TITULO: RIVALRY
PRIMERA PARTE.
Serie: Smallville
Pairings: ?/?
Category: Slash, Nc-17.
Raiting: PG-13, R, Nc-17.
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Smallville, e invitados. Ellos pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
Tiempo: Tercera temporada. Después del capitulo donde Lex Luthor es ingresado en un sanatorio Psiquiátrico.
En calidad de Universo Alterno.
Lugar: Metrópolis.
FEEDBACK: katrinna_le_fay@yahoo.com.mx
katrinna_le_fay@hotmail.com shania_xs@hotmail.com
Una nueva historia. Esta vez con algo un poco más complejo.
Es mi primera historia de Smallville y espero que todo salga bien.
Me permití también agregar a cierto personaje "Gótico", que hará que la historia tenga mucho más realce.
También modifiqué algunos factores, como edades
Y aspectos sociales de algunos personajes.
Sin más por el momento, disfruten lo que viene ^^
Metrópolis siempre había sido la cuna de la industria y la tecnología. Creada como proyecto tecnológico americano, pasó a formar parte de la industria mundial. Bautizada con renombre ilustre que denotaba grandeza.
Metrópolis era la capital del poder. Ciudad perfecta donde las empresas mas célebres y mundiales reinaban.
Cabeza de infinidad de proyectos, pero también, de mayúsculos enfrentamientos políticos y mercantiles.
Potencia mundial en la industria, las empresas Luthor Corp eran los gangsters del imperio y no había nadie que despreciara un contrato con ellos.
Media ciudad era controlada por los Luthor y aunque el alcalde quisiera desmentirlo, el capital Luthor también lo controlaba.
Cualquiera diría que lo tenían todo, más Lionel Luthor, hombre astuto por naturaleza, quería más.
La sed de gloria y poderío corría por sus venas y dispuesto a todo estaba por conseguirlo.
Matar, mutilar, limpiar con perfección eran sus armas blancas de ataque. Su única detención, quizás, su hijo. Al cual protegía con elementos apuntados en la hostilidad y el odio.
Más decía amarlo, adorarlo e idolatrarlo. Excepto que, eventos casi recientes, como los "choques eléctricos", mostraban contradicciones a sus palabras. Pero los oscuros sentimientos en el interior se depositan y solo él sabía, lo que en realidad pretendía contra su "unigénito".
Por eso y en contra de todo el estereotipo de "rival" que Lionel mostraba contra la compañía de su hijo, decidió mostrarle lo interesado que estaba por ayudar a "LexCorp".
En el fondo el afamado e inteligente hombre sabía, que le convenía mantener la imagen buena de un padre devoto e interesado. Pero los planes que a futuro tenía para su hijo y compañía, después se evidenciarían.
Por el momento dejaría "libre" la cuerda que sujetaba a Alexander Luthor. Le daría confianza, le daría poder, para en el momento debido, estirar nuevamente de esa cuerda y sujetar de manera perfecta y meticulosa las acciones de su hijo.
Por el momento le mostraría interés y comprensión.
Por el momento invertiría con él y por el momento dejaría que su hijo sospechara de más.
Solo por el momento, mientras encontraba la forma correcta de controlar el mundo entero.
Su hijo y nuevas inversiones serían cuartada perfecta.
Mientras Alexander disfrutaba siendo "mortal". Lionel lo miraría desde su trono en la gloria. Sonriendo, riendo, moviendo a su antojo los hilos necesarios.
Mientras Alexander se concentraba en negocios burdos y existencias banales; él conseguiría un mundo de Dioses.
Y al final, cuando Alexander viera sus elecciones, miraría entonces desperdicio desmedido.
Por el momento dejaría que su hijo continuara con amistades absurdas. Con sentimientos de patriotismo y hermandad.
Por el momento permitiría que Alexander se sintiera un mortal, para darle el privilegio de una vida sin igual.
Pero después Alexander, caería en la desgracia.
Lionel sería entonces un nuevo monarca y nadie en el camino habría que compitiera con su ingenio.
Y es que miraba en su hijo a un rival perfecto.
Habría entonces que sacarlo del juego con limpieza. Con dignidad y paciencia.
Y nada mejor que en un pequeño pueblo campirano, donde hechos fantásticos ocurrían sin que Alexander supiera el por qué de las cosas.
Donde él era el "Rey" de un basto imperio; y donde él podía contemplar a la humanidad con caridad y la absurda palabreja llamada, "amor".
En Smallville, Lex no haría nada, pues mientras la amistad del adolescente ojiverde, estuviera a su lado, el lado fiero, el lado metódico y frío de Alexander no se evidenciaría y él no tendría peligros ni oponentes en la vida.
