Hola a todos los pacientes lectores Disculpen la tardanza, pero ya entre a la escuela y me han inundado de trabajo, fue por esto que me fue muy dificil poder escribir ¡¡Lo siento!! Pero no vayan a pensar que no tengo pensado terminar este fic y que lo voy a dejar colgando ¡No podría hacerlo! Adoro escribirlo y me gusta releerlo de ves en cuando Acerca de los reviews ¡Los leí todos y cada uno! Pero no pude contestarlos ya que hubiera tardado más en subir el capítulo, pero respondí las preguntas que me hacen no puedo dejarlas en el aire.
layla kyoyama: Hola ¡Perdón! No era mi intención tardarme tanto... ejem... ahora, con respecto a tu pregunta ¡¿por cierto cunatos caps màs faltan para el fin de fic?! te diré que cuando comencé a escribir este fic mi idea eran 20, pero no se si llegue realmente a los 20 o me pase por uno o dos capítulos
Looony Moony: Hello aquí respondo a tu pregunta :P ¡¿porque hermione ni s einmuto por la nueva apariencia de harry?! En este capi la respondo, de hecho esa parte solo la escribí por ti
Paula Moonlight: ¿Qué tal? A ver, tu pregunta fue ¿No puedes salvarlo? Tenía toda la intención de salvarlo, pero no sabia si eso iba a molestar mucho, es decir, muchos se guían por la peli por que puede ser lo que tienen más reciente o por que no han tenido la oportunidad de leer el libro. Y bueno, cuando vi que me escribiste eso golpee mi cabeza contra el escritorio y me arrepentí verdaderamente de no haberlo dejado vivo. Sorry
Meriet: ¡Feliz encuentro! Oo Creo que ya me esta afectando releer los libros, er... ejem, veamos, tu pregunta fue ¿verdad que la llegada de Haldir solo pasa en la pelicula? sip, eso es correcto, es más, los elfos fue una total invención de Peter Jackson por que, según entendí, querían mandar a Arwen a la batalla para tener un encuentro con Aragorn ya que los productores le dijeron 'No podemos tener romance en la peli sino están juntos los dos' pero al final decidieron no mandar a Arwen, pero las escenas con los elfos se quedaron :P algo que yo tomé prestado (Oo espero no le moleste)... ejem, ya estoy divagando, sorry U
Akirah, la nieta de Vegeta: ¿Qué tal ? Bueno ¿Qué significa IQ? IQ son las siglas en ingles de Coeficiente Intelectual Con respecto a ¿voldy vendra a la tierra madia con sus mortifagos? No es algo que tenga en mente, es decir, Harry y Sirius terminaron en la Tierra Media por mera coincidencia, no era algo planeado (por ellos) y no los llevo hasta allá un aparato que pueda controlarse Oo dudo que Voldy quiera saltar por el Arco ese que esta en el Departamento de los Misterios U Nota: XDD que gracioso ¡pobre de tu abuelo!
Aldebaran Vipertooth: ¡Feliz Encuentro! Veamos, tu me pedís otros x-over de Harry Potter y LotR. Te diré que no conozco muchos (esa fue una de las razones por las cuales escribí éste) y que los que conozco no están terminados (otra de las razones por las que nació er éste). Ok, aquí te van, ejem: Un extraño viaje de Daiko Black es como un fic light, es decir, para reírse un rato ya que no maneja temas demasiado fatalistas como el mío, y lo que lleva escrito hasta ahora no muestra que Harry vaya ha participar en las aventuras del libro LotR, ejem, éste lo podrás encontrar en mis historias favoritas con el número 11; Viaje a la Tierra Media de Arwen8 muestra un Harry no tan hum ¿fuerte? como el que pongo aquí, además de que él comienza la aventura con los hobbits, cuando ellos están hum con Tom Bombadil ejem el link de éste lo encontrarás en mis autores favoritos, le picas a Arwen8 y una vez en su perfil es el número 2; y el último es There and Back Again de Jess S1, hum, este trata de que Harry llega a la Tierra Media y después de estar viviendo allá como unos 2000 años regresa al punto exacto en el que desapareció de Inglaterra, cof cof, encontrarás el link a su perfil en mis autores favoritos y una vez allí es la historia 1. Bien, creo que es todo espero que las disfrutes
Meimi Malfoy: Hello :-P ¿De dónde sacas tanto élfico? La verdad que cuando me puse a planear este fic saque un montón de artículos que hablaban del Sindarin y del Quenya (si los quieres te los puedo mandar solo pásame tu mail) y de ahí hago yo misma varias frases, diálogos, etc. Otras las saque de un fic que esta muy padre pero que, lamentablemente, llevan más de un año sin actualizar; y otras frases me las paso Allison Black
herm-kinomoto: HOOOOLA o Veamos, veamo, tu pregunta era... oh, ya la encontré ¿después de esto seguirás con el siguiente curso de harry? No lo había pensado así, es decir, cuando comencé a escribir me dije que sería solo Harry Potter en la Tierra Media sin parte dos, pero varios lectores me han estado preguntado mas o menos lo mismo, así que si me convencen a lo mejor escribo una segunda parte pero tendría que romperme el coco para saber que pasaría en esa segunda parte :P
Gracias a Herms Malfoy, Kei-Kugodgy, Cygni, javi-fernandez, Rosemary Black, Anita Puelma, Gran Patronus, viky, Lucumbus, Sara Fénix Black, Sp3ct3r, Allison Black, jessytonks, Luin, pekenyita, Noir, LARIENBLACK, gandulfo, Dorian-Crow, kami, Nelly Esp, Lady Poison, the angel of the dreams, OºPriscilla MichelºO, Clark, hermi567, lily evans1 por tomarse la molestia de enviarme un review
NOTA: En este capitulo aparece una charla que hubo con Saruman que no esta en la pelicula [¡¿Por que no la pusieron?! ... ejem]. El nombre del capitulo en que aparece es La voz de Saruman, y aunque aquí ha sido alterada, ejem, para fines de la autora y por que no quería hacer un vil copy page de la obra del señor Tolkien (sólo algunos dialogos ¡eran imprescindibles!), trate de poner la escencia de esa plática. Ejem... bueno, bueno, basta de er charlas, será mejor que vayan a leer, ya bastante tiempo me la he pasado escondida :-P
Harry Potter en la Tierra Media Capítulo 16
El Palantir
Sirius despertó en su habitación, una débil luz asomaba por la ventana de Cuernavilla. El día pronto llegaría y la oscuridad se alejaría... ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Se levantó lentamente, dándose cuenta que estaba con el dorso descubierto y que nuevas vendas se cerraban entorno a la herida. Alguien le había vuelto a curar.
El animago se puso de pie, y con un paso firme pero lento volvió a colocarse la vestimenta y tomar su varita, enfundándola en el cinturón.
Asomo el rostro por la ventana pero unas flechas le recibieron. Los gritos y rugidos de los orcos llegaban ahora a sus oídos. La fortaleza había sido tomada, pero ¿qué había pasado con los otros? ¿Con Harry?
Bajo rápidamente las escaleras, apoyando su peso sobre las blancas paredes de piedra. Unos fuertes golpes resonaban en toda la torre, thud thud, eran como los pasos de un gigante. Llego pronto al cuarto real y vio a hombres y elfos apuntalando la puerta con sus cuerpos y grandes maderos. Aragorn y Legolas se encontraban entre ellos. Al parecer los orcos intentaban entrar a Cuernavilla, valiéndose de un ariete para romper puerta.
- Veo que ya estas de pie – dijo a modo de saludo el elfo
- ¿Qué...? – preguntó el mago
- Mucho a pasado desde que Aragorn te trajo aquí – respondió el príncipe, comprendiendo las dudas de su amigo – Cuando arreglaste la puerta te desmayaste, Aragorn fue quien impidió que cayeras al piso y te trajo rápidamente aquí. Fue de mucha ayuda lo que hiciste, pero los orcos tomaron la fortaleza, subiendo por enormes escaleras hacia la ciudadela, y desquebrajando la pequeña puerta que da al Muro Bajo. Unos cuantos pudimos replegarnos a la torre, de los otros no estoy seguro
Legolas se dio cuenta que el animago buscaba algo ávidamente con la mirada.
- ¿Dónde esta Harry? – preguntó, encarando al elfo. Esté no pudo responderle, bajando la mirada – ¡¿Dónde esta?! – sus ojos se cruzaron momentáneamente con los de Aragorn – Debe estar aquí – dijo con seguridad – ¿quién más pudo haberme curado?
- Aragorn – respondió en un susurró el elfo – fue él quien te curo – el animago dio unos cuantos pasos atrás, observando con sorpresa a su amigo
- Legolas ¿dónde esta?
- No estamos seguros... él no entro a Cuernavilla...
El montaraz sintió que era bruscamente tomado por las ropas, siendo arrojado con fuerza contra la pared de la habitación. Sirius se encontraba frente a él, presionándolo fuertemente, observándolo con ojos furiosos, a milímetros de su rostro.
- ¡¿Qué demonios hacías?! ¡¿Por qué no te encargaste de que Harry entrará a la torre?! ¡Respóndeme! – le grito, estrellándolo contra la superficie entre cada grito – ¿Dónde esta mi cachorro? – agregó en un susurró, con la garganta seca, recargando la cabeza en el pecho de Aragorn, mirando el piso con ojos perdidos
Trancos bajo la mirada. Él también estaba muy preocupado por Harry ¿Cuántas veces no se había preguntado lo mismo con la culpa carcomiéndole el alma, con el corazón triste y turbado? Los grises ojos estaban cubiertos por un velo que opacaba el fiero brillo, pero él tenía una esperanza, y tenía que darle la misma luz a Sirius.
- Creemos que esta en las cavernas – le dijo – unos hombres dicen que le vieron correr hacia allá, junto con Gimli y otros soldados
- ¿Y qué estamos esperando? ¡Vamos hacia allá! – exclamó Black
- No podemos hacerlo, la única forma de llegar a las Aglarond es saliendo de la torre y dirigiéndonos a la entrada de las cuevas, cerca de las Puertas del Abismo de Helm
- Entonces no están seguros
- Las posibilidades son enormes – susurro el montaraz – además de que es un muchacho fuerte y decidido. No podrán atraparle fácilmente
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Unos gruñidos y fuertes pasos resonaron en las silenciosas cavernas. Orcos se habían colado en ellas, caminando por el arenoso piso cubierto de oscura sangre. Otros guerreros habían entrado, pero nunca habían salido. No sabían que les había pasado, solo que algo los había atacado, algo que los había asustado mucho. Los de afuera solo recibían el rumor de los gritos y gemidos de cada grupo que entraba, para no salir y morir bajo circunstancias extrañas.
