El resto ya se lo saben…

Los personajes no me pertenecen son creación de Rumiko Takahashi.

IMPORTANTE: Por favor tomar en cuenta que este mini fic puede contener o hablar sobre temas sensibles para cierta audiencia por lo que se recomienda leer a discreción. Los personajes pueden caer en OoC para fines de la historia. La historia es de mi invención, por favor no repostear o copiar de forma parcial o en su totalidad sin previo consentimiento.


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Sangre real

En el inicio los manantiales de Jusenkyo permitieron a los lobos conseguir sorprendentes habilidades que con los años supieron explotar para su beneficio.

Y sin duda las que más nos enfurecen a las cazadoras son aquellas que les dan ventajas para oler, escuchar y ver más allá de lo que cualquier mortal soñaría.

Uno daría por hecho que con esas bendiciones estaban destinados a convertirse en los dueños de todo territorio conocido. Y vaya que lo intentaron.

Codiciaron nuestro territorio y todo aquello que lo habitaba.

Sin embargo nosotras luchamos siempre con determinación, feroces por defender nuestra libertad y en tiempos más recientes obtuvimos el conocimiento de lo que puede hacerse empleando la magia que por siglos nos negamos a tomar. Tiempos desesperados requieren medidas necesarias… y eso no lo pudieron anticipar.

Fue cuando volvimos al castillo, luego de la muerte de nuestra madre, que un cofre de plata estaba esperando a la nueva reina a los pies del trono. La concejal lo había sacado por indicaciones de su fallecida reina para la nueva líder.

—Tu madre había dispuesto que tuvieras esto cuando ella ya no viviera —dijo Cologne a Kasumi mientras acariciaba mi cabello cuando la abracé por la cintura y la anciana me observaba.

El recuerdo de su mirada es lo que más me persigue hasta el día de hoy, la tristeza y la lástima.

Años más tarde la anciana me confesó que no había sido misericordia lo que sintió en aquel instante sino furia de que yo me viera obligada a iniciar mi entrenamiento como caperuza antes de lo que era acostumbrado.

Kasumi abrió el cofre sin solemnidad alguna, simplemente lo abrió como si fuera algo usual encontrarse con un objeto encargado por el difunto después de un funeral. Dentro la oscuridad se rompía solo por la existencia de un saco de terciopelo cuyo tesoro resguardado era una singular y hermosa capa roja inmaculada, brillante como un rubí.

Recuerdo haber arrugado la nariz con desagrado, asustada por el contraste entre lo que la prenda me hacía sentir y lo hermosa que era.

La capa olía a metal viejo.

—Está hecha de la sangre de tus enemigos —explicó la anciana —es un secreto que ha pasado de generación en generación. Un obsequio para la primer reina caperuza.

—La de la leyenda —afirmó Kasumi y Cologne asintió a la par.

—Su amante temía que ella sufriera algún daño cuando planeaban huir juntos, así que mandó hacer una prenda con su propia sangre como tintura. Sabes bien que los lobos tienen el poder de sanar rápido y vivir largo tiempo.

—Nunca antes había escuchado esta parte de la historia —le dije a la mujer con mi inocencia de niña pequeña.

—Por que no es para el oído de caperuzas como tú, es para el conocimiento de la soberana solamente. Para que ella decida que hacer.

Cologne observó con curiosidad a la joven reina, a mi hermana.

Kasumi no había permitido que en la audiencia urgente convocada por la concejal con relación a los deseos de nuestra madre se nos excluyera. Una orden suya y ahí estábamos las tres, contemplando aquella magia antigua y profana.

Entonces Kasumi aferró con ambas manos la prenda que le había dejado nuestra madre, nos miró tanto a Nabiki como a mí y supo lo que tendría que hacerse.

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Shinnosuke me empuja hasta el límite donde se encuentra la gruesa tela que divide ambos espacios en el baño de la guardia, estira un brazo que pasa por encima de mi hombro y empuja lo suficiente la cortina para facilitar continuar nuestro camino a través de esta.

