Ya es la tercera parte del libro... la ultima parte.

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

Parte final (El libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Hola mis amores, estoy de vuelta. esta tercera parte, es la última parte de ésta historia…

Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfrutadla.

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TERCERA PARTE

JUAN DEL DIABLO.

TERRY PIRATA.

Capítulo 23

—Júrame que te guardarás como hasta ahora te has guardado; júrame que esperarás en tu convento ese decreto pontificio que ha de devolverte la absoluta libertad; júrame que cuando seas libre, me permitirás estar a tu lado, compensar a fuerza de amor y de ternura todo ese horrible mal que aún no me perdonas... Júramelo, Candy...

—Sólo una cosa he de prometerte, y es igual que si la jurase, Anthony: me guardaré como hasta ahora... Y no será gran trabajo guardarme. Tienes mi promesa. Vete ya. ¡Sal por aquel lado!

—Sólo una cosa he de prometerte, y es igual que si la jurase, Anthony: me guardaré como hasta ahora... Y no será gran trabajo guardarme. Tienes mi promesa. Vete ya. ¡Sal por aquel lado

Lo ha empujado con ansia, le ha hecho salir, inclinando la cabeza para pasar bajo los andamios. Luego corre a la puerta abierta de par en par, y llama:

_ ¡Kuki... Kuki...!

_ ¡Aquí viene ya el patrón, mi ama! —avisa Kuki acercándose a Candy—. ¿Quiere que yo...?

—Quiero que calles. De cuanto has visto y oído, no repitas ni una palabra. Es por el bien de Terry, Kuki, por su solo bien

—Ya lo sé, mi ama... por el bien del patrón es todo lo que usted hace. Pero si el patrón me pregunta.

_ Ya responderé yo a cuanto él quiera preguntar. Sal por aquel lado Kuki, mira si ya va lejos el señor Anthony y vuelve a darme cuenta, pero sólo cuando yo te pregunte... ¡Anda!

—Una doble sorpresa, Candy. Tú visita, tan inesperada como la de Anthony... Pero, ¿dónde está él? Segundo me dijo que había venido a desafiarme, que entró forzando las puertas, profiriendo insultos y amenazas...

_ Sin embargo, ni quiso esperarte. Me temo que Segundo exageró el relato —rebate Candy en tono natural y suave

—. Con irse como se fue, te ha dado todas las satisfacciones que necesitabas. Él es el ofendido, Terry.

_ Todo se lo contaron. No le ahorraron ni el dolor ni la vergüenza de un solo detalle.

_ Tampoco a mí me ahorraron detalles: los vi, los palpé, y ni siquiera fueron contados.

—No puede compararse. Tú sufriste en tu amor, y él en su dignidad. Tu herida fue la desilusión; la de él, el escarnio.

_ Tu pena pudo arrancarte lágrimas; la de él... la de él es de las que piden sangre. ¡Pero no correrá esa sangre mientras yo viva, Terry! ¡Basta con Eliza!

—Efectivamente, basta. Él la empujó a la muerte, ¿verdad?

—¡Oh, no, no... eso no! Fue un accidente desdichado. El propio Padre Francis que me lo ha referido. Se empeñan en mancharlo, en acusarlo... Él nada sabía de Eliza... casi nada. Fue Dorothi, la torpe cómplice de mi pobre hermana... La encontró en tu casa al ir a buscarte... y la obligó a hablar. Bien puedo imaginarme lo que saldría de aquellos labios... comprendo que Anthony enloqueciera... Y ¿Por qué tanto interés aun sientes algo por mi hermana?

_No siento nada por Eliza, pero Tú como siempre comprendes a Anthony ¿No? En él encuentras disculpables hasta los crímenes... Pero, no te preocupes, no tengo ningún interés en juzgar sus actos, ofendiendo con ello tus sentimientos más íntimos y tiernos. Para ti no es un hombre, es un ídolo, un semidiós, y los dioses tienen derecho a todo, ¿verdad?