Y mientras pensaba en todo esto, sentado en el cuadragésimo segundo piso, de su amada corporación, la puerta se abrió de pronto, haciéndole perder concentración.
No giró de inmediato en su silla. Se tomó el tiempo para volver a sentirse el dueño del mundo, pues Metrópolis descansaba al pie de su imperio, de su mano y manejo.
Su eterno vaso de whisky en su mano sujetaba y de fondo alguna ópera que simulaba la gloria.
En la vida no había nada que pudiera hacerlo sentir tan libre. Ni mujeres ni hombres, mucho menos millones ni beneficios.
Para que él se sintiera Dios, solo bastaba un movimiento de mano, porque él, ya era un Dios.
-¿Señor Luthor?. Llamó su secretaria. Mirar a su jefe en semejante transe grandioso le resultaba ansioso.
Y es que el hombre de eterna cabellera larga y de pulcros trajes negros, siempre diferiría entre la psicosis y la realidad.
¿Cómo era posible que un simple mortal pudiera sentirse tan poderoso?.
La respuesta era sencilla, si se conocían las razones.
La joven miró girar la silla del Luthor y trató de aparentar serenidad y paciencia.
Si un dejo de debilidad mostraba, su puesto peligraría en el acto.
Lionel Luthor era la "perfección" en persona.
El jefe Luthor esperó a que su secretaria hablara. Odiaba ser interrumpido en momentos de gloria.
-Comunicarle que son las dos de la tarde, señor. Pronunció la joven, mirando expectante como los largos y delgados dedos de su jefe, acariciaban el vaso de cristal entre sus manos.
Sus ojos gatunos en ella se posaban; indagando, mostrando superioridad y refinamiento.
-Preparen el auto. Fue todo lo que dijo, para girar nuevamente su silla y contemplar las calles del que algún día su basto imperio sería.
La joven salió del lujoso despacho, a comunicarle al chofer del alto Luthor, que su limosina debía estar lista en dos minutos.
Ella sabía, que su jefe podía salir en seguida o bien en cinco horas más. El carácter de Lionel Luthor era impredecible.
Pero en esa ocasión, el mayor de los Luthor no podía darse el lujo de retrazar su salida, pues no le convenía que el segundo hombre, quizá, más poderoso sobre la tierra, esperara por él.
Por eso y con pereza, se levantó de su silla y ante la imposibilidad de quedarse a escuchar el momento culmine de su "opera prima", dejó su despacho, como se deja el hogar amado.
Su limosina esperando puntual y el recorrido en ella fue natural.
Gustaba de los paseos largos y sin fin, sobre todo si eran por la enorme ciudad, cuyos rascacielos pretendían combatir contra su imperio.
Amaba el sonido del auto caminar, sobre el adoquín quemante de la eterna ciudad sin sueño.
Y disfrutaba de saber que a su paso las personas abrían el camino, pues siendo él tan importante, su deber era verlo pasar sin resentimiento.
Pero su viaje en aquella ocasión fue corto, pues su fiel chofer le indicó que a su destino habían arribado.
Con un suspiro descendió de su auto y con elegancia en las venas, el umbral del más caro y lujoso restaurante cruzó sin pena.
-Lo están esperando, señor Luthor. Le indicó con gentileza el gerente del lugar, quien salía a recibirlo, siempre que el gran empresario reservaba un lugar.
Mientras caminaba al lado del hombre que le indicaría su asiento, se preguntó por vez primera que aspecto tendría su "compañero".
Y es que nadie conocía en realidad, el rostro de aquel ilustre millonario, que había levantado una empresa olvidada y que hasta ese día era una de las más aclamadas.
No se presentaba en público, a pesar de que la prensa asediaba su mística mansión.
Prefería dejar los halagos y demostraciones de lado, para evitar que alguien se infiltrara demasiado en su vida.
Cuando mucho calculaba veinticinco años de edad, pero bien su aritmética podía errar, pues según la prensa afina, el heredero acababa de tomar posesión de su millonaria herencia. Un punto importante para Lionel sin duda.
Su mesa preferida, fue entonces el final de su camino.
Sentado y mirando un poco a la mesa de a lado, se encontraba un hombre de cabellos negros, canos en algunos lugares.
Aspecto refinado, y de apariencia un poco mayor a la calculada.
Sonrió despreocupado, aparentando cordialidad. Era el as de la hipocresía y orgulloso estaba de aparentar.
