Reflexiones: Capítulo 6

Sueños de destrucción.

-Malfoy.

Lo sabía. Ese momento tenía que llegar, tarde o temprano.

Se giró lentamente, tomándose su tiempo, su mano apoyada lánguidamente en la barandilla de la escalera. Miró al chico de ojos verdes tras la gafas y la inconfundible y desagradable cicatriz en la frente, al que ahora tenía cara a cara, aunque unos peldaños más abajo. Ahí estaba aquel al que más odiaba. No, al instante hubo de cambiar ese pensamiento. El segundo al que más odiaba.

-¿Qué quieres, Potter? -Inquirió fríamente.

No quería hablar con él, pero no le quedaba más remedio tras la idea que se le había ocurrido apenas un par de días después de que encontrara lo que buscaba entre los libros de la biblioteca. No era algo que le gustara, lo que había pensado. No la base del plan en sí, sino el hecho de tener que involucrar en ese asunto a Potter. Pero esa era la solución más viable para llevar a cabo su venganza. En fin. Al menos había sido el otro el que había ido a buscarlo a él, y así le había ahorrado la gran molestia que le habría supuesto el hecho contrario.

Harry sostenía algo en una de sus manos, aunque Draco aún no se había percatado en esos momentos, y se preguntaba qué querría decirle aquél. Ojalá no fueran preguntas. Harry Potter era al último a quien querría ver queriendo inmiscuirse en sus asuntos. Le guardaba demasiado rencor.

El moreno alzó lentamente la mano.

-Ya llevo tiempo queriendo devolverte esto. Creo que es tuyo.

-¿Eh? (¿Qué puedes tener tú que devolverme a mí?)

Draco miró a Harry extrañado mientras éste abría la mano. La extrañeza se volvió pasmo. El la palma de la mano ahora extendida brillaba un colgante. La cadena era muy fina, como un precioso hilo de plata, y el colgante un rectángulo de formas redondeadas ligeramente abultado, adornado con trazos delicados y elegantes en sus bordes y su cuerpo.

/-Espera.

Al día siguiente él partiría para Hogwarts y ella sería llevada al hospital. Esa era la última noche que compartirían el mismo techo. Narcisa se quitó con cuidado el colgante que tan a menudo, por no decir siempre, Draco le había visto colgado del blanco cuello. Lo depositó suavemente en las manos de él.

-Quiero que guardes esto. Llévalo contigo, ya que yo no podré estar a tu lado...

-Madre, yo... -No supo que responder.

-Tómalo. No es más que un simple colgante, pero será como mi presencia, la única forma en que podré sentirme a tu lado.

-Está bien... Pero te lo devolveré en cuanto volvamos a vernos en casa.

Ella esbozó una triste sonrisa./

/Con el cuerpo dolorido sintió cómo su padre rasgaba con el puñal su camisa y la delgada camiseta negra de debajo. A través de la mente enturbiada por la fiebre y por toda la confusión reinante en su interior, era consciente de todo lo que ocurría y se decía, como viéndolo a través de una pantalla extrañamente nítida de una vieja película desgastada.

-Vaya...

Lucius abrió los ojos con sorpresa, para a continuación entrecerrarlos en desconfianza. Había visto el colgante que había sido de Narcisa. Lo tomó con una mano y lo acarició con inquietante cuidado.

-Esto era de tu madre... ¿Un regalo de despedida?

Lo sacó con cuidado y, una vez habiéndoselo quitado, lo lanzó lejos.

-No quiero tener sorpresas desagradables. Lily Evans dio un mal ejemplo que peligrosamente podrían tratar de seguir todas las madres...

Poco después, brilló el filo de la hoja, resplandeciente y doloroso./

Harry captó el tumulto de sentimientos y pensamientos que pasaron fugazmente por la mirada del rubio, antes de que éste le arrancara rápidamente el colgante de la mano. Draco lo miró muy molesto y confuso.

-¡¿Por qué lo tienes t...?

Calló rápidamente, cuando le llegó la comprensión. Su primer reflejo fue marcharse, olvidando al instante aquello importante que debía decirle al de gafas. Pero cuando se disponía a marcharse, volvió aquel dolor.

Harry vio sobresaltado cómo de repente la expresión del Slytherin se contraía de dolor y cómo éste caía sobre una rodilla mientras estrujaba en un puño la camisa a la altura del pecho, como si un gran sufrimiento le viniera de allí.

-¿Qué te ocurre?

Cuando pasaron los espasmos de dolor y la respiración se le fue recuperando, fue capaz Draco de articular alguna palabra.

-Potter, tenemos que hablar.

El otro chico le tendió la mano y él lentamente la tomó y se levantó aceptando su ayuda. No le quedaba más remedio que tragarse su orgullo y dominar la rabia que le producía la presencia de El-chico-que-vivió.

-El tiempo se agota. Y antes de eso quiero encontrar a mi padre y acabar con él. Y estoy seguro de que tú estás deseando acabar de una vez por todas con Lord Voldemort por todo lo que él provocó y sigue provocando en tu vida.

Estaba seguro de que el Griffindor, más allá de nobles propósitos, deseaba vengar la muerte de sus padres y todo lo que Voldemort había causado. Tal y como él deseaba acabar con Lucius Malfoy con sus propias manos.

Harry lo miró en silencio, primero sorprendido y luego con seriedad. No se tomó mucho tiempo.

-Dime lo que tengas que decirme.

...