Otros grupos siguieron a los primeros y así sucesivamente. Siempre que entraban esperaban encontrar los cuerpos de sus camaradas, pero no había rastro alguno, ni siquiera marcas en la arena de haber sido arrastrados. Nada. Como desvanecidos en el aire.
Los uruk-hai comenzaban a sentir miedo de entrar a las cavernas y corría el rumor de que una maldición caía sobre aquellos que pisaban y manchaban la blanca arena. Otros juraban que los espíritus, los demonios que la habitaban habían sido enviados por el Señor Oscuro y que al haber acabado con los soldados y la gente de Rohan que ahí se escondieron se habían vueltos locos, sedientos de matanzas que no podían conseguir por que estaban atados a las grutas, y sólo aquellos que tenían la osadía de entrar se convertían en sus presas.
El quinto grupo en el día entró con cautela, caminando despacio.
No dejaban ningún agujero sin revisar y si una rata se les ponía en frente, cientos de flechas caían sobre ella.
No deseaban dejar nada a la fortuna.
Una rauda estaca de hielo salió disparada de la nada, clavándose en el primer orco que encontró a su paso, y una barrera de fuego se formo en la entrada, impidiendo que salieran o entraran. Los orcos rugieron, amontonándose, estableciendo un grupo compacto, protegido con los escudos de todos. Un bunker vivo.
Pasos y murmullos se escucharon alrededor, los orcos buscaban nerviosos la fuente de todo ello, pero no la encontraban.
Una invisible estocada en el corazón de un uruk-hai y este caía, creando un hueco en el compacto grupo. Fuertes gritos resonaron en las cavernas y los guerreros orcos vieron a sus compañeros caer uno por uno ante invisibles armas. Solo escuchando la mezcla de gemidos y gritos junto con el silbido del hacha o espada.
La horda se disperso, tirando golpes ciegos, tratando de apalear algo.
Una lluvia de flechas cayo sobre ellos, clavándose, matando. Los orcos sobrevivientes corrían hacia la entrada, pero invisibles espadas les asesinaban rápidamente, impidiéndoles siquiera acercarse. Los uruks más rápidos saltaban hacia el fuego en su desesperación, en su intento de huída, pero este les envolvían, convirtiéndolos en antorchas vivientes que pronto sucumbían ante el dolor, llenando la atmósfera con el olor viciado de carne y cuero quemado.
El ultimo de los enemigos cayó presa de una estocada en el corazón. Sobre sus rodillas y con la muerte encima, apresándole, vio aparecer de la nada a un joven de rebeldes cabellos negros y brillantes ojos verdes que le sonreía arrogantemente y le cortaba la yugular con un suave y lento tajo.
El mago giró el rostro hacia atrás, observando orgulloso a la nada, a la oscuridad, y con una sacudida de su varita del aire aparecía una pequeña armada formada de rohirrím y elfos que habían encontrado refugio en las grutas.
- ¡Eso les enseñará! – exclamó Gimli al lado de Harry, quien le dio un fuerte apretón en el hombro
- Por el momento... hasta que ganen de vuelta el valor e intenten entrar una vez más – exclamó, limpiando el sudor con el dorso de la mano. El incoloro líquido bajaba por su atractivo y lozano rostro, mezclándose con el polvo ganado en las peleas
Después de la batalla en el Muro Bajo, y después de que los orcos abrieran la brecha sobre la piedra y les obligarán replegarse, la pelea no había terminado, había seguido incontables horas, con la lluvia cayendo desde el oscuro cielo. Harry había ido a ayudar sobre la Puerta, donde enormes escaleras eran apostadas por los orcos. Muchas veces cortó las cuerdas que las ataban, pero siempre regresaban más, además de que los orcos se le tiraban encima, haciendo imposible el uso de su varita. Había estado tan metido en la batalla que no se dio cuenta cuando los orcos rompieron la Puerta con una gran ariete. Tan solo llegaron hasta él los gritos de repliego, ordenándoles esconderse, huir para salvar sus vidas de millares de bestias salvajes. Él había corrido ha repararlas, pero no lo dejaron los soldados de la mano blanco, lanzando flechas y lanzas, obligándolo a esconderse en el lugar más cercano... las Aglarond.
Él no fue él único en ir a ese lugar, muchos otros lo habían hecho y para su gusto Gimli estaba entre aquellos. Sólo se preguntaba que había ocurrido con Sirius y con Aragorn, y con el príncipe Legolas. Rogaba por que los tres se encontraron bien dentro de Cuernavilla.
El joven montaraz se había convertido en el capitán de los soldados de las cavernas. El truco que usaban para combatir a los orcos había sido idea suya. Arrojando un simple encantamiento desilusionador que los hacía invisibles, convirtiéndolos en los espíritus de los antros.
La dama Éowyn se encontraba entre ellos. Había insistido mucho y Harry no deseaba que en su intento desesperado por ayudar terminará dañándose ella misma o a los otros. Además de que entendía muy bien la que ella sentía, habiendo conocido él mismo la necesidad de ayudar y estar enterado de todo lo que acontecía con su mortal enemigo, y ser dejado detrás.
Ezellahen observó los cuerpos de los enemigos, haciéndolos desaparecer con un simple hechizo desvanecedor.
A una orden, suya los soldados se adentraron rápidamente en las cavernas, llegando hasta una cámara donde estaban apostadas unas antorchas, iluminando a la gente de Edoras y el Folde Oeste.
Las familias se reunieron rápidamente, yendo a abrazar al padre, hijo, hermano que regresa sano y salvo. Algunas mujeres se acercaban al joven Potter y le tomaban las manos, agradeciéndole lo que hacía por ellos.
Las mujeres y niños de Rohan se encontraban aturdidos y temerosos. Primero los miles de pasos anunciando la llegada del ejercito enemigo, luego la atronadora explosión que había estremecido las cavernas y había iniciado una serie de ondas en los cientos de lagos subterráneos, y ahora elfos y hombres habían entrado a las cuevas, la mayoría de ellos con el rostro pálido, el de un condenado.
Los orcos llevaban tiempo tratando de entrar a las cavernas que aunque carecían de enormes puertas, les era imposible llegar hasta los rohirrím.
Los soldados eran hábilmente dirigidos por un joven montaraz del norte. Además de que los uruks no estaban seguros una vez que pisaban la arena de la caverna, pues un enano se encontraba entre los soldados de Rohan y era conocimiento general que los descendientes de Durín conocen las cavernas desde antes de aprender a caminar.
- Señor – llamó uno de los soldados, un joven muchacho de la edad de Harry – las flechas se están terminando – el chico no vio la sombría expresión que surco velozmente el rostro del mago
- Algo se nos ocurrirá cuando no tengamos ni una sola, no te preocupes. El amanecer ya llega y la luz sin duda alguna traerá buenas nuevas – le dijo, regalándole una sonrisa. Lo último que necesitaba era desesperar a sus hombres. Sin duda alguna algo se le ocurriría
Los ancianos y jóvenes se encontraban agotados, no acostumbrados a todo está acción sin ningún descanso. Los soldados aún aguantaban, no dejarían que esos monstruos tocaran a esas personas, pero los que se veían muy frescos eran los elfos. De nueva cuenta, Harry se preguntó de que material estaban hechos, ellos y Gimli, por que el enano tampoco parecía cansado. Lo sorprendente era que él tampoco se encontraba muy agotado, lo cual agradecía enormemente.
Los elfos le reconocían como el capitán y seguían sus ordenes, incluso los veteranos soldados. Todos ellos al principio le habían creído un montaraz, como Aragorn, pero al ver que podía hacer magia le llamaban mago, istar, y tenían esperanza.
Ezellahen dio un vistazo a la entrada, pero tuvo que ocultarse rápidamente... los orcos intentaban entrar nuevamente, más rápido que la vez anterior. Echo una ojeada a los defensores de la cuevas, ancianos y niños se veían cansados, en otras palabras, la mayoría de ellos lo estaba, le quedaban ocho eorlingas y seis elfos. Contándose él y a Gimli quedaban dieciséis para defender las cavernas mientras los otros descansaban.
Esto no podía continuar así, debía pensar en algo rápidamente.
Harry se puso de pie y al hacerlo los hombres de Rohan no dudaron en seguir a su capitán.
- No – dijo – ancianos y niños quédense. Eorlingas y elfos vengan conmigo
Ezellahen elevó la vara para lanzar el encantamiento pero una flecha voló hacia ellos, rozando su mejilla, ocasionando un fino corte por el cual gotas de sangre salieron lentamente, deslizándose por su piel. Giro y vio a los orcos acercándose velozmente ¡los habían descubierto! Sin perder tiempo realizó el encantamiento desilusionador en los soldados y elfos. Un nuevo zumbido, acompañado de una lluvia de flechas. Los rohirrím se asustaron, dispersándose, abrazándose. El joven mago conjuro rápidamente un escudo sobre ellos para que las flechas no los tocarán. Los orcos se acercaban en masas y a pesar de que los soldados invisibles les atacaban con espadas y las pocas flechas que quedaban, seguían avanzando.
No había tiempo que perder. El mago gritó a los rohirrím para que se juntaran en un solo lugar, unidos, para llevar a cabo su plan, pero al gritar los orcos clavaron sus ojos en él.
Las miradas del capitán orco y de Harry se cruzaron en una milésima de segundo. Sin perder tiempo, cada uno preparó su arma. Los orcos se acercaban a las indefensas familias de rohirrím. El mago solo tenía una oportunidad... un hechizo a lanzar. Ambos capitanes dispararon su arma.
Un par de veloces y pequeñas flechas salidas de una ballesta se clavaban en los costados de Harry al tiempo que los rohirrím desaparecían ante los sorprendidos ojos de sus enemigos.