Yo cierro los ojos sin pensarlo demasiado y es que la idea de ver cuerpos desnudos de hombres lobunos no es algo que me apetezca experimentar justo ahora. Ni por un segundo.

Pero es silencio lo que nos recibe y luego de nuevo esa risa secreta proveniente del lord.

—¿Por qué cierras los ojos, caperuza? —susurra con los labios a la altura de mi sien.

Un cosquilleo brota de mi piel por la provocación tan obvia.

—Porque puedo, porque quiero.

Ríe de nuevo —tus sentidos deben estar con la guardia muy, muy, muy baja. El sitio está vació, tal como lo prometí.

Y cuando se aleja un indebido escalofrío me recorre por el cuello. Así que abro los ojos.

En efecto el lugar está ya vacío.

El enorme espacio que desciende en tres tramos está iluminado solo por también tres enormes candelabros de hierro negro que cuelgan del techo y algunas cuantas velas desperdigadas alrededor de todo el sitio.

Shinnosuke camina de largo a mi lado dejándome atrás, apenas entonces puedo verlo con detenimiento. Esperaba que llevara su acostumbrada armadura y la máscara de lobo pero en su lugar usa ahora un pantalón suelto y una camisa holgada de color azul oscuro. Una daga cuelga del cinturón en su cadera, sin duda el arma con la cuál me ha mantenido quieta.

Camina lejos con esa maldita confianza lobuna.

Aunque concedo que yo sigo atada de manos y pies, supongo que en estas condiciones a los ojos del lord soy todo menos una verdadera amenaza. Tampoco es que planeara atacarlo aún. Primero debo conseguir liberarme y luego esa daga, después ya veremos que hago con él.

Un aroma fuerte, como azufre, invade mi olfato. Mis ojos se desvían del lobo y con ellos toda la atención que le he dado buscando ahora la fuente del olor y entonces vislumbro al fondo del sitio el estanque humeante de agua caliente que mencionó el general.

Mi cuerpo entero tiembla de alegría por la promesa del agua caliente.

Shinnosuke baja unos cuantos escalones y la silueta del hombre me indica que al lugar por el cual comienza a deambular se ubica a tan solo unos metros de donde se encuentra el borde del estanque.

Camino para acercarme bajando escalón por escalón con pequeños brincos. En esta parte de los baños hay unas divisiones individuales y un poco más privadas, esta zona me recuerda a un establo. En cada espacio separado hay tinajas de agua limpia y barras de jabón apoyadas junto a estas.

—Quítate toda la ropa, te daré algo limpio de la guardia para que te vistas después de que te hayas librado de esa peste. —Ordena Shinnosuke sin dirigirme la mirada, absorto en acomodar todo para también darse un baño.

—Piensas quedarte ahí de pie mientras lo hago —no es una pregunta.

—No —responde el lord acercándose de regreso hacia mí y sujetando con un par de dedos de manera descuidada la cadenita que mantiene unidas mis muñecas por los brazaletes—. Tú sabes que esto no se puede romper, está vinculado por sangre y solo librándote de Hibiki, o convenciéndolo, podrías retirarlo así que eso te deja con muy poca movilidad como para intentar algo temerario.

Le sostengo la mirada con la cabeza en alto y en lugar de responder a su discurso aburrido decido averiguar más sobre este sitio. —¿A dónde han ido los hombres que estaban dentro hace unos momentos? No salieron por la puerta principal.

Shinnosuke da la media vuelta caminando hacia el espacio que había elegido para bañarse, escucho que el agua chapotea cuando arroja seguramente el cubo de madera dentro de la tinaja y se quita con avidez la camisa por encima de la cabeza.

Trago saliva al ver los músculos de su espalda moverse. El cuerpo del lord es el resultado de un duro y constante entrenamiento.

Pero también hay marcas, rasguños y cortes, nuevos y viejos.

—Nadie te dijo que esa era la entrada principal.

Cuando se comienza a quitar el pantalón me obligo a moverme por el sitio buscando un espacio opuesto y muy alejado para limpiarme igual que él.

