TITULO: RIVALRY TERCERA PARTE. Serie: Smallville Pairings: ?/? Category: Slash, Nc-17. Raiting: PG-13, R, Nc-17. Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Smallville, e invitados. Ellos pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos. Tiempo: Tercera temporada. Después del capitulo donde Lex Luthor es ingresado en un sanatorio Psiquiátrico. En calidad de Universo Alterno. Lugar: Smallville.
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El partido había concluido con la victoria de los "Crows". 26 a 17. El nuevo capitán del equipo era toda una celebridad, desde que el desaparecido Witney hubiera pisado el campo de juegos. La temporada estaba casi por finalizar y si la preparatoria de Smallville lograba seguir con su racha de buena suerte, la copa estaría de nuevo en manos de la escuela.

Stuard Rich era el lanzador estrella del equipo. Había pasado de don nadie a estrella, en menos de lo que se imaginaba. El nuevo entrenador así lo había querido, desde que viera su brazo en acción en una práctica fuera de las instalaciones de la escuela. Muchos decían que aquella demostración de "talento", era una farsa por parte del chico para por fin, después de tres años, ingresar en el equipo.

"Siempre fue un idiota y repentinamente un día es un genio del lanzamiento. Esto tiene que ser una broma". Decían varios por igual.

Y en realidad había mucho de cierto en las palabras, pues Stuard Rich siempre había sido un chico intelectual, de anteojos, excesivamente delgado y escondido tras los libros cual necesidad en la vida. No era secreto de nadie que el chico Rich amaba el futboll como a nada en la vida y pese a sus buenas intenciones por conseguir un papel dentro del equipo, habían fallado por obvias razones.

Pero de cualquier manera, Stuard era el capitán y lanzador de los "Crows" por decisión del entrenador.

Clarck Kent se dirigía hasta las instalaciones de la escuela, para ser más precisos, a la editorial de "The Torch". Avanzaba despacio, procurando rebobinar la memoria de su cámara digital. Su editora en jefe lo había mandado a fotografiar el partido de los cuervos y sin duda había conseguido tomas formidables.

-Hey. Clarck.

El chico escuchó el grito y detuvo su marcha. En realidad hacía un día muy bonito y bien podía esperar un poco más en el aire fresco.

-Hey, Pete. Buen juego. Sonrió Clarck, cuando su mejor amigo lo alcanzó. -Si. Por poco y nos ganan. Lo bueno fue que nos recuperamos en el último minuto. Sonrió el chico, respirando hondo para recuperar el aire. -Stuard está haciendo un buen trabajo como capitán y lanzador pero... -¿Pero?. Indagó Pete, mientras reanudaban la marcha. -Tú y yo conocemos a Stuard desde pequeños y bien sabemos que no es el tipo de chico musculoso y cotizado. -Creo que veo tú punto. Aun recuerdo cuando los chicos de séptimo lo lanzaban a la basura o metían su cabeza en el inodoro. Recordó Pete, sin evitar reír por la memoria. -Exacto. Stuard siempre fue un chico intelectual y rezagado. No comprendo como de la noche a la mañana es el capitán y estrella del equipo de futboll. -La vida da muchas vueltas. Todo es posible. -¿En Smallville?. Preguntó con sarcasmo el ojiverde.

Pete simplemente sonrió y le restó importancia a los hechos. Su amigo simplemente se estaba volviendo paranoico, como Cloe Sullivan.

-Clarck. Llamó Cloe, cuando ambos chicos arribaron a la edición del diario. -Hola. Vengo del campo. Se excusó Clarck, previendo el reto de la rubia. -Lo sé. Escuché en la radio que el partido ya había terminado. -Traje las fotos. Sonrió el chico, buscando toda excusa factible para evitar cualquier grito de la rubia. -Ya lo sé. Respondió la chica un tanto exasperada.

Pete simplemente reprimía la risa. Era fascinante ver al hombre más poderoso de la tierra, ansioso ante su editora en jefe. Y es que la rubia podía ser la chica más linda, cordial y amable del mundo, pero cuando se enfadaba o el asunto se refería al periodismo. La chica podía cambiar, de ser adorable a una temible mujer enfada. Clarck lo sabía, por eso sus excusas.

-Solo me tarde cinco minutos más. No puedes retarme por ello. Se quejó el ojiverde. Depositando la cámara sobre uno de los escritorios. -¿Quieres dejar de ponerte a la defensiva?. Exclamó la chica, molesta por la actitud desconfiada de su amigo. -¿Entonces que hice?.

Cloe respiró hondo y contó hasta diez. Clarck podía ser atractivo y excelente chico, pero en ocasiones la exasperaba de sobre manera.

-Mira, tomé las fotos. Fui al partido aunque no quería. Investigué a Rich y... -¡CLARCK, CÁLLATE!. Ordenó la chica, un poco roja por el momento.

