No puedo decir nada sobre este capítulo así que nada más me resta agradecerles que sigan atentas. Ahora sí, creo que para el viernes ya hemos terminado este fic y no sé... ya siento como un hormigueo en mi estómago.

Así que gracias a: Rodriguez Fuentes: siiii! ahora si ya me voy sintiendo como gente otra vez n_n* Y sí, sin dar más largas, ahora veremos la reacción de Menoumaru... a ver cómo resulta esto.

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Disclaimers:

** Inuyasha le pertenece a Rumiko Takahashi, yo solo tomo los personajes para que hagan mis perversiones.

** No continúo historias, lo que terminó y a lo que le puse FIN es FIN.

** Téngame paciencia, trabajo y tengo vida, escribo en base a la inspiración, pero sobre todo a los comentarios de ustedes, así que mientras más comentarios tengo más escribo, incluso cuando mi vida se pone patas arribas, pero si me dejan muchos comentarios, escribo como loca.

** Recuerden darle like de mi página de romancerotico en Facebook, de esa manera estarán enterados cuando subiré mis fics, si sigo viva o cualquier otra cosa que deseen saber.

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32. La primera vez

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Kagome POV

¡Dios! ¿Qué ha pasado?

Mi corazón está a punto de salírseme del pecho porque he aceptado en voz alta y con acciones que estoy saliendo con Sesshoumaru, con ese hombre que alguna vez quiso derrumbar a nuestra familia.

Ni siquiera lo he pensado dos veces y el rostro de sorpresa e indignación de Ban era digno para ser retratado, ¿y ahora qué haré? No puedo borrar mi pasado así por así, no puedo tachar mi apellido solo porque quiero cambiar y estar con Sesshoumaru, todo es un proceso y es por eso por lo que le insistí a mi padre que limpiáramos nuestro nombre y eso por lo menos tomaría uno años y el cambio lo estoy dando en 3 semanas.

¡Estoy loca! Quizás los supresores que tomé al venir aquí, el cambio de clima o incluso hasta el idioma ha hecho que mis neuronas exploten y se esparzan en todo mi cerebro, aunque a quien más debería de culpar son a estas malditas feromonas que me pusieron de cabeza desde el primer momento en que las olí.

Voy abrazada a la espalda de mi alfa en su moto, la cual ya la tenían lista cuando salimos a paso apresurado del hotel.

Sé que no podrían dispararnos, tenemos dos vehículos que podrían pasar desapercibidos de las autoridades y aunque nos asesinaran no podrían rastrearlos, pero papá nunca lo haría, no sin antes pedirme una explicación de frente, tal vez luego sí me pondría un tiro, tal vez no en la cabeza, pero sí en mi vientre o en mis piernas o en la espalda, algo que le indicara que podría salvarme, pero que estaría a su merced el resto de mi vida.

Voy temblando aferrada a él y ni siquiera sé a dónde vamos.

Después de estar dos días con él y estar cubierta de pies a cabeza debido a sus chupetones y cada una de sus marcas en todo mi cuerpo, decidí vestirme con un vaquero celeste y camisa negra de cuello con botines del mismo color, además, aprovechando que íbamos a una reunión con papá para hacer unos negocios con unos hoteles de playa en Malibú, aproveché de llevarme una chamarra ajustada de cuero.

El casco evita que mi cabello suelto se alborote, además que es una precaución más que obvia.

¡¿Qué haremos?! No estoy preparada para dejar a Ban y a los chicos, ¡rayos! ¡Ban! Papá lo matará, aunque para saber que Sesshoumaru y yo somos pareja y que me ha tapado durante todos estos días, la reacción de sorpresa que ha tenido ha sido tan sincera como la de papá, aunque probablemente eso solo haya sido porque se paralizó al verlo con mi madre hablando abiertamente de nuestra relación y no por verlo en sí.

¡Diablos! Mi cabeza está hecha un caos.