—No entiendo a que juegas —le hablo mientras comienzo a desabotonar la ropa que llevaba puesta bajo mi armadura, una suave tela forrada de piel por dentro para mantener el calor—, ¿Qué hicieron con mi armadura?

—Hibiki te la quitó cuando caíste inconsciente luego de tomar la medicación del curandero —suelta un silbido impresionado antes de seguir hablando —¡Vaya colección de agujas que llevabas!

En las pantorrillas llevaba mis agujas gemelas, parte de mi armamento.

—Por supuesto que con la espalda rota llegar a estas te resultaba imposible, tuviste suerte de encontrar una roca entre la nieve —otra risa sarcástica—. Tampoco es que hubiera servido de algo.

—Dijiste que tú me habías atacado —consigo con gracia suficiente quitarme toda la ropa y no es hasta que me siento en el banquillo que mi cuerpo se da cuenta del frío y el dolor.

Siseo sin poder evitarlo.

Shinnosuke se mantiene ocupado en sus asuntos, escucho el agua limpia de la tinaja y la refriega del jabón contra alguna tela para poder limpiarse.

Ante su silencio decido aclarar mis dudas respecto a las causas de algunas de sus heridas. —Eso en tu espalda fueron garras de lobo ¿verdad?

—Que observadora.

—¿Intentaste desafiar al rey?

—No lo intenté.

Se queda callado unos instantes y pienso entre presionarlo o dejar el tema por la paz.

—Dedícate a limpiar tu cuerpo, si terminas después que yo olvídate de entrar al estanque.

Trago saliva. Y me enfoco en aprovechar la oportunidad de quitarme esta suciedad y el frío insoportable de encima, pero no sin dejar de observar todo lo que me rodea. ¿Por donde se han ido los guardias que estaban dentro antes que nosotros?

—Hibiki dijo que mi padre es su prisionero — sigo hablando para no levantar sospechas del lobo.

—Tuvo la suerte de no ser ejecutado y solo porque el rey le tenía estima. Había sido como otro hijo para él. Ahora el nuevo rey lo considera como un padre.

Escucho como derrama agua y cuando me doy cuenta estoy también observando como el agua cae por su cuerpo o al menos lo que alcanzo a divisar por encima de la madera del espacio donde está el lord.

—¿De verdad no sabían que era amante de mi madre?

Sigo observándolo bañarse. Sus manos deslizándose por el cabello oscuro y suelto que ahora está pegado a su cabeza, debe de llegarle por debajo de la barbilla.

—No lo sé.

Tomo aire con fuerza y regreso a lo mío —¿Tú que piensas?

Deslizo la tela enjabonada por mi cuerpo, lo más lejos que mis ataduras me dejan, el agua estará limpia pero sin duda helada. Es imposible no emitir un ruido de desagrado por el repelus que siento.

Shinnosuke se ríe de nuevo, pero ahora el sonido es perezoso y aburrido. Le fastidia el tema de mi padre.

—Yo pienso que tu padre es un traidor.

Siento su mirada y cuando muevo mi cabeza para verlo de reojo por encima de mi hombro descubro que está atento a mi y que analiza con descaro mi cuerpo desnudo.

—También ahora tienes marcas en la espalda, garras.

Sonrío a modo de burla —Debes sentirte muy orgulloso por ellas.

No responde nada y solo regresa a su limpieza.

—Estoy por terminar Akane, te daré tres segundos.

¡Carajo!, pienso al darme cuenta que no me he podido lavar el cabello mugriento. Así que con dificultad consigo tirarme un cubo de agua por encima pasando rápidamente jabón por entre las hebras para desenredarlo.

—Uno.

Rápido, rápido.

—Dos.

Mis dedos empujan por entre montones de cabello.

—¿Quieres que te lave la cabeza? —su voz está por encima de mí.

Cuando alzo la vista sus ojos están clavados en el frente de mi cuerpo.

—¿Te agrada lo que ves? —preguntó filosa —Seguramente no has tenido muchas oportunidades de ver el cuerpo de una mujer desnuda. Debes sentir curiosidad por esto.

Me toco uno de mis pechos con las puntas de los dedos.