Amargamente ha apretado Candy los labios sin responder a Terry ¡Qué extraño y lejano le parece en aquellos instantes, ¡qué frío su corazón, ¡qué injustas sus palabras! Pero la horrible batalla está ganada. Puede respirar, tranquilizarse. Anthony está lejos... se aleja llevando en el alma una esperanza vana y una promesa que repentinamente se le antoja ridícula. Defenderse; guardarse, pero, ¿de quién? Los ojos de Terry pasan sobre ella como si resbalaran al mirarla. Inmóvil en medio de la destartalada sala, parece aguardar que ella le diga adiós, que se aleje cuanto antes la que es sólo una intrusa en su vida y en su casa. Sordamente humillada y dolorida, Candy se dispone a marchar, y explica:

—Me trajo un coche de alquiler, que mandé me aguardase.

_ Debe estar cerca...

_ ¿Qué estás diciendo? No te entiendo.

—Lo siento, Candy, pero no creo que puedas marcharte

—¿Vas a oponerte tú?

—Yo no.… las leyes que protegen al que se dice propietario de todas las tierras que nos rodean: la aldea, el camino, la playa, todo le pertenece y todo está cerrado para nosotros. Caímos en una trampa. Lo siento, Candy, pues esto aún no está habitable. Una vez más pagarás el tributo que te corresponde, por ser la mujer de Terry del Diablo...

_ ¡George! ¡George! ¡UN caballo, en el acto! ¿Estás dormido, estúpido?

Relampagueantes las pupilas, apretados los puños, encendidas en una llamarada de furor alma y carne, ha cruzado Anthony la ancha galería de su casona señorial, rumbo a la biblioteca que fuera despacho de su padre, y tras él va George, sorprendido y humillado...

—Señor Anthony, hace más de una hora que la señora me ordenó buscarlo por todas partes. ¡Dile que no me hallaste!

—Es que están aguardando esos señores de Anse d'Arlets... Creo que son el juez municipal y el secretario del juzgado... En nombre de las autoridades locales, parece que quieren levantar un acta. La señora desea que usted...

_ ¡Oh, señor Anthony! ¡Cuidado! —se alarma el viejo George.

—. Esas eran las pistolas de duelo de don Richard, y...

—¡Sé perfectamente lo que son y para lo que sirven! ¡Corre a prepararme el caballo! —Desechando el estuche de madera pulida, Anthony ha tomado aquellas dos armas iguales, que sacara de unos de los cajones, y las hunde en sus bolsillos tras mirarlas un instante—. ¡es lo único de que tienes que ocuparte! ¿Piensas que no he perdido ya bastante tiempo? ¡Vuela! ¡Y haz que me lo traigan sin ruido, por la escalera de este lado! ¡Ni una palabra más, Candy!

—Como el señor mande...

_ Solo, Anthony ha medido con sus pasos nerviosos la amplia biblioteca, ahora casi en penumbra, y rebusca en el estante, hasta encontrar algo que dejó allí medio olvidado... Una y otra vez ha llenado el pequeño vaso, de aquel ardiente ron añejo que hace famoso a Campo Real, y sus labios sedientos lo sorben con ansia, encendiéndose en ellos más sed mientras más bebe... Una ira violenta le sacude, quemándole como una llamarada, al pensar en Terry... Tiene que ir a su encuentro, tiene que cobrarle, en sangre, la humillación que le ha hecho sufrir... Cada minuto que pasa le hace medir y calcular la ventaja que le lleva. ¿Hasta dónde llegarán Candy en su locura y Terry, en su audacia? Mientras bebe, apurando hasta el fondo la botella, sus nervios se han templado, su furia se hace más profunda y fría, y en ella van asomando los más crueles instintos como puntas de lanzas... Ya su corazón es un mar de despecho; ya, más que el amor de Candy, le atrae la venganza contra Terry.,. La puerta se abre, y en su umbral aparece la encogida figura del anciano George...

—¡Gracias a Satanás que llegaste, maldito

—Un momento, señor. La señora...

