Allison Black: Hello U ¿matar... a... Harry? U 'tonces creo que se terminaría el fic, no ves que se llama Harry Potter en la Tierra Media XD y eso de aventarlo por la torre de Ecthelion... U no creo que a Aragorn o inluso a Sirius les haga mucha gracia XD además de que dudo que muera ¿Porqué? Por próximas razones XDD Ya lo verás, la parte dos estará genial... al menos eso espero U se me han ocurrido un montón de ideas: ya se el final de esta parte, como comienza la otra, los problemas que habrá en la otra, pero... TT aún no se como termina la otra parte U supongo que lo descubrire en el transcurso :P por cierto, hay un nuevo fic XD a ver si te das una vuelta U tarde como seis semanas en escribirlo ¿Por que? Por la mendiga escuela, ademas de que no me veran por aqui por un buen tiempo, creo que hasta diciembre CHAO
Akirah, la nieta de Vegeta: Er, U ¿abogados? er, er... ¿Qué tal si discutimos esto de una manera más civilizada? Estoy segura que podemos llegar a un acuerdo U er, er... sin golpes, ni sangre, ni ninguna de esas cosas... U
hermkinomoto: Er, hello U nop, yo no odio a Sirius, de hecho lo amo, lo adoro, pero... U me encanta verlo sufriendo muajajajaja... er, no, esa no es la idea, al final todo mundo será feliz ya lo verás
the angel of the dreams: er hello kary hello dream bueno, la idea es que supere los 30 capis :P ya lo verán, seguro que despues se cansan de mi XDD er, ya no se peleen er U luego terminan como yo y Aoi Aoi: ¬¬ habla por ti pedazo de alcornoque er, chao
GaRrY: Hola!!! TT quise avisarte de la publicacion del capi, como me pediste, pero no me enviaste tu correo U
Zerion: Hi gracias por los apoyos, yup, Sirius sufre y yo gozo, er... chao
Luin: XDD Yeah! Harry se la pasa herido todo el tiempo!! Pero bueno, supongo que es su suerte de perro, esperemos que en la segunda parte y en el otro fic no salga tan herido :P U como es posible que quieras que sufra, todo mundo quiere que sufra!! U Y yup, yo tambien amo a Remus, Legolas y Sirius XD son monisimos los tres y me da gracia escribir a Sirius XD y dont worry aqui sale el lobillo U
lali. Gracias por los ánimos
itzel andromeda riddle black: wow que nombre tan largo O.o seguro que hay problemas para decirlo completo y rapido XDDD
Mirug: Hello sip, es cierto que Sirius se escapo para proteger a Harry, pero velo desde el punto de vista del niño, es decir, estuve todo ese tiempo sufriendo con mis tios cuando alguien pudo haberse escapado de la prision para llevarme y no sale sino hasta que ve a la rata, ademas considera que Harry estaba enojado esa vez muchas veces no nos damos cuenta de lo que decimos cuando estamos enojado y terminamos hiriendo a otros :P
amaltea: HELLO! XDD SI! QUE SUFRAN LOS DOS!! :P Sino de donde saco papel para la historia XDD ademas de que ya tengo el argumento de la segundo parte :P pero dont worry al final todo mundo es feliz como una lombriz con respecto a cristopher jacques no se que le paso, la verdad es que parece que se lo trago la tierra O.o por que yo antes platicaba con el por el msn y ya no entra a ninguna hora O.o y con respecto a sus fics, soy de la idea que el mismo los tumbo o alguien que tenia su contraseña, creo que hubiese desaparecido el perfil, pero no se puede, asi que, no lo se, debio ser una decision que el tomo
Sara Fénix Black: HELLO yup, la historia va pa' largo :P espero que no les moleste mucho XD pero bueno U er ¿por que todo mundo quiere hacerle daño a Harry? Al paso que vamos, Voldemort va a ser el último en cojer una pieza del chiquillo para hacerla pedazos XD pero, er, juro que todo se soluciona - Circe cruza los dedos - er, cof cof al menos cof hasta el final cof cof U Y por cierto, si quieres que te avise cada vez que publico chapter solo mandame tu correo, va?
Nimmy: Hello :P yep, pobre de Sirius, un día le va a dar un paro cariaco por culpa del chiquillo, pero no te preocupes por que lo quiero mucho y lo cuidare Y yup, Sirius se escapo de la prision por venganza y no por Harry, eso es lo que le dolio al pequeño, pero bueno, espero que te guste este chapi
Happy Halloween!! o Aoi: -- yuupi... Circe: ¬¬ Espero que se la pasen bien ese día U aunque yo celebraré más bien el día de muertos XD Pero bueno. Por cierto, er, escribi un nuevo fic, a ver si pueden darse una vuelta y decirme que tal :P
Harry Potter en la Tierra Media Capítulo 18
Dúnedain
Sirius se encontraba recostado sobre su cama, observando la extraña trayectoria de un insecto volador de color tornazul que se paseaba cerca de la ventana.
Los rayos del sol atravesaban el umbral, bañando la morena piel del desnudo torso y la blanca venda que se cerraba en torno a su herida.
Con desgano, retiro las vendas y observo maravillado como la lesión había desaparecido por completo. La medicina élfica podía hacer cosas sorprendentes. Al fin podría deshacerse de esos vendajes que le hacían sentirse torpe.
Harry había insistido que usará las vendas hasta que la lesión hubiese desaparecido por completo, ya que el calor ayudaba a mejorar las propiedades curativas de la mezcla que le había puesto.
Harry, un solitario chico. Harry, el hijo de su mejor amigo. Harry, un niño maltratado. Harry, su ahijado. Pensar en él hacía que sus ojos azules recuperarán la misma mirada apagada y maldita que le había perseguido durante tantos años a través de las celdas de Azkaban.
Harry... Una punzada en el corazón...
Hacía cinco días de su última discusión con el pequeño, pero aún sentía fresca la herida en su pecho. Las palabras que le había dicho habían sido dolorosas, pero la manera en como lo había dicho lo había sido más. Tan arrogante, tan burlesco, tan sarcástico, como regocijándose en su sufrimiento.
Aún así, no podía evitar el pensar que el chico tenía razón.
Sirius Black había escapado de la cárcel para buscar venganza, no por Harry. No tenía importancia el hecho de que se había arriesgado ir hasta Privet Drive sólo para verlo, conocerlo, por que la razón de su escape había sido Pettigrew.
Si tan sólo hubiese tenido el suficiente coraje de escaparse antes, correr hasta la casa de los Dursley y salvar a su ahijado de los años de maltrato y soledad que seguro había vivido con esos muggles, quizá su alma hubiese encontrado un poco de paz y el pequeño una mejor vida.