Su labio se tira ligeramente hacia arriba de un lado, pero su mirada es igual de fría que el agua que gotea de mi cabello por la espalda. —Si tanto te preocupa mi falta de conocimiento respecto al tema a lo mejor quieres hacer algo al respecto.

Giro mi cintura un poco para verlo mejor. Lleva el pecho desnudo, pero una tela que va amarrada a su alrededor cubre lo que se encuentra por debajo de su cadera.

—Dudo que seas suficiente —me burlo de él.

Sus manos se instalan de golpe a cada lado de mis brazos tirando de mí para alzarme con fuerza, clavando incluso sus garras en mi piel.

—No me va lo rudo. —Mi respiración se entre corta.

—Yo creo que mientes —dice sin dejar de mirarme todavía desde arriba. Por lo sagrado, olvidaba lo alto que es.

—Solo lo necesario, como tú—. Hay un desafío pendiente entre los dos —¿En verdad te olvidaste de mí?

Teniéndole tan cerca noto también cicatrices en su cuello y rostro, testimonio de la dura vida que se paga al pertenecer a la realeza lobuna.

—No, no te olvide.

Sigue mirándome de esa forma que me pone la piel más helada si es posible. Como si fuera un enigma que tuviera que destrozar primero para comprenderlo mejor.

Su pecho se eleva por la respiración agitada. —¿A qué has venido a Jusenkyo, princesa?

Me obligo a respirar, a parecer tranquila y aburrida.

—Tu ya sabes a que he venido —intento… intento no dejar que el suspiro que está en mi propio pecho se escape. —No me intimidas, Shinnosuke.

Aunque es mentira.

Traidora, traidora, traidora.

—No, no lo sé. Te estoy preguntando de forma amable —su agarre se profundiza, me hace daño.

—Lo sabes —susurro sin dejar de mirarlo a los ojos. —Él debió contarte.

Gruñe, mostrando sus colmillos y sus afilados dientes —No sé de que hablas, princesa tonta. Dime a que has venido o seré lo último que verás. Agotas mi paciencia.

No tengo miedo. Mi respiración se agita pero no es por miedo.

—Vine…

Traidora, traidora, traidora.

—Vine… a matar al rey.

Su cuerpo se pega al mío, su pecho desnudo a mi espalda helada. Nos empuja a ambos golpeando con mis espinillas, en el camino que se abre por la fuerza, el cubo de agua y el balde lleno hasta quedar pegada contra la pared.

—Te dije que no quería mentiras —gruñe más.

—Es la verdad y eso lo sabes —mi mejilla está apretada contra la cálida madera. Que cálido está todo.

—La cazadora más hábil de Nerima ¿fue tan descuidada como para dejarse atrapar con la guardia baja? ¿Por qué planea matar al Rey de Jusenkyo?

—Mi hermana fue asesinada, no tengo que explicar mejor porque mi mente ha quedado inquieta y estúpidamente torpe.

Subo mis brazos buscando interponer mis manos entre mi cuerpo y la pared frente a mí. Y entonces la cadena se suelta un poco más entre mis muñecas. ¿Hibiki?

Shinnosuke se pone tenso tras de mí antes de inclinarse y pegar sus labios a mi oreja —No he terminado contigo.

—Lo mismo digo.

—¿Qué quieres Hibiki? —grita cuando se endereza soltándome un poco, pero solo lo suficiente para que pueda respirar mejor.

Escucho pasos y un golpe seco, seguramente por el puño del general sobre su armadura a modo de saludo militar.

—Lamento la interrupción, alteza. Pero el rey solicita su presencia.

El lord toma aire con fuerza. —Enseguida iré.

Yo intento mirarlo pero vuelve a empujarme contra la pared. —Ya vendré por ti.

—Eso espero.

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Hubiese sido lindo dejar que mi cuerpo se sumergiera en agua caliente, pero en cuanto Shinnosuke se ha tenido que retirar dio la orden de que solo me dejaran terminar el baño con el agua fría y que después me llevaran a los vestidores por una muda limpia.

