Día 27.
Prompt: Acomoclitismo/Autofelación
Trigger Warning: Sexo explícito, Rimming, sexo anal, autofelación, Snowballing, acomoclitismo, eyaculación un tanto precoz.
Acomoclitismo: Excitación sexual por la observación de genitales en los que se les ha depilado total o parcialmente el vello púbico.
Autofelación: Práctica consistente en que una persona con pene se practique sexo oral a sí misma.
Snowballing: Llamado "beso blanco" en español. Acto de pasar el semen despues de una felación a la otra persona o a una tercera.
Este capítulo sería el correspondiente al día 27 de octubre. A lo tonto, voy rematando el Kinktober, aunque sea casi un mes más tarde.
FLEXIBLE
—¡Estate quieto, Deku idiota! —grita Katsuki, exasperado.
—¡No puedo evitarlo, Kacchan! ¡Es que me haces cosquillas! —protesta Izuku, sin poder evitar estremecerse bajo su tacto.
Tumbado sobre la cama, Izuku se remueve nervioso. Está completamente desnudo y el rubor de sus mejillas delata lo vulnerable que se siente. De rodillas sobre el colchón, vestido con apenas un pantalón deportivo, Katsuki tiene un cuenco en la mano izquierda y una brocha de afeitado en la derecha. Izuku tiene el brazo izquierdo por encima de la cabeza, tal y como le ha ordenado, pero cada vez que ha intentado aplicarle la espuma de afeitar que tiene en el cuenco en la axila expuesta, el chico se ha retorcido por las cosquillas.
La piel de Katsuki está impoluta. Ningún cabello, excepto los de su cabeza, asoma en su cuerpo. Tiene, de por sí, poco vello corporal. Pero incluso este lo mantiene a raya regularmente. Por un lado, le sirve para canalizar mejor el sudor dentro de su traje de héroe, de manera que la mayor parte posible acabe en las granadas. Por el otro, a Izuku le encanta, porque puede lamer y acariciar cualquier parte de la piel de Katsuki y siempre está suave.
Al contrario que él, Izuku ha crecido hasta convertirse en un adulto corpulento y con gran cantidad de vello corporal. Las matas de pelo del pubis y las axilas de la adolescencia se han multiplicado, extendiéndose también por sus pectorales y abdomen. Los muslos, los antebrazos y, sobre todo, las pantorrillas, también están alfombradas por vello suave que Katsuki adora pellizcar y tironear cuando están sentados juntos en el sofá o tumbados en la cama.
Sen embargo, hay una idea que ha rondado durante meses por la cabeza de Katsuki. Y, por fin, ha conseguido convencer a Izuku.
—¡Pues si no te estás quieto te cortaré el maldito brazo! —exclama Katsuki—. ¡Esto es sólo la brocha, pero si te mueves cuando utilice la hojilla esto va a ser peor que la película gore del otro día!
—¡No! —Izuku se tapa el rostro con la mano derecha, tratando de olvidar la película en cuestión. Katsuki se ríe de él, burlándose, y aprovecha para moverse hasta quedar encima de él, sentándose encima de sus caderas y utilizando la mano con la que sostiene el cuenco para inmovilizar el brazo que Izuku sostiene por encima de su cabeza—. ¿Kacchan?
—Así no te moverás —dice Katsuki, con una mueca de satisfacción.
Izuku se sonroja más, pero no se opone. Debajo de su culo, Katsuki puede notar cómo el pene de su novio se endurece rápidamente, pero eso le vendrá bien más tarde, así que lo provoca, frotándose contra él un par de veces.
Ahora que lo tiene inmovilizado, Katsuki puede embadurnar la espuma de afeitar adecuadamente en el espeso vello verde de la axila de Izuku. Después, deja el cuenco a un lado, encima de la mesita de noche, y sujeta la navaja de barbero mientras le inserta la cuchilla. Bajo él, Izuku no puede reprimir una mirada de aprensión que Katsuki ve de reojo.
—No seas imbécil, Deku. No pienso cortarte —le asegura, petulante.
—Por supuesto que no —asiente Izuku, a pesar de que no las tiene todas consigo. Respira hondo y añade—: Confío en Kacchan, sé que no lo permitirías.
—¡Joder, Deku! —protesta Katsuki—. ¡No puedes ser tan jodidamente tierno, ¿me oyes?! ¡Deja de sonreír!