El silencio se hizo ante el gemido de dolor de Ezellahen, quien cayó de rodillas ante los agresores, en una caverna llena de guerreros uruks. La sangre brotó de las heridas, escurriéndose por las ropas. Harry se puso de pie valientemente, pero un golpe en el rostro le lanzó una vez más al suelo.
El líder se preparó para terminar con el soldado que le había arruinado la matanza de Rohan, y disparó sus flechas al arrodillado joven que escupía sangre y presionaba las heridas de sus costados, pero... las flechas no llegaron a su destino, una barrera invisible se interpuso. Clavadas en la nada, sangre broto del aire, y Harry se encontró atrapando en sus brazos al muchacho que le había servido de escudo, salvándole la vida, recibiendo las flechas por él.
Los orcos pronto se vieron acorralados por una masa invisible que les atacaba con espadas, cuchillos, flechas rescatadas de cuerpos de orcos que eran usadas como cortas lanzas. Los enemigos invisibles les atacaban con ardor, furia y el ejercito de Saruman caía ante semejante ataque. Con un grito feroz, el hacha invisible oscilo como un péndulo, cortando la cabeza del líder de los orcos.
El invisible pueblo de Rohan y los soldados se habían quedado paralizados al principio, al ver como el joven capitán caía ante el enemigo... había tenido una oportunidad para salvarse, para acabar con su adversario, pero la había usado para salvar la vida de mujeres y niños, de Rohan.
El sacrificio del muchacho les había vuelto a la realidad con una ira implacable. El enemigo se vio pronto sumergido en armas y gritos rohírricos de guerra. Asustados corrían a las puertas para salvarse del adversario invisible, huyendo del castigo que se les imponía.
Un cuerno resonó en las profundidades del Abismo. Fuerte, vibrante y profundo era el sonido del cuerno de Cuernavilla, haciendo temblar las entrañas mismas de la tierra, estremeciendo a la firme piedra de la fortaleza, como el despertar de ejércitos del pasado que vienen a la guerra con una marcha infinita, con los cuernos cantando y el mar arrasando todo detrás de ellos.
Un hermoso caballo de oscuro pelaje rojo llegó relinchante, saltando entre las hordas de orcos. Era la fiel y noble Fíriel, cuyos enormes y negros ojos se posaron sobre la figura de su amo, corriendo hacia él.
Harry se puso de pie, el cuerpo agonizante del chico en sus brazos. Deseaba con todas sus fuerzas ayudarle, pero sabía que no podía, a menos que... quitándose el collar que la dama Galadriel le había obsequiado, lo puso alrededor del cuello del muchacho quien le observaba con ojos asustados, pero orgullosos.
- Te prometo que esto cuidará de ti – le dijo y rezando una plegaría en élfico, besó el cristal y la frente del chico, para después lanzarle un encantamiento desilusionador – cuiden de él – pidió al pueblo de Rohan, mientras montaba sobre el lomo de Fíriel, ayudado de manos invisibles
Ningún orco quedaba dentro de las cavernas y poniendo una barrera de fuego a la entrada, Ezellahen, mago montaraz y protegido del capitán de los dúnedain, Aragorn, trotó al valle del Abismo con su ejercito invisible... cabalgando a la batalla final por el territorio de la Marca.
El rey Théoden ya no combatía solo, Éomer y sus jinetes peleaban a su lado. Los orcos caían ante la fuerza de los amos de los caballos. Con el nuevo amanecer, Mithrandir había llegado, acompañado de los desterrados.
Legolas, Aragorn y Sirius peleaban sobre sus caballos. Habían enviado a Fíriel a las cavernas, la yegua encontraría a su amo.
Fuertes gritos de guerra llegaron del Abismo y Harry apareció, cortando cabezas con una habilidad y fortaleza sorprendentes. Una brecha era abierta desde las cavernas, encabezada por el joven montaraz. Detrás de él orcos morían ante manos invisibles. Esto sorprendió a enemigos y aliados, excepto a Gandalf, quién sonreía orgulloso, tirando golpes a cada lado con su alargada vara y su espada.
Los orcos eran rebasados en número y fuerza, y huyeron asustados al extraño bosque que había nacido misteriosa y fugazmente a las puertas del Abismo de Helm... y sólo cuando él último de los orcos entró en la oscuridad de la arbolada y los gritos de terror y dolor cesaron, las manos de Harry se resbalaron de las riendas de Fíriel y amenazó con derrumbarse de la ensangrentada silla de no ser por el noble corcel que se apeo para no dejarle caer.
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- ¿Le han saludado? – exclamo Ginny haciendo un pequeño puchero – ¿Por qué no me llamaron? – pregunto a su hermano, zarandeándolo
- Fue demasiado repentino – comentó Hermione, salvando a su novio del ataque asesino de su pequeña hermana – el único que sabe como comunicarse con él es el profesor Lupin
- ¿Y dónde esta? Yo también quiero saludarlo – dijo la pequeña Weasley, dejando en paz a su hermano y prestando atención a la morena chica
- Dijo que no tardaba, fue a ver algo con el maquinista – respondió Ron, sobando su lastimado cuello
Ginny no presto atención a su hermano, estaba enojada con él por que era la causa de que no hubiera saludado al joven Potter... al menos era eso lo que ella decía.
- ¿Y cómo se ve? ¿Esta bien? – pregunto la pelirroja a Hermione. Ron suspiro al sentirse, de nueva cuenta, olímpicamente ignorado
- Ahora que lo pienso – respondió la chica, posando su dedo índice sobre su rostro en un gesto de concentración total – se veía muy bien... ¡Cierto! – exclamó palmoteando, dando un susto a Ron que se encontraba sentado a su lado – Llevaba el cabello largo, se veía muy apuesto. Los ojos le brillaban y su piel había tomado un tono más oscuro... bronceado, y tenía una expresión de concentración, no lo sé, se le veía más maduro, experimentado
- Harry siempre ha sido bien parecido – comentó la chica Weasley – supongo que ahora se ha de ver mucho mejor, y con cabello largo ha de parecer todo un rebelde ¡Que apuesto se ha de ver!
- ¡Delicioso! – exclamó Hermione, y fue en esto momento que Ron sintió celos ¿Qué quería decir la prefecta? ¿Qué Harry era más atractivo que él? El joven Weasley puso una nota mental en su cabeza 'Preguntar a Hermione' y 'Recomendarle a Harry cortarse el cabello por que se le ve mal, muy mal' – Solo vi el rostro, pero puedo asegurar que su cuerpo también a tenido grandes cambios – sonrió maliciosamente
- ¡Buenos cambios! – exclamo Ginny entre pícaras risas
Ron sintió que le venía un mareo ¡Su pequeña hermana! ¡Hablando así de los hombres con su novia! La conversación entre las dos chicas comenzaba a tomar el rumbo de pícara confiabilidad y el chico se pregunto si era esta una de esas famosas pláticas femeninas que llevan a cabo dentro de los cuartos de las féminas, compartiendo dulces o pintándose las uñas ¡Peor aún! ¿Qué tal si Harry era un tema normal en esas pláticas? ¡¿Y él?! La sangre le subió hasta las orejas y por primera vez sintió miedo de las chicas, observando de reojo a su hermana y novia, envolviéndose más en la larga túnica, sintiendo su intimidad atacada.
¿Dónde estaba Harry, o un compatriota que le ayudará a ser fuerte en estos momentos de dolor?
- ¿Y tú qué opinas Ron? – preguntó Ginny, jugando con el cabello del chico, enredando los dedos entre las rojas hebras y dejando pequeños rolitos, admirando la obra de sus dedos
El joven Weasley estaba tan aturdido que no pudo exclamar su expresión de socorro, ni si quiera un susurro salía de su boca mientras su pequeña hermana comenzaba a sacar la pintura de uñas.
¡Auxilio!
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Sed. Eso era lo que sentía. Su seca garganta y sus resecos labios clamaban una gota de agua.
¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? La batalla... los orcos... el bosque... todo eso llegaba hasta su memoria, pero ¿Qué había ocurrido después? Sangre, eso era todo lo que sus sentidos habían atrapado, y dolor... punzadas en sus costados, en su mejilla.
- Agua – la palabra salió de sus labios como un plegaria, tratando que alguien la escuchará, la alcanzara
Una mano elevó dulcemente su cabeza, posando una pequeña vasija sobre sus labios.
El dulce y deseado líquido se deslizo sobre su boca, la cual se abrió lentamente, dejando que la lengua se asomará para saborear la frescura del agua.
Su brazo derecho se movió, tomando el recipiente con su mano, elevándolo más, bebiendo ávidamente, con gotas que escapaban y bajaban por la comisura de los labios, recorriendo el cuello, el torso.
Con desgano y fastidio alejo el recipiente, girando la cabeza, respirando agitadamente.
¡Tenía tanto calor!
Sus manos se movieron hacia las frazadas que lo cubrían, tratando de arrojarlas lejos, separarlas de su cuerpo, pero una mano se lo impidió, alejando con un poco de fuerza, pero dulcemente, las manos de las mantas.
Sintió que un trapo húmedo recorría su rostro, su cuello, el torso. Una fresca caricia. Al instante dejo de moverse, respirando, con el pecho subiendo y bajando rítmicamente.
Los costados le dolían. Su mano viajo hasta uno de ellos y sintió vendas y una sustancia pastosa cubriendo la herida ¡¿Qué era eso?! ¡Que alguien se lo quitara! Le picaba, le ardía ¡No soportaba mas! Con esfuerzo trato de arrancarse las vendas, pero dos manos cogieron sus muñecas, impidiéndosele.
¡Déjame en paz! Intentaba gritar, pero no podía hacer otra cosa que forcejear, renegar ¡Basta! ¡Basta!
- ¡Detente Harry! – exclamó una voz asustada – ¡Te harás daño! ¡Detente por favor!
Sirius batallaba en parar el forcejeo de Harry, tomándolo por las muñecas, cuidando de no lastimarlo ¿Qué le pasaba a su ahijado? ¿Era esto normal? Le asustaba tener que detenerlo de hacer algo que le perjudicaría. El joven mago llevaba inconsciente desde el final de la batalla ¡¿Por qué había salido a pelear?!