Ahora tan sólo podía observar como su ahijado se alejaba cada vez más de él, dejándolo solo.
Y luego estaba Aragorn, el gran y hábil montaraz, aquél que le había dado tanto al pequeño.
En la mente del animago estaban claramente grabados los sucesos que habían ocurrido hacía dos días. Las cosas que el montaraz le había dicho, la amenaza.
oOoOoOoO Flashback OoOoOoOo
Hacía un magnífico día, el sol brillaba fuertemente sobre Rohan, alumbrando cada pértiga, cada hoja, reflejándose sobre la superficie del río que corría cerca de la ciudad del rey.
El viento soplaba fuertemente, aminorando el calor que el sol se empecinaba en crear, haciendo danzar los vastos campos de dorado trigo.
El sonido de espadas chocando entre sí se podía escuchar en la distancia, seguidas de maldiciones en élfico expresadas por una joven voz.
- ""¡Mueve tus pies, Ezellahen! – gritaba Aragorn entre risas, con la pipa sostenida entre una de sus manos
- No ayudará en nada que le des consejos en élfico, Aragorn – se escuchó la voz del tercer Mariscal de la Marca
En medio de uno de los vastos campos, a las afueras de Edoras, Harry sostenía fuertemente su espada, con el sudor bajando por su rostro, la respiración agitada pero mostrando un temple increíble. La gabardina yacía olvidada sobre el regazo de Aragorn, quien se encontraba sentado en una enorme piedra fumando su pipa. Merry observaba contento a su lado, comiendo cerezas de una bolsa que había robado de la cocina.
Théoden observaba también, sentado al lado del hobbit, y a su izquierda la dama Éowyn disfrutaba de la pequeña demostración, con una sonrisa sobre sus delgados y sonrosados labios.
Unos cuantos soldados del éored de Éomer observaban la escena con ojos críticos y sonrientes.
El tercer mariscal, heredero de Théoden, Éomer, sostenía su gruesa espada, enfrentando al joven montaraz. Los rubios cabellos al viento, la armadura portada con orgullo.
Harry volvió a cargar contra el mariscal, tirando un fuerte golpe contra su espada, girando sobre si mismo y tirando un nuevo pero más fuerte golpe. Éomer retrocedió un poco ante la agresividad del ataque, observando que el chico cuidaba mucho su defensa.
Al principio de la batalla, el mariscal se había decepcionado un poco, pues Ezellahen no había mostrado las habilidades que eran tan alabadas por su mentor Aragorn, pero luego la forma de ataque del chico cambio, exaltando la habilidad con la espada.
Lo sucedido al principio había sido una táctica usada por todo buen montaraz: si no conoces a tu enemigo, estúdialo sin revelarle tus verdades habilidades.
El ataque continuo. Harry sabia que su desventaja era la fuerza superior y la mayor experiencia de Éomer, pero si cuidaba sus movimientos y ataques lograría sacar algo de provecho, además de que tenía una mayor velocidad que el rohirrim.
El mariscal hizo girar su espada, cortando las capas de viento con la pesada y filosa hoja, bloqueando un ataque del mago y lanzándolo con fuerza, haciéndolo caer ante sus pies.
- Es el final, pequeño – sentenció Éomer, dispuesto a colocar la punta de su espada sobre el pecho del chico, en un gesto que denotará el fin de la batalla, pero Harry golpeó repentinamente la hoja de su espada con una pequeña daga y rodó lejos de él
- Esto aún no termina – dijo el chico con una sonrisa juguetona en los labios
Sirius llegaba al lugar de entrenamiento cuando Éomer había desarmado a su ahijado, dispuesto a poner la punta de la pesada espada sobre el pecho del chico. Se hubiese tirado en pos de Harry, de no ser por que Legolas le detuvo firmemente.
- Tan sólo están entrenando. Un juego de espadas, mellon ni – dijo el elfo con una gran calma, sosteniendo al animago por el cuello de la túnica – Esto ayudará a pulir las habilidades de Ezellahen
- Esta bien, esta bien, pero tampoco es para que me estés ahorcando – refunfuño Sirius
- Amin hiraetha, Sirius Lo siento, Sirius – respondió el avergonzado príncipe. El animago tan solo giro los ojos... no había entendido ni una palabra, pero por la expresión del elfo, juraría que acababa de disculparse
Ambos llegaron hasta Aragorn, quien observaba orgulloso el desempeño de Harry.
- Es bastante bueno con la espada – menciono casualmente el montaraz, retirando la pipa de sus labios – Es hábil y aprende rápido
- Por supuesto que lo es – respondió Sirius – no se podía esperar nada menos de él
Aragorn dejo escapar unos aros de humo de su boca, observando con atención la batalla.
- Es un chico valiente, inteligente, noble – continuo el montaraz, confundiendo al animago ¿a qué venía todo esto? – Sería un magnífico príncipe
¿Príncipe? Pensó Sirius, temiendo el rumbo de esta plática.
La daga de Harry voló hasta los pies del animago, seguida por una disculpa.
- Ezellahen necesita un lugar donde pueda ser feliz, una familia, alguien que lo guíe por la vida – dijo el montaraz
- ¿A dónde quieres llegar Aragorn? – preguntó molesto Black
- No estoy dispuesto a quedarme sentado y ver como te llevas a Ezellahen, lejos de este lugar, de vuelta a esa tierra donde parece tener sólo problemas y dolor
- ¿Qué...?
- Haz lo que te parezca mejor, mago, pero yo también usare mis cartas en este asunto – Sirius lo miró confundido. Aragorn y él se alejaron de los demás, a un lugar donde pudieran platicar en privado, pero no lejos del campo visual – No dejaré que él se vaya. No me importa lo que creas, sólo sé que Ezellahen es como un hijo para mí y que me quedaré con él. Pase lo que pase, si él decide quedarse, lo apoyare y te juro que si intentas arrebatármelo te vas a arrepentir
Sirius se quedo de una pieza, observando como el montaraz regresaba al lado del chico que al fin había sido vencido por Éomer, quien a su vez le felicitaba por su desempeño y le daba algunos consejos referentes a la defensa y el ataque.
Black observó como Harry era felicitado por todos y la sonrisa que jugaba sobre sus labios, mostrando una alegría que él nunca antes le había visto. Pero también observó a Aragorn y una ira le lleno las entrañas, y antes de que pudiese detenerse, caminaba en dirección de los montaraces.
pOq
Aragorn y Harry observaron como Éomer se retiraba junto con los jinetes de su éored, debían de hacer el patrullaje de rutina. Después del Abismo de Helm no estaban dispuestos a bajar la guardia. Théoden también se retiro después de felicitar al joven mago, acompañado por la dama Éowyn.