Katsuki se quita el vello con cera. Incluso en sus partes íntimas, con una cera especial y mucha paciencia. Para él, a pesar del molesto dolor que puede causar y al que ya se ha acostumbrado, es la forma más ventajosa, pues la depilación le dura más tiempo y ha reducido el espesor de su ya escaso vello con el paso de los años. Sin embargo, no quiere aplicársela a Izuku la primera vez que este se ha mostrado dispuesto a dejarle llevar a cabo esto. Le ha advertido del picor que sentirá dentro de unos días, cuando el vello comience a salir, y está seguro de que la próxima vez, si la hay, Izuku le permitirá utilizar la cera.
Pero hoy, al menos, piensa disfrutar del sonido de la hojilla de afeitar, nueva y afilada, raspando suavemente sobre la piel de Izuku.
Izuku respira hondo cuando Katsuki se asegura de tener su brazo inmovilizado y se inclina sobre él. Maneja la navaja de barbero con la agilidad de quien no lo hace por primera vez. Tras la impresión inicial, cuando la hojilla comienza a rozar suavemente la axila de Izuku, desprendiendo el largo vello, se relaja.
—¿Bien? —pregunta, lacónico, Katsuki. No mira el rostro de Izuku, concentrado en lo que está haciendo.
—Es… agradable —admite este, suspirando.
—Bien —asiente Katsuki.
No tarda demasiado en dejar la axila perfectamente lisa. Enjuagando la hojilla en un segundo cuenco con agua, seca a Izuku con una toalla esponjosa, retirando cualquier resto de vello o espuma. Luego, le acaricia con las yemas de los dedos, queriendo cerciorarse de que la piel de Izuku, como esperaba, esté suave y aterciopelada. Este se retuerce debajo de él a causa de las cosquillas, tratando de empujar con las caderas hacia arriba, pero el peso de Katsuki se lo impide.
—Jodidamente perfecto —masculla Katsuki, satisfecho. Después se inclina hacia adelante y deposita un beso en el centro de la axila, frotando la punta de la nariz contra la piel suave—. Levanta el otro brazo.
Más relajado, aunque sigue estremeciéndose cuando lo unta de espuma de afeitar, Izuku se deja hacer, mirando atentamente los ojos concentrados de Katsuki. No tarda en tener la otra axila igual de afeitada, acariciada y besada que la primera. Sin decir nada, Katsuki embadurna el pecho de Izuku con más espuma y se inclina hacia adelante, pasando la afilada hojilla por sus pectorales y rodeando los pezones, librándose de todas las hebras de vello que se enredan sobre ellos. Un breve roce con la yema del dedo índice, húmeda por la espuma de afeitar, y un soplido, hace que sus pezones se endurezcan y las areolas se hinchen levemente, lo cual facilita su trabajo al pasar la cuchilla alrededor. Al llegar al abdomen, satisfecho con el resultado, pasa la toalla por el pecho de Izuku, ahora suave y liso.
—Me siento… desnudo —admite Izuku con una risita. Sonriendo para sí, Katsuki le besa los dos pezones, igual que ha hecho con las axilas, y luego se los retuerce con un pellizco brusco que hace que Izuku vuelva a intentar alzar las caderas y gima en un quejido audible.
—Abre las piernas y hazme sitio —le ordena.
Izuku obedece. Katsuki se arrodilla entre sus piernas. Tiene la polla tan dura dentro del pantalón deportivo que tensa la tela hacia afuera, marcando un bulto notablemente visible. No obstante, Izuku está aún más duro que él. Lo ha podido percibir mientras lo afeitaba, rozándose con su culo, grande y duro. Y lo puede ver ahora, estremeciéndose con un saltito encima de su pubis cuando Izuku contrae involuntariamente los músculos del suelo pélvico.
Tiene que poner una mano en el pecho de Izuku para que deje de estremecerse cuando la navaja de barbero empieza a bordear el vello de su ombligo y continúa su camino hacia el pubis, que tiene que embadurnar hasta tres veces de espuma, porque Izuku lo tiene tan largo que Katsuki puede enredar los dedos en él y tirar. Como la erección de Izuku reposa justo encima y la brocha la roza, manchándola de la espuma de afeitar, Izuku trata de incorporarse, súbitamente preocupado por el bienestar de esa parte de su anatomía cuando Katsuki deja el cuenco en la mesita de noche y sujeta la navaja de barbero de nuevo en la mano.
