Sólo Un Niño

Diario de Snape

16 de julio, 1993:

Anunciamos las buenas noticias a Harry durante el almuerzo, le habíamos dejado dormir hasta tarde hoy a causa de la reacción alérgica de la picadura de abeja, imaginando que a su cuerpo le iría bien el descanso. Pero Lily y yo nos habíamos levantado bastante temprano, porque deseaba que Mamá la examinara antes de nada. Dejando a Harry profundamente dormido, fuimos por Flu a su apartamento, llegando justo cuando había terminado su segunda taza de té. Tras su segunda taza solía estar lista para comenzar su día.

"¡Severus! ¡Lily! ¿Qué os trae por aquí tan temprano?" nos saludó, levantándose y abrazándome, y luego a Lily.

Le di un ligero beso en la mejilla, una disculpa silenciosa por no haber venido a verla en algunas semanas. "Tenemos algunas buenas noticias que nos gustaría compartir contigo, Mamá. Vas a volver a ser abuela."

"¡Oh!" Una mano fue a su boca y sus ojos oscuros relucieron de lágrimas de alegría. "¿Queréis decir, que por fin estás esperando, Lily?"

"Sí, Mamá. Lo estoy." La alegría en el rostro de Lily era casi tangible. Había anhelado otro hijo por mucho tiempo y casi había renunciado a la esperanza de que pudiera quedarse embarazada jamás. "Quería preguntarte si te importaría… chequearme."

Por supuesto que no me importaría, amor. ¡Me alegro tanto por ti! ¿No te dije que aquel Sanador Briggs sabelotodo estaba equivocado cuando te dijo que nunca podrías tener hijos tras tu último aborto? Nunca digas nunca."

"Es algo así como un milagro," dije yo, mi tono quedo. Lily llevaría mi hijo. Mío, no de James Potter. Amaba a Harry como si fuera propio, pero no había manera de evitar el hecho de que estaba emocionado por tener un hijo biológico propio al fin. Siempre que, por favor, Creador, nada fuera mal. La mera idea de que algo les sucediera al bebé o a Lily me aterraba hasta la muerte.

"Lo es. Y lo mereces, Sev," dijo mi madre sinceramente. "¿Qué piensa Harry?"

"No se lo hemos dicho todavía," respondió Lily. "Quería que me examinaras primero, asegurarme de que todo estaba bien. Además, está durmiendo los efectos secundarios de la reacción alérgica que tuvo ayer por una picadura de abeja. Severus le dio algunas pociones bastante fuertes para contrarrestarla."

"¿Picadura de abeja? ¡Oh, pobre cariño! Sev, ¿qué pociones le diste?"

Le conté cómo había tratado a Harry, y ella aprobó mis métodos. No es que necesitara que me dijera que había hecho las cosas bien, los resultados hablaban por sí mismos, pero aun así sentaba bien tener su aprobación. Respetaba y amaba mucho a Eileen Prince, y una palabra amable de ella significaba más para mí que una docena de elogios de desconocidos.

"Muy bien entonces, Lily." Mamá cambió su atención de mí a mi esposa. "Déjame comenzar haciéndote las preguntas habituales. ¿Cuánto tiempo desde tu último ciclo mensual?"

"Bueno, nunca he sido lo que llamas regular, a veces me lo salto, pero… alrededor de dos meses," respondió Lily prontamente, sin rastro de embarazo por discutir algo tan privado ante mí.

Si acaso, yo debería haber sido el avergonzado, pero había sido apotecario demasiado tiempo para ponerme remilgado por una cosa pequeña como ésa. Sabía bastante bien cómo funcionaba la anatomía de una mujer.

"Ah. Bien. ¿Cómo has estado por lo demás? ¿Alguna náusea matinal? ¿Cansancio? ¿Jaquecas? ¿Alguna sensibilidad en los pechos?" Mamá disparaba preguntas como la matrona experimentada que era.

Lily confesó que en ocasiones tenía episodios de náuseas, pero no tan malos como cuando había estado embarazada de Harry. Se sentía un poco cansada, pero por lo demás estaba bien.

