Capítulo 12: Sid, doble agente

"Ella, se desliza y me atropella

y aunque a veces no me importe

sé que el día en que la pierda

volveré a sufrir"

por ella

Alejandro Sanz

-¿Aló?

-¿Lila? Habla Frank

-dime

-tengo excelentes noticias para ti. Hay un informantee que está dispuesto a entregarnos los datos hoy a las 9pm en el mismo lugar

-¡Idiota! No puedes revelarme tal cosa mediante el celular, ¿acaso no temes que lo interfieran?

-Perdón, Lila, es que no pude esperar

-Ok, ya lo dijiste de todos modos. Nos vemos en el mismo lugar, no tardes

-entendido.

Colgó, enfadada por la estupidez de su compañero. El celular sonó con insistencia.

-Lila, habla Arnold

-Honey, ¿cómo estás?

-extrañándote mucho

-yo también

-me preguntaba si querrías ir a cenar conmigo esta noche. Tú sabes, cena romántica en un lugar exclusivo, músicos a nuestro lado, ¿te tienta?

-nada podría tentarme más, pero no puedo

-¿porqué?

-saldré de gira dentro de media hora a México. Justo mi representante me llamó hace unos minutos. Es una presentación que no puedo cancelar

-comprendo

-¿podrás perdonarme?

-sabes que sí. Buen viaje

-te traeré souvenirs

-gracias

La respuesta de su novia no le sonaba muy convincente, pero resultaba sumamente propicia, pues tendría mucho más tiempo para investigar. Registró su cita con Sid para el día siguiente. Inconscientemente tiró su agenda al suelo. Cuando la alzó, notó que el número de Helga estaba tirado junto a otros papeles muy importantes para él. Tuvo una sensación extraña y agradable al tocarlo. A su mente regresó el día en que él y Helga se despidieron.

(Arnold y Helga de nueve años)

-¿Qué haces aquí, cabeza de balón?

-¿es cierto que te mudas?

-eso no es de tu incumbencia

El muchacho la observaba directamente a los ojos. Un halo de tristeza envolvía aquella mirada.

-¡Olga! ¡apúrate que nos vamos!

-Helga, papá, Helga

-Como sea, ya ven aqu

-ya voy

Helga cogió el pequeño maletín que estaba a su lado.

-Bien, me voy

-Espera, debo decirte algo

El chico tragó saliva. Sus manos sudaban escandalosamente.

-No creas que te odio, Helga

-¡Helga! ¡Apúrate!

-Ya voy, ya voy, ¿qué decías?

-no te odio, Helga. Te voy a extrañar muchísimo

-¿en serio?

Su sangre le hervía en las venas mientras su corazón galopaba como caballo desbocado.

-Helga, yo...

-habla rápido

No pudo soportarlo. La cogió de la cintura y la balanceó de tal forma que sus labios quedaron muy cerca de los suyos. El resto fue algo que pareció durar una eternidad. Helga lo hizo a un lado, asombrada por lo sucedido.

-Arnold...

Bob era un hombre de poca paciencia así que se acercó a su hija y la arrastró hacia el auto. Desde la distancia, Arnold hacía adiós con la mano mientras la familia Pataki se perdía en el horizonte.

El teléfono sonó reiteradas veces. Arnold despertó de sus recuerdos, sobresaltado por la violencia del timbrado.

-Arnold, Arnold, ¿eres tú?

-Soy yo, ¿quién habla?

-Sid. Necesito verte esta noche a las 8pm. Trae el dinero que hayas reunido, no importa el monto.

-¿Qué ocurre?

-esta línea no es segura. En el mismo edificio, a las 8pm. No faltes.

-¿Aló?

Nadie contestó. Arnold cogió el sobre que antes le había dado Sid y leyó hoja por hoja el contenido. Robos, extorsiones, secuestros, todos los delitos conocidos eran parte del curriculum del Gran Jefe. Leyó los nombres de las víctimas, hasta que se topó con uno que le llamó su atención. Mr. Sawyer... Mr. Sawyer... ¿Podría ser el padre de Lila? Lila odia al Gran Jefe demasiado, meditaba, y su padre murió en circunstancias no muy claras. En realidad, ella evade el asunto constantemente. Mr. Sawyer. Siguió revisando las hojas y encontró varios sobre la banda rival, una organización casi tan grande como la del Gran Jefe. La descripción de la líder era la de una mujer con ansias de venganza, como si desease cobrar una deuda de sangre. ¿Venganza? Seguía meditando, ¿podría ser venganza por deuda de sangre? Su corazon latió a mil por hora, ¿podría ser una simple coincidencia?

Helga salió de Osiris rumbo a su departamento. Conducía su Toyota azul enfadada por la inmadura actitud de su amiga. ¿Renunciar? Imposible. No podía creer que Phoebe tomara en cuenta semejante posibilidad después de todo lo vivido. Era una estupidez, sobre todo en este momento, cuando las ganancias se van para arriba, y el negocio va viento en popa. ¿Y todo porqué? Por una idiotez. ¿Acaso el amor le iba a dar de comer? No se puede vivir del amor, es absurdo. Viró a la izquierda, de improviso, muy fastidiada.