Disimulando una sonrisa, Katsuki desliza la mano que tiene en el pecho de Izuku, en una caricia lánguida, y luego sujeta la base del pene de Izuku para levantarlo y alejarlo del borde afilado de la cuchilla, manipulándolo con gentileza entre sus dedos. Fingiendo que es un movimiento casual, aunque en realidad está concentrado en lo que hace con ambas manos, tira del prepucio de Izuku hacia abajo y sitúa el dedo pulgar sobre el frenillo, uno de los puntos más sensibles de este. Izuku hace un sonido con la garganta, a medio camino entre un ronroneo y un gemido, pero Katsuki chasquea la lengua, reprendiéndolo mientras internamente se ríe por el sonrojo excitado de su novio.
El vello de Izuku, mezclado con la espuma de afeitar, va llenando el cuenco de agua donde enjuaga la hojilla. A cambio, su piel pálida, con alguna que otra peca dispersa, oculta hasta ahora por el espeso vello corporal, asoma paulatinamente, para satisfacción de Katsuki, que nota el pantalón deportivo húmedo ahí donde la tela roza con su glande.
Bordea la base del pene de Izuku con la cuchilla, apurando el vello todo lo que puede. Eso lo obliga a mover el pene de este todo el tiempo. Cuando por fin ha conseguido despejar todo el pubis de vello, lo limpia con la toalla, satisfecho por la expresión excitada de Izuku, similar a la que debe tener él. Sujeta su polla una vez más, para depositar un beso en el afeitado pubis y luego lo deja descansar, con el glande aún descubierto, sobre la piel ahora desnuda.
—¡Kacchan! —exclama Izuku, asustado, cuando Katsuki sujeta su polla con los dedos de la mano izquierda, el pulgar en la base y el meñique en el frenillo, para pasar la cuchilla por el tronco del pene.
—No seas idiota —lo interrumpe Katsuki, concentrado. La polla de Izuku es, a su juicio, la más bonita que ha visto nunca. Aunque, técnicamente, todas las que ha visto ha sido en vistazos casuales y no intencionados: vestuarios y baños, mayormente. Y ninguna estaba erecta, al contrario que la de Izuku ahora. La parte inferior, al lado de donde está pasando la cuchilla, tiene muy marcado el tubo de la uretra, que se hunde si Katsuki la presiona, dando un aspecto de cremallera a esa parte. En el lateral, una vena se enrosca alrededor del tronco, menos protuberante que la que Katsuki tiene, pero que palpita cuando este aprieta la base de la polla de Izuku—. Aquí también hay pelo, aunque tú no lo veas y no se note.
—¡No es eso! —avisa Izuku, ruborizándose por la vergüenza.
No le da tiempo a avisar mejor. Katsuki aparta la cuchilla justo a tiempo, antes de que el pene de Izuku se estremezca y vibre, escupiendo varias tandas de semen sobre sus caderas y formando un charquito de líquido blanco. El orgasmo, a pesar de que Katsuki se ha retirado y no lo está tocando, durante más de diez segundos y ha hecho que Izuku suspire profundamente, tratando infructuosamente de tragarse un gemido de placer.
—Joder, Deku —dice Katsuki, admirativamente.
—L-lo siento —murmura Izuku, abochornado.
—Eres lo más jodidamente sexi que he visto nunca —dice Katsuki, descartando las avergonzadas disculpas de Izuku—. Mierda, te he dicho que no puedes ser tan tierno. No, no te muevas, carajo. Ahora te limpio yo —añade cuando Izuku hace ademán de irse a limpiar con los dedos, empeorando.
No obstante, Katsuki termina primero lo que estaba haciendo, pasando suavemente la cuchilla por el tronco del pene de Izuku antes de que termine de perder la erección tras eyacular. No lo dice en voz alta, pero cuando Izuku se ha corrido, él ha estado a punto de hacerlo también. Con la diferencia de que, al contrario que el otro chico, que al menos estaba recibiendo un estímulo directo, él ni siquiera se estaba tocando a sí mismo. La idea de correrse viendo cómo Izuku lo hace, o afeitándolo, no lo avergüenza, porque el chico de pelo verde es la cosa más sensual del mundo cuando se estremece bajo sus manos por algo que él le esté haciendo y sabía perfectamente lo cachondo que le iba a poner hacer esto, pero prefiere durar un poco más, por encantador que encuentre que Izuku sea incapaz de contenerse nunca.
