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Era demasiado bueno para ser verdad.

¿Desde cuándo los Destripadores dejaban escapar a un Searcher tan fácil? En especial a un Clover como Jeremie. Eso de por sí ya era muy inusual. La gran excepción a la regla. Pero que le llevaran a Odd, vivo y sano –o al menos con heridas físicas curables- era ya demasiado.

Y fue el mismo Odd quien lo alertó (1). Había visto toda la isla oscura, sin electricidad, y él estaba en una de las antenas de radio, solo. No se veía a Jeremie por ningún lado, y cuando trató de buscarlo, su visión desapareció. Y con ella toda la isla, destruida por la Marina de Destripadores.

Y era su culpa. TODO iba a ser su culpa. Le pidió a Jeremie que lo examinara, porque él no llevaba nada extraño en su ropa cuando lo habían traído a Yiske. Pero siempre cabía la posibilidad que le hubieran puesto algo en su cuerpo. Algún dispositivo que se activara y que le hiciera hacer cosas contra su voluntad… Como lastimar a Jeremie. O a otras personas.

Jeremie sabía de eso. El tatuaje que llevaba en su brazo izquierdo, a un tercio de camino entre su hombro y el codo, le recordaban de dónde venía y para qué servía. Por eso lo ocultaba con su traje y, cuando hacía demasiado calor, se ponía un brazalete dorado con una esmeralda. De dónde lo había sacado, sólo él lo sabía. Lo usaba desde su llegada a Yiske, por lo que Odd no sabía de su existencia. Pero sí había visto el tatuaje que cubría. Un trébol de cuatro hojas, de color verde, con la palabra CLOVER escrita en blanco. El máximo nivel de poder de un Clover, el más raro y el más difícil de encontrar, uno de cuatro hojas. Jeremie se lo había dicho todo, una vez en que, luego de una de sus noches de pasión, Odd se lo había preguntado. Allí, abrazados el uno junto al otro, Jeremie tomó aire y se lo dijo.

Le contó todo lo que sabía, que era mucho más de lo que suponían los Destripadores. Lo de las clasificaciones, las tramas secretas, la manipulación de las masas y todo lo que sabía. Odd se asombró mucho de lo que oía, pero la cara seria de Jeremie le decía que no estaba mintiendo. De hecho, nunca había escuchado a Jeremie decir una mentira, y nuca la diría, de eso estaba seguro.

Pero ahora no sabía si decirle la verdad o no. En el exterior no había nada anormal, pero para revisarlo en profundidad debió usar sus poderes. Las alas eran sólo uno de sus poderes, junto con los cables. Podía tener visión de rayos x y ver si había algo anormal en su estructura ósea. Y no fue exactamente un hueso lo que llamó su atención.

Había algo en la base del cerebro. Entre el nacimiento de los nervios de los lóbulos parietales y los huesos del inicio de la columna, había algo que no era normal. Jeremie sintió cómo se le aceleraba el pulso. Allí estaba, y justo en un lugar inaccesible. A menos que quisiera arriesgarse a dejar paralítico a Odd, o peor aún, condenarlo a la muerte cerebral. Eso si el resto de su cuerpo resistía.

Su cuerpo había sido rediseñado, como el de él, pero de una forma diferente. El cuerpo de Odd ahora tenía más terminales nerviosas, y su piel se había vuelto más dura. Sus vasos sanguíneos estaban más cerca de su piel que antes. En otras palabras, la simple idea de cortar su piel para extraer eso que le había puesto resultaba una locura. Y Jeremie no sabía cómo teletransportar objetos tan pequeños y con tanta precisión. Menos aún, comprobó, entre el dolor y la desesperación, cuando este objeto estaba tan insertado, que casi formaba parte del sistema nervioso de Odd. Había sido colocado mucho tiempo atrás. Años tal vez.

Tal vez dos años atrás.

Jeremie sólo pudo ver de qué se trataba. Un transformador. Pero a diferencia de los que había visto, éste convertía la energía estable en energía caótica. Podía hacer de una simple batería un arma capaz de incendiar un edificio. Y había muchos edificios en Yiske, incluidos la central eléctrica y el edificio en donde vivían. Y era peor. Tenía un reloj que contaba hacia atrás, y sólo tenía cincuenta horas antes que se desatara el caos. Jeremie acababa de salir del trabajo y el día siguiente era su día libre. Después era el día de la fundación de Yiske, el veintidós de Enero (2), y tampoco debía trabajar, ya que era día festivo. Tendría, a lo sumo, sesenta horas antes que Odd desatara el Apocalipsis. Eso si no se retrasaba ni un minuto.

Y si sabía lo que iba a hacer.

-¿Jeremie, sucede algo?- preguntó Odd, preocupado.

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Jeremie había encontrado la solución, pero dolía. La isla se salvaría, y con ello todos sus habitantes, pero debía despedirse de Odd. De nuevo. Y eso dolía. Y dolía el saber que debía olvidarse de él. Pero tenía que hacerlo.

-Odd, debo hacer una prueba. Por favor, entra al scanner- le dijo, tratando de esconder lo que sentía.

-¿Para qué es esto?- quiso saber el felino.

-Encontré algo en tu cuerpo, y esto lo solucionará- dijo simplemente.

-Está bien, si lo dices tú-

La sonrisa que le dirigió, tan llena de amor, casi hizo que se echara a llorar ahí mismo. Dolía, dolía saber que debía dejarlo irse tan pronto, pero debía hacerlo. Después de todo, Odd había sufrido mucho más que él, aunque no lo dijera. Las marcas en su cuerpo decían mucho, pero más lo decían la búsqueda constante de amor y cariño. Odd no había tenido mucho de eso en su vida, y Jeremie tampoco.

-Transfiriendo a Odd- dijo Jeremie –Virtualización-

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-Vaya, Lyoko luce mejor de lo que recuerdo- dijo Odd, convertido en felino.

Jeremie no le habló por un rato. Miraba su cuerpo de gato, lo único que le faltaban eran las orejas. Ese cuerpo tan deseable, ahora no iba a poder tocarlo de nuevo, y menos aún sentir su calor, pero Jeremie ya había tomado una decisión.

Odd debía quedarse en Lyoko

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-Hola, soy Aelita- dijo una muchacha con pelo rosado, dirigiéndose a Odd -¿Quién es tú, lindo gatito?-

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(1) Acá corrijo. Odd es el que tiene visiones, no Yumi. Pido disculpas por la confusión.

(2) Usagui (o Laurelindorilan, en fan fiction) es una gran fan de los vampiros, así que le puse esta fecha a la fundación de la isla, porque es su cumpleaños.

Bueno, lo prometido es deuda. Aquí está el final de mi primer fic de Code Lyoko (aunque tengo otros más en carpeta) final abierto y algo triste, pero así soy yo. Pobre Jeremie, va a volver a estar solo, pero al menos sabe que Odd va a ser feliz con Aelita. A mí me dejó muy triste… Pero así es la vida en Yiske.

No leemos

Nakokun