Capítulo 13
"¡Mira eso! Es un lugar muy bonito, ¿no lo crees?"
"¡Es una playa!"
"Sí, es una playa. Estamos en una isla, se llama Isla de Dominica." – o estaba cerca de ella. Demelza no sabía exactamente cómo se llamaba la isla en la que estaban. Ya lo averiguaría, acababan de llegar. En ese momento estaba explorando el lugar con Jeremy. Ninguno de los dos estaba muy cansado, el viaje había sido tranquilo. Bueno, más allá de sus temores habituales. Al menos no hubo ninguna turbulencia. Directo desde Londres hasta Dominica y desde allí un barco los había acercado a la Isla. Y luego habían llegado al hotel, y entonces… ¡vaya forma de recibirla! - pensó. Pero extrañamente, verlo a Ross y a su pequeño de inmediato sirvió para aplacar la ansiedad por verlo de nuevo, por la forma que lo había tratado el otro día. Ella le había enviado un mensaje, pero él no le había respondido. Supuso que se merecía su frialdad, pues bien, ahora habían roto el hielo de la forma menos pensada.
"Jeremy, mira. Tienes tu propia habitación."
El estudio les había reservado una hermosa cabaña detrás del hotel. Era un lugar paradisíaco, con ese único complejo instalado junto a la playa y que ahora estaba ocupado por todo el equipo de filmación. Tenía entendido que filmarían la mayor parte en la selva, pero utilizarían el hotel para algunas tomas también. Y estaba caluroso, ya se sentía transpirar, aunque estuviera cayendo la tarde.
"¿Para mi solo?" – preguntó Jeremy, no muy seguro. No le gustaba que lo llamara bebé, pero los beneficios de un niño grande tampoco lo entusiasmaban demasiado. Demelza asintió sonriendo, y le dio un sonoro beso en su mejilla.
"Mi hermoso bebé. Mi habitación está solo cruzando el pasillo." – le dijo.
Estaba verificando que las ventanas de la habitación de Jeremy tuvieran seguro, pues eran enormes y tenían salida a una terraza con vista al mar y a las piletas, cuando alguien golpeó la puerta. Rosina abrió, era uno de los productores.
"Demelza, bienvenida. Espero que hayas viajado bien." – dijo, saludándola con un beso en cada mejilla.
"Sí. Viajamos bien, sin ningún inconveniente."
"¿Qué opinas del lugar? Tienes la mejor habitación, o debería decir, la mejor cabaña."
"Oh, es increíble. Es un lugar hermoso, de verdad. Ya quiero salir a explorar. Y la cabaña es perfecta, aunque creo que mi hijo la disfrutará más que yo."
"El hotel tiene servicio de guardería, están acostumbrados a recibir familias enteras, de seguro podrán ayudarte."
"Oh, no creo que sea necesario. Rosina se quedará con el."
"¿La niñera?"
"Bueno, es un poco de todo. Es parte de mi familia, y mi asistente y me ayuda con Jeremy también. No sé qué haría sin ella." – dijo, dirigiendo una mirada a la joven que estaba desempacando las maletas. Rosina se asomó a la puerta a sonreírle.
"Bueno, no te preocupes por ellos. La van a pasar genial aquí. Y cualquier cosa que necesites, o que tú necesites Rosina," – dijo levantando la voz hacia la habitación. – "no tienen más que decirme. Estamos muy contentos de que estés trabajando con nosotros. Y lamento si la filmación no empezó como lo habíamos planeado." – agregó.
"Sé que no fue tu idea. Pero ya estamos aquí, y no veo la hora de ponerme a trabajar." – Le dijo. Ser un productor era básicamente intentar mantener en equilibrio los egos de los artistas involucrados. Y no sólo los actores, así que no le quería causar otro problema.
"Me alegra escuchar eso. ¿Te dijeron lo de la fiesta de comienzo de rodaje de esta noche? Es en el restaurante que está en la playa."
"Sí, lo sabía. Nos vemos más tarde entonces."
"Nos vemos allí."
"¿Qué te parece alguno de estos vestidos para esta noche?" – preguntó Rosina cuando escuchó que estaban solas de vuelta, enseñándole dos vestidos a través de la puerta de su habitación.