Juguetea con el pene, ya flácido, de Izuku, divertido por la forma en la que la humedad de su semen ha lubricado lo suficiente su glande como para que la piel que lo recubre se deslice con facilidad, incluso aunque ya no esté duro, cuando lo limpia con la toalla, secándolo con esmero. Después, deposita un beso en el pene de este y pasa la punta de la lengua, satisfecho al no notar ni un solo cabello.
—No hemos terminado, Deku —advierte Katsuki, al ver que este se incorpora sobre los codos para ver qué está haciendo.
La parte más difícil cuando él se afeita son, sin duda, los huevos. A veces lo hace con una cuchilla de afeitar desechable, aunque luego le piquen, sólo por no arriesgarse con el pequeño pegote de cera que utiliza para dar pequeños toques e ir retirando el vello. Ahora, manteniendo el pene de Izuku hacia arriba con el dedo meñique y estirando la piel del escroto con los demás, se aplica con cuidado. Oye que Izuku le pregunta algo, posiblemente ofreciéndole su ayuda, pero no lo escucha, concentrado como está en no hacerle siquiera un pequeño corte accidental. Satisfecho cuando pasa una punta de la toalla por ellos, secándolos, se los mete en la boca para comprobar que ha hecho un buen trabajo y luego vuelve a limpiarlos con la esponjosa tela.
—¿Vas a volver a ponerte duro, Deku? —pregunta en tono burlón, porque Izuku se está mordiendo los nudillos de la mano y tiene los ojos cerrados—. Ahora necesito… de tu pequeño don.
Izuku comprende a qué se refiere, porque levanta las piernas de la cama. Aunque no lo necesita, Katsuki le ayuda a empujarlas hasta que Izuku se sujeta con las manos los tobillos junto al rostro, doblado sobre sí mismo. Katsuki reprime otra palabrota más, admirando la flexibilidad de Izuku. Él también lo es, puede incluso abrir sus piernas por completo cuando estira y calienta antes de una patrulla, pero ni broma llega a los niveles que lo hace Izuku, que es capaz de rascarse la nuca con el pie, hacer posturas de yoga imposibles para él o chuparse a sí mismo la polla, como a veces hace para el deleite de Katsuki.
La postura, que Izuku utiliza a menudo cuando follan, hace que su culo se abra para Katsuki. A este le gusta especialmente, porque le permite penetrarlo más profundamente que ninguna otra. Cuando la ponen en práctica, siente que el culo de Izuku lo acoge por completo, que puede enterrarse tanto que sólo la idea de hacerlo lo pone cachondísimo.
Sin embargo, ahora traga saliva y trata de mantener la concentración. El ano de Izuku, pequeño y arrugado, rodeado de vello húmedo por el sudor, se contrae cuando Katsuki pasa la brocha de afeitar por encima de él, embadurnándolo de espuma blanca. Es sorprendentemente pequeño, a pesar de que siempre se estira con facilidad para acoger los dedos o la polla de Katsuki. En una ocasión, sólo por experimentar, utilizó un dildo que era casi tres veces más grande que su propio pene, disfrutando del placer de ver el ano de Izuku abriéndose lentamente a su paso. Cuando terminaron, el culo de este quedó un poco abierto, pero a las pocas horas había vuelto a cerrarse.
Izuku apenas tiene vello en el culo. Paradójicamente, se concentra más en sus muslos, justo bajo la curva de sus nalgas, que es donde empieza a aparecer. El vello que bajaba del pubis, enmarcando su pene y sus huevos, sí se condensa en el breve espacio que separa el escroto del ano, vellos de color verde oscuros, y en el pliegue entre los dos glúteos. En cambio, en las nalgas redondeadas y suaves, es tan imperceptible que parece tan aterciopelado como las zonas que acaba de terminar de afeitar. Tanto, que Katsuki suele burlarse de él, aludiendo a lo blanco y lampiño que tiene el culo.
Sin embargo, ahora quiere afeitar ese vello, tampoco demasiado abundante, que se ha quedado en solitario. Sabe que la cuchilla no es lo más eficaz, pero de nuevo, no ha querido asustar a Izuku utilizando la cera, pretendiendo hacerlo en la siguiente ocasión, una vez este se acostumbre a estar sin vello y vea lo muchísimo que le pone.
