Capítulo 12: Sentimientos Encontrados.

-Reese, en verdad te ves... increíble... disculpa que te lo diga tanto...

-Me halagas, Remus, en serio

Remus todavía no podía dejar de observar a Reese sin sentirse maravillado. Siempre la había encontrado muy hermosa, pero esa noche se veía excepcional.

Al entrar al gran comedor notaron una mesa vacía y se instalaron ahí, seguidos por James con Lily, Sirius con una hermosa Ravenclaw, y Peter, que llevaba de pareja a una bajita y gordita pero tierna chica de Hufflepuff.

-Bueno, Reese... bailamos?

-Claro!

La pareja se puso de pie y se dirigió a la pista de baile, en la cual ya habían varias personas bailando. Todos miraban a Reese, ya fuese por admiración, impresión, o envidia. Normalmente siempre andaba con aspecto cansado y una mirada apagada, lo que hacía que, aunque era muy bonita, la gran mayoría de los chicos no reparara en ella. Pero ahora, la mayoría estaban impresionados; y las chicas cuchicheaban sobre su vestido y su peinado.

Remus estaba feliz. Aunque fuese una felicidad casi plástica y momentánea, no le importaba: estaba con Reese, estaba bailando con Reese, la tenía en sus brazos, y eso era lo único que pasaba por su mente en ese momento. El embarazo y Richard parecían cosas del pasado, ya casi ni existían en la cabeza de Remus.

Reese también estaba feliz. Se estaba divirtiendo, se sentía bonita, y además estaba con Remus, a quién apreciaba muchísimo... sólo lo apreciaba? Esta pregunta apareció en la mente de Reese, pero ella sacudió suavemente la cabeza, como intentando hacerla desaparecer.

No lo habían notado, pero llevaban bastante tiempo bailando. De pronto, Reese se detuvo y comenzó a sentirse algo mareada.

-Reese, estás bien?

-Sí, sí, muy bien, siempre me vienen estos mareos, sólo.... sólo necesito un poco de aire...

...me acompañas al lago?

Remus se sorprendió un poco por la invitación de Reese, pero no vaciló ni un segundo en aceptar. Al verlos salir del gran comedor, Sirius y James se miraron e hicieron gestos de aprobación. A la única que parecía no gustarle mucho la idea era a Steff, que también los vio salir. Ella sabía perfectamente que a Remus todavía le gustaba Reese, y aunque su amiga lo negase, también sabía perfectamente que Reese igual sentía algo por él. Pero después de un momento siguió bailando, y se olvidó completamente del asunto.

Iban caminando bordeando la rivera del lago. Reese caminaba despacio, parecía que cada vez se le hacía más difícil, con el gran peso que llevaba. Miraba el reflejo de las estrellas en el agua. Remus miraba sus propias pisadas, pero cada cierto tiempo la miraba a ella de reojo.

-Nos sentamos? –dijo Remus, interrumpiendo el silencio.

Sin decir nada, Reese se sentó en el pasto junto a Remus. Hacía mucho frío, e inconscientemente, intentaron acercarse el uno al otro lo más que fuese posible. Remus sacó su varita, murmuró algo suavemente e hizo aparecer un frasco con una llama azul adentro. Reese le sonrió en señal de agradecimiento, y se quedaron ahí, sentados, en silencio.

-Qué lástima que no hay luna llena esta noche, se ve hermosa reflejada en el lago

-Aaah, eeeh a mi no me gusta mucho cuando hay luna llena

-En serio? Por qué?

-No lo sé. Me produce... sensaciones... algo extrañas

-Aaah... –replicó Reese, algo extrañada, antes de dar un gran bostezo

-Cansada?

-Un poco, la verdad es que me desperté muy temprano hoy

-Yo igual!

-En serio? Pero si ni te apareciste por la sala común...

-Nah, es que decidí igual quedarme descansando un poco. Sabía que hoy duraría hasta tarde.

En la cabeza de Reese, los pensamientos y las preguntas aparecían a 1000 por hora. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Por qué estaba tan nerviosa? ¿Por qué esas ganas locas de que Remus la tomara y la besara, o al menos la abrazara? ¿Qué eran todas esas cosas que se le estaban ocurriendo?

De pronto, se relajó. Su mente se quedó en blanco, y, casi por inercia, posó su cabeza sobre el hombro de Remus, quien, sin pensar, posó la de él sobre ella.

Se quedaron así unos instantes, muy cerca el uno del otro, casi sentían sus respiraciones. De pronto, al mismo tiempo, levantaron sus cabezas, se miraron fijamente a los ojos, y de un instante al otro, casi por arte de magia, se estaban besando.

Sus mentes estaban en blanco, ni siquiera pensaban en lo que estaban haciendo. Sólo tenían conciencia de una cosa: eran felices. Remus pasaba sus manos por el suave cabello de Reese, y Reese acariciaba el rostro de Remus con la punta de sus dedos, casi como si tuviera miedo de ser muy brusca.

El beso terminó, y Reese se aferró de Remus como si no tuviese intenciones de soltarlo nunca más. Remus a su vez, abrazaba a Reese tan fuerte como si esta fuese un amuleto para la suerte.

-Reese... Reese, te amo

-Remus....

Dos lágrimas corrían por las mejillas de Reese. Estaba tan confundida, tan confundida! Lo único que tenía claro era que no quería que ese momento terminase. Quería estar con Remus para siempre, sentía que necesitaba tener a Remus con ella para siempre, o si no estaría perdida en el mundo.

-Remus, Remus, no lo sé... no me sueltes, por favor no me dejes sola...

-Nunca te dejaría sola Reese, nunca jamás... quiero cuidarte, quiero protegerte, quiero estar contigo...

Reese cerró los ojos y pensó en Richard. Más lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

-Reese, qué te ocurre, te sientes bien?

-Remus.... –Reese se puso de pie, Remus hizo lo mismo

-Remus, no sé qué estamos haciendo, no lo sé, lo único que sé es que.... es que me gusta y quiero estar contigo Remus. Me siento bien contigo, no quiero sentir que no estás junto a mí... pero no puedo estar contigo, Remus... no puedo hacerle esto a Richard...

-Reese, deja de pensar por un momento en Richard y piensa en ti, que es lo que TU quieres, lo que TU quieres hacer, lo que TU sientes..!

-Yo... yo te quiero a mi lado, Remus.

Se lanzó a los brazos del chico, todavía llorando. Remus la besó, y se quedaron así, juntos, por unos minutos, que para ellos fue casi una eternidad.