TITULO:  RIVALRY

CUARTA PARTE.

Serie: Smallville

Pairings: ?/?

Category: Slash,  Nc-17.

Raiting: PG-13, R, Nc-17.

Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de  Smallville, e invitados. Ellos pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Esta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.

Tiempo: Tercera temporada. Después del capitulo donde Lex Luthor es ingresado en un sanatorio Psiquiátrico.

En calidad de Universo Alterno.

Lugar: Smallville.

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Clarck estaba nervioso. Había llegado a The Torch bastante temprano y después de que le comunicara a su rubia compañera, lo que haría después de clases, esta le consiguió inmediatamente una oficina y la privacidad necesaria para que la entrevista con el cotizado y afamado Bruce Wayne se efectuara.

En otras circunstancias Clarck habría reído ante el inusual comportamiento de su amiga rubia, pero como él mismo estaba nervioso y quería que todo saliera perfectamente, no pudo reír de lo que él mismo sentía.

Sabía que era tonto lo que le sucedía. Pero no sabía exactamente que era lo que provocaba semejante ansiedad y sonrojo cuando su mente recordaba los ojos azules de Bruce Wayne o su voz sensual, deseándole buenas noches.

-Deja de pensar en tonterías, Clarck. Se dijo, moviendo la cabeza de lado a lado para disipar sus pensamientos y sonrojo.

Pero su cabeza no estaba dispuesta a darle tregua, por lo que al desaparecer Bruce Wayne de su mente, esta rápidamente reemplazó la imagen por la del chico empresario Lex Luthor y fue ahí, cuando Clarck volvió a sentir mariposas en el estómago y ganas excesivas de mojarse el cuerpo con agua helada.

¿Por qué le sucedían esas cosas a él?.

-¿Interrumpo?. Preguntó una voz proveniente de la entrada.

Clarck volteó al instante, tropezando con el escritorio de enfrente y tirando algunas cosas que yacían sobre él.

Al instante el visitante se apresuró a recoger el desorden, al igual que Clarck, quien seguía recriminándose por sus bobas acciones.

-Siento si te asusté.

-No, no Stuard, es solo que estoy un poco nervioso. Eso es todo. Sonrió Clarck, procurando no olvidar nada en el piso.

-¿Nervioso?. ¿Se puede saber el motivo?. Indagó el capitán de Football, mientras depositaba en el escritorio las cosas que él había recogido.

-Nada importante solo... Y ahí iba el sonrojo de nuevo en su rostro, algo que Stuard Rich no pasó desapercibido.- No es nada. Finalizó el chico Kent, sintiendo que aquel no era su día.

Stuard enarcó una ceja. Algo le sucedía a su amor secreto y repentinamente la posibilidad de que Lana Lang estuviera entrometida de nuevo en su vida, le carcomió el alma.

-¿Es Lana?. Indagó el rubio.

-¿Lana?. No, no, nada de eso. ¿Por qué habría de ser ella?. Quiso saber Clarck.

-Pues...solo se me ocurrió. Como siempre te has preocupado por ella...yo solo adiviné. Fue la excusa de Stuard, sintiéndose un poco aliviado de que sus temores no fueran reales.

-Siempre me preocuparé por ella Stuard, es una buena amiga. Pero ahora nada tiene que ver aquí. Informó Clarck con una sonrisa amistosa.

Stuard entonces no reprimió un suspiro, al cual dio excusa rápidamente ante la mirada desconcertada de Clarck.

-Es de...alivio. Sonrió Rich y Clarck solo asintió.

-Y...¿estás ocupado?. Porque si no es así, quería invitarte a...

-Si, lo estoy. Interrumpió Clarck, recobrando su nerviosismo.

-Ha. Fue la desilusionante exclamación del rubio capitán.-¿Y se puede saber con qué?.

Era extraño para el ojiverde darle cuentas a un chico que se había alejado de su vida hacía bastante tiempo. Pero recordando su amistad con el anterior "huesitos Rich", decidió contarle. Total, al día siguiente por la mañana sería noticia de primera plana.

-Voy a realizar una entrevista. Informó Clarck con orgullo. Y ciertamente lo era, pues por fin, Cloe le había cedido algo importante.

-Me alegro mucho por ti Clarck. Es tú primer trabajo importante como periodista en The Torch. No es que tú trabajo no sea importante, pero es la primera cosa en grande. ¿No es así?.

¿Desde cuando Stuard sabía tanto de su vida?. Era la interrogante que el ojiverde se efectuó mientras Rich sonreía con excesiva felicidad.

-Si. Es verdad, ¿pero cómo te...

-El que nos hayamos separado, no significa que no te conozca. Informó Stuard, acercándose un poco al ojiverde. Había llegado su oportunidad.- Clarck, hay algo que deseo decirte. Informó el rubio, esperando que las palabras no se atascaran en su garganta.

-Dime. Clarck procuraba alejarse del chico rubio que lo estaba acorralando en la pared del fondo. Extrañamente el contacto cercano con Rich lo estaba mareando. Como cuando la Kriptonita estaba cerca de su cuerpo.

-Pues...es algo difícil para mi, pero tal vez....

Clarck cerró los ojos. El mareo se estaba intensificando. Ya no le cabía duda de que muy cerca de él había Kriptonita y el meteorito Verde no era muy bueno para su salud. Por lo que intentó alejarse más del rubio, pero al parecer este no entendía las indirectas.

Repentinamente el ojiverde tropezó y resbaló, mientras su visión se volvía borrosa y sus manos comenzaban a contraerse y a fusionarse con sus huesos.

-¿Te sientes bien Clarck?. Preguntó Rich, arrodillándose junto a Clarck, pero este solo asintió y se separó del rubio.

-Estoy bien, solo...es parte del nerviosismo de la entrevista. Fue la excusa de Clarck, mientras se incorporaba.

Rich sonrió y según él, su rostro mostró una sonrisa sexy y de interés.

-Ha. Aun no me has dicho quien es tú entrevistado.

-Aun no me has dicho el por qué estás aquí. Fue el contra ataque de Clarck. Estaba sintiendo el cuerpo muy pesado y estaba seguro que de un momento a otro caería inconsciente, debido a la magnitud de los síntomas.

-Clarck, yo...

-Hola, hola Clack. Fue la alarma que el ojiverde agradeció con su vida, pues un paso más del capitán rubio y habría perdido el conocimiento por completo.

-Hola, Bruce. Pronunció el ojiverde, mientras intentaba no desplomarse.

-¡Clarck!. Se alarmó el chico gótico, corriendo y sujetando al chico Kent antes de que tocara el piso.-¿Estás bien?. Te ves un poco pálido.

-Si, gracias. Sonrió el ojiverde.

Stuard se alejó de Clarck, mientras sus manos se contraían en puños y un odio inmenso crecía en su interior.

¿Quién era ese que sujetaba a Su Clarck con tanta confianza?.