Llegamos, sin darme cuenta, a una casa, a esa misma a donde lo dejamos el día de ayer.

Nos quitamos el casco tendiéndome su mano para así caminar por la hermosa entrada de piedras y césped. Atravesamos la puerta y justo al cerrarla me abraza con fuerza lo que nos obliga a soltar los cascos dejándolos caer al suelo.

—Lo siento Kagome... lo siento, pero no puedo estar un día más sin ti.

Suelta de un solo golpe aferrándose más a mí.

Me toma entre sus brazos agarrándome con fuerza para que yo me enrolle en su cuerpo. Está caliente y su olor indica desesperación.

Me carga de esa manera hasta que llegamos a uno de los sillones y se sienta para que yo lo haga a horcajadas sobre él.

—No sé... —suelto por primera vez llena de terror—. No sé... qué es lo que pueda hacer papá, Sesshoumaru... realmente no lo sé...

Mi teléfono ha estado vibrando desde que salimos y ni siquiera me he atrevido a verlo así que lo apagué justo al entrar aquí.

—Huyamos —me suelta y mi corazón está latiendo como nunca lo ha hecho.

—Yo... —me separo viéndolo.

Sus ojos están oscuros y dilatados. No siento su temor, ni siquiera desesperación, su demanda es tan tajante y natural que me tiene confundida.

—Sesshoumaru... yo...

—¿Tienes dudas de estar conmigo? —muevo mi cabeza temblando.

—No es del presente, ni siquiera de un futuro contigo al que le tengo miedo, porque sé que mi corazón y mis acciones te pertenecen.

—¿Entonces? —me toca gentilmente mi mejilla. Sus manos por primera vez las siento ásperas y suaves a la vez.

—Yo... no soy... tan inocente... Sesshoumaru... tengo uno que otro esqueleto en mi armario —intento confesarme con algún tipo de metáfora, pero realmente no es ninguna.

—¿Crees que yo lo soy? Kagome, lo de Moryomaru no fue mi primera vez y si me lo hubieran permitido le habría hecho algo peor de lo que le hicieron a Naraku.

—Pero tú... siempre has estado al lado de la ley.

—Claro que sí —acepta como si eso fuese lo más obvio—, pero no por eso significa que yo sea inocente, además eso no me importa —asegura con firmeza—. Lo único que deseo es estar a tu lado, tu pasado es lo que menos me interesa porque si así fuera, ya habría tomado a ese maldito beta y lo habría obligado a dejarte por las malas.

—¿A Ban? —mi pregunta está cargada de confusión, pero él solamente gruñe negando—. ¿Le tienes celos a Ban? —estoy atónita, ¿por qué debería de tenerle celos? Entre él y yo no hay ninguna relación sentimental.

—No sé si lo sabes —me toma mi rostro con ambas manos—, pero los alfas somos sumamente posesivos y celosos con nuestras pertenencias.

—¿"Pertenencias"? —pregunto con tono sarcástico y mis ojos abiertos de par en par—. ¿Y ya decidiste en qué salón voy a quedar para que me admiren? —intento bajarme de su regazo quitándome sus manos a la fuerza, lo cual logro lo segundo más no lo primero.

—Eres mi pertenencia, porque me perteneces, no porque seas un objeto, es lo mismo que yo soy tuyo porque te pertenezco, no porque sea un accesorio que te guste llevar.

Eso es algo loco, incluso para mí.

—Entiendo la premisa, aunque no la acepto.

—No pierdas lo importante del punto, no me gusta ni me siento cómodo que estés al lado de alguien que te ha servido tanto en la cama como en el campo —gruñe quitándome la vista—, estoy seguro de que te ha obsequiado más orgasmos de lo que tú y yo tenemos.

No puedo negar que se mira extremadamente lindo cuando se pone en su rol de alfa dominante con su omega, incluso hasta en esta situación, así que ahora soy yo quien le toma el rostro con mis manos.