Se sitúa de manera que queda arrodillado en la cama, con los muslos bajo las caderas alzadas de Izuku. Este se dobla tanto sobre si mismo, alzando el culo, que es la postura ideal para trabajar en él. En otra ocasión, Katsuki habría aprovechado para acunarle las nalgas con las manos y chuparle el diminuto ano, estirándolo con la lengua, hasta que Izuku se hubiese corrido. Ahora, en cambio, desliza la cuchilla suave y lentamente, rodeando el borde fruncido para no hacerle daño. Le cuesta dejar todos los recovecos libres de pelo, pero lo consigue en cuanto pasa la navaja por tercera vez. De vez en cuando, mira a Izuku, pendiente de sus reacciones. Este traga saliva con dificultad por la excitación y sigue sonrojado y relajado, así que Katsuki deduce que le está gustando la experiencia.
Le limpia con la toalla cuando termina, pero no permite que Izuku relaje las piernas.
—¿Estás muy cansado? —pregunta, aunque sabe que no es así. El otro chico niega con la cabeza—. Entonces, voy a recoger los frutos de mi trabajo.
Ahora sí, Katsuki deja a un lado la navaja de barbero y los cuencos, olvidándose de ellos, y sujeta los glúteos de Izuku para hundir la boca en su ano. Tantea inmediatamente con la lengua, notando el sabor dulzón de la espuma de afeitar en ella, y el aroma agradable de la misma en la nariz, que roza el perineo y la base del escroto.
No sabe en qué momento descubrió que le gustan los genitales afeitados. Quizá porque a él le gusta llevarlos depilados. Nunca se lo ha confesado a Izuku, porque para él está bien que este prefiera llevar el vello, pero ahora que le ha permitido quitárselo, sabe que no va a poder resistirse a repetir la experiencia. Y que esta semana no va a poder separar su boca de las zonas que ha despejado de pelo. De ninguna de ellas. No se impacienta demasiado por el momento en el que lo depile con cera, sobre todo sus partes íntimas. Está deseando ver cómo los pequeños toques, arrancando los pelos, mientras manipula con las manos la polla y los huevos de Izuku lo hacen estremecerse, combinando el dolor con el placer y haciéndolo correrse otra vez, sin que pueda hacer nada por evitarlo, pero sabe que no será dentro de mucho tiempo, pues el vello tarda menos en crecer tras cortarlo con la cuchilla.
—¡Oh, Kacchan! —dice Izuku, extasiado, cuando llega un rato comiéndole el culo. Tanto, que ha perdido la noción del tiempo, pero es que la suavidad de la piel depilada alrededor de su ano y la de los huevos, que de vez en cuando lame y se mete en la boca, ha nublado sus sentidos por la excitación.
—¿Te vas a correr ya, Deku? —pregunta, burlón, pero Izuku niega con la cabeza. Está duro, eso sí, tanto como antes de eyacular por primera vez.
—Perfecto, porque voy a follarte.
Ayuda a Izuku a pasarse los tobillos por detrás de la cabeza, cruzándolos entre sí a la altura de la nuca. Luego, guía la polla de este, dura y húmeda por el líquido preseminal, hasta que roza sus labios. Izuku se ayuda de las manos, empujándose la cabeza hacia adelante, para poder chuparse el glande a sí mismo. Es suficiente, sabe bien Katsuki. Izuku puede meterse aún más cantidad de polla en la boca, porque es lo suficientemente flexible para ello, pero no lo necesita si se lo está follando, pues la propia fuerza de las embestidas lo hará por él.
Katsuki se incorpora, flexionando las rodillas para dirigir su polla al ano de Izuku, que se contrae y estira, esperándolo. Lo penetra de un golpe, impaciente. No va a ser capaz de durar mucho, pero por la forma en la que Izuku cierra los ojos y succiona con la boca, chupándose la polla a sí mismo, no va a ser necesario que lo haga.
Se sostiene de las nalgas de Izuku para no perder el equilibrio, abriéndolas lo más posible, mientras entra y sale de su interior con un ritmo rápido y brusco. El culo de Izuku, suave, se aprieta a su alrededor con fuerza.
—No te lo tragues —avisa Katsuki.
Izuku le contesta con un gemido ahogado por su propia polla. La forma en la que su ano se contrae le indica a Katsuki que se está corriendo. Puede contar tres contracciones, e incluso una cuarta, antes de que Izuku abra los ojos. Sigue teniendo la polla dentro de la boca, pero ya no chupa. Aumentando el ritmo, Katsuki embiste todo lo profundo que puede dentro de él, ignorando los sollozos y gimoteos de la garganta de su novio, hasta que siente que está a punto de correrse él también, apenas un minuto después.
