EXPLOSIÓN DE GALAXIAS

Capítulo 3: Decepción


Era temprano, el bar aún estaba cerrado, pero algunos Caballeros ya habían llegado y preparaban las cosas para abrir. En la cocina estaba Hyoga y Shun hablando sobre una película de terror que habían visto el día anterior en casa de Seiya.

-Reconoce que tuviste miedo -decía Hyoga.

-Mentira, ¡no lo tuve! -protestaba Shun.

-¿Y cuándo apareció la niña muerta en el ascensor? -preguntó Hyoga, poniendo voz malvada y extendiendo los brazos como si fuese un zombie. Shun rió y dijo:

-Bueno, un poquito sí...

-¡Lo sabía!

Entonces llegó Shura, lo que puso fin a las risas. Venía con unas bolsas que dejó encima de la mesa y miró a Hyoga, serio.

-Vamos a abrir, deberías estar en la barra esperando encargos -le dijo.

-Ya me iba -refunfuñó el Cisne. Shura empezaba a resultarle pesado, siempre que estaba a solas con Shun tenía que aparecer él y arruinar la situación. Se marchó dejando a los dos cocineros solos, no sin antes recordarle a Shun:

-Hoy tocas noche de videojuegos en mi casa.

Mientras vaciaban las bolsas y colocaban la comida en su sitio, Shura hizo un comentario despreocupadamente, como si no estuviese interesado en obtener respuesta.

-Tú y Hyoga estáis todo el día juntosí, ¿estáis liados o qué?

-¿Liados? -preguntó Shun, y al comprender a qué se refería, enrojeció- Ah, no, no, qué va. Somos buenos amigos.

Ninguno dijo nada más, pero Shun se pasó un rato pensando en el tema. A veces tenía dudas sobre si lo que sentía por Hyoga era simple amistad o había algo más. Hyoga le hacía reír, le ayudaba, le defendía, era guapo, cariñoso y atento, y a Shun le encantaba pasar tiempo con él, pero ¿eso era amor? Él nunca había estado enamorado, pero una vez había oído a Shiryu hablar de amor: decía que cada vez que veía a Mu le daba la impresión de que el corazón se le saldría del pecho. A él nunca le había pasado eso con Hyoga.

------------------

Saga estaba sentado en un taburete junto a la barra, comprobando que todo marchaba correctamente e intentando pensar lo menos posible en la noche anterior. ¿Cómo pudo perder el control de esa manera? Dioses...Mu...no podía quitarse de la cabeza su mirada, su dulzura, su cuerpo, sometido a él por unos minutos...

"¡Deja de pensar en eso!" se ordenó a sí mismo. Entonces vio que Shiryu se acercaba a él con paso decidido y se temió lo peor: "Mierda, sabe lo que pasó y va a pedirme explicaciones". Pero el Caballero de bronce pasó justo a su lado sin decirle nada. Saga respiró aliviado. Shiryu sólo iba a llamar por el teléfono, el cual estaba al lado suyo y por eso le había parecido que venía hacia él. No pudo evitar oír la conversación.

-¿Mu? Hola, soy Shiryu -decía el Dragón alegremente- ¿Puedes venir a buscarme hoy después de trabajar? -escuchó por unos momentos y luego su voz pareció preocupada- ¿Estás enfermo? ¿Quieres que vaya a cuidarte? Puedo pedirle un descanso a Saga y... de acuerdo...¿seguro que estarás bien?... entonces mañana te vuelvo a llamar. Espero que te recuperes pronto, quería hablarte de una cosa muy importante... no, no puedo decirla por teléfono...está bien, adiós. Te quiero.

Shiryu colgó y volvió al cuarto donde trabajaba. Saga se quedó pensativo. ¿Qué sería eso tan importante que tenía que decirle a Mu? No creía que tuviera idea de lo que había ocurrido entre ellos dos, porque parecía feliz. Además no había manera de que lo supiera. Dudaba mucho que Mu se lo contase a nadie, sólo querría olvidarlo lo antes posible. En cuanto a él... no podía olvidarlo... pero tampoco iba a decir palabra.