Mamá tanteó el vientre de Lily expertamente, asintiendo para sí misma. Luego sacó su varita y ejecutó un hechizo diagnóstico obstétrico. Yo nunca había aprendido a conjurar ésos, aunque estaba dispuesto a apostar que si hubiera nacido niña, Mamá me los habría enseñado como parte de mi educación. Yo podría habérselo pedido, por supuesto, pero nunca había visto la necesidad de conocer tales cosas, ya que Mamá siempre había estado ahí para tratar a las brujas embarazadas que nos solicitaban.

Luces de colores danzaban sobre el abdomen de Lily, y Mamá hizo algunos murmullos más antes de enderezarse y anunciar, "Felicidades, Lily y Sev. Tenéis un feto viable de dos meses ahí. Desarrollándose bien por lo que me dicen mis hechizos."

Lily resplandecía. "¿Estás segura, Mamá? ¿Es normal?"

Mi madre asintió. "Muy normal. Ahora bien, en tus embarazos anteriores, abortaste en tu primer trimestre, ¿correcto?"

"Mi primera vez, sí. La última… estaba casi de seis meses cuando lo perdí. Mi Sanador me dijo que fue estrés y sobre-agotamiento de mis reservas mágicas."

"Hmm. Posiblemente. Bueno. Algo que puedes hacer para prevenir eso es asegurarte de descansar un montón y tomar un empleo de oficina desde ahora hasta que nazca el bebé. Y hacerte chequeos regulares conmigo. Creo que te pondré en descanso en cama a medida que te acerques a la fecha debida, por si acaso. Aunque por ahora, come comida saludable, bebe montones de leche, y toma la Poción Suplementaria de Embarazo que voy a darte. Severus, puedes elaborarla para ella, necesita una al día. Intenta no estresarte por nada, y si lo necesitas, prepara un té de hojas de frambuesa para las náuseas. Da largos paseos y haz todo el ejercicio posible. A medida que avances, deberías intentar emplear magia lo mínimo posible, porque agota tu sistema."

"Haré lo que dices," prometió Lily.

Mamá le palmeó el hombro. "Estarás bien, Lily. Esta vez es totalmente diferente de las otras. Eres mayor, cierto, pero no estás en medio de una guerra y estás sana y fuerte. Llevarás a término este bebé, o mi nombre no es Eileen Prince," le dijo confiada a mi esposa. "Severus, asegúrate de ayudarle todo lo que puedas en los últimos meses."

"Sí, madame," dije con respeto. Haría lo que fuera necesario para asegurarme de que Lily estuviera sana y bien. Quería este bebé tanto como ella. "¿Puedes decir ya lo que es?"

Mi madre sacudió la cabeza. "Es un poco temprano para eso. Todo lo que sé es que hay una vida creciendo ahí. Espera hasta el cuarto mes. Entonces puedo decirlo." Chasqueó los dedos. "Aquí está el filtro suplementario y la receta para hacer más. Lily, regresa a verme en una semana."

"Lo marcaré en mi calendario," dijo Lily, entonces volvió a abrazar a su suegra. "Supongo que mejor nos vamos a casa."

"Nos vemos pronto. Tengo que ir a abrir la tienda." Mamá se despidió de nosotros y regresamos a casa por Flu.

Para entonces era tarde por la mañana, y Lily optó por tomar un almuerzo temprano en lugar de desayunar, y yo estuve de acuerdo. Hicimos gofres y beicon, huevos Benedictina, bollos, una gran ensalada verde, sándwiches de atún, y galletas de chocolate, porque a Harry le encantaban. Había té y limonada y zumo de calabaza también. Lily puso la mesa mientras yo iba a despertar a mi hijo.

Harry apareció en la mesa en quince minutos. Me había asegurado que se sentía mucho mejor que ayer y estaba hambriento. Yo podía jurar que estaba dando un estirón por la manera en que devoraba todo lo que tenía delante. Mientras estaba en su segunda ración de beicon y gofres, Lily anunció las buenas noticias.

