TITULO: RIVALRY
SEGUNDA PARTE.
Serie: Smallville
Pairings: ?/?
Category: Slash, Nc-17.
Raiting: PG-13, R, Nc-17.
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Smallville, e invitados. Ellos pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
Tiempo: Tercera temporada. Después del capitulo donde Lex Luthor es ingresado en un sanatorio Psiquiátrico.
En calidad de Universo Alterno.
Lugar: Smallville.
FEEDBACK: katrinnalefayyahoo.com.mx
katrinnalefayhotmail.com shaniaxshotmail.com
Smallville era un pueblo pintoresco que tenía su cede a dos horas de distancia de la "gran Metrópolis".
Un pueblo donde cosas extrañas sucedían y donde alguna vez, hacía algunos años, había ocurrido una lluvia de meteoritos donde personas habían perdido la vida y otras, habían ganado un hogar.
La vida era llevadera. La tecnología parecía tranquilizarse y no llegar a excesivos extremos, como Metrópolis poseía.
Las personas mayores, decían que Smallville era un lugar donde el tiempo parecía detenerse y concederle a las personas un respiro entre tanta agitación.
Y al parecer los habitantes de Smallville o "Villa chica", para los más osados, coincidían en la descripción tan campirana y pintoresca.
Los niños podían divertirse sin preocuparse de que alguien pudiera lastimarlos.
Los adolescentes llevaban una vida libre de exigencias citadinas.
Los adultos trabajan en sus preferencias, sin preocuparse tanto por ventas, compras y demandas innecesarias que solo los grandes empresarios pueden decir que tienen.
Una villa cordial, donde cada uno de sus habitantes se conocía y donde cada uno de ellos, depositaba en el otro, la confianza desmedida sin el temor de ser traicionados.
Y a pesar de la tranquilidad y de las personas "locas" que a menudo visitaban o surgían de entre la nada, Smallville seguía su vida, sin temores o preocupaciones e incluso, sin saber si habría un mañana para su despreocupada forma de vida.
-Bueno Días Clarck.
-Buenos días.
-¿Ya encontraste el regalo que estabas buscando?. Preguntó el dueño de la joyería, el cual se encontraba limpiando los cristales que hacían visible su valiosa y hermosa mercancía.
El chico alto, musculoso y atractivo, que conformaba al hijo de los Kent, sonrió sin mucho esfuerzo. Era un don suyo el ser amable y gentil con todas las personas por igual, aun cuando estas, intentaran matarlo.
-No, aun no señor. Comunicó el chico, dejando que sus ojos verdes, sonrieran también con él.
-Pues acabo de recibir mercancía nueva: local y de Metrópolis. Deberías verla y escoger algo bonito para Martha. Sonrió el hombre, abriendo la puerta para que Clarck entrara en su tienda.
-No creo que deba regalarle a mamá alguna joya. Se excusó el chico con cordialidad.
-A toda mujer le gustan las joyas. Además Martha estuvo por aquí el otro día y se probó unas cuantas cosas. Podría mostrártelas y decirte cual es la que le gustó más. Siguió insistiendo el hombre.
Clarck sonrió con embarazo. Odiaba quedar en situaciones comprometedoras como aquella.
Jamás había sido grosero y no pretendía comenzar con aquel hombre que solo hacía su trabajo.
De buena manera hubiera entrado en la joyería, incluso hacía instantes que miraba unos aretes y collares desde la vitrina, pero había un factor que le impedía ir más allá de sus expectativas: Los billetes verdes que escaseaban en su billetera.
-Creo que a mamá no le molestará mucho si no le obsequio alguna joya. Le agradezco su insistencia, pero tal vez otro día regrese. Dijo Clarck, despidiéndose del dueño de la joyería y retirándose tan rápido como su "caminar humano" se lo permitió.
Los Kent se sostenían del arduo trabajo que su granja les dejaba.
Comprar joyería, no era la manera que Clarck tenía planeada para gastar sus billetes. Aunque se acercara el cumpleaños de su madre.
Sabía que su madre se sentiría feliz con cualquier regalo bonito y económico que él pudiera comprarle.
No necesitaba mostrar con un costoso obsequio, que tenía con él a la madre más comprensible y admirable de todo el mundo.
Continuó caminando, hasta que llegó a la parte de la ciudad que más ansiedad le causaba.