La cabeza todavía le dolía un poco. Se había dado un baño y estaba durmiendo junto a Valentine cuando alguien llamó a su puerta. Era el productor de la película que quería darle la bienvenida. Parecía un tipo amable. Tanto como un productor de Hollywood puede serlo, carismático. Le agradeció que estuviera disponible en tan poco tiempo y al verlo a Valentine que dormía en la cama de dos plazas, le aseguró que no había problema en que lo hubiera traído. "Yo odio estar lejos de mis hijos por mucho tiempo también. Te dejo para que descanses un rato más. La fiesta de bienvenida es a las siete en el restaurante de la playa."
Ross no quiso despertar a Val que seguía durmiendo cuando el bajó al restaurante. Fue uno de los primeros en llegar, así que se sentó en la barra y pidió una cerveza a ver si con eso se le pasaba el jet-lag y el susto que se había pegado. Jesús, si cerraba los ojos todavía podía ver a su hijo rodando escaleras abajo. Y no era que él no supiera que hacer, pero agradecía que Demelza justo hubiera llegado en ese momento, agradecía su kit de primeros auxilios y la forma en que había calmado a Val. Le volvería a dar las gracias cuando la viera de nuevo.
Pronto el lugar comenzó a llenarse de gente. Había algunas mesas disponibles, pero la comida era tipo buffet, así que él no se movió de donde estaba, había cosas para picar en la barra también. El primero en acercarse fue el productor, quien le presentó a otros miembros del equipo. Se armó un grupo a su alrededor, todos hablando entusiasmados sobre la película. El director de fotografía incluso le mostró algunas imágenes de lo que quería conseguir en su iPad. Todos eran profesionales de primer nivel, Ross se daba cuenta que había un montón de dinero invertido en esa película. Le dio algo de temor, esperaba no cagarla. Pero todos parecían muy entusiasmados de que se hubiera sumado al proyecto. Todos claro, menos el director que llegó un momento después y lo miró de arriba abajo sin saludarlo y quiso acaparar la atención de lo que hasta entonces había sido una agradable reunión.
Ross maldijo por dentro, iba a tener que ser él quien diera el brazo a torcer, de otra forma ese tipo le haría la vida imposible durante el siguiente mes.
"Malcolm, ¿Puedo hablar contigo? Solo será un momento." – le dijo.
El hombre lo miró de reojo, pero no podía negarse frente a parte de su equipo.
"Vuelvo en un minuto." – les dijo a los demás y lo siguió unos pasos, hasta donde nadie podía oírlos.
"¿Qué es lo que quieres?" – Ross suspiró. Pues querría darle una trompada en la nariz, pero eso no iba a ser posible.
"Quiero que aclaremos las cosas, Malcolm. Creo que empezamos con el pie izquierdo. No se que tienes en contra mío, pero yo no tengo nada en contra tuyo." – dijo, muy diplomático y poniendo en práctica sus dotes actorales.
Malcolm McNeil bufó entre dientes, aunque estaba algo sorprendido.
"No tengo nada personal en contra tuyo, Poldark. No eres tan importante. Y tal vez ese es el problema, no creo que seas el adecuado para el papel."
Al menos algo de honestidad.
"Hiciste una prueba para comprobarlo. ¿Cómo salió?"
Malcolm volvió a sonreír. Una sonrisa falsa y socarrona. "La única razón por la que estás aquí es porque eres barato. El más barato de todos, no lo confundas con talento."
"Cómo sea, estoy aquí. Y quiero hacer bien mi trabajo…" – McNeil resoplo. – "Y escuché que tú eres un buen director." – agregó queriendo cruzar los dedos. Quizás el halago lograra ablandarlo un poco. – "Y esperaba que pudiéramos trabajar juntos."
Malcolm se lo quedó mirando por un momento luego de que terminara de hablar. Ross temió de que pudiera ver a través de su fachada, pero respiró con alivio cuando el hombre mordió el anzuelo.
"Entiendo, Poldark. Esta es una gran oportunidad para ti. Generalmente no trabajas con este nivel de profesionales o en proyectos de esta escala. No quieres arruinarlo, pero yo demando nada menos que excelencia en mis actores. Trata de estar a la altura, y quizás podamos entendernos."
Ross solo asintió y dijo: "Por supuesto." Entonces escuchó una voz chillona que dijo su nombre.
"¿Adonde está él?"
Ross se dio vuelta para ver a una mujer rubia y voluptuosa con carnosos labios pintados acercarse a ellos.
