EXPLOSIÓN DE GALAXIAS
Capítulo 4: La petición


Hacía poco que habían abierto el bar, por lo que había poca gente y Saga había considerado que podía tomarse un descanso, así que se sentó en una mesa y se dispuso a leer la prensa del día, pero no tuvo tiempo porque Seiya le interrumpió:

-Saga, tienes que ir a la barra porque...

-¿No podéis solucionarlo vosotros? -le interrumpió Saga, cortante- Siempre me llamáis a mí cuando surge el menor problema. Ikki es el encargado de la barra: que lo solucione él.

Seiya dudó un momento pero al ver que Saga volvía la vista al periódico no se arriesgó a insistir. Así que volvió a la barra:

-Señorita Saori -dijo- Saga dice que lo habléis con Ikki.

Saori levantó una ceja, indignada:

-¿Se niega a hablar conmigo?

-No, es sólo que... -Seiya no sabía qué decir, pero daba igual porque Saori ya se dirigía a donde estaba sentado Saga.

-Caballero dorado de Géminis -le llamó.

Saga dejó el periódico inmediatamente a un lado y se levantó. Cuando Saori les llamaba Caballero-dorado-del-signo-que-sea había que temerse lo peor.

-¿Sí, señorita?

-Si deseo hablar contigo, hablo contigo. No tengo por qué hablar con Ikki. TÚ eres el encargado del bar, y creí que con la responsabilidad que te he otorgado...

Saori continuó con su discurso un largo rato. Saga no intentó interrumpirla porque sabía que sólo lograría empeorar las cosas. Pero ya arreglaría cuentas con Seiya. Cuando la reencarnación de Atena se detuvo para tomar aliento, Saga aprovechó para hablar:

-Sí, señorita. Tenéis toda la razón. Pero ¿de qué queríais hablar conmigo?

Saori se quedó pensativa un momento, con la regañina parecía haber olvidado el motivo original de querer hablar con él. Al fin lo recordó:

-Mañana es el aniversario de la victoria frente a Hades y quiero reunir a todos los Caballeros. He decidido celebrar una cena aquí. ¿Crees que te dará tiempo a organizarlo?

-Sí, por supuesto -cualquiera le decía a Saori que no...

-----------

Shura y Shun estaban trabajando en equipo para terminar cuanto antes un encargo de hot-dogs. Shura abría bollos de pan y les metía un par de salchichas, luego se los pasaba a Shun y éste les echaba ketchup y los ponía cada uno en un plato. Habían conseguido un buen nivel de coordinación y estaban terminando cuando entró Hyoga y empezó a hablar con Shun. Éste se despistó y bajó la velocidad con que ponía el ketchup, de forma que se le estaban acumulando los hot-dogs.

Shura empezó a mosquearse por el parloteo del rubio. Últimamente le irritaba mucho, se pasaba el día detrás de Shun. "¿Y a tí por qué te molesta?" le susurró una vocecilla en su mente. "No es que me importe... es que... interrumpe el trabajo..." se respondió a sí mismo, y tuvo una excusa perfecta para echar al Cisne de allí:

-Hyoga, lárgate a otro sitio. Estás entreteniendo a Shun y por si no lo notas tenemos mucho trabajo.

Hyoga se marchó, pero no sin antes dedicarle a Shun una mirada de complicidad que claramente decía "Ya vendré cuando no esté éste pesado". Shun comprendió el mensaje porque soltó una risita. A Shura le dio rabia y le quitó el bote de ketchup de la mano:

-Ya termino yo. Puedes irte con ese estúpido pato.

Para su sorpresa, en vez de irse, Shun le miraba y se reía.

-¿De qué te ríes? -gruñó.

-De que pareces un viejo cascarrabias, ¡siempre estás de mal humor! -le contestó el joven.

Shura le miró indignado:

-¿Eso piensas de mí?

-Sí.

-Ya verás -le amenazó, y de repente estiró la mano y apretó el bote que tenía en ella, manchando de ketchup el cabello de Shun. Éste abrió la boca, sorprendido, y luego le cogió el bote con un movimiento rápido y le manchó la camisa al dorado.