Frente a él se encontraba "The Thalon" la cafetería de Lana Lang, su ex novia, a la cual no había visto desde que la chica de rasgos orientales, saliera del hospital.
Aun no comprendía lo que sucedía en su interior. Era una especie de sentimiento confuso. Por una parte estaba el amor que "decía profesarle"; por otro lado, la promesa que le hizo a la chica de mantenerse alejado y por último, ese vacío de no saber si seguir o no queriendo al hasta ese momento, gran amor.
El comportamiento alejado de Lana le dolía, más aun el saber, de buena fuente, que estaba comenzando una relación con un chico nuevo.
¿Dónde quedaba el amor que decía profesarle la chica?.
¿A caso puede olvidarse de la noche a la mañana?.
Debía admitir que él no era exactamente la mejor persona del universo, pero al menos había intentado protegerla de todo mal y daño. Pero, ¿qué había conseguido al final?. Hacer realidad su peor pesadilla: Que Lana le tomara la palabra de alejarse de él y apartarlo de su vida.
Su padre solía decirle que aquel sentimiento era normal, pues el rechazo y la decepción eran parte del crecimiento.
"Dale tiempo al tiempo, hijo". Le decía su padre después de darle una palmadita en el hombro.
-Es mas fácil decirlo que hacerlo. Le dijo a la nada tras un suspiro y decidiéndose a no entrar en la cafetería, se dirigió hacia donde había dejado estacionada su camioneta.
Cuando Clarck se hubo ido, un auto convertible plateado, se estacionó donde minutos antes había estado la reconocible camioneta roja de los Kent.
Del interior del auto salieron dos figuras. Una vestida de negro y la otra de jeans y saco azul. No porque se encontrara en otra ciudad, dejaría de lado su distinción.
-¿Así que esto es Smallville?. Pintoresco lugar. Exclamó Bruce Wayne, mirando los edificios sencillos que se encontraban frente a él.-¿Cómo puedes vivir en un pueblo como este?. Si mal no me informaron, fuiste criado en mejores y lujosos lugares.
-La facha no lo es todo. Exclamó Lex, asegurándose de poner la alarma a su convertible plateado.
-Pues a mi si me importa la facha. Murmuró Bruce, caminando al lado del joven Luthor.
Lex, aun no comprendía el porque debía ser la niñera de un chico que al parecer era todo lo contrario a un empresario.
"No puede ser el legendario Bruce Wayne, esto tiene que ser una broma de mi padre". Se repetía aun, después de que el adolescente, le hubiera expuesto algunas de sus condiciones.
"Si no necesitara tanto a "LexCorp", esto no estaría sucediendo". Se reprendió, después de que el joven Wayne le sugiriera visitar el pueblo.
Y ahí estaban, el magnate y siempre refinado Lex Luthor, acompañando a un "chiquillo" que perfectamente podía valerse por si mismo.
Pero Bruce era inteligente y siendo aun un adolescente, sabía como sacar de sus casillas al menor de los Luthor.
-Dime Lex, ¿cómo es la vida por aquí?. Según tu padre es relajante. Pero te lo vuelvo a repetir, no concibo que alguien de tú intelecto y posición, pase años de su vida sumido en este...pueblo campirano. Seguro y tu padre te castigó...Oh, si, ahora lo recuerdo. Hace poco menos de dos años que un articulo financiero dio a conocer este...lamentable destierro. Dijo Bruce, sonriendo con ironía y simulando que miraba con interés la tienda de ropa juvenil a su lado.
Lex simplemente friccionó sus manos en puño. Por ningún motivo dejaría que semejante "chiquillo" con complejos empresariales, se burlara de él.
-¿Y qué me dices tú Bruce?. ¿Por qué viniste a este pueblito, sabiendo que los odias?. Preguntó Lex, simulando demencia.
-No los odio Lex. Le sonrió Bruce.- Simplemente por tres palabras: Desquitarme de Lionel.
-¿De mi padre?. ¿Qué te hizo para querer tan "sucio desquite"?. Rió Lex, procurando no llamar tanto la atención.
-Se que tu padre solo quiere el factor monetario Lex, y al igual que tú, necesitan un respaldo sólido. ¿Comprendes?. Bruce miró de manera seria al menor de los Luthor.- Así que yo decidí venir a este pueblito y...divertirme a mis anchas, mientras tu padre piensa que en realidad estoy trabajando.
