Actualizado al (11-2022)
RESUMEN
Los planes de Rin Taisho se ven arruinados cuando su padre le dice que han heredado un titulo nobiliario y deben trasladarse a la propiedad de inmediato. La casa vieja mantiene a Rin recelosa hasta que su hermana hace un escabroso descubrimiento; la antigua condesa es idéntica a ella, tanto en nombre como en apariencia. Intrigada decide buscar información sobre sus antepasados descubriendo un pasado oscuro al rededor del matrimonio con el antiguo conde Sesshomaru Taisho. Para su mortificación pronto se ve obsesionada con un retrato del conde e inconscientemente la noche de navidad pide un peligroso deseo.
"—Sesshomaru Taisho, como deseo haberte conocido"
UNO
A sus 19 años Rin Taisho quería una sola cosa: ser cirujana.
Por ello se había mudado a la ciudad de Londres y pasaba su tiempo turnándose del campus al hospital. No era como si fuese un sacrificio puesto que le gustaba bastante su carrera, sobre todo la oportunidad que le brindaba de poder ayudar a otros. Se esforzaba muchísimo para obtener calificaciones excelentes, eso implicaba desde; tomar clases extras, hasta aceptar trabajos demedio tiempo como en el que estaba justamente ahora.
Hacia unos días una profesora de psicología le había pedido ayuda como secretaria en su consulta, era por las tardes y seria solo hasta dos días antes de navidad, lo mejor era que le permitía aprender sobre una especialidad tan compleja como lo era la psicología. Justamente eso le había convencido de no viajar a casa de su familia a pasar la navidad, vivían a 8 horas de Londres, en la ciudad de Amble, en la costa del mar del norte de Northumberland, por lo que sería un trayecto muy engorroso en comparación al tiempo que podría pasar con ellos, en cualquier caso, podrían reunirse en otro momento. Ya lo habían discutido y sus padres estuvieron de acuerdo.
Al comentárselo a su compañera de cuarto se había negado a dejarle sola, así que movió un poco las cosas para pasar la noche con los demás chicos que, por alguna u otra razón, también tendrían que quedarse.
— ¡Listo! — había exclamado Heaven con entusiasmo —. Mat, Lucy y Damon han confirmado, los demás no han podido zafarse. Haremos la fiesta en casa de Mat, sabes que su familia casi nunca esta y…— Heaven había continuado por largo rato con su monologo de la fiesta perfecta.
Tal como pintaba la cosa, seria noche de juerga, bebida y, muy probablemente, con Mat en la ecuación, sexo hasta el amanecer. No le resultaba desagradable, pero tampoco era la navidad de sus sueños.
Y bueno, tampoco era como si no fuese la única que no estaría en familia, su hermano mayor ya había enviado sus disculpas alegando que el trabajo no le permitiría ir. Sus padres se entristecieron, pero no podía juzgarlo. Ella misma estaba ocupada con sus prácticas en estos momentos. Su hermana menor, bueno Rubby, era otra cosa.
Por lo menos eso era lo que pensaba hasta que recibió la llamada de su padre.
—Hola papá, ¿Cómo has estado? — respondió al teléfono tras disculparse con una madre y su hija presentes en la sala de espera.
"Rin, no vas a poder creer lo que nos acaba de pasar. dijo su padre con entusiasmo.
— ¿Qué cosa papá?— preguntó con escepticismo.
"Acabamos de heredar un título nobiliario, ahora soy el propietario de Holy Sword. Además de pasar a ser un conde"
— ¿Que? — gritó.
La madre de la niña pego un brinco, y tal vez, si la pequeña paciente hubiera sabido lo que era la empatía, se habría asustado como su madre.
Y fue así como sus planes para ese mes comenzaron a torcerse.
Disculparse con la profesora había sido la parte fácil, fue comprensiva y le dijo que si quería tomarse un par de días más solo lo dijera con anticipación. La parte difícil era Heaven. La chica de ojos café estaba llorando a mares mientras la ayudaba a preparar su maleta.
— ¿Estas segura de que no puedes quedarte? — sorbió por la nariz —. Digo, no es que no quiera que vayas a visitar a tus padres— es solo que ya me había hecho la idea de estar juntas.