- ¿Y bien, cómo estuve? – pregunto Ezellahen, girándose a su mentor
Aragorn pareció meditar unos segundos, poniendo cara de crítica.
- Pues, no lo se. Quizá deberíamos regresar a las espadas de punta romana – dijo, alborotando el cabello del mago
Harry se separo riendo de él y dio un pequeño golpe en el brazo de Aragorn.
- ¡No puedo ser tan malo! – dijo entre risas. Las espadas de punta romana eran aquellas con las que se comenzaba a entrenar, carecían del filo necesario para corta si quiera un tomate – ¡Dísele Legolas! ¡Dile que no soy tan malo!
El elfo tan sólo rió, disfrutando de este pequeño e inocente juego. Era la primera vez que veía a su amigo Aragorn tan relajado. Merry observaba divertido, deseando que Pippin estuviera aquí.
Todo este ambiente no hizo mas que avivar la ira de Sirius ¡¿Cómo era posible que Aragorn se atreviera a jugar con Harry en frente de él?! ¡De él! Quien se había perdido los inocentes años de la vida de ese niño, y que tan sólo por caer tras el velo, su ahijado parecía haberlo olvidado.
- Recuerda mover tus pies, es importante cuando estas enfrentándote a un adversario como Éomer que te supera en estatura y fuerza – decía Aragorn, empuñando la espada de Harry y haciéndola girar en el aire – Es una pelea difícil, pero no imposible ¿recuerdas cuando vencimos al troll en Khazad Dûm?
- Fue una pelea bastante difícil. No quisiera ni acordarme de eso – respondió el mago
- Pero son experiencias como esa, Ezellahen, las que prueban tus habilidades y te obligan a mejorarlas – dijo Legolas, dándose cuenta con preocupación la ira que surcaba el rostro de Sirius, quien se acercaba rápidamente a ellos. El príncipe sonrió al joven montaraz, y se encamino hacia el animago, deseando detener su locura
- Mellon ni – llamo el elfo, impidiéndole el paso a Black
- Hazte a un lado, Leg – dijo él, clavando sus ojos en los del príncipe
- No, Sirius. Estas enojado, tan sólo vas a hacer una locura en ese estado
- Eso no te incumbe – siseó, haciendo a un lado al elfo
- Por supuesto que me incumbe, eres mi amigo y Aragorn también lo es – respondió desesperado el elfo – Piensa que lo que harás tan sólo dañara más tu relación con Ezellahen – el animago lo ignoró por completo, continuando con su camino, pero – ¿Acaso tus apresuradas decisiones nunca te han hecho mal? – dijo Legolas, haciendo que Sirius se detuviera en seco
En la mente del animago despertó el recuerdo del día en que había sugerido el cambio del guardián, proponiendo a Peter en lugar de a Remus por que le consideraba el traidor. Pero esto es diferente se dijo, y empuñando fuertemente las manos, continuo su camino.
Aragorn le mostraba a Harry una combinación de movimientos, simples movimientos que se convertían en algo mortal si sabías cuándo y cómo usarlos.
- Parece ser que también eres un buen maestro de esgrima – dijo Sirius, ganando la atención de los montaraces
- ¿Sirius? – susurro extrañado el joven mago. Tenía un mal presentimiento
- Vamos, Trancos, como eres el mejor en esto, por que no me ayudas a recordar un poco lo que he olvidado – menciono casualmente el animago
- Comenzar con un duelo no es bueno, Sirius – respondió Aragorn, retirando disimuladamente a Harry de entre los dos
- ¿Qué ocurre? – respondió burlesco Black – ¿Acaso tienes miedo de un mago, montaraz?
Trancos encaró al animago, clavando sus ojos grises en los de Sirius.
- Estas tomando esto personal – susurró, lo suficientemente bajo para que Harry no escuchara – Descargar tu ira en una pelea no te ayudará en nada
- ¿Y qué si lo tomo personal? Disculpa si deseo patearte el maldito trasero, pero las amenazas no van bien conmigo
Ambos hombres se estudiaron profundamente, en silencio.
- Ezellahen – llamó Trancos – préstale tu espada a tu padrino
- Pero... – respondió dudoso el mago, intercalando miradas entre los dos
- No te preocupes – respondió sonrientemente Aragorn – Sólo será un juego de espadas
oOoOoOoO Fin del Flashback OoOoOoOo
Sirius dejo escapar un largo suspiro antes el recuerdo, sentándose al borde la cama, sosteniendo su cabeza entre sus manos.
Al comienzo del duelo, él había tirado golpes ciegos. Seguro que Harry se había dado cuenta que lo que realmente deseaba era romperle unos cuantos huesos a Aragorn y no aprender de él.
El animago recorrió su cabello con sus manos. Trancos no le había atacado ni una sola vez, tan sólo había esquivado o bloqueado sus golpes, y como era de esperarse, Sirius Black se había desesperado, y arrojando la espada había empuñado la vara, dispuesto a lanzarle una cuantas maldiciones al montaraz. Fue en ese momento que Harry se interpuso entre los dos, pregúntale que rayos le ocurría.
Sirius se había metido tanto en su ira y celos, que se había olvidado de su ahijado, y cuando le vio entre los dos, queriendo arrancarle la vara de las manos, el animago sintió remordimiento. Había perdido horriblemente el control.
Estos celos comenzaban a traerle problemas. Sonrió amargamente. Ni siquiera había sentido celos por alguna de sus innumerables novias, y ahora los sentía por culpa de un hombre que quería arrebatarle a su ahijado.
Cierta ocasión Remus le había mencionado algo por el estilo, algo así como que dependía mucho de Harry. Pero Sirius lo había dejado en algún rincón de su cerebro. Para él era normal que quisiera proteger a su pequeño ahijado, después de todo era lo único que le quedaba de James y era lo único que le ayudaba a mantener su vida y cordura. Era lógico que temiera que alguien se lo arrebatará.
¿Qué podría hacer contra ese testarudo montaraz? Estaba seguro que si Aragorn lo deseaba, podría hacerle la vida imposible.
A su derecha, sobre el buró, la superficie del mágico espejo comenzó a brillar y pronto una voz salió de él.
- ¿Sirius? – era Remus
oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
La brisa de la mañana acariciaba las hojas de los pequeños arbustos, impregnándose en la desnuda piel de las grises rocas.
El cielo brillaba en un hermoso tono azulado, con los rayos del sol atravesando las blancas y juguetonas nubes, pintando líneas de luz en el azulado manto.
En una enorme montaña, a la entrada de una de sus múltiples cuevas, pastaba la fiel yegua Fíriel, observando ofendida al par de mariposas que revoloteaban sobre su cabeza sin dejarla tranquila.
