Circe: con esa actitud nunca vas a llegar a ningun lado --
Aoi: ¬¬ ¿qué tratas de decir?
Circe: nada ¬¬ olvídalo
Aoi: .. no en serio ¿qué quieres decir?
Circe: ... --U que musa tan inteligente tengo
GaRrY: Hello ¡Oh! Gracias U al fin llegue en un plazo respetable :P. Gracias por el review ;-) Fuiste el primero en dejar
Mirug: XDDD No, no creo que seas tonta XDD Sip, Harry y Sirius juntos al fin (Oo soy yo o eso me sonó a telenovela) pero listos para que la autora vuelva a hacer de las suyas muajajaja XDDD :P Chao. Gracias por el review.
CBMLupin: Gracias TT mi fiel lectora :-P Oo Aunque este es el fic del segundo libro y ya vamos entrando al tercero Oo Oh el fin se acerca... Gracias por el review y espero que te guste este capi
LARIENBLACK: Hola U No hagas berrinche, aquí sale Snuffles Oo esperemos que te guste esa parte :P Gracias por el review. Chao
Agus y Moony: Hello yep, eres otra de las tantas que me dicen eso del capítulo "Sirius Black" Oo creo que lo hice sufrir un poquito Oo pero er todo será por el bien final Oo Aquí llega el 15 y la culminación de la segunda película Oo aunque tomará otro capítulo para terminar el segundo libro. Chao espero que te guste el capitulo y gracias por el review.
Allison Black: Wow ¿Cómo geisha? Oo eso me hubiera gustado verlo Oo XDDD es lo mismo que me pregunte cuando escribí eso de Remus Oo donde rayos estaba ¬ Er ¬¬ no creo que encuentre un tutú en la Tierra Media y ¡por fin! aquí sale en su forma perruna UU sip, pobeshito Aragorn ¬ pero yo puedo consolarlo XDDD Oo sip he puesto elfico Oo pero me ha dado unos dolores de cabeza para encontra verbos XDD Nos vemos y disfruta el capi que me quedo largo Oo
Nelly Esp: :P Hello bueno, algo más salvará a Harry, pero también la magia intervendrá... un poquito XDDD pues no se mucho si Sirius pone caras cuando le escucha hablar elfico lo que si sé es que esta algo celoso de cierto montaraz de ojos grises... en este capi Harry se dará sorpresivamente cuenta de que Sirius si es Sirius Oo. Pero basta ya de mi Oo mejor ve a leer el capi seguro que él te explica mejor que yo :P Gracias por el review y espero que te guste este chapter. Chao.
Rosemary Black: U Sorry el cachorrito tenía que sufrir... er, por favor, er, cualquier intento de asesinato que se sienta después de esta capitulo llevarlo en contra de mi musa que fue ella quien me inspiro a escribirlo - Circe cruza los dedos - U ¡Ah! Bueno, pues soy de México Oo sip ¿de dondé eres tu?
Herm-Kinomoto: Gracias por el review y sip, me acompañaron a escribir este capítulo mis adoradas musas :P y el pastel de chocolate Oo pero eso es otra historia .. Chao, gracias por el review y espero que te guste este capitulo
Noir: Hi, sip, Harry se tiene que salvar de nuevo ¬¬ no importa como pero de que se salva se salva Oo sino se acaba mi protagonista y sin protagonista no hay fic .. Chao
Annya Potter: Gracias por el review me alegra saber que pienses eso Oo aunque cuando estoy escribiendo siento que repito mucho, pero unas partes son escenciales repetir :P Gracias por el review y espero que te guste el capi
Tikal-neo: Bienvenida a los reviewers de este fic o ... que bueno que aun jale lectores eso me alegra mucho Oo er, sip, Sirius ya sufrió mucho, sufre mucho y er lamentablemente sufrirá otro poco Oo pero solo poquitillo. Espero que te guste este capi :P Chao
jessytonks: Hola, sip en este capi Harry ya le cree a Sirius, Oo por ciertas circunstancias que no discutiremos aqui :-P Gracias por el review y espero que te gusten las escenas del capi Chao
Meriet: Hola muchas gracias por esos comentarios ¡me echan muchas porras! En este capi se ve algo de Sirius y Harry :P y sip, a mi tambien me encanta Aragorn en su etapa paterna :-P ahora Harry tendrá como dos padres er cuando le crea a Sirius. Una vez más gracias por el review y espero que te guste este capi
Akirah, la nieta de Vegeta: XDD Nop, no cumpli mis amenazas de capis más cortos, pero aqui esta otro mucho más largo que los anteriores .. espero por que a mi me lo parecio... U ya veremos si el trasgo es o no Sirius en este capi pero esperemos que no nazcan tus instintos asesinos al leer lo que ocurre con cierto perrito U er siento lo de tu abuelo Oo no comer para un saiya debe ser la muerte Oo que digo la muerte ¡peor que tortura china y egipcia juntas! Oo Espero pronto ver un fic tuyo y que te guste este fic CHAO
layla kyoyama: Oo er, hola señorita asesina XDDD Oo er no pueden matarme sino quien terminaría el fic XDD :-P ya no hago sufrir a Sirius... bueno, un poquitillo, pero es por el bien del fic XDD no eres la primera que me dice eso acerca del futuro de la relación entre Harry y Aragorn, hum, estan empezando a convencerme. U Hoy o dure las dos semanas, publique antes y un capítulo larguillo espero que te guste y que me envies otro review!! :P son muy bienvenidos. Chao.
Cygni: XDD aqui se ve quien salva a Harry del huargo XDD y salen muchas otras cosas aquí aunque en el que sigue Voldie tomará venganza muajaja Oo er gracias por el review y por leer el fic Adieu
the angel of the dreams: Que tal pequeño angel muerden a Harry no, lo salvan si ¿quien? pues a leer el capi :P y las cosas mejoran un poco para el perrito favorito. Gracias por el review y espero que te guste este capi Adios
Luin ¬¬ atsui Harry? bueno, debo reconocerlo ¬ que lindo esta el chamaco XDDD sip el lindo lobito y Sirius no conversan mucho ahora pero ejem oh James ¿porque no no hago tatuajes? XDDD A mi me gusta mucho la pareja de Draco y de Ginny se ven tiernisimos juntos XDDD y Ron y Hermione siempre igual de melosos y lindos XDDD Te agradezco enormemente tu humilde opinion siempre es bienvenida hentai tomoyo chan XDD Chao
Sara Fénix Black: ¡SI! Leggy y Sirius juntos cof cof dos linduras y que decir del lobillo, solo me falta poner a Aragorn, Remus, Sirius y Legolas en una habitación ¬ creo que no estarían a salvo XDD Oo ¿cómo que Harry te esta cayendo mal? el pobre ya no sabe si lo que ve es cierto y lo que sueña metira pero esperemos que aqui se reivindique y ya veremos que paso con el señor huargo espero que te guste el cpqai y gracias por el review :P
Anita Puelma: Oo er, no, no creo que Harry sea tarado Oo creo .. al menos no estoy enterada, pero no te preocupes estoy segura que el capi de hoy te gusta U espero... Oo ¿TODO? ¡¿DE GOLPE?! WOW me sorprendes Oo creo que esta bastante larguito Oo pero mis mas sinceras felicitaciones [Aoi: si, te agradezco que te compadezcas de esta pobre criatura, pero ¿a quien le ofreciste el sacrificio? Circe: ¬¬] ¿Cada cuando actualizo? Pues según yo cada dos semanas Oo es que me da cada bloqueo que para que te cuente Oo con este tarde más de dos semanas, pero esta más larguito Oo alcanzo facilmente las 27 paginas Te agradezco mucho el review y que hayas tenido la paciencia de leer este fic Espero que lo sigas haciendo y que te guste este capi. CHAO
LILY-EVASN: Hola, cuanto tiempo, pero mientras sigas por ahi esta bien :P [Aoi: ¿yo? ¬¬ yo soy un angelito que tiene que caerle bien a todo el mundo ¬¬ si por algo no te cae tu conciencia, pobrecilla le haz de dar un monton de problemas, pero ¡estoy contigo Elis! Dale duro ¬¬ enseñale quien es la ama Circe: ¬¬ ¿terminaste?] U Sip, algo cruel el pequeñajo, pero que le vamos a hacer Oo espero que no matarle por que Sirius sigue queriendole mucho, sin contar que te echarias encima a cierto montaraz que sera rey de Gondor oO gracias por el review y espero que te encante el capi Oo que esta mucho mas largo que cualquier otro que he escrito, hasta ahora .. CHAO
Dorian-Crow: ¿Qué tal? Sigo esperando los capis de tu fic así que no nos dejes con la duda de que pasa después :-P sip, Sirius hará algo Oo no es hombre que se quede cruzado de brazos y en su forma perruna aún es de mucha ayuda :P Sip, me base más en el Théoden de la película Oo es el que más conocen y no quería que me lincharán como cuando puse que Aragorn tenía canas (pues en la version del libro las tiene Oo) oo ¿lo bajas? ahora eso si me halago me pone muy feliz y contenta Oo creo que son sinonimos, pero ya que Oo Me despido y espero que te haya ido de maravilla en tus vacaciones Oo y que el trabajo no este tan pesado :-P Nos vemos y recuerda que espero con ansia los nuevos capitulos.
Looony Moony: XDD HOLA!! ¿cual perdon? Todos los reviews son bienvenidos, lleguen tarde o temprano :-P Hum, te va a encantar este capi por que ya antes de leer tu review tenía escrita una escena con Ron, Hermione y Harry, algo por el estilo que me pides Oo me sorprendieron mucho los reviews de ahora por que de hecho hay dos escenas que ya tenía escritas y se ajustaban a lo que la mayoría pedía Oo ¿me estare volviendo predecible? XDD Gracias por el review tardía aquí esta el capi, algo largo, pero espero que les guste
¡¡Disculpen!! El capitulo lo tenía listo el sabado por la noche, pero no podía subirlo por que no tenía internet y Oo no iba a encontrar un cyber cafe abierto a las 9 de la noche Oo y cuando fui el domingo a uno Oo no me dejo subir, ni siquiera entrar al login Oo que hubo problemas con el servidor (hay un aviso en la pagina principal) y trate el lunes y tampoco y pues hasta ahora pude subirlo ¡¡Mil disculpas!!
Harry Potter en la Tierra Media
Capítulo 15
El Abismo de Helm
¿Dónde está ahora el caballo y el caballero?
¿Dónde está el cuerno que sonaba?
¿Dónde están el yelmo y la coraza?
¿Dónde está la mano en las cuerdas del arpa y el fuego rojo encendido?
¿Dónde están la primavera y la cosecha y la alta espiga que crece?
Han pasado como lluvia en la montaña, como un viento en el prado;
los días han descendido en el oeste en la sombra de detrás de las colinas.
¿Quién recogerá el humo de la ardiente madera muerta, o verá los años fugitivos que vuelven del mar?
El Señor de los Anillos: Las Dos Torres.
Tercer Libro. El Rey del Castillo de Oro. Página 146 versión de bolsillo.
- ¡Harry! – un grito hizo que el joven girará su rostro en dirección al huargo que se lanzaba sobre él, a tiempo para cubrirse con ambos brazos el rostro, pero sin poder evitar ser arrojado lejos de su montura por la bestia
El lobo cayó sobre sus patas delanteras y dando un giro volvía a encarar a su presa, dispuesto a desgarrar la suave carne que cubría los huesos. El animal se relamió el hocico, dando un salto hacia el joven mago.
Aún atontado por la caída, Ezellahen solo tuvo tiempo para ver como las enormes fauces de la bestia se acercaban vertiginosamente hacia él. Sin espada ni varita, lo único que pudo hacer fue observar como el destino se le echaba encima.
Los segundos se convirtieron en centurias, el huargo encajaría los colmillos en él de un segundo a otro, pero... un fuerte gemido salió del animal al ser lanzado lejos del joven mago, siendo golpeando en el costado por un enorme perro negro que había saltado justo a tiempo para empujarlo con su cabeza.
El mago sintió que el mundo se detenía a su alrededor, ese perro se le hacía tan familiar, tan conocido.
