Capítulo cuatro: encuentros confusos…el tiempo de las decisiones se acerca.
Ya se había hecho común que Draco Malfoy se perdiera alguna de las comidas del día, lo mismo que Karim Némesis, en Slytherin, todos daban por un hecho que esos dos estaban mas que liados, también disfrutaban de los arranques de celos que tenía periódicamente Blaise, que no se resignaba a no compartir el lecho del platinado, a ser solo uno mas de los que le escoltaban.
Deja de actuar así, conserva un poco de dignidad—dijo irónica Pansy, lo que hizo levantarse molesto a Blaise y abandonar la sala común—estúpido…como si alguna vez hubiese tenido alguna oportunidad…
Ja, ja, ja, ja, claro que no la tenían, ni tú ni él—dijo Goyle mirando a la chica directo a los ojos, lo que la hizo enrojecer y contener sus insultos a duras penas.
Cruzó los pasillos casi desiertos, claro que sabía que solo le había dado placer momentáneo a Draco, pero…quería ese placer…aunque fuera de vez en cuando, ser su amante era tan pleno, el rubio era lejos el mejor de la escuela, apasionado, fuerte, incansable…le dolía el cuerpo de necesidad…había probado otros compañeros de lecho de su casa, pero ninguno le hacía el peso al rubio.
Entró a un salón desocupado y golpeó con furia algunos muebles, finalmente quedó parado en medio de este, jadeante, pero con ese calor interno aun torturándole.
Malditos Slytherins …--entró a ese salón, furioso, Hermione había estado media hora alabando la habilidad de sus nuevos compañeros de trabajo en pociones y ya no daba mas, las sienes le latían—tú…víbora asquerosa…
Pobretón miserable—respondió con un dejo de asco, sus miradas se cruzaron, azul contra caoba, y la distancia que los separaba desapareció al asirse con furia las ropas y empezar a forcejear.
Maldito seas….
Desgraciado…
Cayeron al suelo, un par de golpes marcados en la piel, uno sobre el otro, la distancia que los separaba era a penas unos milímetros, jadeantes, los ojos ardiendo, y pasó lo inesperado, la furia dio paso a la pasión, sus bocas se unieron, sus lenguas ávidas se entregaron al placer de tocarse, las manos tironearon las ropas hasta liberar la piel, misma que recorrieron con caricias duras, lujuriosas, en una lucha cuerpo a cuerpo por poseer, por apoderarse del otro, hasta que venció en un hábil movimiento fruto de la experiencia, Blaise, que alzándole las piernas a Ron se incrustó de un solo empeñon en su interior, ahogando con su boca el grito de dolor del pelirrojo…empezaron a moverse, como animales, sin delicadezas, sin palabras dulces, hambre y lujuria desatada, necesidad y búsqueda de la satisfacción.
Maldito…no pares—gritó y clavo sus dientes en la piel suavemente morena del hombro de Blaise, que empujaba frenético, generando corrientes enloquecedoras en su cuerpo con cada embestida—sigue maldito seas….
Como animales descontrolados se movían en ese sucio piso de piedra en un salón en desuso, las ropas tiradas, las pieles cubiertas de sudor, restos de semen, moretones y rojas heridas eran además pruebas evidentes de la furiosa pasión con la que se estaban tomando, alternándose en una batalla lujuriosa, en que a momentos ganaba uno y luego el otro, primero había sido Blaise, mas por su experiencia que por fuerza, había ingresado en el cuerpo aun virgen con furia y hambre, mientras mordía los hombros del pelirrojo que le insultaba pero empezaba a mover las caderas para hacer más intensa esa unión, gritaron ambos al tener el primer orgasmo, la simiente dentro del pelirrojo caliente y escurriendo por los muslos, la simiente del pelirrojo empapando el frío piso,
Eran ya innumerables los orgasmos, la piel estaba herida, las entrañas desgarradas y calientes, los miembros adoloridos, pero seguían moviéndose, seguían presos del deseo, besando y mordiendo, gritando insultos para luego abrazarse y jadeantes mover las caderas en busca de un nuevo orgasmo, ese que los dejaba con los corazones amenazando con romperles el pecho, y los dedos enredados en los cabellos del otro en algo que quería ser violento pero terminaba siendo una suave caricia.
Maldito—gritó ahogadamente y se dejó llevar, estallando dentro de las calientes entrañas del moreno.
