Enfermedad
Diario de Snape
18 de julio, 1993:
Acababa de terminar de corregir la última poción en mi clase de Soluciones Avanzadas cuando el Sr. Abernathy, el Director de la Academia, entró en mi laboratorio. "Severus, me alegra pillarte antes de que te marcharas. Tengo malas noticias."
Me congelé, la pluma preparada sobre mi registro de calificaciones. "¿A qué te refieres, Hal?"
Hal Abernathy suspiró. "Bueno, hubo un anuncio en la Radio Mágica hace una media hora advirtiendo de un brote de acromalia virula en esta zona."
"¿La gripe de araña? Pero no hemos tenido un brote de eso en años. Desde antes de que naciera mi hijo," grité, horrorizado. La gripe de araña, como era llamada, se nombraba así a causa de las ronchas en forma de araña que dejaba en quienes la contraían. Era una cepa de acción rápida de gripe mágica, que golpeaba a los ancianos y jóvenes por igual. Podía causar daño permanente en el núcleo mágico de alguien si no se trataba lo bastante pronto, enfermaba mucho a uno y era enormemente contagiosa. En su forma más mortal, mataba en cuarenta y ocho horas, agotando la magia de la víctima demasiado rápido para ser restituida.
"Bueno, ha habido veinte casos hasta ahora sólo en Londres, ocho fallecimientos. La Junta para la Salud del Ministerio está recomendando que todas las academias y tiendas pequeñas sean cerradas como precaución, se espera que eso pueda disminuir la propagación de la enfermedad," me dijo Hal con gravedad.
"¿Vas a cerrar la Academia, entonces?" pregunté francamente.
"No quiero hacerlo, pero tampoco quiero que un portador de la gripe infecte a todos con el virus," dijo el Director pesadamente. "Así que supongo que tendré que cumplir la sugerencia del Ministerio de Salud."
"¿Cuánto tiempo estaremos cerrados?"
"No lo sé. Hasta que termine la epidemia, supongo. Todavía se te pagará, Severus."
"No es eso lo que me preocupa, Hal. Lily está embarazada, no quiero llevarle ningún tipo de enfermedad a casa."
"Ah, ya veo. Bueno, no notaste a alguno de tus estudiantes estornudando o con ojos lacrimosos, ¿verdad?"
Me esforcé en pensar. A veces los humos de las pociones podían causar estornudos y ojos acuosos, dependiendo de lo que se estaba elaborando, era por lo que insistía en las máscaras de tela y gafas protectoras cuando se hacían soluciones acres o fuertes. Pero este día habían estado elaborando un Elixir para Garganta Irritada. "No lo creo," dije.
"Entonces no te preocupes por ello," dijo Hal. "Hasta que oigamos lo contrario de algún estudiante que caiga enfermo. Termina lo que estás corrigiendo y luego vete a casa, Severus. Saluda a tu esposa de mi parte y dile que espero que tenga gemelos."
"¿Gemelos?" grité. "¡Gran Merlín, Hal!"
Hal rio. "¿Qué? Necesitas algunos niños más, Snape." Me palmeó el hombro. "Nos vemos por ahí."
Fui a casa. Lily de inmediato sintió que algo iba mal. "Sev, llegas temprano a casa. ¿Ocurrió algo en la Academia?"
Le hablé del brote. "Hasta ahora, no hemos tenido un caso aquí en el Norte de Yorkshire que yo sepa. Pero la Academia está en Londres y también lo está la tienda de Mamá en el Callejón Diagon. Necesito llamarla por Flu y ver si está tomando precauciones."
Después de haber hecho eso, y averiguar que Mamá, al igual que Hal, no estaba asumiendo riesgos, me acomodé a estudiar la lista de nombres para el bebé que se les había ocurrido a Harry y Lily mientras yo estaba en la escuela. Mientras estaba leyéndolos, recordé algo. "Lily," llamé. "¿Y si tienes gemelos?"
Ella vino a sentarse a mi lado en el sofá. "¿Gemelos? ¿Qué te hace decir eso?"
"Bueno, no es inaudito. Quiero decir, mi madre fue gemela, aunque su hermano gemelo murió en el parto, tenía el cordón envuelto alrededor del cuello."
"Nunca supe eso."