El lobo se había puesto de pie una vez más, sacudiendo la enorme cabeza. Sus profundos y negros ojos cayeron sobre el nuevo adversario. Era un perro negro, grande para los de su especie pero aún así pequeño comparado con el tamaño de la bestia.
El perro se encontraba frente al montaraz, protegiéndolo del lobo, gruñendo, mostrando los afilados y blancos colmillos, retándolo a acercarse a Harry. El huargo gruñó también, soltando rugidos de vez en cuando ¡nadie le quitaba una presa! Y menos un simple perro.
Los adversarios se estudiaron mutuamente, trazando un círculo al caminar.
El lobo lanzo un fuerte rugido y se lanzó hacia su enemigo, abriendo el hocico, esperando morder el cuello del animal más pequeño, someterlo y matarlo. Pero el perro se elevo sobre sus patas traseras, alejando el hocico del huargo con las delanteras. El impulso y la fuerza del lobo eran mayor y terminó lanzándolo, alejándolo del mago. El lobo volvió a cargar contra el confundido joven que observaba al perro negro con sorpresa y temor, pero antes de que la bestia llegará a su destino sintió como el perro se colgaba de él, encajando los colmillos en la piel del cuello, trepándose en su lomo, enterrando las uñas para no caer. El huargo lanzó un aullido de dolor, e inicio una danza de saltos deseando arrojar a ese perro, girando la cabeza de vez en cuando, tratando de alcanzarlo con sus fauces. El perro se mantenía fuertemente, no dejaría que dañarán a ese joven.
Un chillido llegó a los oídos del joven mago. El huargo había alcanzado una pata del perro y la había enlazado con sus colmillos, arrojándolo fuertemente, azotándolo contra el suelo.
El lobo giro su rostro al joven y agarrando impulso con una carrera saltó hacia él.
Harry estaba confundido, sorprendido, veía al perro y la sangre que goteaba de su hocico, ciego al huargo que se lanzaba hacía él... pero el destino le hizo una jugada más... el mago sintió que el mundo se detenía a su alrededor cuando el perro se transformaba a medio salto en un hombre de tez morena, pelo negro y profundos ojos azules.
Sirius
Harry sintió como unos brazos lo empujaban fuertemente, lejos del alcance del lobo, haciendo que se golpeará la cabeza en un saliente piedra, atontándolo.
Un grito de dolor regresó al mago a la realidad, y alzando los ojos vio como los enormes colmillos estaban clavados en el cuerpo de su padrino, y como el hocico de la bestia se había manchado con su preciosa sangre. Ese hombre acababa de salvarle la vida a costa de la suya.
Inmensa ira asedió todo su ser, dándole a los ojos un brillo feroz, salvaje. Ya no tenía importancia si estaba soñando, si estaba despierto, si ese hombre era su padrino o no. Lo único importante era que un huargo lo había dañado.
Un ferviente deseo de ver al animal encogerse, convulsionarse de dolor le llenó, regocijándose anticipadamente con sus lamentos. La magia fluyo a raudales por su cuerpo y con un fuerte grito salió disparada de él, lanzando a la bestia lejos de su padrino.
Aullidos de dolor inundaron el campo de batalla. Muchas de las bestias se retorcían de dolor sobre las piedras y los verdes pastos, manchándolos con la espesa sangre oscura que goteaba de sus hocicos y ojos. Y tan imprevistamente como había llegado, cesó. Sorpresa y temor se reflejaba en los rostros de los eorlingas y en el de los orcos, que onservaban sin habla los cuerpos de las criaturas, intercalando miradas hacia el joven montaraz de ojos verdes.
Harry había caído al suelo de bruces, respirando agitadamente y con un sudor frío bajando por su atractivo rostro moreno, cayendo cual delicadas gotas de cristal sobre los pastos, rompiéndose en mil pedazos. El joven entonces gateo hasta su padrino, que se encontraba inconsciente sobre piedras y pasto manchados de sangre, su sangre.
El mago actuó lo más rápido que pudo, haciendo acopo de toda su firmeza, sacando las hojas de athelas que tenía entre sus ropas y abriendo rápidamente la túnica de su padrino, descubriendo la herida.
Théoden fue el primero en despertar de su estupor, ordenando a los jinetes acabar con las bestias y orcos que habían escapado a la ira del joven mago, y los rohirrím acataron las órdenes, comenzando una cacerías, pues ahora eran ellos los que superaban en número al enemigo.
El rey giró su rostro al joven, quien movía rápida y hábilmente las manos sobre la herida de ese hombre ¿Quién era ese joven? O más importante ¿Qué era?
Harry deseó que Aragorn estuviera a su lado ayudándole, pues a pesar de la habilidad que mostraba se sentía torpe y temía que fuera a lastimar a su padrino. Lo que no sabía el mago, era que su maestro estaba perdido, que nadie le encontraba y que sólo cierto orco agonizante poseía la respuesta a los acertijos.
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Legolas había sentido la fuerza que recorrió como una inmensa onda el campo de batalla, y sabia que el foco había sido Ezellahen. El elfo estaba enterado que el chico era istar pero nunca le habían dicho que tan poderoso era.
Los soldados corrían de un lado a otro, dando caza a los últimos orcos y huargos que intentaban escapar de las lanzas y espadas de Rohan. Los heridos pedían ayuda, acercándose a rastras hasta los caballos sin jinetes, y la pradera rebosaba con los cuerpos de orcos, huargos y rohírrim, aunque pocos de los últimos, pues la ayuda que el joven mago les había prestado salvo muchas vidas, dándoles la fortuna del ataque 'sorpresa'.
- ¡Aragorn! – gritaba el príncipe, buscando a su amigo entre los heridos y los cuerpos de los eorlingas, pues ya había pasado tiempo sin que sus ojos se posaran sobre la figura de Trancos
Al no recibir ninguna respuesta, Gimli el enano se le unió en su búsqueda, gritando a voz de cuello el nombre del dúnadan.
Una risa agonizante y gutural llegó hasta los fino oídos del príncipe elfo y del enano. Gimli se acercó rápidamente al orco moribundo, con el hacha empuñada por ambas manos.
- Dime que pasó y terminaré tu dolor rápidamente – dijo el enano, colocando el arma ensangrentada sobre la cabeza del orco
- Él... está... muerto – las terribles palabras salieron lentamente de su boca – tuvo una pequeña caída desde el precipicio – dijo, saboreando la reacción del elfo y del enano
Legolas se vio listo a lanzarse sobre el orco, pero una sombra fugaz pasó rápidamente al elfo y al enano.
- Estas mintiendo – siseó Harry en un tono que no admitía excusas ni negativas – ¡Aragorn no puede estar muerto! – presionó fuertemente la punta de su espada sobre el cuello del orco
Río agonizante, sin demostrar temor alguno por el arma... muriendo instantes después.
Un brillo atrajo la vista del joven mago, quien llevó sus manos rápidamente al puño del orco. El pendiente de Aragorn, la joya élfica que Arwen le había dado. Sin querer creerse nada de lo que pasaba, Ezellahen corrió hacia el precipicio donde el rey Théoden se encontraba de pie, observando el río que corría debajo de ellos.
Los verdes ojos se tiñeron de sombras mientras el mago observaba la fuerte corriente del agua y la magnitud de la caída, perdido en esas aguas oscuras.
- Pongan a los heridos en caballos – ordeno el rey a sus soldados – Los lobos de Isengard volverán. Dejen a los muertos – Legolas giró sus dolidos ojos al rey – Ven – dijo posando su mano en el hombre del elfo, retirándose
Legolas se giro al joven mago, quien seguía con la mirada perdida en el río, inconsciente de lo que pasaba a su alrededor. Gimli se encontraba a su izquierda.
- Aphado, Ezellahen [Ven, Harry] – susurró el elfo
- Es mentira – dijo el joven montaraz – Él no esta muerto
- Chico – trató Gimli, pero...
- ¡Él no esta muerto! – gritó – De un momento a otro, él subirá... ya lo verán... esto no es nada para Aragorn – hablaba, mientras las lagrimas afloraban a sus ojos – verán como escala el acantilado, sorprendiéndonos, quizá un poco sucio... ¿cuándo no lo está? – dijo con una pequeña sonrisa – pero a salvo, vivo... él...
- Ezellahen – Legolas tomo al joven por sus hombros, haciéndolo girar, mirándolo de frente – Aragorn… avo broniant [Aragorn… no sobrevivió] – le dijo lentamente, con la tristeza también consumiéndolo a él – Aragorn…
- Baw! I brúniel! I gwestant orthant au im! Enga glavro au nibin, enga glavro au nibin ano fir [¡No! ¡Él vive! ¡Él prometió cuidar de mí! Así que deja de decir mentiras, así que deja de decir que esta muerto] – Legolas escucho sin decir palabra alguna los gritos del joven, hasta que Harry se detuvo, respirando agitadamente. Ya no podía más. La muerte de Aragorn, la mortal herida de Sirius, pues ahora estaba seguro que era su padrino, había encontrado el espejo entre sus ropas mientras le curaba, y esto le hacía sentirse todavía peor, pues le había tratado como basura y ahora que al fin creía en él, un maldito huargo lo había mordido, y lo mejor de todo es que había sido para salvarle a él. Ezellahen se abrazó fuertemente al elfo, dejando las lagrimas salir – Baw nasto ano fir. Baw hartho anar fir. Baw ete hartho... [No puede estar muerto. No quiero que este muerto. No lo quiero...]
Gimli se acercó al mago y deposito sus manos sobre los hombros de éste mientras el elfo le abrazaba, dándole pequeñas palmaditas en la cabeza del chico.
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En un compartimiento del expreso de Hogwarts se hallaban Hermione Granger, Ronald Weasley y Remus John Lupin.
- Profesor Lupin – preguntó Ron – ¿Seguro que se siente bien?
- Quizá sean los efectos secundarios de la luna llena – dijo Hermione
- No es nada de eso – dijo el licántropo, mirando a los chicos con el ceño fruncido – ya les dije que Sirius no esta realmente muerto
- Profesor, no es por ser grosera ni nada, pero – habló Hermione – pero él atravesó el arco, es prácticamente imposible que este vivo
- Además, si realmente estuviera vivo – habló Ron – el profesor Dumbledore no hubiera sido tan cruel como para ocultárselo a Harry
- Es por que aún no lo sabe, pero estoy completamente seguro, el espejo no mentiría – dijo Remus, mostrándoles el espejo
- Supongamos por un breve momento que es cierto – habló Ron – díganos entonces ¿dónde esta?
- Sé que es difícil de creer, pero es verdad – acentuó la última palabra – Cuando Sirius atravesó el velo, termino en otro mundo, otra dimensión. Y eso es perfectamente posible Hermione – cortó a la joven morena antes de que ella pudiera decir algo – el arco esta en el Departamento de lo Misterios por algo, y ese algo es por que aún se le esta estudiando. Sé que creen que estoy loco, pero es cierto, hoy mismo hablé con él – los dos jóvenes le miraron con unos ojos desmesuradamente abiertos, tanto que Luna Lovegood los hubiera envidiado – a través del espejo, claro esta, es como una especie de conexión. Pero olvidémonos de los detalles técnicos – agitó una mano – hay algo más que deseo decirles – haciendo un gesto con el dedo índice, les pidió que se acercarán, creando un círculo compacto, cerrado – Harry esta con él – los adolescentes contuvieron el aliento
- ¿Qué? – preguntó Hermione, no creyéndose lo que decía el hombre lobo
- Aún no he hablado con él, pero Sirius le vio y esta completamente seguro de que es él. Al parecer ambos cayeron en el mismo mundo, o dimensión, lo cual es bueno para nosotros, pues al fin tendremos noticias seguras de Harry
- Pero ¿cómo esta? ¿Ésta bien? – pregunto la chia
- Parece que sí, esta muy bien, y según palabras de Sirius jamás le vio mejor. Al parecer Harry lleva alrededor de seis meses en ese mundo – Ron y Hermione le miraron como si estuviera loco – Es posible. Nos dimos cuenta que el tiempo pasa mucho más rápido allá que aquí. Dos horas en aquél mundo son ocho minutos aqu
Hubo un silencio, durante el cual Hermione frunció el ceño varias veces y contaba algo con sus manos, luego elevó el rostro sorprendida.
