Otro incidente
Capítulo 17
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Los nombres de los personajes están basados en el manga Ranma 1/2 de Rumiko Takahashi.
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Ryoga sonrió cuando las puertas del elevador se abrieron y se encontró con la mirada de la peliazul.
—Buenos días —expresó Ryoga al esperar que las dos mujeres bajaran del elevador—. Bienvenidas ¿Tuvieron alguna dificultad para llegar?
—No, ninguna —aseguró la peliazul—. Ryoga, quiero presentarte a mi...
—Representante y hermana mayor, Nabiki Tendo —le interrumpió la castaña mientras extendía su mano en dirección del hombre.
— ¡Nabiki! —le reclamó la peliazul ligeramente avergonzada.
— ¿Qué? —murmuró la castaña con diversión.
—Mucho gusto, soy Ryoga Hibiki, empleador de talento publicitario —le respondió el hombre al estrechar su mano y señalar hacia el pasillo—. Por favor, acompáñenme a la oficina —murmuró antes de darles la espalda y comenzar a caminar.
Las dos mujeres comenzaron a seguir al hombre del colmillo al mismo tiempo que la peliazul le advertía en silencio a su hermana para que no quisiera hacer de las suyas.
Una vez en la oficina, Ryoga les pidió que tomaran asiento en los sillones negros que se encontraba al centro de la misma mientras él se dirigía al fondo donde se encontraba el escritorio con los documentos listos para ser firmados.
—Este es el contrato con las correcciones que me enviaste por correo. Tómate tu tiempo para leerlo y si tienes alguna duda, comunícamela por favor —pidió el de la bandana antes de sentarse en el sillón de frente a Akane.
La peliazul aceptó el documento con su copia y junto con su hermana comenzaron a leer el texto.
Después de un par de minutos, Akane miró hacia su hermana y esta asintió con aprobación mientras le entregaba el contrato y se levantaba del asiento.
—Señor Hibiki, me indica ¿dónde puedo encontrar el sanitario?
—Por supuesto —murmuró levantándose de su asiento para acompañarla a la puerta y darle indicaciones.
Akane observó el contrato con duda y espero hasta que Ryoga volviera a sentarse.
— ¿Hay algún problema? —le preguntó Ryoga observándola ligeramente preocupado.
—No, no, todo está bien, pero...
—Dime, te escucho.
—Esto es solo un favor, ¿verdad? No debo hacer nada más después de grabar el comercial.
—Pues, como dices... El contrato únicamente cubre la grabación del comercial. Por otro lado, sí le agrada tu trabajo a mis jefes, tal vez me pidan buscarte y contratarte para más proyectos... Pero solo tú y tu representante pueden decidir si continuar o no.
—Entiendo.
— ¿Hay alguna otra cosa que quieras pedirme o preguntarme?
La peliazul suspiró y dejó el contrato sobre la pequeña mesa del lugar.
— ¿Podrías recordarme por qué no quieres que Ranma se entere?
Ryoga sonrió de lado y negó con la cabeza.
—No es que no quiera que se entere. Es solo que quería sorprender a Ranma con la noticia de que tú serías la actriz para el comercial... Hemos sido amigos desde hace mucho tiempo y sé que nunca se habría esperado que alguien cercano a él sea contratado por nuestra empresa.
La peliazul suspiró y miró preocupada hacia el contrato
—Akane, lamento que esa petición personal te haya generando dudas sobre el proyecto... —comentó el de la bandana rompiendo la pequeña distancia que había entre ellos al sentarse en el mismo sillón que ella—. Si crees que por esta promesa te resulte conflictivo aceptar la oferta laboral, no es necesario que la cumplas y si gustas, puedo guiarte a la oficina de Ranma para que lo dialoguen antes de que firmes el contrato.
— ¿Ranma se encuentra en este edificio?
—Sí, su oficina es la puerta continua.
Akane sonrió y se acomodó sobre el asiento.
—No es necesario armar tanto escandalo. Solo quería cerciorarme del motivo por el que me pediste que mantuviera esto en secreto.
—Lo comprendo, pero una vez que comiences a grabar el comercial ya no será un secreto —comentó un poco divertido.
— ¿Por qué?
—Porque Ranma nos acompañará durante algunas sesiones de grabación, así que... tarde o temprano se enteraría.
