El niño maldito
Sumario: El ascenso de un posible reemplazo de Lord Voldemort amenaza con arruinar las tranquilas vidas de las familias Potter y Malfoy al rodear de sombras a la nueva generación, traer recuerdos borrosos del pasado…y una visión terrible de lo que podría ser su futuro.
Género: ¿Aventura? Yo diría que es un desmadre mágico con slash.
Claves: súper mega lento slow burn con trama desmadrosa y larga. Drarry, Scorbus, parejas secundarias.
Disclaimer: Si HP fuese mío, esto sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.
La primera lechuza
A la mañana siguiente, Draco le dijo a Scorpius y Altair que pasarían el resto del verano en La Madriguera. Narcissa y Lucius no estaban en el país, así que no había nadie que le reclamase por no ir a visitarlos.
Lily aplaudió un par de veces y tiró del brazo de Altair, llevándoselo hacia el patio. La oyó decir algo sobre gnomos y seguridad. Scorpius saltó sobre la espalda de Albus y lo abrazó.
—¡Vamos a pasar el resto del verano juntos, cariño!
Draco estuvo en la cocina después de que los chicos se hubiesen ido, con su taza de té en la mano. Harry entró, se sirvió café y lo miró con una expresión divertida.
—¿Crees que debería preocuparme porque mis hijos se hagan muy unidos a una especie de ente adolescente hecho de energía posiblemente de Voldemort?
Draco se encogió de hombros.
—No creo que haya mucho del Señor Tenebroso en él —replicó, echando un vistazo por la ventana. Un gnomo acababa de tirar a Altair al suelo y Lily y Nesrine intentaban "salvarlo"—. ¿Tú oíste que mi hijo le dice "cariño" al tuyo?
—¿A cuál? —Harry acababa de meterse un panecillo en la boca y apenas le prestó atención.
—Albus —Draco arrugó la nariz al ver el desastre de migajas en que se convirtió en cara—. Scorpius le dice "cariño" a Albus —repitió más bajo.
—Ah —Harry asintió y siguió comiendo su panecillo—. Hermione dijo algo sobre que le gustaba y me preguntó si noté algo…yo le dije que me parecía que eran como Ron y yo.
—¿Cuándo llamabas "cariño" a Weasley? —Draco arqueó ambas cejas.
—Buen punto —Harry tomó otro panecillo y observó a Lily a través de la ventana.
Durante la huida del gnomo, Altair levantó unas raíces mágicas del suelo y los tres quedaron suspendidos en el aire. Nesrine y Lily se reían.
—¿Crees que estén saliendo? —siguió Draco, que volvía a la contemplación de su taza de té.
—No sé, supongo que nos dirían, ¿no? —Harry lo observó de reojo y titubeó—. Oh, Malfoy, por favor, no me digas que armarías un escándalo por eso. Ya aceptamos que son amigos. Si se gustan, ¿qué podemos hacer? No sería capaz de alejarlos. Ni creo que haga falta. Digo, se llevan bien, ¿no? —Lo apuntó con el panecillo de la forma más amenazante que podía lograr—. Y no quiero que alejes a su novio de Albus, si es que lo son.
Draco resopló y luego le mostró una sonrisita burlona.
—Potter, no seas ridículo. No te imaginas cuánto me reiría si terminamos siendo la misma familia…
Harry estaba a punto de decir algo cuando escucharon otra voz.
—Buenos días.
Los dos giraron el rostro hacia la entrada de la cocina. Hermione levitaba una bandeja por delante de ella y elevó un poco las cejas al ver que Draco se alejaba de Harry.
—Granger —Draco la saludó con un cabeceo, recogió un panecillo y se marchó.
Apenas se fue, Hermione se fijó en él. La bandeja empezó a recoger por su cuenta algunos ingredientes.
—¿Debería preguntar…?
Harry miró lo que hacía, carraspeó y cambió de tema.
—¿Qué vas a hacer con todo eso? Molly dejó el desayuno hecho…
Hermione sabía que intentaba evadirlo, pero sonrió de todos modos.