"¡Ross, querido!" – exclamó al verlo y rodeó sus hombros y besó sus dos mejillas, uno de los besos aterrizando peligrosamente cerca de la comisura de sus labios. – "Soy Jennifer, pero tú puedes llamarme Jenny, cariño. ¿Rhys? ¿Rhys, adonde estás? Oh, aquí estás, gracias."
Rhys Ifans le entregó una copa de champaña a Jenny, y luego estiró su mano para saludarlo.
"Mucho gusto." – "El gusto es mío." – dijo él.
"Nos vamos a divertir muchísimo. Tú y yo especialmente." – afirmó la mujer guiñándole un ojo, y durante los siguientes minutos se quedó conversando junto a él, tocando su brazo de tanto en tanto. Ross recordaba haberla visto en alguna película para adolescentes de finales de los noventa en el rol de madre sexy. Y ella no le quitaba la mirada de encima, frunciendo los labios de forma sugerente y aleteando sus pestañas. Ross no era nada tímido, pero se sintió sonrojar un poco.
Rhys interpretaría al villano de la película y Jenny a una huésped del resort. Otros miembros del cast llegaron también, todos parecían muy amigables. Unos minutos después todos se volvieron para mirar hacia la puerta cuando empezaron los aplausos. Demelza había llegado.
Ross la vio sobresalir por sobre las cabezas de la gente, llevaba un vestido amarillo floreado, atado con una delgada tira al cuello, muy tropical. El pelo suelto, un maquillaje discreto que no ocultaba el rubor en sus mejillas. El grupo que estaba hablando con él se acercó a verla y a aplaudirla también, él se quedó un poco atrás, observando todo algo distante. Malcolm se acercó a ella para recibirla, la tomó de la mano. Vio como ella hizo una mueca y se soltó disimuladamente.
"¡Aquí está! Nuestra bella protagonista." – anunció Malcolm, aplaudiendo también. – "Ahora que estamos todos, me gustaría decir unas palabras. Quiero darles la bienvenida a la Isla de Dominica, a la filmación de ¡Escape a la Isla Marfil!" – todos comenzaron a vitorear, él aplaudió también. – "Nos vamos a divertir mucho aquí. Y espero que todos den lo mejor de sí. Tenemos un gran equipo, liderado por la talentosísima Demelza Carne… ven aquí, otro aplauso para Demelza, se lo merece." – Demelza se volvió a acercar a Malcolm, lo había dejado solo en medio del círculo mientras hablaba. Ross no pudo evitar sonreír y aplaudió también. Tampoco pudo evitar recordar a aquella joven que él había conocido, que ahora se había convertido en toda una estrella. Se sentía algo orgulloso de ella. – "Y por supuesto el resto del equipo. La hermosa Jenny, ¡wow, mírenla! Rhys, Jinny…" – uno a uno todos los actores de reparto se fueron acercando también. Estaba seguro que no lo iba a mencionar a él, pero cuando habían pasado todos, agregó: "Y por supuesto, como sabrán, Henry Cavill no pudo venir por problemas de agenda, le deseamos lo mejor. Así que ahora tenemos un nuevo protagonista. Ross Poldark, démosle la bienvenida." – Entonces Ross se acercó a sus compañeros también. Alguien tomó algunas fotos. – "No beban demasiado que mañana hay que empezar a grabar." – concluyó el director.
Cuando el grupo se dispersó, él volvió a su lugar en la barra. Demelza hablaba, saludaba y abrazaba a cada uno de los miembros del equipo. Jenny se acercó a él de nuevo, le ofreció una copa de champaña. Era divertida. Le contó, sin que él le preguntara mucho, acerca de los proyectos en los que había trabajado últimamente. Siempre mirándolo con sensualidad, cosa que rápidamente comprendió era algo natural en ella, y acariciando su brazo.
"¡Demelza, cariño!" – Ross se dio vuelta, Demelza se había acercado a ellos. Jenny le dio un beso en cada mejilla con un sonoro 'mua' de cada lado.
"Que alegría volver a verte, Jenny. No puedo creer que finalmente estemos aquí."
"Voy a pasar el mayor tiempo posible en esa playa de allí, bronceándome y bebiendo mojitos." – dijo la mujer.
"Hola, Ross."
"Hola." – dijo él, levantando la copa de champaña en su dirección.
