Reflexiones

Capítulo 5: Un dragón plateado en campo verde.

-Tus ojos...

Abrió el cuello flexible hacia el cielo teñido de rojo. El sol en poniente arrancaba destellos dorados y platinos a sus escamas blancas, relucientes como recién pulidas. Estaba molesto. Rugió con furia descargando su rabia en el ensordecedor sonido. Habían interrumpido su letargo. Antes de su sueño un instinto protector era lo único que había albergado mientras se sumía en las aguas tranquilas. Ahora era rabia lo que lo había reemplazado. Sentía el cuerpo dolorido. Extendió las alas para desperezar sus articulaciones y, al batirlas, piedras y tierra fueron arrastradas por el viento que provocó. Un extremo de hueso afilado de sus alas fue a dar contra una de las torres, y parte de la pared cayó precipitadamente al suelo, entre los gritos de miedo y sorpresa que venían de los patéticos humanos que se encontraban arremolinados en el exterior y en los patios del castillo. Tenía ganas de destruir todo lo que lo rodeaba. Con su aliento gélido espantó a unos cuantos de esas ruidosas y molestas personitas. Destruiría aquel castillo que se alzaba presuntuosos.

Nunca nadie debería haber osado importunar el sueño de un dragón.

Entonces su olor le llegó. Y su apetito de sangre se despertó.

...

Una construcción antigua. Todo olía a tiempos pasados perdidos en la memoria. No se habían molestado en apartar el polvo, en adornar su decadencia. Pronto saldrían de allí y recuperarían el poder de antaño. Se impondrían con fuerza. Sólo era un pasaje temporal hacia su gloria. Y era el escondite perfecto. Entre esas paredes ennegrecidas del fuego que recorriera el lugar en algún momento de todos aquellos años, que se habían mantenido en pie a pesar de todo lo que aconteciera allí. Sus cimientos eran fuertes. Allí era donde el Señor Tenebroso se ocultaba mientras organizaba sus planes de regreso y movía los hilos oscuros que habían de llevar a ello. En una vieja mansión hechizada a su conveniencia oculta a ojos indiscretos.

Aquel día sintió activarse el contrahechizo. Sintió el murmullo del encantamiento pronunciado en el bosque amortiguado por el rítmico goteo de la lluvia fina. Los acontecimientos se adelantaban. Demasiado pronto. También escuchó el desagradable canto del fénix.

En esos momentos, dos figuras se encontraban frente a frente. La una, sentada en una especie de trono de madera negra. La otra, enfrente suyo, una rodilla flexionada, envuelta en una capa negra,

La voz de la figura sentada sonó enojada.

-Te precipitaste. Actuaste sin consultarme.

Lucius inclinó la cabeza ante su señor.

-Lo sé. Pero la ocasión me pareció única, como puesta así a propósito por las manos del destino. Encontrármelo así, en el bosque, solo.

-Aún así. Debíamos esperar. Todavía no era el momento.

-Lo admito. Fue un grave error por mi parte, y suplico perdón por actuar precipitadamente. Me dejé llevar por el momento.

-Él habría acudido a tu llamada. Lucius. Cuando hubiera sido el momento propicio, sólo habríamos tenido que llamarlo, y él habría acudido confiado. Ahora, por tu insensatez, están sobreaviso, y él ya no acudirá cuándo lo necesitemos. ¿Qué se te ocurre que podamos hacer para solucionar este grave inconveniente que tu estupidez ha provocado?

La furia de su señor era evidente. El mortífago levanto la mirada, sus ojos se mostraban confiados.

-No se ha echado todo a perder, mi señor. Os lo aseguro. Nuestro plan no está para nada perdido. Mi desliz tan sólo ha precipitado lo inevitable. Si esperamos, todo se hará por sí sólo en el momento adecuado.

Lucius Malfoy sacó de los bolsillos de su túnica el cuchillo usado durante la ceremonia y, arrodillándose, lo puso a los pies de aquel a quien servía fielmente. La esmeralda brilló acariciada por el fulgor anaranjado de las luces mágicas que flotaban cual pequeños fuegos fatuos en la habitación.

-Ese puñal...

-No es un arma corriente. Tendremos que estar preparados... para cuando el dragón despierte.

...