Harry dejó caer su tenedor con un ruido metálico. "Estás bromeando, ¿verdad?"

"No. Tu abuela lo confirmó. Si todo va bien, deberías tener un hermanito o hermanita para…" Lily hizo un cálculo rápido, "...febrero."

"Eso es realmente raro," dijo Harry. Miró a Lily con nueva perspicacia. "No parece que vayas a tener un bebé."

Lily rio. "No ahora, pero sólo espera un mes o así. Entonces verás."

"Vale. ¿Cómo ocurrió? Quiero decir… sé cómo…" se sonrojó furiosamente, pero continuó valiente, "… pero pensaba que tú… eh…ya no podías tener bebés, Mamá."

"Eso es lo que yo pensaba también. Pero al parecer estaba equivocada."

"Me alegro," declaró Harry. "Siempre me he preguntado cómo sería con un hermano o hermana pequeños. ¿Qué quieres que sea el bebé?"

"Sano," respondió Lily de inmediato.

"Una niña," respondí yo, porque había estado anhelando una hija con el cabello y los ojos de Lily.

"Yo creo que quiero un hermano," dijo Harry. "Para poder enseñarle a jugar a Quidditch y rollos así."

"Puedes enseñarle eso a una niña también," intervine yo.

"Sí, pero a las niñas les gusta jugar con muñecas y trastos así. De ninguna manera voy a estar atrapado haciendo cosas bobas como ésa."

Lily sonrió burlona. "Te sorprendería lo que estarás dispuesto a hacer por una hermanita, Harry."

Él la miró de reojo. "Apostaré a que nunca hiciste a Papá jugar a juegos estúpidos contigo, Mamá."

La sonrisa de Lily se volvió aún más pronunciada. "¿No? Sev y yo solíamos jugar a todo tipo de juegos. Incluyendo las casitas."

"¡Papá! ¡No lo hiciste!"

"Una o dos veces. Cuando no tenía otra opción." Entonces añadí suavemente, "Y mejor que no le repitas eso a nadie, Harry James Potter, o de lo contrario lo lamentarás mucho."

"¡No lo haré!" prometió. "Voy a rogar que sea un chico. Gracias a Merlín Hermione nunca me hizo hacer nada así. Mamá, ¿cómo pudiste?"

"¡Oh, Harry, teníamos siete u ocho años! Él era el padre y yo era la madre, y jugábamos en el patio, no en el parque ni en ningún lugar público." Lily rio de su expresión desolada.

"Aun así." Harry hizo una mueca.

Yo me negaba a explicar más de mi extraña infancia. Baste decir que había estado dispuesto a jugar a lo que fuera que Lily sugiriera, habría hecho cualquier cosa por conservar a mi mejor amiga.

"Veremos quién cumple su deseo en siete meses más," dijo Lily, comiendo un poco más de ensalada.

"¿Qué quieres tener tú, Lil?" pregunté.

"En realidad no tengo una preferencia. Sólo quiero que el bebé esté sano y nazca en su momento."

Podía comprender eso. Y en realidad no me importaba otro chico. A diferencia de mi primera vez como nuevo padre, estaba mejor preparado y era mayor y más aceptador de las vueltas que la vida te arroja. Y no habría ninguno de los problemas que tuve aceptando a Harry al principio…

Diario de Snape

26 de noviembre, 1981:

A pesar de la oferta de mi madre, Lily y Harry se mudaron de Spinner's End después de unas pocas semanas, en cuanto Lily estuvo segura de que volvía a estar bien. Como viuda de James Potter, era la heredera no sólo de la finca Potter, sino de varias otras propiedades también, incluida Godric's Hollow. Habló con su abogado, y accedió a vender la casita y varias de las propiedades pequeñas. La mansión era cara de mantener, pero no podía ser vendida, había algún tipo de cláusula en el testamento que decía que tenía que ser entregada a un miembro de la familia. Eventualmente sería de Harry cuando fuera mayor de edad, al igual que Grimmauld Place.