"¿Cómo está Valentine?"
"Los dejo a ustedes dos pajaritos para que se pongan al día. ¡Rhys! ¿Adonde está Rhys?" – Jenny se alejó de ellos moviendo las caderas. Cuando se fue los dos se miraron y se pusieron a reír.
"Veo que ya conociste a Jennifer. Interpretará a Candence, ya sabes. La huésped del resort que te persigue. Es una actriz de método."
"Ya había deducido eso. Quieres… ¿Quieres algo de tomar?"
"Mmm… claro. Champaña estará bien."
Ross llamó al bar tender que le acercó una copa para Demelza. Cuando volvió ella se había sentado en la banqueta junto a la suya.
"Aquí tienes."
"Gracias." – Demelza bebió un sorbo. "Entonces… ¿Valentine?"
"Oh… durmiendo. Cayó rendido apenas subimos." – Ross encendió el celular, buscó algo y le mostró la pantalla.
Demelza vio una imagen, una cama, a un niño durmiendo en ella.
"Wow. Cuanta tecnología."
"No es más que un monitor de bebés algo más sofisticado. Tiene detector de movimientos y de sonido. Me llega una notificación si se despierta." – le comentó. Era muy raro que dejara a Valentine solo, pero siendo un padre soltero a veces tenía que salir a hacer algún recado mientras su hijo dormía y no quería despertarlo, pero tampoco podía irse tranquilo aunque fuera solo por unos minutos, ni aunque estuviera en el patio trasero arreglando el jardín.
Demelza le sonrió. Daba vueltas la copa sobre la barra con sus dedos.
"¿No le dolía la rodilla?"
"Noup. Tuvo una excelente enfermera… Te quería dar la gracias por ayudarnos."
"Ya lo hiciste."
"De nuevo, entonces. Se pone inquieto cuando está cansado."
"Cómo todo niño."
"Supongo que sí… ¿Qué?" – preguntó, porque Demelza lo miraba con los labios ligeramente curvados, parecía que intentaba evitar reírse.
"Nada. Solo que… ¡mírate! ¡Eres un padre, Ross!"
"¡Y tú una super estrella!" – retruco él. Demelza hizo un pequeño movimiento con su mano, desestimándolo. – "¡Lo eres!"
Hubo un breve silencio. Los dos se miraron de reojo, ambos sentados en las banquetas altas de la barra. Por un momento, tal vez a raíz del accidente del Valentine, ambos habían bajado la guardia. Demelza no pensó en él como lo había estado haciendo en los últimos días. Como aquel hombre que la había desilusionado. Lo había visto con su hijo, una faceta que desconocía completamente. Y él había visto en ella, pues, lo que la mayoría de la gente veía. La actriz, no, la estrella. Sólo una marioneta bajo el foco.
"Ha pasado mucho tiempo." – dijo ella, en un tono mucho menos impetuoso. ¿Acaso la había ofendido de alguna manera? – "¿Cómo has estado, Ross?"
Demelza giró un poco su cuerpo para observarlo. No es que no hubiera tenido oportunidad de hacerlo mientras filmaban la primera escena, pero no lo había hecho en realidad. Entonces trataba de pensar en Joe como Mary, y no en Ross como Demelza. Estaba intentando evitar eso. En realidad, no sabía a qué le temía. ¿Al dolor de aquella vieja herida? Ya no existía, no por aquello. Eso era como una vieja capa de pintura en la pared de una casa sobre la que se ha pintado varias veces más encima y ya no se ve.
"He estado… bien." – respondió Ross. – "Bueno, en general. Ha sido algo… complicado. Pero estoy bien." – agregó algo vacilante. Demelza lo miraba con la cabeza apoyada en la palma de su mano, el codo en la barra.
"¿Qué ha sido complicado?" – no pudo evitar preguntar. Ross apartó la mirada de ella por un instante para dar un sorbo a su copa de champaña. Ya estaba caliente. Estaba evitando beber, tenía que trabajar al día siguiente y, si bien se había bebido una botella de cerveza, eso sería todo. Sólo mantenía la copa consigo para evitar que le sirvieran más.