Allí la encontraría. Siempre era fácil localizarla allí, entre los libros de la biblioteca, leyendo, estudiando, o preparando algún trabajo de clase. Y aunque a Ron le costara entenderlo, sabía que ella disfrutaba en ese lugar, entre los enormes volúmenes repletos de texto y de más texto. Pero esta vez era algo distinto. No estaba sólo por su gusto intelectual (bueno, no del todo) o por algo relacionado con las clases. Estaba tratando de resolver algo que los incluía a todos ellos.

Hermione le había contado lo que trataba de averiguar. No le hacía mucha gracia que el asunto tuviera que ver con Draco Malfoy, pero la verdad es que a él también le intrigaba todo ese asunto, y más desde que de alguna forma eso les había llegado a afectar a ellos también. No sólo por el accidente del bosque. Desde hacía unos días, algo había cambiado en Harry. Era cierto que en todos aquellos años lo que había vivido había vuelto su carácter algo más reservado y huraño, sobretodo después de lo ocurrido en los dos años anteriores, pero afortunadamente había sabido conservar la confianza en sus amigos, y ese coraje suyo que era capaz de transmitir a todos, y un candor que animaba a los demás a acercarse a él (más allá de la celebridad de su nombre y historia personal).

Pero, esos últimos días se había vuelto aún más reservado, a la que se despistaban desaparecía con facilidad y apenas lo veían, y su mirada tenía un deje decidido y meditativo. Sin duda estaba planeando algo. Y lo peor: sin contar con ellos, pues no soltaba prenda y insistía en que no ocurría nada de nada. Poco antes de que Harry empezara a actuar de forma sospechosa, Hermione había observado intrigada las idas y venidas de Draco a la biblioteca. Vio cómo consultaba diferentes libros, sin duda tratando de resolver algo, se dijo la muchacha, mientras discretamente lo veía tomar rápidos apuntes en una pequeña libreta, con ceño fruncido, antes de recoger cuidadosamente cada libro y colocarlo de nuevo en su sitio al retirarse de la sala antes de la hora de cierre. Hasta el momento en que tras una mueca de desagradable comprensión final de su puzle particular, cerró el último libro y se marchó sin preocuparse ya de guardar todos aquellos libros consultados.

Poco se imaginaba él que unos ojos llenos de curiosidad estaban esperando ese momento con la misma ansia que un explorador ante un nuevo territorio desconocido. No se le escapó cómo un par de días después fue cuando Harry empezó a actuar de modo un tanto extraño. Tal vez hubiera alguna relación... o tal vez no, pues era algo descabellado pensar que entre Harry y Malfoy pudiera estar cuajándose algo... Fuera como fuese, Hermione creía que la remota posibilidad bien se merecía la oportunidad de resolver el enigma de los Malfoy y quizás matar dos pájaros de un tiro. Ron se dejó convencer de la importancia de investigar ante la insistencia de la muchacha. Después de todo, ¿quién era capaz de negarle nada, con ese genio que se gastaba?

Y allí estaba pues ella ahora, inmersa en su pasatiempo favorito, enterrada entre los viejos y pesados volúmenes. Ron se acercó poco a poco, permitiéndose el gusto de observarla sin que ella se percatara de su presencia, inmersa en su mundo. Le gustaba mirar la graciosa caída de su revuelta melena castaña. Le gustaba cómo se le formaban pequeños rizos y cómo cuando le daba la luz le brillaban algunos reflejos rubios. Era como un cabello con personalidad bien formada, con vida propia, igual que el suyo, si se paraba a pensarlo. Le gustaba pensar que se parecían en algo, porque por lo demás eran tan diferentes... Sólo hacia falta verla ahí, pasando páginas y más páginas, con el ceño ligeramente fruncido, tal concentración en sus ojos miel y la boca apretada. Pero aunque eso le recordara lo distintos que eran el uno del otro, y sin saber muy bien por qué ese pensamiento lo desanimaba un poco, lo cierto era que en cierto modo disfrutaba viéndola así, era como si ella hubiera nacido para eso. Sólo entre libros, sólo en la magia de descubrir y de aprender le brillaban los ojos de esa manera. ¿Cómo sería si lograra que ese brillo fuera también para él?

Sacudió la cabeza ante tal pensamiento.

Con cuidado, le apoyó una mano en el hombro. Ella no se sobresaltó, era como si su presencia y su tacto repentino fueran lo más natural del mundo. Se relajó un poco y alejó la mirada de las páginas que tenía delante.

-¿Cómo va la cosa? ¿Has averiguado algo? -Le preguntó el pelirrojo.

Ella lo miró, un leve rubor coloreaba sus mejillas, emocionada y angustiada ante lo que creía que había encontrado.

-Esto es... Todos estos libros... Es increíble, Ron, creo que...

-Cálmate, Mione. ¿Qué has descubierto?

-Bueno, no estoy segura, pero... Si atamos cabos, lo que viene en estos libros... Precisamente en estos... Bueno, lo que los puede relacionar... Teniendo en cuenta lo de aquella vez... Lo claro es que hubo una ceremonia con un cántico, y lo que estaban haciendo con aquel cuchillo, puede que un símbolo, un dibujo... Como convocando algo, pero está el libro de hechizos de protección... Como el que se rumorea que protege la escuela... Con éste de leyendas antiguas... Entonces, si fuera eso, y si fuera realmente... Es impresionante... Pero, entonces, ese símbolo, ese cántico, puede que no sea una invocación exactamente, sería como romper un sello, una liberación... Pero eso sería tan... Tan... ¡Pero es que así todo encaja, Ron!

-¡Chist! -La bibliotecaria los miró molesta por alterar la tranquilidad de la sala.

La exaltada muchacha bajó el volumen todo lo que pudo.

