Y aquí estamos de nuevo. Nuevo cap para esta historia. Estaré buscando bocetear un poco a Lib estas semanas antes de continuar, para tener una foto que pueda poner en esta historia. Por mientras, espero que les guste (y en la anterior olvidé poner el disclaimer, una disculpa)

Disclaimer: Touhou Project pertenece a su creador ZUN, así como sus personajes y todo el mundo relacionado con Gensokyo. Fanfic hecho sin fines de lucro y por entretenimiento.


El fresco aire de primavera pegaba en el rostro de los seres que se encontraban a pleno vuelo y a flote en Gensokyo. Reimu Hakurei, la sacerdotisa del santuario con su mismo apellido, se dirigía a la Aldea de los Humanos para ayudar a detener una crisis. La acompañaban la profesora Keine Kamishirasawa, una youkai que cuidaba de dicha aldea y había pedido su ayuda para solucionar dicha crisis. Suika Ibuki, una oni de pequeña estatura y cabello naranja con grandes cuernos y cadenas también las seguía en pleno vuelo envuelta en la casualidad de haberse encontrado, mientras que un joven humano llamado Lib se encontraba sobre la espalda de esta última, con un rostro enfermizo tan azul como una mora que indicaba cuán mareado estaba.

– Deberías tener más cuidado transportando a otros, Reimu – le indicó la youkai albina.

La pelinegra se sentía un poco culpable por no haberse dado cuenta. Desde que llevó a Lib del brazo, el muchacho quedó a merced del viento, siendo violentamente sacudido en más de una ocasión sin ser detectado por su cuidadora, que estaba bastante más concentrada en llegar a su destino tan rápido como fuera posible. – ¡No me regañes, por favor! Creí que sería sencillo para él – trató de excusarse apenada.

– Al menos podrías echarle un ojo de vez en cuándo. Míralo! – le reprochó Keine de vuelta, señalando al enfermizo muchacho.

– Oigan, si este niño vomita, lo voy a soltar – sentenció Suika algo disgustada por llevarlo; pero no era el peso lo que le molestaba, sino el hecho de tener a alguien tan raro encima de su espalda y peor aún, sujetándose inconscientemente de sus cuernos.

Llevaban pocos minutos flotando por los campos de Gensokyo, hasta que vieron que estaban llegando a su destino. – Es aquí; bajemos! – indicó la profesora.

Los cuatro bajaron a tierra firme, aterrizando de manera suave de pie. Lib trataba de mantener el equilibrio al soltar su agarre de Suika, sosteniéndose de sus propias rodillas. – Solo…ugh…denme un segundo…– dijo de una manera tan débil que parecía estar a punto de desmayarse. –...mejor que sean dos…–

Algo particularmente evidente llamó la atención de la pelinegra de moño rojo, y es que se supone que habían llegado a la Aldea de los Humanos; pero justo donde estaban ahora no había humanos. Tampoco pudo ver edificios, tiendas, puestos, la entrada a dicha aldea, nada de nada. La tierra donde estaban era una desértica planicie vacía. – Keine, qué pasa? Esto fue obra de esa criatura? – preguntó con nerviosismo.

– Descuida –. Suika habló en defensa de la youkai mayor. – Keine usó su habilidad para ocultar la historia en la aldea; así no volvería a correr riesgo de ver algún humano o propiedad destruidos –.

– Cierto, como aquella vez del incidente de la Luna Falsa – recordó Reimu. Ya había visto esa habilidad en uso antes, y dió gracias a que decidiera no utilizarla en ella en aquella ocasión que lucharon.

– Descuiden, pronto sera noche de Luna Llena, así que podre traerla de vuelta en dos días – dijo para alivio de los presentes. – Por cierto, explíqueme, qué es eso de Summon Card? – preguntó curiosa.

– Ella no estuvo en la reunión que tuvimos aquella vez…? – preguntó el chico de ojos miel, un poco más recuperado.

– Cierto, Keine no fue convocada, y tampoco Suika – pensó la miko. – En corto, son básicamente cartas que tomaron una forma física en base a algunos recuerdos que se convirtieron en magia. Es muy difícil lidiar con ellos, ya que son un concepto del exterior, por lo cual nuestras habilidades no son muy efectivas contra ellos –.

Pensando en lo que acababa de aprender, recordó que tenía un objeto en su posesión. Decidió buscar en un bolsillo que llevaba tejido a su vestido azul. – ¿Cartas como esta? –

Los dos humanos se sorprendieron al ver una carta de color rosa pálido, con una imagen de una fortaleza metálica rodeada de un aura azul y un nombre diferente al resto de cartas que tenían ya en su poder. Lib dejó sus mareos de lado por completo y decidió acercarse. – Disculpe, pero podría verla? – pidió él, acercando su mano hacia el objeto rectangular, hasta que observó cómo su objetivo salía de rango.

– No tan rápido – sentenció la profesora severamente. – Primero quiero una explicación tan breve como sea posible. ¿De qué reunión están hablando? Y por qué de pronto hay criaturas extrañas repartidas en Gensokyo? Además, ¿qué hace un humano del exterior aquí? –

Eran varias preguntas que solo aumentaban en número cada vez que trataba de asimilar la situación. Sin más remedio, Reimu y Lib terminaron por explicar toda la historia de lo sucedido desde el inicio. Tan breve como fuera posible pero tan explícito como ellos recordaran. No iba a ser una tarea tan sencilla.


TOUHOU: Scattered Mind in Wild Cards

Capítulo 4 : Choque de Fuerzas

–...y así es como llegamos hasta este punto –.

Después de la explicación de ambos humanos, tanto la youkai guardiana de la aldea como la oni de las fiestas estaban algo confusas respecto a la explicación que habían recibido. De pronto había cartas que se convertían en monstruosas bestias y luego había algo parecido a las cartas de habilidad, aunque no fueran en sí cartas de habilidad, que cualquiera con propiedades mágicas pudiera usar. Luego estaba el asunto de la reunión que hubo de youkais influyentes en Gensokyo, de la cuál ni Suika ni Keine estuvieron enteradas.

La pequeña estaba desplomada en el suelo arrodillada, presa de la decepción. – ¿Por qué no me llamaron, si yo soy una oni muy fuerte…? – se quejó para sí misma.

– No fue idea nuestra, de pronto nos vimos arrastrados por Yukari, al igual que Lib y Marisa –se excusó Reimu. – Incluso había un lugar para mí –.

– Podremos platicar sobre ello en otro momento. Hay que concentrarnos – interrumpió la profesora. – Ahora, respecto a esta carta…–. Nuevamente, sacó el preciado objeto de su bolsillo, mostrándolo a todos y mirándolo con detenimiento.
– Lo que entiendo es que contiene recuerdos tuyos que se han transformado en poder mágico en beneficio de estas –. Esto fue respondido afirmativamente por Lib, agitando levemente su cabeza. – Y al recuperar tus recuerdos, ese poder mágico se transfiere a ti, lo que te permite usarlas, pero también le permite a otros con capacidades mágicas manejarlas. ¿Correcto? –. Nuevamente hubo una afirmación de parte del muchacho ojimiel. Un poco más convencida, y mirando que no representaba una amenaza para la paz en la aldea, Keine decidió entregarle la carta. – De acuerdo, supongo que estará bien –.

Su mirada se iluminó al tiempo que una sonrisa se dibujaba en su rostro. Plácidamente estiró su mano para tomarla. – Se lo agradezco mucho, de verdad que- Pero nuevamente su objetivo dejó su rango de alcance. Sintió que la sombría mirada de Keine traspasaba su cuerpo y alma cuando apartó la carta de su alcance.

