CAPITULO V: OTRO DE LOS TANTOS FINALES FELICES

Un débil rayo de luz iluminó las delicadas facciones del pequeño maestro del Hiten Mitsurugi que reposaba tranquilamente sobre su cama. Afuera los pajaritos Ayame y Suzume entonaban su dulce melodía que indicaba que CeniKenshin debía despertarse a la proximidad para empezar sus labores cotidianas. Sin embargo, cuando una sombra interrumpió el haz de luz que acababa de caer sobre su rostro, sintió una increíble angustia y enormes deseos de estar en un lugar a millones de kilómetros de donde actualmente estaba. Cuando abrió los ojos y vio a su padrastro sobre él con una de esas miradas que te anuncian que tienes muy pocos minutos de vida, recordó de repente porqué se sentía tan miserable en esos momentos.

"…Bu-buenos… días" dijo CeniKenshin en una voz tan baja y aguda que difícilmente se alcanzó a escuchar.

"Para ti no lo creo" le contestó Saito con un tono más helado que el Polo Norte.

CeniKenshin no sabía que hacer. No quería dejar la seguridad de su cama, como si sus cobertores fueran a prueba de bombas, pero pasara lo que pasara, Saito a fin de cuentas terminaría desatando su ira entera sobre él. Al fin se armó de valor para cuando menos sentarse.

"Parece ser que tenemos problemas con la disciplina" continuó Saito.

"¿Con la disciplina?" preguntó CeniKenshin lo más cordial que pudo tratando de sacar un aire de sincero asombro que se vio inmediatamente ahogado por la mirada asesina de su padrastro.

"Así es CeniKenshin. Ayer en la noche mientras estábamos en la fiesta del rey Genzai sucedió algo que definitivamente no puedo permitir" como CeniKenshin no decía palabra alguna Saito continuó, "a pesar de que rompí tu espada de alguna forma robaste una en algún lugar y de cualquier manera te presentaste-"

"¡No la robé!" exclamó CeniKenshin interrumpiendo a su padrastro.

"¡MIENTES!" rugió Saito como respuesta, "¡No tenías más espadas, hice pedazos la que tu padre te dejó! Si no la robaste, ¿de dónde la sacaste entonces? De ninguna manera pueden reparar una espada en tan poco tiempo, menos una que estaba prácticamente hecha añicos"

"…no la robé…"

"¿De dónde sacaste esa espada entonces?"

"…" CeniKenshin mantuvo la boca cerrada, ¿cómo explicar que un tipo vestido extrañamente que se hace llamar tu "hada madrina" reapareció de la nada una espada nueva y reluciente? Hasta la propia explicación que CeniKenshin estaba formulando en su cabeza sonaba ridícula.

Saito con el silencio de CeniKenshin obviamente se imaginó lo peor. "¡Levántate!"

En menos de medio segundo CeniKenshin estaba arriba. Junto a Saito, CeniKenshin no era más que un niño en cuanto a estaturas y tuvo que doblar mucho el cuello para poder mirar a Saito a los ojos. Más desprecio no se pudo haber registrado como el que se mostraba en los ojos del malvado padrastro.

"Con tu interrupción hiciste que Kaoru se viera mal" gruñó Saito, "ahora por tu culpa no podrá convertirse en la profesora de kendo de la princesa Megumi"

"Pero…"

"¿Pero? ¡PERO! ¿Cómo te atreves?"

"¡Usted me permitió ir!" interrumpió CeniKenshin antes de que Saito siguiera con sus gritos. Fue la gota que derramó el vaso. Un puño salió directo a la cara de CeniKenshin y el pobre pelirrojo tuvo que retroceder unos pasos y buscar apoyo en su cama después del tremendo impacto que acababa de recibir.

"Vas a pagar por esto" Saito de hecho estaba temblando de rabia y apuntando un dedo amenazador en dirección de CeniKenshin, "ya lo verás. Te haré algo malo… algo tan, pero tan malo… ¡qué todavía ni siquiera sé qué es!"

CeniKenshin tuvo que contener la furia que él mismo estaba sintiendo por dentro. Se sorprendió de no haberse lanzado furioso sobre su padrastro, y mejor decidió concentrarse en mantener estable el color de sus ojos, que amenazaba con tornarse ámbar, como sucedía cada vez que estaba enojado. Fue hasta que Saito habló nuevamente cuando sintió algo dentro de él desfallecer, algo que bien pudo haber sido su corazón:

"Mientras tanto…" dijo Saito en un susurro peligroso y lleno de rabia, "no volverás a lavar la ropa"

"¡NOOOOOOO!"

XXX XXX XXX

"Kaoru, ¿has visto a tu hermano?"