Arnold viajaba con un revoltijo de ideas en su cabeza. Conducía a la velocidad permitida para evitarse problemas en su camino al edificio Rosse. Pataki. Mr. Sawyer. Helga Pataki. ¿Lila? ¿existen las coincidencias? Un Toyota azul marino, que iba een sentido contrario se le venía encima. Arnold despertó y maniobrió su auto justo antes del impacto, evitando el choque funesto. Con sorpresa, vio a la otra persona golpeando el árbol con que el Toyota había impactado.

-¡Maldito árbol del infierno!

Intrigado, se acercó a la conductora. Era Helga Pataki, quien no dejaba de repartir golpes e insultos

-¿Estás bien, Helga?

-¡Idiota! ¿acaso no ves por dónde conduces? Por poco y me matas, ¡TARADO!

-¡No fue mi culpa, tú ibas en contra!

Helga volteó, sorprendida por la voz de su interlocutor.

-¿Arnold? ¿qué haces aquí, cabeza de balón?

-Recuperándome del susto que me hizo pasar cierta irresponsable

-bueno, bueno, tal vez tuve algo de culpa

-¿Qué? Ok, dejémoslo así. ¿Te sientes bien? ¿no te has lastimado?

La rubia se sonrojó. Desvió la mirada antes de contestar.

-No... claro que no

-¿Porqué manejabas así? Estuviste a punto de matarte

-estaba muy enojada

-bueno, tuviste suerte, no lo vuelvas a hacer, es muy peligroso

-lo que digas

El rubio sonrió, contento sin saber porqué. Helga probó encender su auto, varias veces, sin resultados. Golpeó el volante, cogió su mini bolso, y bajó de su Toyota.

-¿Quieres que te lleve?

-no tengo más remedio, pero sólo por eso, eh!

-carambas, no tienes porqué decirlo

-sólo quiero aclarar las cosas

-Ok.

Arnold, galantemente, abrió la portezuela. Helga se ruborizó un poco mientras abordaba el auto, dubitativa.

-¿Hacia dónde te llevo?

-Al edificio Tyler

-no hay problema, pero quiero pedirte un favor

-¿cuál?

-¿no te enfadas si primero vamos a otro lado? Necesito recoger algo muy importante antes

-si es así, prefiero tomar un taxi

-vamos, Helga, y prometo acompañarte hasta la puerta de tu departamento

Pataki gruñó. Arnold le rogaba con los ojos a través del espejo retrovisor, eso la enternecía. Respiró profundamente antes de contestar.

-Ok, ok, pero no habrán más desviaciones luego, ¿lo juras?

-por mi alma

-te tomo la palabra, cabeza de balón.

La noche estaba preñada de la clara luz de la luna llena. El edificio proyectaba una imagen fantasmal. Arnold se estacionó a un lado de la acera, frente a la puerta.

-Helga, no te muevas de aqu

-¿a dónde vas?

-¿te preocupas por mí?

-deja de decir idioteces, sólo quiero saber si te demorarás demasiado, porque si es así mejor me voy en un taxi

-no, sólo es cuestión de un par de minutos, no más

-espero que sea cierto

Bajó del auto. La calle estaba totalmente desierta. Un aire frío envolvió su cuerpo.

El edificio estaba a punto de ser vendido a un anónimo. En su interior, mucho se caía pedazo por pedazo. Arnold siguió caminando a pesar de la oscuridad. Desde lejos notó luz en una de las oficinas, así que resolvió penetrar en ella. Lo más resaltante del lugar era el gran ventanal que tenía.

Sid salió de las sombras, envuelto en su gabán azul. En una de sus manos llevaba una pequeña maleta marrón que escondía con temor.

-Veo que sigues siendo puntual, Arnold

-hola, Sid

-¿tienes el dinero?

-no logré reunirlo todo

-¿cuánto tienes?

-$200 es todo lo que poseo

-está bien, lo tomo

-¿y lo que me ofreciste?

-aquí está toda la información, incluyendo...

No pudo terminar la frase. Una bala entró silbando a la habitación, rompiendo limpiamente el vidrio de la ventana e impactando en el cuerpo del informante.

-¿Estás bien? dime algo

La sangre le brotaba a borbotones, como un río.

-No viviré mucho

-te ayudaré, no te muevas

-es... tarde... para eso

-dime, ¿quién es?

-no es... él...

-¿entonces?

-P...

Su cuerpo se sacudió violentamente. Sid no pudo decir nada más, y calló para siempre.

Helga se sintió muy inquieta cuando oyó el extraño ruido que venía del edificio. Salió del auto, nerviosa pero decidida a averiguar qué ocurría allí adentro. No pudo avanzar más de cuatro pasos. El culatazo en la nuca fue preciso. Un gigantón la recogió en sus brazos y se marchó.

Arnold continuaba estupefacto con la revelación de Sid. ¿No un él? ¿a qué se refería con P? Corrió hacia el pequeño maletín que aún estaba tirado por el suelo. Cuando lo cogió, el frío de un arma en su cuello le produjo estremecimiento.

Bueno, espero que les haya gustado. La historia empieza a ponerse interesante, así que.. ¡dejen rewievs! :P

Te agradezco tus opiniones YaShi-MGJ, claro que hago lo posible por subir los capítulos lo más pronto que puedo, pero no tengo mucha experiencia con el html, y a veces me presenta problemas, bueno se hace lo que se puede :P