– Pero te advierto una cosa… – sentenció. – Si usas este poder para causar problemas a las personas, o me entero que hay víctimas por tu culpa, vendré por ti una noche de luna llena y te arrancaré cada una de las extremidades de tu cuerpo hasta que parezcas una patata asada… ¿Entendiste? –. Lib agitó mucho más la cabeza en señal de afirmación. Por lo que había escuchado, no era bueno meterse con los youkai de su tipo. – ¡Muy bien, entonces aquí tienes! – le volvió a decir estirando su mano con la carta, esta vez de mejor humor. Aunque ninguno de los presentes estaba muy convencido.

Con algo de miedo y uno que otro temblor involuntario de su cuerpo, por fin pudo tomar la carta en sus manos. Reimu se acercó a verla también, para echar un vistazo a lo que pudiera ser. Se trataba de una Restriction Card; The Phantom Fortress of Steel era el nombre de esta carta. – Un…castillo? – se preguntaron los dos. ¿Qué utilidad podría tener un enorme edificio en llamas azules ante estas situaciones?

Como con las otras cartas que había recolectado, esta comenzó a brillar, indicando que el muchacho comenzaba a recuperar los recuerdos impresos en ella.


Y? ¿Qué te parece? –

Dudo sobre lo que el otro muchacho trataba de decir. – No te entiendo, Keith. ¿Qué tiene de especial este lugar? –. Claramente el olor a humedad, las oxidadas paredes y la falta de puertas o ventanas en la abandonada vivienda a las afueras de la ciudad no le caían en gracia para nada.

¿Qué tiene de especial? ¡Es obvio! Esta será nuestra fortaleza! – le respondió animadamente.

Rasco su cabeza en señal de duda. – No es algo infantil conseguir una guarida a nuestra edad? –

Fortaleza, no guarida – corrigió Keith a su amigo. – Y usar la imaginación no es cosa de niños solamente. Necesitamos un lugar donde podamos crear nuestras ideas para nuestro propio juego de cartas, un buen espacio para dejarlas volar, y sobre todo un lugar al cual siempre podamos volver si nos perdemos –.

Entiendo eso, pero…esta bodega abandonada? –

Awww, vamos! Miralo desde otro ángulo! –. Se colocó detrás de él, tratando de hacerle entender sus ideas. – Imagina esto. Una fortaleza embrujada que contiene en su interior miles de almas de guerreros que protegen a los noble y justos. Y cuando alguien quiera atacarlos, BANG! Comienza a cobrar vida y a ahuyentar a todos los forasteros y saqueadores que se le acerquen! –.

Parecía muy fuera de sí, como siempre que una idea se le metía a la cabeza. Pero no podía evitarlo. Su mejor amigo era así después de todo; esa actitud le valió muchos problemas, pero también muchas enseñanzas y lecciones en su corta vida, y él estaba feliz con ello. – En serio, ¿por qué los ricos son tan excéntricos? – se quejó burlonamente. – Podrías simplemente pagarle a alguien para que haga todo eso –.

Nuh-uh! A mi no me interesa ni el dinero ni que otros metan sus manos en mis ideas. Oh, bueno, nuestras ideas – corrigió Keith, recordando que la idea de crear un juego único de cartas era de ambos. – No, ya me conoces –. Luego se alejó un poco, dando media vuelta para mirar al horizonte. – Lo que yo quiero…es dejar mi huella en el mundo haciendo lo que me gusta. Escribir mi propia historia, contarla a aquellos que estén interesados en ella, dejar volar mi imaginación…y creo que si logramos que este proyecto despegue, podré lograrlo –. Luego de esto, volteo a mirarlo nuevamente, acercándose rápidamente a él para tomarlo del cuello con un brazo y rascarle la cabeza con su mano libre. – Por supuesto,no puedo lograrlo sin un buen respaldo de mi mejor amigo, experto en dibujar cosas sin sentido! –

Forcejearon un momento, tratando de zafarse del agarre de Keith. Luego de varios intentos, ambos se tiraron al verde pastizal que rodeaba la abandonada fachada, riendo plácidamente. Después de un momento de quietud, tomó una gran bocanada de aire que se perdió en un fuerte suspiro. – Si, creo que tienes razón… –. Cuando volvió a ponerse de pie, ambos voltearon a mirar al edificio. – Bien, esta será entonces. Nuestra fortaleza –.

La fortaleza fantasma de acero! – gritó Keith, muy contento.


Luego de haberse ido durante algunos momentos, un nombre comenzó a resonar en su memoria. – Keith…ese era su nombre… pensó contento. Al fin sabía quién era esa persona tan importante que le había regalado su primera Summon Card.

Quien no se encontraba muy contenta era Suika. Estaba tratando de llamar su atención desde hace un rato, pero no se dignaba a contestar. A la pequeña oni ya le estaba molestando la nula atención que el muchacho prestaba a sus gritos. – ¡Oye! ¡Ya despierta! –. Nuevamente, hizo caso omiso. – ¡Hazme caso, maldita sea! –. Harta de la ignorancia del humano, lanzó una fuerte cachetada que conectó directamente con la mejilla izquierda de Lib, tomándolo completamente desprevenido y despertando de su trance. El golpe lo dejó dando dos vueltas sobre su eje, al mismo tiempo que iba cayendo, con la marca de una diminuta mano impresa en color rojo en su mejilla. Acto seguido Suika se sacudió las manos, molesta. – Y no vuelvas a ignorarme! –.

– P-pero por qué fue eso!? – preguntó el humano, aun confundido y adolorido sobando su mejilla en el suelo.

– Te lo dije. ¡Tenemos problemas! Algo se acerca! –. Apuntando un dedo hacia los terrenos lejos de la aldea humana, una enorme nube de tierra y polvo se levantaba del suelo. Las otras presentes estaban ya en guardia, listas para lo que estuviera llegando a su posición.

Lib entonces se puso de pie, agudizando la mirada hacia donde se levantaba todo el desastre de polvo que cada vez iba aumentando en tamaño. – Por favor, diganme que eso si es un youkai…–

–Es lo que trataba de mostrarles – mencionó Keine. – La extraña criatura que mencione antes atacando a la aldea vino de esa dirección la última vez también. No sabemos qué es, ni cómo enfrentarla. Y parece que el danmaku no le hace daño –.

Lo último dicho por la profesora le recordó a Reimu su batalla contra la quimera del día anterior. Sus ataques no hacían demasiado contra la bestia de tres cabezas, ni siquiera su sello más fuerte. – Es igual que aquella vez, Lib! Entonces si se trata de otra Summon Card. – le dijo a su protegido. – Creo que sería buena idea que sacaras a pasear a una de tus "mascotas" ahora mismo –.

– Si, creo que Assault Chimera podría ayudar en esto – respondió, buscando su preciada Summon Card para pedir su ayuda y sus poderes. Pero algo no estaba bien. No encontraba la carta de Assault Chimera en ningún lado. De hecho, no encontraba ninguna de sus cartas hasta ese momento; ni siquiera su caja donde las portaba estaba con él.

– Lib? Cuando quieras, que sea hoy por favor – advirtió Reimu, viendo que aquel desconocido ser se acercaba más.

– ¡No puede ser…esto es malo…! –


La cabeza cristalina aparentemente intangible de un dragón se asomaba por encima de una caja que portaba cartas de diferentes tipos. Muy confundido, el ser dracónico miro a todos lados sin ver ni una señal de vida en la habitación. – Maestro? ¿A dónde se fue? – se preguntó.


– ¿A QUÉ TE REFIERES CON QUE NO LAS TRAJISTE!? –. la chica de moño rojo estaba furiosa, sosteniendo a Lib por la cremallera de su chaqueta marrón, zarandeandolo violentamente de atrás hacia adelante.

– N-no-no me diste tiempo! ¡Salimos de repente y no tenía nada conmigo! – se trató de defender inútilmente el ojimiel.