Le habían encontrado sobre Fíriel, como muerto. La hermosa silla ensangrentada y dos flechas sobre sus costados, con las puntas bañadas en veneno... flechas orcas. Trancos había actuado rápidamente, arrebatándoselo de los brazos con tan solo ver la sangre en el cuerpo del niño, pero le faltaban unas hierbas para contrarrestar el veneno y había ido a buscarlas, dejando al animago a cargo del pequeño.
- ¿Qué ocurre? – exclamó la voz del montaraz. Aragorn había vuelto, llevaba unas hierbas entre las manos
- ¡Esperaba que tú me dijeras eso! – exclamó Sirius, furioso, preocupado, desesperado – ¡La fiebre no le baja! ¡Y ha intentado quitarse las vendas!
El montaraz se hincó al lado de Harry, retirando rápidamente las mantas. El cuerpo del joven comenzó a temblar ahora, con el sudor recorriendo cada fibra de piel y músculo. Las manos del dúnadan viajaron rápidamente por el desnudo torso de Ezellahen, cortando con maestría las vendas, buscando la herida que se localizaba cerca de las caderas. Con ojos críticos la examino, y triturando la planta con su boca, fue poniéndola en las heridas, presionando.
- ¡Lo estas lastimando! – exclamó el animago. Un gemido de dolor había salido de la boca del joven
- Tengo que poner esto en la herida. Actuará contra el veneno y hará que cicatrice rápidamente – volvió a colocar las vendas y en seguida se giro hacia una vasija, moliendo unas plantas en ella, revolviéndolas con agua – Harry... Harry – le llamo en un susurró, elevando la cabeza del joven y posando el recipiente en sus labios – necesito que tomes esto, es medicina, te ayudará – los confundidos ojos verdes le observaron un momento, abriendo un poco los labios, comenzando a beber. Al principio un asalto de tos le ataco, las plantas le picaban la garganta, pero continuó bebiendo, hasta la última gota – eso es, muy bien hecho – Trancos deposito un suave beso sobre lo húmedos mechones negros – ahora duerme un poco
El cuerpo del joven mago se relajo inmediatamente, las hierbas comenzaban a hacer efecto.
- ¿Estará bien? – pregunto Sirius. Trancos asintió con la cabeza
- ¿Cómo sigue el muchacho? – era la voz de Mithrandir
- Se repondrá rápidamente. Es fuerte, se necesita más que esto para matarlo – dijo Aragorn, mientras Black palidecía ante la solo mención de la palabra matar cerca de Harry
Gandalf deseaba ir a Isengard para tener una charla con Saruman. Pero no partirían inmediatamente. La guerra había cansado a aquellos que deseaban ir con él y era por esto que el sabio mago había dado tiempo para que tomarán una siesta. Además de que los rohirrím tenían que iniciar la penosa tarea de buscar a sus muertos y darles sepultura. Levantaron dos túmulos, y enterraron en ellos a todos los jinetes de la Marca que habían caído en la defensa.
Amontonaron los cadáveres de los orcos en grandes pilas, a buena distancia de los túmulos de los Hombres, no lejos del linde del bosque. Pero a todos inquietaba la presencia de esos montones de carroña, demasiado grandes para que ellos pudieran quemarlos o enterrarlos. La madera era escasa y ninguno de los hombres se atrevía a alzar un hacha en contra de la arbolada que se había apostado frente al Abismo, aún cuando Gandalf no les hubiese advertido del peligro de hacerles daño, lastimar las ramas o dañar la corteza.
- Creo que partiremos sin él – dijo Mithrandir – no creo que le haga algún bien la jornada que toma llegar hasta Isengard
- Entonces yo tampoco iré – dijo Sirius – me quedaré junto a él. Ya podrán contarnos que dijo el maldito traidor
Gandalf asintió con la cabeza, y observó por el rabillo del ojo que Trancos dudaba.
- Lo siento Aragorn. Es tu deber ir y sabes a que me refiero – El montaraz asintió con la cabeza
- No – habló una débil voz desde el suelo – pensarán irse... sin mí... ¿verdad?
Los tres adultos giraron su rostro hacia el joven mago que se encontraba recostado, encontrándose con un par de débiles esmeraldas.
Harry había despertado al sonido de voces. Una palidez cubría su rostro, pero estaba despierto, vivo.
- ¡Harry! – exclamó el animago, acercándose rápidamente a él y con una gran alegría en el rostro – ¡Has despertado! – pero enseguida su expresión cambio a una seria – ¡¿Cómo pudiste salir a batalla con esa herida?! Gimli ya nos contó, y por cierto ¿Dónde estará el maldito enano? Tengo una regañada que darle por permitirte salir de las cuevas – dijo, girando su rostro en distintas direcciones, tratando de encontrarle
- No es... para tanto – habló Ezellahen, con una débil sonrisa en los labios – estoy bien... esto no es... nada... para mí – hizo un intento de sentarse, pero un dolor atacó sus costillas, deteniéndolo a medio camino y dibujando una mueca de dolor sobre pálido y sudoroso rostro
- No debes hacer esfuerzos – susurro Aragorn, ayudando al joven a recostarse, para después depositar un suave beso sobre los negros cabellos. Unos ojos azules le observaban con desconfianza y Sirius le hubiese arrojado lejos de no ser por que había salvado a su cachorro... ¡malditos celos!
- No quiero quedarme – fue la súplica del joven – por favor
Trancos y Padfoot intercambiaron miradas ¿cómo decirle a un testarudo joven que se quedará por su bien y no por que le consideraban débil?
- Creo que aún falta tiempo para que Théoden despierte de su siesta – habló Mithrandir, observando al joven con una expresión de ternura – Cuando llegue el momento, si te encuentras mejor dejaremos que montes a tu valiente Fíriel, y sino – Harry iba a protestar, pero el sabio mago alzo una mano – me obligaré a pedirle a los rohirrím que te llevan atado hasta Edoras y te encierren en una habitación hasta nuestro regreso
No era lo que él esperaba, pero Harry se relajo un poco, dejando a su mente divagar en planes de cómo escapar de Cuernavilla, montar a Fíriel y seguirles sin que ellos se dieran cuenta.
- Ah ah – exclamó Sirius, moviendo un dedo – conozco esa mirada Harry James Potter y si estas pensando en escapar me encargaré de dejarte desnudo encerrado en una habitación, sin espada y sin varita, jovencito – Harry soltó un bufido, mientras Aragorn observaba sorprendido al animago – ¡¿Qué?! Te aseguro que no caminara desnudo entre tanta jovencita y señora que hay aquí dentro ¿o sí?
Cuando Théoden despertó de su siesta y comenzó a prepararse, Aragorn y Sirius se acercaron a Harry, revisándolo con cuidado. El chico había tomado una pequeña siesta y había comido un poco.
- Estoy bien – exclamó molesto el joven, soltando un bufido – Dejen de actuar como si me fuera a romper
El montaraz suspiro. El chico realmente era tozudo.
- Escúchame cachorro – dijo el animago – Sólo estamos preocupados por ti, y creo que es realmente normal que estemos inquietos después de que estuvieras debatiendo con una horrible fiebre y veneno corriendo por las venas. Así que no uses ese tono de voz con nosotros... bueno, al menos no conmigo – Trancos suspiro. Sirius Black era un celoso imperdonable
- Vamos – hablo Aragorn – es hora de que te vistas – Harry le observo con sorpresa – ¿O estas pensando en quedarte? – preguntó, sonriéndole al chico, quien negó fuertemente con la cabeza
Ezellahen se vistió con las ropas de montaraz y su capa élfica, solo faltaba un toque... las guantaletas.
- Son muy bonitas – susurro Sirius, observando con interés el hermoso diseño que y cruce de hilos sobre la piel. Aragorn había salido de la alcoba, tenían que afilar la espada de Harry
- Fueron hechas por los elfos. Son unos maestros en hacer cosas bellas
El animago asintió con la cabeza mostrando que entendía. Se acerco al joven mago, ayudándolo a colocárselas, pero... unas extrañas marcas sobre el dorso de la mano derecha de Harry atrajeron su atención. Tomo con cuidado la mano derecha del chico y la examino. Sus azules ojos se abrieron en sorpresa... no podía creer lo que veía. Ahí, sobre la morena y lisa piel de la mano una frase grabada, una cicatriz... No debo decir mentiras ¿Porqué tenía eso?
Ezellahen se dio cuenta de que el animago observaba detenidamente el dorso de su mano, y cuando atrapo la ira que irradiaban se dio cuenta de que era lo que ocurría y rápidamente jalo su mano, escondiéndola.
- Harry – llamo Sirius, pero no hubo respuestas – Harry ¿Qué es eso? – preguntó – ¿Dónde y cómo te lo hiciste? – el joven montaraz murmuro algo, demasiado quedo para que alguien lo escuchara – ¿Perdón?
- No es nada – susurro el joven, avergonzado y con unas enormes ganas de golpear su cabeza contra la pared ¡¿Cómo era posible que se hubiese olvidado de esa cicatriz?!
- ¿No es nada? ¡¿No es nada, dices?! – exclamo Sirius, furioso de que el hijo de James se comportara de esa manera – ¡Por Merlín, Harry! No me creas tan tonto como para no saber como llego eso hasta ahí – el animago soltó un bufido y paso ambas manos por el negro cabello – ¿Quién fue?
Silencio.
- Umbridge – fue la sola palabra que salió de los labios del avergonzado joven
- ¡¿La vieja bruja?!
- Por eso digo que no es nada. Los centauros ya se encargaron de ella y el profesor Dumbledore puso en claro que no volvía a poner un pie en Hogwarts
Sirius gimió.
- ¿Porqué no me habías dicho nada?
- No quería molestarte – declaro Harry
- ¿Molestarme?
- Estabas demasiado ocupado
- ¿Le dijiste a Albus? – el adolescente no respondió nada – ¿A McGonagall? – Harry bajo el rostro avergonzado – ¿A alguien? – por la cabeza del chico paso Ron, pero después se acordó que había él mismo lo había descubierto – Muy bien Harry, puedo darme cuenta que no tenía nada que ver con que estuviéramos ocupados ¿porqué?
El chico se sintió incomodo ante la dura mirada de su padrino. Sirius nunca le había regañado, al menos no de esta manera. Los azules ojos le observaban detenidamente, esperando una respuesta que tenía que llegar o su ahijado estaría en serios problemas.