Esta vez Pete no ocultó la risa y soltando una carcajada, hizo a Clarck sonrojar. A veces no sabía como lidiar con sus amigos. Sobre todo con Cloe.

-Sólo iba a decirte que tu padre llamó. Quiere que vayas a casa temprano. Informó la rubia, volviendo a sentarse tras su computador. -Ha. Era eso. Suspiró Clarck, sintiendo el rojo de su rostro, desplazarse poco a poco. -No sé porque tus palabras. Yo no soy exigente ni nada de eso. Puedo ser muy competitiva, pero jamás haría nada en contra de ustedes. ¿Por qué me tratan entonces así?. Se quejó la chica, moviendo el Mause un poco, para deslizar un encabezado que rezaba:

"The Crows ganan. El brazo poderoso de Stuard Rich lo hace de nuevo".

-Clarck se lució en las fotografías. Podrías poner ahí, la última. Cuando Stuard nos hizo ganar el partido. Opinó Pete, acercándose un poco a la rubia. Su amor por ella era un secreto para la chica, más no para Clarck, quien repentinamente se sintió un intruso. -Si, se que es buen fotógrafo, por eso lo envié. Sonrió la chica, regalándole al ojiverde su usual sonrisa cómplice.

El ojiverde se sintió incómodo e incapaz de soportar más tiempo el evidente malestar de su amigo, decidió marcharse.

-Yo...debo irme. Si necesitas algo más, solo llámame Cloe. -Lo haré. Gracias por todo Clarck. Sonrió la rubia. -Nos vemos Pete. -Cuídate, amigo. Despidió el chico moreno, para después regresa su atención al cliqueo que la chica hacía con el Mause.

Clarck salió despreocupadamente, había hecho un buen trabajo ese día. Antes, después de un partido, acostumbraba ir a The Thalon para tomar algo a favor de la victoria del equipo. Pero como ya no eran otros tiempos y su corazón ya no insistía en ver a Lana Lang, decidió retirarse a su casa y terminar tanto los deberes de la escuela, como los de la granja.

-Hola Clarck.

El ojiverde se giró y se encontró de frente con Stuard Rich. El capitán del equipo de Futboll.

-Hola Stuard. Sonrió Clarck. -¿Ya te vas?. Pensé que irías a The Talon. Preguntó el rubio. -No, hoy no iré. Tengo deberes. Informó Clarck, reanudando su marcha. -Sabes, últimamente te he visto muy lejano de Lana. ¿A caso tu eterna atracción por ella ha desaparecido?. -Ham...no. Pero es mejor la amistad, ¿no crees?. Fue la respuesta del chico. No quería explicar nada. Total, ni él mismo comprendía ese repentino cambio de sentimientos. -Si, lo sé. En ocasiones es mejor la amistad. Suspiró el rubio, deteniéndose frente a la parada del autobús.

Clarck sonrió y decidió no preguntar nada. Desde hacia tiempo que Stuard y él no conversaban tan animadamente. El chico rubio simplemente se había alejado y el ojiverde no cuestionaría sus motivos.

-Tú y yo éramos unidos, ¿qué nos sucedió?.

La cuestión aturdió a Clarck.

-¿Cómo?. -Tú y yo éramos amigos. ¿Qué nos sucedió Clarck?. A veces extraño las llamadas de media noche o los pick nick en tu granero. Era fabuloso. Sonrió el rubio. -Si. Más cuando mamá nos encontraba y nos retaba por salir de noche. Era genial cuando nos escabullíamos a ver las estrellas. -Compartimos esa pasión Clarck. Las estrellas son nuestras, ¿lo recuerdas?. -Si. Prometimos alcanzarlas y al parecer tú lo has logrado. Mírate, capitán y lanzador estrella del equipo. Por lo menos uno de los dos logró alcanzarlas. Sonrió el ojiverde, memorando las cosas que casi había olvidado ya.

Stuard miró a Clarck. No solo él había cambiado, el ojiverde había madurado demasiado. Siempre había sido el más sensato de los dos, y en esos momentos no era la excepción. Pero había algo en Clarck que había cambiado. Tal vez la mirada o la musculatura, proveniente de los trabajos en la granja. Stuard no lo sabía, pero Clarck se miraba más...humano, que antes.

-Has cambiado mucho. De la noche a la mañana grandes pectorales y músculos aparecieron en ti. Siempre fuiste delgado. Rió Clarck. -Si, "huesitos Rich" para los amigos, ¿verdad Clarck?. -Ese sobre nombre te quedaba bien. Rió el chico con complicidad. -Pues...todos cambiamos. Tú también. -Si hicieras lo que yo en la granja, lo entenderías. -Lo sé. Lo sé.

Repentinamente el silencio se hizo. Los temas de conversación habían desaparecido. Ya no tenían nada en común.