- Un día aquí equivale quince días all
- Efectivamente, pero Sirius no lleva mucho tiempo en aquel lugar. Solo uno o días – dijo el profesor
- Sí, es posible. Dado que el velo y el espejo fueron los medios que los llevaron hasta aquel lugar, el tiempo es irrelevante, no es una pauta necesaria a seguir ya que... ¡ambos están en otra dimensión! – exclamó emocionada
- Exactamente. Otro mundo, con una historia y costumbres distintas a la nuestras
- ¡Es increíble! Jamás pensé que eso fuera posible
Ron intercalaba confundidas miradas entre su novia y el profesor, quienes intercambiaban frases sin sentido alguno – para él – después de un momento, al darse cuenta que era olímpicamente ignorado, cruzó los brazos y con el ceño fruncido, dijo...
- ¿Qué tiene eso de interesante? Lo único que veo es que Harry esta en otra dimensión ¿qué tal sino puede regresar? ¿sino encontramos una forma de regresarlo? – ante esto, tanto Hermione como el profesor Lupin se quedaron sin palabras, rumiando alguna idea.
- Estoy segura que el profesor Dumbledore sabrá que hacer – dijo ella con una seguridad sorprendente
- Pero te das cuenta que llegaremos hasta la noche, para entonces ya habrán pasado otros quince días para Harry – dijo Ron
- No importa, Sirius esta con él – hablo Remus – y estoy seguro que antes que le pase algo malo, él se lanzaría al rescate
Con esto en mente, los tres compartieron pasteles y ranas de chocolate. Remus fue feliz, era como haber regresado a sus días de adolescencia.
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El Abismo de Helm era una enorme fortaleza construida entre las montañas de Dunharrow, un desfiladero que abría un enorme hueco entre las ostentosas montañas del Folde Oeste. Una enorme muralla cerraba el paso hacia el desfiladero, desde el acantilado más austral hasta una soberbia torre, llamada Cuernavilla, por que los ecos de una trompeta que llamaba a la guerra desde la torre resonaban aún en las Cavernas centelleantes, como si unos ejércitos largamente olvidados salieran de nuevo a combatir de las cavernas y colinas. Abajo se deslizaba la corriente del Bajo. Serpeaba a los pies de Cuernavilla y fluía luego por una garganta a través de una ancha lengua de tierra verde. Al lado de Cuernavilla se alzaba la ciudadela, donde la enorme puerta del Abismo se encontraba. Dentro de la ciudadela, una cueva se abría hacia las Cavernas centelleantes, las Aglarond, que recibían su nombre debido a las piedras dentro de ella que hacían que la luz rebotara, brillando, como si las estrellas mismas se hubiesen escondido dentro de las cavernas.
Los ciudadanos de Edoras y el Folde Oeste se escondían dentro de la enorme fortaleza. Niños, mujeres, ancianos, padres, hijos se encontraban dentro de ella, familias enteras de rohirrím, lo que Saruman buscaba con tanto ahínco destruir.
Dentro de la ciudadela, entre los soldados heridos por los lobos de Isengard, una figura solitaria se veía caminar de un lado a otro.
El joven mago se detuvo al lado de un hombre que se encontraba pálido, con una fea herida en el costado, aguantando valientemente el dolor.
- Necesitare agua caliente y unas vendas – dijo Harry a una mujer que se encontraba al lado del hombre, sosteniendo entre lagrimas la mano de su esposo – y que sea deprisa, esta herida no es mortal pero si no se lava pronto podría infectarse
- Sí, mi señor – respondió la mujer, levantándose para buscar lo que se le había pedido
- Estarás bien, no te preocupes – dijo Harry en un susurró, el soldado solo pudo mirarle con gratitud
El joven montaraz se puso de pie, dirigiéndose a otro soldado que se encontraba recargado en una columna cercana al otro hombre. Un muchacho de la edad de Ezellahen, esperaba con un agua y vendajes. El mago se le acerco y comenzó rápida y mecánicamente su labor: curar la herida del jinete. La figura de Harry era gravemente observada por un par de ojos azules.
Después de haber llegado al Abismo de Helm, el montaraz no había dicho palabra alguna sobre Aragorn. Al desmontar había pedido urgentemente hilo, aguja, agua y paños limpios, debía curar a su padrino. Y lo hizo, con una habilidad que sorprendería a cualquiera. Al terminar de atender a Sirius, y dejarlo durmiendo al cuidado del elfo y el enano, se había puesto de pie sin decir palabra, y había caminado hacia los soldados heridos. Su ayuda fue recibida con alegría, y se dedico a curarlos, ocupando su mente en el trabajo. Aun así, Legolas y Gimli habían visto que sus ojos se habían opacado, el verde ya no brillaba como antes y una palidez inundaba su rostro.
El elfo había estado buscando a Harry, caminando de un lado a otro, trazando el mismo camino que había seguido el joven. No fue difícil encontrarlo, tan solo tenía que preguntar por el joven señor – que era como comenzaban a llamarle los rohirrím por respeto – y los campesinos señalaban amablemente el lugar hacia a donde había ido. Ahora le observaba atender a uno de los soldados.
- Listo – dijo Harry, cortando el hilo después de haber cocido – sólo tenga cuidado con el brazo, o la herida volvería a abrirse
- Muchas gracias, mi señor – exclamó agradecido, portando una sonrisa. El mago respondió con un asentimiento de cabeza, poniéndose de pie para regresar al soldado herido en el costado, hincándose a su lado
- "=" [Debes estar cansado] – dijo una voz detrás del mago
- "=" [No] – respondió suavemente, reconociendo la voz de Legolas y sin dejar de atender al soldado – "=" [Estoy bien]
El elfo tuvo la urgencia de decirle que no, que no estaba bien, que le dolía la muerte de Aragorn tanto o más de lo que le dolía a él, que se estaba escondiendo en el trabajo con pretexto de no ver a su padrino – que acababa de despertar y deseaba ver a Harry, y por lo tanto el elfo había ido en busca del chico – por que tenía vergüenza de si mismo, de la manera en como lo había tratado. Pero no lo hizo, sabia que eso lastimaría al montaraz, y que al sentirse lastimado reaccionaría violentamente y se perdería en la gran fortaleza.
- "=" [Sirius acaba de...] – un fuerte quejido de dolor proveniente del soldado obligo al elfo a callarse, y observa como Harry terminaba de curarle
- Con eso bastará – dijo el mago al soldado y su esposa – no se preocupe, ahora solo debe descansar
- No sabe cuanto se lo agradezco – exclamó ella, tomando las manos de Harry y besándolas – gracias, gracias
Ante el gesto, Ezellahen retiro rápidamente las manos, apenado ante tal muestra de gratitud.
- No es nada, no se preocupe. Ahora solo cuide de su esposo – se puso de pie y se alejo de la pareja, siendo seguido por el elfo
- "=" [Ezellahen, Sirius ha despertado y desea verte] – el muchacho no dijo nada – "=" [ahora]
- "=" [Creo que es más importante ayudar a los soldados que...]
- "=" [¿Qué que?] – le cortó el elfo – "=" [¿Qué ir a ver a tu padrino? Ezellahen, entiendo que te duela la... perdida de Aragorn... pero no veo por que no puedes ir con Sirius]
Harry se detuvo, dándole la espalda a Legolas, sin mirarle.
- "=" [Fue mi culpa] – dijo – "=" [si yo hubiera prestado más atención nada de esto habría pasado. Sirius no estaría herido, Aragorn no hubiera caído...]
- "=" [Eso es mentira y lo sabes. No importa que tan poderoso seas, no pudiste haber evitado nada de eso]
- "=" [¡Si que lo habría hecho!] – gritó el mago, encarando al elfo, mirándolo con ojos heridos, tristes, apagados – "=" [¡Dime entonces de que sirve la magia si no puedo evitarlo! ¡Si no puedo cuidarlos! ¡Ayudarlos!] – el silencio se hizo entre los dos. Harry volvió a dar la espalda a Legolas – Perdóname... ahora mismo voy a ver a Sirius
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Sirius Black se encontraba descansando sobre una improvisada cama, en un pequeño cuarto dentro de Cuernavilla. El enano se estaba a su lado, sentado sobre una silla, con las cortas piernas colgando, balanceándolas como si de un niño se tratará.
Vendas giraban alrededor del semidesnudo cuerpo del mago, empezando por la cintura y terminando debajo de su pecho. Las suaves mantas se arremolinaban a la altura del estomago, pues al sentar ellas habían resbalado por el cuerpo de Sirius, mostrando los vendajes y con ello lo extenso de la herida. Sobre la morena piel del brazo derecho descansaba el tatuaje de un perro negro con la lengua de fuera, producto de una borrachera con James. Padfoot aún no estaba seguro de cómo ni por qué había ocurrido, solo que al despertar con una fuerte resaca, él y Prongs habían encontrado esos grabados sobre su piel. No se necesita decir que el amigo de Sirius había despertado con un ciervo sobre su brazo derecho y... una linda flor que decía Lily sobre el muslo izquierdo.
El animago posó sus ojos en la espada de Harry, recargada sobre la pared, junto a una silla donde estaban la capa élfica y la gabardina, y el cinturón con la varita, también vio el espejo. Aún no se podía creer lo que había visto cuando buscó a Harry, entre los soldados y los lobos. El chico se había vuelto poderoso, y no solo eso, ahora resultaba que hasta un poco de medicina sabía. Se llevo inconscientemente una mano a su herida, preguntándose que pasaba por la cabeza del hijo de James en estos momentos.
- ¡Ah! – exclamó Gimli – veo que le haz podido encontrar, Legolas
- Ezellahen se encontraba con los heridos, fue muy fácil localizarlo
Sirius elevó inmediatamente la vista, encontrando los ojos de su ahijado. Por un breve momento se observaron, tratando de encontrar los secretos de cada uno, pero al final, fue el joven mago quien había bajado la mirada, avergonzado y triste.
- Me alegra que ya estés despierto – dijo Harry, evitando su mirada – por un momento temí no haber actuado a tiempo, pero la herida sanará bien
- Harry... yo… ¿ya me crees?
Legolas y Gimli se miraron, entendiendo que padrino y ahijado necesitaban un tiempo solos. El elfo posó una mano sobre el hombro del montaraz y después de sonreírle, los dos amigos dejaron la habitación.
Hubo un silencio incómodo. Ninguno sabía que decir. Sirius se preguntaba si debía repetir la pregunta o por lo menos ser el primero en hablar para romper el mutismo.
- Perdóname –fue Harry el que habló – perdóname por no creerte... por tratarte como... te trate... no debí juzgarte, no debí ser cruel contigo... – elevó los avergonzados ojos, encontrándose con los azules de su padrino – Debí escucharte... debía creerte... no te merecías ser tratado de esa manera...
- No Harry – el animago acompaño estas palabras negando con la cabeza – no hay nada que perdonar. Entiendo por que actuabas así. No debes preocuparte por eso, ya quedo en el pasado. Lo importante ahora es que al fin sabes quien soy, que crees en mí, y eso es todo lo que yo pedía
- Hannon le. Hannon le, Sirius [Gracias. Gracias, Sirius] - susurró Harry, abrazando a su padrino, enterrando la cabeza en el pecho de este
El animago, aunque no había entendido las palabras del chico, le abrazó también, acariciando el cabello negro del montaraz.
- Gimli me dijo lo de Aragorn – dijo suavemente en el oído de su ahijado – lo siento mucho, sé cuanto le querías...
- Por favor... no quiero hablar de eso, no ahora... por favor
El silencio volvió a cubrir a los dos, y Sirius se arrepintió de haber mencionado a Trancos. Debía de dolerle mucho a Harry. Era cierto que el muchacho había perdido a su padre, y que por un tiempo le creyó perdido también a él, pero no por eso debía de acostumbrarse al dolor de la perdida, sino que esta venía con renovadas fuerzas, golpeando más duramente el frágil espíritu, rompiendo cada fibra del alma.
