegrarse o temer. Solo esperaba que Hermione no igualará a la subdirectora en el carácter ¡O peor! Pensó mientras se llevaba una mano al cuello ¡Que la superará! Con eso del dicho muggle El alumno supera al maestro.

- Me ha dado hambre – dijo la chica mientras se ponía de pie y se estiraba

Ron la miró divertido unos momentos y después de sonreír se acerco a ella y la tomo por la pequeña cintura.

- Pues consigamos algo – le dijo al oído

Hermione sonrió traviesa, y después de darle un rápido beso en los labios, desapareció tras la puerta de la cocina.

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

Caras Galadon, la ciudad élfica más antigua y hermosa que se podía encontrar sobre la Tierra Media. Al cruzar sus enormes puertas pareciera que esta vacía, pues no se ve ningún ser vivo dentro de ella, pero al agudizar el oído se pueden escuchar voces y murmullos en el aire, solo falta elevar la vista y ser un buen observador para encontrar a los elfos que habitan entre sus ramas, vestidos de tonos grises y verdes que los hacen difíciles de discernir a menos que hagan movimientos bruscos.

Dentro de esta ciudad se podían encontrar los mallorn más grandes de todo Lothlórien, los cuales se encontraban decorados con faroles de luces plateadas que colgaban elegantemente de sus ramas.

Sobre los enormes troncos de los mallorn se podían observar varios talan, y no solo eso, también moradas, hermosas moradas de madera, pues la ciudad se encontraba construida en los árboles.

Caras Galadon, ciudad de los Galadrim y morada del Señor Celeborn y Galadriel, la dama de Lórien.

Después de que la compañía hubiera llegado con sus guías, Haldir les informo que la dama y el señor deseaban verlos. En el mellyrn más grande habitaban los gobernantes de esta ciudad, así que la ascensión sería larga y cansada para aquellos que no estuvieran acostumbrados. Comenzaron a subir de dos en dos y Harry pudo observar que había flets a la derecha, izquierda y alrededor del grueso tronco. Al fin, a mucha altura, llegaron a un talan grande, parecido al puente de un navío. Sobre el talan había una casa, tan grande que en tierra hubiese podido servir de habitación a los hombres.

Uno a unos fueron entrando a la casa, descubriendo en un cámara ovalada, y en el medio crecía el tronco del mallorn, ahora ya adelgazándose pero todavía un pilar de enorme circunferencia.

Una luz clara iluminaba el aposento; las paredes eran verdes y plateadas y el techo de oro. Había muchos elfos sentados. En dos asientos que se apoyaban en el tronco del árbol, y bajo el palio de una rama estaban el señor Celeborn y la dama Galadriel. Se incorporaron para dar la bienvenida de los huéspedes, según la costumbre de los elfos, aún de aquellos que eran considerados reyes poderosos. Muy altos eran, hermosos y graves. Estaban vestidos de blanco, y los cabellos de la Dama eran de oro, y los cabellos del Señor Celeborn eran de plata, largos y brillantes; pero no había en ellos signos de vejez, excepto quizás en los profundos ojos.

El señor les daba la bienvenida conforme iban entrando a la cámara. La Dama Galadriel no decía nada pero los contemplaba; largamente contempló el rostro de Frodo.

Celeborn saludó cortésmente a cada uno de los compañeros, llamándolos por su nombre.

"¡Bienvenido Aragor hijo de Arathron! Han pasado treinta y ocho años del mundo exterior desde que viniste a estas tierras; y esos años pesan sobre ti. Pero el fin esta próximo, para bien o para mal ¡Descansa aquí de tu carga por un momento!"

"¡Bienvenido hijo de Thranduil! Pocas veces las gentes de mi raza vienen aquí del norte"

"¡Bienvenido Gimli hijo de Glóin! Hace mucho en verdad que no se ve a alguien del pueblo de Durín en Caras Galadon. Pero hoy hemos dejado de lado esa antigua ley. Quizá es un anuncio de mejores días, aunque las sombras cubran ahora el mundo, y de una nueva amistad entre nuestros pueblos"

"Bienvenido joven Ezellahen. Interesantes noticias nos llegan de ti desde la casa de Elrond. Siéntate y descansa."

Cuando todos los huéspedes terminaron de sentarse, el señor los miró de nuevo.

- El enemigo sabe que han entrado aquí. La esperanza que tenían en el secreto ahora se ha ido. Nueve hay aquí – dijo el Señor con gravedad – Sin embargo diez partieron de Rivendel. Díganme ahora ¿Dónde esta Mithrandir? Pues mucho he deseado volver a hablar con él. No puedo verlo de lejos, a menos que de este lado de las barreras de Lothlórien; lo envuelve una tiniebla gris, y no sé por dónde anda ni qué piensa.

- No, no hubo cambios en el Concilio – dijo la Dama, hablando por primera vez. Tenía una voz clara y musical – Gandalf el Gris partió con la compañía, pero no cruzó las fronteras de este país – y agregó en un tono de voz triste – él ha caído en las sombras

- El fue llevado por ambos sombra y fuego. Un Balrog de Morgoth. Pues entramos sin necesidad en las redes de Moria – dijo Legolas.