—Sesshoumaru... no todos podemos ser satisfechos por una sola persona, lo siento... incluso mis padres... ellos...

—¿Desde que nos emparejamos has necesitado de él o de alguien más?

Me pongo a pensarlo un par de segundos y niego, de hecho, el sentir que alguien más me toque es algo repugnante, pero eso me extraña.

—No —respondo con una gran incógnita en mi cabeza—, pero... eso no significa que no se dará... los betas... en mi familia siempre conservamos a los betas porque es un seguro para nuestra satisfacción, no es cosa de fidelidad, ni siquiera de amor, solo es...

—Kagome... cuando nos enlazamos creamos una conexión que nadie puede romper.

—Lo sé... pero ¿es para siempre? ¿siempre está allí? ¿no se rompe... o no se necesita...? —me quedo con la interrogante en el aire.

—¿Si necesitaremos de alguien más para satisfacernos? —asiento y él niega—. ¿Quieres más o deseas a alguien más después de haber estado conmigo? Acabas de pasar un celo completo mío, sin supresores o ninguna otra medicina para bajármelo igual que la vez anterior.

Y en algún momento creí que moriría, todavía no sé cómo pude salir viva de ese celo y fue más que obvio que no necesitaba de alguien más, estaba más que satisfecha.

Así que me separo un poco sin bajarme de su regazo.

—Pero mis padres...

De pronto escuchamos un gran estruendo, ha sido un disparo. Mi corazón está a un paso de detenerse y mis pulmones a punto de dejar de producir oxígeno.

La puerta se abre y Sesshoumaru me baja de su regazo para ponerme a un lado y protegerme con su propio cuerpo, mi padre entra primero y luego lo hace Ban.

—Kagome... —pronuncia este último.

—¿Ya le dijiste lo mismo que le confesaste a mi esposa? —veo a mi padre y luego a Sesshoumaru, sin entender lo que el primero quiere decir.

—No.

Pareciera que están teniendo una conversación en lenguaje de señas, uno que solo ellos dos pueden entender porque nadie más conoce ese lenguaje, estoy dispuesta a preguntar de qué se trata, pero todo sucede tan rápido que no me da tiempo para reaccionar, aunque al mismo tiempo puedo ver cómo pasa en cámara lenta, ¡esto es ilógico!

Podría pasar toda mi vida tratando de descifrar como es que puedo verlo todo y como me quedo paralizada o intentando que un loquero analice estos precisos segundos en que mi vida se viene abajo, tal vez la resonancia de las feromonas alrededor, el incremento de las palpitaciones de mi corazón junto con el poco oxígeno que mis pulmones están produciendo es lo que me afecta para que mi reacción junto con mis sentidos caigan en una completa locura.

Veo cómo Ban grita corriendo lo más rápido que puede. Sesshoumaru cae de lado y la sangre salpica, yo agarro mi Glock que la he llevado como siempre oculta disparándole a mi padre que cae al suelo, pero antes de hacerlo él también me dispara, pero Ban alcanza a servirme de escudo y cede igual que los otros dos.

Volteo para ver a mi izquierda y a mi derecha y lo único que consigo es ver cómo Ban está boca abajo en un charco de sangre y Sesshoumaru boca arriba agarrándose un costado boqueando por el dolor.

Sabía desde un principio que no podríamos estar juntos, que mi padre se volvería loco cuando lo supiera y creo que Sesshoumaru también se esperaba lo mismo, es por eso por lo que fue a hablar con mi madre para apelar a su conciencia, porque los omegas somos más románticos y sentimentales, pero si me lo hubiera preguntado, nada de esto habría pasado, porque le habría dicho que mi padre es uno de los alfas más temibles y descorazonados que ha pisado la tierra y nada de lo que dijera su dulce esposa omega lo habría convencido.

Yo estaba consciente de que nuestra muerte era inminente.

—Llama... llama... a Lehm... y a Sango... —intenta decir y luego pierde la conciencia.