- ¿Qué te parece si saludamos a Remus? – preguntó Sirius, esperando que con esto su ahijado se alegrar
- ¿Es eso posible? – preguntó con inocencia infantil el mago, alzando el rostro hacia su padrino
- Por supuesto, yo mismo lo he hecho un par de veces. Solo necesitamos el espejo – hizo un intento de levantarse, pero al instante sintió como un millar de agujas se encajaba sobre su costado, arrancándole un gemido de dolor
- No te muevas. Aún tienes la herida. Es medicina élfica la que he aplicado contigo y a pesar de que es muy buena y supera a la muggle, no soy tan bueno como para desaparecer por completo los dolores – explicó Harry mientras tomaba el espejo y lo acercaba a su padrino
- ¿Medicina élfica? Si que me has sorprendido ¿y qué más sabes hacer? – preguntó curioso
- Bueno, un poco de esgrima, de equitación, sé algo de pesca, un poco de caza y de sobrevivencia, cosas que todo buen montaraz debe saber y lo básico de la medicina élfica. Arwen, una hermosa y amable dama elfa, me enseño, además de unas cuantas pociones
- Creí que no te gustaba Pociones - preguntó con una sonrisa el animago
- Lo que no me gusta es Snape – expresó haciendo un mohín – sobretodo cuando lo tienes todo el tiempo respirando sobre tu nuca, diciéndote que eres un niño malcriado y que nunca dejarás de ser 'la viva copia de tu padre, igual de petulante, pavoneándose ante todos y todas' – dijo, haciendo una perfecta imitación del profesor. En algún lugar de Inglaterra, dicho profesor no dejo de estornudar, y se pregunto si su mala suerte había hecho su movida una vez más y le había resfriado unas horas antes de la llegada de los malcriados
Sirius rió a carcajada suelta, y pesar de que le hacia mucha gracia, se arrepintió, por que su estomago comenzó a quejarse de dolor.
- Bueno, bueno, seguro que Remus se alegrará de verte – dicho esto, colocó el espejo frente a su rostro – Quiero ver a Remus Lupin
El objeto comenzó a brillar y la imagen de Sirius se transformó pronto en la del profesor Lupin.
- ¿Sirius?
- Por supuesto ¿a quién esperabas? ¿al ratón de los dientes? – exclamó sonriendo de oreja a oreja
El hombre lobo le tiró una mirada a su amigo, pero decidió dejar el regaño para más al rato.
- Te ves muy feliz
- Es que te tengo una sorpresa – respondió el animago
- ¿Y qué es?
Remus vio como Sirius desaparecía de la superficie y en seguida un rostro moreno y joven, de ojos verdes y largo cabello negro tomaba su lugar ¿Quién era ese muchacho que se le hacía tan familiar?
- ¿Qué tal profesor Lupin? – saludó tímidamente el joven, con una voz que le recordaba a...
- ¡Harry! – exclamó, haciendo saltar a Ron y Hermione que compartían entre risas coquetas una rana de chocolate – ¿Eres tú? ¡Eres tú! No puedo creerlo ¡Oh, Harry! Que gusto me da verte. Nos tenías muy preocupados. No sabíamos que había pasado contigo, dónde estabas, nada. Albus se puso a buscar como loco una solución para traerte de vuelta pero no podía encontrar nada... – el licántropo detuvo su balbuceo sin sentido y se fijo mejor en Harry. El rostro ya no tenía rasgos infantiles, sino que era la de un atractivo joven. El cabello largo le daba una apariencia de rebelde, cayendo gallardamente a cada lado del rostro. Tal y como Sirius le había descrito – Me alegra tanto que estés bien Harry, me da mucho gus...
Las palabras de Remus fueron cortadas y su rostro desapareció repentinamente del espejo, intercambiándolo por el lagrimoso de Hermione.
La morena, al escuchar el nombre de su amigo, había estado impaciente por verlo, por saber que el profesor no les había estado mintiendo, y en uno de sus arrebatos infantiles – que tanto le gustaban a Ron – había cogido el espejo de manos del licántropo, apoderándose de él.
- ¡Harry! ¡Oh, Harry! ¡Que alegría verte! ¡Que bueno que estés bien! ¡Nos tenías tan preocupados! El profesor Dumbledore se puso a buscar de inmediato una solución pero no podía encontrarla – al escucharla hablar el joven mago tuvo que detener una risita que quería salir de su boca. Su amiga decía las mismas palabras que el profesor Lupin – Te extrañamos tanto ¡Oh! ¡Cómo pudiste pensar que fue tu culpa! ¡Que yo termine en el hospital por tu culpa! Eres un tonto – regaño a Harry como si se tratase de un niño de cinco años – y cuando vuelvas me encargaré de castigarte por haber estado triste y por haber desaparecido así como así ¡Nos tenías tan preocupados! Pensábamos que ya no te veríamos. Tonto ¡Eres un tonto! Pero ya verás cuando regreses ¡De esta no te libras Harry James Potter! – se seco las lagrimas con un pañuelo que le había dado Ron
Casi en seguida el rostro de Hermione fue cambiado por el de Ron, que le miraba divertido.
- ¿Qué tal Harry?
- Ey, Ron
- Cuando el profesor Lupin nos lo contó no lo podíamos creer, pero ahora veo que es cierto. Tienes que regresar pronto, tengo una apuesta con Malfoy, debes regresar sino quieres dejar que Gryffindor quede como un tonto ante Slytherin, además de que Hermione quiere castigarte, pero claro, va después que mamá, que le dio un ataque cuando se enteró de tu desaparición. Y con razón ¡Nos arruinaste las vacaciones! – se escucho un fuerte ¡Ron! proveniente de Hermione, y luego un ¡Ouch! ¡Hermione! la morena lo había pellizcado – pero no importa nada de eso ahora. Estas bien y eso es lo que importa compañero. Pero cuentanos ¿qué tanto haces por allá? Seguro que haz de extrañar un montón el quidditch
La plática continuo y continuo. Harry era el que más hablaba, contándoles su vida en la Tierra Media, siendo feliz por un momento. No había olvidado a Aragorn, pero se sentía feliz de poder hablar una vez más con sus amigos ¡Ni Voldemort podría arrebatarle ese momento de felicidad! Y con gusto recibiría ahora mismo los regaños de Hermione, o el grito de un nazgûl. Así de feliz estaba.
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La noche había llegado deprisa, sumiendo al abismo en una oscuridad, donde la luz de las antorchas brillaban en una noche de luna y estrellas. Las danzantes flamas proyectaban sombras que la mente humana interpretaba como su mas grandes miedos: unos veían la inevitable figura de un orco, espada en mano, escudo y casco, infiltrándose para matar a aquellos que amabas; otros veían la gigantesca sombra de un lobo, acechando en las sombras, cazando en la noche. Las inocentes mentes infantiles interpretaban desde monstruos escondidos detrás de piedra hasta la sobria figura de un jamelgo relinchando a la luz de la luna.
El Abismo de Helm era custodiado por guardias que se paseaban de un lado a otro sobre los antiquísimos muros de piedra, empuñando enormes lanzas, vestidos con brillante cota de malla. Harry estaba con ellos, en la cima de los portones de robles, con los ojos perdidos en el horizonte. En su mano descansaba el dije que siempre había llevado, el regalo de Arwen, la hermosa estrella de la tarde, la dama que seguramente partía en estos momentos hacia Valinnor, con lo último de su raza.
La vida era injusta con esos seres que se amaban más que nada, aquellos que compartían un amor que sobrepasaba la barrera de las razas, del tiempo.
El joven montaraz se preguntaba por qué todo tenía que terminar de aquella manera, por qué sin una oportunidad de agradecerle todo lo dado a Aragorn, al hombre que había sabido ganarse el cariño y la confianza de un alma destrozada, de una antorcha que había vuelto a brillar con la luz de la vida gracias al cariño que él le había dado. Era cierto que los elfos de Rivendel, la dama Arwen, Legolas, Gimli, Bilbo, Frodo, que todos sus amigos le habían brindado un respiro, pero... fue Aragorn quien le había encontrado perdido en el bosque, en las tinieblas.
Lagrimas rodaban por las mejillas del poderoso mago. Había ganado a Sirius, pero... había perdido a Aragorn ¿Por qué no podía tener aquello que más quería? ¿Por qué siempre que la felicidad parecía acercarse a su puerta, algo llegaba a empujarla lejos? Quizá era por que estaba condenado a sufrir, a nadar en los mares de desesperación, de tortura. Una vez más maldijo el día que había venido al mundo, maldijo el día que la profecía le había tomado prisionero, encerrándolo en una torre de la cual caían todos aquellos que amaba.
La luz de la antorcha danzó en su rostro. Y en la seguridad de la noche, el alma del niño-que-vivió clamó el cariño de un hombre que ya no sería, rompiéndose en mil pedazos. El lamento avanzó con la lentitud de las nubes, corroyendo con la prontitud de un relámpago. Harry Potter lloró a Aragorn, al que siempre querría como a un padre.
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Sirius despertó el siguiente día y se encontró con que Harry ya se había levantado, yéndose a quien sabe donde. Pensativo observó el techo. Sabía que estaban en una guerra, y que ellos eran los débiles pues carecían de soldados suficientes para defender la fortaleza, pero también había escuchado que el Abismo de Helm era impenetrable. De cualquier manera, Harry pelearía, lo sabía, podía verlo en sus ojos, y lo que era peor, él no podía defenderle. Sirius Black carecía de una varita mágica ¡y de que sirve un mago sin vara! Y no se acordaba lo suficiente de esgrima como para empuñar una espada.
Una magnífica idea cruzo por su cabeza. Remus le ayudaría y él sabía exactamente cómo.
- Quiero ver a Remus Lupin – dijo al espejo
- ¿Sirius?
- Moony, amigo mío, tengo un favor que pedirte
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Ezellahen se paseaba sobre el muro de la Puerta del Abismo de Helm, observando con ojos críticos los alrededores, preparándose para la batalla. Sí el muro bajo era impenetrable, la mayoría de las fuerzas debían de colocarse sobre la puerta, era el punto de entrada y debía protegerse, pero, los orcos de Saruman bien podrían usar escaleras para subir hasta el otro lado del muro, y se necesitarían fuerzas para repelerlos. El rey Théoden no contaba con suficientes soldados. Estaban perdidos si un milagro del cielo no les salvaba, o si Gandalf no regresaba pronto.
El sabio y anciano mago había pedido a Aragorn que ayudará al Señor de la Marca, que tenía que hacer hasta lo imposible por que las defensas aguantaran hasta su llegada. Pero si el dúnadan ¿qué podrían hacer?
Ezellahen se había echado la responsabilidad sobre los hombros, y aunque no era tan buen estratega como lo había sido su mentor, algo haría. Protegería a la gente de Rohan. Tomaría el lugar de Aragorn.
Los ojos verdes escudriñaron las montañas que se alzaban frente a la enorme fortaleza, vigilando los alrededores. Un punto negro que se movía por los montículos llamó su atención y agudizó la mirada tratando de saber que era aquello que se acercaba. El punto se acercaba rápidamente al Abismo de Helm y el montaraz supo entonces que se trataba de un jinete, montado sobre un caballo de pelaje oscuro, sin silla. La figura del jinete estaba inclinada sobre el caballo, como si estuviera fatigado o herido.
- No puede ser – susurro cuando el montador estuvo lo suficientemente cerca. La espada, las ropas, el físico, el cabello, todo ello le recordaba a un persona, a alguien que debía haber muerto por la caída – ¡Abran las puertas! – ordenó y cuando escucho los graznidos de madera y metal se echo a correr. Hubiese saltado de no ser por que hubiera muerto antes de darle la bienvenida a su mentor, sin mencionar que no se le hubiese hecho gracioso a su sobreprotector padrino
- ¡Aragorn! – gritó, llegando velozmente a la plaza frente a Cuernavilla, y antes de que Trancos pudiera reaccionar sintió que unos brazos le rodeaban fuertemente – Nauthanne avo broniant. Orch narne au nibin ano dannant. [Pensé que habías muerto. El orco nos dijo que habías caído.]
