28 de marzo, 768D.D.: Es una tarde fresca y tranquila. Allí, en el cementerio de la ciudad, se celebra un funeral. Sólo hay pocas personas: El sacerdote, el Sr. Andersen, Karen, quien tiene en brazos a una pequeña recién nacida, una pareja, quienes son amigos de los Andersen, y la hija de ambos, de1 año de edad. ¿De quién es el funeral? De una bella joven, una valiente emperatriz, quien viajó desde las profundidades del espacio sólo para salvar a su hija. Ella murió el día anterior, debido a un paro cardíaco causado por el agotamiento, no sólo por el parto, sino también por la pérdida de sangre a través de sus heridas.
Ya culminado el acto, el hombre se acerca a Karen, quien está muy deprimida, y la abraza. – Siento mucho lo de esa pobre mujer.
– Gracias Joey... Dios, ella era tan joven, tendría unos 23 o 24 años, no lo sé exactamente. Luchó tanto por salvar a su hija – mientras dice esto, Karen abraza fuertemente a la recién nacida.
– Y ahora, ¿Qué piensas hacer?
– Voy a cumplir su última voluntad. Cuidaré mucho a esta pequeña, como si fuese mi propia hija. Andraia crecerá tan fuerte y vigorosa, tan bella e inteligente, que será el orgullo de su propia madre.
– ¿Andraia? Qué nombre tan extraño.
– Tal vez, pero ese fue el nombre que escogió su madre antes de morir. Aunque llevará mi apellido.
– Umm... Andraia Andersen... no suena tan mal. – Steve observa a su familia, en especial a su hija – ¿Sabes? Al menos mi Reggie tendrá una amiga con quien jugar. ¿No lo crees?
– Si... es cierto.
Después de intercambiarse algunas palabras, Steve se despide de Karen, marchándose con su familia a su hogar, mientras que los Andersen regresan al suyo. Han pasado 6 años.
Agotada de tanto trabajar, Karen llega a su hogar, un pequeño apartamento en el centro de la ciudad. Allí es recibida por su padre.
– Hola hija. ¿Cómo te fue?
– Uff, me fue bien, aunque fue un día muy agotador. ¿Y Andie?
– Está jugando en su habitación.
– Bien. Iré a verla. – Ella se dirige a una pequeña habitación con paredes de color rosa, cortinas blancas, llena de juguetes y peluches. Allí, sobre una alfombra rosa, está sentada una niña jugando con sus muñecas. Es una hermosa criatura, con piel pálida, grandes ojos celestes y largo y liso cabello castaño. Levanta su cabecita y observa fijamente la tierna mirada de Karen.
– ¡Hola mamá!
– Hola pequeña. ¿Cómo te ha ido?
– Muy bien – Acto seguido, Andie corre a abrazar a su "madre" – Pero te extrañé mucho
– Yo también cariño – Karen devuelve el abrazo, luego se le ocurre una idea: – Umm... ¿Qué te parece si salimos a comer helados?
– ¿Helados? ¡SI! – La pequeña salta de alegría – Mami: ¿Reggie puede venir? Por favor...
– Claro. No veo por qué no. Hablaré con Juliane, luego iremos por ella y después a la heladería. ¿De acuerdo?
– ¡De acuerdo!
Karen y las niñas están disfrutando unos deliciosos helados en una popular heladería. La ciudad luce tan pacífica, a pesar de que, hace sólo un año, la misma fue atacada por un sujeto de color rosa, llamado Majin Boo. Andie observa por todas partes: Ve niños acompañados de sus padres, por lo que pregunta a su madre: – ¿Dónde está papá? – La joven está en shock, no sabe qué decir. Ella no conoce la identidad de su padre, y su verdadera madre había muerto el día en que nació la pequeña: – Uh... Es una larga historia, luego te la explico. Ahora, tú y Reggie vayan a jugar. Las esperaré aquí.
– Está bien.
Ambas niñas corren alrededor de la heladería. La pequeña princesa lleva en una de sus manos una gran barquilla de fresa. Está muy feliz, jugando a las escondidas con su gran amiga, cuando de repente choca contra algo y se cae su helado. Mira hacia arriba: Ese algo es un hombre de mediana estatura, piel semiclara, cabellos de color marrón oscuro y muy erizado, tiene amplia frente, sus ojos son oscuros con una mirada muy sombría y penetrante. La niña lo mira fijamente, luego empieza a llorar. Tras el hombre se acerca una mujer más o menos de su misma estatura, con piel pálida, ojos azul claro y cabello corto turquesa.
– ¡Vegeta! ¿Qué le has hecho a esa pobre niña?
– ¿Yo? Oh por favor. Ella chocó con migo, y me llenó los pantalones de helado de fresa. Apenas me vio y empezó a llorar.
– Con esa cara que tienes... – La mujer hace esa expresión con un tono sarcástico, luego se agacha y trata de calmar a la pequeña – ¿Qué te pasa, pequeña?
– ¡BUAAAAAAAA! ¡Mi helado!
– No llores. Ten. Toma el mío – Una voz infantil se oye frente a ella. Levanta su cabeza y ve a un niño pequeño, con piel clara, ojos azules y cabello lavanda. En una de sus manos tiene una barquilla de chocolate que acababa de comprar – No es de fresa, pero espero que te guste.
Andie sonríe – Gracias – Toma el helado, se despide de ese niño tan amable y busca a su amiga Reggie. Posteriormente, las pequeñas regresan con Karen.
– Bueno niñas, es hora de volver a casa.
–... Entonces Hansel y Gretel regresaron a casa junto a su padre, y vivieron felices para siempre. Fin
– Mamá: ¿Crees que algún día volverá papá?