- En todo lo que hizo Gandalf en vida no hubo nunca nada inútil – dijo con aire grave Galadriel – Aún no conocemos lo que se proponía. Pero de cualquier modo, estos seguidores no tuvieron ninguna culpa – la Dama se dirigió ahora a Gimli, quien se encontraba sentado y triste – No dejes que el vacío de Khazad-dûm turbe tu corazón, Gimli hijo de Glóin. Oscuras son las aguas del Kheled-zâram, y frías son las fuentes del Kibil-nâla, y hermosas eran las salas de muchas columnas de Khazad-dûm en los días antiguos antes de que los reyes poderosos cayeran bajo la piedra – y le sonrió al enano

Gimli al oír aquellos nombres en su propia y antigua lengua, alzó los ojos y se encontró con los de Galadriel, y le pareció que miraba en el corazón de un enemigo y que allí encontraba amor y comprensión. El asombro le subió a la cara, y en seguida respondió con una sonrisa. Se incorporó torpemente y saludó con una reverencia al modo de los enanos, diciendo:

- Pero más hermoso aún es el país de Lórien, y la Dama Galadriel esta por encima de todas las joyas de la tierra

Hubo un silencio. Al fin la dama volvió a hablar.

- En todas las tierras el amor esta ahora atado al sufrimiento – dijo mirando a Boromir, quien bajo la mirada acobardada pues no pudo sostenérsela a la dama que le observaba con aire de gravedad

- ¿Qué pasará ahora con esta compañía? – dijo Celeborn – Sin Gandalf, la esperanza esta perdida

- La misión se sostiene en el filo de un cuchillo. Desvíense un poco y fallará para la ruina de todos – la Dama posó sus azules ojos sobre Sam – Aunque la esperanza se mantendrá si la compañía se mantiene fiel. No dejen que sus corazones se turben. Vayan ahora y descansen. Aunque su misión no nos concierne de cerca, pueden quedarse en la ciudad hasta que se sientan curados y recuperados. Descansen, que durante un tiempo no hablaremos de su camino futuro

Se quedaron algunos días en Lothlórien Les pareció que casi no tenían otra preocupación que comer y beber y descansar, y pasearse entre los árboles; y esto era suficiente. Y Harry no volvió a tener pesadillas, ni los desagradables encuentros con Voldemort.

No habían vuelto a ver al Señor y a la Dama, y apenas conversaban con el resto de los elfos, pues eran pocos los que hablaban la lengua común. Haldir se había despedido de ellos y había vuelto a las defensas del norte, muy vigiladas ahora luego que la compañía había traído aquellas noticias de Moria. Legolas pasaba muchas horas con los Galadrim, y luego de la primera noche ya no durmió con sus compañeros, aunque regresaba a comer y hablar con ellos. A menudo se llevaba a Gimli para que lo acompañará en algún paseo, y los otros les asombró este cambio. Harry se preguntaba si en algo tenía que ver la Dama Galadriel.

Conforme el cuerpo sanaba la compañía sentía mas cerca el dolor de la perdida del peregrino gris, de su guía. Mithrandir. Oían con frecuencia voces élficas que cantaban cerca, y eran canciones que lamentaban la caída de Gandalf, pues alcanzaban a oír su nombre entre palabras dulces y tristes que no entendían.

- Te apuesto que no mencionan sus fuegos artificiales – había dicho cierto día Sam – Debería haber un verso acerca de ellos

- ¿Por qué no lo haces tu, Sam? – le dijo Harry – Vamos, debes de tener ya algo dentro de tu cabeza si dices eso – dijo tratando de animarlo a decir su verso

Sam se sonrojo un poco, pero después se puso de pie.

Los más hermosos fuegos nunca vistos:

estallaban en estrellas azules y verdes,

y después de los truenos un rocío de oro

caía como una lluvia de flores.

- Aunque esta muy lejos de hacerles justicia – dijo sonrojado tomando de nuevo su asiento

Harry sonrió. En la Tierra Media les encantaban las canciones y los versos. Arwen le había cantado algunas durante sus clases, la dama elfa tenía una hermosa voz. Recordó cuando Aragorn le había dicho que Galadriel era la abuela de Arwen ¡No lo podía creer! Aunque era cierto que las dos eran muy hermosas, solo que la dama Galadriel era una belleza de oro, la dama de la luz como la llamaba su pueblo; y Arwen se parecía mucho a su padre, los mismos ojos, el cabello oscuro, la estrella de la tarde para su pueblo. Se preguntó como habría sido la madre de Arwen. La había imaginado de muchas maneras, con características del Señor Celeborn, como la Dama Galadriel, con un poco de ambos; siempre distinta, pero eso sí, una sublime belleza.

Unos suaves pasos sacaron al mago de ojos verdes de sus pensamientos. Frodo se adentraba en el bosque, para realizar su acostumbrado paseo por esa hermosa ciudad.

Harry se levanto. No estaría mal caminar un poco, y tener la compañía del hobbit si este se lo permitía.

- Fodo. Mellon nîn [Frodo. Amigo mío] – dijo para atraer la atención del portador del anillo – ¿Me permites que te acompañe en tu paseo? – Frodo asinti

Durante un trayecto hubo silencio, los dos observando los pequeños campos de hermosas flores amarillas, Eleanor le había dicho Sam a Harry que se llamaban.

- El día de irnos se acerca ¿no es cierto? – preguntó Frodo, mirándolo

- Sí. El otro día escuche a Aragorn hablando con unos elfos. Aunque... no quiero irme – dijo Harry – Este lugar me llena de una paz que jamás creí volvería a sentir – suspiró – pero entre más pronto comencemos, más pronto terminaremos ¿no? – le sonrió al portador, quien asintió con la cabeza

- Entre más pronto reanudemos nuestra marcha menos tendré que extrañar de esta hermosa ciudad. Solo espero que veamos a la Dama de los elfos antes de marcharnos

Estaban todavía hablando cuando vieron que la Dama Galadriel se acercaba como respondiendo a las palabras de Frodo. Alta y blanca y hermosa, caminaba entre los árboles. No les habló pero con una mirada les indicó que la siguieran.