Desgraciado—rugió viniéndose entre sus vientres al sentir el calor de la simiente dentro de su esfínter herido.
Jadeantes se quedaron ahí, quietos uno en brazos del otro, sin mirarse, sin querer pensar, solo temblando aun, tomando consciencia que lo que habían hecho y con quien lo habían hecho.
Dios—contuvo un gemido al ponerse de pie o mas bien al intentarlo, las piernas le temblaban tanto que se negaban a sostenerle, en eso una mano se extendió, levantó la mirada y se encontró con esos ojos caobas, asió la mano y por fin estabilizó su equilibrio, dolía como los mil demonios, miró al muchacho frente a él, estaba cubierta su piel morena de hematomas y huellas de mordidas, los labios hinchados, los ojos algo febriles, supuso que él debía tener una apariencia similar—Blaise…esto….
No hablemos de esto…pasó y ya—dijo, bajando la mirada, buscó sus ropas pero al querer tomarlas todo su cuerpo gritó de dolor—maldito seas Ron me has dejado molido…
Quien se queja…apenas puedo moverme—dijo y volvieron a mirarse, era tan absurdo lo sucedido, de enemigos irreconciliables, de solo insultarse, ahora estaban uno frente al otro, con las huellas de su encuentro de sexo salvaje en la piel y en las entrañas, tratando inútilmente de vestirse.
Quédate quieto usaré magia…luego tú lo harás—dijo asiendo su varita y pronunciando claramente las palabras logró que la ropa del pelirrojo fuera y por sí sola lo vistiera—ahora tú.
Ok—ya vestidos seguían ahí, frente a frente--¿tienes algún hechizo para que podamos llegar en nuestros propios pies a nuestros cuartos?…
Sí pero, solo durara unos 5 minutos, así que te sugiero que corras, ok—el pelirrojo asintió.
Las palabras fueron pronunciadas y los dos muchachos salieron de ese salón y corrieron a sus respectivas casas, cruzaron como almas que persigue el diablo las respectivas salas comunes, y al llegar a sus habitaciones se dejaron caer en sus camas.
Blaise gimió al sentir como el dolor volvía en gloria y majestad, con un movimiento de su varita se libró de las ropas y atrajo hacia sí un frasco que contenía una pócima curativa que bebió, luego cubriéndose con las suaves mantas cerró los ojos—Por todos los Magos Oscuros…Ron Weasley…casi me matas de placer…maldito Gryffindor…maldito seas…Ron…
Ron entró a su cuarto y alcanzó a tomar el botiquín que su madre insistía que siempre tuviera a la mano, cayó en el lecho y cerró las cortinas, empezaba a doler como los mil demonios, rebuscó encontrando una pócima curativa, la bebió en su totalidad, luego, sintiéndose atontado aun de un movimiento de su varita se libro de las ropas y se cubrió con las sábanas de algodón, agradeciendo el que se sintieran tan frescas, suspiró—"estas demente…Ron Weasley, acabas de tener sexo por primera vez con el maldito de Blaise Zabini, dejaste que te la metiera y se la metiste hasta el agotamiento…Blaise Zabini, Slytherin maldito seas…Blaise".
Caminar como si nada al lado de Draco fue toda una obra de arte del control Slytherin, por mucha pócima curativa aun sentía su cuerpo quejarse, gritar por mas descanso, entrar al gran comedor como si nada hubiese pasado, riendo ante las bromas y pullas hacia otras casas, cuando estaba por sentarse, su mirada sin quererlo fue hacia la mesa Gryffindor, a una cabellera roja, los intensos ojos azules se toparon con los suyos, sostuvo esa mirada y ambos casi al mismo tiempo rompieron el contacto.
¿quien te dejo tan mal?—preguntó con voz siseante Draco al oído de Blaise, dedicándole una mirada irónica.
No es tu asunto—contestó molesto, bebiendo su café con leche caliente que hubiese querido que fuera otra dosis de pócima para el dolor, en eso una mano delgada le dejó cerca de su mano unas cápsulas, al mirar quien se las pasaba, se encontró con el rostro de Karim que le dedicó una mirada comprensiva, deseo odiarle aun, pero ya no, parpadeó tratando se musitar un gracias, pero Karim simplemente no le dio tiempo y se sentó al otro lado de Draco empezando a charlar despreocupadamente con otro chico, suspiró y tragó las cápsulas, aunque por mucho tiempo le molestara ese muchacho nuevo, su arrastre y el que le desplazara tan fácilmente, sabía a ciencia cierta que nunca le daría algo que le hiciera daño, quizás era absurda su confianza, pero reconocía muy a su pesar que Némesis era un buen muchacho.
