Capítulo 2. Hija del Viento.

Eadwyn decidió ignorar la llamada a la puerta por un momento y se dirigió hacia el pequeño joyero que tenía encima de la mesilla de noche. Rebuscó entre sus pertenencias y recogió una cadena en particular. Era su más apreciada joya y era una herencia familiar por parte de su madre, la Reina. Casi nadie sabía sobre la existencia de dicho colgante, ni siquiera el Rey, y había permanecido oculto durante todos estos años. Se lo puso en el cuello y lo escondió entre sus ropajes, al fin y al cabo era un secreto familiar.

- ¡Adelante, está abierto! –por la puerta apareció Théoden, ligeramente preocupado por su hija.

- Eadwyn... -hizo una pausa- Théodred era un gran hombre y digno a la corona de Rohan. Murió por su pueblo con honor. No debemos llorar por la muerte de aquellos que han viajado a un mundo mejor, pues ellos ya no sufren.

- Lo sé... También hecho de menos a madre... -se miró insintivamente al cuello donde tenía el colgante, pero el Rey no lo notó.

- Hija, la Reina y Théodred están entre nosotros, aunque no les podamos ver, ni tocar, pero les podemos sentir. Sé que ha sido duro para ti, al igual que para mí... pero ya no podemos hacer nada. Además –sonrió débilmente- pienso que no les gustaría verte así.

- Gracias, tus palabras me reconfortan.

- Quiero que me prometas una cosa –Eadwyn frunció el ceño, sorprendida- Quiero que no vuelvas a llorar por aquellos que ya no están. No debemos sentirnos pequeños o débiles ante la muerte, pues tarde o temprano volveremos a la casa de mis Padres.

Una última lágrima rebelde salió de lo más profundo del alma de Eadwyn y se levantó para ir hacia su padre lentamente. Súbitamente le abrazó y murmuró "Te lo prometo padre, no volveré a llorar nunca".

- Te pareces a tu madre, Eadwyn. Tan Bella como la Reina de los Rohirrim... -sonrió- Bueno, ahora creo que nuestros invitados esperan pacientes en la Sala del Trono, y Éowyn debe de estar preocupada por ti.

- Sí... con lo que es Éowyn ya debe de estar impacientándose. –Rió Eadwyn-. Vamos, padre.

Con una sonrisa en la cara, el Rey y la Princesa bajaron a la Sala del Trono. Ella iba cogida del brazo de su cara y sus ojos no se apartaban de las figuras que aguardaban, especialmente del Elfo que los acompañaba. Según la tradición, Éowyn cogió una copa y trajo el vino.

- Ferthu, Théoden hal! –con estas palabras la copa fue pasando desde Théoden hasta el Mago Blanco. Eadwyn permaneció observándolo todo al fondo de la sala, no porque no le gustara la celebración, sino porque esta vez la tarea se la había dejado a Éowyn.

Los nombres de los viajeros eran Gandalf el Blanco; Aragorn, hijo de Arathorn y Heredero de Isildur; Legolas, príncipe del Bosque Negro; y Gimli, hijo de Glóin. Cuando Éowyn llegó a Aragorn su mundo tembló y un escalofrío le recorrió de arriba a abajo. Un brillo apareció en sus jóvenes ojos y Aragorn le hizo una pequeña reverencia con la cabeza. La única que se había enterado de lo sucedido entre Éowyn y Aragorn había sido Eadwyn, que sonrió tiernamente a la escena.

- ¡Salve, Aragorn, hijo de Arathorn! –dijo Éowyn sin apartar sus ojos.

- ¡Salve, Dama Blanca de Rohan! –Aragorn, misteriosamente desvió la vista de Éowyn para dirigirse a Eadwyn, que seguía sonriendo conmovida. Al verse descubierta cambió su semblante a uno más serio, lo que provocó que Aragorn se riera suavemente. - ¡Y salve también Eadwyn, Hija del Viento!

Todos se quedaron perplejos ante Aragorn. ¿Hija del Viento? ¿Qué significaba todo aquello? Eadwyn caminó lentamente hacia Aragorn, que inclinó la cabeza. Para sorpresa de todos los presentes, Eadwyn se inclinó más aún ante él.

- ¡Eadwyn! –dijo Aragorn. –Me alegra volver a verte.-Legolas, Gandalf, y Gimli fueron al encuentro del Rey e intercambiar algunas palabras mientras Aragorn estaba con la Princesa de Rohan.

- Vaya, no te había reconocido cuando llegaste, Tranquitos. –rió- ¡Hasta has cambiado en todos estos años!

- Al igual que tú... cada día te pareces más a la Reina, aunque supongo que ya te lo habrán dicho y estarás harta de volverlo a oír –dijo con picardía- ¿Te he vuelto a leer el pensamiento?

- Creo que sí, viejo amigo. ¡Y tan viejo! –rieron-.

- No me digas viejo, jovencita. ¿Cómo estás?