—Ron y yo vamos a tener un desayuno semi romántico.
—¿Semi? —Harry no pudo evitar reírse.
—Haremos las tostadas del otro y estaremos en el ático quejándonos de sus hermanos y riéndonos de las locuras que pasan aquí. En el último picnic que quería hacer, Hugo se comió uno de los pudines antes de que saliéramos y después quiso ir con nosotros —Hermione suspiró—. Es lo que pasa cuando tienes hijos.
Harry le recordó que se llevase la mermelada favorita de Ron y el frasco le dio un leve golpecito en la cabeza al pasarle por encima, una especie de mensaje divertido de "sé qué le gusta comer a mi esposo, muchas gracias".
Cuando Harry se quedó solo en la cocina, volvió a pensar en la forma en que Draco sonrió cuando le dijo lo de ser de la misma familia.
Supuso que a sus versiones adolescentes les hubiese dado un colapso.
Decidió salir de ahí para ocupar su mente con otra cosa y fue al garaje. Sirius y James todavía peleaban con las piezas de la motocicleta.
—0—
Fue el tipo de vacaciones que deberían ser todos los veranos. Juegos de Quidditch en el patio, James intentando quitarle la snitch a Harry y Lily arrebatándosela a ambos, Albus marcando los puntos en una pizarra mágica mientras comía palomitas de maíz con Altair, atento en serio sólo cuando era Scorpius el que debía jugar para defender.
Sirius y James reconstruyeron la motocicleta al fin y Sirius insistió en llevar al "mini James" de paseo. No llegaron demasiado lejos. La motocicleta logró volar un par de metros fuera del garaje antes de que hubiese un ruido ahogado, humo negro saliendo del tubo de escape y un vehículo volador que caía sobre las flores de Molly.
Sirius envolvió a James en un hechizo protector que lo hizo rebotar al tocar el suelo y luego caer con cuidado, libre de daños. Él se rompió un brazo. Molly estaba tan molesta porque arruinó el jardín que sus nietas plantaron que se negó a reparar su extremidad con los encantamientos que debía manejar a la perfección cualquiera con su número de hijos.
Luego Sirius persiguió a Draco por toda la casa, hasta que lo convenció de darle un crecehuesos. Para que no estuviese sufriendo toda la noche por el dolor y el asqueroso sabor, Harry reunió a los chicos en la sala, la agradaron y armaron un fuerte con sábanas, cajas y almohadas.
Lily había puesto en marcha, con ayuda de su abuelo y de Hermione, un antiguo proyector, y sería la primera noche de cine Weasley. Hubo más a lo largo del verano, noches en que se reunían allí y era Lily la que llevaba a cabo la votación de qué película verían y cuándo. Rose aprovechaba de vender palomitas y dulces a knuts, hasta que su madre le dijo que no debía cobrarle a su propia familia.
Lo siguió haciendo, sólo que George la ayudó a ser más discreta.
Ya que Luna estaba cerca de terminar de liberar a los fantasmas de la iglesia, que debía tratar uno a uno, los chicos decidieron acompañarla en una ocasión. Los gemelos Scamander sabían lidiar con fantasmas. Los Potter y Malfoy no.
Cuando Harry fue a buscarlos, se encontró a un grupo liderado por Lily que huía de la iglesia gritando que los fantasmas no eran como los de Hogwarts y querían que se quemasen con ellos.
—Pobrecillos —le dijo Luna cuando lo vio allí—, se llevaron un gran susto.
—Sí, quizás unos fantasmas que murieron de forma tan trágica no sean-
—Me refiero a los fantasmas —alegó Luna, poniéndose las manos en la cadera—, pobrecillos, ha sido tan difícil que se relajen y ahora hubo chicos gritando aquí. Qué bueno que sólo quedan tres atrapados allí y el resto fue liberado y va y viene mientras los esperan.
Después Harry tuvo que explicarles que asustaron a los fantasmas con sus gritos y Scorpius llevó al grupo de vuelta para disculparse.
