EXPLOSIÓN DE GALAXIAS
Capítulo 6: El día después


Shaka se despertó con un terrible dolor de cabeza. Intentó abrir los ojos, pero los párpados le pesaban como piedras, y se quedó quieto mientras intentaba poner en orden sus pensamientos.. Estaba sobre una superficie dura y fría: el suelo, y retorcido en una postura extraña No podía estirar las piernas sin chocar contra una pared. ¿Dónde demonios estaba? Hizo ademán de incorporarse, pero no pudo. Había un cuerpo sobre su abdomen... a pesar del dolor, abrió los ojos y vio que Ikki, desnudo y con pelo revuelto, dormía profundamente sobre él. Entonces recordó poco a poco algunos retazos de la noche anterior: Afrodita le había pedido que emborrachase a Ikki, comenzó a beber con el Caballero de Bronce...tequila... Se le revolvieron las tripas sólo de recordar todo el alcohol que había ingerido. Recordó también que habían empezado a jugar a verdad o reto... pero el resto era todo una gran incógnita. No tenía ni idea de cómo había terminado en este cuartucho con Ikki.

Apartó al Fénix de encima suyo, el cual siguió durmiendo tranquilamente, y se incorporó despacio. Se encontraba mareado, y varios cientos de tambores tocaban a la vez en su cabeza. Él también estaba desnudo, y empezó a sospechar que había ocurrido algo terrible... sus sospechas se confirmaron cuando notó algo pegajoso en su vientre... Se limpió, asqueado y horrorizado ¡se había acostado con Ikki! Meneó la cabeza. Él, Shaka de Virgo, borracho y follando con uno de sus compañeros. ¿Cómo había podido ocurrir?

Mientras buscaba su ropa se dio cuenta de que estaban en el cuarto de la limpieza al ver los utensilios de Afrodita, que por cierto, estaban desordenados y tirados por el suelo. Shaka se ruborizó a pesar de que nadie lo miraba. Realmente parecía que aquí había habido un gran... frenesí. Por fin encontró su ropa, totalmente arrugada, y mientras se la ponía no pudo evitar mirar a Ikki, que dormía boca abajo, con la cara contra el suelo. Tímidamente, cogió la camiseta del moreno, la enrrolló y le levantó la cabeza para ponerle esa especie de almohada entre su cara y el suelo. El Fénix se acomodó, con un gruñido de satisfacción, pero no se despertó. Entonces Shaka se fijó en que tenía varios arañazos en la espalda que parecían muy recientes. ¿Se los habría hecho él? Avergonzado, salió del cuarto pasando por encima del cuerpo desnudo de Ikki.

En el bar no había nadie. Miró hacia un reloj que había colgado en la pared: eran las 6 de la madrugada.. Por Atenea, menos mal que se había despertado antes de que alguien los encontrase así... Se detuvo sólo un momento en el baño para lavarse la cara y beber un poco de agua, y se marchó a casa.

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Afrodita fue el primero en llegar al local. Tenía que limpiar todo lo de la noche anterior antes de que llegara la hora de abrir. Echó un rápido vistazo: por suerte la fiesta no se había desmadrado, ya que todos sabían que tenían que madrugar al día siguiente, y no habían destrozado nada. Él mismo se había marchado pronto. Cuando había terminado de retocarse el maquillaje había vuelto con los demás, pero Shaka e Ikki ya no estaban allí. Les preguntó a algunos de sus compañeros dorados, pero no sabían nada de ellos.

-Se habrán ido ya -le decían- Mañana hay que trabajar.

Afrodita maldijo para sus adentros. ¡Shaka tendría que haberle impedido a Ikki irse! Una vez más se había quedado con las ganas de echarle mano al Fénix.

Suspirando, fue al cuarto de la limpieza a buscar la escoba, pero al intentar abrir la puerta notó que chocaba contra algo. Tuvo que empujar con fuerza para que lo que fuera que estorbaba se apartase del ángulo de la puerta. Cuando por fin entró en el cuartito creyó estar teniendo alucinaciones.

Ikki estaba allí tirado, al parecer dormido, y ¡desnudo! Afrodita sonrió, no podía creer en su suerte. Se inclinó y habló al oído del peliazul:

-¿Me estabas esperando?