Un haz de luz ilumino momentáneamente la boca de la montaña, espantando al par de mariposas, pero sin sorprender a la hermosa montura.
- ¡Una vez más 'Arry! ¡Sé que puedes! – se escuchaba la excitada voz de Merry, escapando ansiosa de la oscuridad de la cueva
Dentro de ella, el pequeño hobbit descansaba sobre una estalagmita que formaba un perfecto y amoldable asiento para el pequeño.
Frente a él, un joven de negro y desordenado cabello tenía una gran expresión de concentración, con sudor bajando por su rostro y cuello.
En un rincón de la cueva yacían olvidados una gabardina negra, un largo chaleco, una espada enfundada y una cantimplora junto a una pequeña funda que contenía una vara de madera.
- Estoy demasiado cansado – dijo al fin el chico, negando con la cabeza
- ¡Vamos 'Arry! ¡Sólo una vez más!
El montaraz sonrió a su amigo Merry quien daba feroces mordiscos a un pobre manzanita.
Harry se volvió a concentrar, centrando los penetrantes ojos verdes en una piedra que descansaba unos metros lejos de él.
Muevete…
Muevete ya…!
Las palabras se repetían en su cabeza como un mantra.
La piedra tembló un poco, comenzado a elevarse tambaleantemente por los aires, llegando a la altura del rostro del mago.
- ¡Si! ¡Si! ¡Si! – exclamaba contento el hobbit, dando saltos sobre la pobre estalagmita
Harry dejo caer la piedra con un suspiro, y decidiendo hacer algo más difícil volvió a concentrarse en la piedra.
Dentro de su cabeza una cuchara se dibujo, cada detalle, cada ranura, cada sobresaliente línea. Poco a poco la piedra comenzó a desfigurarse, aplanándose, ensanchándose, cual si estuviera hecha de una blanda masilla.
Merry soltó una exclamación de sorpresa al encontrar una cuchara en el lugar de la piedra.
El hobbit estaba sorprendido, Harry decepcionado.
Él deseaba una cuchara de metal, no una de piedra color plateado.
Había sido un simple hechizo de transfiguración de niños de primer año, hechizo que con su vara hubiera podido realizar en un suspiro.
El montaraz arrojo la cuchara hacia atrás como si se tratara de una simple chuchería. Merry corrió a salvarla.
Harry cayó al suelo exhausto, respirando agitadamente, con el sudor recorriendo el contorno de su rostro. Esto era difícil. Requería demasiadas de sus energías. Ya controlaba a la perfección simples hechizos, pero transfiguración resultaba ser un problema. Era como querer controlar una gigante manguera que dispara un chorro de agua a presión y no se puede sostener firmemente, dirigiéndola.
Pero lo lograría. Tenía que hacerlo.
Merry se acerco a él, cargando todas las cosas del montaraz.
- Será mejor regresar. Un buen desayuno nos hará bien a ambos, fue demasiado por un día – dijo el hobbit
Ezallahen río ante las inocentes palabras de su amigo ¡Desayunaron antes de salir de Meduseld! Sin contar que el pequeño no había hecho otra cosa que sentarse y darle ánimos.
- Muy bien, pero recuerda – advirtió Harry, elevando un dedo – ni una palabra de estos entrenamientos clandestinos
- Descuida compañero – exclamó Merry, dándole una palmada amistosa en la espalda – puedes confiar en mí – el mago sonrió – Por que de seguro que terminaras castigado el resto de tu vida si Aragorn se entera que la primera vez que pudiste hacer esas cosas sin tu vara quedaste tan exhausto que te caíste mientras montabas a Fíriel camino a casa y que esa fue la razón por la que llegamos tan tarde y no por que nos quedamos 'jugando en un lago', sin contar que los rasguños que te hiciste en la caída fueron 'hechos por unos arbustos' o que hace tres días te desmayaste por que te sobrepasaste o que...
- Merry – siseó Harry. El hobbit trago saliva ante el tono amenazante que usaba el mago – ya entendí – dijo mirándolo de reojo – y si no cierras la boca yo voy a... – guardo silencio, observando con amenazantes ojos verde como una gota de sudor bajaba por el rostro de su pequeño amigo – ¡Rictusempra!
Merry dio un gran salto, tratando de evitar que la magia lo alcanzará, pero... momentos después el hobbit reía incontrolablemente sobre el piso y a sus risas pronto se unieron las de Harry, disfrutando de este momento de inocente diversión.
Cuando el hechizo termino, Merry seguía riendo junto con Harry, y así llegaron hasta Fíriel, quien observo con sus enormes ojos negros el comportamiento infantil de su amo y su amigo.
Humanos…
oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
- ¡Padfoot! – la voz del licántropo resonó por toda la habitación – Te tengo magníficas noticias – exclamo feliz
- Ya era hora. Me tenías muy abandonado – refunfuño el animago
Remus lo miro confundido a través de la superficie del espejo, y luego recordó que el tiempo pasaba más rápido en aquél lugar que en Inglaterra.
- Tengo una excusa bastante buena – respondió. Sirius lo miro de reojo – la última vez que hablamos yo estaba en el tren camino a Hogwarts – el animago asintió – pues déjame decirte que es la una de la mañana del 2 de septiembre, lo cual me da seis horas antes de que sea el momento de despertarse para alistarme y dar mi primer clase en este año. Espero que sepas apreciar el sacrificio de mis horas de sueño, Padfoot – terminó dramáticamente
- Gee, lo siento – exclamo Sirius – pero continua con lo que me decías
Remus aclaro su garganta y acomodo la corbata de su traje. El animago lo observo con impacientes ojos, sabía que lo hacía apropósito
- No vas a creer lo que dijo Albus – respondió al fin
- ¿Qué al fin dejaría la dirección de Hogwarts para dedicarse a su sueño de ser un bailarín de ballet con tutú rosa? – dijo el animago, con una cara de fingida inocencia
- Esto es serio, Sirius
- ¡Yo soy serio!
Hubo un silencio incómodo.
- Ese chiste es tan viejo como tú – dijo al fin Remus
- ¡Hey! – exclamo indignado el animago, frunciendo el entrecejo
- Regresando al tema principal – el licántropo tosió – Albus me dio unas magníficas noticias
- ¿Acerca de...? – preguntó Sirius, cansado de que Moony le diera tantas vueltas al asunto ¡Era desesperante!
