Sólo un par de comentarios antes de empezar:
Primero que nada he de decir que, a pesar de que acepto cualquier tipo de crítica constructiva, me molesté por un comentario en particular… ¡SI NO TE AGRADA MI HISTORIA SIMPLEMENTE ABSTENTE DE LEERLA!
Y otra cosa. Sobre Kaoru pues, a decir verdad la odio por ser solidaria. No es que sea tonta e inútil, es simplemente que ella se quedó con Kenshin y ni mi hermana (la miembro no. 1 del club contra Kaoru) ni yo podemos permitir eso. Si en verdad les molesta tanto que esté contra ella háganmelo saber y les haré un fic sobre ella para compensarlo, ¿ok?
Creo que eso era todo… podemos continuar
CAPITULO III: MI… ¿HADA MADRINA?
El torneo ya era esa misma tarde. Desde aún más temprano en la mañana CeniKenshin se levantó para poder comenzar con sus labores y tenerlas todas listas para la hora del torneo. Cerca del mediodía toda la casa estaba limpia y tan sólo le faltaba lavar la ropa (x ¡sí!) y limpiar el dojo.
Pero siendo Saito el malvado bishonen del cuento, no le permitiría salirse con la suya tan fácilmente.
"¡CENIKENSHIN!" gritó con todas sus fuerzas hasta que sacudión un poco de polvo del techo. El pobre pelirrojo llegó corriendo lo más rápido que pudo. Claro que siendo CeniKenshin, hizo uso de su celestial velocidad y llegó al lado de su padrastro en menos de 3 segundos.
"¿Sí?" preguntó CeniKenshin jadeando y empuñando su gi en el lugar de su corazón para controlarse un poco del susto.
"Ve de regreso al dojo y limpia mi espada y la de Kaoru…"
"Pero apenas ayer en la noche las limpié"
"Pues lo volverás a hacer hoy, no podemos llegar al torneo con espadas en mal estado"
"Sí señor…"
Suspirando CeniKenshin dejó el cuarto de su padrastro para regresar al lugar que originalmente dejó. Pasadas un par de horas ya se encontraba limpiando afanosamente ambas espadas. Los ratoncitos Misao, Okina y Aoshi lo observaban desde una esquina del dojo. Okina estaba sumido en profunda concentración acariciando su diminuta barba y con los ojos cerrados. Al fin chasqueó sus dedos cuando una idea le llegó y salió rumbo a la habitación de CeniKenshin. Misao lo siguió arrastrando a Aoshi de la cola a toda velocidad.
Mientras el pequeño pelirrojo trabajaba incansablemente, los ratones con ayuda de las avecillas Ayame y Suzume se dieron a la tarea de encontrar todo su equipo de kendo. Encontraron un gi y una hakama casi nuevos, sin hoyos ni marcas de haber sido usados. EL gi era morado y la hakama blanca, y ambos le habían pertenecido al padre de CeniKenshin. Más delante encontraron una funda con una sakabatou en perfecto estado. Todo eso era lo único que le quedaba a CeniKenshin de su padre. Y ya una vez todo fuera, se dedicaron a limpiarlo hasta que quedara impecable.
"Bien, puedo ver que todo esta perfectamente limpio CeniKenshin, pero estamos a sólo una hora de que comienze el torneo y tú todavía no tienes ni tu espada ni tu traje, ¿qué planeas hacer?" sonrió Saito con esa maquiavélica sonrisa de tipo malo que siempre carga y que hace que sus fans se derritan en un momento… =P bien, continuando con la historia…
"Pues…"
"Lárgate de mi vista y arréglatelas como puedas"
Kaoru iba entrando al cuarto de su padre justo en el momento en que CeniKenshin lo abandonaba.
"Papi, no puedes permitir que vaya, nos hará pasar ridículos" chilló Kaoru.
"No te preocupes" contestó Saito encendiendo un cigarro, "no va a salir de esta casa y yo me aseguraré de ello"
"Pero ya acabó de limpiar absolutamente toda la casa y aún así tiene energía, además estoy segura de que ha de tener alguna espada olvidada por ahí"
"Deja de preocuparte querida, ya lo tengo todo bajo control…"
Lo más rápido que pudo, CeniKenshin subió las escaleras hasta su cuarto en el ático del tercer piso. Tenía menos de una hora para encontrar su espada y traje que le había dejado su padre, limpiarlos y tomar un baño. Tan sólo le rogaba a kami que le alcanzara el tiempo.
Sin embargo, cuando entró en su habitación se llevó una gran sorpresa. Sobre su cama estaban el gi y la hakama junto a la sakabatou, todo limpio y ordenado, listo para irse. Cerca estaban sus amigos los ratones Misao, Okina y Aoshi tumbados recuperando el aliento y las avecillas Ayame y Suzume.
"Amigos… no sé qué decir… gracias" CeniKenshin se acercó y se arrodilló frente a su cama. Tan emocionado estaba que estuvo a punto de brincar de alegría, pero para no perder tiempo se levantó y veloz cual maestro del Hiten Mitsurugi se metió a la regadera.
"¡CeniKenshin, si no te apuras nos harás llegar tarde a todos!" gitó Kaoru impacientemente desde la entrada. Ya estaban todos listos para irse y el carruaje los esperaba en la calle.
Corriendo por las escaleras llegó CeniKenshin firmemente agarrando su espada. La boca de Kaoru cayó abierta en sorpresa al verlo completamente equipado. Miró incrédula a su padre esperando una respuesta pero Saito simplemente encendió otro cigarro y lo miró mientras se acercaba.
De la nada sacó su espada y de no haber sido por los rápidos reflejos de CeniKenshin, lo hubiera cortado en dos. CeniKenshin apenas alcanzó a desenvainar su sakabatou para detener el golpe.