Esto hizo que el Fénix se despertara y al ver a Afrodita, se apartara de él rápidamente. Al darse cuenta de que estaba desnudo alcanzó su camisa y se la puso tapando sus partes íntimas:

-¿Qué...? ¿Qué haces tú aquí? -Ikki no comprendía nada y la cabeza le dolía horriblemente.

-Yo sólo he venido a trabajar, pero me he encontrado un regalito -dijo Afrodita, acercándose a él de nuevo.

Ikki le empujó con fuerza, alejándolo de él lo más que pudo dentro de aquel estrecho lugar, pensando rápidamente qué diablos hacía él en el cuarto de la limpieza. Lo que recordó entonces le arrancó una sonrisa. Shaka y él... aquí... anoche. Dioses...había sido una locura, pero una locura tan placentera...

-Vete de aquí. Voy a vestirme -le dijo a Afrodita. Éste no parecía tener la menor intención de hacerle caso, así que tuvo que encender su cosmos y gritarle- L-Á-R-G-A-T-E.

Esto convenció a Afrodita de que se marchase ya que no quería sentir la ira del Fénix en su piel, y ya había comprendido que no le estaba esperando. Pero entonces ¿por qué estaba durmiendo ahí, y desnudo? No podía quedarse sin saberlo, así que asomó de nuevo la cabeza por la puerta. Ikki se estaba poniendo los pantalones y le miró enfurecido.

-Sólo una cosa -pidió Afrodita- ¿Por qué estás aquí?

-No es asunto tuyo.

El Caballero de Piscis volvió a cerrar la puerta. Aunque no le había contestado ya se imaginaba lo que había pasado porque había visto unas sospechosas marcas en la espalda de Ikki. Maldito Shaka...le había robado al Fénix delante de sus narices. Los ojos de Afrodita se entornaron y apretó los labios hasta que se convirtierion en una fina línea. "Esto no quedará así" pensaba "Tengo que vengarme".

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Hacía un rato que Shun estaba en la cocina, preparando unas galletas, pero no había ni rastro de Shura. Cuando el joven ya empezaba a pensar que el cocinero no aparecería hoy, el Caballero de Capricornio entró en la cocina.

-Hola-lo saludó Shun esbozando una sonrisa.

-Hola -respondió el otro fríamente. Traía un periódico en la mano, se sentó y se puso a leerlo, sin pronunciar una palabra. Shun intentó varias veces entablar una conversación con él, pero Shura sólo le respondía con monosílabos.

El joven Andrómeda sintió un nudo en el estómago.. ¿Qué le ocurría? No se parecía en nada al Shura de estos últimos días, se portaba con él como al principio, cuando no se llevaban precisamente bien. ¿Acaso el beso del otro día no había significado nada para él? Shun había creído que sí, y el día anterior había sido tan cariñoso con él... "Soy un estúpido. No debí hacerme ilusiones". Se tragó unas lágrimas que amenazaban con salir a sus ojos y se concentró en el trabajo, intentando ignorar la presencia de Shura a pocos metros de él, intentando ignorar a su corazón, que le pedía a gritos exigirle una explicación al dorado.

Shura tenía la vista fija en el periódico, pero no leía. No podía dejar de pensar en lo que había visto en la fiesta, el beso entre Hyoga y Shun. ¿Por qué le había besado a él si estaba liado con Hyoga? Empezaba a pensar que, a pesar de la apariencia inocente de Shun, éste estaba jugando con ellos dos. Pero Shun era tan bueno, tan dulce, tan hermoso, ¿cómo podría hacer eso? Frunció el ceño con rabia. "Al parecer las apariencias engañan. El Shun del que me enamoré en realidad no existe", pensó.

Un momento. "¿El Shun del que me enamoré?" Sí, había pensado eso. No tenía sentido negárselo a sí mismo.

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Crash!!

-¡Hyoga! ¿Qué diablos te pasa hoy? -gritó Ikki.

Era el segundo vaso que rompía el rubio.

-El puesto de camarero torpe ya está ocupado, es Seiya, ¿en qué estás pensando?

-Lo... lo siento -se disculpó Hyoga mientras recogía los cristales. Ikki se fijó mejor en él y vio que tenía bastante mala cara.

-¿Te ocurre algo? -preguntó.

-No, nada. Pero gracias por el interés -respondió Hyoga. ¿Ikki preocupándose por los demás? "Qué raro" pensó "Debe estar de buen humor hoy".