-Buenas tardes, me disculpo por el retraso. Saludó Lionel, extendiendo su brazo, al hombre que se levantó y saludó en el acto.
-Acabo de llegar, no se preocupe. Respondió el hombre, indicándole una silla a su lado.
-Debo confesar que me ha sorprendido. No pensé que accedería a presentarse ante mí, sin ninguna traba por delante. Sonrió Lionel, en el instante en que le servían un coñac doble.
-¿Y por qué no habría de presentarme, cuando la oferta que me hizo lucía bastante interesante?. Preguntó con sonrisa en labios el hombre, haciendo al camarero una seña.
-No se presenta en público, Señor Wayne. Y me extraña que viniendo hasta Metrópolis, la prensa ni guardaespaldas lo siguieran. Sonrió Lionel, pues no pretendía que nadie se burlara de su intelecto.
-No todo el mundo tiene que enterarse de lo que hago. Sonrió el hombre, bebiendo de su copa de agua.-Guarda espaldas los tengo y si decidí venir hasta Metrópolis y presentarme ante usted, fue por la excelente demostración que me brindó vía satélite de ese proyecto y negocio suyo.
Sé aprovechar oportunidades.
Lionel rió de manera comprometedora. Al parecer había juzgado demasiado débil y tonto al multimillonario Bruce Wayne.
Ciudad Gótica era la sede de muchas ramas de LuthorCorp, pero las empresas Wayne estaban a la par de su imperio.
¿Cómo no negociar con un millonario, que podía darle financiamiento legal a muchos de sus "proyectos"?.
Por eso lo había contactado. El millonario "Gótico" accedió a visitarle en Metrópolis. Su suerte no podía ser mayor.
-¿Y qué le parece entonces hablar de ello?. Propuso Lionel, deseando cerrar un contrato cuanto antes.
-No muestre impaciencia, señor Luthor. Las cosas a su tiempo se darán. Sonrió el hombre.- Lo que quiero, en este momento, es conocerlo más.
-Conocerme no era parte del trato. Sonrió Lionel, cada vez menos centrado en continuar con su hipocresía.
-Si voy a cerrar un contrato millonario, es necesario que conozca a qué manos irá a parar todo ese dinero.
La clave, de un buen progreso, está en saber conocer al socios. Sugirió Bruce Wayne.
-¿Qué le interesa saber de mí, señor Wayne?. Preguntó Lionel, recargándose con suavidad en la cómoda silla.-¿Acaso no confía en el prestigio que me respalda?.
-No es que no confíe, señor Luthor. Es simplemente que para ciertos asuntos, es preferible el conocimiento en persona. Sonrió Bruce.
-Pues la verdad no sé que pueda interesarle de mí. Tengo todo un historial respaldándome y no creo que haya ser, en este planeta, que no me conozca. Cualquiera podría hablarle sobre mí. Rió con auto adulación el millonario Luthor. Aquella pose de aparente inteligencia que Bruce Wayne quería mostrar con él, le pareció fanfarronería absoluta.
Bruce Wayne solo sonrió a medias, analizando cada palabra que el mayor de los Luthor decía.
Al parecer un arrogante hombre era. Arrogante, pero poderoso. No le dio buena espina.
-En realidad no hay mucho que hablar sobre mí, solo que he fundado mi empresa desde la nada, igual que usted.
-Mi empresa estaba ya en el "mercado", fue solo cuestión de tiempo para que retomara el balance correcto. Indicó Wayne.
-Bien, si vamos a hablar de mí, le sugiero que me hable también de usted. Si mal no tengo entendido, acaba de obtener una gran herencia, ¿no es así?. Cuestionó Lionel, bebiendo de su copa.
-Así es.
-Pero no...con todo el respeto debido, pensé que era mas joven. Lionel sonrió, importándole muy poco si había sonado irrespetuoso o no, pero el empresario Bruce Wayne del que le habían hablado, no era precisamente el que tenía enfrente, por lo menos no en edad.
Bruce Wayne lanzó una carcajada, que más de un comensal atribuyó como indebida.
-Señor Luthor, no pensé que le importara la edad.
-En lo absoluto, pero ciertamente algunas cosas no concuerdan con otras.
-Veo que me ha investigado bien. Sonrió Wayne.
-Por supuesto, debo investigar a todos mis socios. No deseo que nada se pierda.
-Muy ingenioso, debo decir que muy ingenioso.
Una risa en la mesa de al lado ocasionó que Lionel volteara con enfado.
Nadie jamás osaría reír mientras él no lo permitiera.
Un muchacho de unos dieciocho años, vestido con un Armany impecable. De cabellera ébano y ojos azules, reía sin control.
