17 de Junio: Es un día cálido, debido a la proximidad del verano. Andie ha estado una semana en sesiones de recuperación porque ella, dado que estuvo en coma por un mes, y por ende inmóvil, necesita hacer ejercicios para recuperar su flexibilidad y movilidad. Al culminar la sesión de ese día ella regresa a su habitación acompañada de Jeffrey. – Andie: Estas casi totalmente recuperada. A ese ritmo podré darte de alta en dos días.

– ¿De verdad?

– Así es. Ahora debes descansar.

– De acuerdo, Jeff. ¡Adiós! – Mientras el doctor se marcha, ella se acuesta y se relaja, luego toma un libro y empieza a leer. Minutos después, alguien toca la puerta. – Pase.

Se abre la puerta: Se trata de Trunks, quien lleva consigo un gran ramo de rosas blancas. – Hola, Andie.

–Hola, Trunks.

– Ten. – Él entrega las flores a la bella princesa. – Te traje este obsequio.

– Gracias. Son muy hermosas.

– De nada. – En ese instante, el Saiyajin observa una veintena de libros muy gruesos apilados cerca de la zionita. – Ya veo que tienes con qué distraerte, aunque leer toda esa pila de libros tomará mucho tiempo.

– Ya los leí.

– ¿Todos?

– Sí. De hecho, ahora estoy leyendo el último de ellos.

– Me sorprendiste: Yo jamás hubiese leído tanto en tan poco tiempo.

– Bueno... ¿Qué te puedo decir? Me encanta leer.

– Sí, lo noté. Oye: Hablé con Jeff y me dijo que te dará de alta en dos días.

– Es cierto: Por fin volveré a casa. ¿No es genial? – Él asiente, aunque está un poco nervioso: ¿Será conveniente confesarle lo que siente por ella? ¿O tal vez deba esperar un poco más? Y si se lo dice: ¿Cómo reaccionaría? Estas preguntas rondan por su cabeza, hasta que... – ¿Trunks?

– ¿Uh?

– ¿Qué sucede? ¿Por qué estás tan pensativo?

– Es que... – El joven Briefs decide confesarse, colocando sus grandes manos sobre los frágiles hombros de la Centaury. – Andie: Hay algo muy importante que quiero decirte.

– ¿De qué se trata?

– Bueno... umm... uh... (gulp)

– Es algo malo, ¿verdad?

– ¿Malo? N... no. Yo no... lo vería de... de ese modo.

– Por favor, dime. Te veo muy nervioso.

– Andie: Estoy...

– ¡HOLA ANDIE! – La pareja mira en la dirección de la voz: Es Regina. – Huy... Lo siento, Trunks: No sabía que estabas aquí. ¿Interrumpo?

– No, está bien. ¿Cómo estás?

– Muy bien. Esperando que mi mejor amiga vuelva a casa.

– Y será muy pronto. – Acota Andie. – Me darán de alta en dos días.

– ¿Hablas en serio? ¡Cielos! Debo preparar tu fiesta de bienvenida.

– No te tomes tantas molestias, Reggie.

– ¿Molestias? ¡Vamos! Eres mi mejor amiga, y eso es lo menos que mereces. Debo partir inmediatamente a comprar todo lo necesario. – Enseguida, ella hala el fuerte brazo del joven Briefs. – Trunks: Vendrás conmigo.

– ¿Yo? P... pero...

– ¡Sin peros! ¡VÁMONOS! – Cuando ambos se marchan, una enorme gota se forma sobre la castaña cabeza de Andraia, quien decide continuar leyendo.


19 de Junio. Andie está preparando su equipaje, ya que ese día fue dada de alta. Trunks entra a la habitación. – ¿Ya estás lista?

– Sip. Sólo debo esperar a Jeff para que traiga el reporte que debo firmar. No tardará.

– Bien, entonces esperemos.

– Sip. – La zionita se sienta en la camilla, para continuar hablando. – Oye, Trunks...

– ¿Sí?

– Hace dos días querías decirme algo, cuando fuiste interrumpido por Reggie. Ahora que estamos solos: ¿Podrías decirme de qué se trataba?

– Eh... bueno... yo sólo quería decirte que... que....

– Vamos: No tartamudees tanto. Dilo de una vez.

– Andie, yo te... a... a... aprecio mucho. Sí, y... y me preocupé por tu estado de salud.

– Aww... Eres tan dulce. – LaCentaury se acerca a su amigo dándole un beso en la mejilla. – Yo también te aprecio mucho: Tú has sido, eres y siempre serás un gran amigo. Gracias por todo. – En ese momento, el galeno entra al cuarto. – Hola, Jeff.

– Hola, chicos. Aquí traje el reporte. – El Dr. Jones entrega la hoja a su paciente, mostrándole una línea punteada. – Firme aquí, por favor.

– Claro. – Ella estampa su firma en el reporte. – ¿Así está bien?

– Perfecto. Ahora puedes volver a tu casa.