-Bien...yo me voy. Te veré después Stuard. -Si...después. Sonrió el rubio con esfuerzos. -Saluda a tus padres y...felicidades, jugaste muy bien hoy. Guiñó Clarck, alejándose del futbolista.

Cuando el ojiverde se perdió de vista, el rubio suspiró. ¿Hasta cuando sería capaz de ocultar sus sentimientos?.

-A veces es mejor una amistad. Repitió el chico con sonrisa melancólica.

Antes de que Stuard se pusiera en marcha, un fuerte dolor en el brazo derecho hizo su aparición. Ante esto, Rich procuró caminar hasta un lugar desierto. El dolor inicial comenzaba a escocerle el brazo y gotas rojas de sangre manchaban ya el pulcro piso que sus pasos rápidos dejaban atrás.

Stuard Rich se apresuró a entrar a la escuela y a encontrar un aula bacía. Cuando el futbolista se pensó solo, buscó deprisa en el interior de su mochila.

El rictus de dolor en su rostro, mostraba la desesperación y la sensación inequívoca del dolor contenido.

Cuando pensó que no podría más, una larga jeringa se encontró en sus manos, en cuyo interior un líquido verde fosforescente se veía. Sin tardanza, la estrella de los cuervos, tomó el objeto y se lo incrustó en el brazo derecho, procurando que todo el verde líquido entrara por sus venas.

Dos minutos después, el sudor que cubría el cuerpo del rubio, se disipó y el dolor se esfumó como si en realidad jamás hubiera estado ahí.

Stuard se levantó del piso y sonrió con cinismo.

-Yo logré alcanzar las estrellas con ingenio. Sé que podré lograrlo todo con eso. Fueron sus palabras, para después arrojar la jeringa a la basura, colocarse su chaqueta amarilla y salir del aula como si nada hubiera pasado. Muchas personas decían que el lanzador se drogaba y a pesar del anti dopin negativo, seguían hablando de ello. Ahora, con las pruebas en la mano, todo el mundo se enteraría de la verdad.

-Ya veremos si eres tan listo como aparentas, "Huesitos Rich".

-Ya vine Papá. -Hola hijo, ¿qué tal el juego?. -Bien, ganamos. -Stuard es un gran lanzador. Lo vi la semana pasada en el noticiero local. Ha cambiado mucho. Sonrió Jonathan, después de apagar la sierra de madera y mirar a su hijo. -Si, "huesitos Rich" ya no está más por aquí. Es increíble como una persona cambia tanto con los años. -Pues mírate tú.

Clarck solo sonrió. Muchas personas le decían lo mismo, pero él no le tomaba importancia, simplemente porque evitaba la palabra "cambio". Sus padres sabían el por qué.

-¿Terminarás con el granero?. Preguntó Jonathan, sacándose los guantes gruesos de trabajo. -Si, por eso estoy aquí. Comunicó Clarck, quien ya estaba en camiseta corta y listo para terminar sus deberes pendientes. -Sabes, ahora que lo pienso. Estás muy extraño. -¿Yo?. Preguntó el ojiverde sin entender. -Si. Regularmente estás con Lana cuando los cuervos ganan. Ahora estás aquí ayudando con los deberes, y no precisamente por la llamada que hice a The Torch. ¿Estás enfermo?.

El rostro divertido de Jonathan, sacó una risita de la garganta de Clarck.

-No papá, simplemente han pasado muchas cosas estos días. Es todo. -¿Cosas?. ¿Cómo qué?. Quiso saber el hombre. Todo lo correspondiente a Clarck y sus sentimientos, eran su asunto. -Pues...papá, ¿pueden los sentimientos cambiar?. Clarck encaró a su padre. Aun estaba confuso sobre ese tema. -Si, ¿por qué lo preguntas?. Respondió Jonathan, conciente de hacia donde se dirigían las cosas. -Es que...sabes, parecerá ridículo pero...un día amo a Lana más que a la vida misma. Jonathan reprimió una risita. Los adolescentes siempre exageraban en temas del amor.- Pero ahora...solo la quiero como una amiga. -Es natural. Cuando las personas crecemos, nuestra fase de enamoramiento también lo hace. Cambia de nivel igual que nosotros. Jamás en intensidad, pero si tal vez de preferencias. -¿Preferencias?. Cuestionó el chico, interesado en el tema que al parecer su padre dominaba mejor que él. -Si...digo, tal vez ya es hora de que te interesen otro tipo de personas y chicas. Más intelectuales, más de tú área de trabajo, etc. Es normal. No te preocupes. Jonathan palmeó el hombro de su hijo, mientras que este intentaba sonreírle. El amor era complicado, más para él.

-¿Todo bien?. -Si papá, solo...creo que debo acostumbrarme a esta soledad. Indicó el chico, mostrando su corazón. -Lo harás. O alguien volverá a llenarlo. Confía en mí.

