EPÍLOGO

El aire era caluroso. Apenas soplaba una ligera brisa que no llegaba ni a mover la hierba alta que las rodeaba. Todo era calma y quietud. Las invadía ese sentimiento pesaroso que aún las alcanzaba a menudo, trayendo consigo los recuerdos y la tristeza. Silencio. Además en esos días de calor creciente se añadía algo más, algo que flotaba en el ambiente sin ser mencionado. Hasta entonces.

-Sólo una semana... Y ya habré acabado mis estudios en Hogwarts. El tiempo pasa volando...

Amy no dijo nada, apoyada en el tronco del árbol, la cabeza de Pansy apoyada en su falda, observando ambas el cielo, el ir y venir de las nubes con sus formas cambiantes...

En aquellos dos años habían pasado tantas cosas...

Tras el accidente del dragón Hogwarts fue atacado al igual que diferentes puntos del mundo mágico. Y así comenzó la gran batalla, que fue larga y dura. Harry Potter, resguardado de ojos inoportunos bajo su capa invisible, se había encaminado a encontrar a Voldemort, y así por fin llevar a un desenlace final esa batalla particular suya. Tras todo un periplo logró encontrarse cara a cara con él. Por supuesto, Lord Voldemort no estaba solo. Pero harry tampoco lo estaba. Sus amigos se las habían apañado para estar junto a él en ese momento decisivo.

En diversos lugares tuvieron lugar distintas batallas, cada una diferente, pero todas y cada una de ellas formando parte del mismo gran conflicto que se había vuelto a desencadenar después de aquellos 16 años. De hecho, nunca había desaparecido, siempre había estado latente, esperando el momento de resurgir, agazapado entre las sombras.

En ambos bandos hubo pequeñas victorias y pequeñas derrotas, grandes para unos, insignificantes para otros. En ambos bandos hubo pérdidas, como las hay en toda guerra. Dolor, angustia, esperanza, valor. Dramas personales, resistencia feroz.

Y, finalmente, el bando tenebroso fue derrotado, y sus supervivientes volvieron a sus escondrijos, dejando tras de sí los desastres.

El mundo volvía a recomponerse, poco a poco pero con firmeza. La vida normal se iba recuperando, sobreviviendo a las pérdidas con mayor o menor fortuna, pero sobreviviendo al fin y al cabo, y avanzando, encarando su mañana irremediable.

La escuela de magia retomó sus clases. Los desperfectos del edificio pudieron ser arreglados fácilmente gracias a la magia y en lo que respecta al edificio era como si nada hubiera pasado. Como si nunca hubiera sufrido el embate violento de un dragón entre sus torres de piedra, como si no hubiera habido batalla alguna. Pero lo que no quedaba grabado en la piedra gris y marrón, sí quedaba en quienes lo vivieron.

Dumbledore seguía como director de la escuela, pero se le veía más envejecido que nunca y él mismo exclamaba que su época tocaba ya a su fin y que era el momento de dejar paso a las nuevas generaciones, con esa mirada triste que ya nunca le abandonaba los ojos, pero con voz firme y confiada en el buen juicio de los que habrían de venir el día de mañana. Confesaba que ya había vivido demasiado, ya no le quedaba más por hacer, y era su turno de descansar, pues ese cansancio acumulado ya no se le iría.

Snape, el cual había luchado valerosa y firmemente, lo cual le había costado la pérdida de un brazo (aquel en el que tuvo la marca tenebrosa) y la visión del ojo izquierdo, ocupaba ese puesto que tanto había ansiado anteriormente como profesor de DCAO, pero se rumoreaba que, curiosamente, sólo pensaba ejercer dicho puesto durante ese año.

Así, entre profesores y alumnos las clases se habían ido retomando, presentes inevitablemente los huecos dejados por aquellos que ya nunca volverían. Remus Lupin, el viejo conocido que había sido anunciado el curso anterior como nuevamente profesor de DCAO, y que no pudo acudir los primeros días a causa de sus misiones dentro de la Orden, ya nunca regresó de ellas. Hagrid también fue una de las dolorosas pérdidas. McGonagal se había apartado de la enseñanza... Y también alumnos se habían perdido en la lucha.

Muchos de aquellos nombres y sus pequeñas historias perdurarían. Unos dentro de los círculos más íntimos y familiares. Otros para la historia colectiva que gusta de guardar las grandes hazañas y vivencias para el recuerdo.

Harry Potter sería uno de esos nombres recordados con mayúsculas. El niño que vivió y que finalmente logró derrotar al malévolo Lord Voldemort, sucumbiendo trágicamente él también, vencido por sus heridas. Una corta y triste vida la suya, humana y valerosa, que pasaría con honores a formar parte de la historia del mundo mágico y de Hogwarts, la gran escuela de magia y hechicería.

Y, ¿qué pasa con esta historia?, diréis. ¿Qué pasa con el dragón, con la llave, con Draco? De algún modo han de recordarlo, de entender lo que ocurrió...

Bien, pocos eran los que sabían lo que realmente había ocurrido aquel día que estalló todo. Y el desconocimiento tergiversa, cambia, la confusión y el recelo transforman. Y hay historias que la ignorancia moldea a su antojo. Esta fue una de ellas.

La fama de Draco nunca fue buena, y en cierto modo él se lo había ganado a pulso, aunque por otro lado, ¿quién se había molestado alguna vez en preguntar, en interesarse realmente en qué había tras ese muchacho?

Así pues, lo que se rumoreaba en los pasillos, en los rincones de las aulas de clase, era cómo Draco Malfoy, siguiendo las directrices de su padre, a las órdenes de Lord Voldemort, había sacrificado de buena gana su propia vida en aras a la invocación del terrible dragón que surgió en el castillo para destruirlo y atacarles.

De todas formas, a pesar de los rumores, aquellos que realmente importaban sí sabían lo que había ocurrido y sabían que las cosas eran más complejas que eso.

El cielo ya empezaba a enrojecerse. Mientras se levantaban lentamente, avistaron una forma revoloteando en el cielo.

Pansy alzó el brazo y lo llamó con energía, con el nombre con que lo habían bautizado.

-¡Plata!

Y el pequeño dragón plateado del tamaño de un puño se posó con delicadeza en su mano, mirándolas con sus ojos grises.

Fin

N/A:

Buenus, aquí tenéis el epílogo. ¿Qué tal? Sé que es un poco soso, pero qué se le va a hacer, al fin y al cabo todos los epílogos siempre suelen serlo... Pero creo que cumple bien su función aclaratoria y de punto y final a todo lo que ha sido Descubriendo y Reflexiones. ¡Gracias por leer hasta aquí! ^^