CAPÍTULO 17: JUGANDO AL GATO Y AL RATÓN


Que en sus brazos me sienta

una niña pequeña

sonría, me mienta y se trague mis penas

que sacuda mi cama como un animal

y que por las mañanas me dé un poco más

que me lleve a la feria y luego a bailar

le dejaré ser mis medias para que corra detrás

Alguien que cuide de mí

que quiera matarme

y se mate por mí

Cristina y los Subterráneos


Abrió los ojos. Observó a su alrededor: todo seguía en orden. Se incorporó rápidamente y sintió un extraño dolor en la cabeza. No recordaba el modo en que había llegado, su primer pensamiento se enfocó en Arnold-cabeza-de-balón. Buscó a tientas su bolso y luego el celular, pero éste no tenía baterías. ¿Estará vivo?, pensó mientras lanzaba el móbil con furia. Dios, debe estar vivo, se repetía constantemente a la vez que paseaba desesperada alrededor de la habitación. De pronto, un golpe en la frente. ¿Y Phoebe? ¿dónde está Phoebe? Tal vez con el idiota de Geraldo, meditaba.

Cogió el teléfono de su cuarto y marcó el número de su amiga, pero nadie contestaba. Maldición, lo apagó para que nadie los moleste, pensaba furibunda. Colgó, atrapó su bolso, sus llaves y el celular casi desbaratado a la carrera, pues decidió buscarla en Osiris, cuando sus ojos tropezaron con una pequeña nota que se había deslizado al suelo desde su mesita de noche. Intrigada, la abrió:

Querida Helga:

Sé que aún estás molesta por esto pero debes entender que es lo que más deseo. Adoro cantar nadie más que tú lo sabe, pero en Osiris sólo soy una prisionera. Por ello, he decidido irme con la persona que más amo en esta vida, me ha propuesto matrimonio y sé que podremos empezar juntos una nueva vida, lejos de aquí.

Sólo tú puedes comprenderme

Hasta pronto

Phoebe

Helga tiró la nota, molesta y sorprendida por lo que acababa de leer. ¿Phoebe huyendo por una estupidez? Corrió al teléfono y llamó a Osiris. Nadie supo decirle dónde estaba.

- ¡Quiere ir más rápido!

El taxista observaba a la rubia que refunfuñaba a través del espejo retrovisor. Minutos después llegaron a Osiris. Helga pagó sin dejar propina y se bajó raudamente. Encontró a Michelle sirviendo las copas al público que llegaba.

- ¡Michelle!

- ¿Dónde estabas, Helga? Nos tenías preocupadas y...

- ¿Dónde está Phoebe?

- Aún no ha llegado, pero...

- Dime la verdad o hablaré con el Gran Jefe para que te eche de aquí

- pero ella no...

- y no volverás a trabajar nunca más

- yo... está bien... pero no hables con el boss, ok?

- ok

- ella estuvo aquí anoche

- ya lo sé

- y vino ese moreno, Gerald, y se fueron juntos. Creo que cargaba una maleta pequeña. Ella se había despedido de mí como si fuera para siempre, como si no la volvería a ver otra vez

- ¡Maldición! ¿a dónde se fue?

- No lo sé, no me lo dijo... te lo juro, Helga

Helga le arrojó una mirada asesina. Tomó una de las copas y se encaminó al estacionamiento a recoger su Toyota negro. Al país de los necios, allá se ha ido, pensaba, si al menos pudiera hablar con ella.

Arnold arrivaba Osiris mientras Helga subía a su Toyota, de modo que cuando él entraba al estacionamiento la vio salir. Sin dudarlo viró para seguirla ansiosamente. Es ella, estoy seguro de que es ella, se decía en voz alta, ¡Dios es ella!

El Toyota negro anduvo por varias calles y avenidas. Dio un par de vueltas y se detuvo frente a un elegante edificio. Helga cogió las llaves del auto y bajó con cautela. Cerró la portezuela con fuerza, miró su reloj y penetró en el edificio.

Arnold se detuvo muy cerca del Toyota negro, ansioso e intrigado por la actitud de la rubia. Ingresó al edificio en el momento en que Helga abría una puerta. Detrás de la puerta había un corredor. Arnold siguió tras ella hasta llegar a un sótano. Bajó las escaleras y vio a la rubia entrar a una gran habitación. Hizo lo mismo, con cautela. El lugar se encontraba completamente oscuro. De pronto, las luces se encendieron.



¿Les gustó el capítulo? ¿sí? ¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO! :)