El ojiverde sonrió esta vez con emotividad. Era bueno confiar en su padre para ese tipo de "problemas". Se sentía mejor después de disipar sus dudas.

-¿Interrumpo?. Una voz llegó desde la puerta de madera entre abierta.

Los dos Kent voltearon al unísono, encontrándose a un joven con elegante porte y negras vestiduras.

-Hola Lex. Saludó Clarck con extensa sonrisa en labios. -Hola. Respondió el menor de los Luthor, acercándose al par de Kent que lo miraban sonrientes.-Siento interrumpir. -Descuida, yo ya me iba. Asegúrate de hacer las cosas correctamente. Recordó Jonathan, antes de salir del granero y dejar al par de amigos en soledad.

-¿Y, a qué se debe tú visita Lex?. Preguntó el ojiverde, moviendo unas cajas de posición. -Solo vine a visitarte. Hace días que no te veía. Informó Lex, haciéndose a un lado para que su amigo caminara con libertad. -Bueno, solo han pasado tres días desde que te vi en The Talon. No es una eternidad. Rió Clarck. -Lo sé, solo quería conversar, es todo.

Clarck bajó la paca de paja y miró los grises ojos de su amigo. ¿Desde cuando Lex Luthor iba solo a conversar con él?.

-¿Qué?. Preguntó Lex desconcertado. -Nada, solo me preguntaba en donde has puesto a mi amigo Lex, es todo. Rió Clarck, subiendo los escalones que lo llevarían a su espacio privado en la parte alta del granero. -Clarck. Reclamó Lex en tono juguetón. -Es que tú nunca vienes a conversar solamente. Siempre a resolver problemas del día, a saber como me las arreglo como "super héroe". A decirme que tú padre mando a investigarme nuevamente o...a saber si Lana y yo regresamos. Fuera de eso...para nada más vienes aquí. Concluyó el ojiverde, indicándole a Lex que se sentara en el sofá. -Sé que he sido desconsiderado, por eso he venido a reivindicarme. -¿Cómo?, ¿viniendo a conversar sobre trivialidades?. No lo creo Lex. Tienes bastante trabajo que hacer como para perder el tiempo conversando conmigo.

Por extraña razón, la voz de Clarck iba cargada de resentimiento y tristeza. Para el joven Kent, el reclamo sonó "natural", pero para Lex, había sonado a dolor.

-Clarck, yo... -¿Y Bruce?. Preguntó Clarck, tratando de que sus mejillas no cambiaran de color. El recuerdo del ojiazul, aun lo intimidaba un poco. -En casa. Siendo un chico mimado. Informó Lex con enfado. ¿Por qué tenía Clarck que preguntar por el ególatra chico gótico? -Ha. Pensé que tú y él... -No soy niñera de nadie Clarck. Mi padre solo lo mandó por unos negocios y en cuanto terminen, él se irá. Informó tajante el chico Luthor.

Clarck solo asintió. Lex se había molestado y no sabía el por que.

-Sabes, no pude dejar de escuchar la conversación que tuviste con tu padre hace un momento. ¿Cómo es eso de que ya no amas a Lana?. Preguntó Lex, cambiando de tema. No quería enfadarse, mucho menos frente a Clarck. -Pues...si, eso. Ya no la amo. -¿Y ese cambio tan repentino?. Quiso saber Lex. -No lo sé. Un día el sentimiento estaba ahí y al siguiente ya no. Creo que es lo mejor, tanto para ella como para mi. Concluyó el chico. -Si. Amores vienen y amores se van. La vida es un constante cambio Clarck. Pero no dudes de que algún día alguien llegará, más fuerte y poderoso que Lana y se incrustará en tú corazón con firmeza. Para nunca irse.

¿Cuándo Lex se había acercado tanto a él?. Era la interrogante que Clarck tenía, mientras miraba la grisácea mirada de Lex. Las palabras del chico rico eran profundas y con mucho sentido. Clarck entonces comenzó a sudar y a sentir una especie de ansiedad, reconocible tal vez porque era la misma que en antaño aparecía cuando Lana estaba cerca.

El sostenerle la mirada a un Luthor, hablaba de la valentía de las personas y Lex sabía que Clarck era valiente. Por eso le gustaba mirar sus ojos verdes. Ojos que brillaban con inocencia, aun. Todo el chico Kent era un enigma, pero tan necesario, como el mismo aire. Su vida había dado un giro desde que el ojiverde lo salvara de morir ahogado y en ese momento, tras tener años de una amistad, no se cansaba de contemplarle tan cerca y tan...¿ansioso?. -¿Ocurre algo Clarck?. Preguntó Lex con preocupación. -No...no...nada. Sonrió el chico y se alejó de Lex. ¿Por qué se sentía nervioso con solo mirar y tener cerca a Lex Luthor?. -¿No estás enfermo?. -No, solo....estaba pensando en...en lo bueno que sería para The Torch una entrevista con Bruce Wayne. ¿Podrías hacerme ese favor y...comunicárselo a Bruce?.