-Hola Saga. Pareces preocupado. -era Shaka, que había entrado en el bar sin que Saga se diese cuenta.

-¿Eh? Ah, hola -contestó distraídamente.

Ikki estaba en el otro extremo de la barra secando unos vasos pero vio entrar al Caballero de Virgo, así que se acercó, y le habló con falsa inocencia:

-Hola, Shaka, otra vez por aquí. Parece que te ha gustado el lugar.

Shaka pareció un poco sorprendido e iba a decir algo, pero antes de que contestase fue arrollado por Afrodita, que al verle se había lanzado a él, cogiéndolo por los hombros.

-Dos cervezas para la mesa del rincón -le pidió el Caballero de Piscis a Ikki y se llevó al rubio hacia allí. El Fénix miró a Saga un poco sorprendido: Afrodita se escapaba de sus obligaciones delante de sus narices y no había dicho nada. Pero el Caballero de Géminis parecía estar en otro mundo, así que no le dijo nada.

-Hyoga, dos cervezas para la mesa 6 -le ordenó al Cisne, que andaba por allí cerca, y volvió a los vasos que había dejado a medio secar.

Mientras, en la "Mesa 6" Afrodita le contaba sus penas al rubio.

-¡No consigo acercarme a Ikki! Si aparezco casualmente en su camino, me empuja, si entra a los baños y estoy yo (casualmente, claro) se va y vuelve cuando yo ya he me ido, y siempre así...

Shaka sonreía. No le extrañaba nada.

-Te lo dije. Nunca conseguirás nada con él.

-¡Ayúdame! Dame algún consejo, a mí ya no se me ocurren más estrategias.

Shaka le miró como si Afrodita le estuviera menospreciando:

-¡No soy tan tonto como para ayudarte! Si lo consiguieses tendría que acostarme contigo y no tengo ningunas ganas...

-¡No digas eso! -se quejó Afrodita. Entre todos estaban consiguiendo bajarle la autoestima.

Hyoga les trajo las bebidas y cambiaron de conversación por un rato, hasta que oyeron un ruido metálico y de cristales rotos: Seiya había vuelto a dejar caer otra bandeja...

-Ese estúpido potro -refunfuñó Afrodita levántandose- Ahora tendré que ir a limpiarlo.

Shaka también se levantó, diciendo que tenía que marcharse y prometiéndole a Afrodita venir a verle pronto. Salió del local y echó a andar hacia el centro donde daba las clases de yoga.

-¡Shaka!

Se dio la vuelta y vio que era Ikki el que le había llamado y que se acercaba a él con paso rápido.

-Tengo que hablar muy seriamente contigo -le dijo el Fénix cuando le alcanzó. Shaka levantó una ceja esperando más explicaciones así que Ikki continuó con voz amenazante:

-¿Qué estaís tramando tú y Afrodita?

-¿Qué? No sé de qué hablas.

-Ese estúpido está todo el día a mi alrededor, y cuando vienes os ponéis a murmurar en voz baja sin dejar de mirarme.

Shaka no sabía qué responder. Los ojos de Ikki le traspasaban y le ponían incómodo. Nunca se había fijado en que tuviese una mirada tan... profunda. Al final optó por decir una verdad a medias:

-Es que...a Afrodita le interesas.

-No me digas. No lo había notado. -dijo Ikki con ironía.

-Bueno, pues... ya lo sabes... es eso...

-Pues a mí me da la impresión de que hay algo más. ¿Qué tienes tú que ver en esto?

Shaka no pensaba hablarle del trato que había hecho con Afrodita, así que se puso muy serio y miró al otro a los ojos para demostrarle que decía la verdad.