Saliendo del interior de Izuku, sigue estimulándose a sí mismo, masturbándose con la mano derecha, mientras este se estira, desdoblándose, y se incorpora sobre los codos, abriendo la boca, ansioso. Encima de la lengua, tal y como le ha ordenado Katsuki, está el espeso semen blanco, mezclándose ya con la saliva de Izuku, menos abundante que en la eyaculación anterior.
Katsuki se fuerza a mantener los ojos abiertos durante el orgasmo, para poder apuntar bien. El primer chorro, desafortunadamente, cae en la comisura del labio de Izuku, resbalando en dirección a la barbilla, pero consigue corregir la dirección a tiempo para que el segundo sí caiga dentro de la boca de Izuku. Y el tercero y el cuarto, mezclándose con el semen de este y su saliva.
Cuando Katsuki gruñe, satisfecho, Izuku cierra la boca, pero se relame con la lengua el labio inferior y la comisura, tratando de recoger las gotas rebeldes que han conseguido escapar al principio. Su rostro, pecoso, sonrojado y feliz, un tanto despeinado, con parte del vello ausente del cuerpo, es tan bonito que Katsuki apenas puede esperar a que los últimos espasmos del orgasmo se desvanezcan para asaltarle la boca con la suya, compartiendo la saliva y el semen que Izuku ha guardado para ambos.
Minutos después, todavía con el sabor ligeramente agrio del semen en la lengua, ambos yacen sobre la cama. Izuku se ha acurrucado delante del pecho de Katsuki, que lo abraza, acariciando las zonas de piel aterciopelada que le ha afeitado. En voz baja, junto a su oído, le confiesa todas las cosas que quiere hacerle, aprovechando la situación, e Izuku se ruboriza aún más, pero asiente con determinación.
—Te va a picar de narices —dice Katsuki, un tanto arrepentido por haber escogido la cuchilla al final.
—No me importa —afirma Izuku en voz baja. Se quedan un rato más en silencio, abrazados, disfrutando de la somnolencia posterior al orgasmo, hasta que este vuelve a hablar—. ¿Terminamos?
—Por supuesto —dice Katsuki, levantándose y arrastrándolo hasta el cuarto de baño, donde tiene preparada una maquinilla de afeitar eléctrica para terminar de retirar el vello de los brazos y piernas de Izuku, dejándolo completamente lampiño. Incapaz de resistirse, deja besos en el abdomen de Izuku, en su pene y en los pectorales, mientras lo hace, poniéndose duro por segunda vez.
Y, aunque Izuku se burla de él, llamándolo insaciable, interrumpe su tarea cuando todavía le queda una pierna para terminar y lo estrella contra la pared, follándoselo de nuevo, tan cachondo que apenas puede pensar.
Nota: Tenía curiosidad por saber si esto era realmente una "demanda" en el gran público que es internet, porque yo no conocía la palabra (aunque sí el concepto general de la atracción sexual por los genitales depilados). Y... sí. Aunque no sé por qué me sorprendo, la verdad. Quiero creer que los dos o tres vídeos que he visto para ver parte del proceso (lo siento, no he sabido definir mejor la cera que utilizan para las partes íntimas que usan en esos vídeos) y que han inspirado una parte directa del fic porque me pareció que no deja de ser una idea excitante, son "guionizados" y que no han puesto a nadie no involucrade en la fantasía en esa tesitura, la verdad. Me parece bien que la gente cumpla sus fantasías sexuales, siempre que no impliquen a trabajadoras que no tienen nada que ver en ellas.
La postura de Izuku en la parte final del fic, por cierto, también está referenciada en un vídeo. No sabía que eso se podía hacer, al menos de esa manera, jajaja. O sea, sí que algunas personas se llegasen, pero no con la facilidad (y profundidad) de este chico. Así que tuve que escribirlo. Y debería añadir que me parece sorprendente la cantidad de palabras que puede llegar a ocultar afeitar cuatro zonas concretas del cuerpo, JAJAJA. Espero que no se hayan hecho muy repetitivas las descripciones y haber conseguido lo que quería (ir cocinando a fuego lento el camino hacia el final, en lugar de lanzarlo directamente).