-¿O sea que vas a engañarlo?. Se mofó Lex, pensando en el enfado que su padre obtendría tras descubrir la verdad.
-En parte. Yo solo quiero...lo mejor. Sonrió Bruce.- Así que por eso, tú trabajaras las cosas, mientras que yo me divierto. Así de fácil.
-Un momento, yo no pienso...
-Si quieres LexCorp incorporada al cien por ciento en el sector empresarial, harás lo que te diga. De lo contrario, tanto tu padre como tu, perderán. Yo no, es mi capital. Y mientras Lex recordaba las clases de Hyoga y Tai Chi, que había tomado años atrás, Bruce rió a carcajada abierta. Si los Luthor, lo creían un tonto, nada de eso era.
Bruce Wayne era joven y eso le favorecía demasiado.
Entonces Bruce miró un antiguo cine frente a él. O al menos eso pensó, cuando las palabras "The Thalon" se evidenciaron en lo alto del edificio.
-Eso si que no lo esperaba. Murmuró, acercándose un poco al lugar.
-No es un cine si lo estás pensando. Comunicó Lex con "amabilidad".- Es un café, que por cierto administro.
Bruce le dio la mínima importancia al comentario de Lex, su mente estaba viajando al pasado.
Casi la misma fachada, noche oscura, noche húmeda; donde el miedo podía ser sentido en la piel, al igual que la lluvia.
Un callejón, gritos, sangre y la desolación.
-Mamá...Papá. Murmuró Bruce para sí.
-¿Te ocurre algo?. Cuestionó Lex, al mirar la seriedad del joven Wayne.
Bruce odiaba los teatros o los cines de fachada "antigua", pues siempre, a pesar de los miles de psicoanalistas y psiquiatras, que lo habían atendido, recordaba la noche que el destino, le había arrebatado de manera brutal, la felicidad de la vida.
-Hey, despierta. Lex chasqueó sus dedos frente a Bruce y este pareció regresar al presente.
-Lo siento. ¿Me decías algo?. Bruce simuló normalidad, pero ese sudor helado y la sensación de miedo, que siempre queda después de un susto o algún acto escalofriante, aun recorría el cuerpo del empresario gótico. Era difícil olvidar, cuando el destino se forjaba del pasado.
-Te propuse un café, pero al parecer no lo desea.
-No...por mi está bien.
Lex enarcó una ceja, el comportamiento rebelde de Bruce había desaparecido.
-Claro, de esa manera comprobaré la "divina administración" de Lex Luthor. Respóndeme una pregunta existencial: ¿Este es tu hobbie a falta de entretenimiento citadino?, ¿administrar un café en un pueblito?. Que divertido. Rió Bruce, caminando hasta donde la puerta de "The Thalon" se encontraba.
Lex rió por lo bajo. Al parecer el "chiquillo citadino" no cambiaría. En realidad Bruce comenzaba a simpatizarle. Sus bromas sarcásticas eran solo la defensa nata de un chico huérfano, hacia el temor de ser lastimado.
Dos años en terapia y seis meses de relación con una psicóloga, le habían llevado a ese diagnóstico inequívoco.
Si Bruce Wayne conocía su vida, él también jugó la misma carta.
Si el "chiquillo Wayne" cruzaba la línea de su cordura, entonces utilizaría su arma blanca. Todo estaba calculado y fraguado. No tenía a qué temerle. Si la bomba se detonaba, él accionaría otra. Nada complicado, todo sencillo.
-Después de todo, solo es un adolescente con hormonas. ¿Qué daño puede causarme?. Se dijo con sonrisa en labios, para después seguir a un Bruce que ya se había instalado cómodamente en un sofá del café.
-Clarck, ¿puedes venir un minuto?. Llamó Martha desde la cocina, a sabiendas de que su hijo la escucharía perfectamente desde el granero.
La última habilidad adquirida de Clarck, había sido el "super oído", o al menos así lo había bautizado Pette.
Repentinamente un día se había desarrollado, al principio con dolor, después, con habilidad.
Cual velocidad increíble, Clack Kent entró en la cocina, llevándose tras de sí, un par de servilletas que aun permanecían sobre la mesa.
-Clarck, te he dicho que tengas más cuidado. "Retó" Martha, recogiendo el par de telas.