– Y POR QUE NO ME LO DIJISTE ANTES DE SALIR!? –. El agarre de la miko sobre él no cesaba, mientras su desesperación y rabia crecían con cada sacudida que le daba.

– ¡Dejen de pelear! Hay que detener a esa cosa aquí como sea! – sentenció la youkai de cabello plateado.

La figura que se acercaba amenazantemente estaba a cuatro patas. Su velocidad parecía ir en ascenso con cada pisada que daba, al igual que su tamaño, que no era muy común de ver por los alrededores, pues nadie en Gensokyo media más de dos metros de alto. Largos mechones se desprendían de su lomo y parte de su cabeza, los cuales parecían inmóviles; a pesar de la velocidad que estaba alcanzando, el viento no lograba moverlos. Tenía un hocico ancho, lleno de dientes y colmillos, con algunos de estos sobresaliendo. Sus ojos tenian un color amarillo y una mirada ciertamente asesina, cargando con todo lo que tenia hacia su objetivo; encima de sus cejas dos grandes cuernos adornaban su cabeza de manera uniforme, seguido de un par mas pequenios a cada lado. Lo que más llamaba la atención de los humanos fue que dicha bestia tenía la piel metalizada; estaba completamente cubierto, desde sus garras hasta sus mechones de pelaje, su pequeña cola y toda la parte de su torso y lomo. Parecía que estuviera cubierto de placas metálicas que se movían como escamas en su piel, sin dejar puntos débiles al descubierto.

Encontrándose a unos metros cerca de su lugar, las youkai y humanos que estaban ahí tomaron sus posiciones, esperando cualquier movimiento brusco y súbito. Sin embargo, la pelinaranja se encontraba complacida, sonriendo. – Vaya, parece que por fin voy a poder divertirme con algo aquí –. Suika se puso frente al grupo, con ambos brazos y piernas extendidas, lista para preparar un agarre. – ¡Mejor alejense rápido! – les indico a los presentes, quienes rápidamente se hicieron a un lado; Keine fue sola hacia su derecha, mientras que Reimu arrastró a su protegido hacia la izquierda de la oni. – ¡Qué esperas, ven aquí! – gritó retadora.

Sin dar tiempo a dudas usando su habilidad para modificar la densidad sobre si misma, el tamaño de la pequeña oni comenzó a volverse mayor al que estaba acostumbrado a ver. Lib observó como la youkai empezaba a medir lo mismo que un edificio de varios metros, superando en volumen y altura a cualquier ser presente ahí mismo. Cuando la criatura estaba por llegar a su lugar, Suika estiró ambas manos hacia ella, lista para detenerla. – ¿Ella puede hacer eso siempre? – preguntó Lib.

– Es muy conveniente ahora que lo pienso – respondió la pelinegra. – Las Summon Cards no parecen ser afectadas por nuestros ataques danmaku o habilidades, pero seguramente no pueden hacer nada contra las fuerzas físicas y literales. Además, Suika es una oni, una de las especies más fuertes físicamente hablando en toda la historia. ¡Con esto seguramente tendremos ventaja! –.

Lo que siguió después fue un fuerte choque entre los dos seres; Suika tomó por ambos cuernos a la criatura metálica, la cual no disminuyó su fuerte carga contra ella. Entonces la oni se dio cuenta que, incluso con su fuerte agarre, sus pies estaban arrastrándose frente a la bestia, a pesar de que permanecía inmovil. Decidió aplicar más fuerza de la que planeaba para frenar, pisando más fuerte el suelo por donde era arrastrada. Sus pies iban dejando un rastro en línea recta con cada metro que avanzaban. Con esto, la bestia disminuyó poco a poco su velocidad. – Vaya, eres fuerte! Pero no tanto como yo! – Después de unos segundos, quedaron parados en medio de la planicie, dejando un enorme rastro que rasgó la tierra tras ellos. Ambos seres estaban forcejeando en el agarre de la oni; uno para liberarse, la otra para evitarlo.

– ¡Eso es Suika! Bien hecho! – vitoreo Keine, contenta de que la fuerza bruta de la pelinaranja estaba funcionando mejor de lo esperado.

Pero no pasó mucho tiempo para que las cosas se invirtieran en su contra. Mientras sostenía al monstruo con una mano, aun tratando de zafarse, Suika levantó un brazo con el puño cerrado, asestando un fuerte golpe en la cabeza de su oponente que creó una onda de choque alrededor del área donde estaba. Pero la oni se quejó de dolor, retirando rápidamente su puño. La fuerza de su golpe no fue suficiente para penetrar o siquiera hacer tambalear a la criatura que sostenía, pues su piel resultó ser más dura de lo que cualquier metal en ese territorio pudiera ser. – Oye, usar armaduras es trampa – se quejó con una lágrima asomandose por su ojo. El atacante aprovechó para zafarse de su agarre, al tiempo que le propinaba una potente embestida en el área del estómago, lo que hizo que la oni retrocediera y cayera de espaldas inmediatamente, pese a su gran tamaño adquirido. La pérdida de aire no se hizo esperar; revolcándose, se quejaba del dolor tirada en el piso y sosteniendo su estómago para tratar de recuperarse, mientras iba regresando a su tamaño normal.

Cuando terminó con ese objetivo, se dirigió a mirar rápidamente al resto de los presentes. Dando un fuerte y ensordecedor rugido, comenzó a cargar contra Reimu, Lib y Keine, que no se encontraban demasiado lejos de ahí.

– Rápido, tenemos que dispersarnos.. Reimu, llévate a Lib contigo! – indicó la youkai, emprendiendo el vuelo.

A pesar de las indicaciones de la profesora, cuando Reimu tomó el brazo del susodicho, este se soltó abruptamente, sorprendiendo a la sacerdotisa. – ¿Qué crees que haces? No te puedo dejar por tu cuenta o morirás! –.

A pesar de los reclamos de su cuidadora, algo en su cabeza estaba llamando su atención. Un pedazo del recuerdo que recién había recuperado.

Una fortaleza embrujada que contiene en su interior miles de almas de guerreros que protegen a los nobles y justos. Y cuando alguien quiera atacarlos, BANG! Comienza a cobrar vida…–

Eso era. La clave que necesitaban para detener a semejante criatura. Una pequeña lección de física básica que aprendió a la mala en algún momento en el mundo exterior. Y lo único que necesitaba era la única carta que portaba. – Espera, se que debemos hacer! – le dijo a la sacerdotisa.

Reimu se encontraba confusa. ¿Cómo esperaba ayudar si solamente contaba con una carta a la mano? Misma que recientemente había conseguido sin saber nada de su utilidad en este combate.

– Distraelo tanto como puedas! – dijo alejándose hacia la dirección contraria. – ¡Cuando te diga, atraelo hacia mi! –.

Tenía muchas dudas acerca de qué clase de plan tenía para contener la Summon Card. Pero viendo que estaba seguro de su decisión y no se trataba de una misión suicida, decidió hacer caso. – Solo no hagas que te maten, por favor –. Asintiendo con la cabeza, se dirigió a las alturas flotando sobre la criatura, a la cual atacó con patrones danmaku usando sus ofudas y orbes Ying-Yang. Afortunadamente, esto llamó la atención de la criatura lo suficiente para que se enfocara únicamente en Reimu. – Oye, lata vieja! Ven por mí si puedes! – grito a la criatura burlonamente, mientras seguía atacando. Furioso, el animalejo de metal puso marcha hacia la pelinegra, dispuesto a atacar directamente.