- El regreso de Harry y el tuyo – respondió sonrientemente Remus
- Creí que estaba perdido en su búsqueda y que no encontraba una forma de hacernos volver
- No te ofendas Padfoot, pero el espejo es el verdadero héroe – dijo el hombre lobo, ganándose una mirada de fingida decepción de parte de Sirius – Como sea. Albus había encontrado que era posible realizar una conexión entre dos dimensiones a través de espejos, pero necesitaba una conexión con ese otro mundo, una conexión que le obedeciera totalmente
- Y es ahí donde entra el espejo – reflexionó Black
- ¡Correcto! – exclamó Remus, tirando un golpe al aire – Así que sólo necesito que me digas cuando iniciamos el ritual
Sirius guardo silencio, pensativo, sosteniendo su barbilla en un gesto de absoluta concentración. Al hombre lobo le extraño esta actitud, hubiese deseado una reacción más alegre, quizá no esperaba que Sirius se pusiera a saltar por toda la habitación, danzando y cantando como cierta ocasión en su quinto año, pero se hubiese conformado con un simple '¡Genial!' o '¡Espera a que le diga a Harry!'.
- No lo se, Remus – hablo al fin el animago, sacando a su amigo de sus extrañas reflexiones
- ¿A qué te refieres?
- En éste lugar hay una especie de guerra – respondió Sirius – y no creo que a Harry le haga gracia abandonar a sus nuevos amigos. Ya sabes como es
- ¿Entonces?
- Yo te llamaré cuando sea el momento ideal
oOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
Fíriel corría rauda y veloz sobre los pastos de Rohan, llevando sobre su lomo al joven amo y a su pequeño amigo.
Harry llevaba cinco días escapándose del castillo a temprana hora del día y puesto que Merry se había trasladado a su habitación – ya que se sentía muy solo desde la partida de Pippin – despertaba en el preciso momento en que los goznes de la puerta chillaban cuando el mago trataba de deslizarla suavemente. Al despertar y enterarse que el joven montaraz saldría, se ponía a gemir, argumentando que no deseaba quedarse solo. Ezellahen, como buen amigo, aceptaba llevarlo, con la única condición de que no revelará nada, el hobbit había aceptado la condición sin rechistar y Harry agradecía que no tuviera la gran disposición de Peregrin para charlar, no que le molestará o que no confiará en él, pero al pequeño se le podía ir la lengua de ciertas maneras que mejor no pensar en las consecuencias.
El primer día que salieron sobre el lomo de Fíriel, buscaron el lugar perfecto donde Harry pudiera llevar acabo su plan. Esa mañana la suerte les había sonreído, pues habían encontrado una fantástica cueva, lejos de Edoras y de cualquier asentamiento humano, así que había bajas probabilidades de que alguien descubriera lo que estaba haciendo, en otras palabras, de que alguien descubriera que estaba aprendiendo a controlar su magia sin una varita.
La magia negra aprendida a través de Voldemort debía de esperar, pues no deseaba asustar a Meriadoc. Ya había visto el miedo en sus ojos después del incidente y no quería perder la confianza del hobbit.
Por las noches, Ezellahen se ponía a practicar oclumency, asegurándose de tener un mayor control sobre sus emociones y su desagradable lazo psíquico con el lord oscuro. No quería depender de objetos ni de nadie para proteger su mente y cuerpo.
Con orgullo y una sonrisa en los labios, el mago podía asegurar que progresaba en la construcción de barreras mentales, aunque en la magia sin varita... quizá un poco más de práctica bastaría.
El fuerte relincho de Fíriel alerto a Harry que Edoras se encontraba cerca. Era como si ella pudiera oler los verdes pastos que rodeaban a la ciudad, como si el perfume de esa magnífica morada acariciara sus fosas nasales anunciándole la cercanía del hogar.
Las enormes puertas de oscura madera se encontraban abiertas de par en par, recibiéndolos con los brazos abiertos. Fíriel entro felizmente a través de ellas, pero se detuvo en el linde de la puerta, relinchando molesta.
Harry y Merry elevaron los sorprendidos ojos, conteniendo fuertemente el aliento.
- ¿Qué esta ocurriendo aquí? – dijo para sí el joven mago. Merry tan solo atino a negar con la cabeza.
La colina del castillo dorado estaba repleta de soldados y jamelgos, entorpeciendo el camino que llevaba a Meduseld.
Los caballeros de Théoden se encontraban dispuestos sobre sus monturas, portando orgullosamente las armaduras de diseños rohírricos: caballos atravesando o saltando extrañas runas que corrían por la armadura, circulándose entorno a ellas.
Cotas de pesados anillos metálicos brillando a la luz solar. Largas lanzas dispuestas en resplandecientes y mortales columnas, con las afiladas puntas rompiendo los rayos del sol en mil líneas que se despedían a todos lados, formando pequeñas estrellas.
Capas verdes al viento, vestidas por hombres de arrogante semblante. El estandarte flotando, agitando el caballo blanco de Rohan.
La campana cantaba a la luz del día mientras más hombres salían con paso firme de sus casas, acomodando el caso, el grueso y redondo escudo.
Apeando a la yegua, el montaraz troto rápidamente hacia las puertas de Meduseld, eludiendo magníficamente a los caballos que se interponían en su camino
- ¡Harry! ¡Harry! – grito la voz de su padrino, y el mago pronto lo vio descender rápidamente por los largos escalones del castillo – Temía que no fueras a llegar – le dijo, tomando con fuerza las riendas de Fíriel
- ¿Qué ocurre? – pregunto el mago por segunda vez
- La guerra, Ezellahen – se escucho la voz del príncipe elfo, apareciendo detrás del animago, quien pego un brinco. No le había escuchado – Minas Tirith ha encendido las almeras, pidiendo ayuda – termino dramáticamente, clavando sus azules ojos en los verdes de Harry
El silencio se hizo, el mago pensando en lo que estas palabras significaban. El pronto final de la guerra, sea para el bien de los hombres o para su perdición.
- Anda luumello! ¡Cuanto tiempo! – exclamo Aragorn, cortando el mutismo que se había instalado desde las últimas palabras de Legolas, acercándose rápidamente a sus amigos
Harry elevo rápidamente sus avergonzados ojos, buscando a su mentor. El montaraz observo al joven mago con una mirada que decía claramente que después tendrían una larga charla acerca de escapes matutinos.
- Amin hiraetha Lo siento – murmuro al fin el joven mago
- Gostadaur, tithen pen Tranquilízate, pequeño – respondió rápidamente Trancos, acariciando las orejas de Fíriel – "" No estoy enojado, más bien preocupado, pero ya hablaremos de eso
- Le ilteera vorite na nwalya No hay nada de que preocuparse – susurro Harry, avergonzando por la atención que se le brindaba. Aragorn le sonri
- Bueno, supongo que el joven montaraz amerita un regaño – se escucho la gruesa voz del enano Gimli – pero realmente creo que es hora de continuar, es decir, no me gusta montar en esas cosas, pero, que mas se le puede hacer – refunfuño – Vamos Legolas, es hora de ir a matar a algunos orcos
El elfo sonrió a su extraño amigo y después de darle una mirada alentadora a Sirius, se encamino junto con él a los establos.
