Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.
La Última Hija del Mar
—El Capítulo 37, se titula: Captura la Bandera —leyó Thalía. Con eso, ella entregó el libro a su primo Nico.
.
Thalía gritó: — ¡Equipo azul! ¡Seguidme! —Todos estallaron en vítores y la siguieron. Tuve que apresurarme para darles alcance y tropecé con el escudo de otro chico. En resumen: no parecía demasiado un Co-capitana. Más bien una idiota.
.
Hera y Anfitrite gimieron. Todos las miraron y el resto de deidades y semidioses, gimieron en voz alta, haciendo sonrojar a las chicas y a sus padres.
.
Situamos nuestra bandera en lo alto del Puño de Zeus: un grupo de rocas en mitad de los bosques del oeste que, visto desde cierto ángulo, parece un gigantesco puño surgido de las entrañas de la tierra. Si lo miras por el otro lado, parece un montón de excrementos de ciervo, pero Quirón no nos habría permitido que lo llamásemos Montón de Mierda, sobre todo después de haber sido bautizado ya con el nombre de Zeus, que no tiene demasiado sentido del humor.
.
Los hijos de Cronos y Rea (excepto Zeus), lanzaron una carcajada. Esa carcajada fue acompañada, por los espíritus de los hijos de Zeus (y los vivos también se burlaban)
.
En todo caso, era un buen lugar para situar la bandera. La roca más alta tenía seis metros y era bastante difícil de escalar, de manera que la bandera quedaba bien visible, tal como establecía el reglamento, sin que importara demasiado que los centinelas no pudieran permanecer a menos de diez metros de ella.
.
—Es una buena estrategia —aprobó Atenea, sonriente. —Será difícil alcanzar la bandera, pero está a la vista.
.
—Katie, Miranda, Meg, Billie —las cuatro hijas de Deméter me miraron. — ¿Podrían por favor, formar un circulo de Hiedra Venenosa y Cactus espinosos, alrededor del Puño de Zeus? —Se miraron unas a otras, y sonrieron.
.
—Y la estrategia, no hace más que mejorar —chilló Atenea emocionada. —Entrega, primo —Nico la miró por un instante y le pasó el libro, aclarándose la garganta, siguió la lectura.
.
Thalía se colocó a mi lado. — ¿Qué planeas, exactamente?
—Que no se acerquen al Puño de Zeus —dije yo, con cierto toque de obviedad. —Silena, —ella me miró. — ¿No cuentan ustedes, con una especie de explosiones de energía rosa?
Silena hizo una mueca, y asintió. —Valentina, James, Mitchell —las dos niñas y el niño de Afrodita, asintieron y se prepararon para hacer su parte con las explosiones, que yo decía.
—Tomen los árboles, junto a los hijos de Apolo —ordenó rápidamente Thalía, y sonó el cuerno de que habíamos comenzado el juego. Nico no perdió de vista a Will, mientras que sus hermanos y él mismo, junto a los hijos de Afrodita, escalaban los arboles con dardos de cuerda o con flechas que tenían cuerdas atadas.
.
Atenea y sus hijos presentes, veían lo que se venía, con ojos brillantes de emoción: Una derrota absoluta de las Cazadoras de Artemisa. —Atacarán desde las alturas, con flechas y aquellas explosiones. Muy buen plan, sin olvidar la hiedra venenosa y que Thalía puede usar el viento y los rayos. Penny tiene el agua del arroyo y el terremoto.
.
—Clarisse, Beckendorf, Silena, por favor: guíen a un grupo de frente, intentemos fatigar a las Cazadoras, con un combate cercano —pidió Thalía, rápidamente, los tres comenzaron a llamar hermanos y hermanas, u otros Campistas. —Necesitan rodearlas, impedirles tomar distancia, para disparar sus arcos, cercarlas. —Ellos asintieron.
—Nico, Bianca, Hazel —ellos me miraron —Nosotros cinco, somos la última línea de defensa de nuestra bandera, pero cuando vean una oportunidad de ir por la bandera de las Cazadoras, avísennos a cualquiera de nosotras dos, pues somos las más veloces. —Los hijos del señor del inframundo, asintieron.
El grupo de Silena desapareció por la izquierda. El de Thalía le dio unos segundos de ventaja y se lanzó hacia la derecha.