-¿Estás seguro de que te sientes bien?. Puedo llevarte a un médico. Siguió diciendo el chico gótico, ayudando al ojiverde a incorporarse.

-De veras, estoy bien. Sonrió Clarck y al darse cuenta de lo cerca que estaba de Bruce Wayne, se sonrojó con violencia, provocando una sonrisa maliciosa y seductora por parte del ojiazul.

Stuard seguía el cuadro y el odio creció aun más. Así que dispuesto a matar al entrometido, por tocar a Su Clarck, dio un paso al frente, para inmediatamente ser detenido por otra interrupción.

-Clarck. Llamó Lex Luthor desde la puerta de la oficina.

-Hola, Lex. Saludó el aludido, alejándose un paso de Bruce y ocultando su rostro fosforescente. Las emociones regresaban y esta vez por partida doble.

Bruce gruñó. Había estado a punto de bromear con Clarck sobre el rojo de sus mejillas. ¿Por qué Lex le hacía las cosas difíciles?.

-Cloe me dijo en donde encontrarte. Espero no interrumpir nada. Se excusó Lex, mirando desafiante al chico gótico que lo imitó.

-La verdad no. Recién Bruce llega. Indicó Clarck, sobreponiéndose un poco a su sonrojo.

-De hecho, estaba a punto de llevar a Clarck al hospital. Casi se desmaya. Argumentó Bruce, acercándose al aludido ojiverde.- Pero por suerte llegué justo a tiempo, ¿verdad, Clarck?. Y Bruce posó una mano sobre el hombro de Clarck, provocando que este adquiriera el carmín más elevado y jamás visto en el mundo.

Esta simple acción hizo enfurecer a Lex, pero no solo a él, sino a cierto rubio que giró y salió del lugar, azotando la puerta tras de si.

Clarck siguió a Stuard con la mirada, pero no tuvo demasiado tiempo de cuestionarse sobre el comportamiento de su "amigo", pues en ese instante, Lex se acercó a él y depositó una de sus manos en su frente.

-¿Te sientes mal, Clarck?. Yo mismo te llevaré al médico.

Y Clarck entonces sintió que su corazón latía a mil por hora.

Lo que le estaba ocurriendo no tenía sentido, menos, cuando sus emociones se alteraban frente a dos hombres.

No era que discriminara nada, era simplemente que no comprendía y eso lo aturdía severamente.

-Gracias por tú oferta Lex, pero yo llegué antes y yo lo llevo. Defendió Bruce su territorio.

-Pero yo soy su amigo y estoy en el deber de cuidarlo. Contraatacó el chico Luthor, mirando a Bruce con rivalidad.

-Serás su amigo, pero nada tienes que hacer aquí. ¿No se supone que deberías de estar trabajando en Tú proyecto?.

-¿No se supone que deberías de Estarme Ayudando?.

Y ambos se miraron con competición, mientras Clarck se preguntaba el motivo de tan singular disputa.

Ya no sabía si era por su salud, por él o por cosas que no comprendía.

Lo único claro era que ya no podía estar seguro y en paz con ninguno de los dos, pues ambos le causaban hormigueo, dolor de pecho y emociones encontradas.

-Yo...saldré por agua. Ya...regreso. Murmuró, pues ninguno de los dos hombres le prestaba la más mínima atención. Ambos estaban enfrascados en su riña y seguían hablando sobre negocios, Lionel, mayorías de edad y cosas que no entendía.

Así que salió de la oficina y se dirigió a beber agua. Aun no había recuperado todas sus energías. Algo que no solía pasarle cuando se exponía a la Kriptonita. Por lo regular recuperaba su fuerza después de que el meteorito verde se alejaba de él, pero en ese momento sentía que la cabeza le daba vueltas y cómo un hueco le perforaba el estómago.

Tal vez era la Kriptonita o el sentimiento que tanto Bruce como Lex, le hacían sentir.

-Es...más fuerte que con Lana. Se dijo en voz alta, cuando llegó al bebedero más próximo.

Con la chica de rasgos orientales, se sentía flotar, pero podía y sabía controlarlo.

En cambio con los dos empresarios...las cosas se salían de control y que decir de sus sentimientos. Por momentos pensaba que caería preso de sus instintos y por otros, que caía en un agujero sin fin o salida.

-¿Te gustan?.

La pregunta no había salido de su cabeza, sino de alguien a su lado y por la sensación de mareo, supo de inmediato de quien se trataba.

-¿Qué?. Preguntó alejándose del rubio capitán, que cruzado de brazos y visiblemente enfadado, aguardaba una respuesta.

-Ya me escuchaste. ¿Te gustan?.

-Pero que cosas...

-No me vengas ahora con el cuento de que es una tontería Clarck. Yo sé lo que vi y no puedes engañarme. Te Gustan. Dijo, ya no más como una cuestión sino como una afirmación y el enfado evidente le indicó a Clarck que algo sucedería.

Pero nada lo preparó para ser arrojado con facilidad hacia la pared, por el brazo derecho del lanzador y capitán de los Crows.

-Te he amado toda mi vida Clarck. Te he esperado, te he...dedicado mi vida. No es justo, no es justo que dos desconocidos lleguen y me quiten lo que por derecho es mío. NO ES JUSTO. Gritó el rubio, quien a punto de la histeria, se acercó al ojiverde y lo alzó con facilidad del piso.

Clarck no estaba seguro de haber escuchado bien, pero algo si era verdad. Stuard Rich tenía Kriptonita muy cerca, de lo contrario se habría podido defender con facilidad.

-Stuard, que diablos...

-CÁLLATE. Ordenó el rubio, lanzando a un muy débil Clarck de nueva cuenta.-Por ti es que tengo esta nueva vida. Por ti es que decidí buscar una "cura". No es justo que te arrebaten de mi. ERES MIO CLARCK, ERES MIO. Gritó el chico, que fuera de si volvió a tomar a Clarck entre sus manos, para después propinarle un golpe en el rostro que lo dejó noqueado, a causa de la Kriptonita recién inyectada en su brazo derecho.

Cuando Stuard miró al ojiverde inconsciente mientras su respiración poco a poco se regulaba, se inclinó, acarició la mejilla de Clarck y con sonrisa "enamorada" pronunció.

-Pero no es tu culpa, Clarck amor mío, ya verás como te hago recapacitar sobre tus decisiones. Además, tú me dijiste que siempre estarías a mi lado, ¿verdad?. Ahora, cumplirás con tú palabra. Aseguró el rubio, tomando a Clarck entre sus brazos, para después desaparecer por los pasillos de la "desierta Preparatoria".

-Clack, ya...Oh, ¿interrumpo?. La siempre impetuosa Cloe Sullivan irrumpió en la oficina que le había proporcionado al ojiverde y como su ojo de periodista y curiosa chica, le impidió quedarse quieta en The Torch. Decidió seguir sus instintos y buscar a su amigo para preguntarle unas cuantas cosas sobre los artículos del diario.