_ ¡Aparta, imbécil!

De un brusco empujón, Anthony, ha apartado al viejo capataz, y de un salto monta sobre el lomo del alazán que le trajera... Ha hundido las espuelas en los ijares del animal que sami-desbocado, enfila con esfuerzo la áspera subida... Va hacia el desfiladero, cortando por orillas y sembrados... Ya está muy cerca de la plaza de los barracones... Desde ellos llega el lamento de las tumbas...

No hay hogueras encendidas ni bailes sensuales... Dos formas negras se retuercen en convulsiones epilépticas, al fúnebre son de las tamboras enlutadas. Es por el ama Eliza ...Lloran por ella, rezan por su alma... o acaso la invocan, queriendo conjurar su posible venganza, sombra de muerte sobre el valle...

Anthony ha clavado las espuelas con más saña... Quiere huir de todo aquello, saltarlo, mientras la angustia de un escalofrío le recorre la espalda... Todo queda atrás, pero sigue escuchando. Furiosamente castiga al caballo, exigiendo un esfuerzo más del bruto, cuyas patas resbalan, y cae arrastrando al jinete, a las mismas puertas de una cabaña desvencijada... Se ha levantado, sin sentir el dolor de las magulladuras. Frente a él, una sombra negra, alta y flaca; retrocede a través de la puerta, hasta llegar al fondo de la cabaña. Sin saber por qué, va tras ella...

Esta historia Continuará.

Otro capítulo de esta adaptación, su respectiva autora es Caridad Bravo Adams, Yo solo estoy Adaptando mi novela favorita Corazón Salvaje con mis personajes preferidos Candy y Terry, prometo culminar lo más prontos posibles los otros capítulos, terminar cada una de mis historias, este lunes será el prólogo de la adaptación Dulces Bailarinas de Ballet, vuelvo a retomar esta historia, que es una obra de Noel Streatfeild -...

Agradezco a cada persona que deja comentarios, y a los que leen silenciosamente

Ahora contesto sus comentarios en mi sección favorita.

Marialuisa Casti: Gracias por tu apoyo, te deseo lo mejor, bendiciones.

Rita Racconi: Gracias por tus palabras.

SARITANIMELOVE: Gracias por tus comentarios como siempre, bendiciones.

Mia Brower Graham de Andrew: Gracias por tus comentarios, espero que te siga gustando esta adaptación, me di cuenta que eres la misma Mia 811, Gracias por tu apoyo.

Cecilia Rodriguez2: Si así es el odio de una persona, más cuando no quiere reconocer que es por culpa de el mismo, gracias por tus comentarios, espero que también puedas comentar mis otras historias, gracias por leerme, eso lo valoro mucho, bendiciones.

CONEJA: Así es mi amada amiga, Anthony se volvió orgullos, amo a Candy de niño, pero desde que se enamoró de Eliza, siempre pensé que no ama a Candy, solo quiere vengarse de Terry porque supuestamente le quito lo que al él le pertenecía su esposa Eliza, pero no entiende que el culpable es la misma Eliza, ella jugo con los dos, espero que sigas disfrutando los demás capítulos.

Carmen Grandchester: Gracias por tus hermosas palabras, espero que sigas disfrutando la historia.

Edith Grandchester: Gracias por tus palabras, espero que puedas seguir disfrutando la historia, bendiciones.

Guest: Gracias, por tu apoyo y por tus palabras, me pone feliz al ver que hay muchas personas que comentan y leen esta adaptación.

Daniel Mendoza de Grand: Gracias por tus comentarios, cada una de ellas la disfrute, bienvenido a mi historia de Corazón Salvaje, espero que sigas disfrutando, gracias por tus lindos comentarios.

Un agradecimiento especial a Blanca G, Carol Aragón, Elvia Soam, Mia Brower Graham de Andrew, SARITANIMELOVE, Cecilia Rodríguez, todas las que leen.

Me despido con un fuerte abrazo.

Continuaremos con las que faltan

Bendiciones

Maggie Grand.