Agarro su celular y lo desbloqueo poniendo cada uno de sus dedos en la pantalla para ver con cual se puede lograr hasta que finalmente lo consigo y veo las llamadas, hay uno que dice "papá", ese debe de ser Lehm.

—¡Menou! —entra mi madre al lado de otros dos hombres. Me vuelve a ver observando también los cuerpos a mi alrededor—. Royakan —llama a uno de los guardaespaldas que ha estado casi siempre a su lado, un tipo robusto y de olor fuerte que hasta donde sé, es el único alfa autorizado para estar a su lado—, que traigan al equipo.

—S...Sí señora.

Se acerca a mí quitándome el celular.

—¿A quién le llamas? —pregunta entre lágrimas.

—A... Lehm...

—El padre del detective —asegura y asiento temblando.

—Me pidió que lo hiciera.

—Kagome, este es el momento en que tienes que decidir: si le hablas a ese hombre que está dentro de la milicia nos hundiremos para siempre.

—Si está dentro de la milicia y es el padre de Sesshoumaru, entonces es el único que nos podrá sacar de esto.

Royakan entra seguido de dos tipos más, además de Akitoki, nuestro nuevo médico.

—¿Está bien señorita Kagome? —pregunta con esa voz dulce y gentil que tiene y yo asiento—. De acuerdo. Busquen habitaciones y acomodémoslos a cada uno. Veré qué puedo hacer.

—Primero a Sesshoumaru —para algunos eso podría sonar como una petición, pero sé que Akitoki entiende que es una orden, pero se queda estático esperando que mi madre confirme la orden.

—¡Kagome, primero debemos atender a tu padre! —me levanto dejando el cuerpo de Sesshoumaru y le apunto a la cabeza de mi padre que está inconsciente tirado en el suelo, mi madre se queda con la boca abierta.

—Si ahora le disparo en la cabeza entonces todo el recurso será para Sesshoumaru, podríamos optar por eso también o hacer lo que ordeno.

Ella se queda sin habla y solo logra asentir.

Nuestros guardaespaldas toman cada uno de los 3 cuerpos llevándolos a diferentes habitaciones y yo tomo nuevamente el celular de Sesshoumaru haciendo la llamada.

—¿Jako? —responde al otro lado un tipo con voz grave.

—¿Usted es Lehm?

—Sí.

—Sesshoumaru y yo lo necesitamos... por favor...

—¿Requiere atención médica?

—Sí.

—Llego en 20.

Creo que logro asentir cuando tiro el teléfono. Todo me está dando vueltas y me siento completamente caliente, algo dentro de mi pecho duele y es como si me estuvieran destrozando mil agujas desde mi interior.

Caigo al suelo llorando y gritando del dolor.

¡Puta mierda! Si Sesshoumaru muere... ya no quedará nada para mí.

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Justo a 20 minutos, Lehm, un hombre robusto, de cabellos dorados y canoso, entra viendo el estrago que ha dejado aquella batalla en su casa. Lleva un equipo de 5 personas que salen corriendo tras indicárseles a donde están todos los heridos.

A los 10 minutos, llegan unos autos blindados y sacan los 3 cuerpos, un equipo de limpieza entra al hogar y mi madre con nuestra gente salen disparados detrás de aquellos autos blindados que parecieran ser de SWAT o algo así, aunque internamente están equipados como ambulancias.

El hombre me pide que vaya con él, pero mi madre me vuelve a ver como si me lo estuviese prohibiendo, pero no dice nada, hasta el momento no he derramado ni una tan sola lágrima y la sangre tanto de Ban como la de Sesshoumaru están en mi ropa como en mi rostro. La ignoro y me voy con él.

¡¿Qué rayos acaba de pasar?!

Intento repasar en mi mente cada movimiento y la muy traicionera me lo revive cada segundo como si estuviese en un jodido bucle repitiéndomelo como si fuese una especie de tortura.