Descendiendo por una escalera, la dama entró en una profunda cavidad verde, por la que corría murmurando la corriente de plata que nacía en la fuente de la colina. En el fondo de la cavidad, sobre un pedestal bajo, esculpido como un árbol frondoso, había un pilón de plata, ancho y poco profundo, y al lado un jarro también de plata. La Dama tomó el jarro y lo lleno de agua.

- He aquí el espejo de Galadriel – dijo – Los he traído aquí para que miren, si desean hacerlo

El aire estaba muy tranquilo, y el valle oscuro y la Dama era alta y pálida.

- ¿Qué veremos? – preguntó cautelosamente el hobbit

Galadriel le observó un momento, mientras se acercaba al pedestal y vertía el agua del jarro en él.

- Puedo ordenarle al espejo que revele muchas cosas – dijo ella, observando tanto a Harry como a Frodo – y a algunos puedo mostrarles lo que desean ver – el mago de ojos verdes se sorprendió ante esto ¿el espejo de oesed? – Pero el espejo muestra también cosas que no se le piden, y éstas son a menudo más provechosas. Lo que verán, si dejan en libertad al espejo, ni el más sabio puede decirlo ¿Mirarán?

Frodo no respondió.

- ¿Y tu, Harry? ¿Deseas mirar? Él te mostrará el pasado, el presente y el futuro. Esta, si quieres, es la magia de Galadriel. Sin varas. Sin espadas – Harry y Frodo se miraron, y después Ezellahen dio un pasó al frente, acercando el rostro al pilón lleno de agua – Veas lo que veas, no toques el agua, Harry.

El agua parecía dura y sombría, y reflejaba solo las ramas de los árboles y el lozano rostro del joven Potter. Casi en seguida la superficie se oscureció, borrando las ramas de los árboles. El espejo se volvió gris y luego se aclaró. Una mujer de cabello rojo oscuro sostenía un pequeño bulto entre sus brazos, arrullándolo, cantándole. Un hombre de anteojos redondos se acerco a la mujer y la abrazo por la cintura, recargando su cabeza en el hombro de ella, observando con orgullo y amor al pequeño. Pero antes que Harry pudiera decir que estaba ocurriendo, la luz se desvaneció. En seguida le pareció ver a un pequeño de negro cabello revuelto, encerrado en una alacena, con la mejilla roja y los ojos vidriosos, con las lagrimas amenazando salir de esos preciosos ojos verdes. El espejo brilló intensamente y después reveló una habitación oscura; en una de las esquinas pudo ver a un lobo de pelaje café gris que elevo el hocico, olfateando algo en el aire, aguzando las orejas.

- Moony – murmuró Harry, observando como el lobo se erguía en sus cuatro patas y soltaba un aullido

La superficie tembló un poco, desvaneciendo la imagen. El sol brillaba y el viento soplaba agitando la hierba, un hombre de largos cabellos negros y ojos azules dio una salto, interponiéndose entre él, Harry, y un enorme animal que semejaba una hiena gigante que en esos momentos se había levantado y se preparaba a atacar de nuevo al joven. Una sombra devoró la imagen, apagando el brillo del espejo. Pronto Harry se vio a si mismo empuñando valientemente la vara en la mano izquierda y la espada de Godric Gryffindor en la derecha, con la túnica de Hogwarts, y un rastro de sangre que comenzaba en su cabeza y se corría hasta su cuello. Riddle se encontraba frente a él, con la varita en la mano, apuntándole. Voldemort murmuró unas palabras y el espejo brillo con una intensa luz verde. Harry salto hacia atrás, justo a tiempo para evitar la mordedura de una serpiente que había saltado del pilón, lanzándose hacia su cuello, con los colmillos preparados para atacar. Enseguida se llevo una mano al cuello, revisándolo, palpándolo.

Frodo observaba confundido al mago, el miedo reflejado en sus azules ojos.

- Ezellahen – se acercó a su amigo – ¿Estas bien? – Harry tan solo asintió, sin despegar los ojos del pilón, esperando a que la serpiente saliera. La Dama le observaba.

- ¿Quieres mirar tú ahora, Frodo? – dijo la Dama Galadriel

- ¿Me aconsejas mirar?

- No – dijo ella – No te aconsejo ni una cosa ni otra. No soy una consejera. Quizá aprendas algo, y lo que veas, sea bueno o malo, puede ser de provecho o no. Ver a la vez es conveniente y peligroso. Creo sin embargo, Frodo, que tienes bastante coraje y sabiduría para correr el riesgo, o no te hubiera traído aqu

- Miraré – dijo Frodo y subiendo al pedestal se inclinó sobre el agua oscura

En seguida el espejo se aclaró y Frodo vio un paisaje crepuscular. Unas montañas oscuras asomaban a lo lejos contra un cielo pálido. Un camino largo y gris se alejaba se alejaba serpeando hasta perderse de vista. Allá lejos venía una figura descendiendo lentamente por el camino, débil y pequeña al principio, pero creciendo y aclarándose a medida que se acercaba. De pronto Frodo advirtió que la figura le recordaba a Gandalf. Iba a pronunciar en voz alta el nombre del mago cuando vio que la figura estaba vestida de blanco y que en la mano llevaba un báculo blanco. La cabeza estaba tan inclinada que Frodo no le veía la cara. La visión de pronto cambió. Breve y pequeña pero muy vívida alcanzo a ver la imagen de Bilbo que iba y venía nerviosamente por su cuarto. Luego vio contra el sol, que se hundía rojo como sangre entre jirones de nubes, la silueta negra de un alto navío de velas desgarradas que venía del oeste. Una oscuridad se posó sobre le espejo y se despejo para rebelar el molino de la Comarca, que se elevaba ante un cielo oscuro, con las nubes apretujadas unas contra otras. Los hobbits caminaban en fila, encadenados de pies y manos. El agua del pilón tembló un poco distorsionando la imagen, que luego cambio a otra donde los orcos arrasaban con hobbiton, cazando en una sanguinaria matanza a los hobbits que trataban de huir de esas bestias.