Yo aguardé a que ocurriese algo. Trepé hasta lo alto del Puño de Zeus para disponer de una buena vista del bosque. Recordaba cómo habían surgido las cazadoras sin más la otra ocasión, mientras luchábamos con la Mantícora, y me esperaba un ataque relámpago parecido: una carga por sorpresa pensada para arrollarnos. Pero no pasaba nada.
.
—Las Cazadoras tienen mucha paciencia —gruñó Clarisse.
.
Divisé un instante a Silena y sus dos exploradores. Cruzaron corriendo un claro, seguidos por cinco cazadoras, y se internaron en el bosque con el fin de alejarlas lo máximo posible de Thalía. El plan parecía funcionar. Luego vi a otro pelotón de cazadoras que se dirigían hacia el este con sus arcos en ristre. Debían de haber localizado a Annabeth, quien había tomado a sus hermanos, y se fue por su lado, sin hacer caso de la estrategia compartida por Thalía y por mí.
Las Cazadoras se iban expandiendo, mientras que el grupo conformado por niños de Ares, Hefesto e hijos de varios dioses, quienes se unieron a ellos (especialmente Annabeth y sus hermanos), lograban encerrarlas lentamente y fatigarlas, hasta que se vieron imposibilitadas de cualquier movimiento, y dejaron caer sus armas, rindiéndose.
.
—Lo hicieron bien, es un plan muy bueno —dijo Atenea sonriente, mirando a Penny y guiñándole un ojo, a lo cual la hija de Poseidón, le enseñó una sonrisa.
.
Zoë, Cecyl, Phoebe y Naomi, comenzaron a replegarse para proteger la bandera, siendo las últimas Cazadoras, mientras que había muchos semidioses, siendo Bianca quien logró viajar entre sombras, agarrando el estandarte, y corrió a esconderse en la oscuridad, fundiéndose en las sombras y regresando...
Sorprendida, me giré: Bianca no estaba allí. Apareció rápidamente corriendo en el claro, las Cazadoras derrotadas gritaron histéricas y ella cruzó el arroyo, dándole al Campamento, la victoria.
— ¡Los Campistas ganan! —dijo Quirón alegre, todos vitoreamos.
.
Los Campistas presentes, vitorearon. Zoë se cruzó de brazos, enfadada por esa derrota. Thalía se paró ante ella, y comenzó a bailar Twerking.
.
Una turbia niebla verdosa impedía ver de qué se trataba, pero cuando se acercó un poco más, todos los presentes (campistas y cazadoras por igual) ahogamos un grito. —No es posible —murmuró Quirón, dando algunos pasos al frente, acercándose. Nunca lo había visto tan impresionado—. Jamás había salido del desván. Jamás.
.
—Si las personas a las que está destinada la profecía, no están presentes para escucharla, entonces el oráculo irá hasta ellos —explicó Apolo. —Aunque... sería más fácil, si pudiera moverse.
.
Tal vez no. Sin embargo, la momia apergaminada que encarnaba al Oráculo avanzó arrastrando los pies hasta situarse en el centro del grupo. La niebla culebreaba en torno a sus pies, confiriéndole a la nieve un repulsivo tono verdoso. Nadie se atrevió a mover ni una ceja. Entonces su voz siseó en el interior de mi cabeza. Los demás podían oírla también, por lo visto, porque muchos se taparon los oídos. «Soy el espíritu de Delfos —dijo la voz, en las mentes de todos—. Portavoz de las profecías de Apolo Febo, que mató a la poderosa Pitón» El Oráculo me observó con sus ojos muertos. Luego se volvió hacia Zoë Belladona y finalmente a Lady Artemisa. «Acércate, tú que buscas, y pregunta»
Artemisa caminó hacía el frente. — ¿Qué debo de hacer, para salvar el Olimpo y los Campamentos? —nadie entendió eso último, pero quienes sí lo sabíamos, nos mordimos la lengua.
«La Cazadora, las hijas del general, del inframundo, de la guerra, del rayo y del mar, buscarán en el oeste al general, el amor los rodeará, uno destinado estaba a perderse en la tierra sin lluvia, el azote del Olimpo a salvo se encuentra, campistas y cazadoras, prevalecen unidos, La Cazadora la senda guiará y a la maldición del titán uno resistirá.»
.
Los del futuro se miraron. La Profecía había cambiado.
—Yo leeré el próximo —dijo Zoë, tomando el libro de manos de Thalía. — 38: Comienza el viaje.