- Supongo que yo también me debo de retirar – dijo Sirius, mirando nerviosamente a Harry – espero que ese caballo no me tire. Si tuviera una escoba mi vida sería mejor
- Si tuvieras una escoba, el infierno se desataría en la Tierra Media – respondió Ezellahen, una sonrisa de diversión en sus labios
El animago consideró sus próximas palabras, pensando en la amenaza de Aragorn. Padfoot también tenían unos trucos escondidos bajo la manga.
- ¡Vamos, Harry! Te reto a que me digas que no extrañas tu Saeta de Fuego – dijo Sirius, ganándose una mirada de confusión de parte de Trancos
Al mago le extraño la implicación en la pregunta de su padrino: Dime que no extrañas Inglaterra, dime que no extrañas volar por los cielos.
- Será mejor montar en nuestros caballos rápidamente – dijo Aragorn – La llamada a terminado y Théoden sale ya sobre Crinblanca
Harry asintió con la cabeza, agradeciendo la interrupción de su mentor.
Sirius le tiro una mirada asesina a Trancos, quien tan sólo se la regreso, apresurándose a los establos.
- ¡Esta es la hora! – gritó Éomer con voz encendida por el orgullo y el poder belicoso que corría por sus venas en esos momentos cumbres – ¡Jinetes de Rohan, ustedes tomaron juramentos! ¡Ahora, cúmplanlos! ¡Por señor y tierra!
Los eorlingas estrellaron sus lanzas contra los redondos escudos, lanzando un grito de guerra al viento, a las tropas de Mordor que pronto conocerían la ira de los amos de los caballos.
Una larga columna de caballeros atravesó las murallas de la dorada Edoras, una inmensa columna, formada por filas de quintetos.
Théoden rey avanzaba al frente, a su izquierda Aragorn y a su derecha Éomer, sosteniendo el estandarte del rey, junto a Éowyn, su hermana. Atrás de ellos, corrían Legolas con Gimli, Sirius, Harry y Meriadoc cabalgando un pequeño potrillo.
Cual feroces rayos, los jinetes atravesaron los verdes campos de Rohan, cabalgando con presteza al punto de reunión del ejercito del país de los caballos: la montaña de El Sagrario. Fortaleza y refugio situado sobre el Valle Sagrado. Resultaba fácil de defender ya que se llegaba a él por un sendero sinuoso que subía por un risco escarpado; cada nivel era dominado por los superiores.
Firíel daba muestras de cansancio, pero el orgullo de su raza la obligaba a seguir al frente de la columna, sin rezagarse. Harry le murmuraba dulces palabras al oído, prometiéndole un buen manojo de alfalfa al llegar a su destino.
El joven mago estaba preocupado por su padrino, estaba actuando más raro de lo normal. Quizá realmente sea así, debes recordar que nunca haz pasado tanto tiempo con él decía una voz en su cabeza. A Ezellahen le dolió saber que esas palabras eran verdad, y girando el rostro, observo que el caballo de su padrino era hábilmente dirigido por el elfo, pues Sirius aun no aprendía a controlarle. El mago sabía que él aprendería rápidamente, pero se negaba a subirse a uno de ellos a menos que fuera necesario. Podía contar las veces con los dedos de una mano.
Rezagando a Fíriel, Harry se puso al lado del animago, quien elevo el rostro rápidamente al sentir una nueva presencia a su derecha.
- Hey – susurro el joven montaraz – ¿Deseas un poco de ayuda?
Sirius pareció sorprendido por esto y cruzando miradas con su amigo Legolas, murmuro un suave sí.
El animago observó como su ahijado se acomodaba los cinturones que cargaban la espada y la vara, y acomodaba las riendas de Fíriel.
- ¡Listo! – exclamo el mago, haciendo que Legolas le lanzará las bridas del caballo de Sirius
El animago observo con una mezcla de sorpresa y miedo, como Harry saltaba de la silla de Fíriel a la de él, poniéndose justo enfrente. Black hubiese caído por el impulso, de no ser por que el elfo le detuvo.
La valiente y orgullosa yegua relincho contenta al ya no tener un peso sobre su lomo, lo cual le daba la oportunidad de seguir corriendo, al lado de su amo.
- Buena chica – murmuro Harry, sonriéndole a Fíriel
El animago observo como su ahijado trataba a esa potrilla, y estaba más que dispuesto a jurar que unas cuantas chicas se sentirían celosas de un caballo.
- Sujétate de mí – dijo Ezellahen, manejando con habilidad las riendas del oscuro caballo
- Ahora verás lo que se siente ser un costal de carga – murmuro la gruesa voz de Gimli, ganándose una mirada de reprimenda departe del elfo – ¡Es verdad!
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Había sido una larga caminata, pero al fin El Sagrario se extendía ante ellos.
El ejercito de Edoras fue recibido con alegría, el ejercito del rey.
Sobre el Valle Sagrado, el ejercito de Rohan descansaba. Harry observo las blancas tiendas, dispuestas en un orden militar, y a los caballos que pastaban afuera de las tiendas. Un caballo por soldado, no cabía duda que esta era la caballería de los hombres, una excelente combinación entre hombre y bestia, poderosa y rápida. Los orcos de Mordor temblarían cuando escucharan los cascos golpeando con fuerza la tierra a sus pies como el venir de una furiosa tormenta.
Lanzas plantadas sobre la tierra, cotas, cascos y la capa verde de Rohah, portando el escudo del reino. Era algo como Harry jamás había visto.
- ¡Abran paso al rey! – se escuchaba gritar, y los soldados despejaban rápidamente el camino
- Viva usted, señor – saludaban los hombres. Théoden realmente tenía el porte de sus antepasados, orgulloso y poderoso aún en la vejez
- Grimbold ¿Cuántos? – preguntó el rey a un general
- Unos 500 hombres del Folde Oeste, mi señor – respondió, observando con respecto al hombre de rubios cabellos
- Y 300 más de la Frontera de los Pantanos, Théoden rey – gritó uno más
- ¿Y los jinetes del Río Nevado? – preguntó el Señor de la Marca, manejando a Crinblanca
- Ninguno vino, señor
Harry escucho todo esto y podía sentir la desesperación en su mentor. Era Gondor, el reino de sus antepasados, lo que caería si no hacía algo pronto, pero ¿Qué?