Por su parte, luego de haberse alejado a una distancia más segura, Lib se dió media vuelta, quedando estático en su lugar y lanzando la Restriction Card al aire, momento en el que desapareció. Ahora estaba lista para ser usada. – Reimu, ¡atraelo hacia aquí! –

La chica sin embargo estaba bastante ocupada en ese momento. Tratando de quitárselo de encima, seguía disparando patrones Danmaku para obstaculizarlo, pero la bestia no cedía en su ataque de carga. Incluso comenzó a usar sus garras para intentar alcanzar con ellas a Reimu. – Estoy algo ocupada ahora! – le respondió.

Esa única distracción fue suficiente para que el metalizado lograra estirar una de sus garras delanteras hacia ella, dando un gran salto hasta la altura donde se encontraba para atraparla de una vez. Cuando estaba a punto de impactar sus afiladas uñas contra el cuerpo de su víctima, súbitamente, la pelinegra desapareció. El ataque jamás conectó. En cambio, un pequeño temblor se generó cuando aterrizó de vuelta, confundiéndose acerca del paradero de su víctima, a quien no veía en ningún lado. – Uff! Parece que logré hacerlo a tiempo… –. Keine había usado su habilidad para borrar ese último ataque a Reimu de la historia, haciendo que cualquier daño que fuera a recibir en ese instante jamás haya pasado en primer lugar. Su habilidad para borrar algo de la historia no se limitaba a objetos físicos, lugares o personas, sino también a conceptos metafóricos o literales. Aunque como todas las cosas, usar esta habilidad de una manera más precisa requiere de tiempo y concentración.

El monstruo de pronto sintió cómo lo jalaban desde su duro cuello hasta ser arrastrado por los suelos, significando que alguien lo trataba de someter. – NO HE TERMINADO CONTIGO! – gritó Suika ferozmente; recuperada de aquella embestida brutal, decidió que iba a ajustar cuentas con su anterior atacante.

Nuevamente, ambos forcejearon en un intento de ver quién tenía más resistencia, a la par que la profesora youkai se dirigió hasta la posición de Lib. – ¿Está bien, profesora? –

– No es por mí por quien tienes que preocuparte – respondió, mirando como la chica de moño rojo se acercaba rápidamente flotando hacia su dirección.

– Listo, lo distraje cuanto pude. ¿Ahora que? – cuestionó la sacerdotisa, reagrupandose con ambos. – Tenemos poco tiempo antes de que Suika no pueda aguantar más–.

– Niño, espero que tengas un buen plan en mente! –. Keine estaba nerviosa acerca de lo que sea que tuviera planeado hacer. Se trataba de un humano común y corriente, y ni siquiera era capaz de volar por sí mismo, pero estaba tan determinado a ejecutar una idea de la que no sabía nada. Lo único que podía hacer era esperar y mantenerse alerta, pues aunque fuera un humano del exterior, seguía siendo un humano y no dejaría que nada le pasara..

Pese a todos sus esfuerzos, Suika terminó siendo zarandeada por el monstruo de metal, aún sujeta a su cuello. Luego de soltarse una vez, siguió prendida a la bestia por sus cuernos, que sostenía con firmeza a pesar de los esfuerzos de esa criatura para quitársela de encima. – Basta! ¡Me voy a terminar mareando! – suplicó aún sujeta a este ser. Pero para cuando pasaron tres miserables segundos, el monstruo usó toda su fuerza para levantar la mitad de su cuerpo delantero, forzando a la oni a soltarse y salir disparada muchos metros hacia el cielo. La figura de la youkai se veía como un punto desde la tierra, que se fue haciendo cada vez más chico hasta desaparecer entre un par de nubes blancas.

Ahora, con la vía libre y su vista puesta en los siguientes objetivos, el monstruo rugió una vez más, antes de volver a la carga, esta vez contra el grupo de tres frente a él a varios cientos de metros. Con la furia, fuerza y velocidad que estaba alcanzando, no sería ningún problema alcanzarlos, incluso en aire.

– Muchachito, si vas a hacer algo, ¡será mejor que lo hagas ahora! – advirtió la youkai mayor, viendo que la criatura se acercaba peligrosamente.

Era ahora o nunca. Y si no reaccionaba, sería tarde para todos los presentes. Ya se había arriesgado mucho, y pensó que ahora era su turno de aportar algo en esa batalla donde prácticamente llegó desarmado. Así que tomó posición frente a las dos mujeres y puso su mano derecha hacia enfrente. – Es hora de saber si mi teoría funciona…–

Justo en ese instante, levantó su mano al cielo, gritando el nombre de la única carta que tenía en su arsenal en ese momento.

– Restriction Card: The Phantom Fortress of Steel! –

Hubo un tremendo temblor debajo de todo. Luego, llamas azules comenzaron a salir de la nada, al tiempo que frente a ellos se erigía una colosal torre, seguida de murallas que parecían hechas de acero puro, pero se mostraban transparentes como si se tratara un fantasma. Cada vez más iban aumentando en tamaño, hasta alcanzar el de un auténtico castillo fortificado. Cuando terminó de tomar la forma que debía tener, una reja de barrotes de acero entrecruzados salió por la entrada donde se encontraba el chico, protegiéndolo completamente. – Esto debe ser suficiente –.

Las dos mujeres detrás de los muros de la fortaleza estaban sorprendidas. Los espectros en Gensokyo eran algo normal de ver, pero este en particular era muy diferente a lo que ya habían visto. – Lib, ¿qué está pasando? – preguntó Reimu algo desconcertada.

– The Phantom Fortress of Steel es impenetrable y nos protege de cualquier cosa; nada puede entrar o salir de ella, ni siquiera por arriba o abajo – explicó.

Aunque la miko no estaba nada de acuerdo con esa explicación. La criatura que enfrentaban era imparable y sumamente resistente a todo lo que le arrojaran. ¿Cómo iban un montón de murallas a detenerla? – Lo siento, pero lo que dices carece de demasiado sentido común. ¿Quieres decir que estamos atrapadas aquí hasta que acabe el efecto? – agregó también. El hecho de estar encerrada era algo que definitivamente no le gustaba, si no era en su propio hogar.

– Dejemos eso de lado. Quiero que me expliques cómo una muralla y torres van a detener a esa criatura? – preguntó Keine con leve desesperación al chico.

– Señorita Kanye? – respondió erróneamente él.

– Keine, no Kanye! –

– ¡Eso! Usted es profesora, ¿no es así? – preguntó de vuelta.

– Así es, pero ¿qué tiene qué ver eso con la situación actual? –

Lib sólo sonrió plácidamente. – Entonces debe saber acerca de una de las lecciones básicas de la física. ¿Qué pasa cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible? –.

Esta pregunta confundió aún más a las mujeres presentes, sobre todo a Keine, que no entendía nada del punto que estaba queriendo darle a entender. Pero no le dió tiempo de seguir cuestionando, pues la bestia de metal estaba a tan solo unos pequeños instantes de impactar el muro.


Kazen Ibaraki solía visitar el santuario Hakurei al menos una vez por semana. Le importaba qué tan bien lo conservaba su sacerdotisa local y qué tanto se estaba esforzando por entrenar sus habilidades para convocar los poderes del Dios Hakurei, que poco o nada se sabía de él. Ese día particularmente estaba convencida de visitarla, pues planeaba compartir algo de Okonomiyaki que había preparado para ella misma. Al ser tanto, le sobró lo suficiente para compartirlo con Reimu y Lib. – Debió ser duro para ambos asimilar los acontecimientos del día de ayer – pensó. – Con esto seguramente se elevará su ánimo, me esforcé mucho para prepararlo –. Más animada, continuaba caminando por la escalera que conducía hasta la puerta Torii, que daba la bienvenida al templo junto con un par de conocidas estatuas. Sin embargo, algo faltaba ese día que rápidamente notó. No había una enorme puerta roja erigiéndose para darle la bienvenida al santuario; tampoco se encontraban las estatuas que solían proteger el lugar de intrusos o espíritus malignos. Alarmada, se puso en marcha a pasos agigantados corriendo a toda velocidad cuesta arriba.