"¿Qué…" comenzó CeniKenshin sorprendido, pero se detuvo cuando con horror observó cómo su sakabatou se partía en dos.
"Tu espada no ha sido utilizada ni una vez en años, que no te sorprenda que ya se esté pudriendo. Vámonos hijos"
Con una tremenda cara de satisfacción Saito guió a Kaoru y a Sanosuke hacia el carruaje dejando a CeniKenshin detrás, completamente atónito. Miraba la sakabatou partida aún sin poder creer lo que acababa de pasar. El más preciado recuerdo de su padre estaba deshecho…
Caminó lentamente hacia el jardín con ambos pedazos de la espada en sus manos. Se sentó en una banca del jardín, aún sin decir nada y sin poder despegar sus ojos de la espada.
De pronto unas luces, como luciérnagas, comenzaron a rodearlo. Las luces se fueron haciendo cada vez más y más intentas hasta que en un instante CeniKenshin no pudo ver nada. Cuando la luz se aclaró y CeniKenshin por fin pudo enfocar la vista se asombró de ver frente a él a un colosal hombre vestido con un pantalón azul oscuro y una camisa azul más clara. La camisa le quedaba tan ajustada que parecía que se la habían pintado y encima llevaba una enorme capa blanca con bordes rojos. Tenía cabello negro y largo atado en la espalda a la altura de la nuca y sobre él llevaba una coronita con un mensaje escrito: "Hijo Seijuro 13". Además en las manos cargaba con una botella de sake y una espada de bambú más corta de lo común.
Atónito, CeniKenshin pensó que tal vez se estaba volviendo loco por la tristeza de ver su espada rota. No quizo ni imaginar lo que este hombre con traje de macho hacía ahí usando una corona en su cabeza.
"Escuché que tienes problemas" habló el hombre frente a él.
"¿Oro?" fue lo único que pudo pronunciar el pelirrojo.
"He venido a ayudarte"
"…¿oro?"
"Baka. Presta atención, yo fui enviado para solucionar tus problemas así que dime qué es lo que necesitas"
"¿Quién eres tú?" por fin pudo pronunciar algo más el pobre CeniKenshin que todavía no digería el asombro. El hombre simplemente apuntó hacia la corona en su cabeza.
"¿Hiko Seijuro 13?" preguntó aún más sorprendido CeniKenshin.
"Así es, ese es mi nombre, pero puedes llamarme Hiko. Soy tu hada madrina"
"…"
Ahora definitivamente se estaba volviendo loco. O bueno, tal vez no, quizá ese hombre había estado tomando demasiado sake… sí, tenía que ser eso.
"¿Hada madrina?" preguntó tímidamente CeniKenshin.
"Sí, ¿qué esperabas? Hado padrino no suena tan bien, la autora decidió dejarme este título, aunque no estoy muy de acuerdo…"
"Y dices que me ayudarás en mi problema"
"Sí. Sé que tú quieres ir al torneo de kendo que habrá en el castillo en unos cuantos minutos pero tu malvado padrastro no te lo permitió y encima rompió su sakabatou"
"¿Cómo sabes todo eso?"
"Ya te lo dije, soy tu hada madrina y es mi deber saberlo para poderte ayudar. Ahora, muéstrame tu sakabatou y podremos arreglarla"
Sin saber que más hacer, CeniKenshin extendió las manos y le mostró a Hiko los dos fragmentos de su sakabatou. Por un momento los estudió cuidadosamente y finalmente, después de tomar un trago de su botella de sake, extendió la espadita de bambú, murmuró algo que no tuvo sentido para CeniKenshin y en un abrir y cerrar de ojos la espada estuvo reparada y reluciente.
Si CeniKenshin no acababa de morir de un ataque al corazón entonces era un milagro de la ciencia. Todo le pasaba en un día y no podía creer sus ojos. Su espada estaba como nueva.
"Gracias…" murmuró débilmente.
"Mi trabajo todavía no termina. Puede que ya tengas tu espada pero todavía hace falta arreglar el resto" y con otro trago a su botella y más palabras extrañas, usando su espada de bambú arregló la ropa de CeniKenshin de manera que se viera nueva. También ató su largo cabello. "Y para el toque final…"
Cerca de donde se encontraban estaba una sandía que Kaoru planeaba comer esa noche. Con un movimiento de su espada la convirtió en un carruaje y a Misao, Okina y Aoshi que andaban por ahí de mirones, los convirtió en caballos. Yahiko el gato también recibió un poco de la magia, convirtiéndose en el conductor del carruaje. Ahora era un chiquillo con cabello negro.
"¡Vaya!" exclamó CeniKenshin "¿y sin palabras mágicas?"
"…maldición, las olvidé… igual no tenían efecto, sólo eran para impresionar"
CeniKenshin observó cuidadosamente los nuevos dones de su hada madrina. No podía dar crédito a sus ojos y tuvo que tocar el carruaje para asegurarse de que era real.
"Ahora escúchame bien" dijo Hiko, "no todo lo que ves es eterno. Justo a la media noche todo lo que ves aquí regresará a su forma original, excepto la sakabatou, ése es mi regalo. Deberás ir ahora al torneo de kendo y ganarlo, pero todo antes de la media noche, ¿entiendes?"
"Sí… muchas gracias Hiko, no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí"
"Puedes comenzar por apartarte de mi vista y darte prisa para llegar al torneo"
"Sí, lo haré, muchas gracias"
CeniKenshin abordó el carruaje y Yahiko de inmediato se puso en movimiento. CeniKenshin se asomó por la ventanilla para decir adiós a su hada madrina pero ya no lo encontró, sólo un montón de lucecillas que se asemejaban a luciérnagas, igual que como antes de que se apareciera Hiko Seijuro 13.