- Bueno... estos últimos días no han sido muy buenos... ya sabes. Supongo que me tendrás que contar muchas cosas.

- ¿Cómo por ejemplo que tal está Arwen? –Aragorn se volvió serio. –Se ha ido a los puertos con los de su especie. Abandonará la Tierra Media. –Sacó la Estrella de la Tarde-.

- Lo... lo siento... no quise preguntar... -tartamudeó la chica.

- No pasa nada... ya hablaremos más tarde sobre eso. Visité a la Dama del Bosque de Oro.

- ¡No me lo puedo creer! –dijo emocionada. Su madre tuvo un vínculo estrecho con la Dama Galadriel y cuando se casó con el Rey Théoden, los elfos fabricaron la joya que llevaba ahora Eadwyn al cuello- ¿Por qué no me llevaste?

- Ya te lo explicaré más tarde, es una larga historia. –dijo Aragorn poniendo una mano sobre el hombro de su amiga, que tenía los ojos brillantes.

- ¡Por cierto! ¡Donde has estado todos estos años, que ni siuiera te he visto el pelo, anciano Trancos... -rió fuerte-

- No soy ningún anciano vejestorio, todavía. Pero tú en cambio pareces una niña de cinco años. –Rieron- Estuve investigando, como siempre, ya lo sabes.

Eadwyn asintió. Se encontraba enormemente feliz por ver a su amigo. Antes, Aragorn solía venir hacia Edoras y le contaba cuentos sobre los bellos Elfos, las hazañas de los humanos, el coraje de los Enanos, el poder de los magos y sobre los simpáticos Medianos. Se prometieron que un día verían juntos a la Dama Galadriel, aunque la mayoría les tomaba por locos pues decían que esa Reina del Bosque de Oro no existía.

- Eadwyn, creo que debo marchar para hablar con el Rey. Hablaremos a solas más tarde.

- Vale.

- ¡Y otra cosa! –Eadwyn lo miró sorprendida- ocúltate mejor el colgante, Hija del Viento.-Y seguidamente de eso, se marchó hacia otra sala.

Eadwyn sonrió viendo como se alejaba Trancos y miró a Éowyn, que estaba al fondo de la sala, y miraba a Eadwyn y a Aragorn, sobre todo, que se alejaba ya. Eadwyn corrió hacia Éowyn y la llamó para irse con ellos. Cualquier cosa que sucediera se iban a enterar.

- ¡Éowyn! – Éowyn no la escuchaba y estaba con la mirada perdida. -¿Éowyn?

- ¿De... de que conoces al señor Aragorn? –su mirada era fría y miraba con desprecio a Eadwyn, que se acercaba a ella.

- Éowyn... Aragorn y yo fuimos amigos de la infancia. Venía y me contaba cuentos mientras permanecía en Edoras... no es lo que tú piensas. –la mirada de Éowyn se volvió a dulcificar.

- Lo siento... pensé que tú y él...

- No sigas, Éowyn. Se lo que pensabas... tranquila. -El Señor Aragorn suele causar el mismo efecto en casi todas las mujeres que no le conocen, pensó. – ¿Vamos a ver que es lo que ocurre?

- De acuerdo, Eadwyn. Lo siento por haberme comportado así.

Juntas fueron hacia donde se encontraban los visitantes y el Rey. Se asomaron por la puerta escuchar lo que decían, porque no sabían si era lo correcto entrar y preguntar.

- Eadwyn, ¿crees que esto es lo correcto?

- ¿Te soy sincera? No, esto no es lo correcto. Pero bueno, tú calla y escucha.

Éowyn rió por lo bajo, y comprobó que la risa se la había contagiado a Eadwyn. Éowyn le dio un codazo a su prima.

- ¡Auu! ¡Éowyn, me has hecho daño! –no se dieron cuenta que, aunque lo hubieran dicho muy bajo los Elfos tienen un oído muy fino, y Legolas se dirigió a abrir la puerta mientras ellas se peleaban por el mejor sitio.

De repente, el Elfo abrió la puerta y las dos mujeres que estaban apoyadas cayeron al suelo tumbadas boca arriba aún riéndose. Cuando se dieron cuenta de quien les había descubierto Éowyn dejó de sonreír y Eadwyn notó que los colores se le subían a la cabeza. Un rubor rojo se puso en sus mejillas y dejó también de sonreír. No se había puesto roja por la vergüenza de haber sido descubierta... si no por que tenía al Elfo "guapo", como lo llamaba ella, mirándolas con estupefacción y diversión.

Théoden se levantó de la silla en la que estaba y miró a las dos chicas aterradas por lo que les diría. Aragorn se reía por lo bajo y Gimli miraba de un lado a otro todavía sin comprender. Gandalf miraba a Théoden con diversión en sus ojos.

- Vaya, vaya... creo que las Damas de Rohan no se han podido aguantar a la tentación de escuchar lo que decíamos. De todas maneras creo que se iban a enterar por otros medios.