—Lo sé cariño, lo bueno es que Hampshire está a dos horas, podemos vernos el día de Navidad.
Lo había pensado toda la semana antes de decidirse a ir. Hampshire estaba a sólo hora y media en tren por lo que no representaba mucho esfuerzo ir. Al principio pensaba quedarse solo un fin de semana, pero debido a la insistencia de su padre hablo con la profesora para tomarse toda la semana. Gracias al cielo fue comprensiva y la sorprendió diciéndole que podía volver dos días después de año nuevo.
— ¿Te despediste de Mat? — inquirió la chica mientras se sentaba en el borde de la cama.
—No realmente— la imito sentándose del otro lado, la blusa que había estado intentando doblar quedó hecha un ovillo en su regazo —. No me mires de esa forma, no es como si fuésemos pareja.
A decir verdad, su situación con el chico era más complicada que eso. Sin embargo, no tenía intención de compartirla con Heaven, ella no podía entenderla y no quería escuchar su sermón a diario.
—Oh, por supuesto que no. No es como si él no le prestase atención a ninguna otra chica o como si no corriera a tu lado cada vez que te ve o…
—Ok— entendí. Pero no es eso — vacilo. El trozo de tela en sus manos se estiro y volvió a doblarse un par de veces —, sabes que…
—No tengo tiempo para esas cosas — Heaven imitó el tono de voz de su amiga—. Solo lo utilizas para favores sexuales.
—Tampoco lo digas de esa manera. Mat es… es… un buen chico. Es alguien en quien puedes confiar, con quien podrías formar una familia. Pero no quiero eso, no soy la chica que sueña con hijos o un esposo. Quiero más Heaven. Quiero ser reconocida por mi nombre, mis logros, mi carrera. Rubby dice que me quedaré solterona — se encogió de hombros —. La tía soltera millonaria.
— Con un novio guapo para cada cena de navidad —agregó Heaven haciendo que ambas estallasen en carcajadas —. Entonces no hay despedida— concluyó la muchacha, decepcionada.
—No. Es mejor así. ¿Me acompañaras a la estación?
—Sus deseos son ordenes milady.
Y aunque el titulo resonó en su cabeza rechazándolo de inmediato, no fue capaz de refutarlo. Desde ahora en adelante la gran mayoría de las personas la llamarían de esa forma; Lady Taisho.
Unas horas después Rin se encontró a sí misma dentro de la propiedad Holy Sword.
Mat se había molestado por no despedirse. Igual no es como si fueses novios o algo por el estilo, eran simplemente amigos que algunas veces les gustaba ponerse cariñosos y terminaban en la cama. A ambos les había funcionado así, y hasta hace poco pensaba que ninguno queria mantener una relación y enredarse asumiendo responsabilidades que sabían que no podían cumplir. Desde un par de días, sabía que Matt quería algo más.
Había sido exactamente antes de la llamada de su papá, durante el fin de semana. Habían quedado de verse en casa de Matt. El procedimiento había sido casi el mismo; él le había recogido en la entrada de los dormitorios, fueron a cenar y luego a su casa. Al llegar Matt encendió el estéreo, fue hasta el bar y se trajo dos copas con una botella de vino.
—Matthew — dijo ella en tono de regaño —. Sabes que no podemos tomar, mañana…
— Hay que estudiar — la interrumpió silenciándola con un beso —. Es solo una copa, por favor.
— Solo una — respondió, cediendo ante la súplica masculina, aceptando el cristal.
El dio una pequeña sonrisa de victoria.
— ¿Bailas?
Rin cerró los ojos y acepto.
Bailaron un par de canciones y bebieron más de un par de copas, terminaron desnudos en el mueble, agotados, luego de tener sexo. Él le abrazo al terminar, aquello era íntimo, placentero, podía simplemente quedarse quieta, sin pensar. Estaba a punto de rendirse hasta que él lo dijo, fue un susurro, tal vez pensando en que ella ya estaba dormida.
"Creo que estoy enamorado de ti"
Y eso lo había cambiado todo.