Pero de pronto el espejo se oscureció del todo y Frodo se quedó mirando el vacío. En ese abismo negro apareció un ojo, que creció lentamente hasta que por fin llenó todo el espejo. El Ojo estaba rodeado de fuego, pero él mismo era vidrioso, amarillo como el ojo de un gato, vigilante y fijo, y la hendidura negra de la pupila se abría sobre un pozo, una ventana a la nada. El anillo que le colgaba del cuello se hizo cada vez más pesado, más pesado que una gran piedra, y lo obligó a inclinar la cabeza sobre el pecho. Pareció que el espejo se calentaba y unas volutas de vapor flotaron sobre el agua. Frodo tomo el anillo entre las manos y con toda la fuerza que fue capaz de invocar salto hacia atrás, saliendo del alcance del ojo que le buscaba insistentemente.

- Sé lo que viste – dijo Galadriel – pues está también en mi mente

Hubo un momento de silencio durante el cual la Dama y el portador del anillo se observaron. Harry comprendió en seguida que era telepatía y aunque sabia que no debía escuchar las conversaciones ajenas, no pudo evitarlo y se concentró, recordando las palabras que Gandalf le había dicho acerca del poder de la mente. … él tratará de tomar el anillo. Tú sabes de quien habl Boromir llegó a la mente de Harry, pero ¿el capitán de Gondor? Aunque era cierto. Desde el concilio se había negado a destruir el anillo. Uno a uno, los destruirá a todos Harry no pudo evitar sentir una punzada. Él mismo había codiciado el anillo. Si me lo pides, yo te entregaré el Anillo Único.

- No niego que mi corazón ha deseado pedirte lo que ahora me ofreces. Durante muchos largos años me he preguntado qué haría si el Gran Anillo llegará alguna vez a mis manos ¡y mira! Esta ahora a mi alcance ¿Me darás libremente el anillo? En el sitio del Señor Oscuro instalarás una reina – Galadriel alzó los brazos y brotó una luz que la iluminó a ella sola, dejando todo el resto en oscuridad. Se irguió ante Frodo y Harry, y pareció de pronto que tenía una altura inconmensurable – ¡No oscura sino hermosa y terrible como la mañana y la noche! ¡Peligrosa como el océano! ¡Más fuerte que los cimientos de la Tierra! ¡Todos me amarán y desesperarán! – Harry y Frodo la observaban con confusión y temor en los ojos ¿Tanto poder cabía en esa aro como para hacerle esto a la Dama de Lórien? En seguida, Galadriel, dejo caer los blancos y delgados brazos, y he aquí que la luz se extinguió – He pasado la prueba – dijo – Me iré empequeñeciendo, y marcharé al oeste, y continuare siendo Galadriel

- No puedo hacer esto solo – le dijo Frodo, observando con dos suplicas azules sobre el infantil rostro

- Tu eres un portador de anillo, Frodo. Portar un Anillo del Poder es estar solo – la Dama extendió su mano, y por un breve momento pareció que una estrella se había posado sobre su dedo – Éste es Nenya, el Anillo de Diamante. Y yo soy su quien lo guarda. Fuiste nombrado para esta tarea. Y si tu no encuentras la manera, nadie lo har

- Entonces sé que debo hacer. Es solo que... tengo miedo de hacerlo – Harry le observó, y supo en ese instante a que se refería

- Aún la persona más pequeña puede cambiar el curso del tiempo – dijo la Dama, agachándose de tal manera que quedó a la altura del pequeño hobbit

Frodo la miró con pesar y decisión, y se volvió a guardar el anillo.

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

Un ejercito de Uruk-hai se alzaba en los sótanos de la torre de Saruman. Armados y listos para la guerra, para cazar.

- ¡Cácenlos! No se detengan hasta que los encuentren. Ustedes no conocen el dolor. No conocen el miedo ¡Ustedes comerán carne humana! – exclamó Saruman, dirigiéndose a sus cazadores – Uno de los medianos guarda algo de gran valor para mí – le dijo al capitán – Tráemelos vivos y sin dañar. Mata a los otros

oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

- Nunca hasta ahora habíamos vestido a extranjeros con las ropas de los nuestros – habló Celeborn, mientras nueve elfos vestían a los nueve compañeros con una capucha y una capa, a la medida de cada uno de los miembros de la compañía, de esa tela sedosa, liviana y abrigada que tejían los Galadrim. Era difícil saber de que color eran parecían grises, con los tonos del crepúsculo bajo los árboles; pero si se las movía o ponía contra luz, eran verdes como las hojas a la sombra, o pardas como los campos al anochecer, o de plata oscura como el agua a la luz de las estrellas. Las capas se cerraban al cuello con un broche que parecía una hoja verde de nervaduras de plata – Que estas capas los ayuden a mantenerse ocultos de miradas indiscretas

Tres pequeñas barcas grises habían sido preparadas para los viajeros, y los elfos los ayudaron a cargarlas con los paquetes de comida. La compañía se repartió así: Aragorn, Frodo y Sam iban en una barca; Boromir, Merry y Pippin iban en otra; y en la tercera, Legolas y Gimli, que ahora eran grandes amigos, junto con Harry.

Harry se encontraba dentro de una, pues nunca solo se había subido a una barca en toda su vida, y eso había sido en su primer año en Hogwarts. También tenía algo de miedo, pues no sabia nadar y había escuchado que el Río Grande tenía partes que eran peligrosas. Suspiró. Al menos sabia un hechizo que le pondría una burbuja en la cabeza. Esperaba que eso fuera suficiente.