- Ezellahen – susurro mientras le abrazaba también, y le besaba el negro cabello – Nauthanne ava broniant. Brégo nestanne... lindë vanya wen [Yo pensé que había muerto. Brégo me ayudó... así como la voz de una dama] – la última frase la dijo pensativo. Aragorn sintió que Harry ponía algo en su mano y bajando los ojos vio el regalo de Arwen – Hannon le, ion [Gracias, hijo] – sonrío al muchacho, dándole un fuerte apretón
- ¿Dónde esta? ¡¿Dónde esta?! – se escuchaba que una voz gritaba – ¡Quítense de mí camino! ¡Lo voy a matar! – Gimli el enano salió de entre la multitud que se había reunido alrededor de Aragorn. Harry dejo de abrazarle y se hizo a un lado, dejando que el enano observará con brillantes ojos al dúnadan – Eres el hombre más afortunado, más astuto y más temerario que he conocido – cortó la distancia entre él y el montaraz y le dio un fuerte abrazo – ¡Bendita seas, señora mía! – exclamó, agradeciéndole a su señora Galadriel la suerte del su amigo
- Gimli – hablo Aragorn – ¿dónde esta el rey? – le preguntó. El enano hizo una señal con la cabeza, y en seguida mentor y pupilo caminaron en esa dirección, pero una figura les cerró el paso
Trancos elevó el rostro.
- Le ab-dollen [Llegas tarde] – dijo la voz de Legolas, sonriéndole a su amigo, luego se detuvo y le observó con ojos críticos – Te ves espantoso
Ezellahen disimulo una tos. Es cierto dijo entre cada tosido. El montaraz dirigió miradas serias tanto a Harry como al elfo, y luego rompió en una carcajada.
- Mae govannen, mellon ni [Bienvenido, amigo mío] – dijo el elfo, posando ambas manos sobre los hombros de Aragorn
El joven mago se dio cuenta que la dama Éowyn les observaba, portando una enorme sonrisa. Entendía por que se veía tan feliz, pero... aunque Legolas le hubiera dicho que eran decisiones que tenían que tomar Aragorn y Arwen, él no dejaría que la señora de Rohan se acercará demasiado a su mentor. Sentía como si esa mujer, aunque no fuera mala y era muy amable con él, quisiera separar a Trancos de la dama de Rivendel, y no lo permitiría. Curioso observó su propio comportamiento, preguntándose si así pensaban y sentían los hijos cuando una persona llegaba e intentaba separar a sus padres. Instintivamente se aferró a la capa de Aragorn, mientras el montaraz caminaba en dirección del cuarto real.
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El cuarto real donde el rey Théoden y sus caballeros se encontraban tenía una enorme bóveda, con grandes ventanales por los cuales el sol se colaba, pintando con haces de luz las ventanas sobre el piso. Las antorchas brillaban sobre las paredes, con el fuego danzando al ritmo del viento. Unas mesas estaban dispuestas, y el trono del rey descansaba a la cabeza de la habitación, de frente a las enormes puertas de roble.
- ¿Un gran ejercito, dices? – preguntó Théoden paseándose por la habitación. Le había sorprendido la entrada del dúndan tanto como a los caballeros, le creían muerto, pero su llegada era buena, y el rey lo sabia
- Todo Isengard se ha vaciado – respondió Aragorn, observando seriamente el semblante del señor. Legolas y Ezellahen se encontraban detrás de él, observando y escuchando al montaraz
- ¿Cúantos? – preguntó el rey
- Diez mil soldados fuertes, cuando menos – respondió sin titubeos el montaraz
- ¿Diez mil? – exclamó Théoden. La idea de pelear semejante ejercito no había cruzado por su cabeza. En estos tiempos, era prácticamente imposible reunir una armada tan grande, pero, al parecer, Saruman había roto lo imposible, y si él había hecho eso ¡¿qué no habrá realizado el señor oscuro?! Que Eru guardará a sus segundos hijos, pues estaban a punto de probar su valía
- Es un ejercito creado con un solo propósito – Ezellahen posó sus ojos en la figura de Aragorn, sabiendo cual sería lo siguiente que saldría de sus labios – destruir el mundo de los hombres – un silencio mortal se hizo en la cámara, donde cada uno se preguntaba por que se les odiaba tanto – Llegarán al anochecer – terminó el montaraz
Théoden se giro, con la larga capa ondulando detrás de él, y con paso firme y orgulloso caminó a la puerta.
- ¡Dejen que vengan! – exclam
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Ezellahen caminaba detrás de Aragorn y el rey Théoden, al lado de Legolas y Gimli. La fortaleza estaba llena de los rohirrím que habían alcanzado a llegar sanos y salvos a ella. Los soldados caminaban de un lado a otro reluciendo sus cotas de malla y sus largas lanzas. El grupo se dirigía a la puerta.
- Quiero a todos los hombres y muchachos fuertes capaces de empuñar un arma listos para pelear esta noche – ordenó el rey Théoden a Gamelin. El soldado asintió con la cabeza y se fue a cumplir las órdenes de su señor
Harry se dio cuenta que la puerta estaba siendo apuntalada con gruesas tablas de madera.
- Cubriremos la calzada y la puerta desde arriba – dijo Théoden, señalando cada lugar con su brazo – ¡Ningún ejercito ha atravesado el Muro Bajo ni ha puesto pie dentro de Cuernavilla! – sonaba como un buen plan, y Ezellahen se dio cuenta feliz y orgulloso, que coincidía con el plan que había tramado antes de la aparición de Aragorn
- No se trata de una chusma de orcos – hablo Gimli – se trata de uruk-hais. Tienen armaduras gruesas y escudos anchos
- He peleado en muchas guerras, maese enano – dijo el rey – Sé defender mi propia ciudadela
Estuvieron caminando un poco más, sobre la camino que corría arriba de los muros, sobre la puerta.
- Se romperán sobre esta fortaleza como agua en rocas – continuó el rey – Las hordas de Saruman saquearán y quemarán. Ya lo hemos visto. Pero podemos plantar nuevas cosechas y las casas pueden ser reconstruidas. Dentro de estas paredes duraremos más que ellos
El Señor de la Marca se escuchaba demasiado confiado con respecto a esta guerra, pensaba el joven mago ¿acaso no había escuchado lo que había dicho Aragorn? Saruman no deseaba tesoros ni destrucción, quería la muerte de Rohan y su gente.
- No viene a destruir cosechas ni casas – hablo Aragorn, voceando los pensamientos de su pupilo – Vienen a destruir a su gente hasta el último niño
El rey se giro hacia Trancos, tomándolo por la gabardina.
- ¿Qué quieres que haga? – preguntó, mirando con ira y desesperación al montaraz – Mira a mis hombres. Su valor pende de un hilo. Si éste ha de ser nuestro fin ¡entonces lo haré un gran final! Que sea digno de recordarse
- Envíe jinetes, mi señor – exclamó Aragorn – Debe pedir ayuda
- ¿Y quién vendrá? – preguntó Théoden, volviéndose una vez más al montaraz – ¿Elfos? ¿Enanos? No tenemos tantos amigos como ustedes. Las viejas alianzas están muertas
- Gondor responderá – exclamó Trancos
- ¿Gondor? – siseó el rey – ¿Dónde estaba Gondor cuando el Folde Oeste cayó? ¿Dónde estaba Gondor cuando nuestros enemigos se cerraban sobre nosotros? ¿Dónde estaba Gon...? No, mi señor Aragorn. Estamos solos – con una última mirada se giro sobre sus talones, caminando apresuradamente hacia Cuernavilla
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Cuando Harry entró a la habitación de Sirius se encontró al mago vestido y de pie.
- ¡Sirius! – exclamó el chico de ojos verdes – ¿Qué crees que estas haciendo?
- Oh. Hola, Harry – sonrío inocentemente el animago
Sirius vestía una suave camisa negra, de tela aterciopelada y de mangas largas. Unos pantalones negros ajustados en los muslos y holgadas a partir de la pernera. Por encima una túnica azul oscuro sin mangas – permitiendo ver las negras de la camisa – que caía sobre su cuerpo, ajustada a su cintura con un grueso cinto de tela oscura que daba varias vueltas a su cintura. El resto de la túnica caía cubriendo sus piernas pero con dos rajadas que comenzaban en las caderas, a cada lado del cuerpo. Calzaba unas botas negras de piel, suaves al tacto.
Las ropas eran tan ricas y elegantes que Harry supuso eran las que le habían dado en el castillo de Rohan.
Sirius parecía un noble caballero mientras que Harry con ropas desgastadas por la intemperie y un rostro joven y orgulloso, semejaba un valiente montaraz, con excepción por la soberbia joya que pendía de su cuello, regalo de la dama Galadriel.
- Responde la pregunta, Sirius – le riñó Harry, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y apoyaba todo su peso en una pierna – se supone que deberías estar descansando y no de pie, y... – guardo silencio al ver una varita que se encontraba enfundada en el cinto – ¿De dónde la haz sacado? Creí que la habías perdido
- Bueno, verás... Remus me la dio
- ¿Remus te la dio?
- Si... hay algo que no sabes de los espejos y... verás, cuando éramos jóvenes, tu padre y yo, y nos ponían a realizar trabajos sin varita, ya sabes detención, nos llamábamos por el espejo y por medio de él nos prestábamos las varitas y... eso hizo Remus. Claro que fue una suerte que funcionara el viejo truco estando entre dos dimensiones
- ¿Dejaste al profesor Lupin sin varita? – preguntó Harry
- No exactamente. Al parecer cuando atravesé el velo, se me cayo y Remus la había guardado, como recuerdo y... me la devolvió – terminó con una brillante sonrisa
Hubo un silencio.
- No te enojes, Harry – hablo Sirius – Estamos en una guerra y no te puedo dejar solo allá, sólo por que estoy herido y desarmado
- No importa – riñó el joven mago – date cuenta de tu herida. Las puntadas podrían romperse o la herida podría infectarse. Además de que no voy solo, Aragorn estará conmigo
Ahora fue el turno de Sirius de quedarse sin habla... ¿Aragorn? ¿vivo?
- No murió con la caída – explico el joven montaraz – sobrevivió y ahora esta aquí. Así que no debes preocuparte
El animago sintió una punzada de celos en su corazón ¡¿Harry confiaba más en ese que en él, su padrino?! ¿Por qué no se quedó muerto y le permitió quedarse con Harry? Pero no, ese tal Aragorn tenía que tener más vidas que un gato y regresar para atormentarle... quizá estaba exagerando, pero no le importaba.
- Vine por que Aragorn nos dijo que los enemigos llegarán al anochecer y como no quiero que te pase nada malo sería bueno que te quedarás aquí o en las cavernas – hablo Ezellahen
- No
- ¿Qué? – preguntó el joven mago, aunque era claro que había escuchado, solo esperaba que hubiera sido un error
- He dicho que no – contestó testarudamente el animago – No voy a permitir que mientras tu estés peleando, arriesgando tu vida, yo me quede encerrado. Nunca más
- ¡Sirius!
- No Harry. Creo que ya soy mayorcito para tomar mis propias decisiones y he tomado una. Voy a pelear a tu lado
- Pero...
- No – con esta última palabra, el animago salió de la habitación, con una mano sobre la herida
- ¡Argh! ¡¿Por qué tengo un padrino tan testarudo?!
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Sirius caminó hacia la armería. Había ofrecido sus servicios al rey Théoden y éste los había aceptado gustoso, pero le había recomendado tomar una cota de malla para su protección.
La armería del Abismo de Helm estaba llena de ancianos y niños mayores de catorce años ¿Cómo es posible que enlistarán a estas personas, cuando deberían estar cerca de su familia? Pero el animago sabia que no había otra opción. Él mismo había estado ya antes en una guerra. Y sabía que cuando te enfrentabas a la muerte, te sostenías de donde podías. Sin suficientes soldados, la muerte llegaría de una forma u otra. Que más daba morir en la defensa que en las cuevas. Pero si peleaban había un pequeño rayo de esperanza. Siempre lo había cuando se luchaba.
- Campesinos, herreros, mozos de caballería – Sirius escuchó la voz de Aragorn. Así que estaba en la armería ¿eh? – Ellos no son soldados
- Muchos han visto demasiados inviernos – se escuchó la ronca voz de Gimli
- O muy pocos – respondió al hermosa voz de Legolas – Míralos. Tienen miedo. Puedo verlo en sus ojos – éste último comentario detuvo los movimientos en la armería, y todos dirigieron sus ojos al elfo. Sirius estaba de acuerdo con su amigo, se veían asustados, sin esperanza – Boe a hûn. Neled herían... dan caer menig [Y con razón. Trescientos... contra diez mil] – el animago se cruzó de brazos y frunció el ceño ¿Por qué hablaban una lengua que él no entendía? Incluso Harry la hablaba. Es cierto que sonaba muy bonito, pero ¿por qué?