Harry se pasó tardes en el ático, sentado en el suelo con Ron y Hermione, los tres riéndose por cualquier tontería. En la cocina con Molly preparando dulces, en la sala con Lily sentada a su lado y su cabecita pelirroja apoyada en el pecho mientras le contaba alguna historia, en el patio sacando a los gnomos con ayuda de Ron y Teddy.
Cuando ayudó a Sirius de nuevo con la moto, se dio cuenta de que la mecánica no era lo suyo. No reconocía la mayoría de las herramientas y mucho menos las piezas. James, en cambio, ya se había acostumbrado a ayudarlo en Hogwarts y sí sabía qué pasarle cuando se lo pedía.
Algunos días, Sirius arrastraba a Draco con ellos y su expresión sangrepurezca cuando lo llenaban de grasa era tan graciosa que Harry le tomó uno fotografía, mientras él se quejaba de que su camisa jamás volvería a ser la misma, ni aunque utilizara los mejores hechizos del mundo.
También hubo una noche bastante peculiar en que se sentó en el patio con Draco Malfoy y Theodore Nott, con whisky de fuego, y hablaron y se rieron de las estupideces que ocurrían por la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin cuando estudiaban. Theodore hacía unas muy buenas imitaciones de un mimado Draco de doce años y Draco aún recordaba (y se burlaba de) cuando Harry se desmayó en tercero.
A finales de agosto, su variado y gran grupo recorría el Callejón Diagón. Hermione llevaba las listas de útiles, Lily tenía un itinerario y Rose buscaba ofertas. Harry y Ron eran los encargados de que los chicos no se perdiesen, tarea necesaria porque James veía los artículos de Quidditch con demasiado interés, Albus y Scorpius se quedaron rezagados en una tienda y Nesrine se llevó a Altair para que la acompañase cuando divisó a su madre a unos metros, lo que causó que ambos se esfumasen entre la multitud.
Estaban agotados al regresar a La Madriguera, pero los chicos parecían seguir llenos de energía de alguna forma incomprensible, porque Lily reunió a una parte y los llevó a una "reunión secreta" de la que todos se enteraron y ninguno dijo nada.
El día en que tomaban el expreso a Hogwarts fue todavía más caótico. Lily saltaba las escaleras de dos en dos gritando algo, James se deslizaba por la barandilla y le caía encima a Teddy a manera de "despedida", Scorpius les pedía a todos que no pisaran a su serpiente por accidente y Albus lo seguía. Hermione preguntaba por enésima vez si ya tenían todo listo y Altair sacaba unos baúles utilizando raíces que trajo desde el patio.
Un baúl golpeó la frente de Harry cuando subía las escaleras y Hermione regañó a quien lo levitaba con un "¡le vas a hacer otra cicatriz!". Él ignoró la discusión que le siguió a eso y continuó hacia arriba.
Encontró a Draco parado en el cuarto que había ocupado durante el mes de agosto. Su baúl estaba cerrado junto a la cama, la cortina de la ventana abierta sólo a medias y él movía un objeto metálico entre sus dedos.
Apenas notó la presencia de Harry, bajo el umbral de la puerta, lo miró de reojo y guardó el brazalete en su bolsillo.
—¿Nada? —Harry apoyó un lado de la cabeza en el marco de la puerta.
Draco sacudió la cabeza. Cuando iba a levitar su baúl, Harry lo hizo por él.
—¿Crees que podría haberse...ido?
Harry adoptó una expresión pensativa.
—La verdad es que no sé, pero nos habríamos enterado por la Cofradía, ¿no crees?
Draco le dio la razón y bajaron juntos. Molly organizaba qué adulto se Aparecería con qué estudiante.
Y Sirius, por supuesto, se escapó con James al menor despiste de Harry.
—0—
Ya en el expreso, Harry se aseguró de que James estuviese en el mismo compartimiento que sus amigos y arrastró a Sirius al de los profesores.
Sirius saludó a todos, se echó a reír y se tiró sobre uno de los asientos, pegado a la ventana, con las piernas extendidas y las botas contra el marco del cristal.
—Sirius —McGonagall, que estaba junto a él, pareció resignada.