Lex tubo que controlarse para no gritar. Había sido un momento íntimo. Más que cualquier otro y la mención de Bruce Wayne lo había arruinado todo.

-Si. Con gusto. Sonrió con fingida cordialidad el chico de negro. -Gracias. Significa mucho para mi...y Cloe. Se apresuró a añadir el ojiverde.

De nuevo el silencio, pero esta vez Clarck no supo porque el corazón comenzó a latir deprisa.

Lex se estaba acercando nuevamente a él y aunque sabía que solo era un gesto amistoso, que a diario tenía para con él. No evitó temblar y sonrojarse un poco. ¿Qué le estaba sucediendo?.

Lex sonrió. Las mejillas de Clarck habían adquirido un rojo suave que lograba formar en el ojiverde, un aura hermosa y pura. El chico Luthor se maravilló con la imagen y sin saber el porque, quiso acercarse y tocar la piel que parecía salida de un "Boticheli".

Y la respiración comenzó a hacerse pesada para el hombre más poderoso de la tierra. Jamás había sentido cosa tal. ¿Por qué en ese momento?. ¿A caso se estaba enfermando?.

-Imposible. Murmuró en voz alta. -¿Imposible?, ¿qué?. Indagó Lex ante el comentario de su amigo. -Imposible que...que... -¿Qué?. Lex se acercó más. ¿Por qué no podía detenerse?. -Que yo... -¿Qué tú?.. -Que...que... -Clarck, tienes llamada. Gritó su madre desde afuera del granero.

Clarck suspiró, sin saber que retenía aire. Pensó en lo conveniente del grito, pues estaba a punto de cometer una locura.

-Yo... -Ve y responde. Yo ya debo irme. Solo pasé un momento. Sonrió Lex, maldiciendo el grito de la dama pelirroja. ¿Qué había estado a punto de hacer?. ¿Besar a Clarck?. -Bien yo...te veré después y...y...gracias por lo de Bruce. Sonrió Clarck con nerviosismo, para apresurarse a bajar las escaleras y salir del lugar, antes de que sus impulsos lo llevaran a ¿besar a Lex Luthor?. Si, eso era lo que iba a hacer antes de que su madre lo llamara.

Lex salió del graneo y subió de inmediato a su Porche plateado. Un modelo exacto, al que destrozara tres años atrás, cuando Clarck le había salvado la vida.

-Clarck. Suspiró, antes de arrancar el motor y salir de la Granja Kent. Algo extraño le sucedía....pero extraño era también, que no quería que eso, se fuera.

-¿Diga?. -¿Clarck?. Preguntó una voz desconocida para el chico. -Si. ¿Quién habla?. Indagó el ojiverde. -Tres días y ya te has olvidado de mi. Que malo eres Clarck. La voz que pretendía sonar herida, pegó de lleno en los sentidos de Clarck, haciendo que su rostro volviera a elevar el rojo que casi había desaparecido ya. -¿Bruce?. -Así me dicen. Río el chico gótico tras el teléfono. -Que sorpresa tan agradable. -Solo quería saludarte. Hace días que no te veo. Pensé que me sacarías a ver algo en el pueblo. Lex es un aguafiestas, salió hace rato y no me dijo a donde. Estoy aquí aburriéndome como tonto. Informó Bruce. -Ha...¿de veras?. Preguntó el ojiverde, fingiendo demencia sobre el paradero del chico Luthor. -Si. ¿Por qué no vienes a la mansión?. Tal vez podamos ir por ahí y...no sé, hacer algo divertido. Propuso el chico gótico, caminando cual león enjaulado en el estudio de Lex Luthor. -Yo.... -Si no quieres no te obligo. Tal vez después. -Pues...

Clarck estaba en predicamentos. Quería ser cortés con el chico gótico, pero al mismo tiempo no quería verlo. Su mirada azul penetrante le causaba conflicto. Por eso había evitado ir a la mansión Luthor aquellos días. Bruce Wayne lo intimidaba.

-¿Clarck?. -Si, si, yo...mira, ¿qué te parece si mañana pasas a la escuela y...yo... -Si. Dime, lo que sea. Sonrió Bruce, le gustaba el tono ansioso del ojiverde. -Yo...quería...quiero...que me concedas una entrevista para el diario escolar. ¿Por qué se sonrojaba tanto?. Solo era una petición común y corriente. -¿Tú harás la entrevista?. Quiso saber Bruce, antes de dar un veredicto. -Si. Asintió Clarck. -Entonces acepto. ¿A qué hora?. -Pues...a medio día. Después de clases. Así no habrá nadie que nos...te interrumpa. Corrigió el ojiverde, sintiéndose tonto por tartamudear. -Estaré ahí a medio día. Yo te busco. Será un placer encontrar tu habitad de trabajo. Sonrió Bruce, imaginando el sonrojo en las mejillas de Clarck Kent. -Bien. Fue todo lo que Clarck pudo decir, su madre comenzaba a mirarlo con extrañeza. -De acuerdo, entonces Buenas Noches Clarck. Espero que la noche sea agradable. Bruce se permitió un tono sensual, antes de escuchar un quedo "tú también", por parte de Clarck y en seguida el sonido que indicaba el corte de la comunicación.