Más no contaba con que al llegar a la oficina, donde el afamado Bruce Wayne y Clarck se encontraban en entrevista, encontraría a Lex Luthor y a un chico bastante atractivo, enfrascados en una lucha verbal que al parecer iba más allá del: "Chiquillo impertinente y odioso" o del "cascarrabias amargado Lex Luthor.

-Siento interrumpir. Dijo la rubia, pues al parecer su irrupción pasó desapercibida por el par de peleadores.- Pero busco a Clarck, ¿no estaba con ustedes?.

En ese momento tanto Wayne como Luthor detuvieron sus palabras para mirar a la rubia, quien sonreía esperando una respuesta.

-Al parecer no. Oh, tú debes ser Bruce Wayne. Yo soy Cloe Sullivan, amiga de Clarck y editora en jefe de The Torch. Es un placer conocerte, aunque te creía más viejo. Saludó la chica, tan arriesgada y ella misma como siempre.

-Hola. Pronunció Bruce con desconcierto, tomando la mano que la rubia le extendía.

-Ahora entiendo porque Clarck insistía tanto en entrevistarte. Eres joven, empresario y amigo de Lex. No lo sabía. Sonrió la chica, mirando al de ojos grises.

Lex miró a Cloe con expresión que sonaba a: "No es mi amigo", pero al reconocer la palabra Clarck, de entre todas las que había pronunciado la siempre parlanchina y desinhibida Cloe, la realidad regresó a él.

-Clarck, ¿en donde está?. Preguntó Lex con preocupación.

-Es precisamente lo que estaba preguntando. Rió la chica.- Se suponía que tenía una entrevista contigo. Que incumplimiento de su parte. Respondió la rubia, señalando al chico gótico.

-Él estaba aquí. Defendió Bruce en el acto.

-Se sentía mal. Añadió Lex.

-Ham...¿estamos hablando del mismo Clarck Kent?. Preguntó Cloe sin suprimir la ironía en sus palabras.- Porque Clarck nunca se enferma, o al menos no en los años que llevo conociéndolo. Rió la chica y la mirada fulminante de ambos empresarios le indicó que guardara silencio y que la cosa, era grave.-¿En verdad estaba enfermo?.

-Si, yo mismo evité que se desplomara. Confirmó Bruce.

-Lo bueno que llegué  a tiempo para evitar que le hicieras algo. Intervino Lex, sin importarle que se viera como un chiquillo por aquel reclamo y brote repentino de celos y atención.

Cloe no entendía, pero si su amigo estaba enfermo, ella debía ayudar.

-Es mejor que lo busquemos entonces. No debe estar muy lejos de aquí, si se sentía mal. Propuso Cloe y ambos empresarios asintieron, sin dejar de mirarse con enfado.

Los tres buscaron al ojiverde con exhaustiva y fervorosa necesidad, pero al parecer al chico Kent se lo había tragado la tierra, pues al parecer su rastro se había esfumado.

-Esto es ilógico, nadie desaparece así como así. Exclamó Cloe.

-¿No..estará en su casa?. Argumentó Bruce. Comenzaba a preocuparse de verdad por el ojiverde. Una cosa era atormentar a Lex, ver que lo estaba logrando y divertirse. Pero otra cosa y muy distinta, era saber que Clarck estaba extraviado y enfermo.

-No lo creo. Si Clarck estuviera en su casa, me habría llamado para informarme. Exclamó Lex, conociendo de sobra lo que su amigo ojiverde habría hecho.

-Pareces conocerlo bien, Lex. Medio sonrió Bruce.

-Somos amigos. No lo olvides. Enfatizó el chico de negro.

-Lo importante aquí es saber en dónde está Clarck. Ya después veremos si se encuentra enfermo o no. Dijo Cloe. Comenzaba a preocuparse por su amigo. Las desapariciones de todo Smallville eran comunes, pero no en Clarck Kent. -¿Saben si mencionó algo o si tenía planes de reunirse con alguien más?. Indagó la chica. Sus pequeños brotes de detective, salían una vez más a la luz. Salvo que en esa ocasión los utilizaría para localizar a su siempre e inseparable amigo de aventuras paranormales.

-No. Negaron ambos empresarios.

-Llamaré a la policía. Tal vez ellos sepan algo. Informó Lex, buscando su celular.

-No lo hagas. Si fue secuestro, no tardarán en llamar. Lo detuvo Bruce de inmediato.

-No estamos en ciudad Gótica, niño.

-Pero yo conozco la mente criminal Lex. Después de todo, tú también deberías conocerla ya. Exclamó el chico gótico, dejando en claro que cuando las cosas eran serias, él también lo era.

Cloe no comprendía nada, pero por si las dudas, se dirigió rápidamente a consultar en su computador, por si alguno de sus contactos sabía de algún secuestro o desaparición reportada.

Contactar a los Kent, sin tener argumentos factibles, sería preocupar a los padres del ojiverde en vano.

-Cloe, ¿has visto a Stuard?. Preguntó Pete, entrando en las oficinas del diario.

-No. ¿Por qué?. Preguntó la chica, tomando como natural que el chico de color mirara con desconfianza al empresario de ropas negras.

-No llegó al entrenamiento y el entrenador quiere verlo. Como últimamente se la pasa merodeando por aquí, pensé que lo habrías visto. Exclamó Pete, entendiendo muy poco lo que hacía Lex Luthor y un chico de su edad, en las instalaciones de la Preparatoria.

-Pues no, no lo he visto. Respondió la rubia, tecleando rápidamente algún mensaje de "se busca".

-¿Quién es Stuard?. Preguntó Bruce, repentinamente interesado en Pete, solo por el mero placer de mirar enfadado a Lex por falta de atención.

-Es nuestro capitán de Football. Respondió Pete un tanto extrañado.

-¿Y de casualidad no es un chico rubio y fornido?. Cuestionó Lex, pensando un poco las cosas.

-Si, ¿por qué?. Fue lo que el chico de color respondió con renuencia. Lex Luthor jamás sería de su agrado total.

-¿Puedes buscar sus antecedentes?. Pidió a Cloe, sin contestar a la pregunta de Pete.

-Claro, pero porque...

-Solo hazlo. Ordenó el de negro y la rubia en el acto, se dedicó a teclear todo lo referente a Stuard Rich.

-¿Por qué tengo la sensación de que sucede algo?. Cuestionó Pete, esperando a que alguien le diera una respuesta a sus dudas.

         Clarck se sentía aturdido. La cabeza le daba vueltas y su visión no terminaba de enfocarse correctamente en nada.

Su "super oído" no lograba sintonizar nada a más de dos metros de distancia y ciertamente la falta de energía, lo alarmó un poco.

Con esfuerzo trató de incorporarse, pero se dio cuenta de que estaba atado, cuando dos fuertes cadenas impidieron su huída.