Pero por ahora, Lily optó por mudarse de regreso a la Mansión Potter, donde había vivido al comienzo de su matrimonio, en lugar de continuar siendo una carga para nosotros los Snape. Yo había discutido con ella, por supuesto, pero era obstinada y se negó a escucharme. "Sev, tú y Eileen tenéis un negocio que llevar, y no podéis hacer eso conmigo o Harry por medio. En la mansión, hay elfos domésticos para cuidar de Harry, y además, necesito repasar las cosas de James… decidir de qué cosas necesito deshacerme y qué guardar para que Harry lo tenga cuando sea mayor. Me llevará un tiempo hacer eso… además de intentar terminar mi entrenamiento de Auror Especial. Tú y tu mamá habéis sido maravillosos, pero realmente es hora de que pase página…"

"Lily, no hay necesidad de apresurarse. No es que nos importe que estés aquí…" comencé. Anhelaba decirle una manera rápida de deshacerse de las cosas de Potter–usarlas como leña. Pero contuve la lengua, porque no quería pelearme con ella, y ella todavía tenía sentimientos por su difunto marido. No necesitaba que yo la atacara. Pero estuvo cerca. Deseaba que borrara a James Potter de su vida, le dejara descansar en paz, y se dejara seguir con su propia vida. Una vida que yo deseaba fervientemente me incluyera.

"Sev, no. Me he decidido. Necesito estar por mi cuenta. Por ahora."

Yo sabía lo suficiente para no insistir. "Muy bien. Pero, ¿me escribirás?" pregunté, incapaz de mantener fuera de mi voz la nota lastimera.

"Sev, vendré a visitaros tanto como pueda," me tranquilizó. "Lamento haber perdido alguna vez el contacto contigo en primer lugar. Te extrañaba terriblemente y… quiero intentar volver a tener una relación, sólo… que no todavía. Necesito tiempo…"

"Muy bien. Estaré aquí," dije atentamente. La amaba, el cielo me ayudara, pero yo también necesitaba tiempo para superar mi resentimiento por que hubiera escogido a Potter y le hubiera dado un hijo. La perdonaba por su asunción sobre mí, pero había una parte de mí que se negaba a aceptar que una vez hubiera amado a Potter. Era mezquino e infantil quizá, pero era así en cualquier caso.

"Lo sé. Gracias por todo, Sev." Me besó entonces, y sentí como si me hubiera prendido fuego, tal era la pasión que encendía en mi interior.

Habían pasado dos semanas desde que se había marchado, y aunque la había visto varias veces desde entonces, nunca era suficiente. Ansiaba su contacto, su voz, su presencia, como una planta ansía la luz del sol. La quería junto a mí siempre. El anhelo en mí envidiaba a su hijo, que era una de las razones por las que se había marchado, de modo que Harry no se acostumbrara demasiado a Spinner's End, ella quería que se acostumbrara a la Mansión Potter. La parte celosa y resentida de mí se preguntaba si las cosas habrían sido diferentes si nunca hubiera tenido un hijo. ¿Se habría quedado con nosotros entonces?

De inmediato me sentí avergonzado de esa idea, Harry era un bebé, y uno que había sido gravemente herido por un mago demente. No merecía mi resentimiento. Había sido un milagro que hubiera sobrevivido aquella noche. La advertencia que había enviado a los Longbottom había sido tenida en cuenta, y Alice y Frank habían enviado a Neville a esconderse con su abuela, Augusta, y luego partieron de su residencia ellos mismos. Así que cuando los Mortífagos llegaron llamando, encontraron que la familia no estaba, y a Aurores esperando a arrestarles. Bellatrix LeStrange, su marido, y el joven Barty Crouch júnior fueron aprehendidos y más tarde condenados y enviados a Azkabán de por vida.