– Así lo haré. Gracias. – Ella abraza a su amigo, para luego salir de la habitación, aunque se percata que Trunks no la sigue, así que gira su cabeza para ver al pelilavanda. – ¿Vienes?

– Sí, en un momento. ¿Podrías esperarme abajo? – Andraia asiente, y toma el ascensor para dirigirse a la planta baja del hospital. Mientras, Trunks conversa con el médico. – Gracias por cuidar a Andie.

– No hay cuidado, Trunks. Yo sólo cumplía con mi trabajo. Oye y... ¿ya se lo dijiste?

– Aún no. Es que... me siento tan... nervioso. No sé cómo Andie reaccionaría si se enterara de lo que realmente siento por ella.

– ¿Tú? ¿El hombre que nunca vacila a la hora de conquistar mujeres? ¿El hombre que prácticamente tiene a todas las chicas bajo sus pies, está nervioso? Cielos, ahora sí que lo he visto todo.

– Vamos, Jeff: Esos fueron casos mucho más... digamos... fáciles, dado que sólo sentía atracción y hasta cariño por todas esas chicas. Pero con Andie es diferente: Lo que siento por ella es mucho más fuerte... ella es... oh Dios... realmente estoy loco por ella, y temo perderla...

– Lo sé. A leguas se nota que te babeas por ella. Pero debes decírselo: Andie tiene el derecho de saber la verdad.

– Tienes razón. En cuanto tenga oportunidad, se lo diré. Ahora debo irme, ella me está esperando.

– Sí, claro. Adiós y... suerte. – En esto, el Saiyajin toma el ascensor para dirigirse hacia donde está su amada.


– ¡BIENVENIDA!

Todos los invitados gritan emocionados al ver a suamiga entrando por la puerta. Se acercan a ella felicitándola por su rápida recuperación, obsequiándole flores y peluches. Bulma abraza a la joven. – Oh, Andie: Me alegra que estés bien. Estoy en deuda contigo, ya que de no ser por ti mi hijo no estaría con vida.

– No tiene nada qué agradecer, Sra. Briefs: Sólo hice lo que tenía que hacer. – En esto, ella se dirige a todos los presentes. – Quisiera agradecerles por prepararme esta bonita reunión, por tomarse tantas molestias... Ustedes son tan maravillosos... Muchas gracias. – Ellos aplauden, para luego disfrutar de la celebración, los bocadillos, la música y la alegría.


Al terminar la fiesta, todos se marchan, salvo nuestros 3 amigos, quienes se encuentran en la sala. – Bueno: Ahora nos queda limpiar todo.

– Es cierto, Andie, pero tú deberías ir a descansar: Apenas te has recuperado y no creo que sea conveniente que te esfuerces.

– Vamos, Reggie: Estoy bien. Podré ayudarte, no pienso dejarte sola con todo esto.

– Reggie tiene razón. – Interrumpe Trunks. – Ve y descansa, mientras nosotros limpiamos esto.

– No se preocupen por mí. Por cierto, Trunks: No es necesario que te quedes, nosotras nos encargaremos.

– Insisto.

– De acuerdo. – Concluye Regina. – En ese caso: Comencemos. – Los demás están de acuerdo, y el trío empieza a recoger los platos y vasos, limpiar las mesas y el piso, sacar la basura... Minutos más tarde, todo está casi listo. – Bien, chicos: Mientras terminan aquí, yo iré a lavar los platos.

– Claro. – La rubia toma una pila de platos y se dirige a la cocina, así que la pareja queda sola. Trunks aprovecha la oportunidad y se acerca a la princesa. – Andie: Ya que estamos solos, quisiera hablar contigo sobre algo muy importante.

– Te escucho...

– ¿Sabes? Ha pasado mucho tiempo desde que nos conocimos.

– Sí. El tiempo pasa volando... ¿No lo crees?

– Claro. Y... desde que te conocí, te he tomado mucha simpatía y cariño.

– Yo también, Trunks. Umm... no lo sé, pero tengo la ligera impresión de que tienes algogrande en mente y temes decírmelo.

– Bueno... yo...

– Trunks: Sea lo que sea, solo dímelo: Confía en mí.

– Bien... Andie... – A medida que habla, él se acerca, coloca sus grandes manos sobre los hombros de la zionita, y su tono de voz se hace cada vez más bajo. – Eres una persona muy tierna, amable, inocente y valiente... Y para mí eres tan... especial... – En esto, rodea con sus fuertes brazos el frágil cuerpo, mirando a la bella princesa directamente a sus ojos, por lo que ella se sonroja y empieza a sentirse nerviosa. – Debo confesarte que...

– Oh, Trunks...

– Andie: Yo te... – En ese instante, se escucha el crujir de un vidrio roto.

Ambos reaccionan y corren hacia la cocina, descubriendo que se trata de un plato que la rubia quebró accidentalmente. – ¡Oops! Lo siento: Enseguida limpio esto. – Enseguida, ella nota que su amiga está un poco pálida. – Andie: ¿Qué te sucede?