-Todo lo que hay en esos libros, todo lo que vimos, lo que sabemos... Sí, creo que podría tener esa explicación. No, sin duda tiene que ser eso, todo encaja. Pero es tan... Escalofriante, pensar que para eso, desde nada más nacer... Quizá incluso lo tenían planeado desde antes, no puede ser de otra forma... -Hermione bajó la mirada pesarosa. -No lo puedo creer... Es abominable... Aunque, de todas formas, la ceremonia no se llegó a completar, así que no habría que preocuparse más... Sin embargo, este libro de armas mágicas de la antigüedad... Me falta una pieza, y es algo clave, Ron... -En estas Hermione lo miró como si él fuera a revelarle la clave que faltaba.

Él la observó un rato en silencio...

-Esto, Hermione... Entonces, ¿qué es lo que has descubierto?

Sin hacer mucho caso de la pregunta y la confusión del chico, de repente el rostro de la muchacha se iluminó, y se levantó sobresaltada.

-¡Claro! ¡Seguro que ellas lo pudieron ver! ¡Estaban más cerca!

-¡Por favor! -Exclamó la bibliotecaria. -¡Si piensan seguir armando tanto escándalo hagan el favor de salir de la biblioteca!

Hermione rápidamente cogió la mano del pelirrojo y salió corriendo al pasillo arrastrándole tras ella. Entonces lo tomó exaltada de los hombros.

-¡Tenemos que encontrar a Parkinson y a la otra, Ron, seguro que ellas lo pudieron ver!

-¿Eh? ¿El qué? -Preguntó él mientras era arrastrado nuevamente.

-¡La daga! ¡La daga que utilizaron!

...

La clase de Historia de aquella tarde había sido horriblemente aburrida, y la redacción que tenían que hacer para el día siguiente resultaba más soporífera todavía. Apoyada la espalda en el sofa, enfrente del fuego que calentaba la Sala Común de Slytherin lanzando destellos anaranjados aquí y allá, Pansy intentaba concentrarse en la escritura. Pero no había manera, no se sentía motivada para nada. A unos pocos metros, recostada en la alfombra verdiplata, Amy se entretenía dibujando absorta con aire soñador. Ah, bendito primer año, pensó la más mayor, aunque en su momento no lo supiera apreciar, ahora que podía compararlo con su sexto año, se daba cuenta de la gran diferencia de cantidad de deberes y tareas que había entre los dos cursos. Se entretuvo observando el aire soñador y distraído de la otra, hasta que una voz la llamó. Girándose, se encontró con el rostro de Blaise.

-¿Qué pasa?

El chico se veía bastante molesto.

-Granger y Weasel están en la puerta de la sala. La sangre sucia dice que tiene que hablar contigo y con Amy.

La más joven levantó la cabeza hacia ellos al oír su nombre.

-¿Y no les has mandado a freír espárragos? -Inquirió Pansy, bajando la mirada de nuevo al intento de redacción.

-Lo he intentado, y también el pasar de ellos, pero es muy insistente, no para de decir que es muy importante y que no se largará hasta que vayáis a hablar con ella. Para que unos Griffindor como ellos vengan hasta nuestra sala común sabiendo a lo que se exponen, realmente debe de ser algo serio.

La chica dejó con pesadez el pergamino y el estuche en un hueco desocupado del sofá.

-Está bien. Iré a ver qué narices quieren esos dos.

-Yo también voy. -Amy se alzó al momento, dejando sus cosas junto a las de la otra chica.

En la entrada vieron efectivamente a Hermione Granger y a Ron Weasley rodeados por un corrillo de estudiantes de Slytherin. En ambiente no se apreciaba demasiado afectuoso. La intrusión de los leones en territorio de serpientes no era bien recibida. Al menos se habían contenido tanto los del corro como el pelirrojo y no se había iniciado ninguna pelea en el pasillo.

-Esta bien, ya me encargo yo de estos. -Se oyó la fuerte voz de Pansy.

Los otros estudiantes de corbata verde y plateada se voltearon para verla y se marcharon para la Sala Común, dejando el asunto en sus manos. Granger se vio aliviada, y el Weasley relajó su puño abandonando un poco su gesto enfurruñado. Parkinson se paró enfrente suyo con mirada hostil.

-¿Se puede saber qué venís a hacer acá? ¿Qué es eso tan importante que tenéis que decirnos?

-Necesito averiguar una cosa. -Empezó Hermione.

-¿Y qué te hace pensar que nosotros vayamos a ocuparnos de resolverlo?

-Porque os incumbe a vosotros tanto como a nosotros.

-Lo dudo mucho, pero a ver, escúpelo. -Le disgustaba esa actitud de sabelotodo prepotente de la Griffindor.

Por su parte, Hermione decidió pasar por alto los malos modos de Parkinson para con ella, e ir al grano.

-Aquel día... ¿Cómo era la daga que usó Lucius Malfoy con... Draco?

Una lucecita se encendió en la cabeza de Pansy, reflejándose en sus ojos. Giró rápida la cabeza hacia Amy, que la miraba con la misma sorpresa y comprensión repentina. ¡Eso era! ¡Ese era el detalle que Draco no había explicado en su relato, aquello que se les escapaba! Pero... ¿Por qué podía ser tan importante?

Olvidándose de rencillas, la de pelo negro se volvió de nuevo lentamente hacia Hermione, reviviendo la curiosa forma de la daga en su recuerdo como si la tuviera en ese mismo momento resplandeciendo enfrente suyo.

-Era pequeña, parecía de plata... En el puñal había esculpida la forma de un pequeño dragón durmiente.

-Con su cuerpo envolvía una gran esmeralda. -Añadió Amy.

Los ojos de Hermione se agrandaron, temerosos.

-Eso es...