-¿Ya despertaste?. Comenzaba a preocuparme por ti, amor. Pronunció una voz, que a Clarck le pareció amplificada debido al eco del lugar en donde estaban.

-¿En donde estoy?. Preguntó, tratando de hacer tiempo y recuperar sus fuerzas, pero al parecer eso sería imposible, pues la sensación de la Kriptonita cercana, no se disipaba.

-Eso no importa, cariño. Lo importante es que pronto estaremos juntos, como siempre debió de ser. Añadió Stuard, quien al pararse cerca del ojiverde, este observó que llevaba ropas negras y una sonrisa por demás macabra en la boca.

Clarck cerró los ojos, ya no le cabía duda de que Rich poseía una enorme cantidad de Kriptonita y ante la imposibilidad de hacer algo, simplemente esperó a que el rubio no se acercara demasiado a él. Por su propio bien.

Pero Stuard tenía otros planes y al igual que lo hacía en su habitación, se acercó a Clarck con toda confianza, para después depositar un beso cerca de los labios del ojiverde y sonreírle psicópatamente.

-Tranquilo Clarck, después del rito, ya nada nos separará. Por fin estaremos juntos, como siempre debió de ser.

-¿Qué...vas a...hacer?. Pronunció Clarck con dificultad, pues en verdad sentía que estaba muriendo.

-Eso lo sabrás a su tiempo, amor. Pero te aseguro, que será inolvidable.

Y Stuard lamió la mejilla del ojiverde, mientras se separaba de él y se dirigía al extremo opuesto del lugar.

Clarck agradeció inmensamente que el chico se hubiera alejado, pero la Kriptonita seguía presente en el aire y la sensación de muerte no se apartaba de él.

-¿Así que esto es lo que siente Lana cuando la rapta un "Freak"?. Se preguntó, moviendo las manos con desesperación para intentar safarse de las cadenas que lo sostenían con fuerza a una pared rocosa.

Era increíble, como siendo fuerte, veloz y un montón de cosas más, estuviera ahí, cautivo, por un Trastornado chico que decía amarlo y que según sus cálculos, nada bueno le esperaba.

Jamás imaginó estar en la pose de "Indefenso ser humano", pero dada su impotencia a causa de la Kriptonita, solo le quedaba pensar con frialdad y escapar, a la manera humana. Aunque eso era prácticamente imposible.

-Aquí dice que Stuard pasó la mayoría de su niñez en hospitales de Metrópolis, a causa de un problema de Tiroides. Anunció Cloe, mientras leía el resultado de su exhaustiva investigación sobre el capitán de Football.

-Eso no es un delito. Anunció Pete, pues después de una larga espera, su amiga rubia le comunicó la desaparición de Clarck y las sospechas de Lex.-¿Por qué Stuard secuestraría a Clarck?. Preguntó, sabiendo de sobra que era casi imposible raptar tan sencillamente al hombre más fuerte del mundo.

-Tengo mis motivos para sospecharlo. Pronunció Lex, indicándole a Cloe que continuara con su búsqueda.

-Es una tontería. Bufó Pete, sentándose al lado de Bruce, quien seguía un poco enfadado por la iniciativa y si, tenía que admitirlo, buen plan de Lex.

-Ese tal Stuard se veía fuerte. Exclamó Bruce, recordando que solo había visto al rubio de reojo, pues se había dedicado totalmente a impedir que el ojiverde cayera al piso.

-Pues créeme, ni toda la fuerza de Stuard lograría jamás nada contra Clarck. Sonrió Pete, algo que ocasionó curiosidad en el chico gótico.

-¿Por qué lo dices?.

Fue el turno de Pete de pensar que estaba siendo demasiado boca suelta, así que trató de pensar en algo que lo sacara rápidamente del apuro.

-No creo que Stuard sea tan fuerte, cuando la mayoría de su vida fue un huesitos y debilucho niño. Sonrió Pete.

-Si, la mayoría de las personas dicen que Stuard tomaba esteroides, pues de un día al otro tanto su físico como fuerza incrementaron. Añadió Cloe, ¿perder la oportunidad de hablar con el famoso Bruce Wayne?. Jamás.

-Eso es motivo de sanción deportiva. Argumentó el chico gótico.

-Si, pero por más antidoping que le realizaron, siempre salió negativo. Aquí lo dice. Comunicó la rubia, señalando un apartado de entre la información que había buscado.

Lex tomó las hojas que Cloe y las leyó con suma atención y cuidado, como si en ellos estuviera su próximo y fructífero negocio.

Su preocupación por no encontrar al ojiverde crecía. No le había tomado ni dos segundos en decidir, que no quería a Bruce Wayne cerca de su amigo. Odiaba al chiquillo de ojos verdes, pero más odiaba el nerviosismo que aparecía en Clarck, cuando este mencionaba o recordaba al visitante Gótico.

Antes, él era el centro de atención de Clarck. Incluso sobrepasaba a Lana. Notaba con orgullo, hasta hacía poco descubierto, que cuando él estaba presente o cerca del ojiverde, este perdía interés en todos y en todo, para dedicarle su entera atención.

Pero con el arribo de Bruce a Smallville, todo eso había cambiado. Lana había salido completamente del corazón de su amigo y eso lo había hecho sentir extrañamente aliviado y feliz. Pero Wayne acaparaba la atención que antes era exclusiva de él y eso le molestaba.

Aparte de la cercanía, sensualidad y coqueteo que el ojiazul imprimía cuando hablaba o se acercaba al chico Kent. Eso, lo hacía enfadar como nada en el mundo lo había logrado jamás.

Clarck era suyo y de nadie más.

Ni siquiera excusó la posesión de la oración, pues él era un Luthor y aunque de personas se tratara, él podía reclamarlas como suyas y de su exclusividad y no permitiría que nadie se lo arrebatara. No cuando Clarck significaba más que una amistad para su corazón.

Por eso necesitaba encontrarlo. Clarck Kent siempre lo ayudaba a él y al necesitado. Y en ese momento el ojiverde era el necesitado.

Lex sería su salvador y nadie más.

-Se me hace ilógico que un simple muchacho, haya cometido ese...rapto. Por así llamar a la desaparición de Clarck. Dijo Bruce, interrumpiendo el pensamiento de Lex.

-Pero esto es Smallville. Rió Cloe y ante la imposibilidad de encontrar otra cosa en la red. Se levantó de su asiento y le indicó a Bruce que la siguiera. Era momento de ser el centro de atención y que mejor forma que mostrando su Pared de lo Paranormal en Smallville.

Pete bufó y Lex simplemente siguió buscando algo que le digiera en donde estaba Clarck. Todo momento era crucial,  incluso el factor de que estuviera en el diario de una preparatoria, cuando en su mansión bien podría lograr más avances. Lo importante era, vigilar a Wayne y recuperar a Clarck.

-¿Así que todo esto sucedió y sucede por aquí?. Y yo que creí que era un lugar aburrido. Sonrió Bruce al mirar la pared.

