Capítulo 9: Helga, agente
-¿Aló? Sí, claro que aceptamos. ¿Esta noche? No hay problema, ella estará lista. ¿A las 9pm? Bien, sólo quiero que su camerino sea el mejor, dado que ella será la atracción principal del lugar. ¿El contrato? Lo firmaremos allá, antes de la función, por supuesto. Hasta la noche, entonces.
Helga colgó el teléfono. Cogió su chaqueta y corrió hacia el departamento. Mientras llegue pronto, mejor. Espero que no lo haya hecho, pensó.
La muchacha era hermosa. Sus rasgos orientales dibujaban su increíble belleza. La tristeza en sus ojos le brindaban un aire de fragilidad. Helga llegó con la respiración agitada, pero abrió la puerta sin problemas. Su amiga bebía indiferente su tercera copa de jerez.
-¡Detente! Deja esa copa sobre la mesa
-lo siento, no pude evitarlo, estaba muy nerviosa
-pues nuestros problemas se acabaron. Traigo excelentes noticias.
-¿Los llamaste?
-Así es y adivina qué dijeron
-lo mismo que el resto, que me falta experiencia, o mi entonación no es buena
-nada de eso. Hoy cantarás en el mejor night club de la ciudad y serás la estrella principal
-¿en serio, no es broma?
-¿Bromeo yo en estos casos?
-Claro que no. Pero...
Phoebe lloró de felicidad. La rubia se acercó a ella y le acarició el rostro. Las lágrimas corrían despacio sobre sus mejillas.
-Perdona... no pude evitarlo
-deja de llorar, Pheebs. Hoy es tu gran noche y no sería adecuado que tu público te veo con los ojos hinchados
-no... claro que no
La chica oriental estrechó suavemente a su amiga. Después de años de amistad y convivencia luchando juntas para subsistir. Helga nunca perdió la fe en su amiga, al contrario, nunca dejó de luchar por ambas.
Helga encendió un cigarrillo. Mientras esperaba su segundo café, observaba a la gente que iba y venía del pequeño restaurant. Miró su reloj con aburrimiento. La paciencia no era su virtud, definitivamente. El muchacho caminaba con cierto temor cuando llegó a su mesa.
-Aquí está su café... señorita
-¡Ya era hora¿No me digas que fuiste a cosecharlo tú mismo?
-No... no, señorita
-Bien, ahora¡Largo!
-Sí, señorita
Esperar la ponía de muy mal humor, pero aún si lo hacía por demasiado tiempo. Probó su café, pero el sorbo se quedó en su boca cuando vio llegar a Arnold y Gerald. Tuvo que escupirlo pues estaba muy caliente.
Realmente no podía creerlo. ¡Arnold, mucho más atractivo que cuando era un niño de 9 años, estaba sentándose en una silla a unos metros de ella! Se sintió paralizada, emocionada. Quizo besarlo como nunca antes, como alguna vez lo hizo cuando era niña, pero algo en su conciencia la detuvo. Lila. Tal vez estén casados. Mucho tiempo había pasado desde aquella vez, en Hillwood.
Al atardecer, Helga buscó a Phoebe en su departamento. La muchacha había salido al salón de belleza, ya que su éxito no sólo se debía a su excelente voz, también a su radiante figura. La rubia gruñó algo y luego se fue a la ducha, su cuerpo se lo exigía a gritos.
-¿Helga¡Ya llegué!
-¿Pheebs? Estoy duchándome
-bien, sólo quiero decirte que hoy iré sola al club. No te preocupes, sólo que se me ocurrió llegar un poco más temprano. Así tú tienes tiempo de sobra para arreglarte.
-Si eso deseas, está bien por mí. Llegaré en media hora
-de acuerdo. Nos vemos allá
-Ok
Helga entró al club con la naturalidad de siempre. Mientras se abría paso entre los asistentes, se chocó con alguien, cayendo al suelo.
-¡Eres un zopenco!
-Lo siento mucho, no me fijé
-tenías que ser un bruto para no hacerlo
-ya le pedí disculpas...Un momento, yo la conozco
Helga alzó los ojos y no pudo creerlo. Arnold también había sido derrivado y se disculpaba con ella.
-¿Arnold, cabeza de balón?
-¿Helga Pataki?
-Nunca cambias, eres un alcornoque
-Tú tampoco, Helga. Te pido perdón. Déjame que te ayude.