Tres pares de ojos la miraron, esperando una explicación.

...

Y allí se encontraban. No a gusto de ninguno de los dos, por supuesto. A Draco le desagradaba profundamente la idea de tener que contar con Harry para llevar a cabo sus planes, pese a que sabía que era la forma más fácil y rápida de hacer las cosas. Sí, necesitaba su ayuda, él otro tenía algo que él necesitaba para salir de allí. El tiempo se acababa, había tenido que tragarse su orgullo y lanzarse a ello. Evidentemente, Harry tampoco estaba muy a gusto junto al Slytherin, pero sabía que ya había llegado el momento de saldar cuentas de una vez por todas con Voldemort, de liberarse de una vez de esa carga, y estaba dispuesto a todo. La circunstancia que le había expuesto Draco había sido el empuje definitivo para ponerse en marcha.

Tras barajar las diferentes posibilidades, se decidieron por una de las puertas secundarias, en concreto la que valía como entrada y salida de los elfos domésticos, que gustaban se salir en algún momento de su ajetreada jornada a tomar un poco el aire. Era dudosos que, a parte de la atención de los elfos, hubieran puesto algún otro tipo de vigilancia. Podían estar atentos por si acaso, pero el anonimato que les otorgaba la capa de invisibilidad les bastaría sin tener que recurrir a ningún otro recurso más rebuscado para esquivar el control impuesto a las salidas de Hogwarts, especialmente en lo concerniente a una posible escapada de Draco.

Por supuesta, el descubrimiento de tal salida se debía al chico moreno, extrañamente familiarizado con los elfos y las cocinas. Así pues, en otra cosa le había sido útil a Draco, a parte de para beneficiarse de la gran utilidad de la capa de invisibilidad (era más que un rumor el hecho de que Harry Potter poseía esa capa, sobretodo a Draco se lo recordaba cierto desagradable accidente ocurrido en una salida a Hogsmeade unos pocos años atrás.).

Sí, le había sido provechoso contar con él para eso, pero ese sentimiento de disgusto de tener que ser precisamente con él no se le iba de ninguna manera.

Su rencor por Potter era profundo. Era esa espina de pescado que se quedaba atrapada entre las muelas. Potter, siempre él. Desde su primer encuentro, Potter, con su estúpida cicatriz y su leyenda detrás, no había hecho más que llamar la atención y humillarlo a él, a Draco Malfoy, una y otra vez, habiendo tenido que soportar las críticas y el desprecio de su padre por no poder imponerse al Gryffindor. Se había esforzado por obtener ese reconocimiento que nunca llegó, por demostrar cuánto valía, por poder poner bien alto el nombre de su familia, que se viera de dónde venía y que sus padres estuviesen orgullosos de él. Con cumplir esas altas expectativas... Y Potter no había hecho más que derrumbar esos intentos una y otra vez, ya fuera con el Quidditch o en cualquier otra cosa. Y no sólo eso, sino que se había atrevido a humillarlo. Patético era el adjetivo que había usado Lucius. Que ese criajo te rebaje de esa manera... ¿Y tú eres el heredero de mi nombre? No me hagas reír.

Y así, el odio no había hecho más que crecer, Un odio que empezó a nacer en el momento en que Harry Potter se atrevió a rechazar su mano en primer curso. Se atrevió a rechazarle a él, a Draco Malfoy, con desprecio en la mirada. Se arrepentiría.

Y ahora había tenido que recurrir a él. Qué bajo había caído. Aunque ya todo estaba empezando a dejar de tener sentido para Draco, ese sentimiento persistía. Pero algo lo solapaba, algo mucho más fuerte que cegaba todo lo demás.

...

En cuanto la soltaron se elevó en el aire, libre por fin de las manos que la habían mantenido bien sujeta hasta ese momento. Planeando entre las corrientes de aire, esperó aguzando sus sentidos, hasta que fue capaz de sentir la localización de aquel al que buscaba, para lo que apenas tardó unos poco segundos.

...

Perfecto. Ya estaban fuera, habían escapado del castillo sin que nadie se percatara de ello. Ya se dirigían hacia el bosque cuando un revuelo en el cielo les hizo levantar la mirada. La lechuza emitió un par de leves chillidos. Él estaba ahí, lo sabía, aunque sus ojos no fueran capaces de verlo.

Hedwing descendió directa hacia su amo, aterrizando en su cabeza.

-¡¿Cómo?

Harry tomó sobresaltado el papel que le ofreció la lechuza, liberando un brazo de la protección invisible de la capa. No era más que un trozo de papel que rezaba: Harry.

-¿Qué significa esto, Potter?

No tuvieron mucho tiempo para indagar sobre el asunto, pues al instante alguien se lanzó sobre ellos sin darles tiempo a nada.

-¡Aquí están!

-¡Vamos, rápido!

La capa cayó, y Draco sintió cómo era sujetado fuertemente de los brazos mientras se resistía inútilmente.

-¡¿Pansy? ¡¿Amy? ¡¿Qué demonios se supone que estáis haciendo? ¡Soltadme ahora mismo, y tú el primero, asquerosa comadreja!

-¡Ni hablar, Draco, no te dejaremos marchar! -Exclamó Pansy, sujetándolo con fuerza.

-¡Haré lo que me dé la gana!

-¡Draco malfoy! -Hermione se colocó delante suyo. -Primero nos tienes que aclarar algunas cosas. Y tú, Harry, ¿cómo se te ocurre ayudarlo a salir del castillo?

Harry, sin que nadie lo sujetara, los miró con seria sorpresa.

-¿Cómo...?