-Si. Solo en los últimos dos años, hemos tenido desde repentinas desapariciones y chicos que se creen extraterrestres, hasta locos fanáticos que lo hacen todo con tal de conseguir a su amor predilecto.

Bruce puso una cara que sonaba a: Freaks. Pero muy en el fondo creía en lo que la rubia le decía. Algo en su interior creía en lo sobrenatural, aunque Alfred siempre lo contradijera.

-¿Así que buscan evidencia contra Rich?. Tal vez yo pueda ayudarles.

Todos miraron hacia la puerta. Un chico, al parecer también jugador de Football, sonreía desde el umbral de la puerta.

-¿Tom?. Pensé que te habías ido a Metrópolis. Cuestionó Pete, sorprendido de ver al chico moreno, alto y fornido en las instalaciones del diario escolar.

-Pues ya ves, la vida da vueltas Ross. Sonrió el moreno, acercándose hasta donde Cloe estaba.- Pregunté si buscaban evidencias contra Rich.

-Si. Respondió con firmeza Lex Luthor. No estaba como para lidiar con otro "chiquillo" impertinente.

Tom pareció sonreír y después de meter la mano en el bolsillo de su chaqueta verde, extrajo de esta una cámara fotográfica.

-Tengo aquí la evidencia suficiente como para desprestigiar a Rich de por vida. Por su culpa me echaron del equipo y ahora tengo que mendigar oportunidades en Metrópolis, cuando aquí perfectamente era la estrella y capitán de los Cuervos. Anunció el moreno con evidente odio.

-No me interesan sus rivalidades infantiles. Muéstrame la dichosa evidencia. La vida de Clarck está en juego. Anunció Lex con aires de superioridad.

-Tranquilo, Lex. Deja que el chico hable, después de todo, ¿no se supone que deberías de estar trabajando?. Déjame esto a mi, tú regresa a jugar a ser empresario. Se entrometió Bruce, ya había descansado lo suficiente como para otra ronda de: "Saca de quicio a Lex Luthor".

-Cállate Wayne. Clarck es mi amigo y aquí el que sobra eres tú.

-¿Perdón?. Desde que Clarck estrechó mi mano, es amigo mío también señor empresario. Así que si de derechos se trata, creo que tengo los mismos que tú.

Lex estrujó las hojas entre sus manos. Definitivamente habría un homicidio en esa sala.

-Dime, ¿qué averiguaste?. Preguntó Cloe, sin ponerle la más mínima atención a la nueva riña de Lex y Bruce. Con ese tiempo juntos, vio la antipatía que había tanto de parte del chico gótico hacia Lex, como de este hacia Bruce. Antipatía que rallaba a Odio a su parecer.

-Antes que nada, debes prometerme que no me incluirás en nada. Yo solo quiero lo justo, para los que sí Somos Atletas de verdad. No una farsa creada por quien sabe cuantas tonterías. Exclamó el moreno y tanto Cloe como Pete, quienes seguían atentamente las palabras del ex capitán de los cuervos, asintieron a la oferta de Tom.

-De acuerdo. Esto es lo que capté ayer en la tarde y hoy en la mañana. Pronunció el moreno, después de que se aseguró de que mantendrían su identidad segura.

Lo que él buscaba solo era venganza. Pues como bien lo había dicho ya, Stuard había sido el motivo de que a él lo dejaran fuera del equipo.

Tom siempre aseguró que Rich no era un atleta "sano", pero debido a los fans y al mismo entrenador, el moreno tubo que retirarse de la preparatoria y buscar suerte en Metrópolis.

Pero como todo ser humano y adolescente, la venganza era su prioridad. Por lo tanto y como explicó después a Cloe, en una entrevista privada, dedicó su tiempo libre en capturar escenas "secretas" que el nuevo Capitán y estrella de Football tenía.

Y al parecer había logrado su punto con exactitud, pues las fotografías que Cloe y Pete miraron, revelaban cosas que jamás habrían imaginado de Stuard Rich.

-No...puedo creerlo. En realidad el rumor de que Rich estaba....wow. Buenas fotos, ¿has pensado en ser periodista?. Sonrió Cloe, pero el codazo que Pete le diera en las costillas, hizo reaccionar a la rubia.

-Clarck sospechaba de Stuard, pero yo no quise creerle. Confesó Pete, regresando una vez más la imagen donde Stuard se estaba inyectando un líquido fosforescente en el brazo derecho.

-Tú y mil más negaron la posibilidad. No te culpo. Añadió Tom entre irónico y orgulloso por su labor.

-Debemos llamar a la policía. Si Stuard tiene a Clarck, sabe Dios lo que pueda llegar a hacerle. Exclamó Cloe, mirando la fotografía donde claramente se ve a Rich, golpeando a un Clarck que quedó inconsciente.

-Si lo hacen, solo recuerden no mencionar mi nombre. Recordó Tom, tomando asiento y regocijándose de que sus acciones hubieran tenido el final deseado.

-Lo haremos, pero lo importante es saber donde este loco tiene a Clarck y lo más importante, el por qué lo tiene. No creo que él haya descubierto su secreto. Indagó Pete, aun sin creer que alguien hubiera podido golpear a su poderoso amigo.

-Ha, eso tiene solución también. Sonrió Tom y pidiendo la cámara prestada una vez más, dio reversa, hasta que consiguió la fotografía que estaba buscando.

-Infiltrarse en su habitación, para conseguir más pruebas, también tiene sus méritos. Y acto siguiente, Tom les mostró a un anonadado Pete y a una impactada Cloe, lo que Stuard Rich mantenía oculto tras una pared movediza.

-No puedo...creerlo.

-Este loco tiene un altar de Clarck. Exclamó y finalizó el chico de color.

-Si y mucho más. A su derecha hay un montón de artefactos químicos, que nos prueban una vez más que él prepara las cosas que se inyecta en el brazo para tener más fuerza, velocidad y musculatura. Cuando el director y el entrenador lo sepan...la carrera de "huesitos Rich" regresara a su principio: A la Nada. Sonrió Tom, su venganza ya estaba concluida.

Por un momento la habitación quedó en silencio, incluso la discusión entre Lex y Bruce bajó de intensidad con la exclamación que Pete hiciera sobre el "altar" secreto.

Ahora ya no cabía duda de que Stuard había secuestrado a Clarck y posiblemente su vida corría peligro.

-Hay que encontrarlo. Anunció Lex sin perder el tiempo, ya suficiente había perdido con el chiquillo Wayne a su lado.

-Si, pero en donde.

-Tal vez en su casa. Aportó Bruce, un poco más serio.

-No lo creo. Apoyó Cloe un tanto nerviosa de saber que un Hombre estaba "enamorado" de su propio amor no tan secreto.-Tiene que ser un lugar más...íntimo.