"No es algo de lo que realmente hable. Pero creo que podría haber una opción de que pudieras estar llevando gemelos."
"Pero Eileen sólo oyó un latido."
"A veces los gemelos se esconden uno detrás del otro y sus corazones laten sincronizados entre sí."
Lily se frotó una mano por el vientre preguntándose. "Eso ciertamente sería una sorpresa."
"Sí. Bueno, lo averiguaremos, ¿no?" Le besé la mejilla ligeramente. "Mira esto Lil. Harry escogió Gabriel como nombre de niño." Señalé el nombre escrito en la escritura puntiaguda de Harry.
"Gabriel. Qué… apropiado."
Lo era, curiosamente. Siempre me había gustado ese nombre, una razón por la que había llamado así a mi collie. Harry también había escrito Erik y para una niña había escogido Emmalyn y Gwenivere, Bethany. Interesantes elecciones. Lily había escogido los tradicionales Eileen y Hallie, que eran los nombres de mi madre y la suya. Había apuntado Severus para un chico y también Coriolanus, Augustus, y Jareth. Geraldine, Melanie y Rhea. Yo añadí a esto Micah, Valerius, Gavin, y Nicholas. Para una niña me gustaban Diana, Kaylee, Isabeau, y Alyra.
Harry llegó de su entrenamiento de Quidditch, llamando, "¡Hey, Mamá, estoy en casa!"
"¿Cómo fue tu entrenamiento hoy?" preguntó Lily desde dentro de la cocina.
"Bien. Pude jugar de Buscador, y el Entrenador Alexander dijo que era realmente bueno en ello."
"Me alegra oírlo, hijo. Ahora ve a lavarte, estás todo sudoroso," ordenó Lily, saliendo al pasillo para abrazar a su hijo y revolverle el pelo juguetona.
Él intentó esquivarla, diciendo que era demasiado mayor para que lo abrazara.
"Nunca eres demasiado mayor para un abrazo de tu madre, jovencito," dijo Lily. "Ahora vigila, o te abrazaré y besaré en público."
"¡Mamá! ¡No lo harías!"
"No me pongas a prueba, Harry James. ¡Ahora lárgate!" lo envió por su camino con una gentil palmada.
Él rebotó escaleras arriba, sonando como una manada de erumpents.
Diario de Snape
20 de julio, 1993:
Hoy recibí una carta del Director Abernathy. Era breve, sólo dos líneas.
Estimado Profesor Snape,
Lamento informarle de que dos de sus estudiantes han contraído la gripe de araña.
Si yo fuera usted, acudiría a un Sanador y le dejaría chequearle, sabe cuán contagioso es esto.
Sinceramente,
Hal Avernathy, Director
Academia de Pocionistas.
Entré de inmediato en modo pánico. Si algunos de mis estudiantes habían contraído esta terrible plaga, había una gran probabilidad de que yo también pudiera estar infectado. Tenía que abandonar mi hogar, antes de extender el contagio a Lily y Harry, o Merlín lo prohíba, a mi hijo nonato. La gripe de araña podía matar al feto en el útero, muy parecido a la enfermedad Muggle de la Rubéola.
Enseguida conjuré cada hechizo desinfectante y de limpieza que conocía tanto sobre mí como la casa. Entonces escribí una nota y la dejé para Lily sobre la mesa de la cocina. Estaba donde mi madre para su examen semanal. Harry estaba en casa de Hermione, habían ido a ver una película. Odiaba marcharme de esta forma, sin una despedida adecuada, pero no podría soportar poner a mi familia en peligro.
Reuniendo mi resolución, arrojé un puñado de Polvos Flu y aparecí en San Mungo.
Informé a la bruja en el mostrador de recepción que sospechaba haber estado expuesto a portadores de la gripe de araña y ella de inmediato me condujo a una sala de cuarentena en el segundo piso del hospital. "Por favor, espere aquí, Sr. Snape, y rellene este formulario." Me entregó un portapapeles con un formulario y una Pluma Rellenante. "Un doctor estará aquí para verle en breve."
Me llevó quizá cinco minutos rellenar el sencillo formulario y el cuestionario concerniente a mi exposición a esta maldita enfermedad. Entonces esperé. Y esperé. Y esperé.