-Lo siento mamá, es que...no controlo esto. Fue la excusa que el chico solía utilizar cuando "algo salía mal" y era ocasionado por sus poderes.
-Solo, se más cuidadoso.
-Lo haré. Pero, ¿para qué me llamabas?. Preguntó el joven, que evidentemente había estado trabajando en el granero, pues llevaba las manos sucias.
-Olvidé pedirte algo del pueblo y...Clack, no hagas eso. Retó con severidad la mujer, al mirar que su hijo metía las manos en el tazón de las galletas y después se comía una.
-Mamá, no voy a enfermarme. Le recordó Clarck con una sonrisita.
-Lo sé, pero es antihigiénico. Censuró la mujer, retándolo igual que a un niño.
Clarck sonrió, amaba que su madre se preocupara por él, aunque no quisiera admitirlo. Eso, lo hacía sentir "humano" e importante para alguien.
-No comprendo, cómo después de enseñarte las cosas, las haces para después...
-Mamá, no lo volveré a hacer. Sonrió el chico, con esa sonrisa que hacía que incluso el hielo se derritiera, sin siquiera utilizar su visión calorífica.
Martha sonrió, recordando que su hijo ya no era un niño y que en menos de un año, se iría a la universidad.
En cierta forma "perdería" a su hijo y ese tal vez era el motivo por el que lo llamaba y le pedía las cosas más insignificantes del mundo.
Solo quería retenerlo el mayor tiempo posible mientras se iba, pues sabía, que después de haber cruzado la puerta, para instalarse en otro lugar, la vida de Clarck Kent cambaría radicalmente.
-Necesito que vayas al pueblo, con la señora Kinn. Me ha pedido cinco docenas de rosas y orquídeas y he olvidado decírtelo antes de que te fueras por la mañana. Explicó Martha con sencillez. Su síndrome de "nido vacío" se estaba adelantando.
-No hay problema mamá, además, tenía que ir y comprar un par de MP3 y rollo para mi cámara. Accedió Clarck, jamás le negaría nada a sus padres, por muy difícil que resultaran las cosas.
-Por cierto, Lana quedó de devolverme algunas cosas, ¿podrías pasar por ellas, cuando regreses?. Preguntó la mujer, volviendo a su labor de lavar la loza.
Clarck entonces reprimió un suspiro. Precisamente por no ver a la chica de rasgos orientales, había declinado a la tentación de entrara en "The Thalon" esa mañana.
El destino era cruel con él, pero, tarde o temprano, tenía que volver a verla.
-Seguro, no hay problema. Sonrió y su madre le imitó, ignorante del sacrificio sentimental que su hijo estaba haciendo.
Clarck no estaba seguro de querer ver a Lana. Ni siquiera lo estaba de sus sentimientos.
Estaba seguro de un cariño especial, pero el amor no dura para siempre y menos, si no es avivado frecuentemente.
Comenzaba a hartarse del juego: Gato-Ratón que Lana y él efectuaban.
-Comienzo a creer que el amor no es más que un cuento de hadas. Se dijo, mientras llevaba con facilidad, las cajas con flores hasta la camioneta roja.- Creo que jamás nadie se interesará en mi de un modo más...sentimental. Mi destino es vagar solo y con el corazón destrozado. Y después de asegurarse de que no olvidaba nada, se puso en marcha, esperando no terminar sus días sin haber conocido el amor y sobre todo, sin ser correspondido como él lo deseaba.
Jamás, en sus diecisiete años de vida, había probado un café tan exquisito, como aquel pintoresco y hasta bonito lugar servia.
Debía reconocer que Lex sabía en donde invertir y que a pesar de que se consideraba un adicto a la cafeína, había olvidado el placer de tomarlo, por el simple hecho de hacerlo.
-¿Y, qué te parece el café de este café pueblerino?. Cuestionó Lex, tomando de su capuchino.
-Debo admitir que es...aceptable. Bruce sonrió tras su taza, jamás le daría el placer a Lex, de mofarse de sus palabras.
-Me lo imaginé. Rió Lex, mirando que una de las meseras se acercaba para depositar frente a Bruce, una rebanada de pastel de chocolate.
-Gracias. Sonrió Bruce por vez primera sin ironía y sin mirar a Lex, comió de su pastel. La sensación dulzona y excitante, que solo el chocolate logra despertar, hizo que Bruce lamiera sus labios y mirara el pastel con intenciones caníbales. Jamás en su vida, había probado pastel tan delicioso.