-No tengo nada que ver. Simplemente somos amigos y él me habla de lo mucho que le gustas.

Ikki le sostuvo la mirada por unos momentos, como dudando de si esa respuesta le convencía o no. Finalmente parecio darse por satisfecho y volvió a entrar en el bar. Shaka suspiró aliviado y continuó con el camino hacia su trabajo, sonriendo: "Afrodita jamás seducirá a un hombre como el Fénix." Y hombre debería haberlo escrito en mayúsculas, porque Shaka estaba empezando a entender por qué Afrodita lo encontraba tan atractivo.

-------------------

Shura y Shun estaban preparando una tarta para una fiesta de cumpleaños que se estaba celebrando en el local. Por una vez era Shura el que había hecho casi todo el trabajo.. "Las tartas son mi especialidad" dijo emocionado antes de ponerse manos a la obra.

Ahora sacaban el resultado del horno.

-Qué buena pinta tiene -dijo Shun- ¿Puedo probarla?

Extendió un dedo para coger un poco, pero Shura le apartó la mano como quien aparta una mosca.

-Ni lo sueñes. Además todavía está sin adornar; hay que ponerle nata por encima. Creo que hay un par de botes en la nevera -era una clara indirecta para que su ayudante fuese a por uno. Shun volvió con un frasco de nata. Era en forma de spray para que fuese fácil hacer dibujos y letras para adornar las comidas.

-Escribe "felicidades" con letras bonitas-le ordenó el Caballero de Capricornio, que debía pensar que ya había trabajado demasiado y volvió a su silla, en la que pasaba la mayor parte del tiempo. Shun se puso a ello y cuando terminó inclinó el plato donde reposaba la tarta para que Shura lo viese desde donde estaba sentado. El dorado echó una rápida ojeada y se levantó como un resorte con un gemido de desesperación:

-¿Qué has hecho, imbécil? -apartó a Shun de las cercanías de la tarta y se lamentó- ¡Felicidades se escribe con c!

Shun miró la tarta y comprendió su error: había escrito "felizidades". Le entraron unas enormes ganas de llorar y bajó la cabeza Shura quitó con el dedo la nata que formaba la "z" y estiró la mano para que Shun le diese el bote de nata que aún conservaba en sus manos. Éste se lo dio sin mirarle a la cara para que el otro no advirtiese sus ojos húmedos, pero apartó su mano demasiado rápido y el bote cayó al suelo. Shun se estremeció: ahora Shura se pondría definitivamente furioso.

-Shun -le llamó el otro, pero Shun seguía mirando al suelo, así que Shura le alzó la barbilla con una mano, obligándole a mirarle a los ojos. Entonces le dijo, intentando que sonase serio:

-Eres un desastre -pero la boca se le torció en una agradable sonrisa al decirlo, así que Shun sonrió también. Ya se le habían quitado las ganas de llorar, se estaba dando cuenta de que en el fondo Shura era un buenazo.

-----------------------

-¡¡No, no y no!!

Camus y Milo estaban discutiendo, y era Camus el que negaba rotundamente.

-Pero... -Milo intentó hablar.

-¡Que no! ¡Jamás!

-Camus, porfa, escúchame... -Milo se abraza a Camus y se pone meloso para que le escuche- Dijimos que habría que recibirlo de alguna manera especial...

-Eso solo lo dijiste tú -dijo el Caballero de Acuario, pero Milo no le hizo caso:

-¿Qué mejor manera de recibirlo que los dos desnudos? ¡No se podrá resistir! Con el cuerpazo que tienes, Camusito... -le levantó la camiseta y comenzó a acariciarle el abdomen pero Camus se apartó de él:

-¡Ni hablar!

Milo se dejó caer en un sillón, aparentemente derrotado.

-Entonces, ¿qué sugieres? -preguntó con voz cansada.

-Pues no sé... Abrirle la puerta en bolas no es muy seductor... es sólo... descarado -Camus intentaba hacerle ver que no era la mejor manera...