Por fin, me quedé traspuesto, recordando otra vez en que había cuidado tanto a Lily como a Harry a través de un tipo similar de enfermedad. Harry había sido sólo un bebé, de alrededor de dos años…
5 de junio, 1983:
"Papi, me duele la tripita," me dijo Harry justo antes de vomitar sobre todo el suelo del cuarto de baño. Ésa fue la primera señal de aviso que tuve. Acababa de tomar un baño y estaba poniéndole el pijama con pies. Lily y yo habíamos atado el nudo recientemente hace en torno a dos meses, después de un año entero de volver a conocernos el uno al otro, y Mamá nos había dado Spinner's End e ido a vivir encima de la tienda en el apartamento que utilizábamos como unidad de almacenaje.
Retrocedí lo bastante rápido para evitar que el desastre cayera sobre mis zapatillas. Harry comenzó a llorar. "¡Lo siento! ¡Lo siento, Papi!"
"Calla, no llores. Está bien." Lo calmé, cogiéndolo. Lo llevé al excusado. "Si necesitas volver a vomitar, hazlo en el retrete." Mojé una toalla y la escurrí, limpiándole la cara, que estaba sonrojada y los ojos vidriosos.
Él escupió en el retrete. "Qué asco."
Imaginando que estaba refiriéndose al sabor desagradable en su boca, le di una taza de agua y le hice enjuagarse la boca. "Quédate quieto," le dije, luego apliqué Scourgify al desastre con una rápida onda de mi varita. Ésa fue la parte fácil.
Cogí un Calmante de Estómago apropiado para niños del botiquín, después de abrirlo con un rápido hechizo. Todas nuestras medicinas mágicas estaban guardadas desde que Harry había bebido un Calmante de Dolor un día y acabamos llevándolo corriendo a San Mungo para tratamiento. Por suerte, no era tan peligroso, y todo lo que hicieron fue darle un Inductor de Vómito y una solución de té verde para sacarlo de su sistema. Sin embargo, Harry recordaba que la poción le puso enfermo, y ahora nos lo ponía difícil cada vez que necesitábamos medicarle.
"¿Todavía te duele la tripita, acarillo?" pregunté. Ése era mi nombre cariñoso para él, porque era pequeño para su edad.
Él sacudió la cabeza. Entonces levantó la mirada y me vio viniendo hacia él con el vial y la cuchara. "¡No! ¡Pociones asquerosas no!"
"Vamos, Harry…" comencé mi letanía habitual. "Ésta no es una poción asquerosa, hará que tu tripita se sienta mejor."
Él sacudió la cabeza. "¡No! ¡No voy a tomarla!"
Agité mi varita y cerré la puerta antes de que pudiera intentar salir corriendo. Entonces dejé la poción y la cuchara sobre el banco y fui a acorralar a mi tunante de hijo adoptivo. Aulló y me dio patadas cuando lo levanté en brazos. "¡Harry, para!" ordené. "Necesitas esto, ahora deja de ponérmelo difícil."
Me costó unos minutos antes de que se calmara lo suficiente para sentarlo en mi regazo. Pero entonces se negó a abrir la boca. Podía sentirlo ardiendo de fiebre también, claramente había contraído algún tipo de virus. Pero rechazó obstinadamente todas mis súplicas, incluyendo el soborno de un dulce. Podría haberle forzado a tomar la poción, pero no tenía deseos de tratarlo tan rudamente. Finalmente dije, "Vale, ¿tomarás la poción por Mami?"
Él pensó en ello. "Vale."
Los llevé a él y la poción a mi dormitorio, donde Lily había estado leyendo en la cama. No estaba allí. "¿Lil? Harry está enfermo y no tomará la medicina de mí, te quiere a ti."
"No puedo," la oí gemir desde el cuarto de baño. "También estoy enferma."
"¡Genial! ¡Simplemente genial!" gemí. "¿Necesitas pociones, Lily?"
"No. Las tengo." Entonces la oí vomitando.
Parece que había pillado lo que fuera que tuviera Harry.
Harry me miró, sus verdes ojos muy abiertos. "¿Mamá está enferma?"
"Sí. Vamos, ácaro. Vamos a tomar un poco de puré de manzana." Imaginé que si no podía conseguir que tomara las pociones directamente, podría disfrazarlas en el puré de manzana.