— ¿Te vas a quedar ahí toda la vida? — esa fue Rubby quien le había gritado para que cerrase la puerta del auto. Rin sacudió la cabeza, cogió la maleta y miro hacia la mansión victoriana. Aquella sería una semana muy larga.
***.
El terreno interminable de Holy Sword tenía un bosque abundante, campos de flores, unos tres ríos y hasta una cueva secreta. Ella se había sorprendido cuando supo la grandeza del lugar.
Anteriormente había escuchado sobre la propiedad, pero nunca había tenido la oportunidad de visitarla, no es como si su primo, el fallecido conde, hubiese sido el mejor amigo de la familia.
La casa o más bien mansión estaba ubicada en lo alto del prado, en sus tiempos tuvo que haber sido magnífica, había pensado ella.
Sus padres, emocionados recorrían la casa victoriana acompañados por los que eran, el ama de llaves, el mayordomo, la cocinera y dos mucamas, poca gente para tan grande casa. Los grandes ventanales de estilo francés se alzaban en casi toda la propiedad. Ella sólo caminaba lentamente, examinando cada fisura en la madera o la tela de araña de las paredes y techo, el piso crujía con cada paso.
—Papá, está casa nos dará más pérdidas que ganancias — lo tenía que decir, gastarían más manteniéndola que lo que ganarían con los terrenos.
—No seas tonta — replicó su padre —, aunque no lo parezca el titulo vino acompañado de una fortuna considerable.
Eso lo dudaba, no es como si ella hubiere estado al pendiente de la vida social del fallecido, era más bien el deplorable estado de la casa que vociferaba lo contrario.
—Papá... El abogado dijo que aún falta por confirmar un supuesto heredero— en la reunión con el Sr. Kiba fueron informados de ser los primeros en línea de sucesión pero, había un gran pero, y ese era que el historiador continuaba buscando descendientes más cercanos, o en otras palabras con sangre más azul que la de ellos quienes se habían mezclado hasta decir basta. Además del desaparecido hijo del conde, que bueno, eso en sí, era toda otra historia a parte—. Opino que hasta que no se asegure su inexistencia no deberíamos quedarnos aquí.
—No va a aparecer nadie, esas solo son tonterías del historiador, de otra manera el abogado no nos habría contactado a nosotros. En cuanto al chico, bueno, hace ya mucho tiempo de eso— repuso su padre, seguro.
—El Sr. Kiba recalcó lo mucho que el historiador está obsesionado con la familia Taisho. Dijo que está decidido a buscar conseguir un descendiente "verdadero".
Todo aquello no terminaba de convencerla.
—Ese historiador está loco Rin, nuestro apellido también es Taisho y aunque nos desligamos de la rama principal, por así decirlo, soy el único con el derecho al título — su padre sacudió las manos. En realidad ella también pensaba que el historiador estaba loco —. Mira, el título viene con un montón de terrenos — su padre extendió varios planos y títulos sobre la mesa —, los ingresos no son malos, por eso no entiendo por qué la casa está en este estado. Esta misma semana me reuniré con los arrendatarios, comenzaré a modernizar lo que haga falta. Invertiremos en otras cosas y...
—Oigan... Vengan a ver esto — era Rubby, su hermana, gritando desde el piso de arriba interrumpiendo así su charla.
Los dos corrieron a la escalera dejando que varios papeles cayeran al piso ante el tono urgente de su voz, divisaron a Rubby en el pasillo, esta sin esperar a que llegarán corrió hasta ellos y la halo por el brazo. Lo que sea que fuera al parecer era de vida o muerte para Rubby.
A rastras, Rin fue llevada hasta lo que parecía la habitación principal.
La piel de Rin adquirió una tonalidad casi transparente cuando vio lo que le llamaba la atención a su hermana.
Era un cuadro.
No uno cualquiera. Era un retrato idéntico de ella.
La mujer de aspecto juvenil, mostraba sólo la mitad de su cuerpo, las líneas finas de su rostro, las largas pestañas, la suave boca y el cabello recogido en un intrincado moño, el vestido de corte imperial ceñido debajo de su pecho era claramente de hace más de un siglo.