—Hola, Minerva —Sirius le pasó un brazo sobre los hombros, todo confianza y encanto—, ¿sabes? Creo que ya estoy lo bastante mayor para que la diferencia de edad no se no-
—¡Sirius Black! —Ella lo regañó, acomodándose los lentes—. Siéntate derecho y compórtate, por amor a Merlín.
Harry intercambió una mirada divertida con Draco y fue a sentarse en medio de él y Theodore, que fue donde le hicieron un espacio.
—Siempre quise entrar aquí, con permiso, quiero decir —Sirius volvió a estirarse en su asiento y comenzó a contarles que cuando estudiaba en Hogwarts, antes de que se supiese que era gay, James hacía bromas sobre que debía estar enamorado de McGonagall, porque era la única persona a la que obedecía.
La directora sacudía la cabeza y se apretaba el puente de la nariz.
—¡Y hubo una época en que pensé que a James le gustaba Remus! —continuaba Sirius, riéndose de sus propias tonterías—. Siempre nos cuidó bastante a los tres, pero con Remus era especialmente sobreprotector y yo…
Tras un rato, McGonagall se unió con anécdotas de las peores travesuras que recordaba de los Merodeadores y los castigos posteriores. Y cuando entró Neville, también habló de Alice y Frank jóvenes, lo que hizo que él tuviese una pequeña sonrisa.
Harry les invitó golosinas a todos en el compartimiento, volvió a comprobar que James seguía en el tren y se dedicó a hablar con Neville y Draco. En algún punto se durmió y ellos siguieron conversando.
La siguiente vez que abrió los ojos, era de noche y Theodore, que estaba leyendo, le indicó que faltaba alrededor de una hora para llegar a Hogwarts. Harry tuvo que moverse con cuidado, porque Draco se había quedado dormido a su lado, hecho un ovillo en su capa y pegado a la ventana. Sirius, en su forma animaga, descansaba la cabeza sobre el regazo de McGonagall, que rascaba tras sus orejas en un estado de semi inconsciencia, que supuso que se obligaba a mantener sólo por si sus estudiantes la llegaban a necesitar.
Harry llevó a cabo su última revisión. James jugaba con sus amigos con unas grageas de diferentes sabores y las risas llenaban el compartimiento.
Más allá, Lily hablaba sin parar sobre algo que veía en su tablet y Nesrine y Hugo asentían. En el asiento contrario, tres chicos dormían. Rose con su cabeza en el regazo de Scorpius, que estaba entre ambos, y Albus acurrucado contra su otro costado, sujetando uno de sus brazos.
Harry bostezó, se talló los ojos y regresó a su compartimiento.
—0—
El banquete de bienvenida no fue diferente al del año anterior. Draco ya no sentía las miradas fijas en él, agradecía no estar usando una horrenda capa roja y podía echar algunos vistazo a Scorpius en la mesa de Slytherin, que no paraba de gesticular mientras les explicaba algo a Albus y Altair.
A su derecha, Harry no dejaba de reírse de una historia tonta que le contó Hagrid, y a la izquierda, Theodore le explicaba un argumento a McGonagall sobre algo que pretendía mejorar.
Era agradable, cómodo.
Y puede que Draco la extrañase un poco. Se dio cuenta la tercera vez que observó la muñeca en que solía estar el brazalete.
Fue más sencillo ignorar su ausencia durante el final del ciclo escolar, con los exámenes y lecciones extras para los estudiantes de los TIMO's y EXTASIS, y en vacaciones apenas podía oír sus propios pensamientos en la casa del batallón Weasley.
Ahí era diferente. Se encontró esperando alguno de sus comentarios durante la comida, algo que sólo él oiría y por lo que empezaría a fruncir el ceño o que haría que tuviese que contener la risa.
Cuando estaba más ensimismado en esto, alguien tocó su muñeca. La misma donde solía estar el brazalete.
Draco disimuló su sobresalto y giró el rostro.
Harry tenía la cabeza ladeada y los lentes caían por su nariz, un poco más abajo de lo usual. Rodó los ojos y luego los movió dos veces hacia adelante, dándole una graciosa seña para que se fijase en McGonagall.