—No me interesa vestir como uno de ustedes. —Me quejo cuando termino de envolverme con una tela seca todo el cuerpo húmedo.

Maldito frío.

—Dudo que prefieras volver a tu ropa mojada —explica el general Hibiki mostrando con la mirada mi atuendo sucio y empapado por el agua que yace sobre el suelo luego de que se vaciara el balde cuando el lord me empujó contra la pared.

Con una mueca de desagrado tomo la ropa que me ofrece y lo sigo hacia una lateral del estanque. Un pasadizo oscuro revela una puerta oculta que se abre cuando el general coloca su palma extendida sobre la madera.

Entramos a unos vestidores.

—Me daré media vuelta para darte un poco de espacio —dice con gallardía y yo no puedo evitar sonreír un poco.

—¿Lo haces por mi padre? —coloco la ropa en una banca cercana, dejando caer la tela que me cubre, y comienzo a colocarme los pantalones. Extrañamente es lo más sencillo pues tiene botonaduras a lo largo de las piernas.

—Tal vez.

No respondo nada, no sé si quiero enterarme del tipo de lealtad que parece tenerle el general a mi progenitor.

—Voy a necesitar ayuda con la camisa.

El general se da la media vuelta y asiente.

—Sé que no harás nada estúpido, tienes un objetivo —me mira a los ojos mientras habla.

Medito que responder pero entonces la cadena vital se suelta de una de mis muñecas aunque el extremo que es liberado se sujeta alrededor de una de las patas de la banca donde me he sentado.

Yo sigo la trayectoria del lazo asombrada por la autonomía que simula poseer. Pero lo cierto es que la cadena es una extensión del general de algún modo por causa de la sangre. Toda magia con los lobos es por la sangre.

—Aunque eso no significa que no deba seguir teniendo precauciones.

Suspiro volteando los ojos mientras el general me ayuda a colocarme la ropa. Su mirada sigue atenta a mi rostro, en verdad parece que es un caballero.

Al salir de los vestidores damos con una explanada de roca enteramente carbonizada, con vetas rojizas que parecen estar encendidas en su núcleo.

—Esta zona solía ser habitada por hombres fénix —comenta mientras atravesamos la llana superficie tibia hasta llegar a unos arcos de hierro.

—Conozco la historia. Los estanques encantados.

—Y seguro sobre la masacre que provocaron los lobos que fueron nuestros fundadores ¿no?

—Una amenaza como antes, una amenaza como ahora.

El general gruñe a modo de risa por lo bajo.

De pronto se detiene y me empuja hacia una esquina previa a un pasillo extrañamente más iluminado comparado con todo lo que he visto antes.

—Guarda silencio —dice tapando mi boca con una mano y sujetándome a la pared por la cintura pero sin ponerme atención. Está tenso mirando a otra parte.

—¿Qué sucede? —me aventuro a preguntar con el sonido amortiguado de mi voz en su piel.

Pero Hibiki me empuja con más fuerza para callarme.

Yo solo distingo pasos a lo lejos, no son muchos, como de una comitiva de al meno personas.

Quisiera poder ver que sucede y más cuando mi corazón se agita con fuerza contra mis costillas.

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No ha parado de nevar desde mi primer encuentro con la reina y estoy seguro que se trata de un reflejo de mi propio humor.

No puedo evitarlo, estoy intranquilo.

—¿Dónde está el general Hibiki? ¿Ha regresado ya Lord Shinnosuke? —pregunto sin esperar a que me responda al capitán de la guardia que se acerca a mi y a mi comitiva para recibirnos en los límites de la villa.

El hombre hace una reverencia discreta, con el puño cerrado sobre su pecho a la altura de su corazón.

—El general está en las celdas con nuevos prisioneros que han traído las guardias durante la última semana, majestad. Y Lord Shinnosuke acaba de regresar también de su guardia.

Camino un poco más, pasando del capitán mientras medito a quien quiero ver primero. ¿De quien necesito más pronta información?

—¿Y el consejero? —se adelanta a preguntar Ryu que sigue a mi derecha, él ha estado esta vez a mi lado en este encuentro con la reina Kasumi.