Lex contuvo las ganas de reír a carcajadas. Bruce Waine parecía un niño, más que empresario o adolescente.
En cierta forma se veía agradable. Todo un "niño rico que no ha probado las delicias de la vida".
Continuó con su café, decidido a encontrar un punto débil en su adversario. Porque Bruce era eso, un adversario digno, a pesar de su corta edad.
-Si continuas mirándome así, voy a desgastarme. Se mofó Bruce, lamiendo la cuchara con gracia infantil.
-Solo pretendo fulminarte, ¿a caso es mucho pedir?. Respondió Lex con inocencia.
-No, pero...primero descubro yo tú debilidad, que tú la mía.
-Si, aja, ¿y no has ido a la luna?. La burla de Lex, no le gustó mucho a Bruce.
-Te lo puedo apostar Luthor. Yo encuentro primero tú debilidad. Yo, no tengo. El chico lo dijo con tanta seriedad y confianza, que por un momento Lex sintió un escalofrío. Algo que jamás, había sentido.
Los ojos azules de Bruce se endurecieron mientras miraba los grises de Lex. Nadie lo chantajeaba, nadie, ni siquiera Alfred.
Nadie jamás encontraría su debilidad y la utilizaría en su contra.
El ambiente quedó en tensión, miradas desafiantes, incluyendo la de Lex. Bruce creía que era invencible, pero sabía que no lo era, ni siquiera él.
El sonido de una risa los volvió a la realidad. Bruce bajó la mirada y se concentró en comer lo que quedaba de pastel, mientras Lex continuaba bebiendo de su taza casi fría de café.
Aquel momento tan íntimo, donde dos maestras mentes competían, nadie jamás lo sobre pasaría, ni siquiera Superman, en un futuro.
Bruce Wayne y Lex Luthor siempre serían rivales y sus miradas siempre tendrían el mismo fin: Vencer.
-Fue una suerte el encontrarte afuera, ¿cómo has estado?. Preguntó Lana con su sencilla sonrisa.
-Bien, en lo que cabe. Respondió Clarck, sintiéndose repentinamente tonto.
Justo bajaba de la camioneta, cuando la chica de rasgos orientales se cruzó en su camino. Según Lana, llegaba apenas a The Thalon, pues había hecho una parada "rápida" en el centro de rehabilitación, donde tenía un amigo que aun no se recuperaba.
La chica había dicho todo aquello con la sonrisa y carácter despreocupado de siempre y él, Clarck Kent, temeroso de la verdad, comprendió que sus sospechas eran ciertas y que Lana, ya lo había olvidado.
En una fracción de segundos, pensó si había sido buena idea decirle a la chica que viviera su vida.
Pero en ese momento en que la veía sonreír, y hablarle, como la buena amiga de siempre, su respuesta a la interrogativa había sido afirmativa y por alguna extraña razón, se sintió aliviado.
Perdía un Amor, pero ganaba a una Amiga. Lo que siempre debió de ser.
-¿Por qué sonríes Clarck?. Neal dice: "El que solo se ríe, de sus maldades se acuerda". Rió la chica, la cual había llegado hasta el mostrador del lugar.
-Solo recordé el día en que tú y yo nos hablamos por primera vez.
-Mmm, recuerdos bonitos. Dijo sin comprender.
-Si, recuerdos que son eso, recuerdos.
-Hoy estás muy filosófico Clarck. Rió la chica, tomando la nota que una de las meseras le daba.
-Pues, creo que es parte del crecimiento. De la vida. Rió el chico, por primera vez sin preocuparse de si debía o no, lucir atractivo e inteligente para Lana.
-Me alegra mucho que las cosas entre tú y yo sigan igual. Mencionó con sinceridad Lana.
-Y yo. Aunque creo que serán mejores. Guiñó Clarck, dándole a entender a la chica, que a partir de ese momento, solamente y muy buenos amigos serían. Sin remordimientos.
Lana Lang sonrió con felicidad. Durante su estancia en la clínica de rehabilitación, había pensado en la mejor manera de expresarle a Clarck su decisión de ser solo amigos, pues Adam, el chico a quien conociera en la clínica, le causaba inquietud y porque no decirlo, le gustaba.
Pero el siempre impredecible Clark Kent la volvía a sorprender.