- Si beriathar hýn, amar nâ ned Edoras [Tienen más posibilidades de defenderse aquí que en Edoras] – respondió Aragorn. Sirius le tiro una mirada asesina Así que tu también la hablas. Apuesto que tu se la enseñaste a Harry... maldito montaraz que se cree elfo
- Aragorn, nedin dagor hen ú-´erir ortheri. Natha daged dhaer!… [Aragorn, no puede ganar esta pelea ¡Van a morir todos!...] – exclamó Legolas, clavando los azules ojos en los grises del dúnadan
- ¡Entonces moriré como uno de ellos! – exclamó Aragorn en la lengua común. A pesar de no haber entendido ni una palabra de lo que habían estado hablando, Sirius comprendió todo por esta última. Legolas sabia que estaban en una situación desesperada
Hombre y elfo compartieron una última mirada, antes de que Aragorn saliera enojado de la armería.
El príncipe estaba dispuesta a seguir a su amigo ¡Tenía que hacer que entrará en razón! Era una batalla inútil y sin sentido ¿por qué quedarse? Pero una mano lo detuvo, cerrándose sobre su brazo. Sirius negó con la cabeza, como leyendo sus pensamientos.
- Deja que se vaya, muchacho – hablo Gimli – Déjalo ir
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Las sombras ya cubrían el cielo como un manto oscuro. Las estrellas y la luna no brillaban, eran luceros cubiertos por las gruesas nubes grises que se arremolinaban sobre las cabezas de los rohirrím.
El Abismo de Helm bullía en movimiento. Soldados corriendo de un lado a otro, ancianos y niños cargados con cascos, cotas y armas eran dispuestos sobre el camino que corría en el muro, sobre la puerta. Las danzantes antorchas eran sostenidas fuertemente, colocadas cerca de los soldados para iluminarles.
Sobre las escaleras que subían hacía Cuernavilla se encontraba la figura de Aragorn, sentado sobre los escalones tallados en piedra. Inalterable a toda la actividad que se desarrollaba a su alrededor. Una triste desesperación cubría las nobles facciones de su rostro. Pensativo. El pequeño altercado con el príncipe Legolas aún estaba fresco en su memoria.
Trancos giró su rostro y se encontró con la figura de un muchacho, no mayor de dieciséis años. Observó meditabundo el uniforme de soldado que vestía, posiblemente el que había sido de su padre. El chico llevaba una espada entre las manos, y el temor y la confusión se veían en su rostro. Al ver al joven, llego rápidamente a su mente el rostro de Harry. Observó mentalmente el lozano rostro, la espada, los ojos ¿Cómo alguien tan joven cargaba un arma y mataba orcos tan fácilmente? ¿Y aceptaba una misión casi imposible? El rostro y el cuerpo hablaban de juventud, pero los ojos no. Aún así no podía evitar ver a Harry como un niño. Y reflexionó en las palabras de Legolas y en lo que él mismo había dicho. Él estaba dispuesto al sacrificio, pero ¿estaba preparado para sacrificar a Ezellahen? Arwen seguro se lo reprocharía, pero sería en vano lo que ella le dijera, pues ya viviría en el infierno de haberlo perdido en una batalla. Aragorn no tenía la fuerza de ver morir a ese niño.
- Dame tu espada – dijo Trancos al chico. El muchacho giro su rostro hacia él, y se acercó, dándole su espada – ¿Cuál es tu nombre? – preguntó mientras observaba el arma
- Haleth, hijo de Háma, mi señor – respondió, observando al montaraz que había ayudado a su rey – Los hombres dicen que no sobreviviremos la noche – Aragorn le observó unos segundos – dicen que no hay esperanza
El montaraz se puso de pie y midió el largo de la espada con su brazo, observando atentamente el filo de ella, después la hizo girar cortando las capas de viento, zumbando.
- Ésta es una buena espada – dijo, entregando el arma – Haleth, hijo de Háma – y añadió, tomándolo por el hombro – siempre hay esperanza
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Harry caminó por toda la ciudadela, buscando a su padrino ¡Debía quedarse dentro de Cuernavilla o en las cavernas! No andar peleando con esa herida.
A él no le importaba que Sirius estuviera armado, si tenía que petrificarlo para salvarle la vida lo haría.
- Antes le besó los pies a Voldemort que perderlo de nuevo – se decía
Cuando el mago había entrado a las Cavernas de Aglorand, la belleza en ellas le había sorprendido: la estalactitas que prendían de la bóveda, de las cuales descendían lagrimas de cristal que caían sobre el agua, iniciando una serie de ondas sobre la imperturbable superficie; las estalagmitas que se levantaban desde el brillante piso arenoso, en distintas formas caprichosas que el tiempo había trazado en ellas; y las azules y transparentes aguas de los lagos que se extendían a cada lado de las grutas.
Pero también vio la tristeza en los rostros de las mujeres y de las ancianas. Las madres escondían a sus pequeños hijos detrás de sus faldas, temerosas de que los soldados hubiesen decidido llevarse a los pequeños varones también. Otras giraban los esperanzados rostros hacía él, esperando ver al hijo que se había ido, pero lo bajaban desilusionadas al encontrarse a un joven armado y vestido cual montaraz, con la experiencia en los verdes ojos.
El joven montaraz salió de las cavernas con una tristeza oprimiéndole el corazón. Era cierto que él había peleado desde la edad de once años, y que a los dieciséis era capaz de enfrentarse a una horda de orcos y empuñar una espada, pero... él lo había hecho por que debía hacerlo, al principio había sido como un juego para él y sus amigos, pero había aprendido que estaba en su destino hacerlo. Sin embargo, esos niños que tenían entre sus manos espadas y hachas, sin siquiera saber como usarlas, no tenían por que estar ahí, ellos no lo comprenderían.
Caminó sobre el camino que corría sobre el muro, observando el valle que se extendía ante ellos. La niebla lo cubría y hacia imposible ver más allá de veinte metros. Quizá los ojos élficos podrían atravesar la densa niebla, pero los humanos no.
- Malditos orcos – escuchó que un soldado maldecía – hasta el tiempo se ha puesto de su parte – dijo el soldado – la niebla nos rodea y la lluvia esta apunto de caer – un risa quebrada salió de sus labios – hasta el cielo llora el destino de Rohan. Todos vamos a morir. Saruman ha ganado
- Por supuesto que ha ganado – les riño Harry a los soldados, que le observaron con sorpresa. No se habían dado cuenta de que él estaba ahí – Ésta es precisamente la actitud que espera de ustedes – dijo – así le será más fácil romper las defensas, entrar y matar a su antojo ¡¿Quién protegerá a sus familias sino ustedes?! – los hombres, ancianos y niños le observaban atentamente – Deben pelear por Rohan, por su gente. No darse por vencidos y tirar las armas antes de que el primer golpe llegue. Es cierto que unos morirán y otros vivirán, pero yo feliz aceptaría mi muerte si con ella ayudo a que la guerra se gané, a que Rohan viva – dijo alzando un brazo en dirección de las cuevas
El silencio se hizo. Unos se sintieron avergonzados de que un crío tuviera más temple que ellos, a otros se les hinchó el corazón con las palabras del joven montaraz y tomaban con fuerza las armas, mirando retadoramente al horizonte, esperando que la guerra iniciará para demostrar de que pasta estaban hechos.
Algo en el valle llamó la atención del mago, quien se giró rápidamente y apoyando sus manos sobre la piedra, escrutó la oscuridad que se extendía a los pies del Abismo de Helm.
- Nad no ennas! [¡Hay algo aquí!] – se dijo, observando más atentamente – Edhil! Edhil! [¡Elfos! ¡Elfos!] – gritó, echándose a correr hacia la armería donde sabia que Aragorn estaría – ¡Abran las puertas! – gritó mientras bajaba rápidamente las escaleras saltando, los soldados le observaron confundidos, pero hicieron lo que decía el joven, y no se arrepintieron
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Aragorn se encontraba en la ahora solitaria armería, calzándose una cota de malla. Los anillos chocaban unos contra otros, haciendo un ruido metálico. El anillo de Barahir centellaba en uno de los dedos del montaraz mientras se aseguraba el chaleco y ajustaba el cinturón con la daga. Cuando se giró en busca de su espada, una mano amiga se la extendía. Legolas. Trancos tomó la espada de manos de su compañero, dándole una sonrisa.
- Hemos confiado en ti hasta ahora y no nos has fallado – habló el elfo – Perdóname. No debí desesperar
- Ú-moe edhored, Legolas [No hay nada que perdonar, Legolas] – dijo el dúnadan, saludando a la usanza elfica al príncipe
Al elevar los ojos, Trancos se encontró con los azules de Sirius Black.
- No me caes bien – fue lo primero que dijo el mago, Aragorn asintió con la cabeza. No era que el animago le cayera mal, pero había sentido sus ojos observándolo con un sentimiento completamente distinto al de amistad – y creo que eso lo sabes. Pero estamos en el mismo equipo en esta guerra y los dos queremos lo mismo para Harry. Así que, qué te parece si trabajamos juntos – dijo extendiendo su mano hacia el dúnadan – e impedimos que esos monstruos pongan un dedo sobre esas mujeres y niños y – clavó sus ojos azules en los grises del montaraz – procuramos que Harry salgo lo mejor posible de esto. Ese chico parece ser un imán para los problemas
- Acepto – Aragorn tomó su mano y ambos hombres se dieron un fuerte apretón sin despegar los ojos uno del otro. Legolas coloco una mano sobre el hombro del dúnadan y otra sobre el del animago, feliz de que Sirius ya no quisiera matar al heredero de Isildur cada vez que se le ponía enfrente
El tintineo de una cota de malla hizo girar el rostro de los tres. Gimli trataba de ponerse una camisa de anillos de hierro, pero estaba demasiado larga para él.
- Si tuviera tiempo ajustaría esto – gruñó el enano, siendo observado por los tres sonrientes compañeros de armas – esta algo ajustada en el pecho
El sonido de un cuerno llegó hasta la armería, ganando rápidamente la atención del elfo.
- Eso no suena como el cuerno de un orco – exclamó feliz
- Edhil! Edhil! [¡Elfos! ¡Elfos!] – Harry entró corriendo, saltando los escalones – Aragorn, boe bedich go, edhil hen telitha. Telin le thaed! [Aragorn, debes venir, elfos han llegado, están armados ¡Han venido a ayudarnos!] – exclamó, aferrándose a su mentor
- ¿Qué? – gruñó el animago, molesto de que hablarán una lengua que él no entendía
- Con que aquí estabas – dijo Harry, girándose a Sirius – te estuve buscando por toda la ciudadela
- Si es para convencerme que me quede encerrado, es un no – exclamó Sirius. Aragorn observaba curioso el intercambio; ya sabía que Harry creía que Sirius si era su padrino, pero no los había visto interactuar
- No me dejas otra opción – suspiro Harry y antes de que Sirius pudiera entender de que hablaba – Petrificus Totalus - exclamó, apuntando al animago con su varita. Sirius se quedó completamente sorprendido ¡Harry le había apuntado con su varita! ¡Y lo había petrificado! Pero que se creía ese niño malcriado ¡Faltándole el respeto! Si James viera esto... si James viera esto seguro se estaría riendo. Demonio de chiquillo. Sí que se parecía a su padre
- Ezellahen – exclamó el elfo – ¿qué haz hecho?
- Nada, solo lo he petrificado. Estaba terco, quería salir a pelear, y con esa herida no puedo permitirlo – dijo como si fuera muy normal hacer eso
Aragorn comenzó a reír. Sirius le tiro una mirada asesina. Trancos intento dejar de reír. Sirius gira los ojos al ver que el montaraz no pudo ocultar su risa.