—Bien, si ese es el caso... ¿Dónde firmo?
—Justo aquí, Akane —murmuró el del colmillo antes de tomar el boligrafo de la mesa e indicarle el apartado.
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Nabiki sacudió sus manos para que se secara la poca humedad que había en ellas y empujó con un caderazo la puerta de cristal del sanitario para abrirla, sin embargo, justo en ese momento un hombre que había salido del lugar contiguo fue golpeado directamente en el rostro con la misma.
— ¡Oh, lo siento mucho! —murmuró la castaña cuando al escuchar el trancazo se asomó por la puerta y vió el rostro atontado del hombre—. ¿Se encuentra bien?
Ranma, el pobre incauto que había sido golpeado, asintió dolorido.
—Sí, creo que estoy bien.
— ¡Pero le está sangrando la nariz! —exclamó ligeramente sobresaltada al observar la gota de liquido rojo que le caía de su nariz.
— ¡Oh, no! —murmuró el de la trenza antes de inclinar la cabeza hacia atrás y presionar el puente nasal con sus dedos.
—Le conseguiré un poco de papel higiénico —indicó la castaña.
—No, no es necesario, volveré a entrar al sanitario.
—Oh... Entonces le avisaré al señor Hibiki para que pueda auxiliarlo en caso de que lo necesite.
Ranma bajó la vista hacia el rostro ligeramente preocupado de la mujer y arqueó una ceja un tanto extrañado. "¿Habrá escuchado bien lo que ella dijo?"
— ¿Usted está con Ryoga Hibiki por la firma del contrato?
—Sí así es, pero... ¿Cómo lo sabe?
Ranma ladeo la cabeza ligeramente antes de decir:
—Soy el encargado del proyecto.
Nabiki amplió los ojos sorprendida y miró hacia ambos lados, buscando a alguien que pudiera sacarla de la situación incómoda... ¡Acaba de golpear al jefe de su hermana!
Ranma, ajeno al conflicto interno de la mujer, tragó un poco de saliva con sabor a fierro y dió un paso hacia atrás.
—Si me disculpa, ya tengo que retirarme.
—Ah... si, claro.
Ranma se dió la vuelta y entró nuevamente al sanitario de caballeros.
Nabiki finalmente suspiró incrédula por la situación y se encaminó rápidamente hacia la oficina de Ryoga Hibiki.
Al entrar al lugar, vió que su hermana pequeña terminaba de firmar el contrato y estrechaba la mano del hombre con una enorme sonrisa en el rostro.
—Lamento la interrupción, pero... ¿Les faltará mucho para terminar?
Akane miró hacia Ryoga y este sonrió.
—No, esto sería todo por el momento —murmuró él del colmillo al entregarle la copia del contrato a la peliazul.
Los tres salieron de la oficina y caminaron por el pasillo hasta la zona del elevador. Mientras esperaban, el del colmillo volvió a hablar.
—Fue un placer conocerla señorita Nabiki.
—El gusto es mutuo, señor Hibiki —murmuró distraída mientras observaba hacia el pasillo vacío.
—Akane, en unas horas te enviaré la información sobre las grabaciones y los documentos que requiero para crear tu portafolio digital en la empresa.
—Está bien, esperaré tu mensaje —murmuró la peliazul.
Las puertas del elevador se abrieron y las dos mujeres ingresaron al aparato.
Antes de que Akane presionara el botón del estacionamiento, Nabiki puso su mano sobre el censor para evitar que se cerraran las puertas y sacó medio cuerpo del elevador bajo la mirada curiosa de su hermana.
Acercándose un poco hacia Ryoga, este la miró confundido.
— ¿Necesita algo, señorita Nabiki?
—Señor Hibiki, ¿Le puedo pedir un favor? — le pregunto con seriedad.
—Claro, digame.
—Vaya al sanitario de hombres antes de que regrese a su oficina... tuve un pequeño accidente con un caballero y probablemente él aún continúa ahí.
Ryoga arqueó sus cejas, en ese piso solo había dos oficinas con empleados varones trabajando y una de esas era la suya.
—No se preocupe, en un momento iré a buscarlo.
—Muchas gracias, que tenga buen día —murmuró la castaña entrando nuevamente al elevador.
—Que tengan buen camino a casa —murmuró el del colmillo observando a la peliazul.