"Todo… la vida." – dijo. La vio levantar una ceja. El asunto con Demelza, era que siempre habían sido buenos amigos. Al menos mientras filmaban y se veían obligados a pasar tiempo juntos. Él no era de socializar mucho con los equipos con los que trabajaba, pero sus personajes fueron tan cercanos, tenían tantas escenas juntos y como interpretaban un matrimonio, Ross se había abierto con ella desde el principio. Y ahora, no es que anduviera contándole a todo el mundo los pesares de su vida, pero tenía la urgencia de contárselo todo a ella. Aunque esa mujer sentada a su lado hubiera dejado de ser su amiga hacía años. – "El trabajo, Valentine, mi madre, el divorcio… ¿de verdad han pasado ocho años ya?"
"Parece una vida entera. ¿Cómo está tu mamá?"
"Ella tiene sus momentos. Está bien, está bien cuidada."
"¿Sigue viviendo en Cornwall?"
"No. En un hogar en las afueras de Londres. Así puedo ir a verla seguido. Le diagnosticaron Alzheimer hace unos años."
"Ohhh…" – instintivamente, Demelza apoyó su mano sobre la suya. – "Lo siento mucho." – dijo. Ross detuvo su mirada en la mano blanca sobre la suya, ella la retiró al momento.
"Tiene sus días. Últimamente está mejor, los medicamentos están haciendo efecto." – dijo con una sonrisa triste.
"¡Aquí están! Los voy a interrumpir un momento, tengo que madrugar mañana y ya me tengo que ir." – era el productor de la película que llamó la atención de todos. Demelza y Ross se pusieron de pie junto a él, era su turno de dar un discurso de bienvenida en nombre de la compañía productora. Mirando sobre su hombro, Ross notó la mano del hombre en la espalda de Demelza. Cuando se volvió hacia los demás tenía una expresión adusta en su rostro. Hubo otro agradecimiento a Demelza y a él por estar él proyecto, una promesa de trabajo duro, un brindis con las copas en alto y otro aplauso generalizado. Luego estuvieron un rato hablando con los miembros del equipo que se acercaron a saludarlos. Le daba la impresión de que Jenny estaba algo ebria ya, o quizás esa era su personalidad. Ross intentó permanecer cerca de Demelza. Era lo más que habían hablado desde que se habían vuelto a encontrar y no quería que terminara la noche sin decirle que… que estaba agradecido de trabajar en esa película. Que ansiaba volver a trabajar con ella. Y que lo sentía.
Pero era difícil. Demelza era como un magneto y todos estaban atraídos a ella. Por suerte un joven con una cámara en mano que se presentó como Jim, el fotógrafo de la película, les pidió que se sacaran unas fotografías juntos. Los dos dejaron sus copas a medio beber sobre la barra y siguieron al chico que los guio afuera para fotografiarlos bajo unas palmeras. Demelza se sacó los zapatos para pisar la arena. Solos otra vez, se miraron con algo de timidez.
"Si pudieran acercarse un poco. Tal vez Ross, tu mano en su cintura." – dijo el chico, que ya los cegaba con su flashes.
Ross apenas apoyó su mano sobre la tela de su vestido. Demelza lo miró debajo de sus pestañas, le sonrió ligeramente a él y luego se giró hacia la cámara con una gran sonrisa. Él hizo lo mismo, riéndose de en serio cuando ella apoyó su codo sobre su hombro.
"¡Genial! Muchas gracias. Los estaré molestando todos los días en el set." – dijo el chico y volvió hacia el restaurante, dejándolos solos en la penumbra. Ahora que los flashes habían terminado estaba oscuro bajo los árboles que bloqueaban la claridad de la noche estrellada.
Demelza levantó sus zapatos de donde los había dejado, se acercó en puntas de pie hasta un camino de maderas algo elevado de la arena y se sentó allí a calzarse. Ross se acercó a ella de nuevo.
"Debes estar acostumbrada a eso." – dijo. Demelza levantó la vista hacia él. – "A los flashes."
Demelza volvió su atención a las finas tiras de sus sandalias. – "Nunca te acostumbras." – dijo sin mirarlo y Ross se maldijo por dentro.
"No. Supongo que no. Lo que quiero decir es que… debes estar más acostumbrada que yo al menos."
Demelza terminó de colocarse las sandalias, pero no se movió de donde estaba. Enderezó su espalda, llevó sus manos sobre su regazo y levantó la vista de nuevo hacia Ross, de pie un par de metros frente a ella, con las mangas de la camisa enrolladas a la altura de sus codos y las manos en los bolsillos de su pantalón gris.