Las cosas podían por fin regresar a la normalidad. Voldemort había desaparecido y también la mayoría de sus seguidores. El programa de los Ojos y Oídos había sido desmantelado, aunque nuestros nombres seguían en los registros, y el Ministerio nos había dado enormes recompensas monetarias por nuestro servicio, suficiente para que Mamá pudiera ampliar su apotecario y yo por fin pudiera matricularme en la Academia de Pocionistas y obtener mi título de Maestría, como siempre había anhelado hacer.

Lo único que me faltaba ahora era una relación significativa con Lily. Pero con el fin de tener una, tenía que aceptar a su hijo. El hijo de James Potter. Veía a mi antiguo rival cada vez que miraba al niño, a pesar del hecho de que tenía los ojos de Lily. Era un recordatorio constante de que Potter había conocido a mi flor-Lily primero, y eso me hacía arder de celos. Debería haber sido yo. Por la varita de Merlín, debería haber sido yo.

Cuando habían vivido conmigo en Spinner's End, no había tenido mucho contacto con Harry, que tendía a ser pegajoso y quería a Lily la mayor parte del tiempo. Ocasionalmente me miraba, como inseguro de quién era yo, y una o dos veces había preguntado por James, pero principalmente permanecía junto a Lily o mi madre o Gabriel.

Mi collie había acogido al niño abandonado de inmediato, siempre había adorado a los bebés y los niños, de cualquier edad. Era el instinto de pastorear, ese deseo innato de proteger a los débiles e indefensos, lo que hacía a Gabriel tan sobre-protector de Harry. Mi perro, que solía ser mi sombra, ahora de repente desertaba de mí para yacer junto a la cuna de Harry por la noche, y seguía al niño por la casa, ya no contento con pasar las horas tumbado en la tienda.

Me irritaba, sin embargo, que pudiera ser tan fácilmente sustituido en los afectos de mi perro. Gabriel siempre había sido mi leal amigo, quien me había salvado de mi propia terrible estupidez. Y ahora estaba desairándome, en cierto modo, por el hijo de James Potter.

Mirando atrás, supongo que era estúpido e infantil resentirme con un bebé de esa manera, debería haber sabido que mi perro no estaba reemplazándome, sólo añadiendo un nuevo amigo a los que ya tenía. Pero yo nunca había sido muy racional cuando se trataba de James Potter, a quien todavía recordaba como un abusón arrogante que me había arrebatado a Lily. Nunca podría recuperar aquellos años perdidos, y ese conocimiento era como una piedra en mi corazón, amarga y dolorosa.

Si eso no fuera suficiente, podías ver claramente que Harry adoraba a Gabe. "¡Perrito! ¡Perrito!" chillaría cada vez que Gaby resultaba estar a la vista. "¡Ven aquí, perrito!" llamaría y extendería los brazos regordetes. "¡Ven aquí!" Y mi collie se pondría voluntariamente al alcance de las manitas de Harry, a pesar de que tendía a tirar y arrancar grandes mechones de pelaje.

"Sé bueno con el perro, Harry," le diría Lily, desenredándole paciente los dedos del pelaje del pobre Gaby. "Acaricia bien a Gaby. Así." Ella pasaría la mano sobre el lomo de Gabe, mientras el collie se sentaba allí, soportando tranquilo el maltrato del diablillo en silencio.

"O mejor aún, no lo acaricies en absoluto," murmuraba yo por lo bajo.

Entonces mi paciente perro se giraría y lamería la cara del niño y Harry reiría y lo abrazaría.

"¡Perrito bueno! ¡Me lamió, Mami!"

"Ya veo, Harry. Gaby es un buen perro, y un mejor amigo."

Habría sido adorable, pero yo estaba consumido por los celos y le daba la espalda.

Cuando Lily y Harry se mudaron de regreso a la Mansión Potter, Gabriel se deprimió un poco, pero luego volvió a caer en su antigua rutina conmigo, viniendo al trabajo durante el día y volviendo a dormir conmigo por la noche. Le perdoné su breve deserción y resolví no pensar más en ello.