—Gracias, hasta luego Ryoga —se despidió Akane mientras se cerraban las puertas.
Ryoga suspiró y caminó por todo el pasillo hasta que llegó al sanitario de hombres.
— ¿Ranma, estás aquí? —preguntó el hombre después de tocar la puerta de vidrio algunas veces.
La puerta del sanitario se abrió lentamente y de ella salió el de la trenza con un par de torundas improvisadas en las fosas nasales.
— ¿Pero qué te pasó? —le preguntó divertido el del colmillo.
—Nada —le indicó Ranma con voz gangosa.
Ryoga ocultó su sonrisa con una de sus manos y lo siguió en silencio hasta su oficina.
—Me comentaron que habías tenido un accidente, pero no creí que fuera tan grave.
—No lo es, pero tendré que avisar que voy a retirarme antes...
—Está bien pero ve al Hospital para que te revisen. No hace mucho tiempo que recibiste un serio golpe en la cabeza y esto podría provocarte un derrame cerebral o una...
—En serio eres más fatalista que mi madre... —murmuró molesto el de la trenza mientras se masajeaba las sienes—. De acuerdo, iré al Hospital antes de irme a casa.
— ¡Eso es lo que quería oir! Yo mismo te llevaré al Hospital para asegurarme de que vayas, pero antes de eso, te entregaré el contrato firmado para que lo guardes.
—Bueno.
Ryoga se dirigió a su respectiva oficina y una vez que ambos terminaron lo que tenían pendiente, Ranma finalmente salió del edificio acompañado de su mano derecha con dirección al Hospital.
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Las tres hermanas se encontraban en la florería. Kasumi hablaba con la dependienta sobre los ramos que ofrecían mientras que las hermanas menores se paseaban por la tienda.
Desde que habían salido del edificio, Akane contemplaba a su hermana mediana con curiosidad ya que su instinto le decía que le ocultaba cierta información valiosa.
—Oye Nabiki, ¿Qué favor le pediste al señor Hibiki antes de irnos? —preguntó la menor repentinamente.
Nabiki tosió para ganar un poco de tiempo.
—¿Qué le pedí? Nada importante, solo pregunté por algo que leí por ahí...
Akane ladeó su cabeza y se cruzó de brazos.
—¿Qué ocultas, Nabiki? —le cuestionó con tranquilidad.
—No se de qué hablas Akane... ¡Mira ese llamativo florero! —exclamó con fingido interés antes de apartarse de la peliazul.
Akane suspiró con incredulidad y comenzó a seguir a su hermana en su huida.
—Te conozco mejor que nadie, Nabiki y sé lo mucho que te fastidia que alguien te insista con lo mismo durante todo el día.
La mediana suspiró. Akane tenía razón, y no tenía sentido ocultarle sobre su pequeño incidente ya que probablemente se enterará de eso en el futuro.
—Bien, te lo diré... tuve un pequeño incidente cuando salía del baño... Creo que accidentalmente le aventé un portazo en la cara a tu nuevo jefe, ¿Contenta?
Akane parpadeó confundida. "¿Acaso escuchó bien lo que le dijo?"
—¿Qué dices?
Nabiki dejó el florero que había levantado para ver el precio y se giró hacia su hermana.
—Dije que le di un portazo en la cara a tu nuevo jefe.
Akane meditó lo que le había contado su hermana y continuó siguiéndola para seguir su pequeño interrogatorio.
—¿Cómo era mi jefe?
Nabiki ladeo la cabeza.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Nabiki... —murmuró en advertencia.
La castaña suspiró y lo pensó un poco antes de hablar.
—Era alto, piel clara, buen cuerpo, correcto al hablar...
—¿Cabello negro atado en trenza y ojos azules? —le interrumpió la peliazul alarmada.
Nabiki arqueó una ceja.
—Parece que ya sabes de quién hablo.
—¿Cuándo pasó eso?
—Ya te dije que ocurrió cuando fui al sanitario —exclamó malhumorada—. Se estrelló con la puerta del baño ya que él iba pasando sin fijarse y...
—¿Y cómo está él? —le interrumpió preocupada.
—No lo sé, volvió a entrar en el sanitario de caballeros y ya no lo ví después... Lo que le pedí al señor Hibiki era que fuera a verlo.
Akane exhaló sorprendida y miró hacia donde se encontraba su hermana mayor.