- No podía darle la satisfacción de verme débil – respondió, girando su rostro hacia el animago, encarándolo
- ¿Débil? – Sirius se llevo ambas manos a las sienes ¡Entender a Harry era tan difícil! –No eres débil, nadie podría considerarte débil después de todo lo que haz vivido
- ¡¿Entonces porqué siempre me ocultan todo?! – preguntó furiosamente, poniéndose rápidamente de pie, con un mareo atacándolo por el brusco movimiento, pero aguantando valientemente – ¡Siempre dejándome atrás! ¡Estoy harto de que todos me miren como si me entendieran, con estúpida lastima detrás de los ojos! ¡Estoy harto de que todos se sacrifiquen para protegerme! ¡NO NECESITO PROTECCI"N! ¡Soy perfectamente capaz de cuidarme solo! ¡No soy un bebe! – el mareo se intensifico por el estallido, obligándolo a tomar asiento, con los ojos cerrados y respirando agitadamente, las mejillas débilmente sonrosadas
Sirius estuvo a su lado en menos de un parpadeo, de cuclillas frente a él y mirándolo con ojos preocupados.
Sin propósito alguno había tocado una de las heridas del mago, un rencor que tenía contra todos aquellos que magos de Inglaterra que le habían ocultado en algún momento lo que sucedía y planeaban.
- Aquí es diferente – la suave voz de Harry le hizo salir de sus pensamientos – confían en mí, me dicen lo que esta ocurriendo, me respetan y no me voltean a ver con lastima marcada en el rostro. Aragorn confía lo suficientemente en mí como para dejarme pelear a su lado. Él puede entenderme como nadie allá puede hacerlo – estas palabras se clavaron en el corazón de Sirius como una estaca de hielo y una mirada triste se dibujo en los azules ojos – No voy a regresar – por que allá solo pongo en peligro a los que me rodean... y por que aquí soy mas feliz pensó para sí Ezellahen – así que puedes ir diciéndole a Remus que no abriguen grandes esperanzas
Con esto dicho, Harry dejo la habitación y a un confundido y triste Sirius Black.
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Remus caminaba por los corredores del expreso de Hogwarts. Había terminado su chequeo de rutina y ahora se dirigía al compartimiento donde se encontraban Ron y Hermione, esperando poder hablar con Padfoot para saber que había pasado hasta ahora en ese extraño mundo donde él y Harry se encontraban.
El licántropo pronto llego a la puerta del compartimiento, pero se detuvo justo en frente de ella escuchando las juveniles risas de chicas, risas bastante pícaras, se debe agregar.
Con la curiosidad por saber que era tan divertido, deslizo la puerta, abriéndola totalmente, quedando él frente a la nueva abertura.
El silencio se hizo.
El compartimiento estaba lleno de chicas: Hermione, Ginny, Luna, Lavander y Parvati, quienes al escuchar la puerta abriéndose habían guardado silencio.
Las chicas observaron desconfiadas al profesor Lupin, y éste se sintió incómodo ante las miradas que le lanzaban las chicas, preguntándose por que demonios era tan curioso. En este caso el dicho la curiosidad mato al gato estaba incorrecto, ya que lo mejor hubiera sido la curiosidad mato al lobo.
Remus sonrió nerviosamente a las alumnas, y procedió a cerrar la puerta. Inmediatamente después, las pícaras risas comenzaron de nuevo, solo que con más bríos y un incesante cuchicheo.
¿Qué había sido todo eso?
La puerta de otro compartimiento se abrió, revelando las cabezas de Ron, Neville, Dean y Seamus.
- Profesor Lupin – fue Ron el que había hablado – ¿Qué hace ahí? ¡Ah! No me diga que trato de entrar a ese compartimiento – exclamó, señalando la puerta que el hombre lobo había abierto
- No se puede – dijo Neville – las chicas no dejan entrar a ningún hombre – ¡Ah! pensó Lupin Así que había sido eso
- Es cierto. Ron tuvo que salir corriendo – exclamó Dean, el sonrojado Weasley asintió con la cabeza – Al parecer han comenzado a hablar de cosas de chicas, ya sabe
Remus tiro una mirada confundida a la puerta del compartimiento prohibido y después meneó la cabeza. Las platicas de chicas siempre habían sido un misterio para él. James y Sirius siempre habían querido saber de que se trataban, y habían realizado varios planes que iban desde intentar escuchar detrás de la puerta hasta disfrazarse de mujer. Por supuesto, como es de pensarse, todos los planes habían terminado en un rotundo fracaso. Las chicas tenían un extraño sexto sentido que no se podía burlar fácilmente. Eso lo habían aprendido muy bien Prongs y Padfoot.
- No se preocupe – dijo Ron – pudimos rescatar todas sus cosas – mostrando el maletín de Remus – puede entrar aquí si lo desea
Moony asintió con la cabeza y entró al lado de Ron. Parecía que su plática con Sirius iba a tener que esperar. Dudaba que fuera capaz de encontrar un compartimiento vacío.
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Fíriel era una yegua muy briosa y de temperamento orgulloso. Le gustaba correr y saltar y adelantarse a los caballos mayores, mostrando la fuerza de su juventud. Pero el joven amo que la montaba no le permitía hacerlo, sosteniéndola fuertemente de las riendas. Aunque no se quejaba por que cada vez que relinchaba molesta, el humano le acariciaba la cabeza, rascándole las orejas. Esa mano se sentía muy bien y aunque su padre, Crinblanca, el caballo del rey, desaprobaba su conducta, ella lo seguía haciendo, pero una mirada del noble caballo Sombragrís apagaba sus bríos... momentáneamente.
- Cuidado Ezellahen – advirtió Éomer – si la mimas demasiado luego no podrás quitártela de encima
- Pero Fíriel es muy bien portada y bonita – dijo, rascándole la cabeza y dándole un pedazo de manzana, el cual la yegua acepto gustosa
- Théodred también la mimaba demasiado, y después se ponía celosa cada vez que cepillaba a su hermano Brego – dicho caballo relincho mientras su hermana pasaba a su lado con la cabeza en alto y meneando la cola
El comportamiento infantil de Fíriel alzo las carcajadas de todos los jinetes, menos de uno.
Sirius cabalgaba detrás de la pequeña caravana, mostrando un poco más de dominio sobre la montura. Se le veía pensativo, triste... perdido. El brillo de sus ojos cambiaba junto con el hilo de sus pensamientos. Dentro de su cabeza resonaba, vibrante, la voz de Harry No voy a regresar ¿Porqué había tomado esa decisión? Quizá él era la causa, o quizá el maldito de Aragorn era el verdadero culpable, o la dura vida que había llevado en Inglaterra. Tantas cosas pasaban por su cabeza, tantos pensamientos funestos, que no se dio cuenta cuando Harry se acerco trotando hasta él.
El joven mago había notado el rezago de su querido padrino, lo adentrado que estaba en sus propios pensamientos, el brillo de sus ojos. Con una habilidad esperada en cualquier jinete, hizo girar a Fíriel, trotando hasta donde Sirius se encontraba.
- Hey – una suave voz llamó, y por un momento Padfoot elevó los ojos sorprendido, expectante. Esa simple y corta expresión le había echo recordar a su mejor amigo, a su hermano, pero unos ojos verdes le encontraron en el camino. Harry había pronunciado ese pequeño 'hey' con la misma entonación, timbre que James uso tantas veces Perdóname, Prongs, parece que después de todo, elegiste al peor padrino para tu hijo... – ¿Estas bien? – pregunto el chico, posando una mano sobre su hombro
- Si... si... no es nada – respondió suavemente, evitando encontrarse con esa mirada
Harry exhalo molesto. Era obvio que su padrino mentía, lo podía ver en su cara, en el semblante, lo escuchaba en su voz. Sirius Black era un tipo alegre, algunos incluso dirían que infantil, con sus emociones reflejándose fuertemente en su exterior. No esta persona que semejaba una vela a la deriva, con el viento soplando fuertemente, apagando la llama.
- Acerca de lo que te dije en Cuernavilla – habló, sabía que era ese el motivo – perdóname, no me percataba de lo que salía de mi boca – el animago le observó de reojo rápidamente, demasiado ¿triste? ¿avergonzado? para encontrarse con los ojos de Lily – estaba confundido, quizá un poco molesto – el chico suspiro – lo que trato de decir es que olvides eso, fue algo demasiado estúpido de mi parte, es decir, es más que obvio que no puedo quedarme... soy el famoso 'Niño-que-vivió', el 'salvador', el 'todopoderoso que librará al mundo de la amenaza del terrible señor oscuro' – dijo con ironía, con un tono burlesco, esperando que eliminará la tensión que se había extendido sobre ellos... pero el resultado fue totalmente distinto. Sirius clavó sus dolidos y sorprendidos ojos en su rostro
- Sabes que no me interesa nada de eso ¡Sabes que es a ti a quien no quiero perder! ¡Qué no quiero que te quedes en este lugar! ¡Lejos de mí! – exclamó, observando cada facción del juvenil rostro, pero después se dio cuenta de lo egoísta que sonaba – Harry, perdóname... no quería decir algo tan egoísta, no quería comportarme como un niño... si quieres quedarte no voy a detenerte, es tu felicidad la que esta en juego, es decir... para que regresar a Inglaterra conmigo cuando es claro que no puedo ofrecerte un hogar, una familia – susurro tristemente – No regreses a Inglaterra por nosotros... no quiero que te sientas presionado
Hubo un silencio. El joven mago demasiado sorprendido por estas palabras para decir algo. Sirius con una congoja que le presionaba el pecho. Ambos sabían que tenía que llegar el momento en que alguien dijera algo, en que alguien rompiera el mutismo...
- ¡Ezellahen! – llamó la voz de Gandalf – Ven aquí muchacho, necesito enterarme de ciertos detalles – Sirius y Harry intercambiaron una última mirada antes de que el joven mago trotará hasta Mithrandir
Black observó partir a su ahijado al lado del sabio anciano, manejando con habilidad la montura a pesar de su reciente herida y de la debilidad que le aquejaba por la fiebre que le había atacado.
- No te preocupes Sirius – le dijo Legolas, quien se había puesto a su lado – Fíriel no lo dejará caer, además de que es demasiado terco como para mostrar debilidad
El animago asintió con la cabeza, retirando los tristes y preocupados ojos de la figura del niño-que-vivió.