"No papi, creo que todavía no regresa"

"Mmm…"

Haciendo un recuento de los daños, Saito se dio cuenta de que se había olvidado de traer a Sanosuke de regreso con ellos. Supuso que nada malo podría pasarle, lo peor fuera que le diera una congestión después de tanto sake… momento, ¿lo peor? No, Saito sacudió esa idea de su cabeza. No podía negar que tenía un ligero desprecio hacia su hijo mayor, pero no debía desearle nada malo… Bien, si no regresaba en un mes mandaría a alguien a buscarlo…

"¡Hey, abran la puerta!" gritó el mismísimo Sanosuke desde la entrada.

"¡Está abierta Sano!" respondió Kaoru intentando por enésima vez cocinar algo que: no se quemara, no estuviera demasiado salado, no estuviera crudo por dentro, no estuviera muy agrio, que no se viera más viscoso de lo ordinario, que no se moviera, que no caminara alrededor de la mesa… en fin, algo edible. Esta vez, viendo que el pescado que trataba de freír saltaba de un lado a otro evadiendo su cuchillo, decidió dejarlo por la paz pensando que la cocina era sólo para idiotas como CeniKenshin, y fue a abrirle la puerta a su hermano.

"Vaya, hasta que alguien se compadece de mí" dijo Sanosuke cuando al fin Kaoru llegó a la puerta, "aquí estoy, con una resaca de los mil demonios, y todavía deciden ignorarme."

"¿Tienes resaca Sanosuke?"

"Sí, ¿por qué?"

"Nada, sólo que yo pensaba que siempre estabas ebrio"

Kaoru tuvo que escapar a los golpes de su furioso hermano, quien después de unos cuatro se dio por vencido para vomitar en alguno de los baños del dojo.

"Vaya" pensó Sanosuke mientras veía flotar los restos de su última comida mezclada con todo el sake que consumió la noche anterior, "no recuerdo haber comido eso… ¿quién iba a pensar que la princesa Megumi me fuera a ganar en juegos de bebidas?"

"¿Dónde estuviste Sanosuke?" interrumpió Saito pinchándose la nariz al ver lo que le sucedía a su hijo.

"En el castillo… La princesa Megumi no me dejaba ir y decidió emborracharse junto conmigo"

"Mmm… supongo que eso explica por qué llegaste sin pantalones y sólo en calzoncillos…"

Sanosuke miró hacia abajo… Ups, esa princesita era más de lo que aparentaba. Con un intenso color rojo en la cara, salió corriendo a buscar un par de pantalones blancos y regresó completamente vestido. "Maldita princesita."

"Y dime Sanosuke, ya que pasaste la noche en el castillo, ¿qué dijeron del nuevo maestro de kendo?" preguntó ansiosa Kaoru, dispuesta a reanudar la lucha con el pescado a falta de algo mejor que hacer.

"¿Eh? Ah, sí, el nuevo maestro… me pareció escuchar decir a Megumi que ya había decidido por su nuevo maestro, pero que el tipo al que había elegido salió corriendo antes de que pudiera hablar con él…"

"¿Él?"

"Así es hermanita, lo siento pero creo que no fuiste elegida"

Kaoru golpeó furiosa la tabla de cortar con el cuchillo. Sin querer le había atinado al pescado que de inmediato dejó de moverse.

"¿Alguna idea de quién es?" preguntó Saito sabiendo de antemano que no le iba a gustar la respuesta.

"…pues" Sanosuke midió cuidadosamente sus palabras, "tal parece que el estilo Hiten Mitsurugi en verdad impresionó a la princesa…"

XXX XXX XXX

"Abran la puerta en nombre de su real majestad, el rey Genzai"

Por segunda vez alguien esperaba en la puerta. Nuevamente Kaoru fue a abrir. Se encontró con al menos una docena de pajes y el consejero del rey, Hoji. El hombre vestido de verde alargó un pergamino en el que se notaba un sello oficial. Para estas alturas, Saito y Sanosuke ya se les habían unido en la puerta, curiosos al no obtener respuesta alguna de la perpleja Kaoru cuando le preguntaron sobre el recién llegado.

"En nombre de su real majestad, el rey Genzai, y de su alteza, la princesa Megumi, todos los espadachines del reino están obligados a rendirse a la petición de la princesa Megumi y sacar cualquier kodachi, sakabatou, wakisashi o katana para ser inspeccionadas y comprobar si esta vaina" Hoji pausó en su lectura para señalar a un paje que traía una vaina cargando en un cojín de terciopelo rogo, "les pertenece. De ser así, deberán ser escoltados al castillo para convertirse en el nuevo maestro de kendo de la princesa. Si no, pues… ¡pueden irse al carajo!"