Con mucha gentileza, Arnold sujetó a Helga mientras ella se incorporaba.
-Hace mucho tiempo que no te veía, Helga
-lo mismo digo, Arnoldo
-sigues siendo la misma
-¿qué haces aquí? este no es lugar para personas como tú
-pues resulta que soy un cliente más del nightclub que viene a divertirse
La rubia sonrió. Tamaña respuesta no la esperaba.
-¿Y tú?
-Eso no es de tu incumbencia, cabeza de balón. Ahora tengo que irme, me esperan en un lugar privilegiado
-comprendo, suerte por ti
Phoebe salió a escena. Su encantadora voz resonó en toda la sala, cautivando a su público fiel.
-¿A que no adivinas?
-¿Curly vendrá hoy?
-No, nada que ver, viejo. Es algo grandioso.
-¿Lady Butterfly te propuso matrimonio?
-No te burles. Ella y yo salimos a tomar unas malteadas hoy
-¿en serio?
-Sí y te sorprenderás cuando te enteres cómo se llama
-Pues no me dejes en ascuas
-coge bien tu vaso. Es mi pequeña Phoebe
Arnold abrió los ojos como platos. Trataba de entender lo que su amigo le decía mientras lo observaba.
-No es posible, no te creo
-es verdad, la reconocí cuando salimos
-¿cómo le hiciste, eh?
-estrategias de buen conquistador que no te puedo revelar
-Phoebe aquí, tal vez tenga relación con Helga
-ella es su agente
-¿qué?
-sí, mírala, está en esa mesa, custodiada por sus guardaespaldas
Arnold agudizó la vista. La rubia tenía un cigarrillo entre sus manos mientras una copa estaba servida sobre la mesa.
-Es increíble
-¿verdad?
-y sospechoso
-¿a qué te refieres?
-nada, estoy hablando conmigo mismo. Necesito conversar con Helga
-pues creo que es más fácil saber quién es el Gran Jefe antes de que puedas hablar con Helga Pataki
-no lo creas, hace poco me topé con ella en la entrada
-como quieras
Lady Butterfly se sentó junto a su amiga, luego de que la función acabara. Helga sirvió dos copas de vino tinto.
-¿Con quién saliste hoy?
-con nadie, no comprendo tu pregunta
-vamos, Pheebs, ambas sabemos que hoy no llegaste tan temprano como me dijiste
-claro que sí, Helga, puedes preguntárselo a Michelle. Ella me vio entrar
-sabemos que no me dirá la verdad. Sólo quiero que estés segura de lo que haces y, sobretodo, tengas mucho cuidado. Un error y lo que has logrado hasta ahora se puede ir al tacho.
-No te preocupes, Helga, todo está bajo control
-eso espero
-Mira quién se acerca, cero que lo... ¡claro¡es Arnold!
-¿el cabeza de balón?
Los guardaespaldas lo detuvieron a unos metros de Helga. Arnold intentaba en vano hablar con sus viejas amigas. Lady Butterfly se levantaba para dejarlo pasar, pero la rubia se lo impidió mientras inhalaba su cigarro. El cabeza de balón regresó a su mesa, sin éxito.
-¡Helga! Era Arnold¿por qué me impediste hablar con él?
-no es el momento oportuno
-¡Helga! no te entiendo
-es mejor así
Las muchachas se marcharon muchos minutos después. Cuando Helga abordaba su auto sintió una mano sobre su hombro.
-¿Puedo conversar contigo alguna vez?
-¿Quién¿Arnoldo?
Phoebe volteó a verlo. Desde el auto le hacía señas para saludarlo.
-Hola Phoebe, ha pasado mucho tiempo
-sí, muchísimo diría yo
-Helga, necesito hablar contigo, por favor
-Ok, pero que sea rápido
Ambos se alejaron unos metros del auto. Helga estaba muy nerviosa por aquel encuentro.
-Sé que debes irte, así que ¿puedes darme tu número telefónico? Para salir alguno de estos días y charlar. No puedo explicártelo ahora.
-Ok, te lo daré con la condición de que no se lo entregues a otra persona. Sabes a quién me refiero
-¿Gerald? No, claro que no ¿Cómo supiste que él está aquí?
-Porque han sido inseparables toda la vida, por eso supuse que aún son amigos
-así es
-toma, este es mi número. Ahora, lárgate.
-Hasta pronto.