-¿Ya te vas?

-Sí.

Kaeru giró su rostro hacia ella, con un deje de tristeza en sus serios ojos.

-He entrado demasiado dentro. He visto demasiado y soy rechazada. Consciente o inconscientemente.

-Bueno, él nunca ha sido muy dado a acoger a la gente.

-No se trata sólo de eso. No sé muy bien cómo explicároslo. El caso es que ya he hecho lo único que podía hacer aquí. Éste no es mi lugar, aunque lo haya sido por un instante. He de retornar a mi sitio.

Con una sonrisa, apoyó una mano en el hombro de Pansy.

-Ahora os toca a los que estáis cerca de él.

-Mm. Pero...

-Tened paciencia, ha pasado por mucho. Y, cuidado, también hay que estar alerta...

-¿Qué quieres decir? Ahora ya ha pasado todo, ¿verdad?

-No estoy segura... Simplemente echadle un ojo. Hay algo dentro suyo...

Kaeru se quedó un rato en silencio, no sabiendo cómo explicar esa sensación que le había quedado. Recordó la oscuridad, el frío, cómo era expulsada, y cómo a duras penas pudo encontrarlo y arrastrarlo afuera... Fue una determinación repentina en la mente de él, lo que pudo atrapar y usar como vía de salida. Pero no llegó a descifrar la bruma y por lo tanto no sabía de qué se trataba. Tal vez debería de haber ahondado más, buscar algo más profundo, más claro. Pero se agarró a lo primero que surgió, algo fuerte, un deseo. Y no podía quitarse esa inquietud de encima.

-No acabo de estar tranquila. Pero, no os preocupéis demasiado, puede que no sea nada.

...

El día después de despertar finalmente, fue el momento de las preguntas. El director y los profesores estaban deseosos de saber todos los detalles pronto, aunque por otro lado deseaban no atosigar al muchacho y estaban dispuestos a tomarlo con la paciencia y el tiempo necesarios. Pero no fue necesario que se preocuparan por eso. Draco expuso lo ocurrido con una serenidad impresionante. Pansy y Amy estuvieron presentes, ya que también habían sido testigos y al chico no le molestó la presencia de sus dos compañeras. Pansy observó atónita la aparente indiferencia y la distancia con que el chico fue respondiendo a las preguntas de los mayores. Cómo la carta le chocó y se aventuró en el bosque buscando unos momentos a solas, cómo se encontró con su padre, lo que éste le reveló, y cómo ya no recordaba nada más después de que las últimas fuerzas le abandonaran del todo. No fue muy detallado (se excusó con que su mente en aquellos momentos se encontraba bastante confusa, y tampoco nadie quiso forzarlo a recordar detalles desagradables). De todas formas, ¿cómo podía explicarlo todo con esa frialdad y esa indiferencia? ¿Con esa distancia? A Pansy las palabras le sonaban huecas, la visión se le antojaba irreal. Y no era la única extrañada. Amy intercambió algunas miradas con ella. Por una parte era un alivio que él no se mostrara demasiado afectado, pero por la otra era algo preocupante. No creía que a nadie en la habitación se le pasara por alto. No obstante, nadie quiso indagar demasiado en ello y la jornada pasó con asombrosa facilidad.

Los adultos se sorprendieron ante lo que les fue revelado. ¡Así que hacía años Voldemort había descubierto una forma de quebrantar la fuerte protección del castillo! Y Lucius había aceptado utilizar a su propio hijo para llevar aquello a cabo. Poco fue dicho después de escucharlo todo, y a Draco se le prohibió absolutamente salir del castillo bajo ninguna circunstancia mientras el asunto no se solucionara de alguna manera. Incluso esta vez habría vigilancia en las entradas y salidas de Hogwarts.

Y los días fueron pasando. Finalizó septiembre, empezó octubre.

Él distante, inexcrutable, lejano. Desaparecía con frecuencia entre los laberínticos pasillos del castillo y lo veían en clase y poco más. El resto de alumnos parecían haber desaparecido para él, hablaba lo estrictamente necesario y enseguida se encerraba en sus propios pensamientos.

-Me pregunto qué estará tramando.

Las dos Slytherin se sentaron en un banco de los jardines, escuchando el rumor de la fuente cercana.