Hasta que mi madre planteó las compras de Navidad. Sería la primera vez en varios años que Lily y yo intercambiaríamos regalos, y no estaba seguro de qué comprarle. Me habría encantado darle un anillo de compromiso, pero sabía que era demasiado temprano. El espectro de Potter todavía persistía entre nosotros. Así que tenía que pensar en alguna otra cosa. Sabía que a Lily todavía le encantaban la pociones, y había mencionado una vez que necesitaba conseguir nuevas escalas y un caldero decente, Sirius había fundido el suyo una noche intentando elaborar cerveza ámbar pálido. Así que decidí comprarle un kit de pociones de nivel de maestro. Estaba seguro de que lo apreciaría.

"¡Ésa es una idea encantadora, Sev!" exclamó Mamá. "Lily y tú siempre fuisteis ases en pociones. ¿Qué estabas planeando comprarle a Harry?"

Me tensé, porque en verdad no había pensado en comprarle nada al mocoso. Me encogí de hombros. "No tengo idea," fue todo lo que dije.

Algo de mi resentimiento debía haberse mostrado en mi rostro o en mi voz, porque mi madre dejó el vial que estaba llenando y me dirigió un ceño fruncido. "¡Severus!"

"¿Qué? No sé nada de bebés," dije malhumorado. "Probablemente tiene montones de juguetes y cosas, amontonados en la mansión. Justo como su maldito padre."

"Severus, no puedes comparar a Harry con James."

"¿Por qué no? Es el hijo de James, se parece a él y probablemente se criará como él también."

"No seas ridículo, Sev. Lily nunca dejaría que su hijo se convirtiera en un abusón. Y Harry es demasiado pequeño para recordar a James, así que no sería tan rápido en seguir sus pasos. Severus, sólo es un niño. Un niño pequeño que ha perdido su magia y a su padre. Ahora bien, ¿por qué estás comportándote como un idiota resentido?"

Su regañina escocía y espeté, "¡Porque es hijo de Potter y no mío!"

Me quedé congelado. No había pretendido que saliera eso, pero mi madre tenía una manera de sonsacarme secretos. Mis orejas ardían.

"Ah. Así que eso es todo. Estás resentido con James Potter y desearías que Harry fuera tuyo por sangre."

"No, eso no es todo. Miro al chico y todo lo que veo es a su maldito padre," me enfurecí. "Ya fue bastante malo que fuera una espina en mi costado cuando vivió. Ni siquiera puedo escapar de él cuando está muerto."

Ella me frunció el ceño con dureza. "Sev, Harry es un niño encantador, no es un mocoso malcriado como pareces pensar. Necesitas pasar más tiempo con él, llegar a conocerle mejor. Entonces quizá dejes de ver a James y sólo veas a Harry. Harry te quiere, Sev."

"No, no lo hace. Quiere a Gabriel."

"Como hace mucha gente," señaló mi madre. "No estés tan ciego, Sev. Harry te mira cada vez que sales de la habitación. Creo que deberías seguir el ejemplo de tu perro y mantener la mente abierta. Después de todo, Lily y Harry van juntos, y si quieres salir con Lily, necesitas aceptar también a Harry."

Suspiré. Tenía razón. Pero deseaba que no la tuviera. "No sé si puedo hacer eso."

"Entonces tu relación con Lily habrá terminado antes de que comience realmente," me dijo mi madre con franqueza. "Piensa en ello de este modo. Puede que James Potter te haya herido, pero ese bebé es un inocente. ¿Cómo te sentirías si Lily te culpara de todo lo que hizo tu padre a lo largo de los años? ¿Si se resintiera contigo por los errores de Tobías y te hiciera responsable? Harry no es su padre. Olvida a quién se parece. Te enseñé mejor que a juzgar por las apariencias, Sev. Eso es lo que aquellos estúpidos Merodeadores te hacían. ¿Quieres ser como ellos?"