Los tres habitantes del dojo voltearon a verse sorprendidos. Hoji los miró expectativamente hasta que le permitieron la entrada. Cerca de ahí, Misao, Okina y Aoshi pudieron escuchar todo lo que pasaba y salieron corriendo hasta la habitación en donde habían encerrado a CeniKenshin.

Llegando a la puerta vieron las llaves colgando a un lado, en un lugar demasiado alto para los tres, incluso formando una escalera juntos. Sin perder más tiempo, Misao salió corriendo arrastrando a los otros dos tras ella. Nada la detendría y pronto llegó a una ventana. Buscó frenéticamente por los cielos hasta que pudo encontrar a las aves Ayame y Suzume. Hablando en lenguaje de esas pequeñas especies, finalmente se dieron a entender lo que querían (no me pregunten cómo), y fueron las avecillas las que bajaron la llave de su lugar y abrieron la puerta (¡tomen eso entrenadores de animales! Apuesto a que ni ustedes ni sus mascotas pueden hacerlo mejor).

En una esquina, sentado en posicisión fetal y murmurando sin sentido, el pequeño pelirrojo movía los brazos de manera extraña. Cuando los animalitos se aproximaron vieron al pobre CeniKenshin temblando y haciendo ademanes de lavar ropa imaginaria en una tina imaginaria.

"Ropa… lavar la ropa… qué… qué blanco"

Suspirando unos y golpeándose las frentes otros, Aoshi fue el que se decidió a morder al maestro del estilo Hiten Mitsurugi en el pie para sacarlo de su trance.

"¿Qué?" CeniKenshin volteó alrededor desconcertado. Viendo primero la puerta abierta, y luego a los animalitos, CeniKenshin cambió el color de sus ojos violetas por uno ámbar, y veloz cual gacela, salió corriendo en búsqueda de su sakabatou escondida en la habitación de su padrastro, y luego a la sala donde todavía estaban reunidos su familia con los invitados.

"Bien… tal parece que aquí no es…" estaba diciendo Hoji al sacar la espada demasiado delgada de Kaoru de la funda. Los pajes comenzaron a retroceder, dispuestos a seguir tratando, cuando al pie de las escaleras notaron a una chica de cabello rojo.

"¡NO SOY MUJER!" gritó CeniKenshin "¡Miren!" apuntó a su pecho plano. Aunque sus facciones sean parecidas a las de una señorita, no se puede negar que CeniKenshin es todo un hombre ;)

"Por favor, déjenme a mí intentarlo"

CeniKenshin descendió ceremoniosamente las escaleras con su sakabatou en mano y se aproximó a Hoji, quien todavía tenía la funda entre sus manos. Permitiendo que CeniKenshin tomara la funda, todos observaron con respiración contenida mientras poco a poco el sakabatou encajaba perfectamente en la funda. Con un satisfactorio click pudieron comprobar que él era el que buscaban…

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Y así, igualito al cuento que todos conocemos, la historia del pequeño pelirrojo, CeniKenshin, llega a otro de los tantos finales felices. CeniKenshin fue llevado al castillo y su horrible hermanastra Kaoru y su padrastro Saito fueron llevados como sirvientes a hacer las labores del castillo. Como Sanosuke le hacía ojitos pispiretos a la princesa Megumi, le perdonaron la faena… además, quién le iba a decir que no a semejante pedazo de hombre .

CeniKenshin al fin accedió a ser el maestro de kendo de la princesa… bueno, sólo con una condición…

"¡ROPA! ¡QUIERO LAVAR LA ROPAAAAA!"

FIN

…"¡Oye, espera!"

"Oh, no…"

Hiko Seijuro sigue persiguiendo a la pobre y pequeña autora por todo el set blandiendo su katana amenazadoramente.

"¡Esto todavía no se acaba! Quítame esta ridícula corona!"

"Pero tú sólo dijiste que dejara de llamarte hada madrina, no mencionaste nada sobre la corona" exclama la descabellada autora tratando de encontrar refugio tras sus musas.

Hiko está echando humo por las orejas… así de enojado está.

"¡Está bien!" implora la pobre Setilla después de que sus musas la abandonan. "¿Qué te parece si te doy una botella de sake para arreglar todo este malentendido?"

Hiko se detiene en seco y acepta la botella para irse a tomarla a algún rincón desolado. Sin darse cuenta, él mismo puede quitarse la corona y la tira a un lado --U

"Bien, espero que este fic hecho especialmente por mí, la magnífica y espectacular Setsuna Seta, les haya gustado, nos veremos después… ¡Sayonara!"