-¡Vamos, Harry! -Exclamó Ron. -Incluso yo me di cuenta de que pasaba algo, y tu actitud de esta mañana hizo evidente que fuera lo que fuera lo que se estaba cociendo, tendría lugar hoy. Parkinson y Amy tampoco se han quedado atrás en lo que respecta a Malfoy. No era muy difícil relacionarlo. He de decir que me has decepcionado, mira que aliarte con esta serpiente...

-¿Te piensas que a mí me agrada tener que contar con Potter, comadreja?

-Bien orgulloso que tendrías que estar de que Harry haya aceptado ayudarte, no sé qué le habrás dicho para que lo haga, pero...

-Vamos, hay que llevarlo adentro. Y tú, Harry, también tienes que hablar con nosotros, vamos. -Insistió la chica Griffindor.

-¿Cómo no se te ocurrió hechizarte para que tu estúpida lechuza no pudiera encontrarte? -Le espetó Draco .

-¿Acaso se te ocurrió a ti mismo hacerte el hechizo? Lo mismo te podrían haber localizado a ti...

Fueron hacia la entrada principal, llevando al rubio a la fuerza y soportando su furia.

-¡Soltadme! ¿Por qué os tenéis que meter donde nadie os ha llamado? Tengo que irme, no queda tiempo...

-Escucha, Draco. -Se habían detenido ante la puerta. Amy fue la que habló. -Sabemos lo del conjuro.

-¿Eh?

Pansy continuó donde se había quedado la otra.

-Granger lo descubrió. Lo que pretendía tu padre cuando aquella especie de... ceremonia. ¿Era una especie de invocación?

Hermione continuó.

-Aparentemente había quedado bloqueada, pero... ¿no es así, verdad?

-El puñal que no mencionaste, pese a que por su forma se veía que era especial, que no era un puñal normal y corriente... Que era lo que yo y Amy no lográbamos recordar...

-Cuando lo recordaron, lo supe. Una esmeralda en su pomo, una esmeralda redonda, del tamaño de un puño, en un puñal enteramente de plata...

Draco desvió su mirada.

-Su magia... -Continuó la Griffindor. -Vuelve a activarse al cabo de un tiempo, y continúa lo que empezó... La marca... ¿Ha continuado extendiéndose?

-¡Esto no es asunto vuestro!

-¿Qué pretendías hacer, adónde ibas? -Le interrogó Pansy.

-¡Eso es sólo cosa mía! ¡A vosotros no os importa! -Gritó él, furioso por toda su intromisión.

-Aún queda bastante tiempo, Draco. -Lo miró Amy, suplicante. -Los profesores deben saberlo, seguro que el director Dumbledore conoce algún modo de impedir que la señal siga avanzando. No sabemos muy bien lo que puede ocurrir, pero no es nada bueno...

-¡¿Es que piensas ser una marioneta de tu padre, Draco? -Le increpó Pansy.

Él la miró con odio.

-Además, si ese poder despierta, de algún modo la escuela quedará indefensa... -Intentó Hermione, yendo por otro camino.

-¡Precisamente! Por eso lo mejor que podéis hacer es dejarme ir. Me alejaré de Hogwarts, lo único que me importa ahora es matar a ese hombre, y entonces...

Las chicas y Ron lo miraron sobresaltados.

-¡¿Qué pasa? -Exclamó él. -¿Por qué ponéis esas caras? Él lo entendió, perfectamente, ¿verdad, Pot..?

Pero Potter no estaba. Tanto él como su capa habían desaparecido.

-¿Cómo? -Exclamó Hermione, mirando hacia donde se suponía debía de estar Harry.

-¿Dónde está harry? -Se sorprendió Ron.

Él y Hermione se miraron atónitos. Precisamente Harry, no pensaron que fuera a escabullirse de ese modo. Después de todo, sólo estaba ayudando a Draco, no sabían aún por qué, a salir de castillo, ¿no?

El rubio se había quedado sin palabras.

'Maldita sea...'

Potter se había largado por su cuenta dejándolo ahí, y él se había quedado sin poder llevar a cabo su plan...

Si esos estúpidos no se hubieran entrometido en sus asuntos... Esos metomentodos Gryffindor, esa criaja de Amy, incluso Pansy...

-Maldita sea...

Recordó el rostro de su padre, riéndose de su patética existencia. Utilizándolo a él, a su madre... Solo el deseo de acabar con él le había hecho continuar, continuar esa ridícula vida que no tenía ningún sentido. No era más que un objeto, no había sido más que una marioneta con fecha de caducidad, para un destino que le había sido impuesto sin contar con él para nada...

Y entonces, ocurría eso... Ni siquiera podía llegar a cumplir su último propósito... Apretó con rabia sus puños. La ira y la frustración se agolparon en él. Sintió su cuerpo arder.

-¡Uaahh! -Un espasmo terrible de dolor le atravesó todo el cuerpo. Cayó de rodillas.

-¡¿Draco...?

Todos lo miraron angustiados y preocupados. No podía ser. Era demasiado pronto.

-Amy, rápido, avisa a Dumbledore y a Snape!

-¡Sí! -Amy obedeció rauda a su compañera. El tío Severus, o el director, sin duda podrían hacer algo.

Mientras, Draco respiraba con dificultad, las manos en el pecho. La marca le dolía más fuerte que nunca. Tenía calor, mucho calor. Se sacó la capa y el jersey. La camisa volvía a mancharse de carmín. La marca había empezado a extenderse rápidamente, alimentada por la ira y por la rabia del muchacho. Oculta por el tejido, su forma se completaba.