-¡Eh! ¡Camarero! ¡Ven a servirnos! -Hyoga miró hacia donde venía la voz y vio a Camus y Milo en una mesa, saludandole con la mano y sonrientes. Fue hacia allí de mala gana.

-¡Cuéntanoslo todo! -le exigió Milo.

-¿Qué queréis que os cuente?

-Lo de Shun. Todo. Con detalles. -el Escorpión le cogió del brazo y le hizo sentarse frente a él y Camus. Hyoga no decía nada y Camus, que era un poco más perspicaz que Milo, se dio cuenta de que algo no iba bien.

-¿Hyoga? ¿Te declaraste? -preguntó con cautela.

-Sí.

-¿Y... qué te dijo?

-Está... enamorado de otro -Hyoga desvió la mirada, no podía reprimir las lágrimas y no quería que le vieran llorar, pero los dos dorados se dieron cuenta.

-Pobrecito... -le susurró Milo a Camus. Éste le frotó el brazo al Cisne, intentando consolarlo.

-No llores, Hyoga. Peor para él, no sabe lo que se pierde -le dijo a su discípulo.

Hyoga intentaba dejar de llorar, avergonzado, pero no podía. Había estado reprimiendo sus sentimientos desde el día anterior, pero estaba destrozado. Sabía que podía contar con Shun como amigo, pero no le bastaba. Él le amaba. Y si le veía con otra persona... Dioses... no podría soportarlo.

Milo se levantó y se sentó junto a él. Le pasó un brazo por los hombros y le habló al oído:

-Si quieres, Camus y yo podemos... acompañarte. Estoy seguro de que te haremos olvidar.

Hyoga rió con amargura.

-¿Olvidar? ¿A Shun? Nada en el mundo podría hacerme olvidarle -dijo entre lágrimas.

-No estés tan seguro... -respondió Milo, acercándose más al rubio.

-Milo, déjale en paz, no es un buen momento para eso -intervino Camus, mirándole con severidad.

-Siempre es un buen momento para esto -dijo Milo muy bajito, para que sólo Hyoga le oyera, y llevando una mano a acariciarle el muslo, pero Hyoga le apartó y se levantó.

-No tengo ganas, Milo, de verdad -se disculpó, secándose los restos de las lágrimas que había vertido. Camus se levantó también y se acercó a él.

-Anímate, Hyoga, ya verás que con el tiempo lo vas a superar -le dijo.

-Gracias, Maestro -respondió Hyoga intentado sonreír y Camus, conmovido, lo abrazó. El Cisne correspondió al abrazo aferrándose con fuerza al Caballero de Acuario.

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-¡Eh! ¡Seiya! -Ikki llamaba al Caballero Pegaso- Tengo que ir al baño, atiende la barra mientras.

Nada más entrar al baño, Ikki vio que Afrodita estaba allí y dio la vuelta, no quería tener que esquivar sus intentos una vez más. De todas formas Afrodita ya le había visto así que fue inútil.

-¡Ikki! -lo llamó- ¡Puedes entrar, no voy a intentar nada! He hablado con Shaka...

Lo de Shaka picó la curiosidad del Fénix, que volvió a entrar, aún un poco desconfiado.

-¿De qué has hablado con él?

Afrodita se estaba lavando las manos y le miró extrañado:

-¿No te lo imaginas? Se ha estado burlando de mí porque me ganó.

-¿En qué te ganó?

-¡En la apuesta! -dijo Afrodita, y al ver que Ikki ponía cara de asombro, siguió hablando con voz de sorpresa- Ah, pero, ¿no sabes lo de la apuesta?

-¡No, no sé nada de ninguna apuesta y me estás poniendo nervioso! Explícate.

-Ejem...no, nada. No hay ninguna apuesta, me equivoqué...

Era evidente que Afrodita estaba mintiendo, así que Ikki tuvo que recurrir a amenazarlo:

-Dime de qué apuesta hablabas o no sales de aquí con vida -mientras decía esto cerró la puerta con fuerza y le miró fijamente con su mirada más temible.

-Pues... -decía Afrodita- ejem... Shaka y yo... hicimos una apuesta.

-¿Sobre qué?

-Sobre tí. Ganaba el que primero se acostara contigo. Por eso yo he estado persiguiéndote todos estos días y por eso ayer...