-Deberías respetar más a tu maestro de cocina -amenazó Shura y se lanzó encima de él intentando quitarle el bote. Cuando lo consiguió, apretó el bote con todas sus fuerzas y un chorro de ketchup fue a parar a los pantalones de Shun que, divertido, intentó quitárselo a Shura. Éste sostenía el bote por encima de su cabeza de forma que el peliverde, al ser más bajo, no podía alcanzarlo. Pero Shun era listo, y cogió otro bote que había en el armario, abalanzándose sobre Shura para vengarse.

Los dos Caballeros terminaron en el suelo, riendo como locos y manchados de ketchup por todas partes. Shura se puso encima de Shun, aprisionándolo con su cuerpo de forma que éste no podía moverse.

-¡Ahora no tienes escapatoria! -exclamó el dorado- ¡Abre la boca, te vas a comer lo que queda!

Puso el bote en vertical encima de la boca de Shun y apretó, pero el otro giró la cabeza y sólo consiguió acertarle en la comisura de los labios. Shun le miró de reojo, dispuesto a evitar otro chorro de ketchup, pero Shura no parecía ir a atacar de nuevo. Le estaba mirando con una intensidad que hizo que Shun se estremeciera y sintiera su corazón golper como si quisiera salírsele del pecho. Nunca había sentido antes algo así...y...oh, Dioses... era lo que le había dicho Shiryu que ocurría...cuando estabas enamorado.

Acababa de pensar esto cuando Shura le acarició la mejilla con suavidad y le hizo girar la cara y mirarle de frente. El rostro de Shura estaba muy cerca del suyo ya que estaba encima de él, pero el dorado se acercó aún más... Shun creyó que iba a besarle, pero Shura no lo hizo directamente, sino que le lamió un poco de ketchup que tenía justo junto a la boca, provocándole un agradable cosquilleo. Se detuvo un momento, con los labios a pocos centímetros de su cara, y al ver que Shun no le rechazaba, llevó sus labios hasta los de Shun y entonces sí le besó, primero con dulzura y después con creciente pasión.

Shun rodeó con sus brazos la ancha espalda de Shura y se dejó llevar. Nunca había besado a nadie pero descubrió que era fácil... y muy agradable...

-Eh, chicos, ¿dónde están esos...? -Afrodita había entrado en la cocina y quedó parado en seco al ver el espectáculo: Shura y Shun en el suelo, besándose y llenos de... ¿sangre?...no, por el olor debía ser ketchup. Los dos Caballeros se apresuraron a levantarse intentando recuperar la compostura. Shun le dio la espalda, ruborizado hasta la raíz de los cabellos, y fue Shura el que preguntó:

-¿Qué quieres?

-Ejem... Ikki quiere saber qué pasa con esos hot dogs, los clientes se impacientan... pero ya le diré al Fénix que tú y su hermano estáis haciendo cosas más importantes...

Al oír esto Shura le cogió por la camisa y lo levantó:

-Si dices una palabra de esto te corto el cuello -amenazó, y Afrodita, evidentemente pensando en su afilado brazo derecho, cedió:

-Está bien, soy una tumba...

El Caballero de Capricornio le soltó y le dejó marchar, diciendo que los hot-dogs llegarían enseguida. Se acercó a la mesa donde los habían dejado a medio hacer pero Shun le interrumpió:

-¿Cómo piensas terminarlos? -el joven todavía estaba ruborizado, pero sonreía.

-Sólo falta ponerles el ketchup... -contestó Shura.

Shun levantó los dos botes vacíos.

-No queda nada...

-------

Ikki llevaba un día bastante aburrido en la barra y ya no se le ocurría qué hacer para matar el tiempo. Entonces vio a Seiya cerca de allí y decidió llamarlo para reírse un poco de él, pero entonces alguien que se había apoyado en la barra le distrajo. Miró hacia el nuevo cliente y vio que era Shaka.

-Hola, Caballero del Fénix.

-Hola. ¿Qué quieres beber?

-No quiero beber -respondió el rubio sonriendo y, para total sorpresa de Ikki, Shaka se subió a la barra y saltó al otro lado, acercándose peligrosamente a él.