Cuando llegó, los manjares que sostenía resbalaron de sus manos, presa de la parálisis que le dió al ver el estado tan desastroso de un, de por sí, ya decadente santuario. No solo los anteriores elementos fácilmente reconocibles del lugar no estaban, sino que también varios árboles de flor de cerezo estaban seriamente dañados, además de que el camino que apuntaba a los edificios esenciales del santuario estaba parcialmente agujerado en varios puntos, haciendo complicado el andar por ahí. Una vena saltó de su frente, al mismo tiempo que apretaba sus puños. – Esa señorita me va a tener que escuchar en serio está vez…– amenazó muy enojada para sí misma

De pronto, un ensordecedor estruendo se escuchó lejos de su dirección. El choque de distintas fuerzas había provocado un boom sónico que fue a parar a los oídos de la ermitaña, provocando que su atención se dirigiera inmediatamente al incierto origen de esa reacción. Aunque por la proximidad y dirección del sonido, dedujo correctamente que no podía provenir de otro lugar, excepto de la Aldea de los Humanos. – Ya veo – dijo para sí misma de nuevo. – Entonces ya deben estar en ello –. Sin moverse ni parecer perturbada, decidió que esperaría su llegada. Si ambos se encontraban ausentes del santuario, era seguro que se trataba de esta nueva crisis que debían resolver.


Los tres trataron de cubrirse del impacto usando sus antebrazos, en caso de que las cosas no resultaran como esperaban. Afortunadamente, el monstruo fue repelido al chocar bruscamente contra las paredes de Phantom Fortress of Steel, provocando una fuerte onda de choque por los alrededores y un violento retroceso que lo dejó temblando en el suelo y fuera de combate por unos instantes.

– Y esto es lo que pasa cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible –. Cruzado de brazos, daba gracias a que su idea de usar la única Restriction Card de esta forma había funcionado. – No pueden existir en un mismo plano, ya que la existencia de una contradice a otra. Ese monstruo es una fuerza imparable, pero deja de serlo al encontrarse con un objeto inamovible como lo es Phantom Fortress – concluyó. – Aunque seguramente eso ya lo sabe, ¿verdad? –

– Uhmm, no tengo ni idea de qué me tratas de decir. Además soy profesora de historia, no de física. No estoy interesada en esa clase de conocimiento del mundo exterior – corrigió Keine al chico para la decepción de este último, el cuál sintió que toda su explicación se fue a la basura al recibir semejante respuesta.

Reimu tocó las paredes de la fortaleza, sorprendida que haya resistido tremendo ataque sin recibir ningún rasguño, cuando ni la misma Suika pudo detener al monstruo. Aún más sorprendente fue que estas tenían una apariencia espectral, pero realmente podía tocarlas.. – Es muy conveniente que emplearas esto en su contra. Pero cómo pretendes pararlo con solo una pared entre esa cosa y nosotros? Seguramente no dejará de atacar –.

– Lo sé. Por eso es que debo pasar a la segunda fase – explicó, para sorpresa de la sacerdotisa.

– Segunda fase!? –

Acto seguido, tomó una posición diferente, estirando su mano derecha extendida hacia el cielo. – No lo recordaba hasta ahora, pero este tipo de Restriction Card es único en su clase –. Todos pudieron observar cómo con ese movimiento, las paredes comenzaban a fundirse rápidamente en el fuego azul que emanaba de ellas, perdiendo toda forma física que fuera posible. Acto seguido, la masa de acero fundido comenzaba a tomar una nueva forma, compuesta de un solo cuerpo que recordaba a un torso con brazos y una torre por rostro, completamente irreconocible a cómo estaba anteriormente. A medida que iba absorbiendo de vuelta todos los pedazos fundidos de acero, su tamaño iba creciendo hasta llegar a proporciones descomunales. – Y es que esta es la única Restriction Card que puede volverse una Summon Card! – agregó a su explicación anterior. – Phantom Fortress of Steel, ¡pasa a la ofensiva! –

Al fin, la forma de un colosal gigante con enormes manos y brazos, con un torso que salía del resto de material fundido e imbuido en llamas azules salía por detrás de los presentes, preparado para seguir cualquier orden que tuviera su invocador

El monstruo frente a ellos comenzó a levantarse torpemente, pues su choque contra las paredes de Phantom Fortress lo había dejado bastante aturdido y con su vista nublada, incapaz de distinguir las imágenes a su alrededor. Sacudiendo su cabeza, buscó por todos lados, dando vueltas para encontrar a sus víctimas. – Phantom Fortress, no dejes que escape! – ordenó el joven. Lo siguiente que encontraría serían un par de enormes manos de acero que se dirigían hacia su posición, a punto de privarlo de su libertad. Inútilmente, la criatura trataba de huir de un lado a otro, luego hacia atrás; por último, intentó cargar hacia adelante, hasta que dichas manos lo mantuvieron apresado. Veían como trataba de forcejear fuera del agarre de la fortaleza sin éxito alguno. Con un enorme rugido que ensordeció a los presentes, decidió darse por vencido entre las manos gigantes que impidieron su movimiento. – ¡Ya está, lo tenemos! – vitoreó Lib.

– Bien, eso debería bastar por ahora. Pero recuerda que tienes tiempo límite para usar estos efectos – advirtió su compañera, recordando que ya había visto el uso de una Restriction Card antes, cuyos efectos duraron apenas uno o dos minutos. – Debemos regresarlo a su forma de carta –.

– Vamos, acaba con el! – pidió Keine explícitamente. – No podemos permitir que siga sembrando el caos en la aldea o más allá de ella –.

Siguiendo los consejos de ambas mujeres, y controlando a la fortaleza hecha gigante, dedujo que lo mejor para regresarlo a su forma original era aplastarlo entre ambas manos metálicas. Pudiera ser que se soltara nuevamente y no tendrían otra oportunidad, así que se mostró confiado en su siguiente movimiento. – Bien, entonces es hora de terminar con-

Pero antes de ejecutar cualquier acción, se detuvo.

Mirando fijamente al atacante, se dio cuenta que soltaba aun quejidos y rugidos que daban a entender la ira que sentía. Pero para él reflejaban algo más que simple enojo por haber perdido la libertad de moverse. Una sensación desagradable que, a pesar de ser ajena, podía sentirla como si fuera suya. Era tan real que no pudo evitar sentir un gran peso en su corazón cuando vio como la bestia metálica, entre sus forcejeos y furiosos sonidos, soltaba una lágrima. Bajo entonces completamente su guardia, estupefacto y conmovido por lo que estaba viendo, dio un paso al frente, y sucesivamente dio otros más para irse alejando del grupo.

– …Lib? ¿Ahora qué te pasa? –. Reimu no daba crédito hacia la actitud tan repentina del muchacho. Hace unos instantes estaba completamente seguro y confiado en detener a una máquina de destrucción a cuatro patas. Ahora, teniendo la oportunidad de terminar el trabajo, bajo su guardia y estaba dirigiéndose hacia lo que podría causarle más que una simple herida de bala danmaku; una improbabilidad que no se esperaba. Sin perder tiempo, flotó hasta donde se encontraba y tomó el brazo de su protegido bruscamente impidiéndole seguir su trayecto. – ¿Qué rayos pasa contigo!? – regañó severamente al muchacho. – Deberías estar destruyendo esa cosa y tomar su car–. Pero ella misma se interrumpió. No, sabía que no era correcto hablar así con él. Más aún porque no era la primera vez que miraba esa expresión. Mientras Lib volteaba a mirarla con una profunda y evidente tristeza, Reimu lo miraba pasmada, soltando lentamente su brazo hasta que el chico pudo continuar tranquilamente hacia el frente mientras su propia ira se apaciguaba. A pesar de pensar que fue negligente al dejar que se expusiera al peligro, la chica sintió que estaba seguro de lo que iba a hacer. Pero había algo más que logró notar. Un cambio muy diferente en él, debajo de ese rostro…

El enorme monstruo metálico, aún atrapado entre las manos de su coloso aliado, seguía rugiendo y lanzando mordidas al aire, inútilmente tratando de escapar. Sin embargo, Lib continuaba caminando en su dirección, y siguió de frente lentamente observandolo hasta que pudo llegar hasta ese punto. La criatura entonces lo miró furiosa, pero era evidente que el dolor que se le estaba infligiendo trataba de mermar el resto de sus fuerzas. Después de unos instantes, y para sorpresa de Keine y Reimu, comenzó a estirar una mano hacia su dirección, con una clara intención de tocarlo.