"Tú has hecho esto también. Hubo un tiempo en que los flashes iban dirigidos a ti y no a mi."
"Iban dirigidos a ambos." – Respondió él con una sonrisa nostálgica.
"No creo que haya sido así. Escucha Ross, he querido decirte… yo…" – Demelza pareció luchar por encontrar las palabras. Sabía lo que quería decir, y sin embargo no quería ser ella quien lo dijera primero. Su orgullo se lo impedía. De repente ahí, sola con Ross era la oportunidad perfecta para aclarar las cosas. Pero ella aún no estaba segura de que hubiera algo que resolver entre ellos.
"Es extraño, ¿no es así?" – dijo él, acercándose un paso. – "Nosotros, trabajando juntos de nuevo."
"S-si. Y no al mismo tiempo. Yo… si, ha sido extraño y no me he comportado como acostumbro. Siento que no te he dado la bienvenida como se debe…"
Ross sonrió ante esto último. Quizás sí Demelza seguía siendo el corazón del equipo, a pesar de toda la fama.
"Debe haberte sorprendido que me eligieran. Había mejores candidatos." – Ella no dijo nada. – "Entiendo porque es difícil, luego de lo que pasó entre nosotros…"
Ahí estaba. Al final fue él quien lo mencionó. Ross casi que podía sentir el pinchazo de sus ojos verdes clavados en él. Desde dentro del restaurante se escuchaba música y el murmullo de muchas voces, pero ahí afuera no había nadie más que ellos dos.
"Ya pasó mucho tiempo." – dijo Demelza, no muy segura de si se lo decía a él o a ella misma una vez más.
"¿El suficiente para que me perdones?"
"¿Había algo que perdonar?" – lo dijo tan bajo que solo pareció un susurro.
"Lo había. Demelza… yo… fui un idiota ese día. Esos días. No quise lastimarte y estoy seguro de que lo hice. Tu eras mi amiga, y yo era joven y algo estúpido. No quería que las cosas terminaran así entre nosotros."
"¿Dices eso porque ahora estamos obligados a trabajar juntos?"
"No. Bueno, no se si hubiera tenido la oportunidad de decirlo si no estuviéramos en esta película. Pero es la verdad."
Demelza asintió muy despacio, analizando sus palabras. Ross dio otro paso más, se sentó en el borde del camino también, un poco alejado de ella.
"Lamento que no haya funcionado con Elizabeth." – fue lo que le salió decir un momento después.
"Yo lo lamento también. Por Valentine más que nada. Oh, Demelza, discúlpame... No he… lamento mucho lo de tu esposo. Que insensible de mi parte, no haberte dicho nada en todos estos días."
"Esta bien. Gracias. De hecho, no te preocupes. Todo el mundo lo primero que hacen cuando me ven es mencionar a Hugh…"
"Debe haber sido terrible para ti…" – comenzó él, pero Demelza giró su cabeza y lo miró de cierta forma y el entendió de inmediato que no quería hablar de eso, así que cambio de tema. – "Pero tienes a tu hijo. ¿Jeremy?"
"Sí, Jeremy." – su rostro pareció iluminarse al mencionar su nombre.
"¿Cuántos años tiene?"
"Dos años y ochos meses."
Ross intentó hacer el cálculo en su cabeza, pero en realidad no recordaba exactamente cuándo había sido el accidente que mató a su marido.
"Estaba embarazada cuando Hugh murió." – aclaró ella, como si pudiera ver lo que estaba pensando.
"Mierda, Demelza. Lo…"
"Lo sientes, lo sé. Todo el mundo lo hace."
"Parece un niño muy listo."
"Lo es."
"Habla muy bien para su edad. Mucho mejor que Val cuando tenía tres."
"¿Aun duerme?" – Ross sacó su teléfono del bolsillo y lo desbloqueo. Buscó la aplicación y le mostró la pantalla de nuevo a Demelza.
"Te lo dije, al más mínimo movimiento me avisa. Quédate tranquila."
"¿Acaso existe la tranquilidad cuando eres padre?"
"No, supongo que no." – Ross dijo riendo. – "Menos cuando estás solo." – agregó.
"Tienes razón en eso. Pero tu tienes a Elizabeth…" – esto último, se le escapó.
"Valentine tiene a su madre, es cierto."