—Yo también lo note en cuanto la vi — dijo el ama de llaves, una mujer de unos sesenta años—. Esa era la condesa Rin Taisho. Se dice que el conde estaba perdidamente enamorado de ella y es por eso que el cuadro no puede ser descolgado— la mujer había contado aquello como si de una leyenda mística se tratare.
— ¿No puede ser descolgado? —preguntó Rubby con los ojos agrandados.
—No, nadie ha podido descolgar ese cuadro de allí, siempre ocurre algo cuando alguien intenta quitarlo, se parte la silla, escaleras, enferma un día antes... Es un evento aislado, no hay más fantasmas en la casa —agregó entusiasta al ver el rostro pálido de las dos hermanas.
—¿Una historia de amor? —preguntó Rubby, a sus 14 años era demasiado romántica.
—No, para nada. Según dicen...
—El señor Shippo decía— interrumpió una de las mucamas.
— ¿Quién es el señor Shippo? —pregunto Rin, curiosa. Sin dejar de mirar el retrato y sin poder ocultar su sorpresa por la coincidencia del parecido y el nombre.
—El señor Shippo era un anciano que vivía colina abajo, fue el único hombre que conoció al conde y su historia que se quedó en Holy Sword después de su muerte— ¿Toda la servidumbre abandonó la casa?, se preguntó Rin. Tal parecía que si —. Era un niño para ese entonces, pero recordaba la historia perfectamente. Su casa aún está intacta y sigue siendo administrada por su familia. Murió hace más de cien años.
—Vayamos a verlos más tarde —sugirió Rubby — ¿Podemos mamá?
La aludida asintió al tiempo que abandonaba la habitación.
— ¿Tienen algún retrato del conde? —pregunto Rin sin saber por qué.
—Oh claro que si vengan conmigo.
Las dos hermanas emprendieron la marcha hasta el salón de la planta baja.
—Es él — señaló el ama de llaves — Sesshomaru Taisho conde Takahashi.
El aliento de Rin se cortó al ver la imagen, era un hombre sumamente atractivo, o por lo menos, así lo había plasmado quien fuese el autor de aquel retrato. Tenía los ojos dorados, profundos. El cabello— ¿Era blanco? Su porte aristocrático le decía al mundo que sabía que era un hombre poderoso, pero había algo en él que le causaba un hueco en el fondo del estómago.
Se veía infeliz.
Como si existiese un vacío dentro de sus ojos. Se vio hipnotizada, incluso se atrevió a pensar en más. Quería conocer su vida, sus miedos, aquello que causaba esa mirada. Podría ser simplemente la impresión del artista, pero su hermano, el conde que lo sucedió, no se veía como él en lo más mínimo. Sus rasgos era idénticos, mismo color de piel, ojos y cabello, pero este último no aparentaba infelicidad.
La galería simplemente se redujo a ella y el retrato. Sintiéndose hechizada acaricio el óleo seco, llevo sus manos al marco y los descolgó.
Más tarde se vio a sí misma colgándolo en la habitación que había elegido para ella.
¿Cómo era posible que toda la familia hubiese muerto sin dejar descendientes?
Según tenía entendido el conde no había tenido hijos, a su muerte el título pasó a su hermano menor, quien sólo tuvo una hija. Esa hija no heredaría por ser mujer y según leyó murió sin dejar descendencia. El árbol genealógico se había desglosado unas generaciones más arriba, a su tátara tantos abuelos. En vida esa rama de la familia nunca hubiera soñado con él título, incluso su primo lejano que había muerto recientemente, jamás soñó con ser un conde. Y ahora ella era una Lady, aunque en pleno siglo XXI eso no era tan impresionante.
Viendo la pintura entendía un poco más a lo que él historiador se refería con sangre demás pura. Los rasgos de los condes que había visto en la galería eran particulares, cabello blanco, ojos dorados. Fue así hasta la muerte de Inuyasha, el hermano de Sesshomaru que heredó tras su fallecimiento. Los que siguieron solo tenían una de las características o ninguna como Mioga y su Padre.
Volvió su atención a los duros ojos y la curiosidad la invadió. El ama de llaves había cuchicheado un poco, pero se contradecía en ciertas partes y las mucamas y la cocinera tendían a enfatizar todo. Así que no eran muy confiables narradoras.