Draco ya estaba habituándose a estos gestos tan poco Slytherins que tenía Karim, siempre atento a las necesidades de otros, siempre con una palabra de aliento o un consejo, siempre dispuesto a dar su ayuda, los mas jóvenes le adoraban, casi hasta la idolatría, los de los cursos mayores, sentían una profunda simpatía, le buscaban para charlar y estudiar, le escuchaban hablar de que lo único importante era el poder residente en el mago, mantener el control del mismo y seguir siendo individuos independientes, de que nada valía la pena si significaba ser esclavo de la voluntad de otro…lo mas increíble era que a pesar de ser planteamientos que para muchos iban en contra de lo que habían aprendido en sus hogares, él vaya que lo sabía, aun así…cada vez que Karim hablaba del tema más y mas los rostros de sus compañeros asentían y le miraban como si fuera su líder natural.
Miró a Draco, estaba muy lejos de lo que les rodeaba, llevaba los cabellos desordenados, cayendo en un dejo sensual en torno a su rostro, cada día estaba más ligado a ese muchacho, cada día le necesitaba mas, en su cuerpo, en su corazón, ya nada sacaba con decir que le quería como amigo y amante, había empezado a jugar con ese gélido fuego que era Draco Malfoy y había terminado enamorado.
Toma…--le entregó la pócima contra el dolor que le pidiera el pelirrojo y le miró tomarla, esperaba una explicación, pero el muchacho rehusaba darse por aludido—me dirás qué te pas
No…ya he dije que no—contestó concentrándose en su desayuno, aunque más bien era en tratar de entender lo que había sucedido, el por qué de haber terminado revolcándose con un hombre y más, con uno de los odiados Slytherins, uno que hasta ahora era el segundo en su lista de escoria…suspiró y al alzar la mirada se encontró con esos ojos caoba, un estremecimiento le recorrió de pies a cabeza, y esquivó encontrarse de nuevo con esa mirada, necesitaba entenderlo…su primera relación sexual con un hombre…él que siempre se había sentido fuertemente atraído por Hermione y por otras chicas, también, lo peor era que lo había disfrutado, cada una de esas embestidas brutales, cada uno de esos besos y esas caricias, tanto las que propinó como las que recibió.
Tengo que ir a hablar con Remus después del desayuno—susurró Harry para que solo sus amigos le escucharan.
Te esperaremos en la biblioteca—señaló Hermione.
Esta bien—no era raro que le citara a su oficina Remus, pero ahora sentía que se trataba de algo mas que una conversación de amigos, la mirada del lupino había mostrado preocupación.
Terminaron el desayuno y Harry Potter se dirigió a su cita con el profesor mientras sus amigos caminaban hacia la biblioteca, pero a medio camino Ron se detuvo.
¿Qué pasa?—preguntó Hermione.
Solo recordé que tengo que hacer algo, luego voy a la biblioteca—dijo precipitadamente y se alejó, cruzando pasillos, caminando lo más rápido que podía, encontró ese salón de la noche anterior, entró y un estremecimiento le recorrió de pies a cabeza, sacó su varita y pronuncio dos hechizos.
Weasley…--confrontó al pelirrojo, sintiendo este duro estremecimiento naciéndole en las entrañas, tratando que su voz sonara con la carga de desprecio e ironía habitual, aunque fracasaba.
Zabini—musitó deseándole expresar todo el odio que sentía por su casa y su persona, aunque el estremecimiento interno le negaba claramente que siguiera siendo así.
Avanzaron hasta estar frente afrente, los puños apretados, temblando ambos.
Eres un maldito…--jadeó Blaise.
Tú lo eres—contestó Ron, sus miradas ardían y cuando las manos se prestaban a golpear, lo que hicieron fue acariciar, cuando los labios debían insultar se liaron en un apasionado beso—maldito seas Blaise…
Tu..mil veces tú…--gimió el moreno mientras sus dedos se enredaban en los rojos cabellos—te odio…
Te odio—caían al suelo, envueltos de nuevo en la pasión, pero esta vez, no había más violencia que sus palabras, pues sus manos y cuerpo se entregaban a dar placer la otro, a hacer sensual contacto, a entregar y recibir.