- Lembas pan de camino élfico - dijo la melodiosa voz de Legolas, tomando una especie de galleta entre las manos, y dándole un pequeño mordisco – Un pequeño mordisco es suficiente para llenar el estomago de un hombre – les había dicho a Harry, Merry y Pippin, quienes se hallaban en la misma barca, para después retirarse, dejando unos paquetes al lado de los que ya había

- ¿Cuántos te comiste? – le preguntó de pronto Merry a Pippin

- Cuatro – dijo Pippin

Harry soltó una carcajada cuando lo escucho repetir.

Los elfos cargaban los paquetes en las barcas, y añadieron además unos rollos de cuerda, tres cuerdas por cada barca. Las cuerdas parecían delgadas pero fuertes, sedosas al tacto, grises como los mantos de los elfos.

- ¿Qué es esto? – preguntó Sam tocando un rollo que yacía sobre la hierba

- ¡Cuerdas por supuesto! – le respondió un elfo desde las barcas – ¡Nunca vayas lejos sin una cuerda! Una cuerda larga, fuerte y liviana, puede ser una buena ayuda en muchas ocasiones

- Cada legua que avancen hacia el sur, el peligro crecerá – le dijo Celeborn a Aragorn – Orcos de Mordor patrullan ahora la orilla este del Anduin. Tampoco encontrarán seguridad en la orilla oeste, extrañas criaturas portando la Mano Blanca de Saruman han sido vistas en nuestros bordes. Rara vez los orcos viajan de día, sin embargo estos lo han hecho. Están siendo rastreados – le dijo en élfico, a la vez que le entregaba una daga – Por el río tienes la oportunidad de evadir al enemigo hasta las Cáscadas de Rauros

- Aunque fueron nuestros huéspedes – dijo Celeborn a toda la compañía – todavía no han comido con nosotros, y los invitamos por lo tanto a un festín de despedida, aquí entre las aguas que los llevarán lejos de Lórien

Luego de haber comido y bebido, sentados en la hierba, Galadriel se levantó de la hierba y tomando una copa de manos de una doncella, la llenó de hidromiel blanco y se la tendió a Celeborn.

- Ahora es tiempo de beber la copa del adiós – dijo – ¡Bebe, señor de los Galadrim! Y que tu corazón no este triste, aunque la noche tendrá que seguir al mediodía, y ya la tarde lleva a la noche

En seguida ella llevó la copa a cada uno de los miembros, invitándolos a beber y a despedirse. Pero cuando todos hubieran bebido les ordeno sentarse otra vez en la hierba, y las doncellas trajeron unas sillas para ella y Celeborn. Las doncellas esperaron en silencio, alrededor de sus reyes, y Galadriel contempló un rato a los huéspedes. Al fin habló otra vez.

- Hemos bebido de la copa de la despedida – dijo – y las sombras caen ahora sobre nosotros. Pero antes de que se vayan he traído unos regalos que el Señor y la Dama de los Galadrim os ofrecen ahora en recuerdo de Lothlórien

En seguida los llamó a uno por uno.

- Mi regalo para ti, Legolas, es un arco de los Galadrim – le dijo al príncipe del Bosque Negro, entregándole un más largo y fuerte que los arcos de su tierra natal, y la cuerda era de cabellos élficos. Había también un hermoso carcaj de flechas – Merecedor de las magníficas habilidades de la raza del bosque

La Dama inclinó la cabeza y se volvió a Merry y a Pippin dandoles pequeños cinturones de plata con unas dagas en ellos.

- Estas son las dagas de los Noldorin. Ellas ya han servido en la guerra. No temas joven Peregrin Took, encontrarás tu valor

- Y para ti, pequeño jardinero y amante de los árboles – le dijo a Sam – tengo sólo un pequeño regalo – y le puso en la mano una cajita de simple madera gris, sin ningún adorno excepto una runa de plata en la caja – Esto es una G por Galadriel. Esta caja contiene tierra de mi jardín, y lleva las bendiciones que Galadriel todavía puede otorgar. No te protegerá en el camino ni te defenderá de ningún mal, pero si la conservas y vuelves un día a tu casa, obtendrás tu recompensa. Aunque encuentres todo seco y arruinado pocos jardines de la Comarca florecerán como el tuyo si esparces ahí esta tierra – Sam enrojeció hasta las orejas y murmuró algo ininteligible, tomando la caja y haciendo una reverencia

- ¿Y qué regalo le pedirá un enano a los elfos? – preguntó Galadriel a Gimli

- No deseo nada, Dama Galadriel – dijo Gimli inclinándose y balbuceando – Nada, a menos que... a menos que se me permita pedir, qué digo, nombrar unos solo de vuestros cabellos, que supera al oro de la tierra así como las estrellas superaran a las gemas de las minas

Los elfos se agitaron y murmuraron estupefactos, y Celeborn miró con asombro a Gimli, pero la dama sonreía.

- Se dice que los enanos son más hábiles con las manos que con la lengua – dijo – pero esto no se aplica a Gimli. Pues nadie me ha hecho un pedido tan audaz y sin embargo tan cortés ¿Y cómo podría rehusarme si yo misma le ordené que hablará? Pero dime ¿Qué harás con un regalo semejante?

- Atesorarlo, señora – respondió Gimli – en recuerdo de lo que me dijiste en nuestro primer encuentro. Y si vuelvo alguna vez a las forjas de mi país, lo guardaré en un cristal imperecedero como tesoro de mi casa y como prenda de buena voluntad entre la Montaña y el Bosque hasta el fin de los días

La Dama se soltó entonces una de las trenzas, cortó tres cabellos dorados, y los puso en la mano de Gimli.