Al día siguiente iría a visitar a los familiares de Shippo.
Estaba decidido.
Era extraño ver la habitación iluminada solo con la luz de la luna, no se veian los faroles de la calle, ni se escuchaba el ruido de la ciudad. Tampoco sentía el olor del humo o contaminación, solo el de la hierba, cedro, pinos. Era tan diferente, el cuerpo caliente a su lado también lo era. Le daba una sensación de tranquilidad y al mismo tiempo la excitaba. Pronto, descubrió que estaban desnudos y no le molesto. Si iba a sentirse así cada noche, entonces, quizás, podría aceptar el amor de Mat. Y fue en ese momento, cuando se giró, que se dio cuenta de que quien la abrazaba, no era Mat.
Esa fue la primera vez que soñó con el conde.
La colina verde dibujaba el paso del aire frío, anunciaba que en cualquier momento podría comenzar a nevar. La casa de los Kanzaki era más grande de lo que se esperaba, incluso el terreno a su alrededor se veía extremadamente cuidado y con máquinas modernas, casi podía olvidar lo fea que estaba la casa principal al ver esta.
Cuando los tres hermanos las vieron, las invitaron a pasar.
—Disculpen lo poco y el desastre, tres hombres viviendo solos. ¿Qué puedes esperar de eso?
Rubby se ruborizo con el comentario, los hermanos eran los parientes de Shippo y se había llevado su buena sorpresa al verlos, no sólo eran jóvenes sino también guapos, el mayor, Soten tenía 30 como máximo, el del medio, Rotten debía estar en los veintitantos y el menor llamado Shippo en honor a su abuelo no podía ser mucho mayor que ella.
— Vinimos a conocer la historia del antiguo conde —había dicho Rubby luego de beber el té.
Se habían instalado en la sala que era más grande que todo el apartamento donde ellos vivían.
— ¿El viejo Mioga? No hay mucho que hablar, heredó y vino muy poco por aquí.
—No, ese no. El que tiene a su esposa colgada en la habitación — ante la mirada de los tres, Rubby corrigió —. Bueno el retrato.
—Ahhh entiendo, no había querido ser grosero. Tú tienes un parecido increíble con ella— mencionó a Rin.
— Y también se llaman igual.
— ¿Rin?
Ambas hermanas asintieron.
—Bueno ya que su interés va hacia ella también, debo contarles todo desde cuando ella llegó.
"Mi antepasado Shippo era el hijo de un agricultor, cuidaban de esta casa, pero lo que más le gustaba era montar a caballo por eso estuvo presente el día que el Conde conoció a Lady Rin. Lady Irasue estaba en planes casamenteros y no daba tregua a ninguna oportunidad, por eso esa navidad organizo una velada por dos semanas en Holy Swords. Ella invito muchas muchachas en edad casamentera y a unos cuantos hombres, para disimular sus intenciones. Aunque su cometido fue logrado perfectamente, el hombre más apetecible era su hijo.
Ese día los carruajes no paraban de llegar, la perspectiva de atrapar a Sesshomaru conde Takahashi pareció mover a todas las mujeres del continente, menos a una.
Lady Rin, estaba preocupada ayudando a un animal salvaje cuando el conde casi la atropella. Mi abuelo dijo que el Conde había estado muy enojado ese día, pero que cuando la vio enredada en su vestido sucio por el barro ya que se había lanzado al suelo con su animalito en su regazo, él había visto algo en ella al igual que todos los presentes.
En lo que duró su estadía, el conde se dedicó a cortejarla dejándolo claro a todos, su interés por ella y nadie más.
Sin embargo, el abuelo Shippo siempre dijo que hubo algo retorcido en todo aquello, ya que las veces que los acompaño o estuvieron cerca de alguna forma, Lady Rin no parecía a gusto con el conde.