No cabía duda de que siempre lo amaría, pero como un amor platónico que jamás se obtendrá completamente.
Amigos, era lo mejor.
-¿Y qué te sirvo, amigo?. Recalcó Lana, esperando no haber sonado burlona.
-Nada, en realidad venía a verte por mamá. Dijo que ibas a regresarle algunas cosas. Indicó el ojiverde, riéndose del pasado y de sus temores. Tan sencillo era comprobar sentimientos.
-Si, las tengo por allá atrás...¿me esperas?. No sabía cuando vendría tu madre y yo...
-Despreocúpate, aun tengo que ir a la tienda de discos, mientras pierdo tiempo, haz lo que debes.
-Es usted toda cordialidad señor Kent. Rió Lana, sin creerse aun el cuadro que estaba presenciando. Jamás se habría imaginado a Clark Kent siendo amistoso totalmente, sin intenciones amorosas.
-Así somos los Kent. Rió Clarck, para darse la vuelta y dirigirse a la tienda de enfrente.
Su sonrisa era despreocupada, ahora sabía y comprobaba, que el amor podía transformarse en amistad y aunque la chica Lang, ahora no ocupaba el cien porciento de su razón y corazón, seguiría velando por ella, pues era, una muy querida amiga.
-Hey, Clarck. Escuchó el ojiverde que le llamaban.
Había entrado en The Thalon sin percatarse de quien estaba en el lugar y al girar, comprendió que había pasado desapercibido a su buen amigo Lex Luthor.
El millonario obsesionado en saber cosas sobre él.
-Hola Lex. Sonrió, acercándose a la mesa que ocupaba el chico.
-Eres descortés. Pero como venías con Lana, te perdonaré. Se mofó el hombre de negro, mientras se levantaba para saludar a su amigo.
Siempre sería un placer casi inexplicable ver a Clarck Kent. Al menos eso pensaba Lex.
Ni sus problemas, preocupaciones o "brotes psicóticos", podrían jamás opacar la sensación que obtenía, al mirar al ojiverde frente a él.
Días antes, le había expresado su agradecimiento y amistad al chico Kent, cuando se enterara de que había ido a visitarlo al hospital psiquiatrico.
La emoción, el trato, el brillo casi amoroso que sus grises ojos sintieron al ver a su amigo, habían sido demasiadas y aun se preguntaba, porque solo lo había abrazado, cuando en realidad había querido besarlo.
-Solo somos amigos. Fue la respuesta de Clarck, la cual sacó a Lex de sus recuerdos y sentimientos.
-Si, aja y yo soy la reencarnación de María Antonieta. Rió con mofa el Luthor.
-Pues entonces lo reverenciaré, mi lady, ¿o debería decir, señor?.
Lex rió. Solo con Clark podía darse el lujo de bajar sus defensas y de ser como era en realidad.
Solo con el chico de cabellos ébano, podía ser simplemente Alexander y reír, sin compromiso.
El ruido seco, que hace una garganta al modular la voz, interrumpió aquel pequeño brote de risa entre los amigos.
Lex había olvidado las presentaciones.
-Lo siento Clarck, creo que el descortés soy yo. Sonrió, con rastros de su antigua risa incontrolable.-Clark, él es...
-Bruce Wayne, encantado en conocerte Clarck. ¿Puedo llamarte así?. Se presentó y preguntó Bruce, como si aquello fuera lo más normal del mundo.
-Si, de hecho todos lo hacen. Sonrió el ojiverde, tomando la mano que el chico de ojos azules le ofrecía.
Bruce entonces observó al amigo de su anfitrión y miró, que el chico de cabellos negros y de sonrisa agradable, era bastante atractivo.
Clark desvió la vista y atinó a sonrojarse un poco. Bruce era muy apuesto, pero sus azulados ojos, reflejaban seguridad y agresividad, algo que lo intimidaba y que nada ni nadie había logrado en él, con excepción de Lana Lang.
-Pero toma asiento, permíteme invitarte algo. Ofreció Bruce, llamando a una de las meseras.
-No...no gracias, en realidad yo iba...
-Tómale la palabra a Bruce, de lo contrario lo tendrás sobre ti con palabras mordaces todo el día. Indicó Lex con media sonrisa.
-Te tomaré la palabra Lex. "Sobre todo esa de estar sobre él". Rió por lo bajo Bruce, mirando la anatomía completa del chico de campo. Porque a eso olía el chico Kent, a campo y a relajación total.