- No tengo nada más grande que ofrecer – dijo la Dama Galadriel volviéndose a Aragorn – que el regalo que ya portas – acarició la piedra que Arwen le obsequiará antes de marcharse – Por su amor - dijo en élfico – Temo que la gracia de Arwen Estrella de la Tarde se empequeñezca

- Yo haría que ella dejará estas costas, y estuviera con su gente - respondió Aragorn en la legua élfica – Yo haría que ella tomará el barco hacia Valinor

- Esa oportunidad aún esta ante ella. Tú tienes tus propias decisiones que tomar Aragorn. Sobrepasar a tus padres desde los días de Elendil o caer en la oscuridad, con todo lo que queda de tu raza – Aragorn guardó silencio un momento y después asintió con la cabeza - Aún hay mucho que debes hacer. Ya no nos veremos más. Elessar, Piedra de Elfo de la casa de Elendil

- Para ti, joven mago, tengo algo muy especial – dijo la Dama, dirigiéndose a Harry – Noticias acerca de ti me llegaron desde Rivendel. Es una lastima que no hayamos podido tener más tiempo para charlar, pues puedo sentir el poder que emana de tu cuerpo, aunque aún se encuentra en un estado salvaje. No tienes completo control sobre él, pero es cuestión de tiempo para que aprendas a dominarlo – y acercó sus alargados y finos dedos a la cicatriz en la frente del niño-que-vivió – un gran destino te espera en tu mundo. No debes temer de él, pues de ti dependen muchas personas – y mirándolo a los ojos – Seldo Istar, andelu i ven, dah, boe ammen veriad lin [niño mago, el camino es demasiado peligroso, pero, necesitan tu protección] ¿Entiendes?

Harry tan solo asintió con un movimiento de cabeza, sin atreverse a mirar a la Dama.

- Esto – dijo poniéndole en sus manos un pequeño espejo plateado endosado a un aro dorado, con una delgada cadena plateada – es un espejo mágico, como lo llamarían, hecho en mithrill. Como mi espejo de agua te mostrará cosas que deseas ver si se lo permites, pero también tiene capacidades de las que ni yo mismo sé – y acariciándole la mejilla – los espejos son de los objetos más mágicos que existen. Tú mismo has sido testigo de su poder – Harry observó el pequeño espejo plateado y lo hizo girar un poco en su aro, antes de colgarse del cuello

- Y tú, Portador del Anillo – dijo la Dama, volviéndose a Frodo – llego a ti en último término, aunque en mis pensamientos no eres el último. A ti te doy la luz de Eärendil – dijo ella, entregándole un frasquito de cristal que centellaba cuando ella lo movía – nuestra más amada estrella – se inclino y besó sus suaves cabellos – Que sea una luz para ti en los sitios oscuros, cuando todas las otras luces se hayan extinguido. Recuerda Lothlórien. Recuerda a Galadriel y su espejo.

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

31 de Agosto de 1996. Dos días después de la Luna llena, aun así Remus Lupin todavía se encontraba cansado debido a la transformación y es por esto que se encontraba en su habitación de Grimmauld Place, recostado sobre la cama, con un paquete entre las manos.

Ron y Hermione habían ido a recoger el espejo y hacia poco se lo habían entregado.

El merodeador rompió el papel que envolvió el espejo mágico. Lo sostuvo entre sus manos, observándolo detenidamente. El espejo estaba otra vez completo y fijo en su lugar, sobre la madera que se veía un poco desgastada, pero era perfecto.

Mientras lo observaba no pudo evitar pensar en la pasada Luna Llena ¿Por qué tenía la sensación de que había percibido el olor de Harry? Era una locura, considerando que el niño se encontraba en otro mundo, como había dicho Dumbledore. Pero, y si... no, imposible. El lobo se debía estar volviendo loco. Y viejo, pensó con una sonrisa divertida en los labios.

Su boca se abrió en un gran bostezo, describiendo la perfecta redondez de la O, haciéndole recordar por que se encontraba en su habitación. Debía descansar, sobre todo ahora que Dumbledore le había dado trabajo. El anciano director de Hogwarts se encontraba muy optimista en cuanto a Harry. Al parecer se había encontrado con un viejo libro que hablaba de los espejos y sus propiedad mágicas. La última vez que se encontró con el director, éste le había dicho que sólo era cuestión de tiempo.

El hombre lobo se dejo caer en la cama, teniendo en mente el regresó de Harry y lo que haría en cuanto tuviera al hijo de James frente a él. Lo primero sería darle una buena regañada por haber sido el causante de que su carácter dulce y dócil se haya transformado en el de un animal que atacaba indefensos profesores de pociones... bueno, no que se arrepintiera en lo más mínimo. Y con esto en mente, cerró los ojos, abrazando la almohada y recargando su cabeza en ella.

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

Las barcas se deslizaban suavemente por las aguas del Río Grande, llevándolos cada vez más hacia el sur. Legolas y Harry se turnaban los remos, y el joven mago agradecía la charla del enano y del elfo, haciendo este paseo más agradable. Aunque generalmente se encontraba inmerso en la magia del paisaje. Cada vez se encontraban más hacia en el sur y el cambio de vegetación lo hacia más palpable, además de que el invierno estaba pronto a irse para dar paso a una primavera.

Por las noches se acercaban a una orilla, amarraban los botes y cocinaban algo. Después de la cena dormían, con alguno de los miembros haciendo guardia. Se mantenían en los botes hasta muy entrada la noche y reanudaban la jornada antes del amanecer.

Cierta noche, Boromir había visto algo muy extraño en el Río Grande, en el Anduin. Un leño con ojos, que flotando suavemente llegó hasta el la orilla contraria a la de ellos.