-La vieja ferrería. Sugirió Pete después de un momento de silencio.- Ahí jugaban Clarck y él cuando eran niños.

Y sin que nadie dijera nada más, todos los presentes salieron en busca del ojiverde.

         Clarck ya no sabía si lo que le estaba sucediendo era parte de una broma perfectamente bien planeada o parte de un plan psicótico, de esos que solían tener los Freaks de Smallville.

Aun no daba con la respuesta, estaba más preocupado intentando salir de ese agujero lleno de Kriptonita, que en intentar averiguar lo que Rich haría con él.

-Clarck, ¿alguna vez pensaste en terminar así, con tu verdadero amor?. Preguntó Stuard, saliendo de alguna parte de la vieja Ferrería. Lugar que el ojiverde logró descifrar con rapidez y después de que sus sentidos se agudizaran un poco.

-No se...a lo que te refieres Stuard. Susurró Clarck. Su respiración era agitada y el sudor proveniente de su cuerpo, se esparcía por torso, brazos, abdomen y facciones.

-Clarck, ya deja de fingir. Yo sé que tú también me amas. De lo contrario, ¿por qué te habrías acercado a mi cuando nadie jamás lo quiso nunca?. Preguntó el rubio que permanecía sentado en un viejo carrito porta herramientas frente al ojiverde.

-Por...amistad... Stuard. Cada vez era más difícil hablar para Clarck Kent. El aire se hacía pesado y el inequívoco acierto de que la vieja mina tenía entre sus rocas olvidadas, Kriptonita. Era ya un hecho para su salud.

-¿Amistad?. Rich rió largamente, mientras sus brazos provistos solo por una camiseta de mangas cortas, sujetaban su estómago para evitar que cayera presa de una desquiciante risa.- Oh Clarck, eso díselo a tus amigos. A mi puedes decirme la verdad sin nada que temer. Ya sabes que yo te amo, ¿cuándo vas a admitirlo tú?. Preguntó el rubio, parando de tajo su risa.

Clarck no respondió, simplemente se dejó caer al rocoso piso, mientras las cadenas en sus manos resonaban cual pulseras metálicas.

-¿Te sientes mal, amor?. Fue la cuestión que Stuard hizo con preocupación, antes de que un dolor le escociera el brazo.

Clarck observó el como Stuard sangraba gravemente y el como el chico hacía lo imposible por llegar hasta una mochila olvidada en un rincón de la mina.

El rostro sudoroso e impactado de Rich, le reveló a Clarck que el muchacho sufría demasiado, pero la presencia de un líquido verde fosforescente, dentro de una jeringa que Stuard sacó de entre su mochila, le reveló al ojiverde muchas dudas que hasta ese momento se disipaban.

Cuando Rich introdujo el verde líquido en su brazo, la evidencia de todo dolor y sangre desapareció en el acto.

Solo la respiración acelerada y la fatiga, eran muestra de lo que hacía segundos había pasado.

-Siento que...hayas tenido que presenciar esto, cariño. Pero es necesario que yo haga esto todos los días sino quiero...morir. Argumentó el rubio mientras se incorporaba.

-¿Qué es eso?. Preguntó el ojiverde, pendiente de los movimientos de su raptor.

-¿Esto?. Dijo el rubio, señalando la jeringa que volvió a guardar en su mochila.

-Solo la solución a mis males. Sonrió el rubio.

-¿Anfetaminas?.

Rich negó con la cabeza, acercándose peligrosamente a Clarck.

-No. Es algo mucho mejor y que gracias a este lugar, yo logré descubrir. Dijo, para después besar la sudorosa mejilla del ojiverde.

-Pero esto es...

-¿Ilegal?. No amor. Esto no es droga, solo la vida perfecta que yo necesitaba. Descubrí los meteoritos verdes por error, cuando un día, cansado de los exámenes, hospitales y de tú "indiferencia" caminaba dentro de esta mina, que fue el lugar perfecto para nuestros juegos, ¿recuerdas?. Una caricia en el pecho de Clarck, que hizo que el ojiverde cerrara los ojos ante un mareo. Ahora ya sabía porque la presencia de Rich lo afectaba tanto.- Hice experimentos químicos con él y después de asegurarme que tenían el mismo efecto que una anfetamina, simplemente me lo inyecté en el brazo.

El líquido hizo su efecto en él y en mi cuerpo y...lo demás es historia. Soy popular, capitán, orgullo de mi padre y por fin puedo revelarte que te Amo. Sonrió el rubio, para abrazar al exhausto Clarck que yacía en el piso.

-Pero...

-Si, lo sé. No puedo vivir sin esta cosa. Con el paso del tiempo tuve que hacerme adicto al líquido verde, si no quiero morir desangrado. Tiene sus efectos secundarios, ¿sabes?. Pero bien vale la pena si te tengo a mi lado. Y pronto eso será para siempre y los terribles dolores desaparecerán por completo, cuando tú y yo nos unamos en un pacto de Amor Eterno. ¿No te parece perfecto, amor?.

Rich rió y se apartó de Clarck, quien suspirando agradeció la acción del chico. Por vez primea en su vida se sentía vulnerable. No como cuando Erick le quitó sus poderes por error. Aquello había sido más llevadero. Pero lo que le ocurría en ese momento, no. Jamás había sabido cuanto la Kriptonita lo afectaba, hasta ese momento, en que sus fuerzas eran nulas y sentía que la vida se le estaba yendo, como agua entre las manos.

-¿Qué...harás?. Preguntó Clarck, como última información tal vez de su vida.

-¿Recuerdas la obra que representamos en quinto año?. Esa que nos encantaba por el tierno desenlace de la pareja protagónica.

Clarck no respondió, pero el rubio lo tomó como afirmación.

-Pues precisamente eso haremos. Los dos terminaremos como los protagonistas, muertos, en un ritual sagrado de amor.

Cuando el reloj marque las doce, tú y yo moriremos juntos y con amor. ¿Ves aquel circulo de piedra?, pues los dos moriremos ahí, envenenados y esperando la muerte eterna que guiará nuestro amor. ¿No es perfecto?. Y una nueva risa.

Nada en esa tierra había sido capaz jamás de hacerle daño a Clarck Kent, pero dada su condición desahuciada, debido al meteorito verde en el lugar, estaba seguro que un simple veneno mortal, cumpliría su cometido.

-Es irónico como salvaste vidas y a ti nadie te salva. Le dijo su mente, para después ver que Stuard se acercaba a él, quitaba las cadenas de sus manos y con total facilidad lo ponía sobre el circulo de piedra, desde donde se podían mirar las estrellas del cielo.

¿Tanto tiempo había pasado ya?. Se preguntó Clarck cuando miró el espectáculo estelar.

-Es bonito, ¿verdad?. Lo construí para los dos. Informó Rich, sentándose al lado del ojiverde.- Cuando niños pasábamos horas contemplando las estrellas, ahora, moriremos mirándolas. Los dos, a solas y con amor. Sonrió el rubio, para después mostrarle a Clarck un frasquito violeta.

