Una tarde de noviembre se encuentra caminando una joven de 1,65m de estatura, esbelta y muy hermosa. Su piel es pálida y suave, tiene grandes ojos celestes, viste blue jeans anchos, sweater de color verde bosque, y sobre él una chamarra con tonos verdes más oscuros, también usa un pasamontañas de color negro, el cual oculta su cabello, y en sus delicadas manos tiene un periódico. A ella se acerca una joven alta, con piel clara, cabello rubio y rizado, pequeños ojos verdes y rostro un poco pecoso – ¡Hola Andie!

– ¿Uh? Ah... hola Reggie – Responde en voz baja.

– ¿Qué haces? ¿Buscas trabajo?

– Sí... hay muchas deudas acumuladas y mi abuelo ya está bastante mayor para hacerse cargo de ellas. Además, su condición lo tiene muy agotado.

– Ya veo. Y... ¿Has hallado algo interesante?

– Aún nada. Creo que buscaré empleo como mesonera, o algo por el estilo...

– ¿Qué? Eh... A ver: Tú acabas de culminar un postgrado en Ingeniería Robótica, tienes habilidades para diseñar y construir cualquier tipo de prototipo y seguramente podrías desempeñarte muy bien en el ámbito profesional... Ahora, mi pregunta es: ¿Piensas acabar tus días como mesonera? ¡Vamos! Sé que la cosa está un poco difícil, y que el ser mesonera no es el fin del mundo, pero tú mereces un cargo mucho mejor que ese.

– ¿Qué puedo hacer? Necesito el empleo. Además no es fácil conseguir trabajo en mi campo... quizás cuando me estabilice...

– ¿Quizás? Escúchame muy bien: Si no haces algo rápido, ese "quizás" se convertirá en "nunca". ¿Entiendes?

Andie suspira profundamente – No lo sé...

– Andie: Eres mi mejor amiga. Hemos estado juntas desde que éramos niñas, en las buenas y en las malas. Sólo estoy preocupada por ti.

– Pero... ¿Por qué te preocupas? ¡No me pasa nada!

– ¿Ah no? Mírate: Eres muy lista, dedicada a tus estudios, y muy bonita. Pero te veo tan alejada, tan solitaria... no has disfrutado de tu juventud. Aparte de mí, no has tenido amigos, ni siquiera pareja... Estás... arruinando tu vida...

– ¿Mi vida? – Al decir esto, sus ojos se llenan de lágrimas. – ¡No he tenido vida desde los 6 años!

– Mira: Sé que perder a tu madre fue una experiencia muy dolorosa para ti. Pero... ¡Por Dios! ¡Han pasado 20 años! Ya no eres una niña inocente, eres una mujer adulta con mucho futuro por delante... ¿Acaso no puedes superar este trauma de una vez por todas?

– Eso... eso no es tan fácil... – Andie habla con voz entrecortada, mientras sus lágrimas recorren sus mejillas – Perdí a mi madre a los 6 años, nunca conocí a mi padre... y ahora mi abuelo está enfermo... con cáncer...

– Oh... ¿Cáncer? No lo sabía... nunca me lo dijiste...

– ¿Ahora comprendes mi desesperación? Si muere la única familia que tengo... no sabré qué hacer... – Le cuesta hablar, siente nudos en la garganta.

Reggie se deprime, no quiere ver sufrir a su amiga – Perdóname, es que no es tan fácil estar en tu lugar... Bueno... quizás un poco de café te haga sentir mejor. ¿Quieres? Yo invito.

Andie mueve la cabeza afirmativamente, ya no puede hablar. Ambas amigas se sientan a tomar café en un pequeño restaurante. Terminan su café y se quedan un rato hablando en esa misma mesa, mirando todo lo que hay a su alrededor. Enfocan su vista en un edificio muy alto, con ventanas que lucen como espejos.

– Oye Andie... Umm... ¿Por qué no intentas trabajar allí?

– ¿En la Capsule Corp.? ¿Bromeas? Sería imposible. Además, es raro que allí haya un puesto vacante, y cuando lo hay, tiene mucha demanda.