"Lo siento, no quise… en fin. Lo que quería decirte es que voy a poner toda mi energía en esto. En esta película y en ser tu compañera de nuevo."
Ross movió sus labios en una sonrisa, esas que activaban casa músculo de su rostro y dejaban ver las arruguitas alrededor de sus ojos. Había muchas más ahora de lo que ella recordaba.
"Creo que yo llevo el título de compañero ahora. Lo que es genial, en realidad. No tener la responsabilidad…" – Bromeó.
"Judas."
"Si te soy honesto, no es el tipo de proyecto que imaginé que harías."
"Si te soy honesta, yo tampoco. Caroline encontró el libreto. Sony lo tenía encajonado. Pero están muy entusiasmados ahora, el presupuesto está por los cielos. Caroline cree que debo variar los proyectos en los que trabajo, y tiene razón. Y pensé que podía ser divertido. Hay un buen director, y un excelente elenco."
"Lastima que Henry Cavill canceló."
"Creo que estaremos bien sin él. Ya trabajaremos juntos más adelante." – dijo.
"Yo también daré lo mejor de mi. Aunque estaré un poco fuera de mi elemento."
"Estarás bien." – dijo ella de inmediato. – "Tú papel tiene de todo. Héroe romántico, de acción, algo misterioso y engreído, reservado… nada que no hayas hecho antes. Ahora solo debes juntarlos."
"Si lo pones de esa manera… aún quiero que repasemos el libreto. Ya lo leí por supuesto, pero nuestras escenas."
"Sí, claro. Mañana podemos hacerlo, no se a que hora comenzamos."
"Tú tienes la primera escena."
"Oh. Podemos trabajar en la sala de maquillaje entonces. Creo, creo que ya debo irme a dormir. Mañana será un día agitado y ya es tarde."
"Te acompaño."
"Iré a despedirme adentro un momento. ¿Vienes?"
"Te espero aquí."
Demelza le dirigió una mirada perspicaz. Cuando se levantó, apoyándose contra las maderas del camino, se dio cuenta que las manos le sudaban. Las tuvo que sacudir para quitarse la arena que se le había pegado. Su corazón latía algo más rápido que lo habitual, pero en fondo se sentía aliviada. Había sido una tontería como había actuado desde que se enteró de que Ross estaba interesado en el papel. Haber dejado que afloraran esos sentimientos que hacía tanto tiempo estaban enterrados. El pasado es el pasado, se dijo mientras se alejaba de él hacia la entrada del restaurante. De ahora en más se enfocaría en lo que importaba, en su trabajo, para lo que estaba allí. Y hasta se podía considerar afortunada de volver a trabajar con un viejo compañero. Sí, podía hacerlo.
Demelza se demoró unos minutos en regresar. Algunas personas incluso comenzaron a volver a sus habitaciones, saludándolo cuando pasaban junto a él. Se sentía como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros. Un peso que no sabía que tenía, o más bien, no le había dicho a nadie que sentía. Si podían ser compañeros de nuevo, entonces su trabajo sería mucho más sencillo y de seguro mejor. Porque Ross era muy consciente de que su mejor trabajo había sido 'Detrás de la Colina', nunca había podido igualar la calidad de su actuación allí. Y, si bien podía echar la culpa a mediocres libretos o malas elecciones, sabía que Demelza sacaba algo en él que no había salido en ningún otro proyecto. Salió despidiéndose con la mano de los que quedaban dentro, incluso un flash brilló a través de la puerta. Lo miró sonriente cuando lo encontró afuera esperándola.
"¿Lista?"
"Sí."
Lentamente comenzaron a alejarse del restaurante rumbo al hotel siguiendo el camino de madera que bordeaba la playa. Una enorme luna casi llena se reflejaba en el agua a lo lejos, las estrellas parecían estar más cerca de lo que jamás las había visto.
"Wow." – no pudo evitar susurrar.
"¿No tienes noches como esta en Inglaterra?"
"No en Londres, definitivamente. ¿Y en Los Angeles?"
"Tampoco. No con la polución que hay en aire. Es hermosa."
"No puedo esperar para mostrarle a Valentine."
"¿Aun duerme?" – preguntó mientras retomaban el camino.
"Mientras te esperaba se dio vuelta en la cama y la app me avisó, no te preocupes."