Al parecer se encontraba solo y a Lionel no le cupo duda de que el muchacho se burlaba de él.
-Disculpa, pero hay mayores conversando. No deberían dejar entrar chiquillos irrespetuosos aquí. Señaló, haciéndole un ademán al gerente para que se acercara. Por mucho dinero que el muchacho tuviera, haría que lo sacaran del lugar.
-Oh, señor Luthor, ¿Acaso no le gustan los adolescentes?. Preguntó el muchacho, colocando su copa en la mesa y poniéndose de pié.
Lionel lo miró con indiferencia. ¿Qué se creía ese chiquillo que era?.
-No tengo porque responderle a un maleducado mocoso como tú.
-Oh...¿Prejuicioso?. Entonces no es quien yo suponía.
El muchacho se sentó al lado de Bruce Wayne y miró a Lionel con irreverencia.
-¿Pero quién te has creído que eres para mirarme así?. Se exaltó el Luthor, arto de aquel muchacho.
Si por algo había enviado a su hijo a internados, había sido por aquella poca ética que los adolescentes podían mostrar.
Odiaba su comportamiento, odiaba sus modales y sobre todo, odiaba el egocentrismo y arrogancia que mostraban al hablar con las personas.
El muchacho volvió a reír, pero en el acto y sin que Lionel lo esperara, tanto Bruce Wayne como el muchacho se pusieron de pie.
-Dejaré que piense un poco sobre este recibimiento, señor Luthor. Si voy a realizar tratos con usted, es mejor que marquemos un límite y un respeto equitativo. Señaló el muchacho a un Lionel estupefacto.-Él es Alfred, mi mayordomo. Se hace pasar por mí en ocasiones que merecen de un análisis y criterio más austero por mí.
Yo soy Bruce Wayne, dueño de las empresas Wayne en ciudad Gótica y con quien usted en realidad quiere negociar.
Si continua con su proposición, solo búsqueme. Estaré en Metrópolis un par de días más, cerrando algunos contratos que en realidad me son indiferentes, pero necesarios para progresar.
Con su permiso, señor Luthor.
Y el muchacho salió con diplomacia del lugar, seguido por Alfred y un par de guardaespaldas que habían estado sentados en una mesa vecina.
Por vez primera en su larga y magnífica vida, Lionel Luthor se sintió como un niño engañado ante la realidad de que Papá Noel no existe y que todo regalo navideño es cortesía de papá y mamá.
Lionel Luthor se sintió humillado, pero sonrió, pues Bruce Wayne había tenido un excelente y buen plan.
Ni siquiera a él se le habría ocurrido semejante idea y tuvo que admitir que no había previsto eso.
Así que sin más, pidió al camero otro coñac y sonrió aun más. Sin duda, sus planes serían maravillosos con Wayne en el camino.
Un adolescente risueño, con personalidad altiva, iba a serle de mucha más utilidad que un posible viejo fanfarrón.
Sin duda, la vida era bella y le sonreía como siempre.
***
Tres días pasaron desde aquel encuentro en el restaurante.
El verdadero Bruce Wayne se encontraba admirando un Rembrandt auténtico, exhibido en el despacho de Lionel Luthor.
Por la mañana había recibido un llamado, el que había estado esperando aquellos días.
Sin duda el mayor de los Luthor había pensado mejor las cosas y decidió realizar el contrato con la empresas Wayne.
Alfred le había dicho ya más de diez veces que Lionel Luthor no era de fiar, pero pensando como accionista y empresario, y no como adolescente, decidió arriesgarse y entrevistarse con el pedante hombre.
Tenía diecisiete años y debido a su condición de "huérfano", había tenido que madurar y aprender cosas que a cualquier adolescente de su edad en ese momento no le importaban.
La pérdida de su padre, le había costado aprender libros y libros enteros de mercadotecnia, derecho legal y finanzas, entre otros, a muy corta edad.
¿Y todo para qué?, Para hacerse cargo de las empresas de su padre, de las cuales dueño y único heredero era.
Alfred siempre lo había apoyado. El mayordomo era más un padre que lo que era en realidad y agradecido estaba con él por no dejarlo solo.
Trucos financieros, como él llamaba al juego de personalidades que Lionel Luthor había visto; se llevaban a cabo solo para que él pudiera mirar más de cerca y con verdadera "realidad", al susodicho inversionista.
La ley había hecho una excepción con él y hacia solo dos meses que el gobierno de ciudad Gótica le hubo entregado la herencia y el total manejo de la empresas Wayne.