-¿Y a qué te dedicas Clark?. Cuestionó Bruce, interrumpiendo el dialogo que seguramente Lex comenzaría con su amigo. Bruce había notado cierto brillo ansioso y alegre en el menor de los Luthor. Y si no se equivocaba, todo esto y seguramente más, era ocasionado por el chico de ojos verdes que se sonrojaba ante sus miradas.
Calculaba que Clarck tendría su edad y de ser así, la diversión comenzaría. Un punto a su favor y al parecer muy fuerte.
-Estudio.
-Comprendo. ¿Y algún Hobbie en particular?. Volvió a cuestionar el millonario gótico.
-Pues...
-Clarck es muy bueno en el periodismo. Tal vez estudie eso cuando termine la preparatoria, ¿no es así Clark?.
El aludido respiró, sin percatarse de que desde hacía momentos no lo hacía.
Bruce lo ponía extrañamente nervioso y la intervención de su amigo, lo aliviaba de sobre manera.
Le sonrió sin ocultarlo.
-Ciudad gótica tiene una sede magnifica de la gran Universidad de Periodismo. Podrías estudiar ahí. Opinó Bruce, mirando con diversión a Lex. Un combate íntimo, y todo por la atención del chico campirano.
"¿Qué significa él para ti, Lex?". Se preguntó, mientras esperaba la respuesta de Clarck.
-He escuchado eso y...
-Metrópolis es un mejor lugar para ello. No olvides que The Planet está ahí y es el mejor diario mundial. La universidad Metropolitana tiene contacto con él. Planteó Lex, como si ofreciera un mejor negocio a un gran capitalista.
-Buen punto, si quieres ser un simple columnista. Pero si quieres acción y un Pulitzer, La Universidad Gótica es la mejor. Opinó Bruce, encantado de ver a Lex mirarlo con recelo, pues había conseguido la atención del chico ojiverde, que se debatía entre escuchar tanto una como otra opinión.
-Pero yo se que Clarck quiere...
-Un momento. Interrumpió Clarck, aquello era simplemente ridículo.- No quiero una discusión por mi, en realidad aun no se si quiero estudiar periodismo o no. Y sé que la universidad que escoja, será la mejor opción para mí. Dijo el chico sin perder la amabilidad ni la sonrisa.
"Buena derecha Clarck". Pensó Lex, riendo ante el rostro desconcertado de Bruce.
"Magnifico duelista, eso me gusta". Pensó Bruce, cuando se hubo recuperado de la sorpresa.
Clarck simplemente miró al frente. No sabía el porque de la discusión, pero era tonta.
En primera, porque La Universidad Metropolitana era demasiado costosa, y en segunda, porque el amigo de Lex...
Clarck volvió a mirar a Bruce, quien permanecía callado pero teniendo otro encuentro de miradas con Lex. En un momento, Clarck deshizo sus sospechas.
-¿Eres Bruce Wayne?. ¿El Bruce Wayne millonario y empresario de ciudad Gótica?. Preguntó Clarck sin salir de su asombro. ¿Cómo no se había dado cuenta con anterioridad?.
-Sí, el mismo. Sonrió Bruce, halagado de que alguien lo conociera.
-Tardaste un poco en descubrirlo Clarck. Rió Lex y el ojiverde se apenó un poco. Seguramente si Cloe lo veía, lo retaría seriamente por su despistado sentido periodístico.
-Eres...muy joven, yo pensé que eras mayor. Comunicó Clarck.
-Descuida, de hecho, todo el mundo piensa lo mismo. No creen que un chico de diecisiete años, pueda hacerse cargo de un imperio y aportar mejoras en el sector empresarial. Sonrió con ironía el chico gótico, cuya respuesta iba dirigida a los Luthor.
Lex lo captó enseguida.
-¿Diecisiete?. Yo tengo diecisiete. Casi gritó el chico, sintiéndose estúpido de repente, por emocionarse tanto.
Bruce miro a Clarck y sin saber porque, rió. Rió con normalidad y cordialidad. Aquel chico le parecía inocente y listo. Todas las cualidades humanas, encerradas en un solo individuo.
Le pareció gracioso, que fuera precisamente un amigo de Lex Luthor, quien lo llevara a reír de esa forma. Y le gustó.