- Creo que deberías dejar que él tome sus decisiones – dijo el capitán de los dunedain
- Pero es un terco... seguro que si sale lo hieren más – dijo Harry haciendo un pucherito
- Pero ya me ha ofrecido sus servicios, a mí y al rey Théoden. No creo que sea correcto dejarlo sin cumplir sus promesas – el joven mago suspiro y retiro el encantamiento
- ¡Harry James Potter! – exclamo el animago cuando se vio liberado – ¡Me apuntaste con tu varita y me echaste una maldición! Ya hablaremos de un castigo cuando todo esto termine, jovencito
- Esto es lo que me gano por tratar de ayudar – suspiro el joven montaraz
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Un ejercito de elfos se encontraba frente a Théoden, comandados por Haldir de Lórien.
- Traigo un mensaje de Elrond de Rivendel y de la dama Galadriel de Lothlórien – dijo Haldir, después de saludar al rey con una reverencia – Una vez existió una alianza entre elfos y hombres. Hace mucho tiempo peleamos y morimos juntos – justo en ese momento aparecían Aragorn, Sirius, Harry, Legolas y Gimli – Venimos a honrar esa alianza
- ¡Haldir! – exclamó Harry, corriendo hacia el rubio elfo – Anda luumello! Aníron na kena le mi, onë, nande heli bartho? [¡Cuánto tiempo! Estoy tan feliz de verte, pero ¿por qué tardaron tanto?]
- Díhena, seldo istar, andelu i ven ar an [Perdona, pequeño mago, el camino era demasiado peligroso y largo] – respondió el rubio elfo
- Mae govannen, Haldir [Bienvenido, Haldir] – saludo Aragorn a la usanza elfica cuando Harry se hubo apartado, pero después le dio un fuerte abrazo al elfo, quien solo le dio unas palmaditas en la espala – Son muy bienvenidos – exclamó el montaraz
- Estamos orgullosos de pelear al lado de los hombres una vez más – dijo Haldir al rey, después de saludar al príncipe Legolas
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Las grises nubes se arremolinaban en el cielo, friccionando entre ellas, creando electricidad que después era liberada con un gran estruendo, como un brillante dragón blanco surcando los cielos rugiendo y desapareciendo en un instante ante los ojos de los hombres.
La tormenta era liberada, soltando gruesas gotas de agua que se estrellaban sobre las armaduras de los soldados, creando un débil tic tic al chocar contra el metal de cascos, cotas y espadas.
El destino se cerraba entorno a ellos con la forma de miles de fuertes soldados de la raza de uruk-hai, todos ellos armados y portando la blanca mano sobre el pecho, símbolo de su lealtad al mago Saruman. Las pesadas botas resonaban a cada paso que daban, lentas pero seguras, como el latido de un corazón que no se detiene. El mar de lanzas crecía y crecía ante ellos, largas lanzas destinadas a empalar a los adversarios, atravesando por el pecho, por la cara, por los brazos o piernas, hechas para matar.
Los rohirrím estaban dispuestos sobre la puerta, hombres, niños, ancianos, esperaban un golpe que tarde o temprano llegaría, alargando los segundos, creciendo el temor y la desesperación, atados a su ruina.
Haldir y sus soldados recorrían en filas el Muro Bajo, dispuestos a seguir las ordenes del heredero de Isildur.
Los dos magos venidos de otro mundo estaban entre los elfos, lado a lado, empuñando fuertemente las varitas, armas letales con forma de juguetes de niños.
- A Eruchîn, ú-dano i faelas a hyn an uben tanatha le faelas – ordenaba Aragorn, paseándose entre las filas de los elfos
Sirius gruñó algo ininteligible maldito... capitán... entiendo nada.... Harry carraspeó al escuchar estas palabras con el tono malhumorado de su padrino.
- No tengan piedad de ellos, por que ellos no tendrán ninguna con ustedes – dijo Harry con un tono normal de voz y observando el inmenso ejercito que se apostaba en frente de ellos
- ¿Qué? – gruñó Sirius. El joven Potter comenzaba a pensar que el transformarse en un perro realmente tenía efectos secundarios, pues últimamente su padrino soltaba más gruñidos que nada
- Eso es lo que dijo Aragorn. No tengan piedad de ellos, por que ellos no tendrán ninguna con ustedes – el mago repitió las palabras, empuñando fuertemente su varita, imaginando que hechizos usaría para acabar con el enemigo
Sirius no dijo nada después de escuchar la traducción de Harry, dándose cuenta, para su pesar, que otra vez concordaba con el noble montaraz.
El capitán de los uruks rugió blandiendo la tosca espada, y en seguida el ejercito le siguió, golpeando fuertemente las lanzas contra el enlodado piso, gruñendo, gritando, rugiendo.
- Malditas criaturas – exclamó Sirius – no son más que un montón de horribles y apestosas cosas vivientes que caminan sobre dos patas con el IQ de un espárrago
Harry rió ante el comentario.
- No digas eso, y tampoco te aconsejo que te confíes – dijo – Esas criaturas son fieros guerreros, versados en el arte de la guerra. Peleé contra ellos una vez, son muy fuertes, me hubiesen matado de no ser por una extraña magia que me salvo – el animago se asustó al escuchar esto ¡Harry estuvo a punto de morir!
- Te quiero hacer una pregunta – dijo Sirius – y quiero que me respondas con la verdad, cachorro – Ezellahen hizo una mueca ante el mote, pero asintió con la cabeza – ¿Esta no es tu primer batalla, o sí?
- No. He peleado contra esos uruks una vez, y contra sus primos, orcos normales, y con un troll ¡Ah! Y una extraña criatura que salió del fondo de un lago dispuesta a comernos. Pero nada más – exclamó sonriente. Sirius sintió que un mareo le venía ¡Pobre de Harry! ¡Peleando contra esas cosas él solo! ¿Dónde estaba ese Trancos en todos esos momentos? pensaba el animago, feliz por haber encontrado culpabilidad en el montaraz... aunque no fuera cierto – ¿Ves esos afilados dientes que tienen? – continuó hablando el joven mago acerca de los uruks – ¡ten cuidado! Podrían arrancarte una oreja fácilmente
Black hizo una mueca de desagrado.
- Si fueran lindas guerreras salvajes, vestidas con pequeñas túnicas no me importaría que me dieran un mordisco o dos – exclamó. Harry giró su rostro y le miro sorprendido – ¿Qué? ¿Cuánto tiempo crees que he pasado sin la dulce compañía femenina? No he sido mimado por una linda criatura desde que me encarcelaron – Potter giró los ojos, pero no tuvo tiempo de comentar nada por que el zumbido de una flecha y un fuerte Dartho! [¡Esperen!] proveniente de Aragorn llegó hasta sus oídos. El joven mago vio el cuerpo del orco atravesado por la flecha sobre el lodo.
Este súbito ataque arranco la ira de los enemigos, quienes comenzaron a golpearse fuertemente el pecho mientras rugían. El capitán dio la orden de ataque y comenzó la batalla por Rohan, por su gente.
- Tangado a chadad! [¡Prepárense a disparar!] – comandó la voz de Aragorn, en seguida los elfos prepararon los arcos, colocando sobre el tenso hilo, delgadas pero fuertes flechas. Harry apuntó con su varita – Hado i philinn! [¡Disparen las flechas!] – las flechas zumbaron en el aire, dirigiéndose a los orcos que corrían hacia el muro, esperando invadirlo
Ezellahen aún se encontraba decidiendo que hechizo utilizar cuando una larga estaca de hielo paso zumbando a un lado de su oído, encontrando su destino en el pecho de un orco. El niño-que-vivió giro la cabeza hacia su padrino, quien lanzó la varita al aire, haciéndola girar para después atraparla y darle un soplido a la punta, como un todo un buen vaquero.
- Parece que el viejo Padfoot aún sabe algunos trucos – dijo con una sonrisa
Una lluvia de flechas atacó a los enemigos, raudas flechas que volaban zumbantes por el aire, y a pesar de que muchos caían eran una insignificante parte para la gran armada que seguía avanzando, sin detenerse a observar quien caía o quien seguía, acortando cada vez más la brecha que los separaba del muro de piedra.
Los guerreros uruks blandieron unas gruesas ballestas de madera oscura, disparando hacia los elfos. Algunos cayeron hacia el mar de orcos, otros murieron sobre la piedra.
- ¡Protego! – el fuerte grito de Harry y su magia protegieron a unos elfos de ser atravesados por las flechas del enemigo – Oh no
- ¿Qué? – preguntó el animago, disparando las largas estacas al enemigo
- Pendraith! [¡Escaleras!] – gritó fuertemente Trancos
Pero no hubo tiempo de que Harry tradujera pues una escalera era apostada enfrente del sorprendido animago, con un orco saltando hacia él, blandiendo una gruesa hacha.
- ¡Espadas! ¡Espadas! – ordenó Trancos. Los elfos sacaron alargadas y bellas espadas, de un color dorado y de un filo perfecto, llenando el aire con el sonido del filo rozando las fundas.
Sirius se libró del orco, lanzándolo por los aires con un hechizo, arrojándola de vuelta al mar de orcos. Un grito llamó su atención y por primera vez de dio cuenta del potencial de Harry.
El joven empuñaba la espada y un alargado cuchillo, cubriendo los ataques del enemigo con la espada y haciendo perfectos cortes en el cuello de su adversario con la daga, con una habilidad y rapidez sorprendentes. Un poco de sangre negra manchaba las ropas y la piel del mago, pero él no se inmutaba y con una fiera mirada de ardientes ojos verdes continuaba cortando a sus enemigos. Por un breve momento la mirada de los dos se encontró, pero sorpresa invadió los azules ojos de Sirius al ver como Harry lanzaba la daga hacia él, volando rauda y segura por los aires, rozando su mejilla. Un gemido de dolor a su espalda le hizo girar la cabeza, y vio con sorpresa que un orco se encontraba detrás de él, con la espada sostenida arriba de su cabeza... y el cuchillo de Harry clavado en la garganta. El chico acababa de salvarle la vida.
Sirius se giro para agradecerle pero lo encontró en vuelto en combate con dos uruks. Intento ayudarle, pero vio como el mago daba una voltereta hacia atrás, golpeando a sus adversarios con las piernas, alejándolos y aturdiéndolos el tiempo suficiente como para caer de rodillas y de un solo tajo cortar las piernas de ambos. Con un grito feroz se puso de pie y giro sobre sí, rebanando la cabeza de ambos.
Un orco se lanzo hacia el animago, sosteniendo una alargada lanza que estaba manchada de sangre carmín. El uruk fue más rápido que Sirius y de un golpe le desarmó de la varita. El guerrero rugió feliz y lanzó una estocada al mago, pero esto se hizo rápidamente a un lado y tiro un puñetazo en la cara del orco quien cayo de espaldas por la fuerza del impacto. Sirius sacudió la mano con la que lo había golpeado ¡Como dolió el maldito golpe! Pero rápidamente saco la daga, regalo de Legolas, y la enterró fuertemente sobre el corazón de su adversario.
Un uruk más se plantó frente a él y se observaron una milésima de segundo y después a la vara que yacía sobre el piso en medio de los dos. El animago se lanzó rápidamente por la vara, al tiempo que el otro intentaba asestar un golpe con su espada. Sirius cogió la vara justo a tiempo para lanzar unas delgadas y pequeñas astillas de hielo al orco, quien murió atravesado por las miles de agujas.
Sirius gimió, había caído sobre la herida y ahora no podía levantarse. Vio con pesar que un orco corría hacia él, empuñando una alargada lanza, el animago intento levantar la vara para apuntarle pero una punzada ataco su cuerpo. Sorprendido vio al orco caer a sus pies, había sido atravesado por dos flechas que se clavaron en el cuello de la bestia.
- ¡Sirius! – gritó la voz de Legolas, quien corrió a su lado. Él había disparado las flechas gemelas – ¿Estas bien? – le ayudó a levantarse, posando accidentalmente su mano sobre la herida, y aunque las oscuras ropas del mago impedían ver si sangraba o no, la blanca piel de Legolas se mancho con el líquido escarlata – Debemos llevarte a la ciudadela
- No puedo dejar a Harry aquí solo – exclam
- Creo que Ezellahen sabe cuidarse muy bien – dijo el elfo, observando a dos enemigos caer ante la espada del mago que llegó corriendo hacia lo dos
- Sabia que esto pasaría – gruño furioso, pero no con su padrino, sino con él, por que no había podido evitar esto – sólo quédate cerca de mí mientras podemos regresarte a la ciudadela – Harry agradeció con un movimiento de cabeza al elfo, quien se alejo a continuar con la batalla, sabia que el joven Potter cuidaría bien de su padrino... además de que él tenía que ganarle en la cuenta a maese Gimli
La batalla continuo un tanto más. Sirius y Harry hacían un buen equipo, el joven mago manejaba la espada con habilidad y cuidaba que ningún uruk se acercará demasiado al animago, mientras que él mataba a distancia, clavando dagas de hielo en los orcos o incendiándolos.