Era por ese factor y su "juventud", que no gustaba de mostrarse en público. Prefería guardar su distancia y dejar que Alfred lo ayudara.
En el fondo seguía siendo un adolescente común y corriente, pero el dolor de la pérdida y el recuerdo de aquella noche que le arrebatara a sus padres, lo habían marcado de por vida y era por eso que la jovialidad de un adolescente normal no existía en su interior.
Prefería ser introvertido y analítico, a un chico impulsivo y con poco tacto.
Era más responsable incluso que un adulto, pero las hormonas, benditas hormona, eran la diferencia de su mente y cuerpo.
Caminó un poco por el amplio despacho y se encontró de frente con un espejo, que le regresó el reflejo de un muchacho atractivo y hasta cierto punto musculoso.
Sonrió con orgullo. Desde hacía meses que su mente maquinaba en un gran proyecto y no era empresarial, sino uno, que le traería la tan anhelada venganza a su alma.
La venganza que terminaría con el sufrimiento e injusticias de muchas víctimas de corrupción y violencia; como sus padres lo habían sido.
Por eso se ejercitaba y pasaba largas horas merodeando, encubierto, por los barrios bajos Góticos, aprendiendo tácticas e instruyéndose en artes marciales y tecnología.
Bruce Wayne estaba seguro de que en un futuro no muy lejano, un nuevo patrón de "héroe", renacería y él estaría orgulloso de llevar a cabo, las más duras tareas, con tal de derrocar al mal y cumplir su venganza.
No tuvo tiempo de reiterar su compromiso, cuando la puerta del despacho se abrió y Lionel Luthor apareció en escena.
Como siempre vestía de negro y su melena castaña cubría sus hombros con rebeldía.
Bruce pensó que el "viejo" aun vivía en las "cavernas".
Se felicitó por un pensamiento demasiado infantil y analítico.
-Buen día...Bruce. Saludó Lionel, dudando en como dirigirse hacia su nuevo socio.
-Buen día, señor Luthor. Respondió el chico, tendiéndole la mano al hombre.
-Me surgió un percance, me disculpo por la espera. Sonrió Lionel y le indicó a su visitante que tomara asiento en un sofá a su derecha.
-Descuide, no esperé mucho en realidad.
-Veo que su mayordomo no lo acompañó hoy. Inquirió el hombre, sintiéndose un poco humillado ante el recuerdo de días pasados.
-Alfred tiene asuntos que resolver para mí. No es un simple mayordomo. Aclaró el muchacho.
-Lo sé, me lo puedo imaginar. Sonrió Lionel, tomando asiento al lado de Bruce.
-Bien, al grano entonces. ¿Qué pensaste sobre mi propuesta?. Preguntó Lionel, mirando fijamente a su acompañante.
-Es buena. ¿Pero cree usted que con mi empresa y la cantidad de negocios que tengo, voy a aceptar lo que me propone?. Creo que en eso diferimos. Añadió el muchacho con el seño fruncido. Pues esa mañana Lionel le había sugerido que el negocio cambiaba y que deseaba invertir capital en las empresas que su hijo manejaba, en el pueblo de Smallville, a las afueras de Metrópolis.
Más esa no era la cuestión, Lionel lo invitaba a pasar una temporada en aquel pintoresco condado, donde él analizaría más detalladamente las cosas y podría supervisar que todo estuviera en excelentes condiciones para la firma de un contrato gigantesco, donde las empresas Wayne se asociarían a las de Lionel Luthor o a las de su hijo, en dado caso.
De buena manera hubiera enviado a Alfred a investigar, pero Lionel quería, como único punto, que fuera él personalmente a verificarlo todo; algo que por cuestiones ya expuestas, no podía hacer.
-Debe tener a alguien de confianza para que maneje tus empresas. No pido mucho tiempo, solo quiero que verifiques que todo marche en orden.
Me gusta demostrar la perfección en las cosas. Sonrió el mayor de los Luthor, encendiendo un pudo.
-Tengo personas de confianza. Pero sigo insistiendo en que no hay razón para que yo "verifique" las cosas. Se perfectamente que las tendrá en orden. Debatió Bruce con tranquilidad.
-Yo solo quiero fiabilidad. Y además, tómalo como una invitación informal. Smallville es un pueblo pintoresco y pude ser que el aire campirano te sienta bien. Debes tomarte un descanso Bruce. No es bueno que un jovencito de tú edad, tenga preocupaciones indebidas.
Bruce Wayne pensó entonces que la cordialidad y confiabilidad que Lionel Luthor le mostraba, no era exactamente lo que pretendía.
