Capítulo / Día 10. Escritor

Después de dejar la casita de Hogsmade, a Ginny le había parecido insoportable seguir en la madriguera. Pero también tenía miedo: si estando con Draco comenzar era difícil, menos se imaginaba haciéndolo sola.

Inicialmente se fue a vivir con Neville y Luna, pero sus amigos rentaban un pequeño apartamento muy de paso, ambos planeaban viajes de investigación y por más mesas que atendiera, a Ginny no le alcanzaría para cubrir ese alquiler sola si no se hacía de un contrato de lo que fuera pronto.

Así terminó aceptando ayudar a Ron y George con la tienda. No era un mal trabajo, pero ya no le quedaba tiempo para entrenar y perseguir su verdadero sueño de jugar profesional.

Además, sus hermanos no perdían oportunidad de decirle lo maravillosa que ella era, lo encantados que estaban de que volviera y que la próxima vez encontraría a un hombre mucho mejor que Malfoy. Apenas y podía soportar cuando los escuchaba decir cosas así y se había ido cansando de explicarles que Draco era bueno, que la había amado, que estaba segura, que eran las circunstancias…

Un día cualquiera, Blaise Zabini se presentó en la tienda, a él su madre lo había enviado al extranjero al terminar el colegio y sabía muy poco de lo ocurrido entre Draco y Ginny después de Hogwarts.

Realmente la visitaba inocentemente, para saludar y dejarle algún recuerdo que había traído.

Ginny le sonreía como podía, mencionó como si fuera una causalidad que no había sabido de Draco en algún tiempo y al mirarla, tan profundamente triste de repente, Blaise se disculpó y terminó su visita casi de inmediato.

George la encontró llorando en la bodega después de aquello y su primera reacción fue amenazar por partirle la cara a Blaise si volvía a verlo.

Y el dique en el que Ginny había estado conteniendo sus emociones se rompió entonces. Le reprochó muchísimas cosas a su hermano: que solo les juzgaran, que nadie les apoyara, que si George se hubiera enamorado de una Slytherin ella no se habría conducido así, que él mismo salía con la ex de Fred y ella, pudiendo juzgarlo, se esforzaba por entender su extraño amor.

A la mañana siguiente, George liquidó demasiado generosamente a Ginny.

"Fred y yo comenzamos con una bolsa llena de galeones que un amigo nos regaló. No debí olvidarlo nunca.

Perdóname, Ginny. Sigue tus sueños." –le escribió su hermano.

Ginny volvió a sus entrenamientos ese mismo día.

Con el tiempo, ella también dejó el departamento donde Luna y Neville le habían cuidado tanto y ahora vivía en el centro del Londres mágico.

Las cosas habían cambiado y mejorado para ella gracias a aquella nota que le escribiera su hermano y a la liquidación que nunca había permitido que ella le pagara.

Aun así, luego de encontrarse con Draco, Ginny se hallaba buscando en el closet por algunos recuerdos que guardaba allí: aún tenía la nota de George, unos aretitos que Fred le dio en algún cumpleaños, postales de parte de Charlie, de Luna y de Neville, recetas que guardaba de su madre… todo junto con el pergamino en el que ella y Draco, alguna vez escribieron y firmaron su "siempremente".

Había dejado detrás muchas versiones de ella misma, pero ninguna de ellas había querido dejar atrás a Draco. Con la cajita de tantos recortes en sus piernas, Ginny lo echó de menos.

Había vuelto.

Ella también quería sacarlo de entre sus recuerdos y abrazarlo.