Demelza volvió a mirar al frente. Estaba tranquila, solo que su instinto de madre la hacía preocuparse por un niño durmiendo solo. "El lugar fue otra de las razones por las que acepte trabajar en esta película. Dicen que es un lugar hermoso, y que filmaremos en locaciones paradisíacas." – dijo, para cambiar de tema.
"Es un plus, sí. La razón por la que yo acepté es porque necesito el dinero." – dijo él con sinceridad.
"Oh. Así que aceptaste a pesar de mí." – Ella dijo en tono acusatorio.
Ross rio. "No. Eso no fue lo que dije. En realidad no pensé que iba a conseguir el papel. Pensé que tú te opondrías."
"No importa lo que yo diga, te eligieron por una buena razón."
"Así que… ¿te opusiste?" – esta vez fue ella la que rio entre dientes.
"Harry Styles era muy costoso."
"Ah, ya. Era fan de nuestra serie ¿lo sabías?"
"Me lo dijo, sí."
Continuaron caminando en silencio y lentamente durante un momento más hasta que el brillo de la piscina iluminada apareció junto a ellos. Ross continuó hacia el hotel, pero Demelza giró en dirección de la pileta.
"No me hospedo en el hotel. Tengo una cabaña…" – aclaró señalando con un dedo en dirección hacia sus habitaciones.
"Oh."
"Está bien, puedo seguir sola."
"No, no. Vamos." – dijo, volviendo sobre sus pasos para seguirla, comenzando a bordear la pileta. No sabía que había otras habitaciones fuera del edificio principal del hotel. Su habitación no estaba nada mal, pero de seguro que a Demelza le habrían dado el mejor lugar.
"Val quería zambullirse apenas llegamos."
"Jeremy también, aunque luego le da miedo que sea profundo." – comentó, pensando en la piscina de su propia casa y en como su hijo siempre quería meterse para luego querer salir a los dos minutos.
"Hay otra para niños, creo."
"Él quiere la de grandes."
"Me imagino… De verdad me alegra que trabajemos juntos de nuevo, Demelza." – dijo después de un momento. No habían avanzado mucho, se habían quedado contemplando la piscina.
"¿No crees que será extraño?"
Sus largas pestañas ocultaban su mirada parcialmente, pero lo observaba atenta. Sus manos en los bolsillos, sus pies inquietos, el perfume que llevaba y podía oler aún sobre el olor a cloro de la piscina.
"No necesariamente. Siempre hemos sido buenos en esto… trabajar juntos, quiero decir."
Sí. Eran buenos en eso.
"No me dijiste… si me perdonabas."
Demelza levantó la vista y la clavó en él de repente.
"¡Demelza! Ahí estás, querida. Quería ponerte al tanto de la agenda de mañana…" – Ross dio un paso atrás, no se había percatado de lo cerca que estaban. Fue Malcolm quien los interrumpió, acercándose a ellos de prisa y apoyando una de sus manos sobre su brazo cuando estuvo junto a ella. – "Creo que mi asistente te envió un e-mail, Ross."
"Lo hizo. Ya lo leí."
"Bien. Comenzaremos temprano. ¿Porqué no vas a descansar? No te preocupes por Demelza, yo la acompaño hasta su habitación."
Demelza vio su mandíbula tensarse. Un gesto de fastidio, imperceptible para quien no lo conocía. Y le causó algo de gracia. Definitivamente ninguno le caía bien al otro, y ambos disimulaban muy mal.
"Ve a descansar, Ross. Nos vemos mañana." – dijo ella con una última sonrisa.
Ross no se movió de donde estaba. Vio como Demelza y Malcolm se alejaban y no les quitó la mirada de encima. No sabía decir porqué, pero la forma en que ese tipo la trataba le daba mala espina. Y al diablo con que hubieran hecho las pases un rato antes. Quería estar seguro de que Demelza llegara a salvo a su cabaña, aunque solo estuviera a unos pocos metros. Los iba a seguir luego de que doblaran por el camino para no perderlos de vista. Pero antes de perderse en la noche, se detuvieron. Demelza le dijo algo, besó sus dos mejillas rápidamente, se dio media vuelta y continuó caminando sola. Solo entonces él se volvió hacia el hotel también con un pequeña sonrisa en su rostro, dándose prisa antes de que Malcolm volviera sobre sus pasos y se volvieran a cruzar otra vez.