– Bueno... Quizás si coqueteas con el presidente podrías conseguir empleo... – Andie se queda callada, dirigiendo una mirada de reojo a su amiga. Una gran gota aparece en la cara de Reggie. – Vamos... fue sólo una pequeña broma...

– Eso no es gracioso, Regina. Además: ¿No se supone que el presidente de esa corporación es una mujer?

– Bueno, sí, ella es la "gran jefa". Pero quien está a cargo en la oficina es su hijo mayor, que se supone que es un bombón y que, según dicen, aún sigue soltero.

– ¿A sí? No me extrañaría... Seguramente él es un "niño mimado" que sólo piensa en salir con chicas, sin llegar a nada serio, por supuesto, y gastar los, seguramente, miles de dólares que tiene en su bolsillo.

– ¿Tu crees?

– Piénsalo: Él es rico de cuna, y en sus manos tiene una poderosa compañía. ¿No es obvio que piense así?


– ¿Qué? – 2 jóvenes están hablando en una gran oficina de la Capsule Corp., y uno de ellos parece estar sorprendido – ¿Tampoco hoy?

– Lo siento, Goten, pero tengo una reunión de negocios, y saldré tarde.

– Oye Trunks: ¿Acaso ese "turismo espacial" te afectó el cerebro? – Goten pregunta un poco anonadado, ya que esa es la 5ª cita que su amigo rechaza en esa semana. – ¿Qué le diré a Pares? Ella quería que salieras con su amiga Samantha.

– Obviamente dile que no podré ir.

– ¿Y qué hay de tu mamá? ¿No podría remplazarte?

– Uh... No creo que pueda: Ella y papá tienen que arreglar algunos asuntos personales.

– Ya veo. Entonces al menos podrías dejar un rato esta oficina, así podremos ver algunas bellezas... para ti, claro... Ya yo tengo a Pares.

– No lo se. Tengo mucho trabajo y estoy pensando en desayunar aquí mismo...

La conversación es interrumpida, ya que la asistente se asoma por la puerta: – Disculpe que le interrumpa señor, pero debo dictarle su agenda para hoy.

– Continúe, Marge.

– Muy bien. Hace unos minutos llegaron los informes de los nuevos proyectos, sólo necesitan su firma. Son unos 400... Y hoy a las 2:00pm vendrán a reunirse con usted los gerentes de algunas compañías internacionales... y... – Una enorme gota aparece en la cara de Trunks. Es mucho trabajo, y la lista crece cada vez más.

Él mira fijamente a su asistente, luego mira a Goten, después su reloj: 9:00am, finalmente vuelve a mirar a su amigo. – Uh... Goten: De repente siento ganas de comer una... gran hamburguesa.

– ¿Y qué estamos esperando? ¡Vayamos!

– ¡Sí!

– Pero señor: ¿No pensará hacer...? – Ambos amigos saltan por la ventana, y se marchan volando. Marge se queda quieta, con una mirada de reojo y una gran gota sobre su cabeza. – Lo hizo otra vez...


Los muchachos se sientan en una mesa, en esto llega la mesonera: – ¿Puedo tomar su orden caballeros?

– Umm... Veamos: 2 hamburguesas jumbo dobles con todo, dos sodas grandes y dos raciones de patatas fritas extra-grandes. ¿Y tú qué quieres, Goten? – Goten y Trunks se miran a las caras, luego miran la cara de sorpresa de la mesonera, vuelven a mirarse las caras y sueltan una gran carcajada. – Sólo bromeaba. Eso es todo lo que voy a pedir... ¡Espera! Casi lo olvido... ¡Qué tonto soy! Tráeme también una gran barra de chocolate. La más grande que tengas...

– Muy bien. Su orden estará lista en pocos minutos. – Al retirarse la mesonera, Trunks observa a su amigo de la infancia. – ¿Qué?

– Uh... Trunks: ¿Acaso nunca dejaras los chocolates?

– ¿Qué te puedo decir? Son mi debilidad...