El sequito de Théoden cabalgo hasta El Sagrario, la montaña dibujada sobre el azul cielo, dispuesta sobre el Valle Sagrado. Los demás eorlingas se quedaron al pie de la montaña, cuidando el sendero que llevaba hasta la fortaleza natural.
Las tiendas fueron dispuestas con precisión y rapidez. Harry compartiría alojo con Aragorn, mientras que Legolas y Sirius dormirían en otra, al igual que Gimli y Merry.
- Esa montaña me da escalofríos – murmuro el animago, observando un extraño y oscuro sendero. Harry le observo y pudo comprender inmediatamente a que se refería su padrino. El sendero no solo era extraño y oscuro, sino que carecía de vida. Las plantas y árboles a la entrada del sendero estaban secos, muertos; la tierra era árida, incapaz de crear vida, seca
El joven mago entendió por que Fíriel se negaba a acercarse al sendero, prefiriendo estar cerca del precipicio. Los demás caballos parecían concordar con ella, pues se negaban a obedecer a sus amos.
- Los caballos están inquietos y los hombres están callados – se escucho la voz de Legolas. Sirius no pudo evitar sentir un escalofrío ¿era necesario que usará esa voz de ultratumba y que saliera detrás de él como si llevará ahí horas?
- Se ponen nerviosos a la sombra de la montaña – respondió Éomer, observando al elfo y a Sirius
- Ese camino de ahí ¿A dónde lleva? – preguntó Gimli, observando con desconfianza el sendero
- Es el camino al Bosque Negro, la puerta bajo la montaña – respondió Legolas, y Sirius se preguntó cuanto sabía su amigo, no se veía más viejo que él
- Nadie que entra sale jamás – respondió el tercer mariscal – Esa montaña es maligna
Genial ¿ahora me lo dicen? refunfuño el animago, cruzándose de brazos. Pero no existía lugar al que él no se atreviera a meter, su espíritu y orgullo de merodeador se lo impedían, además de que si James se enterará de esto, seguro que cuando muriera no dejaría de recordárselo por la eternidad. Pero como ese no era su camino, se contentaría con decirle a Prongs que había estado feliz y contento a la sombra de la montaña.
Sirius se extraño cuando vio que Harry se acercaba al sendero, y estuvo a punto de acompañarlo, pero se dio cuenta que no iba al sendero, sino con Aragorn, quien parecía hipnotizado por esa entrada. Seguro tenía miedo, pensó el animago con gusto y maldad.
- ¿Aragorn? – llamó Harry, ganándose una mirada confundida de parte de su mentor – ¿Hay algo ahí? – pregunt
El montaraz cayo un momento, observando la entrada al sendero, pero ya no había nada. Hubiese jurado que alguien le observaba desde ella.
- Nada. No es nada
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El fuerte viento soplaba sobre El Sagrario, agitando las tiendas dispuestas sobre la montaña.
Harry observaba desde su cómoda posición las ordenadas tiendas de los caballeros de Rohan, corriendo en líneas rectas a cada dirección.
Sus amigos y padrino ya se habían retirado a dormir, incluso Aragorn descansaba en la tienda que compartía con el mago, lo cual hacía feliz a Ezellahen, pues su mentor se veía bastante cansado, con el peso del mundo sobre sus hombros. Harry sólo podía imaginar la suerte y el dolor que pasaban sus amigos Frodo y Sam, sobretodo el primero, quien cargaba con el destino de todos.
El mago cerró los ojos, sintiendo como el viento golpeaba su rostro, acariciante, feroz. El cielo se encontraba libre de toda nube, completamente despejado y las estrellas titilaban sobre el oscuro manto.
Un suave golpeteó de cascos atrajo prontamente su atención. Alguien subía por el sendero.
El montaraz se puso rápidamente de pie, escudriñando con los verdes ojos la oscuridad.
- ¿Quién vive? – grito fuertemente el guardia, aunque sabía que no había de que preocuparse. Para llegar a las tiendas de Théoden antes tenían que pasar por todo el ejercito de rohirríms
- Amigos. Somos mensajeros. Buscamos a Aragorn hijo de Arathorn
Esa voz...
Harry abrió enormemente los ojos al recordarla, y corrió apresurado a la entrada del sendero.
- ¡Elladan! ¡Elrohir! – grito el mago, distinguiendo tres figuras a caballo. No sabía quien era la tercera, pero estaba seguro que dos de ellas pertenecían a los gemelos
- Anda luumello, Ezellahen! ¡Cuánto tiempo, Harry! – grito uno de los hermanos, acercándose rápidamente al montaraz, saludándolo a la usanza élfica – ¿Tanto tiempo ha pasado, joven amigo, que ya puedo ver que la madurez te esta alcanzando?
- Sabes cómo son los jóvenes, hermano – dijo el otro gemelo – una vez que empiezan a crecer ya nada los para, y pronto le veremos convertido en un hombre
- Si su raza se lo permite – se escucho la profunda voz de Elrond, saliendo de entre las sombras – pues sabemos que el tiempo no pasa para los istari
- Mi señor Elrond – saludo Harry, haciendo una reverencia
- Ezellahen, necesito hablar urgentemente con Aragorn – el mago asintió, pero antes de que pudiera guiarlos a la tienda de su mentor, uno de los guardias lo detuvo
- Lo siento, señor Ezellahen, pero no podemos permitir que pasen
- Pero no vienen a hacer daño. Necesitan hablar con mi maestro
Los guardias se miraron entre ellos, pero una voz les salvo de tomar un decisión que de haber sido la incorrecta, les hubiese costado el puesto
- ¿Qué ocurre aquí? – preguntó Théoden rey
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Harry espero afuera de la tienda del rey Théoden. La visita del señor Elrond significaba más problemas para ellos, no por que el medio-elfo significará problemas, sino por que estaba seguro que le traía malas noticias a Aragorn, pero ¿respecto a qué?
El mago elevo los ojos por décima vez hacia la entrada de la tienda. Aún no veía que estas se movieran. Tal vez debió haberse esperado a su mentor dentro de su tienda, después de todo, todos estaban en ella: Legolas, Gimli, Merry, Elladan y Elrohir, incluso Sirius que parecía odiar tanto a su mentor. Y ya que pensaba en eso, los celos de su padrino estaban llegando a un punto intolerable. Desde el duelo que había tenido con Trancos, Harry no paraba de darse cuenta de las miradas que le tiraba.
Suspiro.
Sirius y Aragorn podrían llegar a ser buenos amigos, si tan sólo su padrino controlará sus celos.
El sonido de tela agitándose atrajo la atención del mago y sus ojos se posaron en la figura de su mentor.