Entraron a la habitación, iban a cambiarse ropa para luego ir a la oficina de Snape, ya se había puesto de acuerdo en el presente que le darían, resultado de la aventura con los Gryffindors, estaban ya casi listos cuando una gallarda lechuza entró y dejó caer una carta en las manos de Draco, que tomó asiento y la abrió con rostro serio.
Karim no dijo nada, solo estudió la expresión en ese rostro, la seriedad, como esos ojos se volvían fríos, casi despiadados, esto le hizo temblar, generando esa sensación de angustia.
Mi padre—musitó dejando la carta en la mesa de luz, donde esta de hizo sutil polvo—vamos…
Draco…¿qué…?—la mirada de esos ojos fue su respuesta, se mordió los labios—vamos…
Karim…--estaban por llegar a la oficina de Snape y el muchacho no había pronunciado ni una palabra, la mirada perdida, la sempiterna sonrisa borrada de su rostro—Karim…
¿sí?—le miró.
No te preocupes…--le tomó el rostro con ambas manos y acercándolo lo besó, disfrutando del contacto de sus lenguas, del sabor de esa boca, de cómo ese cuerpo se amoldaba perfectamente al suyo—estaremos juntos…
Draco…eso quiero…pero…sabes que yo no voy a—los labios de Draco le impidieron seguir, el beso fue apasionado y a la vez cargado de ansiedad, cuando finalmente se separaron, la mano de Draco asió una de las suyas y tras pronunciar la contraseña entraron a la oficina del profesor.
Profesor…Severus…--el rostro del hombre era tan serio como siempre, pero él podía leer en esos ojos oscuros un recibimiento cálido.
Draco…Karim…¿qué es lo tan importante?—le sindicó que tomaran asiento y el mismo se sentó en un cómodo sillón frente a ellos, esos dos muchachos eran un placer para la vista, Draco le recordaba a su padre, Lucius Malfoy, aunque libre de la mirada cruel de este, mucho mas abierto, más accesible…en cuanto a Karim, emanaba de él un aura de calidez, de pasión y a la vez de voluntad férrea, esos ojos ámbar declaraban que sabía perfectamente lo que quería, lo que estaba dispuesto a dar.
Pues, tuvimos una aventura y encontramos algo muy interesante—extendió el pequeño libro, la mirada de Severus destelló al leer los caracteres rúnicos de su cubierta y les miró curioso—esperamos que te plazca…
Pero…donde lo encontraron…se supone que todos los ejemplares fueron destruidos y…--deslizó sus dedos por la piel de la cubierta.
Solo importa que le agrade el presente, profesor—señaló Karim, siempre que esos largos y fuertes dedos del profesor atraían su mirada al moverse sentía crecer la excitación dentro de sí, se humedeció los labios.
Por supuesto—el gesto de Karim no se le pasó por alto, claro ya varias veces había leído en esos ojos ámbar el deseo, pero cómo tomar en serio a un muchacho de escasos 15 años, Demonios, se podían decir muchas cosas de él, pero no que se aprovechara de sus alumnos, por mucho que estos fueran así de hechizantes, miró a Draco y vio que este sonreía, claro, Draco también estaba consciente de la actitud sensual de Karim, es más a veces también le sorprendía miradas similares…
Si no tienes nada más que hacer, podríamos pasar la tarde juntos…Severus—sugirió Draco.
La tarde…dos muchachos desperdiciando una tarde libre con su profesor de pócimas—dijo con un dejo de ironía.
Ni un instante en su compañía es un desperdicio de tiempo—señalo de inmediato Karim tras lo cual se sonrojó.
Severus…sabes que…demonios…no juegues a hacerte el desentendido—se puso de pie y se acercó arrodillándose ante el hombre, apoyando las manos en esas largas piernas y mirándolo a los ojos—puedes olvidar que eres mi padrino, que somos tus alumnos y todo aquello que te contiene y dejar una sola vez que tu cuerpo responda…te deseamos con locura…lo sabes…
Por favor—suplicó Karim acercándose también—por favor…
Están dementes, podría ser su padre y…--los labios de Draco le impidieron decir palabra, la lengua juvenil se hacía una verdadera serpiente enroscándose en la suya, mientras las manos de ambos chicos le acariciaban torso, cuello y cabellos, al separarse sus bocas, jadeó—Draco…
No lo eres…no eres nuestro padre…no lo eres—dijo y metió las manos bajo esa camisa negra que vestía, acariciando los abdominales duros—no lo eres…
Olvide la edad, solo tómenos…solo—jadeó Karim y unió su boca a la del profesor que asiéndole por los cabellos le respondió con pasión, descontrolándolo por completo.