-Vale, como siempre, tú tienes razón, ¿contento? Ahora dime qué vamos a hacer. A mí no se me ocurre nada más...

En ese momento sonó el timbre. Camus fue al telefonillo dejando a un Milo muy pensativo. Volvió corriendo.

-Milo.

-¿Qué?

-Ya está aquí.

-¿Ya? ¿Y qué hacemos?-se levantó de un salto del sofá- ¡Rápido, quítate la ropa! -se acercó a su novio y echó mano de sus pantalones, intentando desabrocharlos, pero apartó la mano con un gemido de dolor. Camus se la había congelado.

-¡No me gusta que me congeles! -protestó, sujetándose la mano congelada con la sana.

-Y a mí no me gusta que no me escuches. ¡Te dije que no vamos a salir desnudos! Anda, ve a descongelarte, mientras yo lo recibo.

Milo se fue hacia el baño justo en el momento en que picaban a la puerta. Camus abrió y saludó a Hyoga con toda la naturalidad que le fue posible. "No me puedo creer que esté planeando...acostarme con él..." pensaba. Pero cuando el rubio entró en la casa con su gran sonrisa y sus ojos azul cielo, su camisa blanca de camarero que aún llevaba puesta, y los pantalones negros, ajustados en el trasero, Camus recordó que lo estaba planeando porque su discípulo ¡estaba buenísimo!

-Tenéis una casa muy bonita -estaba diciendo Hyoga- Y muy lujosa...os debe haber costado un pastón.

-Saori fue generosa. Le estamos devolviendo el dinero poco a poco -respondió Camus- ¿Quieres ver el resto?

-Claro.

Le enseñó a Hyoga el resto de la casa. Al llegar al dormitorio, el rubio quedó impresionado:

-¡Qué cama tan grande! -dijo, y con toda naturalidad se echó en ella y extendió los brazos y las piernas en cruz- Qué gusto... en mi mini-cuarto no tengo sitio para una cama así.

Camus tragó saliva.

-Ejem... sí. Es grande.

Hyoga se incorporó y se quedó mirándole, aún sentado en la cama.

-¿Te pasa algo, Maestro? Estás muy raro.

-No, no me pasa nada. En serio -insistió ante la mirada escéptica del rubio.

-De acuerdo, tendré que creerte -dijo Hyoga, levantándose- ¿No está Milo en casa?

-Sí.. -entonces oyó correr el agua de la ducha en el baño- Se está duchando. ¿Quieres algo de beber?

El Cisne asintió y volvieron al salón, donde Camus sirvió dos martinis y se sentaron a beberlos, Camus en el sillón donde había estado Milo y Hyoga en otro que había enfrente. Estuvieron hablando de cosas sin importancia hasta que Hyoga miró hacia la puerta y, con una extraña expresión en la mirada, dijo:

-Hola.

-Hola, Hyoga.

Camus se dio la vuelta para mirar hacia la puerta. "Que no esté desnudo, por favor..."

No lo estaba. Milo llevaba puesta una camisa roja, pero sin abrochar, de forma que se veía parte de su perfecto torso, y unos vaqueros muy bajos de cadera que dejaban ver el borde de sus boxers negros. Además tenía el pelo mojado. Camus comprendió por qué Hyoga había puesto esa cara: estaba terriblemente sexy.

Milo, consciente de sus encantos, sonrió con picardía y caminó hasta el sillón con paso seguro. Se sentó al lado de Camus, el cual ya no estaba tenso sino que sonreía orgulloso. Orgulloso de que Milo fuese su novio.

-¿Qué estáis bebiendo? -preguntó el Escorpión.

-Martinis. ¿Quieres uno?

Antes de que pudiera contestar, Camus se levantó a servir otro, puesto que ya conocía la respuesta. Una de las propuestas de Milo había sido emborrachar a Hyoga, pero la habían descartado porque lo querían en plenas facultades. Mientras, Milo se inclinó hacia adelante y empezó a hablar con el rubio:

-¿Qué tal te va en el bar?