—Creo que tengo que irme —murmuró preocupada.
Nabiki resopló y frunció el ceño.
—Akane, lo más seguro es que no le haya ocurrido nada malo... Además, tenemos que ayudarle a Kasumi a elegir las flores para la boda.
La peliazul respiró hondo y asintió ligeramente.
—Si, tienes razón.
La mayor de las Tendo, al sentirse observada, giró su rostro hacia su espalda, encontrándose con la mirada preocupada de su pequeña hermana. Kasumi caminó hasta ellas y las miró inquisitiva.
—¿Sucede algo?
—No, no es nada Kasumi. Solo le conté algo que me ocurrió recién —le respondió la castaña.
Kasumi apoyó su mano sobre el hombro de su hermana menor.
—¿Estás bien?
—Sí, solo un poco impresionada por lo que dijo—murmuró con ligera incomodidad.
Kasumi sonrió.
—¿Me ayudas a elegir mi ramo?
Akane suspiró y le devolvió la sonrisa.
—Está bien, pero no me culpes si elijo el más feo que encuentre —murmuró en broma.
Kasumi rió y abrazándole de lado, ambas se dirigieron al mostrador.
Nabiki, quien se quedó rezagada, achicó la mirada y contempló la figura de su hermana menor. A fin de cuentas, Akane también ocultaba algo.
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—Nos volvemos a encontrar joven Saotome —comentó el hombre de la bata blanca después de abrir la cortina que separaba las camillas y encontrarse de frente con el de la trenza.
Ranma, quien se encontraba sentado en la camilla, arqueó ambas cejas y sonrió divertido.
—Doctor Nagata.
El médico dio unos pasos en el lugar para sentarse en el banco para el familiar y abrió el expediente que tenía en las manos para poder comenzar a examinarlo.
—Y dígame joven, ¿Qué ocurrió en esta ocasión?
Ranma frunció el entrecejo y suspiró cuando el doctor comenzó a escribir en la hoja médica.
—Salía del sanitario de caballeros cuando accidentalmente fui golpeado en la cara con una puerta de vidrio.
—Golpeado con una puerta... —murmuró el médico anotando la información en la hoja del expediente—. ¿El golpe le provocó hemorragia nasal?
—Sí, un poco. Pero antes de salir de mi trabajo el sangrado ya se había detenido.
—Bien, revisé las radiografías que le tomaron y no muestra ninguna lesión en el área de la nariz, lo cuál es bueno para usted... le sugiero que evite tocarse la nariz por el resto del día eso implica sonarse o ser golpeado nuevamente, ya que aunque no lo parezca fue un buen golpe el que recibió esta tarde y podría tener sus vasos sanguineos un poco sensibles.
—Está bien doctor, tendré cuidado.
—También es posible que le aparezca un hematoma (moretón) en la zona golpeada, así que no se alarme y solo aplique un poco de hielo.
—De acuerdo.
—Antes de retirarme le haré una serie de preguntas que espero conteste con honestidad, ¿Está bien?
—Sí.
— ¿Ingiere bebidas alcoholicas?
—Unicamente en eventos sociales y solo si es realmente necesario hacerlo. La mayor parte del tiempo bebo agua.
— ¿Algún mareo o agitación reciente?
—Mmm... Hoy sentí un ligero mareo cuando fui golpeado con la puerta, antes de eso me encontraba bien.
— ¿Está siguiendo al pie de la letra las indicaciones médicas que se le recetaron en su última visita al hospital?
Ranma suspiró.
—Sí, así es pero... hay uno de los medicamentos que me produce un poco de somnolencia, ¿es posible que deje de tomarlo?
— ¿Conduce algún vehículo?
—No, pero viajo mucho en transporte público y no me agradaría quedarme dormido en el camino.
—Está bien, por el momento solo tome el antiinflamatorio que le receto y en caso de que presente mucho dolor, el analgésico.
—Sí, doctor.
El hombre de la bata ladeó la cabeza al darse cuenta de la curita que tenía el paciente en su mano y no pudo evitar su pregunta:
— ¿Qué le pasó en su mano, joven? ¿Esa herida es reciente?
Ranma titubeó segundos antes de responder.
—Me corté mientras preparaba la cena.
El doctor lo observó por unos segundos antes de continuar con el interrogatorio.