Clarck se sonrojó un poco. Al parecer, ese no era su día.
Lex miraba la escena y un poco de celos cruzó por su corazón.
Estaba acostumbrado a tener a Clarck para él. Sus risas, su inocencia, su amistad y ahora Bruce quería apoderarse de lo único Humano que tenía en la vida.
Clarck jamás lo había traicionado y aunque tenía sus secretos, lo apreciaba. El único "mortal" que lo quería por quien era.
No permitiría que nadie se lo arrebatara, mucho menos Bruce Wayne.
=Clarck. Llamaron los dos hombres y el aludido sonrió un poco. Jamás había visto a nadie compitiendo por obtener su atención, ni siquiera a Cloe o a Lana. Aquello levantaba su orgullo, pero al mismo tiempo lo desconcertaba.
-¿Cómo se conocieron?. Es que...no me cabe en la cabeza que tú seas amigo de este...citadino con complejos pueblerinos. Rió Bruce y Clarck tuvo que disimular su risa también. Bruce era muy gracioso, a su manera, pero lo era.
-Nada del otro mundo. Respondió el ojiverde.
-Clarck me salvó la vida. Respondió Lex, con ojos brillantes y agradecidos.
-Wow, así que Clarck Kent, a parte de salva vidas, buen periodista y si no me equivoco, amigo. Es modesto. Esto si que es bueno. Sonrió Bruce. Comenzaba a gustarle el sonrojo que adquirían las mejillas del chico campirano.
-Solo...hice lo que debía. Murmuró Clarck.
-Pero es un héroe y muchos por aquí lo admiten. Siguió Lex. Un extraño orgullo se formaba en su pecho al reconocer las habilidades de su amigo.
-No es nada Lex.
-¿Nada?. Si no fuera por ti, muchas personas estarían muertas, incluyéndome. Eres un héroe Clarck.
-Si sigues así, voy a terminar por creerlo y después no me soportarás. "Advirtió Clarck".
-Hazlo, por mi no hay problemas.
Y entre los dos, una mirada se cruzo. Lex mostraba cariño y Clarck...
"Vaya, Vaya, mira lo que el gato trajo a casa. Esto se ve interesante. Bingo, diría yo. Cómo voy a divertirme en Smallville y sobre todo, contigo Lex. Ojo por ojo...debilidad y yo gano". Bruce rió por lo bajo a sus pensamientos. Había llegado su diversión.
-Clarck. Llamó Lana desde el mostrador, interrumpiendo todo.
El ojiverde desvió la mirada y se levantó de la mesa, acercándose al mostrador desde donde la chica de rasgos orientales le llamaba.
-Bonita chica, ¿quién es?. Preguntó Bruce con curiosidad.
-Lana Lang. La dueña del lugar.
-¿Socia?. Entonces no me meto con ella. Fue la respuesta del chico gótico.
-Es la enamorada de Clark. Comunicó Lex "por casualidad".
-Pues no la culpo. Clarcki es atractivo, encantador...creo que la chica Lang tiene competencia. Sonrió Bruce, mirando a Lex.
-¿Tú?. Se mofó el Luthor sin poder creerlo.
-Yo, digo que dos. Fue toda la respuesta de Bruce, para después levantarse y abrirle la puerta a Clarck que llevaba una "pesada" caja en las manos.
Lex no supo que lo asaltó: ¿risa, compasión, diversión, celos?.
Cualesquiera que fueran las intenciones de Bruce, no le gustaban.
Era su deber proteger a Clarck de alimañas como Bruce, que solo buscaban diversión.
Clarck era un chico serio y no permitiría que lo corrompieran.
-Maldito Wayne. Maldijo, depositando un billete en la mesa y saliendo tras el gótico. Si osaba hacerle algo a su amigo, pagaría con sangre, sobre todo, por quitar de su lado, al único ser que le daba lo que buscaba.
La rivalidad comenzaba. Inconsciente para unos, a modo de diversión para otros.
Es Smallville y todo es posible.
Me tardé y lo lamento.
Gracias por los comentarios, los tengo presentes
Espero que este pequeño capitulo les haya gustado.
Esperen más, porque esto apenas comienza.
¿Qué pasará con Clarck?.
¿Qué tiene planeado Bruce?
¿A caso Lex se dará cuenta de un sentimiento que aflora?.
Ya lo veremos.
Katrinna Le Fay