- Es Gollum. Nos ha rastreado desde Moria – le dijo Harry mientras se acercaba a él – Pensé que lo perderíamos en el río, pero es un nadador muy astuto

- Y si alerta al enemigo de nuestra localización – dijo Boromir – hará el cruce más peligroso

- Traté de atraparlo uno o dos noches – habló Aragorn – pero es más astuto que un zorro, y resbaladizo como un pez

Frodo también observaba a Gollum. Una triste mirada se encontraba en sus ojos azules. El ver a Smeagol le hacia pensar en sí mismo, pues Smeagol, para bien o para mal, había sido uno más de los portadores del Anillo Único, y... no quería terminar como él, tampoco quería que el anillo destruyera a sus amigo. Por esto, ya sabia lo que haría, en cuanto llegaran a las cascadas de Rauros y la isla de Escarpa, se separaría de todos ellos, y continuaría con su travesía solo.

- Coma algo, señor Frodo – le dijo Sam

- No, Sam

- No ha comido nada en todo el día. Tampoco esta durmiendo. No creo que no me he dado cuenta. Señor Frodo--

- Estoy bien – lo cortó el portador

- Pero no lo esta. Estoy aquí para ayudarlo. Le prometí a Gandalf que lo haría – dijo el amable jardinero, sentándose al lado de su amo

- No puedes ayudarme, Sam – le respondió Frodo, mirándolo triste, derrotado – No esta vez. Duerme un poco – Sam no pudo esconder la tristeza que le inundo al escuchar esas palabras, y se retiró ha tratar de pescar el sueño

Harry se encontraba acomodando los paquetes sobre las barcas y dejando lo necesario para el desayuno que tomaban antes de reanudar, cuando escuchó la conversación entre Boromir y Aragorn.

- Minas Tirith es el camino más seguro – dijo Boromir – Tu sabes eso. Ahí nos podremos reagrupar. Golpear Mordor desde un lugar donde hay fuerza

- No hay fuerza en Gondor que pueda ayudarnos – le dijo Aragorn, mirándolo a los ojos

- Confiaste rápidamente en los elfos – dijo Boromir señalando las barcas. Aragorn tan solo le observo – ¿Tienes tan poca fe en tu propia gente? Si, hay debilidad. Hay flaqueza. Pero también hay valor, y honor que encontrar en los hombres. Pero tu no verás eso – hablaba Boromir. Harry detuvo lo que estaba haciendo y escucho atentamente las palabras de Boromir. Aragorn se dio media vuelta, dispuesto a dejar a Boromir hablando solo, pero este se lo impidió, jalándolo de la capa – ¡Tienes miedo! Toda tu vida te haz escondido en las sombras – reclamó Boromir, y Aragorn no pudo mirarle por que una parte de él sabia que era verdad lo que el capitán de Gondor le estaba diciendo – Asustado de quien eres, de que eres – al fin, Boromir soltó la capa del heredero de Isildur y este dio media vuelta para irse, pero enseguida encaro al capitán

- No acercaré el anillo ni cien millas a tu ciudad

El siguiente día la jornada continuo igual que los días anteriores, solo que esta vez, Harry podía sentir el resentimiento de Boromir hacia Aragorn. Se encontraba meditando la discusión de la noche anterior cuando sintió unos golpecitos en la espalda.

- ¡Mira! – exclamó Legolas – Los Argonath, los Pilares de los Reyes

Harry elevó la vista y observó maravillado esas formas gigantes, vastas figuras grises, mudas pero peligrosas. Vio que los pilares eran en verdad unas tallas enormes, que el arte y los antiguos poderes habían trabajado en ellos, y que a pesar de los soles y las lluvias de años olvidados todavía seguían siendo unas poderosas imágenes. Hasta Boromir inclinó la cabeza cuando las embarcaciones pasaron en un torbellino, como hojitas frágiles y voladizas, a la sombra permanente de los centinelas de Númenor. Así cruzaron la abertura oscura de la Puerta.

Los terribles acantilados se alzaban ahora a cada lado del Tol Brandir a alturas inescrutables. El cielo pálido parecía estar muy lejos. Las aguas negras rugían y resonaban, y un viento chillaba sobre ellas.

Las barcas se deslizaron hasta la orilla oeste, donde amarraron los botes y la compañía bajo, feliz de poder estirar los pies. Harry ayudó a Aragorn a atar las barcas para que la corriente no las arrastrara hacia las cascadas.

- Cruzaremos el lago al anochecer – dijo Aragorn mientras se quitaba la larga gabardina negra – Esconderemos los botes y continuaremos a pie. Nos acercaremos a Mordor por el norte

- Oh ¿si? – exclamó Gimli. Ezellahen se preparó para cualquier cosa que fuera a decir, generalmente le hacían reír un poco – Solo tendríamos el pequeño problema de atravesar Emyn Muil, un impasable laberinto de afiladas rocas. Y después de eso ¡se pone mejor! – exclamó el enano, y Harry ya no encontró tan divertido lo que estaba diciendo. Pippin, que había estado comiendo feliz de la vida, se detuvo en su actividad, y observó con ojos asustados a Gimli, como si estuviera loco – Vaporosos y apestosos pantanos tan grandes como el ojo pueda ver

- Ese es nuestro camino – le dijo tranquilamente Aragorn. Pippin le observó con una mirada derrotada que pedía misericordia, ahora, eso si se le hice gracioso a Harry, er, quizá un poco de humor negro – Sugiero que descanse y recuperé sus fuerzas, señor enano

- Que recupere mi-- – exclamó Gimli a la sola mención de que era débil – Que recupere mi fuerza. No le prestes atención, joven montaraz, los enanos no necesitamos recuperar fuerzas

- ¿Dónde esta Frodo? – preguntó repentinamente Merry, que había ido por un poco de leña. En seguida Aragorn buscó en su improvisado campamento, y Sam, quien estaba recostado, se puso de pie rápidamente

- Iré a buscarlo – dijo rápidamente Harry, dándose cuenta que Boromir tampoco estaba

Harry caminaba por entre los árboles, buscando al portador del anillo. Deseo saber un hechizo que le dijera donde estaba lo que buscaba, pero... ¡Demonios! ¿Dónde estaba Hermione cuando se le necesitaba? Llevaba rato buscando, sin ver nada, sin escuchar nada.