-Bébela amor, en muy poco tiempo los dos estaremos juntos para siempre, sin nadie que se interponga o se burle.

Rich acercó el frasco a los labios de Clarck y este, como último intento de escaparse, lanzó el frasco lejos de las manos de un Stuard que se enfadó por la acción; el cual propinó un golpe certero al rostro del ojiverde.

-No seas mal educado amor. Yo sé que el mundo es injusto, pero no huyas a lo inevitable. Tú lo dijiste, los dos estaremos...

-Fue solo algo de niños. Yo...me refería...a la amistad. Recalcó Clarck, respirando hondo para no ahogarse con la tos sucesora al fuerte golpe.

Rich se incorporó y miró a Clarck con enfado.

Lo que sus oídos habían escuchado, tenía que ser una broma. Toda su vida había sabido controlarla y llevarla gracias a las palabras que Clarck le había dicho una noche hacía muchos años: "Jamás nos separaremos":

Stuard las había atribuido a que el ojiverde también lo amaba y que solo esperaba el momento indicado para revelarlo. Pero él había huido primero, con la esperanza y las palabras incrustadas en el corazón.

Clarck tenía que estar bromeando. Una amistad solamente, no era posible.

-Mentiroso. Susurró el rubio, recuperando el frasquito que no se hizo añicos.- Lo dices solo por...

-Es la verdad.

-CÁLLATE. Ordenó el rubio y en el acto abrió la boca de Clarck y vertió en su interior una considerable cantidad de liquido negro, el cual haría su efecto prontamente.

El ojiverde solo sintió como el líquido quemaba su interior y supo entonces que moriría como un humano. Como lo que siempre había deseado ser durante su corta vida. Un vulgar y normal, ser Humano.

-Ahora, moriremos por amor. Informó Stuard, bebiendo el resto del veneno para acto seguido, recostarse sobre el pecho de un Clarck Kent que ya no sabía como mantenerse despierto y con vida.

         Lex Luthor tenía la aguja del tablero de velocidades, oscilando entre romperse o sacar más números inexistentes en él.

La velocidad que el chico de negro empleaba en su porche plateado, sobrepasaba incluso a los autos de carreras profesionales.

Lex tenía la mirada fija en la carretera, pero los sentidos en alerta y deseosos de llegar lo antes posible al rescate de su querido Clarck.

Él mismo había experimentado ya lo que fanáticos y locos de Smallville, eran capaces de hacer por conseguir sus objetivos. Ahora, un enamorado, era asunto delicado y más, cuando las "drogas" nublaban la razón de las personas.

-Solo un poco más Clarck. Ya voy. Pronunció el chico de ojos grises, cambiando la velocidad del auto con ayuda de la palanca.

Había salido inmediatamente de la preparatoria, para después llamar a la policía y a algunos contactos que le dieran la ubicación exacta de la famosa mina abandonada.

La vida de Clarck corría peligro, por lo que en cuanto obtuvo la información necesaria, subió a su auto y condujo hasta las afueras del pueblo, donde una desviación lo llevaría hasta la vieja mina.

Pero el librarse de los amigos del ojiverde y sobre todo de Bruce Wayne, había sido casi imposible, por lo que el tiempo se había perdido una vez más.

No recordaba si había dado o no excusas, pero sabía que estaba solo en esa carrera hacia lo desconocido y no le importaba matarse, con tal de salvar a su "Amigo".

El final del pedregoso camino fue indicado con el letrero de: Keep Away, que estaba colgado enfrente de unos tablones que tapaban la Vieja Mina.

Lex frenó con dificultad por la velocidad, haciendo derrapar al auto, que chocó contra varios árboles que ocultaban el lugar.

El chico de negro salió del auto, importándole muy poco si su Porche de millones había sufrido algún daño. La prioridad era Clarck y rescatarlo de las manos de un loco. Ya después repararía su auto.

Antes de entrar, se aseguró de cargar su pequeño revolver negro y de colocarlo muy cerca de sus manos, por si llegaba a necesitarlo. Después, entró, sin percatarse de si corría peligro o no.

El aire se volvía pesado, pero Lex Luthor lo refirió todo a los viejos químicos que habrían utilizado en la mina.

El empresario avanzaba lentamente, cuidando los sonidos que hacía al avanzar.

Sus años de juventud desenfrenada, lo habían provisto de mañas que a la perfección ajustaban en ese momento, por lo que infiltrarse sin ser descubierto, resultaba cosa de todos los días en su adolescencia.

El silencio, al llegar al fondo de la mina, le hizo pensar lo peor, así que apresurando sus pasos descubrió el porque de aquel sepulcral mutismo.

Dos figuras yacían tendidas sobre un circulo de piedra, en medio de la mina.

Una de ellas era la de un rubio muchacho fornido, que tarareaba muy suavemente la Wedding March.

La otra figura era la de Clarck, quien a juzgar por el sudor de su frente y la debilidad de su respiración, Lex supo que su amigo estaba muy mal.

Así que sin dudarlo más, se acercó al par de muchachos, sin saber que ya se esperaba una irrupción así.

-Si das un paso más, agilizo la muerte de Clarck. Indicó Stuard, mostrando una daga a un Lex que se quedó quieto.-Eso, ahora el arma, por favor. Pidió el rubio, incorporándose con agilidad de su sitio, pero sin dejar de apuntar al pecho de un muy débil Clarck Kent.

Lex hizo lo que le pedían. Era humillante verse derrotado por un chiquillo de diecisiete años, pero al parecer ell lidiar con adolescentes no era su fuerte.

-Bien hecho, ahora le recomiendo que salga de aquí, señor Luthor, antes de que mi querido Clarck muera antes de tiempo y se adelante a mis planes. Sonrió el rubio, tomando el arma de Lex entre sus manos y apuntando a este con una mano y a Clarck con la daga.

-Lex. Murmuró Clarck, haciendo un esfuerzo por levantarse. Más el puñal en su pecho, la Kritonita y el veneno en su cuerpo se lo impidieron.

-Descuida Clarck. Te sacaré de aquí. Indicó Lex con seguridad, mirando la deplorable condición de su siempre sonriente y activo amigo.

-Claro que lo sacará de aquí señor Luthor, pero será en un ataúd y conmigo a su lado. ¿A caso no entiende que Clarck y yo debemos estar juntos?. Preguntó Stuard, accionando el mecanismo del revolver.

-Lo que yo creo es que eres un demente y pobre chiquillo trastornado.

Rich rió. Aquellas palabras las había escuchado toda su vida, por lo que no se inmutó en lo absoluto.

-Vamos señor Luthor, esa frase es muy vieja. Además me importa un bledo, dentro de poco Clarck y yo estaremos juntos y ya nada habrá en esta maldita vida que me perjudique. Gruñó el chico.