La soberbia torre de Orthanc estaba ya a la vista de los jinetes, elevándose entre los árboles, observando todo desde su majestuosa altura. Imponente y oscura como siempre, una estaca de piedra negra alzándose entre pilares vivientes de madera y hojas.
La cabalgata que se dirigía al encuentro con Saruman era encabezada por Mithrandir, el caballero blanco. A su derecha, Crinblanca llevaba a Théoden, Rey de Rohan, y a su izquierda se encontraba Ezellahen, joven mago montaraz, protegido del capitán Aragorn quien trotaba detrás del par de istari, lado a lado con Éomer, mariscal de la Marca. El príncipe Legolas llevaba en su montura al enano Gimli, ambos cabalgaban al lado de Sirius Black, un animago venido de Inglaterra, padrino de Harry Potter. Media docena de eorlingas cabalgaban con ellos, la escolta del Señor de la Marca.
Habían partido del Abismo de Helm en el atardecer, atravesado el extraño bosque que había aparecido a las puertas de la fortaleza. Al principio se habían negado a cruzarle, temerosos de esos extraños árboles que parecían murmurar suavemente, hablándose entre ellos. Pero el ver como Gandalf se adentraba, caminando bajo las largas ramas, cortó un poco la animosidad hacia la arbolada.
Harry había estado fascinado con el bosque, que parecía incluso mucho más viejo que el Bosque Prohibido de Hogwarts. A través de Mithrandir aprendió que no eran árboles, sino unas criaturas muy parecidos a ellos llamados Ucornos, seres que sólo habitaban en Fangorn y que eran controlados por otras criaturas igual o más sorprendentes: los Ents, pastores de árboles, hijos de Yavanna.
Avanzaron hasta que el sol se oculto tras las montañas. Al llegar la noche descansaron, más que dormir, ya cerca del anillo de Isengard, el único que pareció dormir un poco fue Harry, pero la fiebre le había regresado en la noche y no pudo descansar sino hasta que Aragorn le dio un brebaje con athelas. Sirius sólo necesito un cambio de vendas, se debe agregar que no le hizo mucha gracia que el montaraz fuera el que tuviera que atenderlo y no dejo de quejarse durante todo el proceso – Me estas lastimando, no la aprietes tanto, la siento demasiado floja, no toques la herida, las vendas me pican – Trancos demostró tal paciencia que Nienna se hubiese sentido orgulloso de él. Al alba se pusieron en camino. Pronto alcanzaron las puerta del círculo de piedra que rodeaba a la torre de Orthanc y lo que vieron los sorprendió, pues sobre las destruidas puertas de Isengard se encontraban dos pequeñas figuras que descansaban cómodamente entre las ruinas, rodeados de botellas y tazones, como si acabaran de disfrutar de una buena comida, echando humo por la boca. Pero antes de que alguno pudiera hablar, uno de los pequeños personajes se puso de pie.
- ¡Bienvenidos a Isengard, señores! – dijo, haciendo una profunda reverencia – Somos los guardianes de la puerta. Meriadoc, hijo de Saradoc es mi nombre; y mi compañero, desgraciadamente vencido por el cansancio – y al decir esto le asesto al otro un puntapié, quien abrió medianamente un ojo y después de soltar una voluta de humo, volvió a cerrarlo – es Peregrin, hijo de Paladin, de la casa de Tuk. El señor Saruman está en el castillo; pero en este momento ha de estar encerrado con un tal Lengua de Serpiente, pues de otro modo habría salido a dar la bienvenida a huéspedes tan honorables – dijo, refiriéndose al rey Théoden
- ¡Sin duda! – rió Gandalf – ¿Y fue Saruman quien te ordenó que custodiarás las puertas destruidas, y que atendieras a los visitantes, entre plato y plato?
- No, mi buen señor, eso se le olvido – respondió con aire solemne – Ha estado muy ocupado. Nuestras ordenes provienen de Bárbol, quien se ha hecho cargo del gobierno de Isengard. Fue él quien me ordenó que le diera la bienvenida al Señor de Rohan con las palabras apropiadas. He hecho cuanto he podido
- ¿Y ni una palabra para nosotros, tus compañeros? ¿Para Legolas y para mí? – gritó Gimli, alzando el hacha en contra de las dos pequeñas figuras – ¡Bribones, amigos desleales, cabezas lanudas y patas lanosas! ¡A buena cacería nos mandaron! ¡Doscientas leguas a través de pantanos y bosques, batallas y muertes, detrás de ustedes! Y los encontramos aquí, descansando y banqueteando... ¡Y hasta fumando! ¡Fumando! ¡Por el martillo y las tenazas! ¡Estoy tan dividido entre la rabia y la alegría que si no reviento será un verdadero milagro!
- Tú hablas por mí, Gimli, amigo mío – río Legolas
Harry y Aragorn compartieron sonrisas, contentos de ver a sus amigos sanos y salvos, los juguetones hobbits que eran. Sirius, mientras tanto, compartía el asombro de los rohirrím, ninguno jamás había visto antes a un mediano.
- Bueno, bueno – habló Gandalf – es, sin duda, un placer encontrar a viejos amigos, pero ahora tenemos unos asuntos que tratar con Saruman. Vamos ustedes dos, suban a los caballos que necesitamos ir hasta donde esta Bárbol
Merry actuó deprisa, saltando a la montura de Gandalf, siendo ayudado por la magia de Harry, que recorrió su cuerpo haciéndolo reír. Sirius observó la manera en cómo Harry jugaba con estos seres. Así que estos eran otros de los amigos del cachorro pensó, feliz de ver como el rostro del hijo de Prongs brillaba de alegría de solo verlos.
Cuando llego el turno de Pippin, la varita cayo de las manos del joven mago, y el pequeño hobbit observó sorprendido como el rostro de Ezellahen se contorsionaba en una mueca de dolor, amenazando con caerse de la silla.
- ¡'Arry! – gritó Pippin, preocupado por su amigo
Dos fuertes brazos detuvieron al joven montaraz. Uno era de Aragorn, el otro de un hombre de cabello negro y ojos azules. Ambos observaron preocupados al chico, en medio del silencio que se había plegado sobre ellos.
- Perdón – habló Harry entre jadeos – No quería asustarlos. Estoy bien, no es nada
Los grises ojos de Aragorn brillaban con preocupación, posándose sobre la figura del chico, sabiendo perfectamente que estaba mintiendo. Su protegido jamás hubiese mostrado esa debilidad por un simple dolor, de eso estaba seguro.
Sirius observó preocupado a su cachorro. Él estaba acostumbrado a este tipo de frases por parte del niño: Estoy bien, no se preocupen, y era por esto que ya no confiaba en esas palabras, no si salían de esos labios. Pero ¿qué podía hacer?
Harry se dio cuenta de las preocupadas miradas de las que era objeto, y suspirando profundamente se volvió a acomodar sobre la montura, observando la vara que yacía sobre las losas enlodadas. Antes de que él pudiera agacharse a recogerla, Sirius la atrajo a sus manos con la ayuda de su magia.
- Gracias – susurró Harry cuando su padrino la deposito en sus manos
Pippin observo todo esto con verdadera curiosidad ¿Qué estaba pasando aquí?
- Disculpen, Pippin, Merry – habló Harry – creo que aún no les he presentado a mi padrino – los pequeños hobbits observaron sorprendidos al animago – Su nombre es Sirius Black y al igual que yo es un mago, bueno, él es un animago. Sirius – giro su rostro a su padrino – tengo el placer de presentarte a Meriadoc Brandigamo y Peregrin Tuk, dos valientes hobbits de la Comarca y desafortunados amigos míos – sonrió de felicidad, divertido por las expresiones atónitas de sus queridos amigos
- Un placer – saludó Black. Merry y Pippin tan solo lo observaron con la boca abierta, asintiendo con la cabeza
- Bien – dijo Gandalf – creo que ya tendremos tiempo de presentaciones más apropiadas, ahora quiero que veamos a Saruman. Una visita de despedida. Peligrosa y probablemente inútil; pero inevitable
Llegaron a los pies de Orthanc. La roca negra relucía como si estuviese mojada. Las aristas de las facetas era afiladas y parecían talladas hacia poco. Algunos arañazos, y esquirlas pequeñas como escamas junto a la base, eran los únicos rastros visibles de la furia de los Ents.
En la cara oriental, en el ángulo formado por dos pilastras, se abría una gran puerta, muy alta sobre el nivel del suelo; y más arriba una ventana con los postigos cerrados, que daba a un balcón cercado por una balaustrada de hierro. Una ancha escalera de veintisiete escalones, conducía al umbral. Aquella era la única entrada a la torre.
Gandalf se adelanto al grupo, colocándose justo debajo de la ventana.
- ¡Saruman, Saruman! – gritó con una voz potente, imperiosa – ¡Saruman, sal!
Durante un buen rato no hubo respuesta. Al cabo, se abrieron los postigos de la ventana que estaba sobre la puerta. De improviso, una voz habló, suave y melodiosa: el sonido mismo era un encantamiento. Nadie, sin un esfuerzo de la voluntad y la inteligencia, podía permanecer indiferente, resistirse a las órdenes y súplicas de aquella voz.
- ¿Y bien? – preguntó – ¿Por qué han venido a turbar mi reposo? ¿No me conceden paz ni de noche ni de día? – el tono era el de un corazón bondadoso, dolorido por injurias inmerecidas
Así Harry vio por primera vez a Saruman. Allí, asomado por el balcón, la figura de un anciano los miraba. Envuelto en una amplia capa de un color que nadie hubiera podido describir, pues cambiaba de color según posaras los ojos en ella. El rostro era alargado, de frente alta, y ojos oscuros, profundos, insondables. Los cabellos eran blancos, lo mismo que la barba, pero algunas hebras negras se veían aún alrededor de las orejas y los labios.