Había aprendido ese pequeño truco de mi madre, que estaba acostumbrada a lidiar con pacientes reticentes. Funcionó con Harry, y luego lo metí en la cama, poniendo un encantamiento de monitorización sobre él por si acaso despertaba y me necesitaba.
Gabriel yacía durmiendo en el pasillo, pero cuando oyó mis pasos, despertó y se puso en pie, la cola meneándose ansiosa. Lo palmeé. "No, Gabe. Sin juegos ahora, tengo que cuidar de Lily. Lily está enferma y también Harry."
Sabía que el perro no comprendió todas las palabras que había dicho, pero sí comprendió mi tono de voz–quedo, preocupado, y grave–y sus orejas cayeron un poco y perdió su aire juguetón. Ahora parecía preocupado también, sus ojos castaños fijos en mí, jadeando levemente. Me siguió cuando entré en mi dormitorio, donde Lily, pálida como una sábana, estaba ahora yaciendo en la cama. Fue hasta ella y empujó el hocico frío contra su brazo.
"Hey, collie bobo," lo saludó ella, y el rabo de Gabe comenzó a menearse. Ella le acarició las orejas, rascándolas.
Él puso su ancha cabeza sobre su regazo y sus ojos se pusieron vidriosos de pura dicha. Podía comprender eso perfectamente. Las manos de Lily tenían el mismo efecto en mí.
"¿Cómo estás?"
"No demasiado bien, Sev. Creo que cogí algún tipo de virus de la gripe, tengo la temperatura alta, estoy vomitando y me siento absolutamente terrible," me dijo Lily. "Si yo fuera tú, no dormiría aquí esta noche."
Le toqué la frente con el dorso de la mano. Estaba muy caliente. "¿Tomaste un Reductor de Fiebre?"
"Sí, y el Calmante de Estómago y un Calmante del Dolor."
Conjuré un vaso de agua helada con una pajita y le ayudé mientras la sorbía despacio. Luego se recostó en las almohadas y cerró los ojos. En momentos, también estaba durmiendo.
Gaby gimoteó y le lamió la mano. No tenía dudas de que él sabía que estaba enferma, los animales siempre parecen sentir eso. Deben olerlo en nosotros o algo así.
"Vamos, chico. Te dejaré salir para la noche, y luego tú y yo haremos de Sanadores." Me palmeé la pierna y él vino reticente conmigo.
Una vez hubimos regresado del patio, se pegó a mí como un abrojo. En realidad inventé una especie de cama de campaña en el pasillo, entre ambas habitaciones, de modo que pudiera oír bien a Lily o a Harry si me necesitaban durante la noche. Gabe se quedó conmigo un rato, pero pronto fue a la habitación de Harry y se tumbó en el suelo junto a su cama como un centinela peludo.
Harry me despertó dos veces durante la noche, necesitaba ir al orinal y estaba caliente, su fiebre había regresado. Le di más puré de manzana cargado de poción y le limpié con una toalla fría antes de volver a meterlo en la cama. Se quedó dormido con Gaby lamiéndole la mano. "Quédate con Harry, Gaby," ordené, aunque no necesitaba hacerlo. Nada lo habría arrastrado lejos, excepto quizá yo.
Para la mañana siguiente, tanto Lily como Harry comenzaron a mostrar pequeñas marcas rojizas en la garganta, que picaban, y luego exudaban un fluido amarillento. Sus ojos también se hincharon y se volvieron del mismo horrible color amarillo. Fue entonces cuando supe lo que tenían. Scrofungulus, una dolencia mágica contagiosa. Yo la había tenido cuando era niño, y por lo tanto era inmune a ella.
Pasarían cuatro días antes de que cualquiera de ellos mejorara.
El Scrofungulus atacaba la piel y también los pulmones, y pronto estuve ocupado elaborando Elixir para Facilitar la Respiración y una pasta herbal especial que recomendó mi madre, para extenderles en el pecho. Me aseguré de que bebieran gran cantidad de líquidos, incluso cuando se quejaban de que les dolía la garganta. A Harry lo cogía en mi regazo y le daba cucharadas de caldo. A veces lo retenía. Otras veces acababa llevándolo yo.
Mi pobre collie desconcertado viajaba adelante y atrás de Lily a Harry, intentando reconfortarlos lo mejor que podía con su lengua y su presencia. Me sorprendió que no hubiera un rastro de huellas de patas en la alfombra a estas alturas.
