Saikai no chi to Bara.
Cápitulo 4. Hijos de la Luna
Bien, este es el cuarto capítulo de Saikai no chi to bara (El reencuentro de la rosa y la sangre), tiene varas cosas sacadas de diferentes partes, digamos que es un "Fic Nescafé".
Tambien me basé en juegos de video de terror como Silent Hill y Resident evil, y algo de Clock Tower.
Un destello luminoso se pudo ver, al instante apareció un extraño y deteriorado edificio. Las paredes parecían desquebrajadas, las puertas también se veían en mal estado, aquél lugar estaba en un pequeño pueblo del Makai, una ciudad de perdición y libertinaje, La Sodoma del Mundo Demoníaco.
Aquél viejo edificio parecía ser un bar, no estaba muy lleno de gente, ni muy vacío. Entre la multitud de apariciones ebrias, alejado, sentado frente a una mesa y sin compañía, se encontraba un apuesto y alto ladrón de nombre Kurama.
Era un Youko plateado, el bandido más famoso del Makai. Ahora se encontraba en aquél lugar buscando información, información que le llevase hacia Batsu, otro bandido, que poseía una espada tan poderosa que podía cortar las almas y mandarlas directamente al infierno o hasta hacerlas desaparecer.
Por ser un ladrón de tesoros, esa espada, sin duda le traería más prestigio, fama y sobre todo poder, el poder de un semidiós. Las viejas puertas del local rechinaron al abrirse, dejando entrar a una aparición, un Youko joven, gris y de ojos ferozmente azules, que sin perder tiempo se aproximó a la barra y pidió un trago de Sochu.
El Youko gris acaparó las miradas de las apariciones allí presentes, incluso la de Kurama, el Youko plateado. El gris definitivamente no era de por ahí, sus ropas hablaban de ello.
El hombre de los tragos le dio el suyo al Youko gris, pero no lo tomó de inmediato como lo estaban haciendo las otras apariciones, sino que sorbía un poco y parecía disfrutarlo, sentir la esencia de aquél alcohol llegar a su sentido del olfato.
El kitsune gris no pensaba emborracharse como todas esos youkai que salían tambaleándose del local y se peleaban e insultaban frente al sitio. Emborracharse y actuar estúpidamente en público es muy vergonzoso. La gente ante un hecho así ignora esa conducta vergonzosa hasta que se presenta alguien de rango superior a quien está armando el escándalo y le advierte de que se está deshonrando a sí mismo y a sus ancestros con su actitud.
Para el ojiazul, el honor lo era todo. Y aunque no era precisamente un tipo que discriminaba, juntarse con borrachos no era lo suyo. ¿Qué hacía entonces en un sucio bar como aquel?, respuesta fácil. Buscaba información…
- Oye.- El kitsune ojiazul le habló al encargado de la barra. Haciendo una seña para que se acercara.
- ¿Qué se le ofrece?- Preguntó desconfiado el barman. -En el Makai el que se duerme pierde, y esa ley es transmitida de generación en generación, es un lugar donde el más fuerte sobrevive y el más débil termina siendo alimento para carroñeros. Así que desconfiar no estaba de más.
- Estoy buscando información...- El kitsune movió la cola de un lado a otro
- ¿Qué clase de información?, forastero, ¿un lugar donde encontrar mujeres, acaso?- Preguntó con una sonrisa maliciosa mientras secaba unos vasos para poder servir los tragos- Pues en el pueblo vecino…
- No, información útil. ¿Sabes donde puedo encontrar a "Batsu"?
Aquella pregunta llegó hasta los oídos de Kurama Youko, ese Kitsune buscaba también a Batsu, y tal vez el tenía información valiosa. Se quedó quieto y escuchando atentamente lo que le decían los dos youkai.
- No, solo se que Batsu es muy poderoso y que tiene en su poder una espada de fuerza brutal. Hace rato Youko Kurama me preguntó lo mismo, está sentado allá- Dijo el sujeto señalando con su nervuda mano el rincón en donde se encontraba el místico zorro plateado.
- Gracias…- El kitsune gris fue a donde Kurama y se sentó en la silla frente a frente con el bandido. – Usted debe ser Kurama, Youko… ¿o me equivoco?