Nunca había visto a mi padre como si su cordura se hubiese ido de viaje a Disneylandia, ni siquiera cuando se dio cuenta de que nuestro topo traidor era su mano derecha.

Quitó el cerrojo de la puerta con un disparo, entró, le preguntó algo a Sesshoumaru que no me resultó coherente y luego le disparó a un costado, quise interponerme para evitar que lo dañara, pero cuando vi que esa bala lo había impactado y que su sangra salía salpicada, saqué mi arma y le disparé... ¡le disparé a mi propio padre en su estómago! Creo que murmuró algo y luego me apuntó, pero Ban sabía de sus intenciones y se adelantó para protegerme sirviéndome de escudo. La bala le llegó a uno de sus pulmones y empezó a escupir sangre, pero me protegió.

Eso una y otra vez, cierro los ojos y solo puedo ver cómo Sesshoumaru cae y yo le disparo a mi padre y él a mí y Ban cae.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

La desesperación en mi corazón se está cargando a mi razón.

Mi padre le dispara a Sesshoumaru, yo le disparo a él y Ban me protege. Los tres caen y yo salgo ilesa, ¡estoy jodidamente ilesa! Mientras que las 3 personas a quienes adoro con todo mi corazón están debatiéndose entre la vida y la muerte y una de ellas por mi propia mano.

¡Puta, maldita y jodida mierda!

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El lugar a donde Lehm nos ha llevado pareciera un pequeño hospital, pero también debo de creer que es algún tipo de clínica clandestina y que no cualquiera tiene el recurso para poder entrar.

Mikael, uno de mis guardaespaldas contratados en suelo americano, se me ha acercado una o dos veces para entregarme un pañuelo, pero no lo he aceptado.

Después de un rato, Lehm se sienta a mi lado sin decir una tan sola palabra, solo fumando.

Estamos como en un pasillo de espera, uno que tendrá probablemente dos metros de ancho. Las sillas tienen un color verde desteñido y parecieran de algún tipo de plástico tostado, totalmente incómodas y un poco cóncavas, bueno, probablemente no se espera que uno esté más de un par de horas aquí.

—¿Qué tanto conoce a Sesshoumaru?

No dice más nada, solamente fuma y tira el humo como si de alguna cita se tratara, incluso me toma un par de minutos reaccionar porque creo que esa pregunta solo me la he imaginado.

—Lo suficiente.

—¿Sabe quién soy yo?

—Sí —responde tajante y eso me hace mofar. Sesshoumaru es demasiado sincero.

—¿Sabe que estamos enlazados?

Antes de responder suelta un sonoro suspiro como si con ello se quedara sin nada de aire, aunque no es así.

—Sí.

—Antes... —intento decir que antes de que todo se fuera a la mierda, pero no me sale nada, posiblemente todavía me encuentro en shock intentando reaccionar—. Mi padre le preguntó algo a Sesshoumaru, algo sobre una confesión, realmente no lo sé, me hubiera gustado preguntarle a alguno de los dos, pero no quedó tiempo nada. ¿Usted sabe a lo que se refería?

—Probablemente.

Me doy la media vuelta volviéndolo a ver, sé que con mi expresión estoy haciendo la pregunta silenciosa, pero él no suelta nada.

—¿Y?

—No me corresponde a mí decírtelo.

Entonces ¿a quién le corresponde? ¿Al hombre a quién traicioné poniéndole una bala en su cuerpo, al hombre que me ha dado todo en la vida, al hombre quien me engendró? Ahora soy yo quien lanza un suspiro dejando caer la espalda sobre el respaldo incómodo y mi cabeza en la pared.

—Tu padre no saldrá con vida.

Lo vuelvo a ver otra vez. Una presión en mi pecho me presiona tanto como si estuvieran un par de manos tomando mi garganta, pero desde el interior.

—El disparo destruyó parte de su estómago, se extendió hasta el páncreas y ha creado una reacción en cadena. Está teniendo una falla multisistémica.