Odiaba que las personas mayores lo tutearan. Debía admitir que tenía cierto ego atribuido tal vez a su casi conclusa adolescencia, pero el cual le ocasionaba sentirse supremo, y el escuchar que nombraban su nombre con respeto, era una actitud demasiado maravillosa para él.
Alfred lo llamaba "señor" al igual que la junta directiva de las empresas Wayne, si era ese el caso, ¿por qué Lionel Luthor lo trataba con inferioridad?.
-¿Qué dices?. Cuestionó Lionel, el cual miraba con detenimiento al apuesto jovencito que estaba a su lado.
En realidad pensó que en el futuro, el chico sería un gran y potencial contrincante, pues a pesar de lo arrogante que podría ser Bruce Wayne, era muy inteligente.
-No lo sé. Lo consultaré mejor. Decisiones como esta no son fáciles de admitir.
Me estoy jugando más de un mes de ingresos y capital. No puedo darme el lujo de desaparecerme y dejar a las empresas paradas. Dijo el chico, mirando dentro de los ojos del Luthor.-Su propuesta es bastante llamativa. Querer sacar adelante la empresa de su hijo, es un potencial bastante respetable. Pero con todo respeto, señor Luthor, ¿a caso su hijo no merece participación en este debate?.
Él será el beneficiado en dadas circunstancias.
Lionel rió. El chico era inteligente.
-Lex hará lo que yo le diga. Él sabe que mientras su y mi empresa ganen, los métodos que se utilicen salen sobrando.
Y Bruce distinguió un brillo de codicia y maldad en los ojos de Lionel.
Comenzaba a entender en que terreno se metía.
Había escuchado hablar de Alexander Luthor. Un muchacho prodigio con muy buen tacto en la industria.
Sin duda no dudaba del muchacho Luthor, pero si de las intenciones que padre e hijo tenían.
No era secreto de nadie, que el par de hombres pasaban más tiempo tratando de agredirse y ganar puntos en la banca, que en ser una "familia cooperativa".
Independientemente de la historia que había detrás de eso, a Bruce no le parecía muy bueno que dos Luthor defirieran en opiniones.
La "ayuda" o unión que Bruce haría, beneficiaría tanto a "LexCopr", como a "LutorCorp". Pero solo el título de adivino le faltaba, para saberr que algo malo se avecinaba.
-Pensaré la propuesta. Me comunicaré personalmente con usted. Habló Bruce, poniéndose de pie. Era hora de consultar a un experto.
-Espero que la decisión que tomes sea positiva. En verás que en realidad te divertirás. Sonrió Lionel.
-No voy a divertirme, Lionel Luthor, voy a trabajar. Con permiso.
Y el chico se retiró sin tomar la mano que el mayor de los Luthor le ofrecía. Más esto no le importó a Lionel.
Si todo salía bien, sus proyectos pronto se efectuarían con creces.
***
¿Hacía cuanto que no respiraba sin contaminación en los pulmones?
No sabía. En realidad no recordaba haber estado jamás en semejantes circunstancias.
Había nacido y se había criado en una gran ciudad. Con ruido estridente en vez de pájaros cantores.
Con humo de smock en lugar de aire puro. Y con tráficos, negocios y un reloj que tenía que aprender a estirarse, pues las horas eran pequeñas y los negocios grandes.
Contemplar parajes verdes, el sol que rara vez podía admirarse salir de entre altos edificios en ciudad Gótica y sentir que la ansiedad disminuía, cuando usualmente jamás se iba, era una experiencia totalmente nueva para él.
La limosina avanzaba a velocidad normal para permitirle observar con más detenimiento el lugar.
-Verás que te relajarás. Dijo Lionel, palmeando el hombro de Bruce.
El muchacho no dijo nada, pero contuvo unas enormes ganas enormes de gritarle al hombre que no volviera a tocarlo.
Odiaba a Lionel Luthor y como buen adolescente no pudo evitar pensarlo.
Bruce suspiró y se preguntó por millonésima vez, ¿qué cosa estaba haciendo ahí?.
Recordó entonces el día anterior, cuando con ansiedad y desesperación le pidió consejo a Alfred sobre el contrato.
El mayordomo le sugirió entonces, con su usual tono despreocupado pero objetivo, que debía aceptar la oferta que Lionel Luthor le hacía y verificar las cosas.
"Pero no quiero ir". Debatió el chico y el mayordomo simplemente le había sonreído y le propuso, como confidente que era, que se divirtiera y que sacara ese lado remilgoso, divertido y adolescente que tenía guardado y que jamás utilizaba.