-No quiero beber -repitió- Te quiero a tí- y con estas palabras, el rubio se lanzó a besar su cuello.

El primer impulso de Ikki fue apartarlo de un empujón, pero los besos de Shaka enseguida le hicieron cambiar de opinión. El dorado no estaba nada mal...y si se ofrecía tan claramente... así que le levantó la barbilla y le besó en la boca mientras, para asombro de los clientes que esperaban por sus bebidas, Shaka empezaba a quitarle la ropa. Cuando éste se separó de sus labios para morderle los pezones Ikki dejó escapar un suspiro de placer y le acarició el cabello. El rubio le besó el pecho durante unos segundos y luego levantó la cabeza para que el Fénix le besara de nuevo. Ikki iba a hacerlo cuando se dio cuenta aterrorizado de que Shaka ya no era Shaka, sino...¡¡Afrodita!!

Se despertó gritando y miró a su aldededor. Sólo había sido una pesadilla...bueno, una medio-pesadilla, porque mientras Shaka era Shaka el sueño había sido muy agradable. Entonces oyó abrirse una puerta detrás de él y se giró, casi esperando ver a Shaka-Afrodita, pero era su amigo Shiryu.

-Te quedaste dormido y me daba pena despertarte. -le explicó el Dragón.

Ikki se pasó la mano por el pelo y bostezó mientras se levantaba del incómodo taburete donde se había quedado dormido.

-Me marcho a casa. ¿Tú no?

-No. Tengo cosas que hacer -respondió Shiryu con aire de misterio.

-¿Qué tipo de cosas?

-Mañana te lo cuento.

-Está bien. Hasta mañana -se despidió Ikki, cogiendo su abrigo.

-Adiós.

Shiryu se quedó solo y empezó a dar vueltas por el bar, nervioso. Había llamado a Mu y éste le había dicho que se sentía mejor, así que le había pedido que viniese a buscarle al salir de trabajar. Mu no parecía tener muchas ganas:

-Saldré tarde... quizás es mejor que vayas a tu casa y te busco allí... -le había dicho el dorado.

-No importa, te esperaré aquí. Tengo pensado quedarme cuando los otros se marchen, porque tengo trabajo atrasado.

-Entonces... si llego sobre las once... ¿estarás solo? -le había preguntado Mu. Shiryu había contestado afirmativamente por lo que el otro dijo que a las once estaría allí.

Y ahora eran las once menos cinco y estaba impaciente porque llegase su novio. Iba a dar un paso muy importante... En ese momento la puerta, que Ikki había olvidado entreabierta, se abrió del todo y entró el Caballero de Aries.

Mu echó una ojeada rápida al local para comprobar que efectivamente Shiryu estaba solo. Ni rastro de Saga. Ni rastro que evidenciase lo que había ocurrido dos noches atrás, sólo en sus pensamientos. Y Shiryu no podía leerle los pensamientos, porque le recibió sonriente y con un beso. Mu comenzó a leerle la mente para comprobar que no sabía nada de lo ocurrido. Y efectivamente, no sabía nada, porque estaba pensando en...

-Mu, hoy te pido que no me leas el pensamiento. Quiero que lo que te voy a decir sea una sorpresa. -le dijo entonces el Dragón. Mu obedeció y se dejó llevar por él hasta una mesa donde Shiryu había puesto unas velas y dos copas de vino.

-¿Celebramos algo? -preguntó alegremente, intentando fingir normalidad.

-Todavía no -respondió Shiryu.

Mu se sentó mientras el otro encendía las velas y se sentaba también enfrente suya. Cuando el Dragón le cogió una mano, Mu ya se temía lo que le iba a decir. Shiryu empezó a hablarle con ternura de su relación: lo feliz que era con él, lo mucho que lo amaba y su deseo de pasar toda su vida junto a él, pero Mu no escuchaba en realidad. Tenía que poner todos sus esfuerzos en sostenerle la mirada y sonreír, mientras veía acercarse el momento fatídico. Shiryu hizo una pausa, tomó aire y entonces lo dijo:

-Cásate conmigo.