Camus le dio su bebida a Milo y se sentó de nuevo junto a él, escuchando la conversación, de la que se sentía un poco excluido. En apariencia la conversación era inocente pero Milo estaba desplegando sus mejores dotes de seductor, esas que cuando no te das cuenta ya estás en tus brazos, y parecía que Hyoga no opondría mucha resistencia. Pero entonces éste les sorprendió diciendo:

-Bueno, chicos, me tengo que ir. Muy bonita la casa y gracias por la copa.

Milo y Camus se miraron entre sí alarmados. ¡Se les iba a escapar! Hyoga comenzó a levantarse, pero Milo fue más rápido y le apoyó una mano en el hombro para que permaneciera sentado y sentándose él a su lado.

-Todavía es pronto -dijo el Escorpión.

-Es que he quedado con Shun.

-Estoy seguro de que si le llamas y le avisas de que no podéis quedar, no le importará -esto lo dijo Milo, acercándose a él, ya claramente insinuante. Pero el Cisne se libró de él y se levantó.

-Lo siento, pero me voy.

Miró a Camus con reproche, como si quisiera decir "¿Por qué dejas que tu novio coquetee conmigo así?" y se fue hacia la puerta. Milo le hizo un gesto con la cabeza a Camus, pero éste le ignoró, así que le cogió del brazo y le hizo levantarse:

-¡Haz algo!

-Si quiere irse no podemos obligarle a que se quede.

-No, pero podemos convencerle, y ni siquiera lo has intentado.

-Está bien...

Dejó a Milo en el salón y siguió a Hyoga hasta el hall.

-Hyoga -lo llamó. El rubio no le hizo caso y llevó la mano al pomo de la puerta para salir, pero Camus volvió a hablar, esta vez con tono autoritario.

-¡Hyoga!

Hyoga sintió un escalofrío. Esa voz le recordó la que su Maestro utilizaba en Siberia cuando creía que Hyoga no se esforzaba lo suficiente. Se giró, rebelde.

-Nunca pensé que dejaras a tu novio intentar... ¿qué...?

Camus se acercaba a él mirándole con una expresión que desconocida para él.

-¿Todavía no lo has entendido? -preguntó Camus cuando estuvo a pocos centímetros de él.

-N...no.

Como respuesta Camus le cogió por la cintura y lo atrajo hacia él pegándolo contra su cuerpo.

-Déjame explicártelo... -susurró, y a continuación le besó. En un primer momento, Hyoga se puso tenso, y levantó los brazos para empujarle y alejarle de él, pero al final los bajó. Qué bien besaba su Maestro. Cerró los ojos y pasó sus brazos por los hombros de Camus, dejándose llevar... pero se asustó al sentir otra boca que le besaba el cuello y unos brazos que le abrazaban desde atrás. ¿Era posible que...? Se separó de los labios de Camus y lo comprobó: era Milo. Éste le sonrió con picardía y le besó en la boca.

-Estáis locos -dijo, pero se dejó besar de nuevo por Camus y no puso ninguna objeción cuando sintió que Milo le acariciaba la entrepierna.

Hyoga no podía creer que esto estuviese sucediendo en realidad. Como si quisiera comprobarlo, se las arregló para introducir la mano por dentro de los pantalones de su Maestro y le acarició el miembro. Camus reaccionó con un gemido. Definitivamente esto estaba sucediendo de verdad, y eso en vez de alegrarlo o excitarlo, lo asustó. No era así como había pensado que sería su primera vez (sí, el atractivo y arrogante Hyoga era aún virgen). Había soñado muchas veces con ese momento, y no se había imaginado que sería el juguete sexual de estos dos, sino que lo haría con la persona a quien amaba y para la que se estaba reservando... Shun.