-¡Ya! Es suficiente, no necesito más detalles - Ikki abrió la puerta y hizo un gesto con el brazo- Vete de aquí.

Afrodita salió del baño muy serio, pero en cuanto Ikki cerró la puerta detrás de él sonrió feliz. ¡Se lo había creído todo! "Qué buen actor soy" pensó, orgulloso de sí mismo. Dentro, Ikki daba vueltecitas caminando por todo el baño. Se sentía herido en su orgullo y humillado. ¡Shaka sólo se había liado con él por una apuesta! Afrodita y él debían haberse divertido mucho jugando con él...

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Shiyu y Mu estaban en el cuarto del primero preparando todo lo necesario para la boda. Sería dentro de una semana y tenían mucho que hacer. La mesa del ordenador donde Shiryu debería estar comprobando las cuentas del bar estaba ahora cubierta de papeles de todos los colores. Eran distintos modelos de invitaciones para la boda.

-¿Y bien, cuál prefieres? -le preguntaba el Dragón a Mu.

-No lo sé, de verdad que me da igual. Decídelo tú. -contestó el Caballero de Aries.

-Mmm... la azul es bonita, ¿no? -dijo, levantando uno de los papeles.

-Sí.

-Pues ya está decidido: la azul. Hoy mismo lo encargo, tenemos que enviarlas ya. ¿Dónde está la lista de invitados?

Mu le alcanzó un papel con una larga lista.

-No nos habremos olvidado de nadie, ¿verdad? -pensaba Shiryu en voz alta.

-No, tranquilo. De hecho creo que sobra gente. ¿Quién diablos son los Caballeros de Acero?

Shiryu rió.

-Unos chicos que nos ayudaron una vez... luego se los tragó la tierra, nunca más supimos de ellos. Pero Saori se enfadaría si no los invitamos.

-Está bien... Bueno, me voy a trabajar, esta noche seguimos con ello -dijo Mu con intención de irse, pero Shiryu le detuvo.

-¡Espera! Falta lo más importante -dijo cogiendo una bolsa que había en el suelo.

-Adivina qué hay aquí -preguntó, juguetón.

-No tengo ni idea -respondió Mu, impaciente. Shiryu sacó con cuidado lo que contenía: era un precioso traje blanco.

-¿Te gusta? -le preguntó.

Mu abrió la boca, sorprendido.

-¡Me encanta! Es... ¿es para mí?

-¡Claro! Hace tiempo me dijiste que si alguna vez te casabas, te gustaría llevar un traje como éste. Así que lo encargué.

Mu le miró emocionado.

-Gracias -susurró, y le besó.

-Me tomaron las medidas a mí, pero tú eres más alto, así que pruébatelo por si hay que arreglarlo.

-¿Lo pruebo ahora?

-Sí. Voy a avisar a Shun, me acompañó a comprarlo y me dijo que le gustaría vertelo puesto. ¿No te importa, no?

-Claro que no. Mientras me voy cambiando.

Shiryu salió del cuarto dejando a Mu solo. Éste se desvistió y se puso el traje. No tenía ningún espejo para verse, pero sentía que le quedaba perfecto. Sonrió, y entonces se dio cuenta de que estaba empezando a ilusionarse con la boda. En ese momento lo ocurrido con Saga le pareció algo lejano y sin importancia. Entonces oyó abrise la puerta y se giró sonriente:

-¿Qué tal me queda? -pero la sonrisa desapareció de su cara al ver que no era la persona que esperaba... Era Saga.

-Em...hola... no sabía que eras tú... -empezó a decir, sonrojándose, pero Saga le interrumpió.

-Te queda muy bien.

-Gra...gracias -respondió Mu, sin saber muy bien si Saga lo había dicho con ironía o realmente pensaba eso. En ese momento llegaron Shiryu y Shun, y Saga se hizo a un lado para dejarlos entrar.

-¡Oh! ¡Mu! ¡Te queda perfecto! -exclamó Shun. Shiryu le echó una apreciativa mirada a su novio y asintió, luego se giró hacia el Caballero de Géminis:

-Saga, ¿querías algo?

Saga creyó haber olvidado a qué había venido, absorto como estaba mirando a Mu, pero enseguida se recuperó.

-¿Eh? Ah, sí, quiero que me imprimas las facturas de los proveedores de bebida.

