Capítulo / Día 14. Porrista.

Todos en el Colegio supieron que algo extrañó ocurría cuando Draco Malfoy se materializó en la grada del estadio de quidditch junto a Lunática Lovegood.

Gryffindor jugaba contra Hufflepuff ese día, por lo que a nadie le extrañaba que Luna estuviera en la grada utilizando su cabeza de León para ser porrista de Gryffindor, pero lo que Draco hacía con ella y en esa grada, por supuesto que era para llamar la atención.

Sólo ese hecho, desencadenó un montón de chismes y alboroto. Tanto que esa misma tarde, Draco y Ginny hablarían para acordar que el romance o lo que fuera que tenían se quedaría en el Colegio.

A los dos, en ese momento, con una relación de un par de semanas, les pareció que estaría bien y que no dañarían a nadie si vivían el momento y se separaban al bajarse del tren en el verano.

¿Cómo iba a saber Ginny que llegaría a amarlo tanto?

Se habría reído si le hubieran dicho en esa ocasión que rechazaría a Harry ese verano porque extrañaba a Draco…

Para ese entonces, sólo conocía al niño mimado que ahora quería redimirse, que no era del todo malo, pero si berrinchudo, que se creía mejor estudiante que muchos y encima pensaba que era guapo y atractivo y que era por eso por lo que ella quería estar con él. Por su físico, porque él mismo pensaba que no tenía mucho más que ofrecer.

Todavía no conocía a Draco hombre, él todavía no se había puesto delante de un neomortífago para protegerla, ella no había acariciado su pecho lleno de cicatrices ni él le había contado sus miedos o de todo lo que había tenido que hacer para sobrevivir a la guerra. Era fácil, antes de todo, pensar que lo podría dejar. Que unos besos furtivos, unas cuantas charlas divertidas y las tardes que habían compartido se podían dejar en el colegio. Como tantas otras relaciones que los estudiantes tenían.

DG

Harry Potter abrió los ojos de par en par cuando su secretaría le comunicó que Draco Malfoy preguntaba si podía verlo, no importaba el momento o día, había dicho.

-Hazlo pasar –ordenó hacia el comunicador.

Con cierta prisa, Harry despejó un poco el escritorio y se colocó su insignia de jefe de aurores para después fingir que esperaba plácidamente al ingreso de Draco.

-¿A qué has venido? –disparó apenas el rubio estuvo de pie en la puerta de su oficina.

-A decirte que planeo recuperar a Ginevra. Y que espero que esta vez, tu oficina pueda protegernos.

Harry sonrió burlón.

-Repítelo—lo instó.

-Planeo recuperar a Ginevra y espero que…

-Pareces estar demasiado seguro de que ella te quiere de vuelta—lo interrumpió molesto.

-No lo estoy—Draco seguía de pie en la puerta-. Tienes razón.

-¿Y? –Harry hizo un ademán desdeñoso de que Draco podía dar un paso hacía él.

-Y tampoco puedo arriesgarla, vine a verte porque necesito de tu oficina.

-Mi oficina no te debe nada.

-¡Tu oficina que dejó a mi padre libre dos veces "por falta de pruebas" me debe todo! Y, por cierto – Draco cambió su tono de petición inconscientemente-, siempre he pensado que fue muy conveniente para ti, que ella me dejara y que me fuera… ¿no es así?

-¿Qué demonios estas insinuando, Malfoy?

-Nada –Draco levantó las manos fingiendo inocencia-, que tampoco eras fanático de mi relación con ella.

-Que no los apoyara como porrista idiota no significa que permitiera que…

-Que la dañaran, lo sé. No lo permitirías –Draco apretó los dientes, odiaba lo que había tenido que hacer-. Por eso vine a advertirte que estaré cerca. Y pedirte que la protejas, pero esta vez del peligro real, no de mí.

-Tu has sido siempre el peligro real.

Draco se río con algo de malicia.

-No cambias, Potter. No cambias…