La bestia decidió sacudir violentamente la cabeza, lo cual hizo que uno de sus largos e irregulares cuernos rozara el rostro de Lib, forzandolo a alejar la mirada. Pero incluso con la herida en su mejilla, pronto se volvió hacia el monstruo de nuevo.

A pesar de los bruscos movimientos de su cabeza, finalmente logró tocarlo con calma, lo que sorprendentemente evitó que la criatura continuará con sus violentos intentos de hacer daño a otros y a sí mismo. No aplicaba fuerza, pero esta acción provocó que la bestia parara un momento, con sus ojos más abiertos que antes. –...estás asustado, ¿verdad? – le preguntó.

No hubo respuesta, pero sí una mirada seguida de un ligero gruñido.

– Pero también estás enojado… no? –. Con estas palabras y una caricia entre los ojos de la criatura, fue tranquilizandola hasta que ya no se movía.

Solo podía observarlo, derramando otra lágrima que pudo mirar con más atención. Esta parecía hecha de ámbar puro y fino que rodaba por las metálicas placas que lo recubrian.

Luego, con más confianza entre ellos, levantó su cabeza tanto como pudo y juntó la frente del monstruo con la suya, colocando ambas manos sobre su cabeza de manera gentil. – No te preocupes…ya no hay nadie que te haga daño…–. Lentamente levantó su mano cerrando su puño, ordenando así que el agarre del coloso sobre esta cediera. La criatura cayó de pie al suelo; acto seguido, se acercó nuevamente a Lib, con tristeza y remordimiento, juntándose ambos nuevamente frente a frente.

Ambas mujeres pudieron notar que la criatura comenzaba a cristalizarse y desaparecer, al igual que el gigantesco ser que las había defendido instantes atrás de una poderosa embestida. Viendo que estaban fuera de peligro, decidió acercarse a la sacerdotisa. Mientras todo regresaba a su forma natural de carta, vio cómo ambos seres seguían juntando sus frentes en señal de respeto mutuo. – Es increíble…–. La youkai guardiana de la aldea no daba crédito a lo que veía. – Logró dominar a esa cosa incluso cuando recibió daño. Quién es realmente este chico, Reimu? –

Sin embargo, la pelinegra estaba absorta en sus pensamientos. – Yo…quisiera saberlo también – respondió insegura.

Al tiempo en el que ambas decidieron acompañarlo, una nueva carta apareció frente al muchacho mientras The Phantom Fortress of Steel regresaba a su mano. Era una nueva Summon Card, con su característico color rojo cobrizo, la imágen de una bestia metalizada en ella y un nombre distinto a las que había dejado en el santuario; Rebellion, Fullmetal Berserk. – Gracias…–. Agradecido, decidió que debía hacer lo habitual; tomar el objeto y recuperar otra parte de sí. Repentinamente, una mano en su hombro en señal de consuelo hizo que volviera en sí, prestando atención a su alrededor para notar a otras dos personas.

– ¿Estás bien? – preguntó Reimu, no muy segura.

– No lo sé…– respondió honestamente. – Mi cara duele bastante, y me siento… muy cansado…ugh…–

Ya no dio tiempo de algo más. Súbitamente cayó desplomado sin siquiera dar tiempo a Keine o Reimu de reaccionar. Su cuerpo se volvió más pesado, y sus ojos pedían a gritos ser cerrados. Como si hubiera estado días sin dormir, se vio preso de la enorme fatiga que sentía, alarmando inmediatamente a la sacerdotisa y la youkai. Las dos cartas que habia recuperado ese día descansaban entre sus manos, habiendolas tomado inconscientemente.


Ugh, AAAAGHH…maldita SEA! –

Había sangre en sus manos. Sintió cómo sus heridas le quitaban algo de resistencia cada vez que se arrastraba, sintiendo un gran sentimiento de impotencia. Pero eso no mermaba para nada su enojo, el cuál estaba tomando control de su ser; todo dirigido a la silueta de una mujer delante de él. No pudo distinguir bien quien era, pero unos ojos rojos y cabello plateado lo veían como si se tratara de un ser despreciable y patético. Filosos cuchillos colgaban de su mano derecha, mientras que con la izquierda se tocaba su pecho, también herido. Súbitamente, la figura desapareció dando un tremendo salto hacia el techo de los edificios frente a él.

Tú…! Vas a pagar…por esto! –

Ya estaba presa de la rabia completamente, pero sus heridas no lo ayudarían ni a él ni al par de personas tiradas a su lado. Sólo pudo limitarse a golpear fuertemente el pavimento de aquel callejón.

¡NO SE QUIÉN ERES! ¡PERO TE RECORDARÉ! – exclamó furioso y adolorido.

¡JURO QUE TE ENCONTRARÉ! Y TE HARÉ PAGAR POR ESTO! AUNQUE ME CUESTE LA VIDA! –


Como si fuera un interruptor, al terminar ese desagradable y fuerte recuerdo, sus ojos se abrieron repentinamente. Estaba recostado en el duro suelo de tierra, sobre la misma planicie a donde había llegado anteriormente. Aunque ahora no era muy de mañana. Al contrario, pareciera que el sol estaba despidiendo otro día más en Gensokyo. Se dió cuenta que su cabeza reposaba sobre algo suave, pero no tenía demasiada fuerza para levantarse y comprobar de que se trataba.

Lo que sí pudo ver fueron cuatro cabezas que se asomaron a verlo, comprobando que estuviera bien, o al menos vivo. – Lib! Despertaste? – le preguntó una muy preocupada sacerdotisa de cabello oscuro y un particular moño rojo.

– Oye, ¿estás bien? Haber usado tanta magia debió ser extenuante para alguien como tú – le mencionó Keine, aliviada. Se dio cuenta también que, por la posición de su cabeza, estaba descansando en el regazo de la profesora.

Muy apenado, levantó su cabeza rápidamente, y parado sobre sus rodillas, se inclinó avergonzado frente a ella. – Q-que pena que haya tenido que hacer eso! Disculpe! –

– Pueden creerlo? Toda una tarde dormido y lo primero que hace es disculparse por haber tenido una cómoda almohada – exclamó divertida Suika.

– Wha? Qué pasó contigo? – preguntó a la oni. – Vimos cómo ese monstruo te elevó hasta el cielo! –

– Ah, eso –. Pensativa, la pelinaranja se llevó una mano a la cabeza. – Llegué justo cuando habían terminado de jugar –.


Preocupadas, las dos únicas mujeres recostaron a Lib sobre el regazo de la youkai, cuando un enorme grito proveniente del cielo hizo que se desconcentraran de su tarea actual.

Un punto naranja en las alturas tomaba forma poco a poco, mientras iba cayendo a toda velocidad cerca de ellas. – SUPER ATERRIZAJE DE ONIIIIIIII! –. A unos metros de llegar, Suika dio unos cuantos giros hacia adelante sobre sí misma y terminó golpeando el suelo cerca de ellas, levantando un enorme cúmulo de polvo y tierra, de paso dejando un innecesario cráter en el suelo.