El tercer día, Lily empeoró, y su fiebre subió tanto que temí tener que llevarla al hospital. Ninguna de mis pociones estaba haciendo efecto y llamé a mi madre, en pánico y aterrado. Ella vino y juntos metimos a mi delirante esposa en un baño helado.
Ella abrió los ojos y llamó mi nombre. "¡Sev! ¡Sev!"
"Estoy aquí, Lil. Estoy aquí mismo," le decía una y otra vez. A veces llamaba a Harry también, y mi madre me dijo que debería meterlos en la misma habitación, sería más fácil cuidarlos de ese modo.
¡Estúpido! Debería haber pensado en eso.
Así que puse a Harry junto a Lily y parecieron sacar consuelo de la presencia del otro. Y Gaby ahora ocupó el puesto de centinela a los pies de la cama.
Para el cuarto día, ambos estaban luciendo puntos amarillos y azules, pero eso significaba que la enfermedad casi había terminado, y la fiebre se retiró y también lo hicieron la garganta dolorida y las náuseas. Las pocas cosas que permanecieron fueron la tos, los puntos que picaban, y reservas mágicas bajas. Pero eso podía sanarlo con pociones e ungüentos, y en una semana Harry estaba mejor. A Lily le llevó un poco más recuperarse, porque tenía su núcleo mágico dañado por la enfermedad y llevó unos días más y varios viales de Restituidor de la Magia volver a ponerla en pie.
Cuando ambos estuvieron bien de nuevo, lo celebré haciendo una cena de pollo y puré de patatas con salsa de carne y judías verdes. Gaby lo celebró corriendo como un demonio a través del patio y ladrando como loco. Pero no le dije que se callara. Sabía que simplemente estaba feliz de que dos de sus personas ya no estuvieran enfermas.
Me hizo reír, el modo en que rebotaba como si fuera sobre muelles, sus pequeñas patas propulsándolo a través del patio y de regreso. Galoparía hasta la puerta trasera y luego daría la vuelta y correría a través del césped, sus ojos castaños reluciendo de deleite. Su alegría era contagiosa.
Harry corrió a retozar con él, y acabó siendo derribado y completamente lamido. Estaba bien que no le importara la baba de perro, y simplemente se levantó agarrando la gorguera de Gabe. "¡Buen perro!" rio. Gaby resopló feliz.
Diario de Snape
20 de julio, 1993:
"Sr. Snape, el Sanador le verá ahora," la voz de una medibruja interrumpió mis reflexiones. Me llamó a través de una puerta y entré en una sala de examen estéril.
El Sanador, llamado Coates, ejecutó un diagnóstico sobre mí, y luego dijo, "Está mostrando etapas tempranas de la gripe de araña, Sr. Snape. Veo que es Profesor en la Academia, probablemente la cogió de uno de sus estudiantes."
"Sí. Dos de ellos cayeron con ella anteriormente," le dije. Olisqueó desdeñoso. De inmediato me ericé por sus maneras condescendientes. Un Sanador con actitud. Justo lo que necesitaba.
"¿Es consciente, por supuesto, de que debe estar en cuarentena hasta que la gripe corra su curso? De lo contrario podría contagiarla a su familia y de hecho a cualquiera con quien entre en contacto," dijo, hablándome como si fuera idiota o un niño pequeño.
"Sé lo que es una cuarentena, Sanador. No soy estúpido. Solía ser apotecario antes de ser profesor," le informé crispado.
"Qué bien," arrastró en el mismo tono arrogante, haciendo que quisiera sacudirle. "Bien entonces, consigámosle una habitación y démosle una ronda de pociones preliminar. Los síntomas deberían comenzar a mostrarse en unas horas."
Dio una palmada y apareció un elfo doméstico. "Prim, muéstrale al Sr. Snape una de las habitaciones de cuarentena en el ala este."
La elfina, que llevaba una especie de toga en su enjuta figura, se inclinó y me llamó para que la siguiera.
Lo hice, y luego me cambié a una de esas batas de hospital absolutamente idiotas, que alargué de inmediato. Dejé mi varita junto a mí y me arrastré a la cama, mi cabeza girando mareada de repente. Tomé las tres pociones sobre la bandeja y luego caí en un sueño profundo.