Bruce bajó el auricular y sonrió divertido.

-Hay, el pececito se acerca a la trampa. ¿Qué hará Lex cuando sepa que estaré a solas con su "amigo?. Ojalá tuviera una cámara. Rió el chico gótico, lanzándose al sofá de cuero de Lex y planeando lo que haría cuando tuviera a Clarck Kent en frente.

Los tres días pasados, había cansado a Lex con su insistencia de que lo llevara con Clarck. El chico Luthor había evidenciado su molestia y Bruce había aumentado su insistencia, incluyendo adjetivos como: "Es un gran chico. Es atractivo,¿Crees que le agradé?", entre otros. Bruce sabía que Lex le profesaba un gran afecto a Clarck Kent y eso le servía a él, para su diversión particular.

-Mañana será divertido. Si tengo suerte me lleva a conocer su casa y después...ya no te insistiré Lex, yo haré las cosas por mi cuesta. Rió el muchacho, tomando un dardo e insertándolo en la diana tras la puerta.

El día siguiente sería divertido.

-¿Quién era Clarck?. Quiso saber Martha cuando su hijo colgó el teléfono. -Un...amigo. Informó el chico con una sonrisa. -¿Te sientes bien?. Estas muy rojo. Dijo la dama, tocando la frente de su alto y fornido hijo. -Si mamá solo...voy a terminar mi tarea. Informó, importándole muy poco el tener que recordarle a su madre que él no enfermaba. Lo que quería era salir de la vista de todo ojo humano y averiguar lo que estaba sucediendo con él.

¿Por qué razón su corazón se agitaba en presencia de Lex?. Y sobre todo, ¿por qué también lo hacía en presencia de Bruce Wayne?. Eran dudas, que se resolverían tal vez....después.

Stuard Rich caminaba despreocupadamente por las solitarias calles de Smallville. Había sido un día perfecto. Una victoria más en su lista, miles de porras, aceptaciones y sonrisas, pero sobre todo, había corroborado algo que le interesaba, desde que tenía memoria.

"Solo somos amigos. Adam es, ham...mi novio ahora". Habían sido las palabras de Lana Lang, cuya faz se había encendido de inmediato ante la mención de su nuevo novio.

Stuard sonrió más. Clarck le había dicho la verdad. Su camino estaba libre entonces.

-Clarck. Suspiró el rubio fornido, deteniéndose frente a una tienda para mirar su imagen.

Desde pequeño había sido una especie de chico retraído, o al menos eso solían decir las personas. A él siempre le habían interesado los libros de ciencia, de química, vivir en un mundo donde no lo lastimaran o se burlaran de él por sus extrañas preferencias o complexión.

Huesitos Rich era su apodo y con cierto motivo se lo habían impuesto. Las tiroides eran su problema, por lo que parte de su infancia y adolescencia, las había pasado en hospitales y en salas de exámenes médicos, para que lo ayudaran a agilizar su crecimiento y desarrollo.

Por esto y las burlas, Stuard jamás había encontrado un amigo, a excepción de Clarck Kent. El niño, en su tiempo, le había dado su amistad completa, sin pedir ayuda en exámenes o hacerle burlas. Clarck había sido el único en toda su vida, que le había mostrado amistad sincera y de corazón.

Para Stuard, la amistad que sostuviera con Clarck Kent había significado demasiado, al punto de hacer crecer en su corazón, un sentimiento que solo él conocía.

Un día cualquiera descubrió que su amistad con Clarck Kent no quedaba solo en eso. Él, se había enamorado del gentil ojiverde y por miedo a perder una amistad, jamás se atrevió a decirlo. Por tal motivo se había alejado del chico Kent y retraído nuevamente en sus libros y en sus sueños de ser alguien importante en la vida.

Pero sucedió que un día, encontró la manera de alcanzar lo que quería y desde ese momento se sintió capaz de hacerlo todo. Incluso de revelarle al chico ojiverde, que pese a todo, continuó viéndolo de lejos, que lo amaba como a nadie y que por él, era capaz de hacerlo todo.

-Estaba planeando quitar a Lana de en medio. Se dijo, mientras su reflejo le sonreía con vanidad.- Pero ahora las cosas son mas sencillas y no hace falta mancharme las manos por nada.

Y continuó su camino, hasta que sus pasos lo llevaron a su hogar.