Éowyn y Eadwyn pusieron una sonrisa cómplice y se ayudaron mutuamente a levantarse de la torta que se habían metido. Eadwyn se incorporó y se dio cuenta de que enfrente suyo y muy cerca se encontraba Legolas, que le había tendido la mano amablemente para levantarla; y eso incrementó el color de su cara. Desvió sus ojos inmediatamente "antes de provocar una catástrofe".

- ... Hantalë, Legolas Thranduillion... Gracias, Legolas hijo de Thranduil. -dijo Eadwyn inaudiblemente, excepto para el Elfo. Legolas se sorprendió al oír élfico en las palabras de una dama de Rohan y respondió con una pequeña sonrisa.

- Oh... Elendil que poco a faltado... casi me muero en el sitio –pensó Eadwyn que iba hacia su padre. Mientras tanto Éowyn miraba a Eadwyn como cuando ella le había pasado la copa a Aragorn.

- Eadwyn, Éowyn, por favor sentaros. Creo que vosotras también debéis saber la verdad. –dijo Théoden.

- Cierto, Rey Théoden. –respondió Gandalf- El mal habita de nuevo Mordor; las tropas del Señor Oscuro Sauron –Eadwyn tuvo un escalofrío al oír ese nombre- avanzan al igual que las de Saruman, que pretenden destruir es mundo de los Humanos y gobernar la Tierra Media. Saruman pretende enviar unas tropas hacia Rohan, con el fin de destruir este pueblo.

- Pero Saruman está de nuestra parte. –intervino Éowyn.

- No, ya no. Debemos luchar. Los hombres salvajes de Isengard ya han atacado poblaciones y dentro de poco habrán arrasado lo que queda. Ha creado una nueva raza de orcos, los Uruk-hai, mucho más resistentes y fuertes que los anteriores, hechos para no dejar vida a su paso.

Théoden se quedó pensativo un momento y Eadwyn, que estaba pálida y ya no había rastro de risa, contuvo la respiración.

- ¿Padre? –Habló Eadwyn- ¿Qué podemos hacer?

- Iremos al Abismo de Helm. Siempre ha sido eficaz contra nuestros enemigos y esta vez no fallará.

El Rey tomó una decisión y todos los habitantes de Edoras fueron evacuados y con las pocas pertenencias que tenían, hacia el Abismo de Helm.


Los Rohirrim no se imaginaban que un caballo negro entraba en Orthanc, la torre oscura de Saruman con Gríma o Lengua de Serpiente montado en la grupa.

- ¿Qué nuevas me traes, Lengua de Serpiente? –dijo una voz fría de un mago en el interior de la torre.

- El Rey Théoden esta de nuevo en pie, mi señor. Gandalf el Blanco iba con él.

- Lo sé... lo se. El ejército está listo para atacar.

- Mi señor Saruman... -tartamudeó- Don-

- ¿Dónde irán, querías preguntar? Al Abismo de Helm... Théoden se cree que allí estará a salvo, pero no sabe que esta conduciendo a su pueblo a una ratonera.

- Saruman... se necesitan miles de decenas de orcos para atacar el Abismo de Helm.

- Y lo tenemos... -dijo con voz fría Saruman.

- ¡No existe tal ejército! –Saruman condujo a Grima hacia el balcón y abajo, diez mil efectivos colpeaban el suelo ferozmente, hambients de carne fresca. Grima no contuvo una exclamación y elogió el trabajo de su señor.

- ¡ID, MARCHAD AL ABISMO DE HELM! –gritó Saruman cruelmente. –No dejéis forma de vida a vuestro paso.


Eresse: Hola!! Oh, oh, oh... que bien que me ha quedado el final, así muy tipo película, jajaja. Que largo este capi, mis pobres dedos... jeje. Voy a contestar Reviews, pero antes decir que lo siento de verdad, no estaba motivada para escribir. Prometo escribir con más frecuencia ahora. Muchísimas gracias por vuestra comprensión y lo siento.

earane-wood: Muchisimas, muchisimas, muchisimas gracias. Espero que te haya gustado este capítulo igual o más que el anterior y lo siento por la tardanza.

Hada: Jajaja, ¡hola mi niña! Cuanto tiempo... sip, mis incansables neuronas no se cansan. Si, eso parece ¬¬ me encanta Legolas, jijiji. Nos leemos.

Nindë Tasartir: Aiya. Gracias por tu review, espero que este capítulo también te haya gustado... ¡que ha estado bien largo! Nos leemos.

Anabella: Hola. Aquí tienes la continuación. Es que he estado de vacaciones durante mucho tiempo, no he tenido ordenata y cuando he llegado no estaba motivada. Gracias por tu review de todas maneras y por esperar. Tranquila, como has visto en este capítulo no sufren los personajes y las cosas van más lentas, ok? Lo siento por tardar... snif... adiós y espero que me leas en el siguiente capítulo.

Bueno, llámenme tardona... prometo actualizar lo más pronto posible y no se olviden de los Reviews, que me ayudan a continuar. GRACIAS.