Sólo pensar en Shun le hizo sacar la mano del lugar donde la había metido y librarse del abrazo de ambos Caballeros. Estos le miraron sorprendidos:

-¿Qué pasa? -preguntó Milo.

-Lo siento. Ya os dije que había quedado -caminó los pocos pasos que le separaban de la puerta y la abrió.

-Lo siento -volvió a decir, y salió del apartamento. Camus y Milo no tuvieron tiempo para reaccionar No se esperaban ya que Hyoga se fuera a marchar... Milo fue el primero en reaccionar.

-¡Mierda! -exclamó- ¿Por qué se ha ido?

-No lo sé -respondió Camus- Pensé que lo estaba pasando bien...

-¡Es que lo estaba pasando bien! ¡Los tres lo estábamos pasando bien! ¡No entiendo por qué se fue!

Camus le miró con frialdad.

-No soportas que te rechacen, ¿eh? -le dijo. Milo iba a responder airado, pero luego se lo pensó mejor y se disculpó.

-Lo siento.- y lo abrazó. Camus correspondió al abrazo y apoyó su cabeza en el hombro del Escorpión. Él también estaba decepcionado.

- ¿Sabes? -le dijo entonces Milo al oído- Me lo he pensado mejor. ¿Para qué necesito al discípulo si puedo tener al Maestro?

El Caballero de Acuario le besó suavemente como respuesta. Luego se detuvo unos momentos para contemplar a su novio, que aún tenía la camisa abierta, los vaqueros ajustados... y le volvió a besar con más pasión. Milo respondió al beso como sólo él sabía hacerlo... después de todo no lo iban a pasar tan mal sin Hyoga...

-----------------------

Hyoga entró en su apartamento jadeante. Había venido corriendo porque llegaba tarde, y temía que Shun se hubiera marchado.

-¿Shun? -lo llamó desde la puerta. Shun y él tenían tanta confianza que tenían cada uno las llaves del piso del otro, y si Shun al llegar se había encontrado con que Hyoga no estaba aún en casa seguro que le esperaría dentro.

Pero no parecía estar allí porque todas las luces estaban apagadas. Tiró las llaves sobre una mesa, decepcionado, pero entonces oyó la voz de Shun.

-¡Estoy aquí!

Una sonrisa iluminó la cara de Hyoga mientras iba hasta la habitación de donde había venido la voz. Shun estaba apoyado en la ventana, mirando hacia la calle.

-¿Qué haces a oscuras? -le preguntó el rubio.

-Estoy mirando la luna -respondió Shun, y le cogió del brazo para que se asomara y la pudiese ver también- ¿No es preciosa? ¿Hyoga?

Shun volvió la cara hacia su amigo. Éste no estaba mirando al cielo sino a él.

-¿Por qué me miras así? -Shun lo dijo extrañado, pero la eterna sonrisa soñadora no se borraba de sus labios. Hyoga sintió que era el momento.

-Porque te... Shun, yo...

En ese momento sonó el teléfono.

-Ese debe ser mi hermano. Le dije que estaría aquí. Espera un momento. -dijo Shun, a la vez que se iba hacia el salón para contestar. Hyoga le oyó intercambiar unas breves frases y colgar. Enseguida regresó a la habitación y al entrar encendió la luz.

-¿Qué me estabas diciendo? -preguntó.

-No...nada... que si prefieres jugar al Resident Evil o al de coches...


Gracias a todas las que me habéis dejado reviews, me animan mucho ;) A ver qué me decís sobre este capítulo... ya sé, Hyoga está loco por rechazar a esos dos, pero así es el amor...

Ah, dos cosillas, la primera para Sahel: ¿eres la misma del foro de st seiya yaoi? Y para kitkat: por desgracia no tengo ni idea de francés, pero debe estar bueno eso de DeathmaskxShun...

Nada más, de nuevo gracias por leer, y hasta pronto!