A Bruce le dio un ataque de risa, pero el mayordomo tenía razón. Hacía mucho que no se sentía libre y disfrutaba de la vida.
Sabía que después de que regresara a ciudad Gótica, ya jamás podría sonreír con naturalidad, pues su presentación en sociedad y en el mundo se efectuaría y la careta de seriedad que usualmente llevaba, jamás se desprendería de él.
¿Debía o no hacerle caso a Alfred y disfrutar, como algún día lo hizo, como un adolescente normal?.
Ya lo decidiría a su tiempo. Pero mientras tanto y mientras Lionel Luthor no desapareciera de su vista, seguiría actuando con "normalidad".
-Ya casi llegamos. Comunicó Lionel.-Nuestra casa está a las afueras de la ciudad. Es una reliquia, perteneció a nuestros antepasados y a Lex le agrada mucho.
-"¿Y a mi que me importa, viejo insoportable?". Pensó la mente del joven y reprimió una carcajada. Ya estaba comenzando a comportarse como Alfred le sugiriera.
La limosina frenó entonces, y cuando Bruce salió de ella, una mansión, al estilo medieval, gótico y campirana, se evidenció de inmediato.
-¿Bien, qué te parece?. Preguntó Lionel, admirando su mansión como si fuera una obra de museo.
-Encantadora...veamos el interior. Sugirió, dejando a Lionel con la palabra de auto-aclamación en la boca.
Bruce tuvo que admitir, que aquella mansión iluminada y de excelentes comodidades y decorado, era mucho más vistosa que su mansión en ciudad Gótica.
No obstante, jamás mencionaría delante de Lionel, que aquella mansión en realidad le gustaba. Sería insoportable mirar la sonrisita de satisfacción y presunción del hombre.
Lionel habló y habló cosas que Bruce no tuvo interés en escuchar, por lo que se dedicó a seguir contemplando la mansión y el pasillo angosto que los llevaba hacia el estudio de Lex Luthor, el hijo del hombre que orgulloso estaba por el próximo negocio.
-Mi hijo prefiere decorados modernos y con poca estética. Pero claro, la juventud de hoy es distinta.
Creo que te gustará el ala donde tú habitación se encuentra.
-Si. Bruce comenzaba a sentirse desesperado y con más ánimos de desbordar toda la adrenalina almacenada por años.
Pero sus pensamientos se vieron detenidos, cuando al doblar una esquina, una puerta con perfectos acabados modernos apareció. Lionel se detuvo enfrente.
-Aquí es donde Lex realiza la mayoría de sus negocios y transacciones.
Un despacho bastante cómodo. Podrás entrar cuando te plazca. Tiene una excelente biblioteca. Sugirió Lionel, para después abrir la puerta e introducirse en el despacho de su hijo con total seguridad y grandeza.
Bruce se permitió reír. La libertad comenzaba a ganarle a su buen juicio y seriedad.
La eterna portátil plateada se encontraba abierta de par en par como siempre, y detrás del sencillo, pero lujo escritorio de vidrio, se encontraba sentado un imparcial Lex Luthor que en cuanto miró a su padre entrar al despacho, sintió que el mundo se caía en pedazos.
-Buenos días Lex. Saludó con efusividad Lionel.
-¿De buen humor?. ¿A quien sobornaste?. Fue el recibimiento de Lex, el cual no hizo intentos de levantarse de su lugar.
-Lex, Lex, Lex, ¿por qué siempre tienes que pensar mal de mi?. Sonrió Lionel, colocándose frente a su hijo.
-¿Será acaso porque siempre haces algo que no va con la palabra: "Bueno", en el diccionario?.
Lionel soltó una carcajada y a Lex le pareció que algo demasiado importante llevaba su padre entre manos.
-¿Qué ocurre papá?. ¿Vienes a comunicarme que por fin has despedido a tu asistente estúpido, Dimitri?
¿O es que acaso vienes a intentar persuadirme nuevamente para que deje de fisgonear por ahí y dejarte en paz?.
Lex se levantó y se acercó, como era su costumbre, a la licorera.
Lionel solo sonrió. Necesitaba grabar el sarcasmo de su hijo intacto. Lo que venía sería algo digno de filmarse.
-Claro que no Lex. Pensé que todo eso estaba solucionado.
Y no te ensañes en el pobre de Dimiti. Es un buen muchacho. Comunicó Lionel, mientras Lex pensaba que el asistente de nombre Ruso, tenía ya demasiado a su favor con su padre.- Pero no he venido a hablar de eso, sino de...un negocio.