-Ugh. -La parte alta de la espalda le dolía terriblemente. Con un gemido de dolor, cruzando los brazos sobre el pecho, alcanzó los hombros con la palma de las manos, doblado sobre si mismo, de rodillas, intentando luchar contra el dolor y ese horrible fuego que sentía quemarle por dentro. Hasta el dolor quedó apagado por ese calor. Le quemaba el pecho, le quemaba la espalda, los omoplatos le empezaron a sangrar.

Pansy lo abrazaba con fuerza por detrás, intentando poder mitigar en algo su dolor, sintiéndose frustrada en su incapacidad de ayudarlo. Hermione y Ron lo miraban sobrecogidos, incapaces de hacer nada, igualmente desconociendo qué podían hacer en una situación así. ¿Qué le estaba pasando al rubio? Algunos alumnos que pasaban por allí se había quedado parados. ¿Qué estaba ocurriendo? Una emoción de sobrecogimiento los embargaba. Algo terrible iba a ocurrir y todos los sentidos los avisaban de ello.

Entonces, Draco alzó la cabeza, y Pansy pudo verle parte del rostro. Esos ojos...

-Draco... Tus ojos...

...

En ese mismo momento, en algún lugar del Bosque Prohibido, un pequeño dragón plateado del que emanaba calor, palpitando en la mano que lo sujetaba, abrió los ojos. Ojos rojos como rubies ardiendo en su interior.

-Es la señal. Está despertando.

Cuando el dragón de metal precioso que reposaba sobre la esmeralda extendiera sus alas, cuando los trazos de su imagen fueran completados, cuando el fuego se tornara hielo, habría despertado del todo.

Había dormido durante mucho, mucho tiempo. Pero por fin el hechizo que lo había atrapado y mantenido en ese estado estaba siendo roto. En un mal despiste había sido sometido por los humanos y usado para sus propósitos. Pero ahora que había despertado se ocuparía adecuadamente de todos ellos. Su forma, todo su ser, se iba consolidando, recuperando el poder y la fuerza se antaño. Volvería a ser una presencia sólida, a punto de romper su prisión de piedra.

...

El castillo de Hogwarts fue sacudido y tembló con furia. Pequeños fragmentos de piedra de las altas torres empezaron a desprenderse. La sorpresa y el miedo recorrieron a los estudiantes, preguntándose qué estaba ocurriendo. ¿Era un simple corrimiento de tierra? ¿Era un ataque?

-¡Rápido, todos fuera, el castillo no es seguro!

Dumbledore bajaba las escaleras rápidamente, acompañado por Snape y Amy. McGonagall y otros profesores, ayudados por los prefectos de las diferentes casas, procuraban contener el peligro de las piedras que caían eventualmente de la parte alta de las torres y calmar a los estudiantes más jóvenes y asustados. Todos se apresuraron a cumplir las instrucciones y salir lo más rápido posible al exterior, cuando antes siempre había sido lo más seguro y fiable mantenerse dentro bajo la protección de aquellas piedras.

El director y sus acompañantes se encontraron a media entrada con una paralizada Pansy que miraba aturdida a un Draco ensangrentado y aparentemente sin sentido apoyado en ella. Hermione Granger y Ron Weasley también se encontraban allí, claramente aliviados ante su llegada.

-¿Cómo...? -Dumbledore observó al chico inconsciente percatándose de lo que estaba ocurriendo. Amy sólo le había llegado a decir que algo estaba sucediendo, cuando el edificio había empezado a tambalearse peligrosamente. -¿Qué ha pasado aquí? Esto no debía haber ocurrido, ¡el encantamiento no llegó a completarse!

-Hay algo que Malfoy no les había contado, el puñal... -Empezó a explicar Hermione, pero fue interrumpida por un sobrecogedor rugido que parecía venir de lo más profundo de las mazmorras.

-Rápido, hay que salir de aquí. -Severus Snape se adelantó y cogió el cuerpo del chico, saliendo al exterior y alejándose de la puerta.

El grupo, entre otros estudiantes, fue saliendo al exterior, aunque alguien se estaba quedando atrás.

Pansy aún seguía de rodillas, como aturdida, con las manos y parte de la ropa manchadas con el oscuro y viscoso líquido rojo de la vida. No parecía prestar atención a su alrededor tan revuelto. Alguien acudió rápidamente a su lado, preocupado. Amy miró a su amiga y la llamó por su nombre. Pansy reaccionó y le dirigió una mirada angustiada. Tenía la cara muy pálida, era angustioso verla a ella de esa forma.

-¿Estás bien?

-Amy... -Su voz se oía muy floja. -Sus ojos...

Otra fuerte sacudida pareció hacer temblar los cimientos de la imponente estructura.

-¡Rápido! ¡Hay que salir de aquí!

Estirándole el brazo con fuerza, la impulsó a levantarse, y entonces corrieron y salieron junto a los demás.

Fue entonces cuando una de las torres pareció estallar, y entre el polvo se empezó a vislumbrar una enorme forma, que se fue definiendo a medida que las partículas de tierra se dispersaban. Justo en la torre al lado de la que acababan de ver hacerse añicos su parte superior, encaramado a ella, unos ojos rojos parpadeaban al sol, los ojos de un dragón plateado.