- Estás en lo correcto, muchacho… No pude evitar oír la conversación que acabas de sostener con el barman, Sabes, con tu información, y la que he podido recolectar… - Dijo Kurama con interés y la astucia de todo zorro. En su timbre de voz, el gris pudo identificar cierta malicia.
- ¿Está proponiéndome una alianza?- El ojiazul colocó una mano en su mentón en pose pensativa.
- Así es, cachorro
- Me parece bien… acepto su propuesta… pero si me vuelve a llamar "cachorro", señor, le cortaré la garganta y lameré la sangre que cubra mi katana.- le dijo en un tono amenazadoramente calmado, y sosteniendo el mango de su sable.
Kurama Youko solo sonrió de medio lado, mostrando superioridad, dejando al descubierto uno de sus blancos colmillos. El "cachorro" tenía los labios apretados en forma de "V" invertida, pero sonrío con ferocidad al ver a Kurama aceptando el trato.
- Por cierto, ¿Cuál es tu nombre, ojiazul?
- Me llamo Gengoro, señor…
Se vio otro destello de luz que cortó la escena, pero esta vez rojo, tan rojo como la sangre derramada en aquél lugar cubierto por suciedad.
Kurama Youko maniobraba su rose whip y cortaba a los que trataban de detenerle, haciendo que la sangre bailase a su alrededor, y las vísceras de los infelices se estrellaran contra el suelo de piedra de una fortaleza militar.
A su lado combatía Gengoro, con su katana en la mano, dando giros y piruetas, agitando el sable, haciendo que la cruda batalla pareciera un arte. Cortando las cabezas de sus oponentes a diestra y siniestra y que la sangre salpicase todo lo tangible que estaba cerca del campo de batalla.
El albo traje de Kurama quedó con manchones color rojo cereza, sangre fresca. Ambos kitsunes sufrieron heridas de poca consideración. Ahora seguía el siguiente paso del plan: Tomar la espada e irse lo más rápido posible de ese lugar, que hedía por el olor de los cadáveres apilados unos con otros.
Corrieron hasta llegar a una puerta gigantesca de metal, no tuvieron problemas para abrirla, (más bien destrozarla) y llegar hasta una especie de podio donde se encontraba la tan codiciada espada resplandeciente de energía espiritual. La espada estaba frente a sus ojos, allí en posición horizontal como una espada samurai.
Los Youko se quedaron observándola por unos instantes, la brillantez de la espada, su belleza y por supuesto, esa gran energía espiritual que irradiaba les hechizó. Kurama tomó la espada sintiendo su poder, Gengoro le lanzó una rápida mirada a Kurama y los dos se echaron a correr, para pasar por donde los cadáveres y desapareciendo por la entrada de la gran fortaleza militar.
Cuando las siluetas del bandido y el zorro gris desaparecieron. De esa gran puerta, abierta de par en par se vio nuevamente un destello de luz y una sacudida…. Shuuichi Minamino despertó de golpe en su habitación.... ¿Qué había sido todo eso?… ¿recuerdos de un Youko, acaso?
El joven se sentó a la orilla de su cama y con la mano derecha revolvió su cabellera de fuego. Se había estado haciendo cargo de ese otro kitsune, el aliado en la misión que era un huésped en su casa y que en esos momentos veía por la ventana del cuarto de Shuuichi la luna en su fase de cuarto creciente.
- Te gusta la luna, ¿eh?- Le dijo el pelirrojo acercándose a donde estaba el chico de los ojos color marrón.
- Si, mucho, me gusta verla cuando no puedo dormir. Así el sueño viene a mí y duermo tranquilo... -Le respondió el muchacho sin apartar sus mirada de la plateada luz de la luna.
- Si, a mi también me gusta la luna, tiene algo hechizante… Me podría quedar viéndola hasta que se oculte y salga el sol…-
- Sólo que esta luna no la puedo ver tan claramente, ni tampoco las estrellas… ¿Por qué?- Preguntó el huésped
- Ah… eso, pues verás, todas esas "Bestias de metal" llamadas automóviles despiden unos humos tóxicos para la naturaleza, por esos en las urbes como Tokio no se puede ver claramente las estrellas- Le respondió Shuuichi
Los dos zorros se quedaron conversando hasta que Morfeo llegó a ellos y los dos inevitablemente cayeron en sus brazos, bajo su poder. Shuuichi durmió profundamente, Toukon tenía razón, contemplar la luna llenaba el corazón de una tranquilidad indescriptible…hijos de la luna eso eran los dos y tal vez por eso se estaban llevando tan bien últimamente.
