El mejor de los regalos
Por: Amy Black & Andy Yogima
Capítulo 2. Por el tiempo y el espacio
Había dado constantes vueltas por los fríos pasillos y escaleras del castillo con la horrible sensación de estar en un laberinto. El tiempo corría y no podía encontrar una escalera que la llevara al octavo piso, tampoco podía perder el tiempo de esa forma tan absurda. Poco a poco su felicidad se fue apagando hasta casi extinguirse. Se detuvo en seco a la mitad de un estrecho corredor sintiéndose tan desesperada como cuando Malfoy destruyera el regalo para Harry, con una sola idea en su cabeza: existía la posibilidad de que no existiera el octavo piso.
"Historia de Hogwarts" había sido escrito muchos años atrás, en tiempos de los fundadores y haciendo énfasis en la peculiaridad de la habitación que estaba buscando, existía la posibilidad que el octavo piso fuese destruido como medida de seguridad.
Desilusionada, Ginny giro sobre sus talones emprendiendo el camino de regreso. Avanzó por las únicas escaleras que la llevarían al piso inferior, con la cabeza baja y sus pensamientos inmersos en como conseguir un regalo para Harry en dos días y con poco dinero.
Repentinamente sintió una leve sacudida que la obligó a elevar la mirada. Notó que las escaleras habían cambiado de dirección, en vez de ir abajo se elevaron hasta chocar con una pequeña plataforma del piso superior. No teniendo más a donde ir que al frente, siguió el corredor deteniéndose frente a un sencillo cuadro del cual no brillaba el mago en el, sino una bella rosa rodeada de fulgor que éste mostraba.
Una rosa. Aquella debía ser la habitación mágica. Con nuevas esperanzas coloco su mano sobre el tapiz del cuadro. Un suave pétalo de la flor cayó y al instante siguiente se abrió dando paso. Ginny ingresó con cautela, una amplia sonrisa decorando su pálido rostro y una sola idea en su cabeza.
Un deseo.
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20 años atrás.
Todo Hogwarts brillaba por la próxima llegada de la Navidad. Cada habitación del castillo estaba bellamente adornada para la ocasión y se podía respirar un aire lleno de paz que hacia sonreír. Todo era tranquilidad… excepto para cierta pelirroja de nombre Lily que se paseaba de un lado a otro de su habitación en penumbras como si quisiera cavar un agujero. Su expresión mostraba claramente desesperación y molestia.
¿El problema? No tenía un regalo de Navidad adecuado para novio: James Potter, el chico más… perfecto. Suspiro dejándose caer pesadamente en su cama. Lo peor era que había escuchado partes de una conversación entre Sirius y Peter diciendo lo grandioso que era el regalo que le tenía James a ella.
Pateó el suelo sintiéndose peor y bajo su pie sintió un pequeño bulto que levanto sonriendo con ironía al verlo. Era un pequeño libro que en medio de su desesperación había comprado: "El mejor regalo para tu chico ideal" Golpeo su frente sintiendo que había caído muy bajo. Arrojó el libro bruscamente sobre sus textos de estudio causando el derrumbe de todos, incluyendo plumas y pergaminos.
Respiro profundamente, hincándose frente al desastre comenzó a recoger los libros dejándolos sobre el escritorio. El último que levantó era: "Historia de Hogwarts". Se puso de pie abrazando el texto. Había sacado ese libro de la biblioteca para hacer una tarea. Salió de su habitación camino a devolverlo.
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Caminaba monótonamente por un trayecto memorizado hacia la biblioteca. La mirada pérdida en el infinito y su mente trabajando a lo máximo para el regalo de James. No encontraba nada adecuado para él… nada que no fuera costoso. Suspiro, por ahora no contaba con mucho dinero.
Inmersa en sus pensamientos no distinguió a un par de Gryffindor que se acercaban peligrosamente a ella. Ambos corriendo y lanzándose hechizos mutuamente.
-¡Cuidado, Lily!
La voz tan familiar la hizo elevar su mirada demasiado tarde. Uno de los hechizos llegó a ella impactándose contra su libro deslizándolo de sus manos con un golpe seco en el suelo. Por un momento el silencio se hizo presente a su alrededor hasta que el responsable del 'ataque' llegó a su lado.
-Lo siento, ¿estás bien? –dijo nerviosamente. Al segundo siguiente, su amigo llegó hasta ellos.
-Padfoot, eres un bestia –reclamo James tomando las manos de Lily quien mantenía la mirada fija en el libro abierto que estaba en el suelo.
-Ya dije que lo siento. Además no me fije y creo que ella tampoco –refunfuño temeroso de haber causado algún daño grave.
-Lily, ¿estás bien? –repitió James tomando el rostro de la chica con una mano. Finalmente Lily pareció percatarse de su presencia.
-Yo… eh, si. Estoy… -miro alternadamente a los chicos.
-Solo tienes que decir que te duele una uña para que mate a Sirius.
-Oye, ella ya dijo que está bien –cruzo los brazos fingiéndose ofendido. Aunque en el fondo estaba preocupado. Lily no acostumbraba ser tan callada, normalmente les hubiera reprendido su conducta. Más aún, no caminaría tan distraída, fácilmente pudo haber bloqueado el encantamiento.