Lex sabía que solo tenía una oportunidad de salvar a Clarck, así que mirando una vieja herramienta de minería, que estaba cerca del rubio muchacho, se arriesgó a todo, lanzándose hacia el rubio que tomó desapercibida la acción.

Un duelo bastante singular se llevó a cabo en el piso. Lex era un buen atleta, por lo que ni la musculatura ni la fama del chico rubio lo intimidaron para llevar a cabo su objetivo.

Ambos hombres lucharon cuerpo a cuerpo. Uno por noquear al fuerte jugador de football y este por impedir que anularan sus propósitos.

-Clarck es mío y se quedará conmigo. Anunció el rubio, propinando un golpe en el estómago de Lex, el cual lo dejó momentáneamente fuera de combate, logrando que Rich alcanzara nuevamente el revolver y el "arma" que el chico Luthor planeaba utilizar a su favor.

Clarck miraba impotente. El efecto del veneno estaba haciendo efecto rápidamente y el hecho de mirar como uno de sus mejores amigos se debatía por su culpa, no ayudaba en mucho.

-Se lo dije señor Luthor, Clarck es Mío y de nadie más. Y ya que estamos cobrándonos las cosas, yo voy a cobrarme que mi Clarck se halla fijado en usted. Anunció el rubio, acercándose peligrosamente a Lex.

-No digas tonterías. Ya deliras. Dijo Lex, procurando recuperarse rápido del golpe.

-Diga lo que quiera, pero yo sé lo que vi y ahora mismo voy a quitarlo de en medio. Así Clarck se dará cuenta de que yo lo amo en realidad y que usted solo lo deslumbró con su riqueza.

Stuard entonces levantó la herramienta de minería, apuntando hacia la cabeza de un aun adolorido Lex Luthor.

-Adiós señor Luthor. Espero que en su próxima vida no le robe el amor a personas que Ya tienen dueños.

-LEX. Gritó Clarck con desesperación, cuando Rich bajaba la herramienta poco a poco con dirección al millonario chico.

Clarck entonces no supo lo que sucedió, solo que sus sentidos no daban para más vida y cómo el vacío lo recibía con las manos abiertas.

Clarck Kent, quien se había incorporado un poco, cayó pesadamente sobre el círculo de piedra, totalmente inconsciente o sin vida.

-CLARCK. Gritó Lex Luthor, para después sentir el filo de la herramienta en su desnuda cabeza y después mirar cómo el cuerpo de Stuard Rich se desplomaba a su lado.

Lex se incorporó, tratando de averiguar la razón de tan extraño sucedo, pero lo único que encontró fue a un sonriente moreno de ojos azules, sosteniendo una especie de bumerang entre sus manos.

-Y me dicen que las cosas viejas no sirven. Lo que se puede hacer con un pedazo de metal olvidado. Sonrió el chico gótico, tirando el artefacto a un lado.

Lex no se detuvo a cuestionar, por lo que avanzó rápidamente hacia el inerte cuerpo de Clarck Kent.

-Clarck...Clarck...respóndeme Clarck. Llamó con angustia el millonario Luthor, zarandeando un poco el cuerpo del ojiverde.

-No despertará. Escuchó que la voz de Rich susurraba.

-¿A qué te refieres?. Preguntó Bruce, encarando al chico que yacía en el piso.

-El veneno ya debe de haber hecho efecto. Sonrió el rubio, para después mostrar un control remoto a los presentes.- Supuse que vendrían, por eso instalé "fuegos artificiales" en la mina. Espero que su estancia en el infierno sea grata. Acto seguido, Rich oprimió el único botón en el control remoto y ambos millonarios supieron que estaban perdidos.

-MALDITA SEA. Gritó Bruce, para después ver caer muerto a Stuard Rich.

-Hay que salir de aquí. Clarck aun tiene pulso. Aseguró Lex, mientras tomaba entre sus brazos al moreno y se incorporaba con dificultad.

-Te ayudo. Ofreció Bruce de buena fe.

-Yo puedo solo. No te pedí tú ayuda. Gruñó Lex, impidiendo que Bruce tocara siquiera un cabello de Clarck.

-Pero tú estás...

-YO PUEDO. Gritó Lex y sin más se adelantó al chico gótico quien le dejó el paso libre a su anfitrión.

Ciertamente el escape de la vieja mina estuvo cargado de explosiones sorpresivas, ingeniadas por la mente de Stuard Rich.

Por fin y después de varios tropiezos, lograron salir de la mina, no sin una última explosión de por medio, que fue la que acabó con la existencia de la mina y del cuerpo de Rich.

-¿Estás bien?. Preguntó Bruce, quien se había recargado en una roca para recuperar el aire.

Pero Lex no respondió, este simplemente recostó a Clarck en el rocoso piso y revisó sus signos vitales.

-Sigue inconsciente, hay que llevarlo al hospital. Murmuró, limpiando las perlas de sudor que Clarck tenía en su rostro.

-Yo conduzco. Sonrió el chico gótico, señalando las llaves del Jaguar Negro de Lex.

-¿Por qué me seguiste cuando no debías?. Gruñó Alexander, incorporándose para sostener una vez más a Clarck entre sus brazos.

-Oh, si, Muchas gracias por salvarme la vida Bruce. Te estaré agradecido el resto de mi vida. Ironizó el ojiazul, procurando caminar rápido, antes de que Lex le provocara a él, el daño del cual lo había salvado.

Pero mientras caminaban hacia el Jaguar, Clarck dio señales de vida, cuando un repentino acceso de tos le dio de lleno, provocando un par de convulsiones y después vómito.

-Iack. Que asco. Susurró Bruce haciendo gestos graciosos ante las acciones del ojiverde.

-¿Te encuentras bien, Clarck?. Cuestionó Lex, mientras el pelinegro recuperaba el aliento.

-Mareado. Medio sonrió el chico, para después mirar los ojos grises de Lex Luthor y desvanecerse entre sus brazos, no sin un: "Qué bueno que estás bien, Lex", de por medio.

Entonces Bruce Wayne miró en la gris mirada de Lex, la adoración que este le profesaba a su "amigo", y supo que muy en el fondo, Clarck sentía lo mismo, pues estaba seguro que de haber sido él, quien sostuviera al pelinegro, este no se habría desvanecido en sus brazos como lo hizo en los del chico Luthor.

-"Envidia". Susurró la mente del solitario Bruce Wayne, quien por primera vez desde su arribo a Smallville, guardó silencio y se dedicó a admirar el cuadro de un jamás visto en esa forma, Alexander Luthor, quien sostenía el cuerpo de Clarck Kent, quien a su parecer sonreía de estar bajo la protección de un ser amado, como lo era Lex Luthor.

Si Lana Lang tiene sus pretendientes, ¿Por qué no también Clark?.

Espero no haya sido aburrido.

Ha, y lo olvidaba:

CONTINUARÁ.....

KATRINNA LE FAY