Diario de Snape
24 de julio, 1993:
Cuando volví a despertar, descubrí que era cuatro días más tarde. Estaba terriblemente débil y desorientado. Mi voz estaba ronca, de mis gritos en mi delirio, me dijo después la amistosa interna que entró a darme un poco de zumo y caldo. "No paraba de gemir y agitarse tanto, que casi tuvimos que ponerle restricciones. No paraba de llamar a Lily y Harry, Eileen y Gabriel. ¿Son su esposa e hijos?"
Le expliqué las relaciones.
"Ah, entonces son quienes le enviaron todos estos encantadores regalos," dijo ella, haciendo un gesto hacia la mesa donde vi cestas de fruta, cajas de crackers y queso, varias tarjetas hechas a mano de mi hijo, y una sopera.
"Ésa es de mi madre," dije a sabiendas.
Ella sacó la tarjeta de ella. "Sí, tiene razón. Dice que es su caldo de pollo en infusión herbal. Y huele delicioso." Olisqueó apreciativa. "¿Le apetece un poco?"
Me sentía bastante hambriento. "Sí, pero un poquito de cada vez."
Ella me trajo una tacita y sirvió un poco del caldo de mi madre en ella. "Aquí tiene. Ha estado delirante de fiebre y ha tenido granos desde el día que ingresó aquí. Tuvimos que hechizar pociones en su interior y el Sanador Coates declaró que tenía suerte de estar entre nosotros, tuvo uno de los peores casos que ha visto jamás."
Todavía me sentía drogado y exhausto. Comer era un esfuerzo para mí, pero estaba hambriento. Comí dos tazas de caldo y algunos crackers, y bebí dos vasos de agua con limón fresco antes de volver a quedarme dormido. Mientras estaba quedándome traspuesto, deseé que Gaby estuviera aquí, había estado soñando con él, creo.
La siguiente vez que desperté era el crepúsculo y pude oír el familiar tono arrogante de Coates justo fuera de mi puerta, y también el de mi madre. Mis labios se crisparon en una sonrisa. Mamá no toleraría la actitud condescendiente de ése.
"Bueno, Sanador Coates, para su información, ya he tenido la gripe de araña, y en consecuencia soy inmune a ella. Así que no la propagaré a nadie. Soy Maestra Apotecaria certificada y lo he sido por más de veinticinco años. Ahora apártese y déjeme ver a mi hijo."
"Madame, hay normas–" farfulló Coates.
"Háblelo con el Jefe de su Departamento. ¡Y borre ese gesto de desprecio de su cara, joven! Puede que yo no sea Sanadora, pero apostaré a que sé más de tratar a las personas que usted."
"Usted sólo es apotecaria–"
"¡Y usted es un mequetrefe arrogante! Y ahora apártese de mi camino, ¿o debo atarle los dedos en nudos y arrojarle al otro lado del corredor?" exigió Mamá gélidamente.
Coates retrocedió y la puerta se abrió y entró mi madre.
"¡Maldito pequeño idiota! Ponen su nombre en un diploma elegante y cree que lo sabe todo. ¡Ja!" resopló. Se acercó y tanteó mi frente expertamente y notó los leves granos que quedaban en mis brazos y pecho. "Hmm… pareces mejor de lo que estabas hace unos días. Me colé a última hora y te vi. ¿Cómo te sientes, Sev?"
"Cansado."
"Ah, bien, lo estarás por un tiempo todavía. La gripe de araña es una mala enfermedad, tienes suerte de que tenías fuertes reservas mágicas de las que tirar. Aquéllos que no las tienen… tienden a no lograrlo."
"¿Cómo están Lily y Harry?" pregunté entonces.
"Bien, pero Lily estaba terriblemente preocupada por ti. Vino aquí cada día y noche y te observó a través de la pantalla de observación." Señaló la gran pared frente a mí, que contenía un panel de visión en un sentido. "Y también Harry. Fue él quien te envió la fruta y escribió todas esas tarjetas. Aunque algunos de esos regalos son de tus estudiantes. Todos estaban muy preocupados por ti, Sev."