– Creí que tu debilidad son las chicas

– Espera... Los chocolates son mi debilidad alimenticia... No lo olvides... – Los chicos se vuelven a reír. Mientras esperan la orden, Goten mira a su alrededor, enfocando su vista en una mesa muy particular: – Hey, mira ese par justo frente allí.

– ¿Te refieres a la pareja de la última mesa?

– Sip, esa misma. Mira esa Rubia: ¡Vaya! ¡Qué mujer!... Lástima que esté saliendo con ese niño. Ella sería perfecta para ti

– Umm... no lo sé... pero creo que ese "niño" es una mujer. Fíjate muy bien en sus rasgos, son muy delicados: Sin duda alguna debe ser una chica.

– A ver... – Goten se fija bien – Sí, es cierto, es una chica. Pero no lo parece, tal vez sea por su ropa.

– Quizás. – Mientras los muchachos siguen conversando, Reggie los observa.


– ¿Sabes Andie? Creo que ese par nos está observando.

– ¿"Nos"? Querrás decir: "Ese par me está observando".

– Vamos, eres muy bonita: Tú también podrías atraer algunos chicos.

– Oh, por favor.

– En serio. Ahora, míralos: Son tan atractivos, en especial el que tiene el cabello lavanda.

– ¿No piensas cambiar, verdad?

– Umm... quizás algún día, pero no ahora – Al decir esto, Reggie saluda a los chicos.


– Mira Trunks, la rubia nos está saludando. – Ambos devuelven el saludo.

– Sí... pero la otra chica no se ve muy feliz... Espera... ¡Tengo una idea! – Asegurándose que Andie no le viera, Trunks hace señas a Reggie, quien mueve su cabeza en afirmación y luego le guiña un ojo.

– ¿Qué hiciste, pillín?

– Ya lo verás, Goten... – Dicho esto, se dibuja en su rostro una amplia sonrisa malvada.


– Umm... estuve pensando: Creo que deberías quitarte ese gorro. Los hombres sienten debilidad por el cabello femenino, y el tuyo es muy bonito.

– No quiero.

– Vamos, di que sí.

– ¡No!

– De acuerdo... si no lo haces por las buenas, será por las malas. – Dicho esto, Reggie le quita el pasamontañas a Andie, revelando un largo y sedoso cabello castaño.

– ¡Devuélveme ese gorro, Regina!

– ¿Lo quieres? ¡Ve por él! – Al decir esto, ella lanza el gorro y cae en la mesa de los chicos.

Andie dirige una mirada de "Voy a matarte" a Reggie, luego se levanta y va por su pasamontañas.


– ¿Así que éste era tu plan? ¡Genial!

– Sip. Tenía mucha curiosidad por saber cómo era su cabello... Es tan largo y bello... Tal como me gustan...

– Por cierto, ahí viene la chica.

Andie se para frente a la mesa, con una expresión muy seria en su rostro. Trunks se levanta, con el gorro entre sus manos. – ¡Hola! – Él hace un saludo amistoso, pero no obtiene respuesta. Luego muestra el pasamontañas – Uh... ¿Esto es tuyo? – Ella asiente, quitándole el gorro de sus manos. Luego se da la vuelta y se marcha.

– Disculpa... – Andie se detiene al oír estas palabras. – Creo que luces muy bien con el cabello suelto... bueno, es mi opinión... – Entonces, ella se coloca el gorro, y se marcha.

Goten es el primero en hablar. – Huy... qué amargada: Ni siquiera te dio las gracias.

– Si... es una lástima. Es una chica tan bonita...

En esto llega la mesonera. – Aquí tienen su orden, caballeros. Buen provecho.

– ¡Uff! Ya era hora... – A Goten le brillan los ojos al ver esa gran hamburguesa – ¡Me muero de hambre! – Mientras Goten come, Trunks mira la otra mesa: Se han marchado.


– Por favor. No te molestes conmigo.

– Regina: Lo que hiciste fue tan... infantil. Parecías una niña de 10 años.

– ¿Y tú? Con esa actitud pareces una anciana.

– Escucha, yo... – Andie queda muda, no halla qué decir – Olvídalo. Vámonos a casa, el abuelo me espera.

Reggie afirma. Ella acompaña a su amiga a su hogar.