-Si, estoy bien –sonrío débilmente recogiendo su libro. Lo cerró cuidando de no perder la página en la que estaba- tengo que irme, voy a llevar esto a la biblioteca.
-No te preocupes –intervino James quitándole el libro- Sirius lo hará por ti –dijo arrogante extendiendo el texto al aludido.
-¿Qué? Ya dije que lo sentía y…
-Descuida. Lo haré yo –Lily recuperó el libro pasando entre los merodeadores- quería salir a dar una vuelta y… bueno, de paso dejaré esto –giro caminando torpemente con la sensación de que sus piernas no le respondía correctamente.
-¿Qué le ocurre? –hablo Sirius una vez que la pelirroja se perdió de vista.
-No estoy muy seguro –musito James sin apartar la mirada del camino seguido por su novia- pero me preguntó ¿qué era ese libro? –miro a Sirius con una clara expresión confusa en su rostro- la parte en que estaba abierto eran hojas en blanco.
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Lily logró alejarse lo suficiente como para recuperar el control de sus piernas. Se había sentido muy nerviosa temiendo que alguno de los chicos, en especial James viera el libro. Ella misma se había quedado muda al ver las páginas en que el texto había caído. Recorrió pacientemente las hojas hasta llegar al encabezado que había captado su atención:
"La habitación secreta del deseo mágico"
Como si alguien la estuviese persiguiendo, corrió hasta la biblioteca, entregó el libro e igual o más rápido corrió hacia el octavo piso. Anteriormente había estado ahí, aunque solo había sido casualidad no estuvo mucho tiempo en el corredor. Aquel lugar lucía muy desolado, oscuro y frío, notoriamente muy poco transitado. El miedo la había obligado a salir corriendo.
Ahora trataba de recorrer el mismo camino que alguna vez cruzó en busca de las únicas escaleras que llevaban al octavo piso. Le tomó más tiempo del pensado y sintiendo que la noche caía pesadamente a su alrededor, finalmente llegó frente a un peculiar cuadro. En el, un misterioso mago sostenía una bella rosa que brillaba de forma extraña para estar en un lugar tan oscuro.
Cautelosamente se acerco a su destino cerrando los ojos para concentrarse en su deseo. Caminó un poco más y al percibir la caída de uno de los pétalos de la rosa, supo con alegría que podría entrar. Empujo levemente el cuadro, que al instante permitió el acceso.
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Era una sensación muy extraña… o tal vez eran miles por eso no podía definirlo. Se sintió como si hubiese ingresado a un cuarto donde no existía el aire, el tiempo, el espacio… solo podía sentir su cuerpo flotando en una especie de gelatina plateada. Era una sensación muy agradable. No habían sonidos, ni otros colores, ni siquiera algún aroma. Abrió los ojos justo para ver una pequeña puerta frente a ella mostrándole la salida.
Como guiada por una corriente fresca de aire, se acercó a la luz que emitía la puerta entreabierta, tomó la manija y jaló suavemente hacia ella. La sensación de vacío que había experimentado en el interior de la habitación se desvaneció en cuanto sus pies tocaron el suelo.
Parpadeo repetidas veces enfocando su alrededor. Se encontraba en uno de los pasillos del castillo, miro en todas direcciones esperando encontrar un indicio de que su deseo se había cumplido o que por lo menos estaba en proceso. Deambulo por el corredor sintiendo que su flama interna de esperanza se extinguía bruscamente.
Resignada, emprendió el camino de regreso. En cuanto pudo salir del área en penumbras notó que había demasiada luz a su alrededor. Giro su vista hacia los ventanales descubriendo, con sorpresa que el sol brillaba en lo alto del cielo dando un bello fulgor a la nieve que rodeaba el castillo. Aquello si que era extraño, había entrado a la habitación del octavo piso siendo de noche y ahora era de día. ¡Cuánto tiempo había permanecido sumergida en aquella gelatina!
Dio gracias mentalmente de que fueran vacaciones, de lo contrario ya se habría perdido del desayuno y posiblemente de la primera clase. Y ya que estaba ahí, lo mejor sería bajar al comedor, tomar desayuno y empezar el día lo mejor posible. Pensando en un regalo para James.
-¡Ginny!
Estaba a un día de Navidad. ¿Cómo podría conseguir algo apropiado para él en tan poco tiempo? Suspiro. Todo se le estaba saliendo de control de una manera alarmante.
-¡Ginny! ¡Espérame, por favor!
Aquella voz se estaba acercando más a ella y no la dejaba pensar. Se detuvo a mitad del corredor mirando a su alrededor en busca de la tal Ginny. Pero no había nadie, estaba sola. Una mano se poso en su hombro obligándola a girar.
-Espera un momento, tú no eres Ginny.
Continuará…
Notas de las autoras: Presentando el capítulo 2, esperamos sus comentarios, sugerencias, quejas, etc., etc. Y de corazón les deseamos un feliz 2005, que sea un año mejor que el anterior.
Besos de Amy Black y Andy Yogima.