-¿En donde estabas Stuard?. Preguntó la madre del rubio. -Con mis amigos, celebrando Mi, victoria. Enfatizó con orgullo. -Stuard, ya sabes que no me gustan esos chicos. Son...extraños. Murmuró la mujer. -¿Y yo no lo soy, mamá?. Cuestionó el rubio, mirando con ferocidad a la mujer. -Pues yo... -Deja que se divierta Rouse, se lo merece. La voz de Erick Rich, hizo sonreír a Stuard. Su padre era el único que disfrutaba Sus victorias, como era debido. -Gracias papá, voy a descansar. -Hazlo, el entrenador me dijo que mañana hay práctica temprano. Debes descansar ese brazo, campeón. Rió el hombre, dando un leve golpe en el brazo derecho de su hijo.

Stuard hizo una mueca forzosa de sonrisa complaciente y después se dirigió piso arriba, hacia su habitación. No era secreto para nadie en el pueblo, que Erick Rich siempre se había avergonzado del físico y pocas habilidades de su unigénito. El hombre había sido capitán y campeón colegial en sus tiempos y su sueño era que su o sus hijos siguieran sus pasos. Stuard siempre tubo que soportar la cruda verdad y sobre todo, los insultos que su padre le daba. No siempre lo había tratado con tanta cordialidad, no, hasta que comenzó a cambiar y a ser un triunfador.

La puerta de la última habitación se abrió y después de que la luz iluminó el lugar, se pudo observar la decoración que Stuard Rich tenía en su alcoba.

Afiches de deportistas, de futbolistas y trofeos, habían remplazado lo que en antaño había albergado libros y afiches de ciencia y tecnología. Lo único que sobrevivía, era el computador y algunos libros, que para Stuard eran un tesoro.

Aseguró la puerta y después, con pereza, deslizó la chamarra amarilla por su cuerpo. Su mano buscó un control remoto y al presionar el botón rojo de enfrente, una pared oculta al desconocido, se abrió. Y entonces Stuard esbozó una sonrisa. Frente a él, el chico de sus sueños se encontraba.

Afiches, recortes y fotografías, tapizaban la oculta pared que Stuard Rich había creado especialmente para el chico Kent.

Era su secreto, un altar a su dueño y amor. El rubio entonces se acercó a uno de los afiches, que fácilmente había sacado de las fotografías que a escondidas le tomaba al ojiverde, y depositó un beso que su "novio" imaginario recibió sin borrar su brillante sonrisa.

-Ya es tiempo Clarck, ya puedo decírtelo. Todos me aman, logré mis sueños y todo lo que falta es a ti, a mi lado. ¿Recuerdas lo felices que éramos de niños?. Preguntó el rubio, acercándose a la pared y abrazando al imaginario Clarck.- Pues ahora lo seremos más. Tú y yo somos el uno para el otro y cuidado de aquel que quiera interponerse entre nosotros. Si ya había planeado matar a Lana, fácilmente puedo hacerlo con quien sea que te arrebate de mi. Solo espera Clarck, amor. Solo espera y verás lo felices que volveremos a hacer.

Una risita emanó de la garganta del rubio lanzador. Stuard estaba dispuesto a todo por completar sus sueños.

Y mientras el rubio reía y continuaba hablando, como siempre, con su amado ojiverde, una sustancia verde hervía en un recipiente apartado, donde varios moldes y jeringas le hacían compañía también.

Después de una ducha y de que sus pensamientos se libraron de todo rastro de estrés, Alexander Luthor se dirigió al comedor. Desde hacia unos días que su padre no se comunicaba con él. Lex pensaba que Lioner esperaba cualquier muestra de debilidad por su parte, para repetirle lo incompetente que era para los negocios. Así que como buen Luthor y competidor que era, se había guardado su enfado y había evitado teclear el número que tras dos tonos le revelaría la risa burlona de Lionel Luthor con su usual voz diciendo: "Sabía que serías incapaz de soportar a un chiquillo como Wayne".

No, Lex no era tonto, por lo que aprovechar la ausencia de su padre sobre sus asuntos y el resolver el trabajo que supuestamente Bruce efectuaría en Smallville, le daba una ventaja considerable.

-Buenos días señor Luthor. Saludó uno de sus guardaespaldas, para después abrir la puerta que lo conduciría al comedor. -Buenos días. ¿Noticias de mi padre o alguno de sus "amigos"?. Preguntó el chico de negro. Su sarcasmo característico hizo sonreír a su guarda espalda. -No de él, pero si de su psiquiátra. -Oh si, quiere asegurarse de que me esté comportando "como es debido". Mi padre debe estarle pagando bastante como para asegurarse de que sigo con "bien". Sonrió Lex. -¿Quiere que me haga cargo de eso?. Cuestionó el hombre a espaldas de Lex. -No, ya después lo solucionaré yo. Primero lo de Wayne, después mi padre.