Ya no siquiera tenía claro como había llegado al lecho, en que momento sus ropas habían caído al suelo junto con las de los muchachos, solo sentía en su piel esas manos hábiles, esos labios cálidos y húmedos, solo podía acariciar esas pieles de terciopelo, mientras su miembro entraba en el cuerpo dorado de Karim y su boca gozaba de la de Draco, en una circulo de lujuria y placer que no terminaba, solo se alternaban las posiciones, cuando llenaba las entrañas de Karim, era Draco el que subía a sus caderas, el que guiaba su miembro grueso y palpitante a su interior, el que ronroneaba que le diera con todo, que les podía devorar a placer.
Despertó los cabellos negros se mezclaban con los suyos, aspiró profundamente, llenándose del aroma a pino que parecía parte de la piel de Severus, una piel muy pálida, mucho mas que la de Draco que al otro lado de la cama, apoyaba su rostro en el hombro del hombre, aun dormidos, fundirse a ese cuerpo había sido todo lo que había imaginado de pleno, compartir a experiencia con Draco una deliciosa locura, dejarse envolver por esos ojos negros como pozos sin fondo, suspiró y acarició ese torso amplio y firme, su mano siguió camino a la mejilla tersa de Draco que abrió perezosamente los ojos y le sonrió, puestos de acuerdo con una sola mirada empezaron a depositar besos en la piel pálida, lamiendo y dando pequeños mordiscos aquí y allá, hasta que las grandes pero delgadas manos les asieron los cabellos y le hicieron mirarle.
Mocosos que diablos…es que no se cansan—ambos muchachos sonrieron maliciosos y denegaron, soltó esos cabellos y dejó correr sus manos por las espaldas de esos jóvenes.—ustedes son la perdición de cualquiera….
Solo la tuya—musitó a milímetros de los labios Draco.
Piérdete con nosotros, Severus…--ronroneó Karim lamiéndole el cuello.
Remus…--tomó asiento frente al maestro, los ojos el lupino se veían algo cansado—¿estas bien?.
Si…solo es el trabajo…Harry sabes que todo se está precipitando…hemos conversado y ha llegado el momento que entrenes mucho más intensamente, desde ahora todo tu tiempo libre lo pasaras conmigo, te instruiré en conjuros y defensas avanzadas…--los grandes ojos verdes de Harry le miraron algo dudosos—es necesario…
Lo sé…solo quisiera que no fuera así…me gustaría ser uno mas de los estudiantes, no el que deba…--suspiró.
No siempre podemos elegir nuestro destino, a veces este nos elige a nosotros, Harry—se puso de pie y situándose a su lado puso sus grandes manos en los hombros del muchacho—estamos casi seguros que está ya reclutando nuevos mortifagos, la casa Slytherin ha tenido mucho movimiento de lechuzas, en las dos semanas que vienen de vacaciones...muchos de esos chicos juraran servidumbre y tenemos que estar preparados..
Si lo saben por que no lo evitan…--dijo mordiéndose los labios.
Porque los magos oscuros salen de Slytherin, es su decisión, llevan la magia oscura en la sangre, sus padres han servido a Voldemort…nada que digamos o hagamos cambiará su destino de mortifagos, solo nos queda prepararnos para enfrentarlos y aniquilarlos…
Aniquilarlos…seremos tan asesinos como ellos—dijo con un estremecimiento.
No, Harry, porque el bien y la razón están de nuestro lado—le hizo levantarse—vamos, empezaremos en entrenamiento hoy mismo…nadie debe saberlo…
Pero Ron y Hermione…
Entiendo que te sea difícil ocultárselos, pero no podrán asistir, no les mostrarás lo que has aprendido, ni siquiera les comentaras…tu amiga trabaja en pociones con Malfoy y Némesis, sabes que no podemos correr el riesgo.
Entiendo—se resignó y siguió a Remus a las habitaciones secretas que les servirían como lugar de entrenamiento.