Un sonido de espadas chocando entre sí llegaron hasta sus oídos. Conocía muy bien ese sonido, él mismo lo había hecho en sus pocas batallas en la Tierra Media. Sin más, se apresuró hacia el lugar de donde provenía el sonido, avanzando rápidamente, sosteniendo la espada con la mano. Y entonces lo vio... Frodo venía corriendo, escapando de algo que le perseguía, virando la cabeza hacia atrás, hacia los lados, para asegurarse que ya no estaba a su alcance, pero tropezó, cayendo de bruces sobre la tierra.

Unos guerreros salieron de entre los árboles, corriendo, acercándose a Frodo, espada en mano. El hobbit vio como uno de ellos elevaba su extraña espada, incluso podía jurar sentir la ventisca que hacia el balanceo del arma mortal. Frodo cerró los ojos, tratando de cubrirse con las manos. Pero el golpe no llego, en cambio un sonido de choque de espadas lo sorprendió. Al abrir los ojos, vio a Ezellahen, balanceando la espada que le había obsequiado el señor Elrond y repeliendo al orco.

- ¡Frodo! – gritó Harry – ¡Corre! – el hobbit reanudo su carrera. Harry ya no vio a donde había ido, pues estaba demasiado ocupado peleando contra esos orcos extraños

Los guerreros se precipitaron hacia el joven de ojos verdes. Ezellahen los esperó, preparándose para la batalla. El orco que había repelido se lanzó hacia él, y Harry dio un giró, empuñando la espada con ambas mano, rebanándole el estomago, haciéndolo caer a la tierra. Sin esperar más fue ahora él quien se lanzó a un orco, dando una fuerte estocada que atravesó la dura armadura que protegía el corazón de la bestia. El mago retiró rápidamente la espada, cubriendo el ataque de otro de los orcos, y dando un gritó uso su fuerza para lanzarlo y después cortar de un tajo ambos brazos de su adversario, y con otro giró más separar la cabeza del cuerpo.

Harry dio un saltó hacia atrás, y empuñando la vara gritó fuertemente Expelliarmus, desarmando de esta manera a uno de los orcos. Empuño la espada y dando un salto atravesó a otro orco más. Uno de los orcos le lanzó un cuchillo, pero Harry gritó rápidamente Impedimenta, causando que la trayectoria del arma agresora fuera increíblemente lenta, y después la golpeo con la espada, haciéndola caer al piso. Ezellahen cogió el cuchillo y lo lanzó al orco, atravesándole la garganta.

Otro orco se lanzó hacia el joven, lanzando un golpe con la espada que poco más y hería gravemente al mago de ojos verdes, pero este dio un rápido salto hacia atrás, ganándose solo una herida en el brazo. Empuñando su espada con ambas manos cubrió otro ataque, y girando sobre si mismo abrió el estomago del orco.

El joven iba a lanzarse hacia otro de los enemigos, cuando sintió una horrible punzada en la pierna. Y otra más en la otra pierna. Harry cayó de rodillas, y vio con horror que dos flechas se habían clavado en su carne. Ese dolor le recordó a la vez que estuvo en el cementerio, o cuando el colmillo de basilisco se había encajado en su brazo.

Haciendo un enorme esfuerzo, Harry se levanto, pero entonces un orco lo atacó fuertemente, y Ezellahen tan solo tuvo tiempo para cubrir el fuerte golpe, que lo hizo caer nuevamente de rodillas. El orco preparó el arma para cargar de nuevo contra Harry, pero este gritó Incendio convirtiendo al orco en una antorcha. Una nueva flecha fue lanzada hacia el joven quien tuvo que lanzarse al suelo para evitarla con solo un rasguño en la mejilla. Pero antes de que el joven pudiera hacer algo, un orco llego y le planto un pie sobre el pecho, presionando fuertemente. No tenía escapatoria. Moriría.

Las orbes verdes vieron como el orco preparaba la espada para darle el golpe final, pero entonces fue repelido. Una fuerte luz comenzó a brillar entre las ropas de Harry, una luz que lo cubrió completamente.

Aragorn llegaba justo cuando el herido cuerpo de Harry desaparecía, sin dejar rastro de él.

pTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTqpTq

Nada parecía perturbar la silenciosa oscuridad de la habitación de cierto licántropo, quien descansaba la cabeza sobre un cómodo almohadón que sostenía entre sus brazos. Nada. Excepto la tenue luz que comenzó a brotar del espejo que se encontraba al lado del hombre lobo, iluminando las finas facciones de su atractivo rostro, y el desordenado cabello claro como la miel. El brillo se apago y una voz se pudo escuchar, una voz que salía del espejo mágico.

- ¿Harry? Harry

Sobre el oscuro abismo del espejo, un paz de ojos azul cobalto se asomaron, buscando algo que no encontraría.

- Harry. Soy yo. Sirius. Sirius Black


¡WAW! ¡¡ACABE EL PRIMER LIBRO!! ¡¡¡ACABE EL PRIMER LIBRO!!! buaaaaaaa SOY TAN FELIZ.... y =) ¿Quién será ese de al final? ¡¡HASTA DENTRO DE DOS SEMANAS!! "You are never given a dream without also being given the power to make it true." Richard Bach