Todos están sentados en la sala de espera, llenos de expectativas. En ese momento Reggie se acerca a ellos, con lágrimas en los ojos. Pan se preocupa: – ¿Qué ocurre?

– El Sr. Andersen... A... acaba de... morir...– Todos se quedan mudos. – Él... era tan bueno... (sniff) Fue el abuelo que nunca tuve y... yo lo quería mucho... (sniff) Pero me preocupa más mi amiga Andie, ella está... tan destrozada...

– Pobre Andie. – Gohan se acerca a la desconsolada joven y la abraza. – En verdad lo lamento mucho.

Minutos después, Trunks se acerca a ellos, muy deprimido y con su bella amiga a su lado, quien está temblando y sus ojos están rojos de tanto llorar. Todos a su alrededor dicen que sienten la muerte de su abuelo... No hay respuesta, le cuesta hablar porque siente nudos en su garganta. Al rato, con su mirada fija, sin enfocarse en ningún lugar, logra decir: – ¿Por qué? – Repitiendo esa palabra una y otra vez, hasta que de repente se desmaya.


Al despertar, Andie se encuentra en una camilla, siendo observada por un par de preocupados ojos azules. – ¿Te encuentras bien?

– ¿Qué sucedió?

– Te desmayaste.

– Trunks: Lo que pasó fue un sueño... ¿Verdad? – El joven se entristece, moviendo su cabeza negativamente. Ella empieza a temblar. – No... no puede ser...

– Lo siento mucho. – Los ojos de la zionita empiezan a humedecerse, luego el Saiyajin toma delicadamente sus manos. – Tienes que ser fuerte. – Pero Andie empieza a llorar y él la abraza fuertemente, mientras ella moja su musculoso hombro con sus lágrimas. – Andie: Quisiera poder hacer algo por ti...

– Oh, Trunks... (sniff) No sé qué haré sin él... (sniff)


Es una helada tarde: Está nevando. Un grupo de personas se encuentra reunido frente a una fosa, vistiendo todos de negro. Entre ellos está la hermosa princesa, con sus grandes e inocentes ojos llenos de lágrimas, su inseparable y deprimida amiga está a su lado, y tras ella está Trunks, quien se le acerca y la abraza. Una vez concluida la ceremonia, todos se marchan, expresándoles a la joven sus más sentidos pésames. Sobre la tumba se encuentra una lápida que tiene inscrito "Marcus Andersen: Gran padre, abuelo y amigo". Al lado izquierdo está la tumba de Karen, y al lado derecho puede verse una lápida vieja: "Aquí yace quien en vida se llamara Michelle Cathaline Musset". Andie se agacha y recorre su mano sobre la cripta. – Trunks: Ella era mi abuela... Murió antes de que yo naciera y nunca tuve la oportunidad de conocerla... Ahora toda la familia está... reunida. – En esto vuelve a llorar. El joven Briefs lleva a Andie y Reggie al apartamento, luego, la Centaury se encierra en su habitación, ante la mirada preocupada de sus amigos.

– La pobre está realmente mal... Será mejor que la acompañe.

– Claro, Reggie. Es lo mejor.

– Es cierto, Trunks: Estoy tan preocupada por ella.


Han pasado varios días. La bella zionita aún sigue encerrada en su habitación. Reggie toca constantemente la puerta. – ¿Andie? ¿Andie? ¿No vendrás a comer? Por favor Andie, contesta. – No hay respuesta. Hace horas que todo está callado, por lo que empieza a preocuparse y decide llamar a Trunks. Al rato, el joven llega acompañado de su amigo Goten. – Al fin llegan, muchachos.

– ¿Qué sucede, Reggie?

– Es Andie: Hace horas que estoy tocando su puerta, insistiéndole que salga, pero no responde y temo que le haya pasado algo malo.

Los tres se acercan a la puerta, y Trunks empieza a tocarla. – ¿Andie? Soy yo, Trunks. ¿Estás allí? Contesta, por favor. – Nada: Algo anda mal. Entonces él decide entrar a la fuerza, golpeando tan fuertemente el inmueble que se rompe. Todos quedan boquiabiertos: Ella no está. Una cuerda está atada a una estructura fijada en el piso, el resto sale por la ventana, lo que indica que Andraia ha huido. – Oh por Dios...

– Chicos: Debemos hallarla, ella está muy mal y no sé de lo que sería capaz de hacer. – Los muchachos están de acuerdo con Reggie. Ella y Goten buscan en un sector de la ciudad, mientras que Trunks lo hace en otro. ¿Dónde estará?