- ¡Aragorn! – gritó fuertemente Harry – ¡La calzada! ¡La calzada! – le gritó. El montaraz giro rápidamente su rostro hacia el camino que subía a la puerta principal del Abismo de Helm y observo un gran numero de orcos subiendo por ella, poniendo los escudos sobre ellos a manera de techo, impidiendo que las flechas y piedras lanzadas desde arriba de la puerta les golpeará. Un lento y tortuoso avance, pero seguro.
- ¡La calzada! ¡La calzada! – gritó Aragorn a los elfos – Hado ribed! [¡Arrojen una descarga!] – los arqueros élficos giraron hacia el lugar y lanzaron las flechas, matando a los orcos del costado, haciéndolos caer
- ¿Qué demonios es eso? – se preguntó Harry, observando como los orcos llevaban unas enormes bolas de metal a la garganta del muro
- Hum – expresó Sirius – si no fuera por que estamos en un mundo que parece la época medieval pensaría que es dinamita
Estas palabras se clavaron en Harry, y concentrándose fuertemente dirigió sus ojos a los orcos que cargaban las esferas metálicas. Fue un breve segundo en el que se cruzaron las miradas de Harry y una de esas criaturas, pero había sido suficiente. El fuego que rompe piedras, el fuego que hará volar a los lindos elfos.
Ezellahen se giró rápidamente, buscando a Aragorn con la mirada, pero no lo encontró. Sus ojos se posaron velozmente sobre un orco que corría hacia la garganta, cargando una extraña llama blanca. Si hubiera estado para bromas, se habría reído en grande, pues parecía el corredor que lleva la llama olímpica.
- Togo hon dad, Legolas! Dago hon! [¡Mátalo, Legolas! ¡Mátalo!] – gritaron a la vez mentor y pupilo. El elfo se giro hacia el corredor y le ataco con flechas, y aunque acertaba en todos sus tiros, ellas no le impedían seguir corriendo
Finalmente, el orco llegó a su destino con un gran salto. El muro voló en mil pedazos, una parte de él se había abierto, lanzando piedras a todos lados. Elfos que se habían encontrado sobre la garganta del muro salieron despedidos, volando por los aires. Sirius y Harry no habían estado sobre la garganta, pero sí cerca de ella, y las piedras que caían los hubiesen matado, de no ser por que el joven mago se tiro rápidamente sobre Sirius y creo un fuerte escudo alrededor de ellos, donde las piedras rebotaron, haciendo polvo y deslizándose hasta llegar al piso.
El asalto llegó por los dos lados.
La puerta era golpeada fuertemente con un enorme ariete hecho de madera oscura y metal, los guerreros lo sostenían, golpeando la puerta, empujándola, desquebrajándola lentamente. Cuando un orco caía presa de las lanzas o flechas o piedras de los soldados del Abismo, otro le reemplazaba rápidamente, sin detener su ataque hacia la puerta.
Los guerreros uruks entraban por la brecha abierta en el muro. Semejaban un reloj de arena, ellos representaban la arena y caían lentamente hacia el otro lado, mientras los otros guerreros esperaban su turno para colarse.
Harry se puso de pie rápidamente ¡Aragorn! Él había estado sobre el drenaje. Los verdes ojos escudriñaron velozmente el lugar ¿Dónde estaba? ¡¿Dónde?! La figura de su mentor, de su padre adoptivo yacía sobre el enlodado valle dentro del abismo, a unos escasos metros de la brecha en la pared. El joven mago iba a saltar del muro para ir en busca de su padre, pero... Sirius. Él también le necesitaba. Su herida se había abierto y la pelea le había agotado ¡Como odiaba las decisiones!
- ¡Aragorn! – escuchó el grito de Gimli, y cuando giro su rostro observó como el enano saltaba hacia los orcos que entraban, blandiendo el hacha
Un orco se echo encima del joven mago, amenazándolo con una hacha, lanzando su espada lejos de su alcance. El uruk le tiro un golpe en el estomago con el mango del hacha, haciéndolo encogerse de dolor, escupiendo un poco de su sangre. Las pupilas verdes vieron como un par de orcos se acercaban a Sirius, quien se encontraba recargado sobre el muro de piedra, presionando fuertemente su herida ¿Qué haría? ¡¿Qué haría?! Su adversario blandió el arma con las dos manos, elevándola sobre su cabeza, dispuesto a separarla de su cuello, pero Harry tomó rápidamente su vara y...
- ¡Avada Kedavra! – un rayo de luz verde salió disparado de su vara, golpeando el pecho del guerrero que cayo muerto en un suspiro
Ezellahen se giro rápidamente hacia los uruks que acechaban a su querido padrino y volvió a gritar un par de veces la maldición asesina, la que estaba penada en su mundo con una sentencia de por vida en Azkaban, a la que sólo existía un sobreviviente... él.
El animago le miró sorprendido. Su ahijado acababa de conjurar la misma maldición que había matado a sus padres y no se veía arrepentido por ello. Harry desvió su mirada, no deseando encontrar la de su padrino, limpiándose con el dorso de la mano la sangre que salía de su boca.
- Hado i philinn! [¡Disparen las flechas!] – grito la voz de Aragorn, y entre las zumbantes flechas, Ezellahen le vio de pie, a salvo y sin ninguna herida – Hado ribed! [¡A la carga!] – ordenó, empuñando la espada y dirigiéndola a los enemigos que se colaban por la brecha
- Transporto Tectum – susurró Harry, apuntando su varita hacia su padrino. Sirius se vio al final de la vara de su ahijado por segunda vez en el día, y por segunda vez en el día un hechizo salido de esa misma vara le había golpeado, mandándolo lejos del campo de batalla, hacia la ciudadela del abismo
El joven montaraz vio como su padrino se desvaneció en el aire. Y recogiendo rápidamente su espada, saltó del muro, hacia la batalla que le esperaba al lado de los elfos y de Aragorn.
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Sirius apareció con un fuerte thud en la ciudadela, al lado del rey Théoden que le observó un momento sorprendido.
- Cachorro malcriado – murmuraba para sí – ahora estoy seguro que lo castigo – se dijo, poniéndose de pie con algo de dificultad, pues la herida sin duda alguna se había abierto
- Señor Black – exclamó el rey – ¿Los de su raza tienden a aparecer y desaparecer en un pestañeo?
- Algunas veces por gusto propio, otras por que te hacen desaparecer – respondió el animago
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Harry manejaba la espada con habilidad, cortando, matando, perdiéndose en ese enorme caos, donde ellos estaban superados en número.
- ¿Y Sirius? – preguntó la voz de Legolas, quien se encontraba a un lado de él, asestando golpes al enemigo con sus cortas espadas gemelas
- Digamos que le envíe a un lugar más seguro – el elfo le observó un segundo – es la segunda vez que le apunto con la varita, seguro que ahora si me castiga... no que me haya castigado alguna vez
Harry asesto un golpe, cortando el brazo de un enemigo, y después girando sobre sí mismo para separar la cabeza del cuerpo. Esto se estaba volviendo cansado, y no podías tomar un respiro por que en cuanto te librabas de un enemigo, otro tomaba su lugar. Desde el principio sabia que les superaban en número, pero a cada lado veía a los elfos caer, presa de los uruks, que comenzaban a atacar en grupo a uno solo de los suyos.
- ¡Harry! – el grito de Aragorn llego acompañado de un golpe al orco que se había puesto detrás del chico – ¿Estas bien?
- Hum... un poco cansado, adolorido de mi estomago por cierto golpe, y unos cuantos rasguños, pero creo que viviré – respondió con una sonrisa
- ¿Y tu padrino? – preguntó el montaraz
- Er... la herida volvió a abrirse y tuve que er mandarlo a la ciudadela – dijo mientras asestaba un golpe
- ¿Mandarlo a la ciudadela?
- Er, si... hum Aragorn ¿si Sirius se pone algo er agresivo e intenta ponerme un castigo, podrías hablar a mi favor?
El capitán sonrió y se lanzó a combate con un guerrero uruk.
- ¿Tomo eso como un sí o como un no? – se preguntó el mago, asestando golpes con espada y daga
Los uruks intentaban entrar por la brecha del muro, pero eran fuertemente retenidos por los elfos, sin embargo tarde o temprano entrarían, pues no solo eran guerreros orcos los que caían, también elfos.
Harry paraba golpes y tiraba otros, pero podía ver que tenían que salir de ahí, o sino todos morirían.
- ¡Aragorn! – se escucho la voz del rey Théoden – ¡Repliéguense a la ciudadela! ¡Saca a tus hombres de ahí! – el montaraz asintió con la cabeza
- Nan Barad! Nan Barad! [¡A la ciudadela! ¡A la ciudadela!] – ordenaba Trancos a los elfos
Los elfos comenzaron a correr a las escaleras que llevaban a la ciudadela, llevando con ellos a Gimli. Legolas corrió a la parte alta de la ciudadela, para apostar a unos arqueros en ese lugar que ayudarán a los otros a escapar.
Harry subió rápido, pero al girar hacia atrás vio como Haldir era atravesado por las armas de los orcos y caía muerto en los brazos de Aragorn. Su mentor estaba rodeado, necesitaba una brecha para salir.
- ¡Expecto Patronum! – gritó fuertemente empuñando la vara. El ciervo plateado corrió hacia Trancos, abriendo un pequeño camino pues los orcos se apartaban asustados por la luz y por que el animal no podía ser atravesado por sus armas. Aragorn corrió por la brecha que había abierto el guardián de Harry, bloqueando con su espada los golpes que le tiraban
El montaraz entró rápidamente por la puerta y cuando esta se hubo cerrado el joven mago exclamó Colloportus, haciéndola imposible de abrir, pero no de tirar.
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La puerta estaba siendo atacada por las criaturas, quienes habían abierto ya un orificio, lanzando flechas hacia los soldados que se esforzaban en retener a los orcos.
- ¡A la puerta! ¡Saquen sus espadas! – exclamó Théoden, blandiendo el arma de sus padres – Maese Sirius – le dijo – debería de quedarse aqu
- No – respondió el animago – Estaré maldito si me quedo atrás sin hacer nada – y empuño la vara, sin dejar de presionar fuertemente la herida
Llegaron rápidamente a la puerta, donde los soldados se amontonaban, lanzado flechas y lanzas hacia los orcos.
Unas dagas de hielo se clavaron rápidamente sobre los guerreros uruks y Théoden apareció acompañado de Sirius y sus mariscales.
El Señor de Marca se apostó rápidamente ante el orificio y usando su espada y lanzas acabo con unos orcos, pero ellos le hirieron de vuelta, clavando una alargada lanza en su antebrazo.
- ¡Abran paso! – gritó Gamelin, llevando al rey hacia adentro
Sirius se apostó frente a la puerta y elevando la vara grito ¡Reparo!. Los soldados y los orcos observaron como la puerta se rehacía astilla por astilla, cerrando el orificio, quedando como nueva. Los rohirrím aplaudieron esta hazaña pero Sirius, débil por la perdida de sangre, se desvaneció, siendo atrapado por los brazos de Aragorn.
Wow .. No puedo creerlo, cerca de 27 páginas y aún no acabo la pelea, gee Oo siento la tardanza, pero quería terminarla, ya vi que no pude Oo nos veremos en el proximo capitulo Oo donde seguro que se termina. Envienme sus reviews y diganme que opinan de esto, espero que por lo pronto vaya siendo de su agrado Oo ¡POR FAVOR! ¡¡MANDEN REVIEWS!! Diganme que les parecio la batalla, si les gusto o de plano me salio horrible Oo HASTA LA VISTA XDD Oo
"You are never given a dream without also being given the power to make it true." Richard Bach