- Parecido, y a la vez diferente – murmuró Harry, recordando lo que Gandalf había dicho: Yo soy Saruman, o al menos como debió haber sido
- Théoden – habló la dulce voz de Saruman – Señor de la Marca de Rohan ¡Oh digno hijo de Thengel el Tres Veces Famoso! ¿Por qué no has venido antes, en calidad de amigo? ¡Cuánto he deseado verte, oh rey, el más poderoso de las tierras occidentales! Y más aún en estos últimos años, para salvarte de los consejos imprudentes y perniciosos que te asediaban ¿Será ya demasiado tarde? No obstante las injurias de las que he sido víctima, y de las que los hombre de Rohan han sido ¡ay! en parte responsable, aún quisiera salvarte de la ruina que caerá inexorable sobre ti si no abandonas la senda que has tomado. Ahora en verdad sólo yo puedo ayudarte
Théoden abrió la boca como si fuera hablar, pero no dijo nada. Miró primero a Saruman, quien lo observaba desde el balcón con ojos profundos y solemnes, y luego a Gandalf, a su lado; parecía indeciso. Gandalf no se inmutó.
Harry había podido sentir la magia impregnada en la voz y una extraña sensación, muy parecida a la del hechizo imperius, trataba de cerrarse en él, de apoderarse de su voluntad.
En el primer momento los eorlingas se agitaron y aprobaron con un murmullo las palabras de Saruman; luego también ellos callaron, como bajo los efectos de un sortilegio. Rudas y viciadas por la soberbia les parecían ahora las prédicas de Gandalf. Y una sombra empezó a oscurecerles el corazón. Hubo un silencio tenso y prolongado.
- ¡Escúchame, Señor! – habló Éomer – He aquí el peligro sobre el que se nos ha advertido ¿Habremos conquistado la victoria para terminar aquí, paralizados y estupefactos ante un viejo embustero que se ha untado de mieles la lengua viperina? ¿Qué ayuda puede ofrecerte, en verdad? Todo cuanto desea hacer es escapar de este trance difícil
- Si hemos de hablar de lenguas ponzoñosas ¿Qué decir de la tuya, cachorro de serpiente? – dijo Saruman, y el relámpago de cólera fue ahora visible para todos – No te inmiscuyas en lo que no entiendes. Mata a aquellos a quienes tu señor llama sus enemigos, y conténtate con eso – controlándose, giro su rostro al Señor de la Marca – Te preguntó, rey Théoden: ¿Quieres que haya paz y concordia entre nosotros?
- Quiero que haya paz – dijo por fin Théoden. Varios de los jinetes prorrumpieron en gritos de júbilo. Théoden levantó la mano – Si quiero paz, y la tendremos cuando tú y tus obras hayan perecido, y las obras de tu amo tenebroso a quien pensabas entregarnos. He hablado en nombre de la casa de Eorl. Soy tal vez un heredero menor de antepasados ilustres, pero no necesito lamerte la mano. Búscate otros a quienes embaucar. Aunque me temo que tu voz haya perdido su magia
Los caballeros miraron a Theóden estupefactos, como si despertaran sobresaltados de un sueño. Por un momento Saruman no pudo dominar la cólera que le dominaba. Se inclinó sobre la barandilla como si fuese a golpear al rey con su bastón. Algunos creyeron ver de pronto una serpiente que se enroscaba para atacar.
Fíriel relincho asustada, retrocediendo. Harry tiro de las riendas, deteniéndola, y acaricio suavemente su cabeza, recitándole suaves palabras en élfico: Stille nú, fæste. Ser.
Saruman giro los oscuros ojos hacia el extraño joven ¿Quién era ese muchacho? ¿Un montaraz?
Ezellahen elevó el rostro, encontrándose con el señor de Isengard. Los verdes ojos irradiaban nobleza, poder, pero también cansancio, madurez, la sombra que se había instalado permanentemente en ellos por las injusticias vividas, por los tormentos pasados.
Por un momento el silencio reino. Saruman demasiado interesado en el insólito joven. Gandalf observando el interés que había despertado el mago montaraz en su antiguo amigo.
- Así que tu eres el joven mago – dijo Curunír. Harry tan solo le observó, inmutable, silencioso – Puedo ver que eres poderoso, mi joven amigo – la última palabra fue dicha suavemente, con voz acariciante, aterciopelada – Pero te falta experiencia. Yo puedo dártela, entender tu poder, ser tu guía. Juntos podríamos hacer grandes cosas, yo como tu maestro, tu como mi discípulo ¿Acaso no somos los dos miembros de una poderoso raza, la más excelsa de la Tierra Media? Nuestra amistad sería muy provechosa para ambos ¿No quieres subir?
Los jinetes se miraron confusos ¿El joven mago se iría al lado de Saruman, dejándolos atrás? ¿Acaso Gandalf iría tras él? Sirius observó temeroso a su ahijado, sintiendo que lo perdía por una fuerza mayor, seguro de que subiría a hablar con ese gran mago. La magia lo había envuelto al igual que a los otros, pero, una parte de él se resistía a creer en ello, sabiendo que ese anciano sólo era un embustero.
Harry observo un rato los impenetrables ojos oscuros y por un momento, por un breve momento le pareció ver el color de la sangre en ellos. Traidor. Eso era lo que él podía oler, sentir. Voldemort había estado cerca de él, tramando quien sabe que cosas, quizá el poderío del anillo.
- Perdóneme si declino una oferta como esta – dijo inmutable, neutralmente el joven, incluso se podía apreciar una especie de burlesca galantería. Aragorn sonrió por el tono que usaba Ezellahen, orgulloso de que el poder de la voz de Curunír no lo había alcanzado – pero ya he escogido a mis tutores. Y puedo asegurarle, señor, que son los mejores que pisan la Tierra Media
Un brillo divertido cruzo los ojos de Gandalf, mientras ira se aglomeraba en los de Saruman ¡¿Cómo se atrevía a hablarle así?! ¡Que ofensa! Pero las palabras de Voldemort llegaron de las profundidades de su memoria... eso haría.
- Yo te conozco, joven Ezellahen – siseo la última palabra, recargando su peso en la barandilla, tratando de acercar su rostro lo más que se pudiera – Yo te vi en un sueño – los ojos verdes le miraron sorprendido. El anciano mago hizo una pausa, saboreando el momento que se avecinaba – Asesino – una palidez cubrió rápidamente el rostro de Harry – Si, eras tú ¡yo te vi! Cubierto de sangre, con cuerpos alrededor de ti. Sonriendo ¡Gozando! – exclamó, recordando las extrañas imágenes que una vez habían inundado al palantir – Gozabas el haber matado a esa dulce niñita de rojo cabello, a esa feliz familia que te habían recibido como un hijo; al amigo que estuvo contigo en los duros momentos ¡Pues eso es lo que eres! ¡Un asesino! ¡Alguien que sola ha nacido para repartir muerte! Hîr Avathael Gurth! [Señor sombra de la muerte] – una fría risa orgullosa salió de sus labios, prorrumpiendo una y otra vez la frase élfica
- ¡Eso es mentira! – grito el mago, antes de poder contenerse – ¡No era yo! ¡Era Voldemort! ¡Voldemort! – ojos rojos se le vinieron a la mente, ojos de serpiente. Un mareo le inundó, sintiéndose atacado. Harry siseaba una voz en su cabeza Oh, Harry. Las caras de los jinetes, de Sirius, de Aragorn eran imágenes borrosas, caras de extraños. El mundo comenzó a girar y crecer rápidamente, y él era tan pequeño, tan pequeño que ese remolino se lo tragaría, desapareciéndolo
Una sombra los cubrió a todos, viciando el aire. Fíriel relincho asustada, sintiendo una maldad cerca de ella. Muy cerca. Los caballos de los jinetes se inquietaron, solo Sombragrís se mantuvo impasible, observando al joven mago.
Imágenes afloraron en su mente, vistas fugaces de la muerte de sus padres, verdes resplandores, el torneo de los tres magos, el desgarramiento de la piel de Remus por el lobo que se libera en la luna llena, ¡No Harry! ¡No Harry! las súplicas de su madre, las risas de Ron y Hermione, el cuerpo inerte de Cedric, la fría risa de Voldemort, la canción del sombrero seleccionador, tío Vernon arrojando a un famélico y asustado pequeño a la alacena, Pettigrew, la figura de un ciervo corriendo por el bosque, el basilisco, Dudley y su pandilla atormentando a un pequeño de ojos verdes con gafas, Remus el lobo atacando al enorme perro negro que quiere defenderlos, su primer partido de Quidditch, el pensadero de Snape, los dementores, frío... frío subiendo por cada fibra de su piel... gritos, sangre, risas... nada...
Duerme, Harry. Duerme.
Oscuridad.
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Un olor agradable llenaba el aire, flotantes fragancias que acariciaban sus sentidos, inundándolo de una dulce tranquilidad. Aspiro suave y lentamente, disfrutando del perfume.
- ... no estaba protegido
Voces. Esa voz estaba llena de sabiduría, de experiencia ¡Que agradable era! Como el abuelo que nunca tuvo.
- Ion nin. Are cuivië. Feren, tithen pen [Hijo mío. Debes despertar. Por favor, pequeño] – una cálida mano se deposito sobre su mejilla y en seguida sintió la dulzura de un beso sobre su frente
Harry sintió como Aragorn se separaba de él, y después de un murmullo de voces, la puerta de la habitación se abrió y cerró, dejando al joven solo en la alcoba. Fue en ese momento que el chico decidió dejar de fingir que dormía, abriendo los ojos verdes, dándose cuenta que se encontraba en su habitación en el castillo de Meduseld en Edoras ¿Tanto tiempo había pasado inconsciente?
Los verdes ojos se perdieron en el diseño del techo, recordando, pensando. Hîr Avathael Gurth. Saruman no pudo haber escogido mejor título para él, pensó, con el rostro serio, una perfecta máscara del caos que ocurría en su interior. Muy slytherin de mi parte, pensó con amargura.
Giro el rostro en dirección del buró, encontrando un tazón del que salían columnas de vapor, del perfume que aspiraba. Athelas. Eso era lo que había dentro del agua caliente. Podría reconocer ese olor en cualquier lugar.
El sonido de los goznes de la puerta le hizo saber que alguien entraba a la habitación.