Sus palabras me golpearon como una bofetada. Siempre me había enorgullecido de no ver sólo la cara que presentaba una persona, sino también lo que la motivaba. Aun así ahora, cuando se trataba de un pequeño bebé, estaba dejando que un viejo rencor nublara mi entendimiento. Estaba actuando como Black y Potter y Pettigrew, las mismas personas que despreciaba. ¿Qué iba mal conmigo? "No, por supuesto que no."

"No lo creía."

"Pero, ¿cómo puedo simplemente olvidar que es el hijo de Potter?"

"Olvidando a James Potter. Sé que hizo tu vida miserable en el colegio, Severus, pero eso ha terminado. Está muerto y se ha ido, deja al pasado morir con él. Necesitas pasar algún tiempo más sólo con Harry y aprender a verle como sólo un niño, no el "hijo de un imbécil abusón". Creo que una vez lo hagas le querrás como yo lo hago."

Tenía dudas. Mi resentimiento hacia Potter se había infectado durante años, ¿podría superarlo en unos meses? Sabía que estaba siendo injusto, y una parte de mí estaba avergonzada. Lily se pondría furiosa si supiera cómo me resentía con su hijo. "Yo… muy bien. Lo intentaré."

"Bien. Ahora voy a invitar a Lily para un día de chicas fuera. Necesita dejar de deprimirse y recordar que tiene una vida que no gira alrededor de Harry. Y tú, Severus, vas a cuidar de Harry mientras nosotras nos complacemos."

Y así fue como acabé cuidando de Harry cada viernes por la noche. Al principio me sentía torpe e incómodo, y luchaba por ignorar el hecho de que éste era el hijo de James. Harry tenía un remolino que sobresalía y me recordaba mucho a cómo el pelo de Potter estaba siempre revuelto cuando bajaba de su escoba tras el entrenamiento de Quidditch. Pero sus ojos eran todo Lily, y al principio era en lo que me centraba.

También ayudaba que Harry tuviera una naturaleza tan dulce y no mostrara indicios de comportamiento malcriado o arrogante. Se contentaba con sentarse en el suelo y jugar con sus juguetes, o correr detrás de Gaby en el patio, y de hecho fue en una de esas ocasiones que tropezó y se raspó la rodilla. Comenzó a llorar, y Gabriel acudió corriendo a mí, gimoteando con urgencia, entonces se giró y regresó con Harry y comenzó a lamerle. Odiaba cuando los niños lloraban.

Yo me volví y me acerqué, reaccionando por instinto. Había sido formado para ayudar a gente enferma y herida, y ni siquiera me paré a pensar en lo que estaba haciendo. Me arrodillé, aparté el hocico de mi collie del camino. "¡Muévete, Gabe! Necesito ver cuán malo es." Y examiné a mi paciente. No era tan malo como temía. Un feo raspón, nada que requiriera ningún tipo de hechizos avanzados para curarlo. Harry estaba sollozando como si hubiera perdido un miembro. "Vamos, todo va bien. Sólo te has raspado. Cálmate," dije en mi mejor tono tranquilizador.

Extendió los brazos hacia mí y lo cogí. "Shhh. Vamos, déjame curarte." Lo llevé dentro de la casa, donde enseguida limpié y puse ungüento mágico en el corte, luego lo vendé.

Una vez dejó de dolerle, Harry dejó de berrear y lo siguiente que supe es que había echado los brazos alrededor de mi cuello y se había aferrado a mí como un monito.

Inhalé el aroma de polvos de talco y jabón, hierba y leche, y lo abracé con fuerza y comencé a frotarle la espalda. "Vamos, vamos. Vivirás."

Él hipó, luego descansó la cabeza en mi hombro. Estaba agotado y lo llevé de regreso al estudio y me senté. "Necesitas una siesta," le dije. Gabe saltó y se tumbó en el sofá a mi lado, mirándome preocupado. "Se pondrá bien," le dije a mi collie.

"Perrito," murmuró Harry adormilado.

"Gaby. Se llama Gaby."

"Daby," repitió Harry. Entonces hizo una cosa pasmosa. Volvió su carita hacia mi cuello y dijo, "Ni', ni', Papá."