Andie está caminando sola, sin rumbo definido, llena de tristeza y frustración. Cruza la calle y un taxi está a punto de arrollarla, pero afortunadamente se detiene a tiempo. El chofer saca su cabeza por la ventanilla, reconociendo en el acto a la bella joven. – ¿Srta. Andraia? Menos mal que pude detenerme a tiempo, de lo contrario la habría atropellado...– Enseguida, nota la tristeza en su rostro. – ¿Uh? ¿Qué sucede? – La princesa está estática, con su mirada triste y apagada. – Sube. Te llevaré a donde quieras, así podrá contármelo todo. – Ella se acerca y se sube en el vehículo. – Bien: ¿Hacia dónde?

– Llévame al mirador, por favor.

– Claro. – Al arrancar el auto, Mohamed habla con la joven con el fin de saber lo que ocurre. – ¿Por qué está tan triste, Srta. Andraia?

– Es que mi abuelo... él... – Los hermosos ojos celestes se humedecen – él... falleció.

– Oh... lo... lo siento mucho. – El taxista le ofrece un pañuelo a su amiga para que seque sus lágrimas, quien le da las gracias. – ¿Por qué está tan sola por aquí? ¿Qué ocurrió con sus amigos?

– Ellos... no saben que estoy aquí... es que... quiero estar sola.

– Pero: ¿No crees que se preocuparán?

– Sí, lo sé... e... estoy consciente de ello... – El taxi se desplaza por las afueras de West City en dirección al mirador, el cual consiste en un área especial en la cima de una pequeña montaña, con una grandiosa vista de la ciudad y sus alrededores.


Goten vuela, con Regina a su espalda, quien se aferra fuertemente al joven, indicándole los lugares que suele frecuentar su amiga. Siguen buscando: Nada. – Dios mío: ¿Dónde se habrá metido? Tengo un mal presentimiento...

– No te preocupes, Reggie. Quizás Trunks tenga mejor suerte que nosotros.

– Eso espero. Aún así, debemos seguir buscándola. – Goten asiente y ambos continúan con la búsqueda.


Trunks vuela sobre la ciudad, mirando por todas partes, pero aún no encuentra a su amiga. Trata de localizarla por medio de su Ki, pero éste es tan pequeño que se confunde con el del resto de los habitantes. – Andie: ¿Dónde estás? – Busca en el parque y el congelado lago, en la Capsule Corp., en las cafeterías... Nada. De repente, el joven siente una pequeña punzada en la cabeza, apareciendo ante sus ojos una breve imagen: Una vista panorámica de la ciudad.


El taxi está estacionado bajo un helado abeto. A unos 15m de allí se encuentran Andie y Mohamed admirando el paisaje. Ella apoya sus manos en el muro protector, pensativa y triste, admirando el gran abismo. – Por favor: ¿Podrías dejarme sola? Sólo un momento.

– ¿Segura que quiere quedarse sola?

– Sí. Necesito ordenar mis ideas.

– Bien, si me necesitas, estaré dentro de mi taxi. – El hombre se retira mientras enciende un cigarrillo. La zionita aún sigue allí, muda y solitaria: ¿Por qué se había ido su abuelo? Luego, ella ve que todo a su alrededor se distorsiona, y desaparece.


Andraia se encuentra en un lugar muy conocido. Mira hacia un lado y ve a una niña de 6 años escalando una pendiente; mira hacia el otro lado y ve un pequeño automóvil volcado, casi destruido y con su querida Karen adentro; luego, con los ojos llenos de lágrimas ve cómo ese auto estalla... todo se hace negro. Posteriormente, ella se encuentra en su antigua habitación, el día anterior a la tragedia, viendo cómo la pequeña insiste a su madre en hacer ese viaje: – Si no hubiese insistido tanto... ella no hubiese...

De repente, todo cambia, y ahora está en la sala de su apartamento, hablando con su abuelo sobre su verdadera identidad. – ¿Qué ocurrió con mi madre?

– Bien, hija: Ella decidió hacer el viaje para poder dar a luz lejos de la guerra que se llevaba a cabo en tu planeta. Lamentablemente fue atacada y herida durante el trayecto, lo cual la dejó muy debilitada... pero hizo un gran esfuerzo para llegar hasta aquí, y poder salvar tu vida... – La zionita está en shock: ¿Salvar su vida? En forma súbita, se encuentra en ese fatídico día, en el que ella sugiere a su abuelo que caminen a su casa, cuando el policía dispara contra ella, y el anciano se interpone en el camino de la bala... sacrificando su vida.

Finalmente, se encuentra en medio de la nada, con miles de dedos señalándola, y miles de voces acusándola: – ¡ES TU CULPA! – Ella se pone de rodillas, con lágrimas en los ojos y sus manos sobre sus orejas. – Mi familia... Todos sacrificaron sus vidas por protegerme... Todo esto fue por mi culpa... Dios mío... esto es... una maldición. – Luego, dos personas aparecen fugazmente frente a ella: Trunks y Reggie. – ¡Oh no! ¡Ellos no! No quiero que les pase nada... no... ¡NO LO PERMITIRÉ! – Al decir estas palabras, todo a su alrededor regresa a la normalidad, luego se levanta, se asoma por el muro protector, observando el enorme precipicio. – Yo sólo traigo desgracias... No tengo otra opción...