—El anciano Happosai no ha salido de la biblioteca desde su partida, alteza.

Mi primo asiente una vez y luego camina más aprisa para alcanzar mi paso.

—Happosai no debe tener aún nada de lo que encargaste —me dice —¿No te parece raro que Kasumi te haya propuesto aquello último?

Me inclino un poco hacia Ryu —Por supuesto que me parece raro, por eso quería hablar de nuevo con ella.

Un gruñido lleno de frustración escapa de mi pecho —Pero es tan… terca.

—Francamente yo creo que es muy hermosa.

Me detengo en seco y lo miro con ojos asesinos —¿Hermosa? Es una sanguinaria mujer oculta tras una sonrisa suave y dulce. Tu mismo viste lo que ocurrió en la villa que está… —cierro los puños con fuerza clavando descuidadamente las garras en mi palma al recordar lo impotente que esa mujer me hace sentir —estaba cercana de Nerima.

Claro que lo habíamos visto, los cuerpos mutilados y arrojados en una fosa común. Las casas devoradas por el fuego, las cenizas mezcladas con la nieve. Y nada de sangre, toda la magia de mi pueblo robada por unas capas rojas.

—Está determinada en acabar con nosotros. Por todos los medios.

—Y tú te niegas a responder sus ataques.

Sigo andando —No quiero lavar sangre con sangre. Ni siquiera quiero lo que mis antepasados buscaban.

—Ella quiere venganza y te niegas a afrontar las consecuencias.

Tomo aire con fuerza, tanto que me duele el pecho por el helado viento.

—Necesito ver a Shinnosuke primero, saber que encontró de las caperuzas que fueron avistadas cerca de las viejas pozas de Jusenkyo. Tráemelo.

Ryu se da un golpe en el pecho con el puño cerrado y sale corriendo rumbo a una lateral del castillo. Seguramente piensa lo mismo que yo, que Shinnosuke está practicando con la guardia.

—Majestad —me habla el capitán de nuevo y yo respondo con un movimiento de cabeza para dejar que hable —su hermana lo espera en el salón real. Ha sido muy insistente en que le pida que se reúna con ella antes de…

Alzo una mano para detener la retahíla de discurso que seguro se ha encargado Ranko de hacerle memorizar al pobre hombre —Gracias, la princesa tiene razón, tal parece que le debo una visita.

Para entonces ya estamos dentro del palacio, así que avanzamos directo por entre los pasillos buscando la ruta más corta hacia Ranko.

De golpe me detengo, observo el pasillo a mi derecha.

—Por la explanada ¿no llegaré más pronto, cierto? —no sé… no sé porque he sentido la necesidad de ir a través de este camino. Tal vez porque caminar por la piedra tibia es como recibir un poco de sol en la piel.

—De hecho sería más tardado, majestad. —Responde el capitán y yo confirmo que está en lo cierto.

Pero no puedo dejar de mirar más allá de los corredores abiertos que muestran las distintas salidas en arco hasta el lugar donde dejaron su marca los fénix con cada renacimiento, mucho tiempo antes de que los lobos reclamáramos el territorio como nuestro.

¿Y si la reina Kasumi tiene razón y solo una de las dos especies existentes está destinada a prevalecer por causa de los fénix?

Está confiando en que no seré capaz de acabar con las caperuzas de ser necesario solo porque me he mantenido al margen, pero si debo elegir entre mi pueblo y esas mujeres mortales… no hay duda alguna que será mi pueblo quien preferiré se cubra de nuevo con la sangre inocente como ella lo ha estado haciendo durante los últimos años.

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Yo sé que la actualización debía ser la semana anterior pero he estado muy ocupada con el trabajo y algunos problemas familiares. Además que les confío me dio un poco de depre estos últimos días y no tenía ánimos de editar el capítulo.

Sin embargo esto es además un ejercicio para retomar algo que hacer y que me distraiga de la vida cotidiana.

¿Ya adivinaron que personaje es Ranma? * guiño, guiño *

Les mando muchos abrazos y les agradezco sus reseñas.

Nos leemos en 15 días.