Mu no pudo aguantarlo más, bajó la mirada a la vez que unas lágrimas rodaban por sus mejillas. Le había traicionado, se había acostado con otro y... ahora Shiryu le pedía que se casara con él. El Dragón interpretó mal sus lágrimas, pensó que eran de emoción, porque se levantó y lo abrazó, lo que hizo que Mu llorase con más fuerza. ¿Cómo había sido capaz de traicionarle? ¿Y ahora qué podía hacer? Si le confesaba la verdad le partiría el corazón y además... no se atrevía. Era un cobarde. Se aferró a la espalda de Shiryu y lloró... Unos minutos después el Dragón se separó de él, un poco extrañado porque Mu no había contestado aún. Le limpió las lágrimas con suavidad y le susurró:

-Quieres casarte conmigo, ¿verdad?

Mu tragó saliva.

-Sí, claro que sí. -contestó al final, y mientras Shiryu le besaba pensó que tenía que olvidar lo ocurrido con Saga a cualquier precio...pero no iba a ser nada fácil... Entonces Shiryu se separó de él un momento:

-Casi se me olvida -dijo.

Y sacó del bolsillo trasero de su pantalón una cajita, dándosela a Mu para que la abriera. Éste lo hizo: era un hermoso colgante que representaba el carnero de su signo del zodíaco. Acertó a decir "Es precioso" mientras Shiryu se lo ponía.

--------

Hyoga estaba tumbado en el sillón viendo la tele cuando oyó que llamaban a la puerta. Miró el reloj y vio que eran las doce de la noche. ¿Quién podía ser a esas horas? Sintió un cosquilleo en el estómago cuando se le ocurrió que podía ser Shun... se levantó de un salto y corrió a abrir. La decepción se reflejó en su cara al ver quien era.

-Hola -dijo de mala gana.

-Hola -respondió Camus- ¿Qué modales son esos? ¿No me invitas a entrar?

-Sí...pasa.

Camus entró y Hyoga cerró la puerta detrás de él.

-¿Y bien? ¿Qué quieres? -preguntó el rubio, mirándole con desconfianza.

-No me mires así -dijo Camus- No he venido a intentar seducirte, si eso es lo que te preocupa.

Hyoga se relajó.

-Me alegro-dijo, y de verdad se alegraba porque volver a resistirse a los encantos de su Maestro habría sido difícil- ¿Quieres beber algo?

-No, gracias. Me marcharé enseguida. Sólo quería pedirte disculpas. Tal vez no debimos...

-No te preocupes -le tranquilizó Hyoga- No me molestó.

-¿No te molestó? -preguntó Camus, sorprendido- Si te marchaste corriendo...

-Os dije que había quedado.

-Eso suena a excusa.

-Pues no lo es. Había quedado con Shun.

-Creo que empiezo a entenderlo. Te gusta Shun, ¿verdad?

-Sí.

-¿Y él lo sabe?

-No. Bueno...si no fuera tan inocente seguro que ya se habría dado cuenta...

-¿Y por qué no se lo dices?

Hyoga se dejó caer en el sillón.

-Nunca encuentro el momento adecuado -dijo tristemente. Camus se sentó a su lado y le puso una mano en el hombro:

-¿Qué tal mañana? Después de la cena.

-Tal vez.

-¿Cómo qué tal vez? Haz caso a tu Maestro, díselo antes de que sea tarde.

-¿Qué quieres decir con que sea "tarde"?

-Bueno, chico, no va a estar toda su vida esperando a que te decidas a declararte.

-¿Crees que está esperando a que yo...?

-Puede ser. No creo que Shun sea muy atrevido, estoy seguro de que si te quiere no te lo confesará.. Tienes que ser tú el que de el primer paso.

-Está bien. Lo haré...

Camus le dio una palmada en la espalda:

-Así me gusta. Bueno, me voy a casa. Suerte para mañana.

-Gracias.

Camus fue hasta la puerta pero antes de irse le dijo a Hyoga en voz baja, insinuante:

-Ah...y... si te rechaza, Milo y yo podemos consolarte...

Hyoga se ruborizó:

-¡Maestro!

Camus rió.

-------

Gracias por los reviews!! Ya veis que esto más que un fic parece una telenovela, cada vez hay más líos jeje bueno hasta el próximo capi!