– Nada... Es sólo que no... me siento bien...

– ¿Estás segura? – Regina no obtiene respuesta, pues Andie corre a su habitación, con sus ojos llenos de lágrimas. Trunks trata de seguirla, pero es detenido por la joven. – Trunks: Ella ha estado más de un mes en el hospital, y es natural que esté un poco sensible. ¿Por qué no regresas a tu hogar, mientras yo trato de calmarla?

– Pero...

– Tranquilízate: Te aseguro que mañana ella estará mejor.

– ¿Tu crees?

– Claro. Será lo mejor. Además, ya es muy tarde.

– De acuerdo. Adiós, Reggie.

– ¡Adiós! – Una vez que el joven Briefs se marcha, ella se dirige al cuarto de su compañera, encontrándola allí, llorando sobre su almohada. – Oh... Andie: No te pongas así.

– Por favor Reggie... Déjame sola... No tienes idea de lo que me ocurre... (sniff)

– Sé perfectamente lo que tienes.

– No... no lo sabes... nadie lo sabe... ni siquiera yo lo sé...

– Créeme: Lo sé.

– Si en verdad lo sabes: Dímelo.

– No puedo, Andie: Sólo tú tienes que descubrirlo.

– Me siento tan... extraña... Esto es algo inexplicable... ¿Por qué? – Luego de decir estas palabras, la zionita vuelve a llorar, ante la preocupada mirada de su amiga de la infancia.


En la tarde siguiente, Regina está preparando un delicioso almuerzo, cuando siente la presencia de Andraia, quien sale de su habitación. – Hola, Andie. Ven y siéntate: La comida está lista.

– Gracias, pero no tengo apetito. Iré a caminar un rato.

– Bueno, si así lo prefieres… – La princesa sale de su casa, para caminar por la ciudad, ya que necesita pensar...


Ya es de tarde. Andie aún camina por los alrededores de West City, sin rumbo definido, muy confundida. Al rato, siente una mano sobre su hombro, por lo que gira su cabeza: Es Trunks. – Hola, Andie. ¿Cómo sigues? – No hay respuesta. Ella sólo está callada y nerviosa. – ¿Qué te sucede?

– Por favor, Trunks: Déjame sola.

– ¿Por qué? ¿Acaso ocurre algo malo? – Nada. Ella no responde a sus preguntas, así que él trata de animarla. – ¿Sabes? Sé de algo que podría levantarte el ánimo. Ven conmigo.

– ¿Adónde?

– Ya lo verás. – Ambos se elevan, volando sobre la ciudad, sobre el parque y el lago, admirando el paisaje, hasta que descienden sobre una pequeña colina. Ellos se sientan allí, admirando la puesta del Sol. – Desde aquí puede verse un bello atardecer.

– Sí, es cierto. Es tan hermoso…

– Sabía que te gustaría. – Ella sigue allí, contemplando cómo el Sol se oculta tras las montañas, olvidando por un momento sus temores. Se siente tan relajada que no se percata del tiempo transcurrido, hasta que es muy de noche. Trunks la ve: Está temblando, y no tiembla de frío, sino de miedo, así que él se quita su chaqueta y se la presta. Al rato, la zionita se levanta, alejándose un poco, por lo que él la sigue. – Andie: ¿Qué tienes?

– Nada… Yo sólo tengo frío. Es todo.

– Andie: Por favor, no me mientas. Te conozco y sé que algo anda mal. – Enseguida, ella empieza a llorar, y Trunks la abraza fuertemente, sintiendo cómo sus lágrimas mojan su camisa. Andie levanta su cabeza, admirando los dulces ojos del Saiyajin. Ellos están abrazados, sus miradas quedan fijas, sus corazones laten fuertemente… Él seca sus lágrimas, a la vez que acaricia su rostro, hablándole entre susurros. – No llores, Andie… – En ese momento, sus rostros se acercan lentamente, hasta culminar en un beso.

Ella queda paralizada, pero luego cede, cerrando lentamente sus ojos, rodeando con sus brazos el cuello del joven Briefs… Ambos continúan así, besándose apasionadamente, dejándose llevar por un extraño y hermoso sentimiento… llamado amor. Al culminar el beso, Trunks empieza a besar sus mejillas, su cabello, su cuello… hasta que susurra en su oído la frase más bella que la Centaury haya escuchado en su vida. – Te amo…

Las lágrimas recorren nuevamente la pálida tez de la joven, pero no son lágrimas de dolor, sino de alegría: Por primera vez ella es muy feliz. Andie mira dulcemente a su alma gemela, con una tierna sonrisa en sus labios, acariciando su varonil rostro. – Yo también te amo… – Se acarician mutuamente, cierran sus ojos, acercan sus rostros y se besan una vez más.

Es un mágico momento entre dos jóvenes enamorados, en medio de la soledad.