Me mofo y sonrío. ¿Hablé de tener uno que otro esqueleto en mi armario? ¿Qué tal cargar en la conciencia con la muerte de mi propio padre? Y esa no será ninguna metáfora o exageración.

—¿Qué hay de Ban? El otro chico.

Lehm niega bajando la cabeza.

—Lo siento. Acaba de fallecer.

En un segundo toda mi vida junto a él se proyecta como una película, la primera vez que lo vi hincado frente a aquella niña inocente jurándome que me protegería, la primera vez que me besó, cuando me entregué a él, cuando me entrenaba, aquella ocasión en que me raspé una rodilla y lloraba, pero él me daba de besos en mi frente para decirme que todo estaría bien, la primera vez que discutimos y lo eché del pent-house diciéndole que no quería volverlo a ver, la primera vez...

Mi corazón se está partiendo en mil pedazos y no sé si alguna vez podré sentir lo mismo.

Me levanto respirando con tranquilidad para poder procesar todo lo que está sucediendo a mi alrededor y lo que ha provocado mi decisión de estar con Sesshoumaru.

—¿A dónde se encuentra?

—Te llevaré —él se levanta terminando su cigarro y tirándolo al suelo para aplastar la colilla—. ¿No preguntarás por Sesshoumaru?

—Sé que estará bien, de lo contrario creo que estaría en una agonía por estar rompiendo el lazo —eso me hace recordar y lo vuelvo a ver—. Si papá... está muriendo... mamá... ¿cómo está ella?

—Destrozada.

—¿Físicamente?

—Está bien.

—¿Cómo podría? Si el lazo se está rompiendo debería de estar en agonía, aunque no sé si eso realmente sucede cuando el alfa muere o ¿ella podrá sentir su dolor?

—Mejor deberías de hablar con ella.

Estamos a punto de atravesar una puerta, pero me interpongo antes de que la abra y lo vuelvo a ver. Es casi tan alto como Sesshoumaru, un alfa bastante imponente a pesar de su edad, pero en este punto, nada ni nadie me intimida.

—¿Cuál es ese secreto?

Se queda en silencio y creo que debe de estar sopesando el decírmelo. Saca su cajetilla de cigarros tomando otro y enciende uno.

—No existe nada más fuerte que el lazo entre un omega y su alfa. Cuando mi esposa murió, no pude levantarme de mi cama durante tres días y el primero, cuando se estaba rompiendo, realmente creí que moriría. Lloré como niño al salir del vientre de su madre, ¿te puedes imaginar? —se mofa de él solo—. Un tipo enorme como yo, en posición fetal, chillando por ello. Me hirieron en batalla, recibí golpes de todo tipo y ninguno me hizo derramar una tan sola lágrima, pero cuando mi omega murió, creí que sería el fin del mundo para mí también.

—¿Por qué me dice esto?

—Porque es una pista chiquilla.

—¡No quiero una jodida pista! —me desespero—. Quiero que me diga la verdad. Acabo de perder a una persona que amaba muchísimo, estoy a punto de ver a mi padre morir y no sé en qué condición se encuentra el alfa a quien amo, ¡no estoy para descifrar putas adivinanzas!

Una lágrima rebelde sale de mi ojo y empiezo a sentir cómo mi rostro se empieza a mojar. Veo un gesto conmovedor en el tipo y simplemente vuelve a suspirar.

—Tu madre es una alfa y tu padre también lo es. Es lo único que puedo decirte. El resto, dependerá de tu madre.

¿Mamá una alfa?

Me rodea un poco abriendo la puerta que está detrás de mí y entra dejándome casi en el marco con más interrogantes que respuestas, ¡¿que mamá es una alfa?! ¡Eso es tan ilógico! ¡una puta locura!

Ni siquiera puedo reaccionar mucho porque en esa habitación está el cuerpo de mi querido Ban.