La directora no tenía la manía de Dumbledore de hacer que sus estudiantes se aguantasen el hambre durante el rato que le llevaba divagar. No, ella daba una corta bienvenida, los hacía pasar para ponerles el Sombrero y a comer. Sólo cuando estaban terminando, se colocaba detrás del podio y soltaba algunas frases, un par de anuncios que consideraba tan importantes que debía informarlos así, además de tenerlos en la cartelera del pasillo que fue colocada en la última década.
McGonagall tocó el podio con la varita para capturar la atención de los estudiantes y carraspeó con suavidad. Las conversaciones se fueron silenciando poco a poco.
Luego la bruja alzaba un brazo, movía la varita y los tapices del comedor cambiaban. Los primeros representaban el escudo y los colores de Hogwarts. El segundo, al caer, mostró un escudo con caballos alados y tonos azules.
Estudiantes de las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff comenzaron a aplaudir, alentados por los de séptimo año.
McGonagall volvió a girar la muñeca y el tercer conjunto de tapices descendió. Rojo, gris y negro. El escudo era de una bestia rugiendo.
Los de último año de Slytherin se animaron y aplaudieron.
—Es la revelación de los colegios del interescolar de este año —Neville se inclinó desde su asiento para explicarle a Theodore, que era el único de los tres profesores más nuevos que no tuvo hijos allí en el último evento—, se hace con un año de por medio. Cuatro pruebas para cuatro habilidades de cuatro colegios. Es difícil calificar, incluso dentro del bloque de Europa.
McGonagall dejó caer el último tapiz. Rojo, blanco y púrpura. Draco lo observó con el ceño fruncido y vio a los Gryffindor levantarse de un salto para gritar y aplaudir más fuerte que todos. James Potter incluido.
Neville soltó una risita al notar esto.
—Los chicos se emocionan muchísimo porque suelen hacer amigos en otros colegios y normalmente esperan al siguiente interescolar porque es la mejor oportunidad de verse de nuevo —les explicó con una sonrisita—, creo que les gustará la idea.
—¿Es algo así como el torneo de los tres magos? —Theodore no parecía feliz con la idea.
—No, no, no- —Neville se apresuró a negar, mientras McGonagall tranquilizaba a los estudiantes de nuevo—. No hay peligro real aquí. Funciona como intercambio cultural, se da la oportunidad de tomar algunas clases que sólo hay en los otros colegios y las pruebas son para un torneo mayor- algo como un medidor de excelencia académica. Hogwarts está en el cuarto puesto a nivel general y no calificamos para el último mundial.
—¿Por qué? —preguntó Theodore, cruzándose de brazos.
—Ahm- se realizan pruebas pequeñas durante el año que está en medio de los interescolares para definir la organización y qué colegios quedan en cada continente. Luego el mejor del continente se enfrenta contra los de los demás continentes. Koldovstoretz —Neville apuntó hacia el último par de tapetes— nos ha dado palizas en los últimos…tres interescolares —Hizo una pausa—. ¿Es que sus hijos no les dijeron nada de esto? Debieron comprarle túnicas elegantes y materiales extras cuando…
—James y Albus me contaron de eso —Harry asintió—, sólo es diferente pensando que estaré de este lado y no del de los padres.
—Yo no sabía de esto —Theodore le dirigió una mirada de reprimenda a Draco.
—¿Qué? —replicó Draco, encogiéndose de hombros.
—Me hubiese gustado que mi amigo que estaba en la Asociación de Padres hasta hace un año me hubiese informado de algo.
—Lo decía la lista de útiles y los permisos extra que Nesrine necesitaba —alegó él, cruzándose de brazos también.
Theodore estrechó los ojos y Draco intentó no burlarse.
—Talía lo leyó y firmó cuando te fuiste de viaje y olvidó avisarte, ¿no?
—Eso parece.
Draco sacudió la cabeza y se inclinó hacia adelante después. McGonagall hablaba de las reglas y cuándo verían a los otros estudiantes. Harry también se inclinó hacia adelante, por lo que sus codos se rozaban y estaban uno junto al otro, apoyados en la mesa.
