Capítulo 8
Buscando una salida
Reese y Richard iban caminando por la orilla del lago, tomados de la mano.
Los dos estaban en silencio. Ya faltaba un mes para salir de la escuela, y necesitaban
decidir qué harían con su futuro.
-Reese -dijo Richard, rompiendo el silencio-, tenemos que hablar.
-Lo sé...
-Qué haremos, Reese? Ya hemos dejado pasar mucho tiempo. En un mes más nos vamos,
y tenemos que decidirnos... nos vamos a casar, o...
A Reese un escalofrío le recorrió la espalda.
-Qué ocurre? -le preguntó Richard
-Lo siento Richard, es sólo que... el hecho de pensar en 'matrimonio' me
da... no lo sé... nervios...
Richard pasó su brazo sobre los hombros de Reese, y la estrechó contra
su cuerpo. Reese se sintió inmediatamente mucho mejor. Aunque en estos días
toda la escuela estuviese hablando basura sobre él, para ella Richard era
lo mejor que le podía haber pasado en la vida: junti a él se sentia bien, amada,
cuidada, protegida, confiada, sentía que ada podía arruinar los momentos que
pasaba con él, que nada ni nadie podía interferir entre ellos, se sentía lista,
terminada, completa. Y, aunque por su aspecto y su actitud callada y solitaria no
lo pareciera, Richard sentía lo mismo.
-Reese, tranquila. A mi también me pasa lo mismo, y creo que es una decisión
muy apresurada. Digo, no sé, podríamos conseguirnos una casa y vivir juntos,
tú sabes que por el lado de mi padre tengo trabajo asegurado, puedo trabajar y
estudiar, y tu también puedes estudiar si quieres, saldremos adelante Reese...
-Sé que lo haremos Richard. Sé que lograras salir adelante como astrónomo, estoy
segura. Es un trabajo excelente, y además es tu sueño...
-Y yo sé que tú saldrás adelante como auror, Reese.
-Auror? Je, la verdad es que tengo que empezar a olvidarme de ese sueño, digo, auror,
yo, con un bebé...
-Reese, no digas eso! Claro que llegarás a ser una auror espléndida, con nuestro bebé y todo.
Vamos, imagínanos... podríamos ser algo así como la familia aventurera: tú auror, yo astrónomo,
viajando por el mundo con nuestro hijo resolviendo los misterios más grandes del reino mágico...
Reese no pudo evitar reírse, y la alegría parecío volver a su cara. Incluso, sus ojos
parecían brillar más que nunca.
-Me encanta verte así, Reese
Richard tomó suavemente el rostro de la chica, y la besó. Se quedaron así por unos minutos, y luego
caminaron de vuelta al castillo. Reese estaba convencida de que ya nada podía salir mal.
Buscando una salida
Reese y Richard iban caminando por la orilla del lago, tomados de la mano.
Los dos estaban en silencio. Ya faltaba un mes para salir de la escuela, y necesitaban
decidir qué harían con su futuro.
-Reese -dijo Richard, rompiendo el silencio-, tenemos que hablar.
-Lo sé...
-Qué haremos, Reese? Ya hemos dejado pasar mucho tiempo. En un mes más nos vamos,
y tenemos que decidirnos... nos vamos a casar, o...
A Reese un escalofrío le recorrió la espalda.
-Qué ocurre? -le preguntó Richard
-Lo siento Richard, es sólo que... el hecho de pensar en 'matrimonio' me
da... no lo sé... nervios...
Richard pasó su brazo sobre los hombros de Reese, y la estrechó contra
su cuerpo. Reese se sintió inmediatamente mucho mejor. Aunque en estos días
toda la escuela estuviese hablando basura sobre él, para ella Richard era
lo mejor que le podía haber pasado en la vida: junti a él se sentia bien, amada,
cuidada, protegida, confiada, sentía que ada podía arruinar los momentos que
pasaba con él, que nada ni nadie podía interferir entre ellos, se sentía lista,
terminada, completa. Y, aunque por su aspecto y su actitud callada y solitaria no
lo pareciera, Richard sentía lo mismo.
-Reese, tranquila. A mi también me pasa lo mismo, y creo que es una decisión
muy apresurada. Digo, no sé, podríamos conseguirnos una casa y vivir juntos,
tú sabes que por el lado de mi padre tengo trabajo asegurado, puedo trabajar y
estudiar, y tu también puedes estudiar si quieres, saldremos adelante Reese...
-Sé que lo haremos Richard. Sé que lograras salir adelante como astrónomo, estoy
segura. Es un trabajo excelente, y además es tu sueño...
-Y yo sé que tú saldrás adelante como auror, Reese.
-Auror? Je, la verdad es que tengo que empezar a olvidarme de ese sueño, digo, auror,
yo, con un bebé...
-Reese, no digas eso! Claro que llegarás a ser una auror espléndida, con nuestro bebé y todo.
Vamos, imagínanos... podríamos ser algo así como la familia aventurera: tú auror, yo astrónomo,
viajando por el mundo con nuestro hijo resolviendo los misterios más grandes del reino mágico...
Reese no pudo evitar reírse, y la alegría parecío volver a su cara. Incluso, sus ojos
parecían brillar más que nunca.
-Me encanta verte así, Reese
Richard tomó suavemente el rostro de la chica, y la besó. Se quedaron así por unos minutos, y luego
caminaron de vuelta al castillo. Reese estaba convencida de que ya nada podía salir mal.