– Bu... bueno, esto es... algo muy difícil de responder. Pero, si no pierdes las esperanzas, quizás algún día conozcas a papá.
– Supongo... Buenas noches mami – Andie se levanta de su cama y besa la mejilla de su madre
– Buenas noches hijita – Karen se marcha un poco preocupada: ¿Cómo podría explicarle a una criatura de sólo 6 años de edad, que ella es adoptada? ¿Cómo podría decirle que su mamá falleció, y que tal vez jamás conocería a su papá? Estas preguntas rondan en su mente, mientras observa a esa pequeña tan inocente, durmiendo... y soñando...
SUEÑO
Es un hermoso bosque, lleno de aves y animales, y en medio de él está la pequeña princesa, vestida como Gretel. Tras ella se acerca un niño vestido como Hansel, el mismo niño que horas antes le obsequió una barquilla. Se toman de las manos, y caminan alegremente entre los árboles.
– Regresaremos a casa con papá Gretel. Démonos prisa
– Sí. Vayamos – Ella está feliz, porque al fin conocería a su papá.
Los niños siguen caminando por el bosque, cuando de repente todo el paisaje se distorsiona, y se vuelve nada: Oscuridad total. Luego Hansel desaparece, al igual que el vestido de Gretel, el cual es sustituido por un largo vestido blanco, con largas y amplias mangas; sobre él una especie de sotana de color rosa, tan larga como el vestido, que cubre parcialmente el pecho y la espalda; usa guantes blancos y sobre su frente usa una tiara dorada.
Súbitamente, Andie se encuentra en medio de una ciudad extraña y futurística, y allí, frente a ella, se encuentra un hombre alto, de unos 32 años de edad, con piel semiclara, ojos grises, cabello castaño claro y muy atractivo. Viste de forma parecida a ella, a diferencia de que su traje es negro, usa pantalones, largas botas hasta la rodilla, la "sotana" es de color azul marino, sus guantes son negros, con placas metálicas azules, y usa una especie de "anillo" dorado que bordea su cabeza, a modo de corona. El joven se agacha, extiende sus brazos hacia la pequeña, ella sonríe y corre hacia él...
FIN DEL SUEÑO
Andie despierta, un poco confundida: – ¿Será papá?
Ya es fin de semana. Andie y su madre saldrán de viaje.
– ¿El abuelo no irá?
– No. Tiene que quedarse a arreglar algunos asuntos pendientes. Saldremos sólo tú y yo. Volveremos al anochecer y le traeremos algo bonito al abuelo.
– Sí... buena idea
Después de despedirse del abuelo, parten hacia West Town. Es un momento agradable, salen de compras, visitan algunos amigos y comen pizzas y helados: Un día perfecto. De regreso a casa, Andie observa el mar, tan pacífico y hermoso. En el cielo, logra distinguir dos pequeñas figuras que vuelan a gran velocidad. No son aves, son... ¿Niños? Sigue observando: Uno de ellos es un niño pequeño, con piel pálida, cabello negro y erizado, grandes ojos negros y viste una especie de uniforme azul y naranja; el otro niño, quien viste un uniforme de color verde bosque, le resulta más familiar... ¿Será él el mismo niño que conoció en la heladería?
El automóvil avanza con cada vez más velocidad. La niña observa a su madre, quien presenta una cara de preocupación. Algo anda mal: Los frenos han dejado de funcionar. Karen lucha desesperadamente por mantener el auto estable, pero todo esfuerzo es en vano: Se volcan y caen por una pendiente, girando sin parar. Andraia se levanta, lentamente, y sale del auto. Tiene una herida en el brazo derecho, y algunos golpes, pero todo lo demás está bien. Su madre no tuvo tanta suerte, ya que quedó atrapada entre los escombros, con múltiples heridas en su cuerpo.
– Mami. Sal de allí, por favor. Debemos volver con el abuelo.
– No puedo, hijita, estoy atrapada – Su voz es débil, está muy lastimada.
El tanque de combustible está roto, Karen sabe que el auto puede estallar en cualquier momento. Debía alejar a su hijita de allí, como fuera:
– Andie, cariño, por favor, ve por ayuda.
– No mamá. ¡NO QUIERO DEJARTE SOLA!
– Por favor... ve... – Esto último lo dijo con lágrimas en sus ojos, lo cual convence a la pequeña.
– Está bien mamá. Todo estará bien – Apenas dijo estas palabras, Andie se aleja de allí, dispuesta a subir la pendiente, con la esperanza de encontrar ayuda y salvar a mamá. Mientras tanto, Karen observa cómo la niña se aleja a una distancia mucho más segura, sintiéndose un poco culpable por darle falsas esperanzas a la criatura... pero no había opción. Aún con lágrimas en los ojos, puedo decir sus últimas palabras: – Te amo tanto... hijita... – Cae una lágrima, se oye una gran explosión. Al oír esto, la inocente niña se detiene, da la vuelta y se queda paralizada: Ve como el auto en el que viajaba es destruido por las llamas, y su madre con él.
– Mamá...... ¡NOOOO!
Es una tarde lluviosa de verano. La pequeña princesa, en medio de tantas personas vestidas de negro, llora desconsoladamente frente a un cúmulo de tierra. Allí, 3m más abajo, yace su madre. De regreso a su casa, se encierra en su habitación, llorando y sin querer hablar con nadie. Pasan los días, no sale, no come, no juega, no vive su infancia como los otros niños... Sólo desea estar sola...
Han pasado 20 años desde aquel día. Dos personas están paradas frente a una cripta, en la cual tiene inscrito: "Karen Andersen: Perdida, pero jamás olvidada". Uno de ellos es un hombre de avanzada edad. La otra es una mujer joven, muy hermosa: – Te extraño mucho, mamá...