Alzó el cuello flexible hacia el cielo teñido de rojo. El sol en poniente arrancaba destellos dorados y platinos a sus escamas blancas, relucientes como recién pulidas. Estaba molesto. Rugió con furia descargando su rabia en el ensordecedor sonido. Habían interrumpido su letargo. Antes de su sueño un instinto protector era lo único que había albergado mientras de sumía en las aguas tranquilas. Ahora era rabia lo que lo había reemplazado. Sentía el cuerpo dolorido. Extendió las alas para desperezar sus articulaciones y, al batirlas, piedras y tierra fueron arrastradas por el viento que provocó. Un extremo de hueso afilado de sus alas fue a dar contra una de las torres, y parte de la pared cayó precipitadamente al suelo, entre los gritos de miedo y sorpresa que venían de los patéticos humanos que se encontraban arremolinados en el exterior y en los patios del castillo. Tenía ganas de destruir todo lo que lo rodeaba. Con su aliento gélido espantó a unas cuantos de esas ruidosas y molestas personitas. Destruiría aquel castillo que se alzaba presuntuoso.

Desde abajo los estudiantes lo observaban atónitos. ¿De dónde había surgido ese ser? Los profesores discutían entre ellos el modo de detener a la bestia, que dirigía al numeroso grupo de humanos su atención amenazante.

-Son sus mismos ojos. -Oyó Amy comentar a su compañera de casa en un susurro. Observó a Draco y al dragón alternativamente.

-Director... ¿Cuál es exactamente la relación entre Draco y ese dragón?

-Tiene relación con el hechizo de protección de la escuela, ¿verdad? -Preguntó Hemione.

En eso oyeron la voz de Pansy que, arrodillada junto al cuerpo del muchacho, tenía una mano apoyada en la frente de éste.

-Está muy frío, prácticamente helado...

Y, desabrochando un podo la camisa manchada, acercó el oído.

-Apenas se oyen sus latidos...

Algo le llamó la atención. En su cuello colgaba una cadena fina, con su respectivo colgante. Resultaba extrañamente cálido al tacto, y curiosamente ni una mancha de sangre ensuciaba su superficie. Era suave y, mientras lo rozaba con los dedos sintió como una fuente de tranquilidad que emanaba de él. Mientras, Dumbledore hablaba, revelando al fin el origen de lo que estaba aconteciendo en aquellos momentos.

-Lo que pasa es que la esencia vital de Draco es lo que da vida a ese dragón, lo que le ha hecho despertarse. Ese dragón es, ni más ni menos, el mismo hechizo de protección, el poder que mantenía a salvo la escuela. El poder mágico de los dragones, de su mente, puede llegar a ser inconmensurable. Nada mejor que conseguir ese poder, que doblegar a un ser de tal condición, para conseguir una protección inexpugnable. Y eso fue lo que se hizo. Tras muchas esfuerzos, Kareth pudo ser doblegado, entre magos poderosos se confinó su espíritu a un letargo mágico. Su existencia física se disolvió y su esencia pasó a formar parte de cada piedra del castillo. Se le otorgó un sueño de protección... Pero, de alguna forma, Voldemort descubrió una manera de interrumpir ese sueño. De un modo cruel y despiadado.

Su mirada se dirigió al muchacho y se acuclilló junto a él.

-Si hubiéramos comprendido antes, y si él hubiera podido confiar en nosotros...

En ese momento el dragón, ya harto de entretenerse desmenuzando la escuela que había sido su cárcel impuesta, decidió satisfacer sus ansias destructivas de otro modo más... gustoso. Tras un nuevo rugido, y tras inhalar profundamente, dirigió un cortante aliento gélido hacia los humanos que lo miraban desde abajo. El ataque fue cortado por un escudo mágico, pero a duras penas lo pudieron contener.

-¡Es muy poderoso, y está furioso! -Exclamó McGonagall.

-Hay que procurar detenerlo como sea. Pero sobretodo, procuremos no dañarlo demasiado. -Dijo Severus Snape, lanzando una rápida mirada de refilón al rubio tendido en el suelo, lo que no escapó a los jóvenes que estaban alrededor suyo.

-La vida de Draco está ligada a la del dragón. -Murmuró Hermione, confirmado lo que ya sospechaban.

Los otros lo miraron preocupados.

-Miremos de aturdirlo. -Sugirió el director, dando indicaciones a los demás profesores para que tomaran posiciones estratégicas alrededor del edificio (bastante maltrecho ya, por cierto). -Nosotros intentaremos aturdirlo y someterlo. Vosotros. -Se dirigió a los estudiantes más avanzados. -Ocupaos de la protección ante sus ataques.

Y así se mantuvo durante un buen rato la situación, en intercambio de ataques mágicos que eran disueltos en uno y otro bando, empezando a notarse al cabo de un rato el cansancio en el lado humano.

Entonces Kareth, harto del jueguecito, decidió encaminarse a acabar en serio con esa molestia y de paso divertirse un poco. Agitando con fuerza las alas se elevó a una buena distancia cielo arriba, sin perder de vista su objetivo. Inspiró con fuerza, y inició su descenso en picado resistiendo con su cuerpo los ataques que le iban llegando, pequeños dolores que estaba dispuesto a soportar ante la compensación que supondrían las primeras víctimas de su aliento y de sus colmillos.

Abajo, Dumbledore se veía obligado a pensar en un ataque más contundente, pues debía de proteger como fuera a sus alumnos, consciente del peligro que se avecinaba. Debía de proteger a sus alumnos, eso era lo más importante, y conocedor de lo arriesgado del momento, fue concentrando sus fuerzas.

En eso el dragón blancoplateado se detuvo bruscamente, en pleno descenso, dejando escapar el aire gélido que había estado conteniendo en sus pulmones. Su cabeza se giró sobresaltada a un lado y a otro. Había percibido algo. Una presencia humana no muy lejana en el bosque. A Kareth esa presencia no le decía nada, no era más que otro mediocre humano junto a otro grupo numeroso de más humanos y otro tipo de criaturas de origen oscuro. No ofrecían mayor entretenimiento que el grupo con el que se estaba divirtiendo en esos momentos.