Al día siguiente, aunque Shuuichi no tuvo clases se la pasó estudiando gran parte de la mañana, mientras Toukon lo veía con interés, ¿Para que estudiar tantos signos raros, de nombres raros como "Theta, sigma, alpha" y cosas como "X y Y"?, una pérdida de tiempo total. Tiempo que pudieran estar utilizando, según Toukon, para buscar a Shakko y patearle el trasero.
Mucho tiempo después, el Reikai Tantei se unió para buscar alguna pista que les llevara hasta Shakko. De pronto, una densa niebla salió cubriendo poco a poco la calle donde se encontraban caminando, y no solo la calle también varias manzanas a la redonda y poco a poco cubriendo la ciudad de Tokio.
- ¿Q- qué diablos p-asa!- Gritó Kuwabara no pudiendo ocultar el temor que sentía, todos sus sentidos se agudizaron y esto le puso la carne de gallina, siendo el miembro de mayor percepción espiritual en el equipo.
- Chicos, prepárense para pelear…- Yuusuke se puso en una pose de combate.
Unas sirenas se escucharon por toda la ciudad, el ambiente cada vez estaba más tenso, hasta a los más valientes les temblarían las piernas de tan solo ver que el cielo oscureciéndose rápidamente siendo apenas las tres de la tarde en punto.
Pronto, la niebla no dejó ver a los chicos… todo era tan extraño… unos pasos pequeños alertaron a los muchachos. Parecía ser la silueta de un animal cuadrúpedo… Yuusuke se acercó a ver que era aquella cosa… Lo que vio lo dejó pasmado…
Era un animal de tamaño colosal, casi como el de un oso, pero aunque su estructura asemejaba la de un perro, sus demás características no parecían las del mejor amigo del hombre. Parecía que le habían "volteado de adentro para afuera" no habían más palabras para describir aquella horripilante criatura.
La criatura se percató de la presencia de Yuusuke e inmediatamente se abalanzó contra el, no dando tiempo a que se defendiera. Un alarido les dijo a los demás que Yuusuke se encontraba en problemas, e inmediatamente acudieron al lugar.
Estaba Yuusuke peleando contra las fauces de aquélla quimera, El "perro" lo estaba agarrando como su juguete de trapo, halándolo de la chaqueta de mezclilla que tenía puesta, mordiéndole, haciéndolo sangrar.
- Yuusuke- Gritó Kurama.
Una planta enredadera de Kurama ató al perro de las patas traseras haciéndolo caer y golpearse contra el pavimento de la calle, pero no se dejaba de mover. Urameshi Yuusuke, tambaleante, se puso de pie y mató al perro de un solo golpe, rompiéndole las costillas y la columna perfectamente visibles en el tétrico animal.
- No pude contra el… me sorprendió… nunca antes había visto una cosa tan horrible…- Dijo Urameshi, aun agitado por la pelea con el perro
- Estas cosas… son los perros salvajes, Yama-Inu, de Shakko- Dijo Toukon emitiendo un gruñido grave.
- Pues debemos prepararnos para lo que siga, estas malditos engendros deben estar por toda la ciudad.- Hiei movió con el pié al ya muerto perro gigante.
Los cinco empezaron a caminar, encontrando un Tokio ya muy cambiado, en cualquier pared que veían encontraban el símbolo de shakko. Una especie de Kanji sin significado aparente. Empezaba el clima a sentirse frío y húmedo, vapor salió de la boca de los muchachos al respirar.
Tokio… parecía desierto… no había ni un solo signo de vida, incluso algunos árboles perenne parecían perder sus hojas… Shakko estaba detrás de todo esto…
Los cinco cavilaban acerca de esta situación…Kurama no podía dejar de preocuparse por su madre, Yuusuke por Keiko; Hiei estaba tratando de imaginarse al causante de todo el problema, Kuwabara no dejaba de sentir presencias escalofriantes a cada paso que daba… y Toukon… Toukon solo pensaba en como atrapar a Shakko que sin duda se volvía más fuerte a cada segundo que pasaba.
Bueno, aquí concluye el cuarto capítulo de "Saikai no Chi to Bara", espero que haya sido de su agrado. Cada vez iré poniendo más cosas, más acción.
Las cosas se irán aclarando poco a poco.