– Sí... Pronto regresaré a la ciudad. Sólo la estoy acompañando: La pobre perdió a su abuelo y está muy deprimida... Lo sé jefe... sí, de acuerdo... aja... – Mohamed está hablando por radio con su jefe. En ese momento mira en dirección al muro protector, notando que su amiga está sobre él, de espaldas al abismo y con los brazos extendidos. – Oh no. ¿Qué intenta hacer? – Enseguida suelta el radio, corriendo hacia ella, mientras, su jefe empieza a hablarle, muy confundido porque no recibe respuestas. El taxista se le acerca, con sus ojos llenos de preocupación. – Por favor: No lo haga. Es una locura.

– No tengo alternativas...

– Srta. Andersen, por favor, tranquilícese. Sólo baja de allí, y la llevaré a salvo a su casa.

– No... – Sus ojos están llenos de lágrimas. Ella mira al cielo. – Mamá, Abuelo: Pronto estaré con ustedes. – En ese instante se deja caer.

Durante la caída, siente cómo el viento mueve su ropa y cabellos, cómo sus lágrimas se esparcen en el aire, observa cómo el muro se aleja rápidamente, mientras que el nevado suelo está cada vez más cerca. Cierra sus ojos, esperando el fatal momento, pero algo la detiene... Abre sus ojos y ve un rostro muy familiar: Trunks. Él llegó a tiempo, salvándola de una muerte segura, elevándose ante la mirada atónita del taxista; luego vuela en dirección al departamento, muy serio y sin decir ni una sola palabra; llama a Goten, informándole de la situación, y continúa su vuelo. Al llegar allí, Andie nota que su amigo se comporta de manera muy extraña. – Trunks: ¿Qué sucede? ¿Por qué esa cara? – No hay respuesta. – ¿Acaso estás molesto conmigo?

– No, Andie. No estoy molesto: Estoy decepcionado.

– Pero...

– Andraia: Creí que ibas a afrontar esta situación con mucha madurez y fortaleza... pero me equivoqué. En vez de eso, tomaste una decisión tan absurda. ¿Por qué?

– Por favor, entiende: Mi presencia aquí sólo trae tragedias a los seres que me rodean. Eso sólo lo hice por Reggie... y por ti.

– ¿Acaso crees que esa es la decisión correcta? ¿No te has puesto a pensar en el dolor que nos causaría tu muerte?

– Pero yo... – Ella empieza a llorar, y el joven Saiyajin se le acerca, levantando su cara con una mano, secándole las lágrimas con la otra. – Yo.. no sé qué hacer... (sniff)

– Escucha: Prometí a tu abuelo que te protegería, y pienso cumplir mi promesa.

– Oh, Trunks, yo...

– Andie: Tú eres muy importante para mí, y no quiero perderte.

– Yo... yo... – Ella llora, y el joven la abraza fuertemente, de manera muy protectora. Rato después, Goten y Reggie entran al apartamento. La rubia se acerca a su amiga, con una mirada llena de preocupación y enojo, propinándole una bofetada. – ¿Reggie?

– ¡TONTA! ¿Cómo fuiste capaz de intentar acabar con tantos años de amistad, de una forma tan estúpida?

– Reggie, yo...

– ¡Eres una cobarde! Sé que la muerte de tu abuelo te afectó mucho, pero esa no era razón para que hicieras esa tontería.

– Perdóname... – Luego, ambas amigas se abrazan, llorando una sobre el hombro de la otra, ante la mirada de los jóvenes Saiyajines.


Una semana después, Trunks se acerca al apartamento. Allí nota que un camión de mudanzas se lleva las pertenencias de Andie. – ¿Qué sucede aquí?

– ¡Hola, Trunks! – La zionita saluda al joven. Él se le acerca. – ¿Cómo estás?

– Muy sorprendido: No sabía que pensabas mudarte.

– Es que a Reggie le preocupa que se repita lo que sucedió la semana pasada, así que me propuso que fuera a vivir con ella en su hogar y... bueno... acepté.

– Si, ya me di cuenta.

– ¿Sabes? Ella es una gran amiga, no quiere dejarme sola.

– Lo sé. Y me alegra que ella esté siempre a tu lado.

– Sí... al igual que tú. – Ambos se miran a los ojos, la centaury se enrojece y tiembla, Trunks besa dulcemente su mejilla, y conversa con ella hasta llegado el momento de la mudanza.