—¿Crees que afecte en algo a nuestra programación de las clases? —murmuró Harry—. James me contaba en sus cartas que estudiantes de otros colegios entraban a sus salones, pero McGonagall no me dijo que cambiase algo ni empezase a practicar hechizos de traducción.
—Creo que lo sabremos ahora —Draco cabeceó hacia adelante en cuanto McGonagall regresó a su asiento, después de desearle buenas noches a los estudiantes y una ronda de aplausos.
Los tres profesores más nuevos le dedicaron miradas de interés a la directora.
—No se preocupen, será sencillo mantener el ritmo —los "tranquilizó" a los tres mediante gestos—, por eso no consideré necesario hacer un cambio en sus programaciones.
—¿Cuándo llegarán los invitados de los otros colegios? —preguntó Theodore—. Si hay que preparar entradas o salidas…
—¿No leíste la información que envié con la lista de útiles de Nesrine? —McGonagall pareció sorprendida.
Theodore emitió un sonido frustrado.
—Nesrine compró los útiles con su madre. Me llamaron para una emergencia en mi anterior trabajo y Draco me aseguró que podía ir con ellos y se verían con Talía allá. Se supone que alguno de los dos me avisaría si había algo que tuviese que saber-
—Bueno, pues en esa información que no leíste —puntualizó McGonagall, sacándole una risita burlona a Draco, que sabía cuánto odiaba su amigo no estar informado sobre lo que pasaba, en especial si se relacionaba a su hija—, había una nota para los padres de los estudiantes que todavía no estuvieron presentes en un interescolar explicándoles que se necesitaban permisos para la parte del intercambio cultural, sin embargo, los estudiantes no abandonarían la institución en sí misma, por decirlo de alguna manera. Ni los de Hogwarts, ni los de los otros colegios.
—¿Que ellos- qué? —Theodore arrugó el entrecejo—. Estoy seguro de que hablamos de un colegio ruso, uno búlgaro y uno francés…
—Por eso es interescolar —señaló McGonagall con calma—, las escuelas se conectan. Tendremos más o menos una semana para prepararlo y vamos a ver los puentes hoy mismo, antes de que venga la representante de la Asociación de Padres. Es Selwyn, por cierto —aclaró, dándole una mirada más seria a Draco.
Él soltó un largo sonido de desagrado que captó la atención de Harry y lo hizo arquear las cejas.
—¿Recuerdas que mi padre estaba en la Asociación de Padres? —le dijo Draco a Harry, mientras McGonagall le contestaba una pregunta a Theodore.
—¿Cómo olvidarlo? —Harry resopló—. Quería echar a Dumbledore prácticamente todos los años.
—Bueno, pues el año en que Scorpius nació, se me permitió ocupar su antiguo lugar —explicó Draco, más cansado de pronto—. La idea era asegurarme de que Hogwarts sería un buen lugar para Scorpius cuando entrase el colegio y ya que todavía disponemos de una gran fortuna…algo de eso podía ir a Hogwarts y ayudar a que fuese mejor. Era lo mínimo que le debía después de que fue destruida por mi culpa.
McGonagall paró de hablar con Theodore y puso su mano sobre una de las de Draco.
—Lo que pasó en Hogwarts no fue tu culpa, ya lo hemos hablado, Draco. Eras un niño.
—Sí, pero el niño que dejó entrar a los Mortífagos para que se apropiaran de un colegio con pequeños de once años que no conocían la magia antes de ese año…
—Tu vida y las de tus padres estaban en riesgo —McGonagall sacudió la cabeza—, no te podemos culpar por no saber qué más hacer. Los profesores debimos ofrecerte alternativas.
—En fin —Draco carraspeó cuando creyó que la voz podía fallarle y apartó su mano de la de ella con cuidado—, quería ayudar más de lo que lo hizo mi padre. McGonagall y los miembros del concejo me aprobaron, pero no Selwyn.
—Abandonó la asociación ese año —le dijo McGonagall a Harry.