Abruptamente se interrumpió y me abrazó. "¡Sev, estaba… pensé que podría… perderte, y ese Sanador imbécil se negaba a dejarme quedarme contigo, incluso después de hacer que los Sanadores me hicieran pruebas para mostrarle que ya había sobrevivido a la maldita gripe de araña! No paraba de citarme regulaciones como un maldito reproductor y no le importaba un comino que estuvieras todo solo, luchando por tu vida." Comenzó a llorar, muy suave.
"Hey. Estoy bien, Mamá," susurré, abrazándola. Le palmeé la espalda.
"Lo sé. No me hagas caso. Éstas son lágrimas de felicidad." Sorbió por la nariz y se las secó. "¿Comiste el caldo que te envié?"
"Por supuesto," dije con ligereza.
"¿Y cómo estaba?" inquirió ella, apartándose de mí para sentarse en una silla.
"Delicioso como siempre," respondí.
"Bien. Pareces estar recuperándote," dijo, agitando su varita sobre mí. "Como pensaba. Probablemente serás dado de alta mañana por la mañana y tras cuatro semanas de reposo volverás a ser tu antiguo yo."
Me quedé boquiabierto. "¿Cuatro semanas de reposo?"
"Sí. No crees que puedes andar dando botes enseguida después de una experiencia como ésa, ¿verdad?"
"Yo… no… pero… ¡cuatro semanas!"
"¡No estés tan horrorizado, Sev! Por fin puedes ponerte al día con tus lecturas y pasar algún tiempo con Harry y Lily." Mamá rio, palmeándome la mejilla. "Recuerda, tu magia necesita tiempo para reajustarse."
Se sentó conmigo durante varias horas, hablándome de mi familia e informándome de cómo estaba rabiando todavía la epidemia y el hospital estaba empantanado de pacientes. Lily y Harry estaban prácticamente encerrados en casa ahora, a la insistencia de Eileen.
"Estoy seguro de que Harry está volviendo loca a Lily," comenté. "Nunca lo ha llevado bien con el confinamiento."
Mamá rio entre dientes. "No, no lo ha hecho. Creo que Lily le amenazó con Pegarlo al suelo. Pero quizá se calme una vez vayas a casa. Te extraña mucho."
Esas palabras me calentaron más que una taza de té caliente. Siempre había tenido un vínculo especial con mi hijo adoptivo, pero sentaba bien saber que Harry no siempre me consideraba un estricto grano en el culo y realmente me extrañaba cuando no estaba. "Yo también les extraño," admití suavemente.
La mañana siguiente, fui declarado libre de contagio por el Sanador Coates, y recogí todos mis regalos de ponte bien y viajé por Flu de regreso a mi casa.
Allí fui recibido por una Lily extática, que me abrazó y me besó y lloró quedamente por un momento contra mi hombro. Harry también me abrazó, y dijo que se alegraba de tenerme en casa. Fingí no ver las lágrimas reluciendo en sus ojos. Al parecer había estado cerca de la muerte de verdad y ésta era la reacción que recibía al llegar a casa. Recordaba muy poco de mi enfermedad, excepto arder como una hoguera y luego congelarme, y extrañas formas ensombrecidas marchando a través de mis sueños.
"Me alegro de estar en casa. Os amo a ambos," les dije.
Se me dijo que debía permanecer en reposo en la cama durante algunos días más y luego tomármelo con calma durante las próximas semanas. También estaba a régimen de Restituidor de Magia durante un mes. Todavía no estaba de vuelta a la normalidad, estando débil y cansado casi todo el tiempo.
Logré durar a través de un almuerzo de bienvenida a casa, comiendo algo de sopa y pan y té antes de que mis ojos comenzaran a cerrarse. Me encaminé a mi habitación, Harry cerniéndose en caso de que necesitara su hombro para apoyarme. Entonces me desvestí y me quedé dormido, pensando mientras me quedaba traspuesto que sólo faltó una cosa en mi fiesta de bienvenida a casa.
Mi fiel collie, que habría estado lamiéndome y saltando sobre mí si todavía estuviera vivo.
Pero vino a encontrarse conmigo en mis sueños, y yo estuve contento.
. . . . . . . . .
N/A Sé que este capítulo fue bastante deprimente, pero bueno, he estado de un humor bastante depresivo últimamente.
¿Os gustan los nombres que se les ocurrieron para el bebé?
Imagino que habrá diez capítulos más en esta historia. A menos que mi musa dicte lo contrario.
¡Gracias por todos vuestros comentarios!
