Disclaimer: Pucca pertenece a su creador, Boo Kyoung Kim. La trama me pertenece.
Palabras: 435.
Se tiró sobre el césped, cansado.
Acomodó su cuerpo para quedarse en posición de estrella, mirando el cielo despejado. Su pecho subía y bajaba en descontrol, soltaba el aire rápidamente e intentaba calmar su respiración. Su cuerpo entero estaba sudando completamente, el traje de ninja estaba pegado a su piel como nunca antes, y el calor lo estaba matando.
Era verano, y como siempre y aún ante el infernal calor característico de la época, salió a entrenar. Había sido duro, exigente consigo mismo, había dejado el alma en cada movimiento y en cada respiración, y aunque se sentía satisfecho, también se sentía agotado.
Su garganta estaba seca, ni siquiera la saliva lograba quitarle esa sensación. Sabía que era lo que necesitaba. El problema era que, no tenía ninguna botella con agua a su alcance. Tampoco tenía ganas de levantarse e ir a su hogar o buscar un arroyo.
Así que tenía que esperar a calmarse y recuperar fuerzas. Pero, Dios, como costaba.
Cerró los ojos, buscando la paz. Tal vez si meditaba, lograría calmarse más rápido y sus músculos se enfriaran. Rogaba porque así fuera. Puso la mente en blanco.
No supo cuánto tiempo estuvo así, intentando regular su respiración mediante la meditación. Simplemente los minutos pasaron como agua entre sus manos, y algo frío chocó contra su mejilla.
Abrió los ojos como platos, abrumado por la repentina presencia a su lado. Y escuchó su risita.
Enfocó su vista lo suficiente para ver a la joven que tenía una botella en mano. Ésta le sonreía, con un brillo burlón surcando en sus ojos oscuros, pero le ofrecía con insistencia el objeto. Agua, agua fría.
Puso todo su autocontrol para no arrebatarle la botella de un tirón, y en cambio la tomó y abrió lentamente. Cuando el agua pasó por su lengua y luego por su garganta, estuvo tentado a suspirar de alivio. En cambio bebió todo lo que pudo, casi atragantándose.
Todo ante la mirada de Pucca, quien sonreía con cariño. Ese día hacía mucho calor, y conociendo a su ninja no usaría eso como excusa para dejar de entrenar, pero tampoco llevaría algo para hidratarse. Entonces ahí entraba ella, ayudándole como podía. Y ver lo desesperado que estaba por ese líquido le hizo saber que tomó la decisión correcta.
Cuando Garu bajó la botella y secó su boca con el dorso de su mano, miró con todo el agradecimiento que pudo reunir a la muchacha. Con un leve asentimiento de cabeza, lento, Pucca supo que estaba diciéndole gracias.
Y ella le devolvió la mirada, cargada de un profundo amor. Lo que sea por tí.
¡Continuamos!