- Te digo que no, Pippin – se escucho la voz de Merry – Si Aragorn se entera que lo despertamos seguro que se arma un lío ¡Y que decir del señor Sirius! Ése seguro que nos come
- Pero ya durmió mucho, cuando se despierte tendrá mucha hambre – decía el pequeño, cargando cuidadosamente una larga bandeja. Merry, aunque inseguro de molestar a Harry, también llevaba una bandeja
- Valina arin, mellon nin [Buenos días, amigos míos] – saludo el chico, olvidando sus pensamientos oscuros por la apropiada intromisión de los hobbits
- ¡'Arry! – exclamó feliz Peregrin, avanzando más rápidamente hacia él – Te lo dije Merry ¡Mira lo que te...! – el joven Tuk tropezó con la alfombrilla, mandando a volar la bandeja, lejos de sus manos. Harry observo la bandeja voladora, y bastó desear poder detenerla para que se detuviera en el aire, justo en frente de él
- Sabes – dijo Merry – ese truco siempre me ha gustado
- Si, si... es muy útil – respondió Pippin. Ninguno de los dos hobbits se habían dado cuenta que la magia había sido hecha sin varita, y menos de la sorprendida expresión en la cara de Harry
¡Había vuelto a ocurrir! Pero ¿Cómo? Había sido igual que con los dementores, bueno, no exactamente, pero la misma sensación le había llenado: un fuerte deseo de hacerlo y hasta un poco de desesperación.
- ¿'Arry? – una pequeña mano se agitaba frente a su rostro, ganando la atención del montaraz – ¿Estas bien? ¿Quieres que llame a Trancos?
- No, no – sonríe – No es nada. Mejor veamos que trajeron de desayunar
- ¿Desayunar? – preguntaron incrédulos los hobbits
- No 'Arry, esto es ya es la comida – respondió Pippin
- ¡¿Comida?! – exclamo sorprendido – ¿Qué paso desde que... me desmaye?
- Bueno – comenzó Merry, pero...
- ¡Gandalf estaba furioso! – exclamó Pippin – Pobre Saruman, le hubieres visto ¡Al fin encontró la horma de su zapato!
- Ambos comenzaron a 'charlar', incluso Saruman tuvo el descaro de decir que jamás había deseado hacerle daño ¡Que era su amigo! Y a pesar de todo el mal que hizo, Gandalf fue bastante generoso con Saruman pues le ofreció dejarlo ir en libertad a cambio de su bastón y la llave de Orthanc – continuó Merry – Pero Saruman dijo que no y despidiéndose giro para adentrarse en la torre, pero Gandalf...
- ¡Vuelve, Saruman! No te he dado permiso para que te vayas – exclamo Pippin, haciendo una perfecta imitación del mago. Merry y Harry comenzaron a reírse – En cuanto Gandalf dijo esto Saruman volvió ¡Volvió! Fue ahí donde todos nos dimos cuenta que el poder de ese mago no se comparaba con el de Gandalf. Entonces que lo expulsa de la orden y del concilio Ahora tú no tienes color, y yo te expulso de la orden y del Concilio. Saruman, tu vara esta rota ¡Vete!
- Y cuando Saruman se había retirado a su torre, una enorme piedra negra cayo de una ventana más alta
- Si – Pippin se puso muy serio – un globo de cristal, oscuro, aunque con un corazón incandescente
- Nosotros no sabemos que es, pero Gandalf actuó muy raro, escondiéndola entre los pliegues de su capa
- Después de eso regresamos a Edoras. Aragorn te llevaba sobre su montura, él y el señor Sirius estaban muy preocupados por ti, bueno, también nosotros, pero los hubieres visto 'Arry, daba miedo verlos
- Cuando llegamos, en la mañana, te metieron en esta habitación y desde entonces no sabemos que ocurrió, no nos dejaron entrar
Harry escucho todo esto con aire crítico ¿Qué sería esa extraña esfera? Esperaba que Gandalf se lo dijera, ya que no deseaba quedarse con la duda.
Esa noche Rohan celebro la victoria obtenida sobre el mal venido de Isengard. Meduseld se llenó de vida y música, y los muertos fueron honrados a la usanza rohírrica.
Merry y Pippin brindaban y cantaban sobre una mesa, entreteniendo a los soldados con danza y música.
Era un fiesta como ninguna otra que Harry hubiese apreciado antes. Las mesas estaban llenas de comida y risas; la burbujeante cerveza saltaba de tarro en tarro, para terminar en la boca de los sedientos hombres. Había canciones, baile y todo era felicidad. No por nada se decía que un frío tarro de cerveza se disfrutaba más después de haber visto frente a frente a la muerte.
El joven mago se encontraba recargado sobre uno de los gruesos pilares de Meduseld con un tarro de cerveza en una de las manos. La espuma de la cerveza hacia tiempo que se había bajado, pero el contenido seguía igual que cuando la habían servido; el chico solo había aceptado el tarro por cortesía, pero eso no significaba que tenía que beberla. Era una bebida demasiado amarga para su paladar.
- ¿Seguro que te sientes bien? – preguntó Sirius Black por quinta vez en la velada
- Por supuesto. Ya te he dicho antes que no debes preocuparte por mí – respondió el chico, dejando el tarro sobre una bandeja que pasaba a su lado
El animago sintió que la sangre la hervía al escuchar estas palabras y sobretodo por el tono tan despreocupado que usaba su querido ahijado ¡A veces era tan desesperante! Con un suspiro calmo sus ánimos, no sería nada bueno regañar al chico después de... cualquier cosa que ese traidor le había hecho.
- Ay puedes buscar por todos lados, y acabarte el licor que quieras – cantaban Merry y Pippin – Pero nunca verás cerveza tan castaña como la que tomamos en mi tierra. Puedes tomar cerveza cara, puedes tomarla en jarros adrede, pero la única cerveza para el valiente y leal es la de El Dragón Verde – ambos terminan chocando los tarros y empinándose la cerveza
La noche llegó rápidamente, terminando con la fiesta, mandando a todos a dormir a sus casas. Pero Harry no dormía, el se encontraba sentado en las escaleras de Meduseld, con un enorme perro negro acostado a sus pies que observaba melancólicamente el nublado cielo con sus azules ojos.
- Deberías dormir un poco – le dijo Legolas al chico – y también tú – esto lo dijo para el perro, quien giro su cabeza para observarle un momento y después de gemir un poco, la volvió a recostar sobre sus patitas. El elfo sólo giro los ojos
- Estoy cansado de la cama – respondió el joven – además de que no tengo sueño
- Pero deberías de dormir un poco, pequeño – dijo Aragorn, quien salía del castillo preparando su pipa. Padfoot le observo desde su cómoda posición y le gruño un poco, advirtiéndole no acercarse sino se encontraría con un par de colmillos filosos – estoy seguro que pronto vendrá otra batalla. El enemigo aún no es desvanecido – dijo mientras se colocaba al lado del vigilante elfo
El silencio reino sobre ellos un momento.
- Un velo cubre las estrellas – dijo de pronto Legolas – Algo se agita en el este. Una malicia que no duerme. El ojo del enemigo se esta moviendo – los tres hombres se pusieron en estado de alerta ante estas palabras del príncipe
El sonido del viento llego hasta sus oídos, agitando las banderolas de Rohan, pero... Padfoot elevó rápidamente la cabeza, como si sus sentidos hubiesen captado algo.
- Él esta aquí – exclamó Harry, poniéndose de pie rápidamente y corriendo dentro del castillo, seguido por un perro, un hombre y un elfo
El chico corrió por los pasillos, entrando rápidamente a la habitación que compartían Merry, Pippin y Gandalf.
La vista que le recibió fue una perturbadora, algo que jamás se hubiese imaginado: Pippin sostenía una esfera de fuego entre sus manos, pero el pequeño hobbit parecía estar en mucho sufrimiento. Sin pensarlo dos veces, se apresuro a su amigo y arrebato rápidamente la esfera de sus manos, pero en cuanto tuvo contacto con el globo...
Sirius se apresuro a atrapar a su ahijado que caía al suelo con el palantír entre sus manos.
La bola resbalo de las palmas del chico y antes de que rodara más lejos, Gandalf la cubrío con una manta. Luego se apresuro hacia el hobbit que yacía inmóvil sobre el piso. Legolas y Aragorn se acercaron rápidamente a Gandalf cuando comenzó a interrogar al pequeño, sabiendo perfectamente el poder que esa esfera tenía.
- Harry ¿Harry, estas bien? – pregunto el animago asustado. Su ahijado se encontraba de bruces, respirando agitadamente, con el cabello sobre el rostro
El anciano mago se puso de pie, satisfecho con las respuesta de Peregrin Tuk.
- Gandalf – llamó el animago, ganando la atención de Mithrandir – No se que tiene Harry – los azules ojos se clavaron en la figura del caballero blanco
Mithrandir observo con ojos críticos el semblante del chico.
- Sirius – dijo seriamente, empuñando su vara – aléjate de él
El animago le observo confundidamente, pero antes de que Gandalf pudiera responder a sus preguntas, Harry solto un rugido animal lanzándose sobre su padrino, dispuesto a matarle.
Happy Birthday to me! Happy Birthday to me! Haaaaaappy biiiiirthday little Circe!!! Happy Birthday to me!!! O.o No puedo creerlo, el miercoles estoy cumpliendo 20 años ¡Veinte! O.o ¡Que rápido pasa el tiempo! ¡OH SI! Este capi va dirigido a dos personas a mi queridisima amiga Luin que cumplió años hace tres días [¡Gracias por tu azul amistad! Espero que hayas disfrutado este chapi] y también a otra amiga Allison Black, que acaba de entrar a la prepa [¡Tu puedes!] ... ejem, ya que puse mis notas personales, va una nota importante del fic
IMPORTANTE: El próximo capítulo dudo que este arriba en dos semanas U es que ya entro en examenes parciales esta semana, además de que necesito releer el tercer por que hay muchas cosas de él que me gustaría poner que no aparecen en la película y como ahora realmente no me acuerdo mucho de ese libro (es que la peli le cambia un monton) tendré que releer TODO, por esto les suplico PACIENCIA. Gracias.
NOTA #2: Como es molesto estar entrando al fic y no encontrar el capitulo nuevo, cof cof, a todo aquel que no tenga cuenta en fanfiction . net y por lo tanto no me tenga en authoralerts me puede enviar su correo en un review diciendome "Pa' que me avises cuando sale el nuevo" XDD er Nos vemos
"You are never given a dream without also being given the power to make it true." Richard Bach