-Enseguida te las llevo -respondió el Dragón, y Saga se marchó cerrando la puerta detrás de él. Shiryu y Shun comenzaron a analizar de cerca el traje, buscando defectos o detalles que hubiera que mejorar, pero no encontraban nada, le sentaba como un guante. Mientras, Mu no había apartado la mirada de la puerta por donde acababa de salir el Caballero de Géminis.

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Shaka respiró hondo y empujó la puerta del bar. Le había costado todo el día decidirse, pero por fin se había atrevido. Nunca había sido un hombre que huyera de los problemas, y tampoco iba a huir de éste. Si es que se podía llamar "problema", claro. Sólo necesitaba... saber. Saber cómo diablos había terminado acostándose con Ikki en el cuarto de la limpieza...¿quién había dado el primer paso? ¿Ikki o él mismo?... pero sobretodo quería averiguar qué pensaba el moreno, si para él había sido un terrible error o...

Enseguida lo vio, apoyado sobre la barra, mirando a la gente con gesto aburrido. Shaka obligó a sus piernas a que lo llevaran hasta él.

-Hola -lo saludó, con una voz que le pareció horriblemente chillona. Estaba nervioso, y se puso más nervioso aún cuando Ikki le dirigió una mirada no precisamente amistosa. Era evidente que no se alegraba de verle, y ni siquiera respondió al saludo; volvió su mirada al frente como si Shaka no estuviera allí.

-¿No crees que deberíamos hablar? -preguntó el rubio.

-No tenemos nada de qué hablar -escupió Ikki como respuesta, sin mirarle siquiera. "¿Por qué me lo pone tan difícil?" pensó Shaka, pero intentó no desanimarse.

-Verás, es que no me acuerdo de algunas cosas, y quería saber si tú...

-Vete a la mierda.

-¿Cómo? -Shaka creyó que no había escuchado bien.

-¡Que te vayas a la mierda! -repitió Ikki, mirándole por primera vez. Shaka sintió la rabia crecer en su interior. ¡Nadie se atrevía a tratar así a Shaka de Virgo! Dio un puñetazo sobre la barra para contener las ganas de dárselo al propio Ikki.

-¡Vete tú a la mierda! ¡No vuelvas a hablarme así!

-¿Y cómo debería hablarte?

-¡Con más respeto!

Ikki soltó una carcajada amarga.

-¿Con respeto? ¡Cuando tú me respetes a mí, yo te respetaré también!

-¿Por qué dices que no te respeto?

-¿Y todavía lo preguntas? ¿Cómo puedes ser tan cínico?

Ambos estaban gritando y la gente les miraba con curiosidad, pero ellos no se daban cuenta.

-¡No sé de qué hablas! ¡No estoy siendo cínico! -se defendía Shaka.

-¿Ah, no? ¿Acaso no te acercaste a mí porque hiciste un trato con Afrodita? ¿Vas a negarlo?

La cara del rubio se volvió un poco más pálida.

-No -respondió, en voz baja y desviando la mirada.

Ikki sintió un nudo en la garganta. Aún tenía una mínima esperanza de que Afrodita le hubiese mentido, que no hubieran hecho ninguna apuesta, pero Shaka se lo acababa de confirmar. El Caballero de Virgo abrió la boca para decir algo, pero Ikki le hizo un gesto de desprecio con la mano, no quería escuchar nada más, y se fue al otro extremo de la barra.

Cuando se quedó solo Shaka sí se dio cuenta de las miradas y los comentarios de la gente que había alrededor, así que se apresuró a salir del local con una desagradable sensación en el estómago. Nunca pensó que Ikki se enteraría de que Afrodita le pidió que le emborrachase, y tampoco que se enfadaría tanto.

Dentro del bar habían quedado dos personas con un humor muy distinto. Ikki estaba más malhumorado que de costumbre, pero, al otro lado del local, Afrodita tenía que contenerse para no dar saltos de alegría. Sí, Shaka le había quitado al Fénix, pero sólo por una noche. Con lo orgulloso que era Ikki no volvería a acercarse al rubio jamás.

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¡Hola! Ya veis que cada vez las cosas se enredan más jaja, ahora están todos enfadados, Shura y Shun, Shaka e Ikki, Hyoga está deprimido... pero tranquilas que no los voy a dejar así ;) Gracias por leer y hasta el próximo capi!