Lex tomó asiento y conforme las reglas de etiqueta que había aprendido en numerosos colegios, colocó la servilleta de tela en su regazo y bebió un poco de jugo, el wiskey por la mañana jamás sería sano para él.

-¡HOLA, LEX!.

El menor de los Luthor casi se ahoga con el repentino grito que su visitante lanzó. ¿A caso Bruce Wayne planeaba matarlo como venganza?.

-Hay, lo siento. No pensé que tuvieras la guardia baja. Rió Bruce, sentándose con elegancia frente a Lex. -Eres un... -No, no, no. Sin palabrotas en la mesa. Es un lugar sagrado. Añadió el chico gótico, con aire de superioridad.

Lex respiró profundamente. A su parecer jamás comprendería a Bruce Wayne en su totalidad.

-Que bonito día, ¿no te parece?. -Mhg. -Oh Lex. ¿Por qué eres tan antipático conmigo?. No te he hecho nada, ¿o si?.

Lex habría querido ahorcar al chiquillo molesto que le sonreía con picardía desde el otro extremo de la mesa. Bien podía hacer que la muerte de Wayne pareciera un accidente y asunto resulto. Libraba a la humanidad de un insoportable mimado como Bruce. Pero no podía, y por el cielo, que deseaba hacerlo.

-Oh, Lex, ¿podría pedirte un favorcito?. Preguntó Bruce, hacer enfadar a Lex Luthor se estaba convirtiendo en su hobbie favorito. -Siempre y cuando no tenga que ver con mis negocios. Fue la respuesta de Lex. -No, eso me tiene sin cuidado por ahora. Lo que quiero es que me prestes uno de tus autos, mientras traen el mío. Sonrió Bruce. La mirada asesina no se borraba de los grises ojos de Lex. -¿Traerán tú auto?. No me lo habías dicho. -Si, junto a otras cosillas. Pero en dado caso no tengo porque informarte. Soy tu huésped, no tú prisionero y es precisamente por eso que quiero un auto para salir de este encierro.

Lex pensó con racionalidad. Si Bruce se marchaba de su mansión y regresaba de noche, entonces no tendría porqué soportarlo durante muchas horas y él podría respirar con tranquilidad. No gustaba de prestar lo suyo y mucho menos sus autos, pero si eso significaba que el odioso de Bruce Wayne se alejaría de él por unas horas. Bien valía el precio de ser "generoso": -Está bien. -¿En verdad?. Bruce puso cara de sorpresa, pero en realidad estaba a punto de reír. Él sabía que lo que Lex deseaba era que se estrellara contra algo para deshacerse de él. Pero no le daría ese gusto. Era muy buen conductor. -Si, haz lo que quieras. Mientras no me molestes, todo está bien. Dile a alguno de los sirvientes que te de las llaves del auto que gustes. Informó Lex, para levantarse de la mesa y prepararse para trabajar. -Excelente, ya podré pasear con el bombón de Clarck. Te debo una Lex. Guiñó Bruce.

Lex se detuvo en seco al escuchar las palabras de Wayne. La noche anterior había evitado hablarle al millonario sobre la petición del ojiverde. No deseaba que Clarck se relacionara con Bruce. Algo en su interior gritaba y luchaba por eso.

-Adiós Lex. Te veo en la noche. Sonrió el chico gótico, pasando al lado de un Alexander Luthor estático. -Wayne. Pronunció Lex. -Dime. -¿A dónde vas?. -¿No que no te interesaba lo que hiciera?. ¿Por qué he de responderte entonces?. La sonrisa burlona de Bruce, aumentó la rabia del millonario Luthor. -Mientras estés aquí, me lo dirás todo. Recuerda que aun eres menor de edad ante la ley y aunque manejes un imperio, aquí es diferente. -Aguafiestas. Gruñó Bruce. Lex tenía razón. -¿Entonces?. Estoy esperando la respuesta.

Por esa vez Lex había ganado, pero eso no significaba que Bruce no se divirtiera un poco.

-Pues al pueblo y después a la escuela de Clarck. Me ha invitado, ¿sabes?. Quiere hacerme un entrevista.

Lex enarcó una ceja. ¿Cómo era posible de que Bruce supiera esa información cuando había evitado decírsela?.

-¿Conoces el teléfono?.

Fue todo lo que Bruce dijo, adivinando los pensamientos de Lex, para después reír y salir del comedor.

Lex tenía refinamiento. Lex Luthor se había criado y educado en los mejores colegios. Su educación era envidiada por muchos, sobre todo la facilidad de soportarlo todo con total parcialidad, pero en ese momento todo cambiaba.

-¡MALDITO WAYNE!. El grito de Lex, conmocionó un poco la mansión que no estaba acostumbrada a semejante actividad matinal.

-Otro punto para mi...mmm....cero para ti. Rió Bruce, en cuanto su pie pisó el acelerador del Jaguar Negro de Lex Luthor.

CONTINUARÁ....

KATRINNA LE FAY.