Digimon no me pertenece y escribo esta historia sin fines de lucro.
Editado 2015.
Tan solo una noche
1
Sora recostó su cabeza en la almohada. Aguardó unos instantes, se irguió y miró el reloj. Veinte minutos de retraso. Su primer instinto fue enojarse, pero no tardó en pensarlo seriamente. Siempre le hacía lo mismo. No podía esperar que fuera puntual...
Se levantó, prendió la computadora y se conectó a Internet. "Usted tiene 0 mensaje/s nuevos". Las letras rojas titilaban sobre el fondo negro de la pantalla. Súbitamente, las letras cambiaron, dando paso a otro mensaje. "Usted ha revisado su cuenta por última vez hace 0:25 hora/s". Salió del programa y apagó la computadora. Dio una vueltas por la habitación, tratando que decidir qué hacer, hasta que sintió ruidos en la planta baja.
Bajó corriendo, saltando de a dos los escalones.
Ya abajo, vio a su padre sentándose en un sillón.
―Veinticinco minutos de retraso, papá ―dijo, cruzando los brazos y simulando estar enojada―, diez minutos más y alcanzabas tu record.
―Perdón Sora, tuve encargos de último momento ―se disculpó, con una sonrisa.
―¿Sí? ¿Qué clase de encargos?
―… Tengo que salir esta noche para Kioto ―admitió, derrotado.
―¿¡Que?! ―gritó, molesta.
―Lo siento, Sora... mañana al atardecer regreso, y te prometo que hasta que tu madre vuelva no me voy a separar de ti. ¿Sí?
Sora no quería que se marchase, pero no podía hacer nada, ni quería ser egoísta. Su madre había viajado por un mes a Italia, a cumplir con unos cursos de Ikebana, y su padre había vuelto de Kioto para quedarse con ella, pero por el trabajo casi no pasaban tiempo juntos.
―Sí, está bien…
―Voy a llamar a tu tía para que te quedes con ella.
Sora se horrorizó, y ya se imaginó toda su noche: sentada en una reposera con su tía, tejiendo y comiendo tortas rancias y viejas…
―¡No! Eh... digo... ―agregó, al ver la expresión de desconcierto de su padre―, ¿por qué mejor no invito a Mimí, a Taichi o a alguno de los chicos y les pido que se queden conmigo? ¿Por favor? ―agregó. Haruhiko lo meditó unos segundos, para luego asentir.
―Está bien... pero no quiero que salgan…
―¡Gracias papá! ―grito Sora mientras lo abrazaba. Él subió a hacer un pequeño bolso y ella corrió a su habitación a hablar con Mimí.
―Lo siento muchísimo Sora, pero hoy tengo mi cita con Koushiro... aunque me encantaría ir... pero después a Izzy cuando lo encuentro... porque ya sabes como es él, todo ocupadito, chico importante... ―intuyendo que la conversación se prolongaría, Sora optó por interrumpirla.
―Está bien Mimí, lo comprendo. Ya luego hablaremos, ¡adiós! ―cortó, dejando a una Mimí muy pensativa del otro lado.
tu... tu... tu... tu... tu... tu... tu... Cualquier persona hubiera cortado después de siete tonos sin respuesta, pero conociendo a la familia Yagami como la conocía, Sora no tenía por qué sorprenderse.
―Tai al habla, ¿quién eres y qué quieres?
―Hola Tai, me preguntaba si podías venir esta noche a casa, porque papá se va y no quiere que me quede sola.
―¿Sora? Ah... me encantaría, pero Kari tiene una cita con Tk y tengo que seguirlos... ¡debo asegurarme de que ese rubio mini Yamato no le ponga un dedo encima!
―Ah, está bien. No hay problema.
―¿Podemos dejarlo para otro día?
―Sí, claro. ¡Que te diviertas!
Ya no podía contar ni con Mimí, ni con Izzy, ni con Kari, ni con Tai, ni con Tk. Yolei y Ken estaban de viaje con la familia de Miyako. ¿A quién podía llamar? "Jyou!" gritó, y marcó su número.
―Lo siento mucho Sora, pero dado que mi hermano viaja con tu padre y mi papá está de guardia, tengo que quedarme en casa con mamá... realmente lo siento mucho Sora...
―Sí, no te preocupes. ¡Gracias!
Antes de dejarlo continuar cortó. En ese momento su padre le avisó que se iba. Sora lo despidió y regresó al teléfono. Tragó saliva y decidió que era mejor llamar a la última persona disponible antes que ir a lo de su tía. Marcó el celular de Yamato y esperó dos tonos.
―Yamato Ishida ―dijo la fría voz del rubio.
―Ho. Hola... ¿Matt?
―¿Sora? ―el tono expectante de su voz la tomó por sorpresa.
―Oye Matt, escucha... mi padre se va de viaje y... bueno... necesito que alguien se quede conmigo, porque se lo prometí, así que...
―En quince minutos estoy allá ―respondió―. ¿Cenaste?
―No, pero... mi papá no quiere que salga...
―No hay problema. Enseguida iré.
―¿Pero estás seguro que no tienes nada que hacer?
―¿Yo? Por supuesto que no. Hasta luego Sora.
Yamato cortó y observó alrededor. Sus compañeros de banda lo observaban.
―Lo siento mucho, pero hoy no hay ensayo. ―Haciendo oídos sordos a sus quejas, comenzó a guardar sus cosas―. Hoy duermo en lo de Sora.
Esto fue suficiente para permitir que Yamato marchase en paz.
Continuará...