Así era para Kareth, el dragón, la criatura de leyenda que había sido aprisionada mucho tiempo atrás. Pero el precio de despertar le había costado dejar de ser puramente el de antaño. Otra presencia, aunque aletargada, había pasado a formar parte de él. Y aquel humano captó toda su atención. Su apetito de sangre despertó con furia. Deseó hundir sus dientes en ese cuerpo, deseó sentir el crujido de sus huesos, la sangre caliente al deslizarse en su boca, sentir cómo el latido de su vida se interrumpía bruscamente tras un espasmo agonizante. Tal remembranza de odio y dolor le produjo, alentada por su apetito y ansias destructivas de dragón, que se lanzó sin miramientos a ello, dejando el castillo atrás.

En su veloz vuelo alcanzó rápidamente al grupo, que se vio sorprendido por la inesperada amenaza y se dispuso al ataque. Lo ataques mágicos letales golpearon su cuerpo no una, sino varias veces, pero a pesar del dolor no dudó en su impulso hasta alcanzar a su aterrorizado objetivo. Al vuelo a ras del suelo atrapó aquel cuerpo envuelto en ropas negras. Su máscara cayó al suelo y se resquebrajó. Un horrible grito escapó de su garganta antes de ser aprisionado y apuñalada por los colmillos de Kareth. Éste, cegado por su propio dolor y furia, se estrelló en su vuelo contra los árboles y el suelo, arrastrando con él el cuerpo de su víctima.

Dolorido por los ataques recibidos, aturdido y malherido por el choque, aún pudo sentir cómo la vida de Lucius Malfoy se esfumaba, sintiendo en la boca el calor del caliente líquido rojo, al mismo tiempo inmensamente sabroso para su paladar y desagradablemente amargo. Poco más pudo sentir o pensar, antes de apagarse el brillo de sus ojos.

No muy lejos de ese lugar, el cuerpo que descansaba en el regazo de una chica sufrió un espasmo. Tosiendo, esta vez fue el sabor de su propia sangre lo que inundó su boca. La chica lo miró angustiada, mientras él fue abriendo sus ojos. Estos volvían a tener su tono grisáceo de siempre, su pupila volvía a ser redondeada y humana, pero sin brillo alguno. Vio otras cabezas que lo observaban, rostros preocupados... Pero aquello poco sentido tenía para él. Los espasmos de dolor continuaron, aunque ya no pasaban de un dolor leve, como calambres que recorrían su cuerpo cansado.

Pansy lo observó con dolor, sintiendo la vida de él resbalarse entre sus dedos, escapar inevitablemente. Ya no había nada que pudiera hacerse, ni siquiera mitigar el dolor. Los adultos que había a su alrededor no podían hacer nada, se limitaban a cerrar los ojos con expresión triste.

Abrazándolo con fuerza, sus lágrimas mojaron el rostro de él. Se sentía tan impotente, tan inútil... Si hubiera sido capaz, de alguna forma, de detener aquel sufrimiento, ese grito que siempre estuvo presente, silencioso y agazapado...

Pero ahí estaban en ese momento, no habían podido salvarlo. No habían podido hacer nada por él en todos esos años.

Entonces, un calor en el pecho le hizo levantar la mirada. Del colgante de Draco emanaba una luz plateada y cálida, suave. Con su tacto el dolor empezó a disiparse, acariciando una tranquila paz. Los que se hallaban a su alrededor también fueron alcanzados por esa sensación. Y, en ese instante, el muchacho cerró los ojos, desapareciendo de su rostro cualquier rastro de dolor.

El último deseo de Narcisa, en el momento de su separación. Una lágrima deseando que su hijo pudiera llegar a encontrar la paz. La lágrima soñada en el sueño, recogida por el poder del medallón. Fue capaz de atravesar todo dolor y resentimiento.

Tras los párpados cerrados, dos solitarias lágrimas nacieron y resbalaron por sus mejillas, y el último aliento de vida escapó.

Por fin podría descansar en paz.

FINAL

Draco Dormiens Nunquam Titillandus. No le hagas cosquillas a un dragón durmiente.

N/A:

Buf, ya está. He tardado en actualizar, pero las 15 hojas de word creo que compensan mi tardanza Este es el final de Descubriendo y Reflexiones. Espero vuestras impresiones. Estuve a punto de hacer un cambio importante, de desviar el final hacia algo más positivo, pero finalmente lo dejé tal y como había sido mi primera idea. Acaba algo dramático, y lo siento por quien esperaba algo con un toque más romántico y esperanzador, pero así es como me ha salido la historia.

Puede que haga una especie de epílogo, y también alguna sorpresa que ya avisaré cuando esté listo

Pfiu, la verdad es que se me hizo eterno hacer este último capítulo. De hecho estoy pensando en, la próxima vez que trate hacer un fic un poco largo, escribirlo primero entero y así poder ser puntual actualizando. De todas formas me quiero tomar un descansito de escribir fics, por lo menos hasta el año que viene, a no ser que me venga la vena de escribir de repente :P

Espero que os haya gustado mi historia. Muchas gracias por leerla hasta aquí y por todos vuestros reviews, es gracias a ellos que he podido ir avanzando, aunque fuera poquito a poco. ¡Qué gusto da cada vez que se acaba de escribir un capítulo! Y acabar un fanfic da pena pero también da mucho gusto (y alivio :P))

Ahora, mientras me tomo mi descanso de escribir aprovecharé para volver a disfrutar de la lectura de fanfics, que hace un tiempo que tenía el apartado de fanfics de Harry Potter bastante abandonado, quiero ver qué hay de nuevo, sobretodo en lo que respecta a Draco, por supuesto ;)