— ¿Vino usted solo al Hospital?
Ranma negó.
—No, un amigo se encuentra en la sala de espera.
— ¿Cómo describiría su relación actual con su prometida? ¿Hay algún motivo por el que ella no lo acompañó?
—¿La relación con mi prometida...? —preguntó brevemente confundido—. Nuestra relación es cercana pero como yo me encontraba en el trabajo, no tuve la oportunidad de contactarme con ella.
— ¿Cuál es su ocupación actual?
—Soy publicista.
— ¿Ha tenido algún conflicto laboral reciente?
—Ninguno que recuerde.
—Joven Saotome, ¿Hay alguna persona que lo esté lastimando?
— ¿Eh?
—Porque en caso de que sea así, nosotros podemos brindarle el apoyo que necesite y...
—Espere... —exclamó Ranma al mismo tiempo que se levantó de la camilla y observó confundido al doctor—. ¿Por qué me pregunta esto? —murmuró extrañado.
—Tómelo con calma, joven. Estas solo son preguntas de rutina que solemos hacerle a los pacientes que solicitan el servicio medico más de una vez en el mismo mes.
Ranma suspiró y volvió a sentarse en la camilla. "Sabía que era mala idea venir al hospital" pensó con frustración.
El doctor se aclaró la garganta para continuar.
—Tengo entendido que usted padece de sonambulismo.
—Sí, así es.
— ¿Ha tenido algún episodio reciente?
Ranma tocó de manera inconsciente su herida y apartó la mirada del médico.
—Si.
El hombre suspiró y cerró el expediente.
— ¿Podría hablarme más sobre ello?
Ranma suspiró.
—No puedo contarle mucho... El último recuerdo que tengo de la noche fue despedirme de mi prometida y quedarme dormido.
— ¿Esa herida se la hizo durante su episodio?
Ranma asintió y se acomodó en la camilla.
— ¿Desde hace cuanto tiempo empezó su sonambulismo?
—Desde los 13 años.
— ¿Estuvo bajo vigilancia médica en esos años?
—Al inicio sí. Mis padres me enviaban con un especialista del control del sueño, pero al medio año el médico se retiró y me dejó a cargo de uno de sus aprendices, el Dr. Happosai.
Ranma respiró hondo para controlar su creciente molestia, antes de volver a hablar:
—Durante el tiempo que fuí atendido por Happosai, no lograron detener los episodios y me mantenían la mayoría del tiempo medicado y encerrado en habitaciones para investigar el origen de mi sonambulismo, lo cual no dio resultados. Así que, en cuanto cumplí la mayoría de edad, dejé el seguimiento y decidí tomar mis propias medidas en casa para evitar accidentes.
— ¿Tiene seguimiento actualmente? —le preguntó el doctor con cautela.
—No y no planeo tenerlo.
El doctor suspiró.
—Entonces continue con sus medidas, aunque es importante que sea vigilado en caso de presentar otro episodio de sonambulismo, sobre todo por las consecuencias que esto podría provocar.
—Soy consciente de eso, Dr. Nagata. Además, no hace mucho de mudarme al departamento de mi prometida y ella ya está enterada de mi situación nocturna.
—Lo entiendo joven Saotome, sin embargo, mi deber como su médico actual es procurar que usted se encuentre en un ambiente sano y seguro.
—Le agradezco su preocupación, Dr. Nagata —murmuró el de la trenza antes de hacer una breve reverencia en su dirección.
El doctor se levantó del banco y observó a Ranma con amabilidad.
—Aún es muy joven, Ranma. Si desea charlar con alguien sobre sus episodios de sonambulismo o desea retomar el control médico, ¿Por qué no me llama? —comentó el médico antes de extenderle una tarjeta con su número telefónico.
Ranma tomó el cartón y asintió en silencio.
—Dejaré la receta en la farmacia, no olvide pasar por sus medicamentos —murmuró el médico antes de caminar hacia la cortina e irse.
Ranma suspiró y sacó su teléfono del bolsillo.
"Ya podemos irnos, Ryoga... Te veo en la entrada en 5 minutos".
Cinco segundos después, su telefono vibró y en el chat apareció un:
"Tomate tu tiempo, iré a conseguir un taxi"
Ranma se levantó de la camilla y con paso lento se dirigió a la farmacia.