-Mm... Sabes, Pansy... Desde el día que lo contó todo... Hay algo que no se me quita de la cabeza, como si faltara algo importante...

-Sí, yo también tengo una sensación. Cómo si hubiera ocultado algo. Algún detalle que no consigo recordar.

-Sí. Algo... Algo que no encaja. No porque esté mal. Simplemente, falta.

Un brillo. Un reflejo verde. Una forma dormida.

-Pero si es algo que él no dejó claro en su relato, puede que realmente no sea importante...

-No sé... Algo me impulsa a querer recordarlo... Pero no caigo en la cuenta de qué es lo que habría que recordar...

-Y quizás a él no le interesa que lo sepamos.

...

El dolor había empezado repentinamente. Cuando ya le habían quitado las vendas, cuando la herida ya se le había curado con asombrosa rapidez y sólo le quedaba la cicatriz rosada de forma extraña en su torso. Entonces fue cuando sintió el dolor, como si de nuevo el filo del puñal se deslizara sobre él. El dolor iba y venía, surgía sin previo aviso el fuerte pinchazo y tal como había venido se iba. Y entonces se percató, sin rastro de sangre, de cómo la fina línea carmesí se iba deslizando muy poco a poco, de forma casi imperceptible, repasando cada trazo. Y no se quedó en la cicatriz. Más poco a poco aún se percató de cómo la línea sobrepasaba la marca dejada y el dolor intermitente era más profundo.

El dragón plateado sobre campo verde.

Lo sabía. Reconoció la forma en cuanto lo vio. Era una reliquia. No era un objeto común.

Se sentía el calor entre los párpados rozando suavemente con el dedo, a través del precioso metal.

Se sintió mareado y se apoyó en la pared.

Pronto el pequeño cuerpo se estremecería entre sus manos, alimentado por el calor de un corazón despertando. Un agradable cosquilleo.

Necesitaba saber. Necesitaba saberlo ya. Algo había empezado, y no quería esperarse a ver el final.

Y el fuego brillaría de nuevo en sus ojos asomándose bajo los párpados.

Por eso en la biblioteca, tratando de evitar miradas indiscretas, se dedicó a buscar, a encontrar, a resolver, a tratar de comprender. Porque él sabía dónde estaban las claves.

Primero una rendija, una fina línea. Al final la luna llena, la luna roja de sus ojos. Y cuando el rubí se revelara, el dragón desplegaría sus alas.

En efecto. Allí estaban. La daga. El cántico. Leyendas antiguas sobre el más majestuoso de los seres mágicos. Un símbolo. Un hechizo de protección a romper. Y la mezcla de todo ello no producía una respuesta agradable. Para nada.

'Después de todo, la llave resulta estar bien viva'. Una sonrisa amarga.

Tras hallar la respuesta, Draco cerró los libros con un suspiro. Esta vez no se molestó en dejarlos en su sitio.

Después de tantos años, despertar nunca es agradable.

El rubio se alejó pensativamente de la biblioteca. Se rascó distraídamente un ligero picor en la parte superior de la espalda. Los trazos del dibujo se iban perfilando lentamente.

Libre. Libre de esa prisión. Deseando destruir las piedras que lo encarcelaron. Quemarlas con su aliento gélido.

Unos preciosos y inteligentes ojos miel observaron marcharse al muchacho desde una esquina de la amplia sala, dejando éste en su descuido unos cuantos libros a la vista que ofrecían mucho más interés que aquel que sujetaban las firmes manos de Hermione.

N/A:

Aquí está finalmente el capítulo 5. ¡Perdón por el retraso! No tengo excusa. Simplemente en verano no hubo forma de escribir, la cabeza se me oxidó... Pero con la llegada de septiembre los engranajes de mi cabecita vuelven a ponerse en marcha, recién aceitados y con nuevas pilas..

Releyendo los anteriores capítulos me he dado cuenta de mis meteduras de pata. En concreto con la fiebre que primero era blanca y luego en mi despiste se volvió gris, como lo era en el cuento que me la inspiró. En fin, lo hecho hecho está. He arreglado algunas, pero puede que por otro lado se me hayan colado...

Se acerca el final a pasos agigantados. Si no es en el siguiente, poco le queda...