—¿Por Draco? —Harry lució aturdido.
—Oh, sí —Draco asintió y se pasó una mano por el rostro—, dijo que no compartiría espacio con un asqueroso Mortífago asesino de niños y que los demás se iban a lamentar de haber metido a alguien como yo en un puesto que tenía influencia sobre el mismo colegio que ayudé a destruir y-
—Un montón de tonterías —McGonagall lo interrumpió enseguida, sacudiendo la cabeza.
—Selwyn perdió a uno de sus hijos en el año en que los Mortífagos estuvieron aquí —añadió Neville en voz muy baja, de manera que los profesores en la mesa tenían que estar muy cerca y la curiosa imagen llamaba la atención de los estudiantes que abandonaban el comedor—. Tenía doce años y fue torturado por los Carrow. No aguantó.
—Lo encontraron muerto en uno de los baños, pero —McGonagall puso una mano en el hombro de Draco— eso no tuvo absolutamente nada que ver contigo. Y le he advertido a los de la asociación que incluso si tú la dejaste al unirte al personal docente y Selwyn tomó tu lugar, no iba a permitir ese comportamiento suyo si venía como representante. Mis profesores no serán insultados por nadie.
Draco asintió y se mantuvo callado por el nudo en su garganta, sus ojos puestos en la mesa.
Sintió que Harry envolvía una de sus muñecas con los dedos. No le dijo nada, sólo lo sostuvo, y de cierta forma, Draco le agradeció por no intentar "calmarlo" igual que McGonagall.
Él sabía qué hizo mal.
Y a veces, cuando lo pensaba demasiado, sí sentía que esas cosas eran su culpa.
McGonagall continuó respondiendo las preguntas de Theodore sobre el interescolar y no dejaron el comedor hasta que los Prefectos les avisaron que los estudiantes ya iban hacia las Salas Comunes.
Harry no soltó su muñeca por un largo rato.
No le molestaba.
—0—
—¿Pero estás seguro?
—Que sí, amor.
Era la tercera vez que tenían esta plática exacta ese día. Hermione se paró en el umbral que daba a su cocina, en pijama, cruzada de brazos y con un ceño fruncido. Su cabello era un desastre húmedo y el secador flotaba a su lado, encendido y con un hechizo de silencio.
Ron sacó la bandeja del horno, la puso en la mesa y aplicó un hechizo para enfriar una galleta lo suficiente para comérsela. Luego hizo una pausa.
—¿Tú quieres?
Hermione estrechó los ojos hacia él. Ocupó el taburete del lado opuesto de la encimera, y mientras la secadora seguía volviendo su cabello esa masa esponjosa y castaña que Ron tanto adoraba, ella se comió un par de galletas.
—¿Y qué dice?
Una lechuza desconocida había entrado a su sala unos minutos atrás. Venía desde muy lejos, por su actitud cansada, y llevaba una sencilla nota.
No sería tan raro si no fuese porque sus barreras no permitían la entrada a aves que no fueron aprobadas con antelación. Incluso las que los novatos le enviaban siempre debían ser las mismas y su correspondencia de "fans" como "héroes de guerra" llegaba directamente a través del Ministerio.
Hermione quería saber si comprobó que sus barreras estaban intactas. Ron le decía que sí y eso lo hacía aún más extraño.
En ese momento, Ron desenrolló de nuevo el papel que la lechuza traía amarrado a su pata y lo puso en el espacio entre ambos.
Hermione frunció el ceño al examinarlo.
—¿Eso es todo? —Se metió otra galleta a la boca y sacó su varita para ejecutar algunos hechizos que revelarían el contenido secreto, si es que existía.
Pero Ron creía haber aplicado ya cada hechizo revelador que su esposa usaba y no encontró nada.
La nota era una simple letra N.
—Deberíamos averiguar algo a través de la lechuza —señaló Hermione cuando sus hechizos tampoco arrojaron nada.
Ambos contemplaron al animalito que reposaba en una percha y siguieron comiendo galletas mientras discutían qué hechizos usar sin herirle.