De igual forma, todo eso quedó en el olvido cuando en la noche de navidad fueron sorprendidos íntimamente. Creo que sólo fue un beso, pero en ese entonces la gente se escandalizaba por cualquier cosa, no quedaba otra cosa que el matrimonio o la deshonra. El asunto escabroso se mantuvo en el más celoso secreto familiar. Lady Rin vino a vivir a Holy Sword mes y medio después convertida en la Condesa Takahashi. Las personas especulaban que ella estaba embarazada, pero con el paso del tiempo se dieron cuenta de que era falso.
Lo que fue una alegría pronto se convirtió en tristeza, el conde se estaba volviendo insoportable con un humor de perros, Lady Rin se negaba a hacer sus tareas en la casa, Inuyasha, el hermano menor del conde, emprendió un viaje al continente, Lady Irasue se trasladó a la casa de la ciudad con Lady Kanna, su hija menor.
Holy Sword era un infierno. Todo porque Lady Rin no amaba al conde, llegó un momento donde lo acusaba públicamente de haberla engañado y haberle robado su vida y su amor.
El abuelo decía que sus peleas eran catastróficas. Ella no paraba de gritarle y él se la llevaba a la fuerza a su habitación. Nunca supimos lo que sucedía dentro de aquellas puertas. Según las doncellas ellos no dormían juntos, pero ya sabes, sus habitaciones estaban conectadas, si el conde quería no había nadie que pudiera evitarlo.
Estuvieron en ese plan por casi dos años, cuando la verdadera catástrofe llegó justamente en la reunión familiar por Navidad. El antiguo novio de Lady Rin, por el que ella le reclamaba a Lord Taisho apareció. El conde se volvió loco y se batieron en un duelo de espaldas, por suerte un amigo cercano del conde estuvo allí para evitar una desgracia, el pobre hombre se fue herido. Lo que no se esperaron fue que en medio del revuelo, todo Holy Sword se dedicó a atender las casi inexistentes heridas del conde y cuando este preguntó por su esposa, nadie sabía de ella.
Lady Rin desapareció esa noche.
Nadie supo nunca nada más de ella.
Lord Sesshomaru le busco hasta el cansancio, incluso su antiguo novio hizo su parte por su cuenta.
Días después una bruja advirtió que la había visto, pero que también había visto su estrella apagarse al entrar en la cueva de Shikon. Dijo que la cueva se había llevado el alma en sufrimiento de la mujer. El conde casi mata a la mujer, pero al mismo tiempo movió a sus hombres hasta los alrededores de la cueva, él mismo entró con un grupo a pesar de lo peligroso que era entrar allí en pleno invierno.
Lady Rin nunca fue encontrada.
Lord Sesshomaru murió unos meses después por razones misteriosas.
Inuyasha se convirtió en el nuevo Lord Taisho, pero él y su familia nunca volvieron a Holy Sword.
Las leyendas sobre la cueva perduraron e incluso se ha especulado que Lady Rin no ha sido la única que ha desaparecido dentro de la cueva. Incluso algunos dicen que estaba embarazada de su amante y por eso Lord Taisho la dejó dentro, otros dicen que ella misma huyó"
—Entonces si es una historia trágica — concluyó Rubby.
—Pobre hombre al pretender el cariño de una mujer por la fuerza — agregó Rin.
—No le digas pobre, a mí me parece más el villano. Separó a Lady Rin y a su novio y la obligó a estar con él.
—No sabes si realmente la obligó — replicó aunque no entendía por qué sentía la necesidad de defenderlo.
—Es obvio que era su esposa, tuvo que haberla obligado a tener sexo. Pobrecilla, tener que acostarse con un hombre que no amas.
—Ey, ¿Qué cosas son esas? ¿Qué edad tienes? — la reprendió Rin en juego. La generación de ahora estaba instruida perfectamente sobre cómo se hacían los bebés.
La cueva Shikon, pensó Rin en el camino de regreso. Los hermanos le habían dicho que estaba río abajo. Si la visitaba antes de que nevara podría dar un breve paseo dentro, sin internarse mucho. La verdad es que le causaba algo de temor, la bruja había dicho que la cueva se había llevado el alma de Lady Rin ¿y si todavía estaba allí? Sacudió la cabeza y dejó de pensar en eso.
Ya era suficiente de perder el tiempo, tenían mucho trabajo por hacer en la casa.