Lo primero que vieron fue como la figura de la oni estaba con un puño apuntando al suelo, su rostro cabizbajo y se encontraba sobre una de sus rodillas, mientras que la pierna restante estaba arqueada hacia enfrente. En efecto, parecía una especie de superheroína bajando al rescate.


– Yo no lo llamaría jugar, Suika – le recriminó Reimu.

– ¡Pero fue divertido! Bueno, para mí. Siempre es bueno encontrar oponentes fuertes para medirme con ellos! – dijo orgullosa, jactándose de su enorme fuerza.

– Bueno, al menos todo esto terminó. Les agradezco mucho que me hayan ayudado a controlar a la bestia –. Keine bajó su cabeza en agradecimiento hacia los tres, contenta de haber protegido la aldea humana.

– ¿Ya terminaste? –. El otro ser que Lib no reconocía, de aspecto femenino pero notablemente ruda, interrumpió a Keine en medio de sus agradecimientos. – Tenemos una situación en el bosque de bambú de los perdidos. Necesitaré tu ayuda con esto, Keine! –

– Espera Mokou, todo a su tiempo – advirtió la mencionada, muy a pesar del puchero de su amiga de cabello cano.

– Oh, son amigas? Creo que es la primera vez que nos vemos – mencionó Lib.

La chica nueva, de largos cabellos blancos adornado de pequeños moños rojos, pantalones rojos llenos de sellos ofuda y una simple camisa blanca de manga larga lo miró con extrañeza.

Pronto el muchacho pensó que tal vez había sido demasiado rudo. – Ah, lo siento! Ni siquiera me he presentado formalmente. Soy-

– Lib, ya lo sé – interrumpió ella, de mala gana. – Me contaron todo cuando llegué hace unos 20 minutos –.

– Mokou, no seas grosera! – regañó Keine a la chica. – Deberías presentarte también en lugar de interrumpir a alguien cuando habla –.

– Ya dijiste mi nombre. ¿Con qué objeto? –. La mirada matadora de su amiga hakutaku, esperando a que corrigiera su error, provocó que esbozara un gran quejido. – Bieeen…mi nombre completo es Fujiwara no Mokou, pero prefiero que me llamen Mokou. Más fácil de identificar. Y deja de lado las formalidades conmigo, eso da pereza–.


Una vez que hicieron los preparativos, Suika decidió acompañar a Reimu y Lib al santuario, con la única condición de no tener qué cargarlo de vuelta. Keine hizo una pregunta importante a los humanos antes de que siguieran su camino. – ¿Qué piensan hacer entonces de ahora en adelante? –.

Reimu ya estaba segura, pero inmediatamente volteó a ver a su acompañante humano, invitándole a responder con confianza.

– Ummm, bueno, si estás criaturas están fuera de control como vimos, creo que deberíamos ponernos en marcha y recuperar las demás Summon Cards cuanto antes. – respondió un poco desconfiado.

– También deberías trabajar en controlar tu poder mágico – sentenció la profesora. – Esa carta que usaste, Phantom Fortress, podría ser muy útil en casos extremos, pero se nota que el consumo de magia es muy alto al usarla. Debes tener cuidado –.

Pensando en la utilidad del objeto mencionado, lo sacó de una de las bolsas que tenía en su chaqueta, solo para notar que tenía un tono mucho más claro y descolorido que cuando la uso. – Pero qué es esto? – exclamó asustado.

– ¿Recuerdas lo que dijo Red Dragon? – le recordó la sacerdotisa. – Acerca del uso limitado de ciertas cartas. –

– Ah, por supuesto. Debió referirse a que algunas cartas necesitan más poder mágico que otras para funcionar en conjunto con el usuario –.

– Y la fatiga que repentinamente sentiste debió ser por usar todo el potencial de Phantom Fortress–. Las cosas iban conectando una con otra, pero sentía que aún quedaban muchos misterios alrededor de las cartas de Lib. Tomaría el consejo de Keine en consideración para evitar otro repentino ataque de sueño que lo dejara fuera del combate en algún futuro. – Tal vez deberías dejarla para emergencias, ¿no crees? – aconsejó Reimu.

Mirando el panorama y preguntándose cómo puede una aldea llena de humanos sobrevivir a las catástrofes de las que tanto se hablan alrededor de esa tierra llena de youkais, Lib no estaba seguro de que esa Restriction Card fuera creada para proteger a una sola persona. Se trataba de civiles inocentes después de todo. – O tal vez deberíamos dejarla en poder de alguien más capacitado –. Lib dejó paralizada a su protectora con esa respuesta. Luego, con la Restriction Card en mano, se acercó a la profesora. – Quisiera que usted la tuviera – le dijo, estirando su mano con la carta.

– Y-yo, que!? –. Aquello tomó desprevenida a Keine, quien veía el objeto apuntando hacia ella con nerviosismo. – Pero creí que era importante para ti. ¿Por qué me la estás dando? –.

– La aldea de los humanos es su responsabilidad y el lugar que ha protegido durante mucho tiempo – explicó. – Con todos estos desastres provocados por mi culpa la gente de aquí debe estar protegida en todo momento, y es algo muy difícil de lograr sin ayuda. Por eso y por la confianza que todos le tienen, creo que es la youkai mas adecuada para tener esto –. Estiró nuevamente su mano hacia ella con la carta. – Además, usted de verdad me da confianza cuando está cerca; y no puedo ser el único – agregó sonriente.

Aun con algo de dudas, la youkai mitad hakutaku decidió tomar la carta con cautela, pero sin arrebatarsela de la mano al chico. –¿De verdad no la vas a necesitar? –.

– Solo necesitaba recuperar mis recuerdos – explicó confiado. – Todo lo que quiero es recuperar mi memoria y saber quien soy. Por eso confío en que usted podrá darle un mejor uso –.

Finalmente convencida, Keine recuperó el control de la carta que previamente ella tenía. – Te agradezco la confianza, niño – agradeció ella, inclinándose un poco hacia enfrente. – Prometo que la Aldea de los Humanos estará más segura con tu ayuda –. Diciendo esto, guardó la carta en su bolsillo, y agitó la mano del muchacho. – Cuando quieras venir a visitar la aldea, eres más que bienvenido…bueno, una vez que pase la noche de luna llena – agregó apenada. – En este estado no puedo devolverla a la historia aun, pero en dos días máximo estará aquí –.

De pronto una colorida oni de cabello naranja alzó la voz, llamando la atención de los presentes. – ¡Excelente! Eso significa que con esto ya podemos celebrar! – exclamo Suika muy contenta, sacando un pequeño calabacin de color purpura con un corcho como tapadera. Dentro se encontraba una de sus bebidas favoritas; sake. Destapando el calabacín, procedió a beber el fuerte líquido hasta vaciar el recipiente, soltando un ruido de alivio por haberse refrescado con el alcohólico brebaje. – ¡Mucho mejor! –.

Esto provocó la risa en la mayoría de los presentes, excepto en Reimu, quien se cubría la cara con una mano a sabiendas de que eso no era nada nuevo en la actitud de la youkai bebedora. Previó que otro problema se avecinaba, y tenía su propio nombre; la borrachera de Suika Ibuki en el santuario Hakurei.

– Bueno, ya que estamos en ello y aprovechando que están aquí, quizás les interese saber lo que quería discutir contigo, Keine – mencionó repentinamente Mokou, llamando la atención del par de humanos que se encontraban ahí.

– Oh, es cierto. ¿Qué es lo que querías decirme, Mokou? ¿Cuál es el problema? –

– Está precisamente relacionado con este asunto. Hay una extraña criatura ahuyentando a todos en el Bosque de los Perdidos –.