Aragorn se veía diferente, la mirada en su rostro era distinta. Y la espada. Llevaba una espada distinta, con una funda hermosamente bordada.
Los ojos de ambos se cruzaron y Harry sintió el poder irradiando del dúnadan, la majestad de su linaje.
- Mornien utulien, ion nin. La maldad llega, hijo mío – susurró suavemente Aragorn, con Elrond a su derecha
- Gar estel, adar Ten fé, padre – respondió el joven mago, haciendo una reverencia
Elrond medio-elfo miro dulcemente al montaraz, depositando su mano en el hombro de este.
- "nen i-Estel Edain Le doy esperanza al hombre – dijo con una sabia voz
- Ú-chebin Estel anim No guardo ninguna para mí – terminó Aragorn, posando sus ojos en el oscuro cielo
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Sirius estaba preocupado por su ahijado. Deseaba ir a buscarle, pero Harry había dicho claramente que él sería el único que iría a esperar a Aragorn.
Algo estaba mal, lo sentía. Y el llegar de estas personas no hacía más que intensificar ese sentimiento.
¿Quiénes eran? ¿Qué querían? ¿Por qué conocían a Harry?
La puerta fue corrida y por ella entraron Aragorn y Ezellahen, junto a un hombre, no, un elfo. El animago observo al nuevo ocupante de la tienda. Había algo en él que inspiraba respeto, pero se veía cansado, triste, con una gran aflicción carcomiéndole el alma.
- "" Me retiro. Elladan, Elrohir – dijo Elrond a sus hijos – "" Arwen espera en Lothlórien, no puedo dejarla sola en este momento
- "" ¡Arwen! – exclamó Harry, girándose rápidamente al elfo, olvidando el respeto que debía mostrarle – "" ¡¿Qué ocurre con ella?! ¡¿Esta bien?! ¡¿Esta herida?!
Elrond le miro con ojos tristes, entiendo el sufrimiento del mago. Arwen era una madre adoptiva para el joven montaraz.
La verdad golpeo a Harry, recordando una plática que había tenido con Legolas. La maldad de Mordor estaba absorbiendo la vida de la Estrella de la Tarde.
- "" Debo retirarme – dicho esto, Elrond salió de la tienda y pronto el trotar de su caballo se escucho en la silenciosa noche, muriendo segundos después
El silencio se instalo entre ellos. Ni Sirius, Gimli o Merry habían entendido ni una palabra, pero el dolor en el rostro de Harry fue suficientemente elocuente.
- Aragorn – hablo uno de los gemelos – Tu primo te espera – el montaraz elevo rápidamente el rostro – esta esperando, a las afueras del valle
Aragorn miro pensativo a los hermanos, entendiendo lo que sus palabras significaban y comprendiendo su deber. Después sus ojos se posaron en Harry, y tomando una resolución, hablo.
- Bajaré a hablar con ellos – dijo – y Ezellahen vendrá conmigo – termino, clavando sus ojos grises en los de Sirius, cuidando de usar el nombre élfico de Harry
Sirius únicamente pudo cerrar los puños con fuerza, observando como su ahijado se alistaba.
Los gemelos se miraron entre sí, entendiendo el propósito de la acción de Aragorn. Le presentaría ante ellos y sería legalmente parte del grupo y protegido del capitán de los montaraces del norte.
El joven mago sintió la tensión entre su padrino y se mentor; y se pregunto que había pasado entre ambos, algo más que el duelo, algo relacionado con él.
Aragorn salió de la tienda, seguido por los gemelos. Harry se apresuro a la entrada, y antes de salir por ella, giro su rostro a su padrino, regalándole una sonrisa.
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El valle se encontraba oscuro, ni una sola luz se vislumbraba en el solitario territorio. Fíriel observaba molesta a los caballos de los gemelos, pues no eran de Rohan. Extranjeros.
- ¿Aragorn? – se escuchó una voz en la oscuridad
Harry se giro rápidamente y se encontró con todo un grupo de altos hombres, usando largas capas con la capucha sobre el rostro. Inmóviles y silenciosos. Montaraces, pensó el mago.
- ¡Halbarad! – exclamó su mentor, acercándose rápidamente al hombre que estaba frente del sombrío grupo – ¡De todas las alegrías ésta es la más inesperada!
- Ha pasado tanto tiempo, primo – respondió él, con una profunda y gruesa voz
- Ezellahen – llamó Trancos – Son hombres de mi estirpe, venidos del país lejano en que yo vivía, pero a que han venido y cuántos son, Halbarad nos lo dirá – El montaraz observó con curiosidad al mago, algo nuevo ante sus ojos – Primo, te presento a Ezellahen, protegido y pupilo mío y de Gandalf el blanco
- ¡AH! Ya te recuerdo – respondió él – Elladan y Elrohir me han contado maravillas de ti joven amigo
Harry sintió el color subir a sus mejillas. Agradecía que no hubiera luna ni fuego que ayudará a los montaraces a apreciar el tono de ellas.
- Estoy seguro que exageraron un poco, lo gemelos tienden a ser muy bromista
- No lo creo, pero me alegra encontrar otra cualidad en ti. Primo, no cabe duda que haz escogido un buen alumno y modesto, puedo ver que viste con honor las ropas de nuestra estirpe. Pero dime ¿quién es tu padre? ¿le conozco? Pues Elladan no mencionó nada de él
Harry bajo el rostro avergonzado, sin tener una clara respuesta a esta pregunta ¿qué se supone debía de decir?
- Su historia es larga, primo, y ya habrá un mejor momento para contarla, pero ahora respondeme: a que han venido y cuántos son
- Tengo conmigo treinta hombres – dijo Halbarad – Todos los de nuestra sangre que pude reunir con tanta prisa. Hemos cabalgado lo más rápido posible, respondiendo a tu llamado. Iremos a la guerra contigo
- Pero yo no los llamé – dijo Aragorn – salvo en mis deseos; pero eso es lo de menos, alguien a escuchado mis ruegos y los ha hecho venir. Todas estas cosas pueden esperar. Lo que acongoja mi alma en estos momentos es algo más importante, pues el tiempo apremia – los montaraces elevaron prestos el rostro, dispuestos a escuchar la orden de su capitán – He de cruzar el Sendero de los Muertos
¿Qué les pareció? ¿Bueno o malo? :P ESCRIBAN!! Por cierto UU como voy a empezar con el duro trabajo de la escuela, es muy problable Aoi: entiendase 98 seguro que vean sino hasta diciembre U y quizá hasta a mediados de diciembre, es que estaré muy ocupada con examenes finales y proyectos finales CHAO
"You are never given a dream without also being given the power to make it true." Richard Bach