-¿Negocio?. Dirás, lavado de dinero. Sonrió con sarcasmo Lex.
-Haré de cuenta que no escuché eso. Medio sonrió el mayor de los Luthor.
-¿Recuerdas que hace dos semanas te mencioné el gran contrato que efectuaría con las empresas Wayne, de ciudad Gótica?.
-Si.
-Pues quiero comunicarte, que tuve éxito con ello.
-¿Y para eso, viajaste dos horas hasta Smallville, para comunicármelo?. Por si no lo sabías existe el "teléfono".
Lionel decidió que después se cobraría la ironía de su hijo. En ese momento tenía que ser el "padre mas bueno del mundo". No le convenía discutir con su hijo.
-Precisamente viaje dos horas, para comunicarte no solo esto. Dijo, para después acercarse y quedar muy cerca de un Lex que tomaba con despreocupación de su copa.- Cerré el contrato anoche.
-Felicidades. Ironizó nuevamente Lex.
-Pero eso no es todo. Susurró Lionel.-He traído conmigo a alguien que es muy importante para que las corporaciones salgan adelante. Me costó mucho convencerlo, pero por fin, está aquí.
Todo esto, Lionel lo pronunció muy despacio, haciendo que su acento inglés se escuchara muy por encima de la risa sarcástica que Lex emitía.
El mayor de los Luthor se separó de su unigénito y se acercó a la puerta, donde le indicó a alguien que entrara.
Lex ni siquiera hizo el intento por imaginar lo que su padre llevaba entre manos.
Fuera lo que fuera, lo rechazaría enseguida.
Pero nada en ese mundo lo preparó, para mirar al adolescente que su padre amistosamente tomó por los hombros, para guiarlo hacia él.
-¿Qué es esto papá?, ¿Tú nueva táctica de negocios?. ¿Criar adolescentes?. Se mofó Lex, pasando una mano por su nuca desnuda.
-Más respeto Lex. Pronunció Lionel.- Quiero presentarte a Bruce Wayne. Dueño e inversionista de las empresas Wayne.
Lex entonces tubo que asombrarse. El jovencito atractivo frente a él, parecía todo, menos un empresario.
-Buenos días. Saludó Bruce con propiedad, tendiéndole la mano al muchacho que continuaba observándolo como bicho raro.
-No pensé que fueras tan joven. Exclamó Lex, dándole la mano al adolescente.
-Y yo no pensé que fueras tan exigente. Contraatacó Bruce, haciendo reír a Lionel.
-Bruce es nuestro nuevo inversionista Lex, y ha venido, invitado por mi, a conocer más de cerca el funcionamiento de la planta.
Claro que le dije también, que sería un gusto para ti servirle de guía a nuestro importante invitado.
Aquello si fue la gota que derramó el vaso y por la sonrisa maligna que Bruce lanzó hacia su mueca de indignación, Lex supo que no habría poder humano que hiciera a su padre desistir.
-Papá, yo no...
-Si no es molestia, deseo descansar un poco antes del almuerzo. No deseo comenzar mi recorrido con el estómago vacío y mucho menos exhausto. Informó Bruce.
-Por supuesto, déjame guiarte a tu habitación, Bruce.
-Nos veremos después, Lex.
Y Bruce caminó hacia la puerta. Su rostro se iluminó con una sonrisa inusual. Ya había encontrado cómo se divertiría.
Lex Luthor sería un blanco clave para su astucia y adolescencia.
Después de todo, sí se iba a divertir en Smallville.
-¿Estás loco?. Preguntó Lex, impidiendo que su padre caminara tras el joven millonario.- Yo no soy niñera de nadie y mucho menos voy a permitir que una de tus marionetas me supervise.
-Lex, no estás pensando con racionalidad.
Bruce Wayne no es mi marioneta. Él vino por su propia voluntad. De él depende que consigas el control absoluto de LexCorp. Así que...trátalo bien hijo. Estaremos en contacto.
Lionel se despidió y cerró la puerta tras de sí.
Lex contuvo el impulso de golpear algo.
Su padre siempre sería interesado. Pero odiaba que no le informara de sus planes.
Ahora sería la "niñera", de un adolescente pedante y engreído y no solo eso; tenía que tratarlo bien, si quería que Bruce Wayne invirtiera con ellos.
Odió su vida, odió su posición y odió a su padre, por hacer de él un muñequito manejado a su antojo.
Ya tendría que inventar algo para safarse del millonario adolescente.
KATRINNA LE FAYPrimer capitulo
Bruce Wayne viene de visita.
Espero comentarios para este proyecto.
Nos vemos pronto ^^