Me quedé boquiabierto. ¡Me había llamado papá! No podía comprenderlo. Lily y Mamá nunca se habían referido a mí como tal cerca de Harry. Así que, ¿por qué pensaría en mí así? Bajé la mirada al niño durmiendo pacíficamente y me percaté de que yo estaba reemplazando lentamente el recuerdo de James Potter en la mente de Harry. Lily me había dicho que James solía estar lejos, y Harry raramente lo había visto, excepto en el mes antes del ataque, cuando James había estado en casa todo el tiempo. Pero desde entonces, el único hombre que Harry veía era yo, que era alto y de cabello oscuro como su padre. Que lo cuidaba y me preocupaba por él, lo alimentaba y lo cambiaba, e incluso le curaba los raspones. Justo como lo haría un padre.

Habíamos pasado las fiestas juntos, y yo le había regalado a Harry una réplica de Gaby de peluche para dormir con ella por la noche. Le encantaba. La llevaba a todas partes consigo. Lily venía a verme cada fin de semana, y ahora era enero. Habían pasado casi tres meses desde esa noche de Halloween. Dumbledore había visitado a Lily en la Mansión Potter y expresado sus condolencias por su pérdida y su compasión por que Harry hubiera perdido su magia como resultado. "Parecía disgustado por que Harry no asistiría a Hogwarts, pero en serio, ¿qué esperaba? No enviaré a mi hijo a un colegio de magia cuando sólo tiene suficiente magia para encender una vela. Harry puede acudir a una escuela Muggle cuando sea lo bastante mayor, o puedo enseñarle yo misma. En Hogwarts sólo le harían sentirse inferior. No me importa si tiene magia, es mi hijo y lo amo sin importar qué," me había dicho Lily una semana después de haberse mudado a la mansión.

Ahora, cogiéndolo en brazos y escuchando el suave rumor de su aliento, y sintiendo la calidez y confianza que tenía por mí, me sentí honrado. Mi madre había tenido razón. Harry sí me quería.

¿Y yo? Gradualmente mi resentimiento había comenzado a desvanecerse, mientras llegaba a gustarme el niño por sí mismo. Era irónico y divertido y listo, y casi nunca se enojaba, a menos que no se sintiera bien. Lo había cuidado a través de una fiebre y un dolor de barriga. Confiaba en mí y yo había dejado de ver al clon de Potter cada vez que lo miraba. Ahora, cuando lo miraba, todo lo que veía era un niño pequeño. El niño de Lily. Quien había llegado a importarme mucho.

"Buenas noches, Harry," murmuré, y me acomodé en el sofá con el infante, apoyando la cabeza en el hombro de Gabriel.

Él gimió, entonces giró la cabeza y me lamió. ¿Ves? Todavía te quiero, tonto estúpido. Y también quiero al chico. Alcancé atrás y le acaricié la noble cabeza. "Gracias, Gabriel. Por recordarme lo que debería haber sabido todo el tiempo. Que un corazón tiene espacio para más que sólo una persona."

Bostecé y sentí mis ojos comenzar a cerrarse. Supongo que también necesitaba una siesta. Y ésa fue la manera en que nos encontraron Lily y mi madre dos horas más tarde, profundamente dormidos en un ovillo sobre el sofá. Lily pensó que nos veíamos tan monos que tomó una fotografía. Todavía la tengo, en el álbum familiar.

Diario de Snape

16 de julio, 1993:

"¿Papá?" Harry interrumpió mis pensamientos. "¿Cómo vais a llamar al nuevo bebé?"

Miré a Lily. "Bueno, no hemos tenido tiempo de decidir un nombre todavía. ¿Te gustaría ayudarnos, Harry?"

Harry vaciló. "Eh… supongo. Pero no sé demasiados buenos nombres."

"Eso esta bien. Simplemente los anotaremos y elegiremos los que más nos gusten," le dije. "Podemos escoger dos nombres cada uno, chico y chica."

"¿Por qué no comenzamos ahora?" sugirió Lily. "Iré por el papel y una pluma."