Aún había luz solar en el panorama, indicando que le faltaba algo de tiempo a la noche para que llegara. A pleno vuelo de regreso al santuario, Suika iba volando de manera muy irregular, riendo de lo lindo con su calabacín en mano, el cual tenía la habilidad de llenarse cada que cerraba la boquilla de esta; era claro que había estado bebiendo en más de una ocasión, provocando que cayera en estado de ebriedad. A su vez, Reimu llevaba a Lib sobre su espalda, esta vez con mayor cuidado para evitar que quedara a merced del viento; ambos iban echando un ojo a la oni para que no intentara algo peligroso que pudiera comprometer su estabilidad de vuelo.

– No puedo creer que duramos tanto tiempo fuera del santuario. Y la mitad del tiempo estuviste dormido – se quejó la sacerdotisa.

– No es algo que pudiera controlar, en serio – se excuso Lib, aún sujeto a ella. – Pero aun no tengo idea de como funciona el concepto de la magia aquí; ni siquiera puedo controlar lo que ya tengo –.

– Bueno, trabajaremos en ello después – le dijo ella. Claramente tenía su mente en otro lado. – Lo que dijo esa inmortal me preocupa más ahora…–

– Inmortal? –

– Oh, cierto. Tu no lo sabes –. Reimu había olvidado que cada youkai tenía una historia propia en Gensokyo y un pasado algo turbio. – Ella en realidad es humana como nosotros – dijo a su protegido. – La diferencia es que se volvió inmortal al beber un elixir que le concedió esa habilidad. No puede morir por vejez, ni por las heridas más mortales, pero sigue sintiendo dolor. O eso dice ella –.

– Wow, suena como algo sorprendente y horrible a la vez –. Lib quedó un poco cautivado por esa explicación. Por alguna razón recordaba que en el otro mundo había proyectos cinematográficos referente a la inmortalidad; nunca imaginó que los inmortales serían reales en Gensokyo. Aunque no estaba seguro si agregarlos a su lista de youkais o no, puesto que la misma Reimu se refirió a Mokou como una humana "como ellos". – Aunque tienes razón. Lo que dijo acerca del lugar de donde venia es preocupante…–


Vi una gran figura con ojos azules a través de los brotes del Bosque de Bambú. Era enorme! Quise hacerle frente, pero nunca respondió a mis provocaciones. Solo se me quedaba mirando y decía algo como "Bleegh, No eres tú a quien necesito!". Luego salió disparado en una dirección por donde no pude alcanzarlo. Estos días no he visto humanos o youkai que se perdieran en el bosque, así que asumo que esa cosa no los atacó. Aunque si se topa a Kaguya, sería conveniente que le mordiera la cabeza. Fufufu…–


– No puedo creer que dijera eso último. Uhmm, sea quien sea esa tal Kaguya – mencionó el muchacho confundido.

– Historia para otro día. Mañana investigaremos eso –. Ladeo un poco su cabeza de manera que pudiera ver al chico que llevaba cargando a sus espaldas. – Por cierto, no estuvo tan mal para ser tu primer incidente resuelto – le dijo con una sonrisa, la cual fue correspondida de vuelta.

Mirando que ya casi habían llegado al santuario, los tres comenzaron a descender, pero algo estaba fuera de lugar. No, era incluso más sospechoso, pues las cosas estaban exactamente en su lugar; la puerta Torii estaba completamente reparada y las estatuas Komainu devueltas a su forma original, además que en el suelo no había más grietas ni huecos. Los árboles de cerezo estaban nuevamente floreciendo al máximo, como si nunca hubieran sido despojados de sus hojas.

Ambos humanos pisaron tierra rápidamente y comenzaron a buscar pistas acerca de lo que había pasado. Restaurar los monumentos destruidos del santuario Hakurei era la tarea que Reimu le había encomendado a Lib hacer, y este había aceptado. Era imposible que hubiera hecho eso solo, en una sola tarde, sin mencionar que ni siquiera estuvo en todo el día. – No lo entiendo, ¿qué pasó aquí? –

–Todo se ve demasiado bien para ser real – mencionó Lib. De repente ambos pudieron vislumbrar tres siluetas que salían del santuario, donde se alojó la noche anterior. Dos de ellas eran reconocibles, pues Red Dawn Dragon y Assault Chimera estaban acompañando a la tercera figura en medio de ellos dos. Sorprendido y notablemente angustiado, decidió hacer frente a la figura, seguido por Reimu, quien preparaba la ofensiva con sus orbes Yin-Yang.

– ¿Quién te crees que eres? – reprocho a la figura misteriosa. Aunque pronto se arrepintió cuando pudo distinguir mejor de quien se trataba. Incluso dio dos pasos hacia atrás por la aterradora imagen, lo que dejó confundido a Lib.

– ¿Dejas un desastre en el santuario y tienes el descaro de reclamar? – le dijo la figura frente a ellos, con una clara voz femenina. – Y tu, dejas olvidados objetos tan importantes y preciados para ti antes de aventurarte al peligro…–

Lib pudo distinguir mejor las siluetas de sus Summon Cards y la figura en medio de ambos. Grande fue su sorpresa al verlos encadenados por el cuello, derramando un torrente de lágrimas y una inusual cara de arrepentimiento, como si hubieran recibido el peor castigo en su vida.

M-maestro… –

Jefecito…! –

Las cadenas sostenidas por una mano de la mujer los tenían presos y sin posibilidades de escapar. En la otra mano tenía su caja de cartas, la cual se encontraba abierta. Y en el rostro de la controladora, una molesta mirada se hacía presente. – DEBERÍA DARLES VERGÜENZA A AMBOS SER TAN IRRESPONSABLES! – grito Kasen Ibaraki a su discípula y al muchacho, los cuales estaban sumamente aterrados. Sabían que un fuerte regaño de la sabia ermitaña los aguardaba, y seguramente sería uno muy prolongado.


Phew! Con este cap si me lleve una buena ruptura de manos jajaja. Es dificil escribir en celular, pero estaba inspirado estos días para terminarlo. Muchas gracias si lograste llegas hasta aca, te agradezco tu lectura. Y ahora, tomare un pequeño descanso para abrir paso a los sucesos que siguen en la historia. Nos vemos en el siguiente cap. Y ahora, el preview, con Mokou y la profe!


PREVIEW:

FnM: Otra vez desapareciste la aldea humana?

Kek: Era eso, o dejar que la redujeran a nada mas que escombros, Mokou.

FnM: Bueno tienes razon. Rayos, no puedo creer que me perdi de esa batalla.

Kek: Quizas si no estuvieras viviendo en el bosque, hubieras llegado a ayudar.

FnM: Ey, ese es mi problema! Ademas el bosque es tranquilo, incluso cuando hay humanos perdidos en el area.

KeK: Eso me recuerda que hay que hablar de un pequeño secreto

*CLAP*

Mokou realmente es una humana convertida en inmortal por haber bebido el Elixir Hourai. Siendo inmortal, es capaz de recibir gran daño e incluso perder partes de su cuerpo, pero gradualmente se regeneraran y las heridas cerraran en ella. Claro que el proceso sigue doliendo.

FnM: no tenias por que contarle eso a la audiencia!

Kek: Tarde o temprano se iban a enterar, no?

FnM: Debiste hablar de otra cosa! No quiero que se exponga mi vida intima a extraños en internet!

KeK: Amiga, somos personajes de un videojuego doujin. Literalmente cualquiera puede saber de nuestra vida alla afuera con un solo click.

FnM: AGH! Diablos...espero que me compensen por aparecer en esto.

KeK & FnM: Proximo Capitulo! Lo mejor de ambos mundos - Bienvenidos a Kourindou!